Capítulo 7: Al filo de un latido

¡Hola a todos! Siento muchísimo la tardanza. Ni os imagináis los problemas que he tenido (familiares principalmente) entre hospitales y viajes. Aun así he seguido pendiente de cualquier actividad, muchas gracias a los que seguíais esperando a que pueda actualizar. Os quiero ♥

Un gran agradecimiento a todos los que habéis leído y votado la historia, eso me motiva a no olvidarla. Y un saludo especial aquellos que se animaron a comentar: KhrysocollaChirs_Khyrs, cuyos charlas entre comentarios me hacen mucha gracia XD También a DarkstarSlayer amigas22 que siempre me leen y se animan y a las nuevas lectoras maribellizethuser80117230.

Gracias a todos por animarme y esperar, ¡aquí os dejo la continuación!

~Yugi~

Con pesar, mis párpados peleaban contra la aburrida clase que impartía el profesor empeñado en hacer pasar a todos sus alumnos por el sueño eterno de por vida. Para distraerme, ya que el paisaje desde mi asiento lo tenía memorizado y todo de las veces que lo había visto, dibujaba figuras en el contorno de mis cuadernos. Tenía gran variedad artística: a veces eran siluetas aleatorias, a veces objetos interactuando con las parrafadas impresas en el libro, otras un simple animal o incluso alguna que otra caracterización.

Por una vez, estaba tranquilo. Bueno, no del todo. Tuve un encuentro raro esta mañana con Yami, me amenazó con molestarme y amargarme la existencia... pero ahora mismo no estaba en su asiento. ¿Habría ido a prepararse una jugarreta? Esperaba que no fuese tan retorcido o al final acabaría enfadándome.

Lo bueno de todo era que no debía aguantar su mirada intensa.

Distraía mi mente en miles de eventos y pensamientos diferentes, ¿por qué todo acababa siempre en él? Debía admitirlo, tenía miedo. Y algo de asquito también, digo yo... ¿no le dio un aire al nacer y se quedaría loco? Porque no veía normal amenazar así como si fuese lo más lógico del mundo sin que le temblase el pulso.

Escuchaba el suave tintineo de las campanillas que estaban colgadas en uno de los adornos que decoraban el aula, de una ventana medio abierta se colaba una ráfaga de aire muy débil que provocaba el sonido de las mismas al chocarse constantemente. La melodía me sacó una sonrisa, a pesar de que mis navidades no eran las mejores... tenía ganas de que llegase el día. En parte porque no tenía que venir aquí a soportar a Yami, en parte porque podría ver a mis padres reunidos. Apenas pasaba tiempo con ellos, la casa nueva les traía cuesta abajo y el trabajo a mi padre todavía más.

El tema era peliagudo, en las noticias pude verificar ayer mismo un caso particular de asesinato en serie que se daba alrededor de la ciudad. Al parecer, por las afueras, se está siguiendo un camino que no parece marcar a la víctima sino al lugar de la muerte.

Agité la cabeza, ¡no quería pensar algo tan lúgubre en fechas tan señaladas! Se acercaban días bonitos... había que pensar en positivo. Por si acaso, me había informado de este lugar y, parece ser, que no es un lugar seguro. Se han dado durante muchos años casos así que no han trascendido a algo pues han pillado siempre al culpable, era cuestión de tiempo que llamasen a mi padre para cumplir una vacante.

El timbre sonó liberándonos de esta prisión de palabras, nunca pensé que algunos temas dentro de una misma materia pudieran ser tan contrarios. Algunos me apasionaban y otros me enzarzaban en una lucha contra el sueño por mantener la concentración. ¿Cómo era posible?

─Yugi. ─Tristán llamó mi atención, venía sonriente hacia mí─. ¿Qué tal estás?

─Me siento bien, gracias. ¿Y esa felicidad?

─Hoy me he levantado de humor. ¿Ya tienes planes para navidad?

─De momento intentar juntar a la familia, arduo trabajo.

─Ups, espero que tengas suerte. ─sonreí, ¿acaso había venido a saber si tenía planes? Es un detalle bonito por su parte─. Nosotros haremos una cena con amigos.

─¿Nosotros? ¿A quién te refieres?

─A Joey y a mí, también vendrá Tea. Verás, los padres de ambos están ocupados. El primero por temas personales y la restante por culpa de mucho trabajo. ─se rascó la nuca, acomodándose el pelo después─. Te quería invitar pero pareces tener planes.

