Capítulo 3
Redacté el último correo y lo envié para confirmar mi participación en la próxima reunión que se llevaría a cabo en la manada de Amanecer en los próximos meses. Tenía la esperanza de cerrar el acuerdo comercial con el Alfa de esa manada, lo cual garantizaría importantes ingresos que podríamos utilizar para fortalecer y mejorar diversos sectores de mi propia manada.
—Estragón está ocasionando problemas una vez más. —Atentamente escuché a mi Beta mientras leía uno de los dos correos recién llegados. Su consejo fue claro y directo—: necesitamos abordar el problema de los infectados de manera contundente. Estoy en contacto continuamente con el grupo de seguridad, tienen varios planes para llevar a cabo, te los pasaré por correo y haremos una reunión el próximo lunes para pulir dudas.
Evalué cuidadosamente su consejo y estuve de acuerdo en que era crucial abordar de inmediato el problema de los infectados. Consideré sensato enviar a algunos guardias para brindar apoyo en Estragón, y me alegré al saber que ya tenía grupos de lobos asignados para investigar las zonas afectadas por los últimos ataques.
En las últimas semanas, el agotamiento era abrumador. Mi energía se extinguía rápidamente debido a la gran cantidad de actividades que debía realizar o supervisar. Necesitaba urgentemente vacaciones, pero era imposible en esta época del año y más aún con la fiesta de Vitalidad dentro de algunos meses.
—Antes de que me olvide —Se levantó y se dirigió hacia la puerta de mi despacho. Antes de salir, me miró y dijo—: Habrá una cena para celebrar la reconstrucción de una gran parte del bosque incendiado. Es importante que te presentes, aunque sea por unas horas. El trabajo realizado es impresionante y toda la manada ha estado pendiente de ello. Además, algunos representantes de manadas como Iridiscencia también estarán presentes. Como Alfa, es necesario que estés allí para causar una mejor impresión.
—¿Cuándo es?
—El viernes a las nueve de la noche. —Comprobó la hora en la agenda que siempre llevaba a todas partes.
—Por favor, llama a Regina —dije mientras mi atención seguía fija en la pantalla de mi computadora—, solicita un traje nuevo para la ocasión. —Si iban a asistir representantes de otras manadas, era crucial que me presentara adecuadamente, y repetir el mismo atuendo no daría una buena impresión. Por lo tanto, necesitaba uno nuevo.
Después de esperar un rato, levanté la vista y lo vi parado allí con una ceja levantada. —¿Qué pasa? —murmuré, tenía tareas pendientes y él seguía allí, ocupando mi tiempo.
—Aunque soy tu Beta y todas esas cosas, no estoy aquí para ser tu asistente personal. Tengo responsabilidades más importantes, como velar por la seguridad de nuestra manada. Por favor, toma tu celular y llámala tú mismo. Te aseguro que necesitas socializar un poco más. —Cuando salió de mi despacho, pude escuchar su risa resonando por el pasillo. Era típico de él burlarse de mi temperamento a la hora de interactuar con los demás, lo cual solía resumirse en mi falta de voluntad para hacerlo.
Después de buscar mi celular, me puse en contacto con Regina. Nuestra conversación fue breve y precisa en cuanto a lo que necesitaba para la ocasión. Ella me ofreció algunas sugerencias y decidí confiar en su criterio una vez más. Una vez que terminé la llamada, decidí servirme un vaso con whisky. Aunque era temprano para beber, tenía la ventaja de que el alcohol no me afectaba tanto como a otras especies.
—Solos —habló mi lobo Lev—, ¿Cuándo dejaremos de estar solos?
—Sabes a que situación nos estamos enfrentando, no sé cómo tranquilizarte —respondí mientras bebía tragos largos de whisky.
—¿Hace cuánto tiempo estamos solos? —Hizo de nuevo esa pregunta, para torturarnos.
—Cuatrocientos años. —Fue un periodo de tiempo excesivamente largo, pero al asumir la responsabilidad de liderar la manada, el tiempo para encontrar a mi pareja se redujo considerablemente.
