Capítulo 6: ¿Nuevo enemigo? Intenciones ocultas
¡Aquí estoy de nuevo! Y esta vez con tiempo para, al menos, poder hablaros a todos con gusto y no con prisas como la última vez.
Aquí está el capítulo tras haber escrito mucho (algún día wattpad no me aceptará tanta largura por capítulo XD) gracias a los ánimos que he tenido en el anterior capítulo.
Me gustaría dar un gran agradecimiento a los que leéis, sobre todo a los que votáis, y especialmente a los que comentan. Un saludo especial a DarkstarSlayer que siempre está al pie de cañón para comentar y a mis nuevas lectoras: Khrysocolla y Chirs_Khyrs, que me hizo muchísima gracia la conversación que nos montamos en los comentarios XD
Tras esta chapa os dejo el capítulo, espero que os guste. Espero que os riáis, personalmente lo escribí para eso esta vez >.<
~Yugi~
¿Se podía sentir? El viento manejaba el olor etéreo de las flores que poseían la terraza de al lado. Sentado en un banco del parque, leía un libro cuyo título era impredecible frente al contenido ameno del escrito. El lugar era cuidado diariamente por, supongo, jardineros municipales pues esto era una zona pública.
La plantación de los árboles pareció ser estratégica, desde mi ángulo podía escuchar un suave silbido que el aire producía ante la filtración de las ramas en su propio camino. Incluso para los animales, el lugar verde e idílico era una alegría para convivir. No sería la primera vez que una mariposa se me posaba sobre el libro antes de que pasase la página.
El día se mostraba tranquilo, solo unos cuantos niños jugaban con la pelota en una esquina. Los gritos y las risas no me despistaban, me sentía tan en paz... Abrazado por la calma, acunado por el vaivén suave del viento, analizado por el incansable sol y libre de la mirada de Cancerbero incapaz de taladrar mi alma.
Respiro tranquilo tras descansar la vista unos segundos. ¿Tal vez hacía las cosas muy solo? Podría ser pero, en estas circunstancias, me sentía en paz. Esta ciudad poseía algo que me tensaba el cuerpo las veinticuatro horas y, de vez en cuando, necesitaba huir de esa mirada incansable y pesada. En el fondo, seguía siendo un misterio el motivo por el que lo hacía.
Por otro lado, también me gustaba la idea de estar en compañía. Mis padres, ahora mismo, están en su peor momento frente a la casa. Por fin han podido desinfectarla pero eso conllevaba estar fuera dos semanas mínimo, el veneno que esparcen por la casa es peligroso para los seres humanos. En un mensaje, me aclararon estar en un hotel para descansar y, de paso, aprovechar el tiempo perdido. O sea... eso, básicamente.
Cosa que habría preferido no saber.
El abuelo cada día se intentaba integrar más en mi familia, se preocupaba por mis estudios, no me dejaba hacer nada en casa, me preguntaba por la vida de mamá... Aunque de mi padre apenas había dicho algo. Lo entendía, en parte, pues no llevábamos aquí ni un mes.
En cuanto a mis amigos... diría que el grupo de Joey podría serlo. Me gustaba estar con ellos, eran divertidos y muy amables, el rubio era todo un gracioso, la única chica del grupo alguien agradable de tratar y Tristán ya había hecho dos veces de caballero errante salvándome del dragón malvado. O perro del infierno, en este caso.
De repente, sentí una ráfaga helada por el cuerpo. Observé a mis alrededores, no había nadie. Concentré mi atención en el viento, venía más frío de repente, ¿se habría colado el aire del norte? Hasta hace dos segundos era una brisa tropical muy agradable.
─Enano, ¿qué haces aquí? ─alcé la vista por encima del hombro y lo vi. Mi maldición, aquella que no me quitaba de encima. ¿Ahora qué hacía aquí? En serio, ¿este chico no tiene vida o qué?
─Lo mismo te podría decir. ─continué leyendo, no quería mirarle a pesar de sentir su mirada opresiva sobre mí.