─Por el momento sí, ahora debo hacer de mediador. Pero muchas gracias por acordarte de mí.

Antes de que pudiese responder, se escucharon pasos firmes que helaron el lugar. Aquello solo podría ser obra del rey del hielo que se acercaba a velocidad hacia nosotros, yo estaba de espaldas a él mas no necesitaba ver su cara para comprobar quién era. ¿Vendría a preguntarme otra vez por Yami? No hacía otra cosa.

─Hola, ¿os interrumpo? ─efectivamente, era él. Ambos le miramos para mantener una conversación educada─. No quería molestar.

─No pasa nada. ─respondí, por algún motivo, el grupo de Joey se llevaba mal con el de Kaiba y Tristán ni contestó. Apenas hizo el amago de abrir la boca para decir algo.

─Siento ser pesado, pero... ¿sabes dónde está Yami? Le vi entrar esta mañana. ─¡premio! He acertado, cosa que tampoco era muy difícil siguiendo el patrón de este chico.

─No sé, yo también es la última vez que le vi.

─Se me hace raro... En fin, gracias igualmente.

─No es nada. ─me giré cuando escuché mi nombre, esa voz me sonaba. Era el rubio alocado que solía ir gritando desde los pasillos─. Joey, ¿qué pasa?

─Quería saber si Tristán te había comentado nuestros planes.

─Sí, dice que tiene faena familiar. ─respondió el chico por mí, utilizando a su amigo como escudo para evitar mirar a Kaiba.

─¿Problemas también? Vaya grupo nos hemos juntado.

─Si es como tú, serán perdedores. ─el castaño habló de repente, su mirada helada congelaba las propias palabras que soltaban.

─Lo dijo quien nunca puede ganar a Yami, por muchas trampas que haga. ─se defendió Joey, molesto. ¿Por qué se peleaban tanto estos dos?

─Al menos yo tengo valor para enfrentarme a mis contrincantes. No me arrastro como un perro...

─Lo que quieras. ─rodeó mis hombros y me zarandeó─. Pero aquí mi amigo sí le venció, solo necesitó dos intentos.

─¿Qué dices? Quedaron empate.

─Echaron una partida en el salón de los recreativos. Y Yami perdió como... tú. ─sonrió maliciosamente, por primera vez, vi a Kaiba frunciendo el ceño mientras borraba esa sonrisa de superioridad que portaba a todas partes.

─¿Eso es verdad? ─su mirada helada se dirijo a mi directamente.

─En mi defensa diré que no sabía quién era, me retó mientras jugaba.

─Entonces te propongo echar una partida ahora. ─dejó la mochila en la mesa que tenía más cerca y se sacó una baraja de cartas. Reconocí las imágenes de monstruo que estaban plasmadas en ellas─. Si te gano a ti habré ganado al fin a mi archienemigo.

─¿Ahora? Lo siento, tengo algo de prisa.

─Tranquilo, quiero probar algo rápido. Empecemos con pocos puntos de vida para acabar cuanto antes, quien se descuide será quien pierda. ¿Tienes una deck preparado?

─Bueno, tengo uno pero no juego mucho últimamente.

─Adelante entonces. ─se sentó en la silla que tenía enfrente de mi mesa y le dio la vuelta para quedar cara a cara. Hizo lo mismo, barajamos las cartas del otro y empezamos.

Con los pocos puntos de vida que tendríamos con un golpe bastaría para que fuese suficiente motivo de descalificación. Mi mano inicial era horrible, con esto tenía las de perder si el mostraba cartas fuertes. Coloqué un monstruo en posición de defensa y dos cartas trampa. Cuando él sonrió tras robar una carta palidecí, no me gustaba nada esa actitud de victoria que había adquirido.

─Parece que será rápido. ─puso una carta mágica boca arriba─. Con esto invoco monstruos de nivel cinco o mayor.

Increíblemente, se sacó al dragón blanco de ojos azules con un nivel de poder de 3000. Ahora sí que estaba perdido, cuando mandó atacar mi carta bocabajo activé la carta trampa que impedía ataques a cartas en ese estado cuando se daba la vuelta. Kaiba sonrió tras darme la enhorabuena por haber aguantado un turno más.

─¿Ves Joey? Así se juega. ─comentó el castaño de manera altanera─. No se echan a llorar cuando ven a un monstruo fuerte.