—Cuatrocientos malditos años, esto es una maldición para nosotros —respondió rabioso.
—No somos los únicos que están solos, Lev —traté de consolarlo—. Recuerda que hay muy pocas parejas potenciales, aproximadamente solo seis en todo el mundo. No podemos quejarnos al respecto.
Desafortunadamente, es una maldición por la que estamos pasando y es el precio que debemos pagar a cambio del poder que tenemos ahora. El control que obtuvimos trajo consigo consecuencias negativas, y la escasez de almas gemelas en todas las especies es una de ellas. Los dioses podían ser demasiado severos, castigando con maldad en algunas ocasiones.
—No formamos parte de ninguna de esas pocas parejas. Siendo los más fuertes y antiguos, ¿por qué no tenemos esa bendición? —protestó—. Ya no quiero estar solo. Necesito a la criatura que está destinada a estar con nosotros. La soledad me está consumiendo. Sigo imaginando cómo sería tenerla en nuestros brazos, eso me llena de tristeza y frustración.
Corté la comunicación con Lev y me bebí lo que quedaba de whisky en el vaso. En ciertos momentos, se volvía gruñón al no tener ni siquiera una pista de nuestra pareja destinada a estar con nosotros. Sacudí la cabeza, no era el momento de pensar en eso. Tenía trabajo acumulándose cada vez más, los asuntos de la manada eran prioritarios en este momento. Mi deber era asegurarme de que la manada de Inmarcesible se mantuviera como uno de los territorios más fuertes, y en los últimos años habíamos logrado consolidarlo. Debía continuar en esa dirección.
Ya estaba en mi habitación, luciendo el traje gris a medida que Regina había elegido y diseñado meticulosamente. Una vez listo, comencé a buscar un automóvil especial para la ocasión. Necesitaba llegar con clase y estilo para causar una impresión adecuada.
Recorrí solo unos pocos kilómetros hasta encontrar la fiesta. Me indicaron que estacionara el auto en un lugar apartado y especial, dándome las instrucciones y mencionándome quiénes ya habían llegado. Al llegar a la entrada, saludé a algunos conocidos mientras me tomaban algunas fotografías. Antes de entrar al lugar elegido para la celebración, observé el muro de contención, estábamos cerca de él y podía ver cómo los guardias, algunos convertidos en lobos, lo protegían. Mi Beta me sacó del trance en el que me encontraba y nos unimos a la fiesta. Sabía que solo tendría que estar presente durante algunas horas, así que comencé a entablar conversaciones con los presentes en la fiesta.
Pasaron dos horas hasta que el cansancio me sorprendió en la fiesta. Las conversaciones con la mayoría de las personas resultaron agotadoras, ya que a muchos de ellos no recordaba haberlos visto antes. Agradecí que las notas periodísticas fueran sutiles, ya que no quería lidiar más tarde con posibles distorsiones de lo que se dijera. Sin embargo, las constantes fotografías que se tomaban de mí me molestaban en gran medida. Era como si intentaran capturar cada uno de mis movimientos, y eso resultaba frustrante la mayor parte del tiempo. En ocasiones, solo quería destrozar esas malditas cámaras.
—Salgamos de aquí, esto es aburrido —dijo—. Además, esa pelirroja que nos está observando en este preciso momento me causa cierto temor. No quiero convertirme en presa de nadie hoy.
Sonreí ante las ocurrencias de Lev, compartiendo su opinión sobre la mujer que nos intimidaba con sus gestos sugerentes. Mientras me disponía a dejar la fiesta después de despedirme de algunos conocidos, Yakov me interceptó en la puerta de salida. Estaba a punto de dirigirme a casa, gruñí al otro macho por impedirme hacerlo.
—Los infectados están atacando en el otro lado del muro de contención, la patrulla de refuerzo tardará en llegar —me informó mi beta.
Era consciente de lo que esperaba de mí: que me involucrara en la pelea y proporcionara un espectáculo para los pocos espectadores que observaban el movimiento de los guardias. No me negaría a ayudar, pero mi contribución no debía ser un espectáculo, era mi deber y odiaba ese fanatismo extremo que se expresaría en las redes sociales por una simple acción.