─Solo daba un paseo.
─Yo leía.
─Ya, ya lo veo. Gracias por la aclaración.
─De nada, un placer. ─de reojo pude, con gran disimulo, pude ver una sonrisa aflorar en su inmaculado rostro. ¿Le hacía gracia esta situación? No se la acababa de ver.
─¿Y qué lees? ─suspiré y bajé el libro, retándole con la mirada. Su sonrisa se ensanchó─. Supongo que te molesto.
─Supones bien, ¿qué quieres? Tú solo me hablas para molestar.
─Hoy estoy de buen humor. ─alzó los hombros restándole importancia─. Deberías agradecerlo, solo quiero hablar un rato.
─Si no hubieses cruzado ese paso de cebra tendrías que hablar con tu reflejo. ─retomé la lectura, el libro me servía de escudo─. Piénsalo así.
─¿Sigues con eso? ─escuché un gruñido ahogado, ahora ya no parecía tan divertido y risueño. Aunque antes tampoco, era más bien como un loco psicópata que descuartiza personas en su sótano pero con una sonrisa─. Eres un desagradecido enano, te salvo y sales con esas.
─Y tú un maleducado. ─me desapareció el objeto de las manos, durante unos segundos solo miré mis pies hasta percatarme de que me lo había quitado de mala manera. Mi mirada tomó la función de daga letal que lo fulminó de un vistazo─. Devuélvemelo.
─No quiero, aprende a hablar mirando a la cara. ─observó el título del libro, después soltó una risotada─. ¿Mitología romántica?
─Sí, ¿qué pasa? Me gusta.
─Lees tonterías. ¿Esto de qué te sirve?
─Me entretiene. ─desvié la vista─. Y no sé por qué, no me sorprende tu respuesta.
─¿Ah sí? Ilumíname entonces gran mente mitológica.
─Me dirás que son tonterías porque el amor no existe y toda esa palabrería, ¿no?
─Más o menos. ¿Lees mentes también aparte de libros cursis?
─No soy yo quien va acosando con la mirada a los recién llegados. ─aprovechando un despiste le arrebaté el libro devolviéndolo de vuelta a su origen─. Y lo sé por intuición, eres sencillo.
─No me digas. ─dio una risotada larga, nunca le había visto hasta ahora una sonrisa ancha. Eso sí, era demasiado siniestra para parecer divertida. Poseía toques de... malicia─. Me has sorprendido, ¿significa eso que conoces a mucha gente?
─He vivido lo mío, sí. ─y no era para menos, con todos los cambios que había tenido conocía al dedillo todos los registros de cualquier tipo de personalidad. Aunque era verdad que Yami se escapaba de mis esquemas. ¿Cómo decirlo? Era un malote (por no llamarlo esquizofrénico sin remedio ni cura) que no pretendía hacer lazos con nadie ni mostrar algún sentimiento. Dentro de ese campo, era muy factible que todas las historias románticas le parecieran tontería. Aun así... no me cuadraba del todo los pocos datos que tenía.
─Quién lo diría con lo enano que eres. ─preferí ignorarlo, como siguiera respondiendo le acabaría pegando una patada y... creo que saldría perdiendo luego.
Sin embargo, el cielo estaba preparado para este momento y, a la expectativa de nuestro silencio, empezaron a caer silenciosos copos de nieve. Alcé la vista, mi rostro mostraba sorpresa. Hasta hace poco hacía sol y ahora mismo las nubes tapaban el panorama, amenazaban tormenta nuevamente con el color negruzco que transportaban.
─No me esperaba que fuera a nevar. ─habló Yami atrapando un copo de nieve entre sus manos─. Se acerca la navidad.
─Sí, el colegio está decorado con alegría.
─¿Te gusta esa fecha?
─Oye, en serio... ¿me puedes dejar en paz?
─No. ─me empujó hacia un lado del banco sin ningún preámbulo y se sentó a mi lado con total comodidad─. Ya te he dicho que me aburría, hablemos.
─Yo no quiero.