─Cállate y juega, fantasma. ─mientras ellos discutían utilicé la única carta que le podría dar la vuelta al juego, la carta mágica que me permitía descartar mi mano entera y volver a coger las mismas que tenía antes de quitármelas por efecto de la carta. Me sorprendí al ver que tenía una jugada buena entre mis manos.

─Mi turno. ─utilicé como sacrificio el monstruo bocabajo para llamar a la chica maga oscura, en ese momento, Kaiba se echó a reír. Traté de ignorarle ya que era evidente que con ella no haría nada, la necesitaba para la jugada. Activé la carta mágica piedra de sabio para sacar desde mi deck un mago oscuro. El rostro de mi enemigo comenzó a ponerse más serio.

Seguí el combo con las tres cartas que me quedaban, subí los atributos de mago oscuro con una carta de apoyo para oscuridad y utilicé la carta bocabajo que había puesto al principio. Esta restaba la mitad de ataque de un monstruo y se lo sumaba a otro que yo eligiese. El primer efecto fue contra su dragón y el segundo para mi mago oscuro. Cuando mandé atacar Kaiba no pudo defenderse y los pocos puntos de vida que pusimos se quedaron en cero.

─No puede ser. ─susurró sorprendido, parecía seguro de su monstruo potente.

─¡Jódete flipado! ─gritó Joey revolviéndome el pelo en modo de enhorabuena. Gruñí, ¡eso se les solía hacer a los niños!

─Has estado bien Yugi, me ha gustado mucho. ─Tristán me sonrió, solo pude asentir a lo que decía.

─Efectivamente, ha sido gran jugada. ─di un respingo por la voz de Cancerbero. Sonaba demasiado cerca, de hecho, a mi espalda. Me levanté de la silla para encararle, no pensaba quedarme expuesto tras haberme amenazado─. No está mal enano, vas a resultarme un reto.

─¿Tú cuándo has entrado? ─hablé mientras recogía mis cartas y las guardaba en mi mochila.

─Hace rato, estabais tan concentrados que ni me habéis visto. ─Yami le sonrió a Kaiba, éste respondió de manera fulminante. Conocía esa faceta del perro del infierno, aquella mueca era de burla total─. Que humillación, ¿eh gran empresario? Ha tardado un minuto en destruirte el dragón.

─Hazme un favor y cállate. ─guardo sus cartas en la mochila─. Solo quería ponerlo a prueba.

─¿Y? ¿Qué dicen tus diagnósticos de profesional?

─Me ha gustado. ─ignoró los comentarios molesto de Cancerbero para dirigirse a mí─. Me debes la revancha.

─Sí, sí... ─parpadeé, no era lo que más me apetecía en el mundo sinceramente.

─¿Haces una partida conmigo ahora? ─preguntó Yami con tono pícaro, mi mirada cansada respondió por mí─. ¿Me tienes miedo acaso?

─Lo que tengo es ganas de no verte. ─cogí mis cosas y salí del aula mientras Tristán y Joey salían un poco más tarde hablando animadamente. Caminé de manera monótona, los pasillos estaban animados con todos los adornos pero tenía la sensación de que algo les faltaba. Aparte de movimiento pues todo el mundo había salido ya. De repente sentí un tirón que me llevó hasta la pared─. ¿Qué...?

─Enano maleducado. ─la voz de Yami me provocó una mueca de desagrado en el rostro, él solo se rio─. No te vuelvas a marchar dejándome con la palabra en la boca, ¿estamos?

─¿Te has creído mi dueño acaso? Vete a la mierda. ─Yami me tomó del mentón, sus dedos eran más cálido de lo que recordaba. Viendo su cara de querer morderme, me imaginaba una mano fría como el abrazo final de la muerte.

─Shhh... esa boquita enano. No vaya a tenerla que limpiar con jabón. ─intenté apartarme de él pero tenía más fuerza y no le costó retenerme en el mismo sitio─. Sabes que no deberías seguir cabreándome, ¿verdad? A quien se atreve le suelen pasar cosas muy malas.

─¿Peores que esto? Lo dudo... ─Cancerbero esbozó una sonrisa tétrica. Consiguió que se me erizasen todos los pelos de la nuca.

─Créeme que sí.