—Hace mucho tiempo que no me dejas salir —reprochó Lev.
Le permití tomar el mando de mi cuerpo mientras escuchaba los diversos sonidos: crujidos de huesos y tela. Después de unos segundos, era Lev quien tenía un control total. Miramos Yakov buscando respuestas para saber a dónde debíamos ir.
—Están atacando infectados en Venus, la primera patrulla llegó, pero son escurridizos. En los edificios flotantes están atacando hoy, ve allí y trata de ayudar, controlaré la situación aquí y mandaré refuerzos.
Lev no permaneció mucho tiempo; abandonamos rápidamente aquel establecimiento y recorrimos varios kilómetros en el bosque. Al llegar al muro divisorio, presencié cómo uno de los guardias nos permitía pasar sin obstáculos. Experimenté el cambio de aire; en esta zona, el frío era más intenso, pero estaba impregnado de un sutil olor a putrefacción. Los infectados estaban cerca.
Seguí el rastro de olor y corrimos hasta encontrarnos con otros lobos, cuyos olores delataban que eran guardias. Los edificios eran imponentes estructuras que protegían a una parte de la población de Venus. Maldito lugar para lanzar un ataque, ya que los puentes representarían un problema: eran demasiado débiles para soportar el peso de varios lobos. No teníamos tiempo para ser cautelosos o delicados.
—¿Sientes eso? —Lev se puso en alerta.
Los lobos poseían una mayor destreza para percibir el intenso olor a putrefacción de los infectados.
—Claro que puedo sentirlo, nos está quemando la nariz.
—No es el olor a infectado.
Lev tomó completamente el control del cuerpo desplazándome completamente. Gruñí ante su osadía, los hombres lobos debíamos tener un equilibrio, no era prudente que el tomara el control por mucho tiempo.
—¿Qué sucede? —traté de entenderlo.
Él no contestó; simplemente permitió que yo tomara brevemente el control para experimentar un aroma dulce y delicado. El perfume era suave y floral, algo que parecía casi imposible de creer.
Avanzamos a gran velocidad, seguidos de cerca por algunos guardias, mientras perseguíamos el rastro. Atravesamos los puentes hasta llegar al edificio más distante. Se escuchaban gruñidos en el aire. Lev volvió a olfatear y detectó el sutil aroma proveniente de la chica que estaba siendo atacada por el infectado. Ella luchaba desesperadamente por mantenerse aferrada a la estructura, necesitábamos rescatarla.
—No se ve segura la estructura.
—Es mía, la protegeré.
Uno de los lobos se acercó, pero la estructura cedió un poco. Escuché un pequeño grito, lentamente nos acercamos. Ella debía saltar, era lo más inteligente, no sería agradable la caída, pero lograría sobrevivir.
—No lo hagas —ella gritó—, caeré al agua.
Lev parecía estar hipnotizado por la delicadeza de su voz, como si estuviera encantado por su suavidad. No se movía solo la miraba con atención, debíamos salvarla, después tendríamos tiempo de admirarla.
—Soy Ady —exclamó—, no sé si hay más vampiros rondando adentro del edificio.
La estructura cedió y Lev se acercó gruñendo al infectado. No estábamos logrando intimidarlo o que prestara atención a nuestra dirección. Debíamos alejarlo de aquella muchacha.
—Ella es nuestra pareja y siento que los dioses conspiran para arrebatármela —murmuró con ira—. Ese desdichado infectado. Me deleitaré al separar su cabeza del resto de su cuerpo.
—¡Maldición! —Lev logró capar—, me caeré.
La estructura se derrumbó y solo pudimos escuchar los gruñidos del vampiro y un grito antes de que todo desapareciera. Lev corrió rápidamente hacia el borde de la azotea y presenciamos cómo todo se desvanecía. Algunos fragmentos de la antena eran visibles, pero nuestra pareja no mostraba ningún signo de vida.
—¡No, no, no! No podemos permitirnos perderla ahora.
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