Escuchamos un ruido en la habitación contigua a donde estábamos, un gran estruendo fue oído tras la puerta. Guardamos silencio unos segundos hasta que Cancerbero decidió separarse para ir a mirar, detrás de él, avanzaba yo intentando ver qué pasaba desde los huecos que podría haber entre sus brazos y cuerpo.

La habitación daba al aula de ciencia, era el laboratorio, de hecho. En él, habían miles de objetos frágiles de bajo costo pues no había dinero para microscopios de alta calidad y probetas de cristal. Aun así, el desagradable sonido había venido a raíz de un armario metálico que se cayó de golpe tirando todo lo que contenía entre sus baldas al suelo. La imagen era un estropicio, habían cristales roto y muchas cosas destrozadas cuyas piezas regaban el suelo, seguramente disparadas por el impacto y la gravedad.

─¿Cómo se ha caído eso? ─me acerqué a ver, no tenía patas rotas ni nada por el estilo.

─Estaría demasiado viejo y habrá cedido en peso. ─analizó Cancerbero observando los hechos a una distancia prudente─. Vámonos de aquí antes de que nos relacionen.

─Pero no vamos a dejar esto aquí.

─Ahora avisamos de haberlo escuchado caer.

Alcé una ceja, ¿por qué parecía nervioso? Tras mirar las pruebas acepté su consejo pues era verdad que había caído solo, me podrían culpar a él como al aire. Salimos de ahí, mientras nos dirigíamos a fuera, tras cruzarnos con un profesor fingimos haber escuchado un ruido pero sin saber de dónde venía apenas vimos nada. Yami señaló la zona (prácticamente lo hizo todo él, yo me mantuve en silencio), para que su rango de búsqueda fuese para pequeño.

El aire se volvió denso cuando salimos a respirar por fin, me gustaba el verdor que tenía el patio del instituto, miles de árboles acariciaban la hierba fresca y recortada cada mañana. Era un choque de imagen gratificante, del interior grisáceo y sin vida de los pasillos a un exterior abierto y colorido de gran aroma. Entrar y salir del edificio era como cruzar de una galaxia a otra.

─¡Yugi! ─di un respingo al reconocer esa voz aguda, no tuve que buscar mucho para encontrarme con Lyra en la entrada. Me saludaba animadamente─. Qué alegría volverte a ver, ¿qué tal estás?

─¿Mamá? ─habló Cancerbero antes de que pudiese decir nada, parecía sorprendido─. ¿Qué haces aquí?

─Pasaba cerca en un paseo, hoy me apetecía andar un rato que tu padre me ha vuelto a dejar sola. ─dirigió la vista a mí y me sonrió─. Conozco una cafetería con unos pasteles buenísimos por aquí, ¿te gustaría venir conmigo?

─No. ─otra vez, Yami se adelantó a responder para evitar mi voz. Personalmente nunca he tenido amigos tan mayores y se me haría raro pero... estaba claro que él no quería. Razón de más para aceptar─. Me ha dicho que está ocupado y tiene que irse, ¿verdad?

─Que va, me habrás entendido mal. ─sonreí ante la mirada sorprendida de Cancerbero y una mueca de rabia plasmada en su boca─. Hay que limpiarse bien los oídos, ¿eh?

─¡Qué bien! Vamos entonces. ─me señaló el camino mientras me alejaba de ella. De reojo pude ver a Yami haciéndome un gesto con los dedos en el cuello en símbolo de que si seguía por ahí me mataba. Reuniendo valor, le hice un corte de mangas y me fui.

Aún siento su mirada clavada en mí.

***

El lugar que Lyra había encontrado era bonito, la decoración en tonos pasteles eran agradables y cuidados. Por la novedad de los asientos y todas las esquinas pulidas juzgaría que el local habría abierto hace poco pues no solo no me sonaba, también se veían muchas ofertas. Estrategia típica de promoción para atraer clientes.

─¿Qué tal el día Yugi? No te imaginaba verte salir junto a mi hijo la verdad, no le gustaba nada relacionarse con gente. ─dio un sorbo a su bebida─. Me ha salido huraño el chico.

─Es especial... ─por decir algo, ya que mi primera reacción fue dibujar una cara de circunstancia capaz de molestar a cualquiera. Ese chico a veces es como una maldición─. ¿Por qué querías verme?

─Si te soy sincera me gustó mucho tu compañía. Aparte, me sorprendí mucho cuando vi que conocías a Yami y encima siendo nuevo. Usualmente suelen huir de él.

─Lo dices como si fuera normal.

─Es mi hijo y le quiero mucho pero suele estar molestando, haciendo jugarretas, tratando mal a todo el que le rodea... Así no me extraña que poca gente tenga la paciencia necesaria para soportarle.

─Kaiba parece aguantarle bien.

─No te creas, lo hacen porque se molestan mutuamente. ─alzó los hombros mientras revisaba un mensaje del móvil─. Yami es muy independiente a veces, tal vez demasiado.

─Quizás debería ir a alguna sesión psicológica sobre el trato a los compañeros. ─sonreí, imaginándome la cara que pondría Cancerbero si me oyese decir eso. Si tuviese tres cabezas como el perro del infierno gruñirían a la vez.

─Igual sí pero me diría que no está loco y que no le convence. ─guardó el móvil y me mandó una mirada triste─. Lo siento Yugi, he de irme, una pequeña urgencia.

─¿Es algo grave?

─No, no te preocupes. ¡Tenemos que repetir este día! ─asentí mientras se alejaba corriendo tras pagar la cuenta con rapidez, creo que de hecho le dio de más. El cambio no volvió nunca.

Me comí con calma mi parte del pastel, no era barato así que iba a disfrutarlo. Merecía la pena el precio, era casero con un buen gusto. Se fundía en la boca dejando un toque dulce y aterciopelado. ¡Estaba buenísimo! Al terminar aproveché para ir al baño y lavarme la cara, las manos...

En el proceso sentí una mala presencia, también tenía otra sensación. Ésta última no sabría responder, la otra sí. Mediante el rabillo del ojo pude comprobar un brillo carmesí en el espejo, cuando alcé la cabeza algo agobiado pude sentir una mirada insistente sobre mí mas en ese baño no había nadie más que mi presencia. ¿Estaré sugestionándome?

A la vuelta, vi mi móvil tirado en el asiento donde había estado. Palpé mis bolsillo en busca del mismo, teniendo ese pequeño infarto que se tiene al buscar el teléfono y no anda en su sitio ideal. Fui a cogerlo, en el mismo instante en el que lo guardé, una mano atravesó el aire al lado de mi cintura y se apoyó en el asiento, en mi nuca alguien respiraba agitadamente.

─Al fin te encuentro enano... ─sentí un severo escalofrío, recorrió mi espina dorsal y se extendió hasta la punta de mis dedos─. Vamos a hablar sobre llevarme la contraria.

─¿Qué haces aquí?

─Reclamar información, ¿qué te ha contado mi madre?

─Nada, ni siquiera hemos podido charlar más de cinco minutos seguidos. Le ha salido una urgencia.

─¿A mi madre? Lo dudo, ¿me estás mintiendo?

─¿Por qué debería? No me veo en las mejores situaciones. ─no era para menos, estaba rodeado de todo su cuerpo básicamente. Sentía sus brazos acariciando mi piel.

─Ya, ¿seguro que no habéis hablado nada?

─No, lo justo para llegar a la conclusión de que eres un amargado. ─me di la vuelta tras guardar mi móvil, reprimí un respingo pues sus ojos estaban a escasos centímetros de mi cara. De cerca no eran tan aterradores, tenían un velo de misterio que opacaba el alma de quien lo portaba. Sentía su respiración cerca de mí, al igual que su cuerpo recostándose sobre el mío como si fuese el propio asiento.

─¿Eso te parezco?

─Eso me has demostrado. ─Yami sonrió, desde esta distancia no supe si fue algo sincero o una mueca aterradora.

─¿Otra vez? Empiezo a hartarme de estas escenas desagradables. ─parpadeé sorprendido, esa voz helada era de Kaiba. Cancerbero se dio la vuelta y le encaró.

─Siempre apareces en el peor momento. Solo conseguía información.

─¿En serio? Yo pensé que era la escena de una película erótica.

─Muy gracioso, ¿qué haces aquí?

─Traía a mi hermano. ─Kaiba señaló a un niño que miraba con alegría el sabor de las tartas. De entrada, mucho parecido no se tenían. Para empezar, el aura de frialdad era nula en caso del chico, un pelo largo y oscuro, una piel más bronceada, una voz aguda... únicamente coincidía el color de los ojos─. Mokuba, preséntate al chico nuevo.

─Claro. ─al acercarse a nosotros sonrió─. ¿Tú eres quien ha ganado a mi hermano y a Yami? ¡Quiero retarte!

─¿Eh? ─¿en esta ciudad solo pensaban en jugar o qué? Ni siquiera había dicho su nombre, menos mal que su hermano sí─. Encantado Mokuba, ahora mismo no puedo.

─Ya lo veo, ¿qué hacéis?

─Conseguir información. ─respondió Kaiba de manera cínica.

─Sí, pero he de irme ya. ─me levanté para alejarme de Yami, quien tuvo que disimular muy bien una posible caída al suelo por desaparecer su apoyo─. Cuidaos mucho.

─Y tú enano... cuida tu espalda. ─susurró Cancerbero antes de clavar sus fauces rubí en mí. Su mirada era como un mordisco.

La verdad es que empezaba a tocarme ya los... ánimos.

***

Me encontraba sentado en el sofá de casa. Había visitado a mis padres para el tema navideño, ellos no llamaban así que, ya que solo suponía un desvío del camino original, me acerqué a esclarecer el turbulento tema que tanto perturbaba a papá. Cosa que solo trajo una ligera capa de tonos elevados para la atmósfera tranquila que se respiraba segundos antes de mi llegada.

─Vamos a ver, cariño... ¡tendrás que ir con tu padre en navidad! No tiene más familia. ─gritó mamá, sujetaba un cazo en la mano. No entendía porque siempre tenía alguna herramienta de cocina en mano, si mi madre trabajaba mucho en una tienda. Parecía ser que, como un guerrero con su espada, ella se había acostumbrado a blandir ese utensilio─. Te recuerdo que tu hijo está viviendo con él.

─¿¡Qué más dará!? Hace años no íbamos.

─¡Porque vivíamos a kilómetros!

─No es excusa.

─¿¡Cómo que no!?

─Mamá, papá... no deberíais discutir por eso. ─interrumpí levantándome del sofá. No me atrevía mucho a meterme en una conversación así pues tampoco tenía la mente estable en el tema, andaba divagando sobre Cancerbero y su odio al mundo─. Es una fecha señalada, de un único día, creo que tampoco es pedir tanto.

─Hijo... sé lo que dices pero tu abuelo y yo no nos aguantamos. ─el hombre escondió la mirada en los papeles que sujetaba todavía de cuando llegué yo con la pregunta que desató la apocalipsis.

─Ya, lo sé. Pero me gustaría agradecérselo como deberíamos, me está dejando vivir con él y me ayuda con todo lo que puede a pesar de su edad. ─respiré profundamente y proseguí─. Me gusta estar con el abuelo y sé que anda muy solo... estoy seguro que, aunque lo niegue como tú, estará feliz si nos reunimos todos.

─Yugi tiene razón cariño. ─respondió la fémina matizando mi arranque de sinceridad.

─Lo pensaré, ¿vale? Ahora mismo ando de trabajo hasta las cejas. ─suspiró, parecía ciertamente haberse rendido, mas papá era muy cabezota. Tendría que volver varios días más ahora que se acercaba la fecha.

─¡Genial! ¿Te quedas a cenar Yugi?

─¡No, no! El abuelo me está esperando. ─me despedí de ellos, al salir a la calle, descubrí ligeras gotas que caían con suavidad.

─Parece que está lloviendo, llévate un paraguas. ─mi madre se asomó por la puerta.

─Tranquila, es poco. Y no estoy tan lejos, iré corriendo ahora o se me hará tarde. ─tal y como dije, puse pies en polvorosa─. ¡Adiós mamá!

No la escuché hablar, supuse que se despediría. Agitó la mano en el aire y sonrió con ternura, se ponía muy sentimental con la llegada de las navidades. No era para menos, nos faltaban la mitad de los integrantes familiares mas seguíamos felices. Era una fecha bonita para recordar, al menos, a mi parecer.

No obstante, el mundo debía estar enfadado. Al de unos pasos, lo que fue una caricia acuática se convirtió en una lluvia torrencial que conseguía arrollar hasta a los coches. Me recordaba a la tormenta que hubo el día que llegamos, el agua era tan salvaje que sonaba con furia chocando contra los cristales. Tuve que resguardarme bajo un saliente que poseían los edificios de la ciudad, intentando sacudirme el agua de la ropa. ¡Me había calado en cuestión de segundos!

─Mierda. ─susurré tiritando, hacía un frío de muerte. Saqué el móvil para llamar mas no tenía cobertura en esa zona─. Qué bien...

Lo mejor sería esperar a que amainase un poco, o por lo menos lo mínimo para poder ver un metro más allá de lo que caminaba o me comería de morros a una farola. Suspiré cansado, el vaho que salía de mi boca indicaba el frío que a esas alturas hacía. A este paso, si no me movía pronto, me iba a resfriar. Sentía cada por acuchillado por el frío del lugar mientras la ropa húmeda no dejaba de ser incómoda.

El mundo dio un vuelco cuando sentí sobre mis hombros una prenda cálida. Era suave al tacto y me devolvieron calores originales que mi cuerpo estaba abandonando. Al girar la cabeza pude comprobar una chaqueta de color negro, con un toque familiar, sobre mis hombros. Palidecí al ver la mirada rubí de Yami a escasos centímetros de mi cara, estaba empapado, los mechones se le pegaban a la cara con cierto toque delicado. Incluida la ropa que, tras quitarse la chaqueta, era más bien escasa.

─¿Qué...?

─Estás empapado enano, vas a coger frío. ¿Qué haces aquí parado?

─Esperando a que pare un poco.

─No lo va a hacer, ¿no recuerdas la última vez? Duró cinco horas.

─Ya... gracias. ─intenté quitarme la chaqueta para devolvérsela pero me fue impedido. Sus duras manos se posaron sobre mis hombros e hicieron presión hacia abajo. Era totalmente imposible moverla del sitió donde la ubicó─. Yami, vas a coger frío.

─Da igual, venga, vamos a movernos.

─¿Qué dices? Nos vamos a empapar.

─Ya lo estamos, venga, pégate a mí. Tu casa estaba cerca si mal no recuerdo.

─Eh... sí... ─claro, él estuvo en la juguetería y vino ese día exigiendo una toalla como si fuera un marqués. Era lógico pensar que sabía donde vivía.

Agarrado por uno de sus brazos para mayor estabilidad, ya que los vientos eran capaces de tumbar farolas, nos desplazamos por la ciudad. Durante unos segundos, la lluvia dejó de mojarme, no entendía el motivo mas podía sentir mi corazón latir con mayor velocidad de la normal, también sentía su brazo rodeando mi cuerpo para llevarme cerca de él. Fue la primera vez, desde que le conozco, con la vista centrada en su meta y no taladrando mi alma.

Sonreí feliz al deslumbrar mi fachada en la lejanía. ¡Al fin llegaba! Pudimos salvaguardarnos en el saliente que poseía mi edificio. Respiré algo más tranquilo, no solo por los extraños nervios de antes, si no por la velocidad que Cancerbero llevaba para poder llegar antes. Parecía mentira no verle a él en mi estado, debía estar muy acostumbrado a correr.

─Gracias por acompañarme. Toma la chaqueta.

─Quédatela, no me gustaría ponérmela tras de ti. ─sus labios dibujaron una mueca sarcástica.

─No te la pedí.

─Me da igual, me marcho así, deséame suerte. ─dio media vuelta dispuesto a salir de ahí.

─Espera, ¡te vas a calar! No hagas tonterías que llevas muy poca ropa.

─Descuida enano. ─de medio lado, pudo clavar la vista rubí en mí mas su sonrisa parecía tranquila─. Mañana seguiré yendo a clase pues no he acabado mi venganza en ti.

─Ya, mañana te devuelvo la chaqueta lavada pues no quiero nada tuyo en mi casa que apeste mi ambiente.

─Enano maleducado. ─sentenció antes de salir corriendo. Suspiré cansado y subí a casa para poder cenar.

El espacio de tiempo que pasé en una nube fue extraño, mi sensación poseía extraños matices, sentía serenidad y calma... increíblemente, no dejaba de sonreír. A los pies de la cama se encontraba la chaqueta de Yami, aun siendo una locura, tenerla cerca me hacía sentir observado por él. Sin embargo, mi mundo se derribó cuando salió una noticia urgente en la televisión. ¡Se había encontrado un nuevo movimiento de ese extraño asesino a escasas horas de este día!

No puede ser... Yami. ¿Podría haber llegado a casa a tiempo? ¡No podía ser él!



Hasta aquí ha llegado, espero que os haya valido la pena esperar. Ha sido el más largo hasta la fecha. Muchas gracias por esperar, ¡un beso a todos!

Feliz semana santa ♥

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top