─Bueno, pero haremos lo que yo quiera.
─Sí claro. ─cuando estaba a punto de levantarme, el brazo de Yami se puso frente a mi torso. Su mirada me atravesaba el cuerpo de par a par.
─¿Quieres hacerlo por las buenas o por las malas? ─suspiré, ¿cuántas posibilidades tendría en un sitio abierto? Tampoco quería arriesgarme y acabar colgado de la rama de un árbol.
─Vale, pesado. Pero será rápido, quiero irme pronto... creo que va a llover.
─Por mí está bien. Ahora respóndeme.
─¿A qué?
─A lo de la navidad.
─Sí, me gusta. Es una fecha bonita donde puedes ver a toda tu familia.
─Cuando alguien te falte en la mesa verás cómo no es tan agradable la idea. ─se me escapó una risotada, Yami alzó una ceja.
─Siempre me ha faltado alguien en la mesa. ─suspiré, di un salto del banco (pues irónicamente no llegaba con los pies en el suelo) y le encaré─. Me marcho ya, ha sido ameno hablar contigo.
─¿De veras?
─No. ─respondí de golpe con la intención de que me dejase tranquilo por un enfado o por algo. No obstante, el destino era cruel y certero. Justo cuando me iba, entraron en mi campo de visión las amigas de Kaiba. Charlaban animadamente sobre el último examen (no entendía qué tenía eso de animado) portando bolsas en la mano. Por el logotipo plasmado en la bolsa habían ido de compras.
─Eh... ¡Yugi! ─Maná me reconoció, se acercó a mi corriendo y me sonrió─. Que sorpresa, ¿qué haces aquí?
─Solo pasaba el rato pero ya me iba. ─¿esta mujer es bipolar? Ayer me amenazó por celos diciéndome que me alejase de Cancerbero y hoy me trataba como si nada.
─¿El rato? ─May se acercó, visualizando perfectamente a Yami sentado en el banco muy cómodo para mi gusto. Sonreía de oreja a oreja como si hubiéramos hecho algo malo─. Vaya casualidad verte aquí.
─Y a ti, ¿por qué no estás tras Kaiba? ─respondió Cancerbero con tono jocoso, estaba claro que quería molestarla.
─Hago más cosas aparte de eso.
─Compras, por lo que veo.
─¿Algún problema? ─respondió Mana con ese toque travieso que a todas las palabras añadía. No obstante, seguía viendo una segunda intención en todo lo que decía, un tono oculto que no era capaz de captar. Por lo menos ya veía a otra persona respondiéndole mal a Yami.
─¿Cómo has dicho? ─Cancerbero se levantó, por ende, la chica dio un paso atrás con disimulo. Alcé una ceja, parece que me precipité en mi evaluación.
─Nada hombre, que poco sentido del humor. Ni que estuviera prohibido ir de compras.
─Nunca dije eso. ─de repente sentí un golpe en el hombro─. Bueno enano, me voy.
─Gracias, a la siguiente prueba a golpearte las pelotas a ver qué tal.
─No habría mano suficiente. ─soltó una risotada y se marchó. Gruñí molesto, de veras que semejante personaje me sacaba de mis casillas. Me transformaba en un ser maleducado y frío que solo buscaba como devolverle todos sus ataques verbales. ¡Yo no era así!
─Fantasma. ─solté con tal de desahogarme. Estaba de cabreado...
─Eres el único que pasa tanto tiempo con Yami. ─escuché la voz preocupada de May, apenas me conocía así que me sorprendió la preocupación que le dedicó a mi salud. Tras sus ojos, de color inusual, se mostraba un velo de desconcierto y desolación que no era capaz de entender.
¿Qué sabía esta ciudad de Yami que no era capaz de entender?
─Sí, pero no por gusto. ─reaccioné tras unos segundos─. Estaba leyendo tranquilamente cuando se me acercó a molestar.
─Ah bueno, si es por eso tranquilo que siempre lo hace con los nuevos. ─habló su compañero, el tono de enfado había desaparecido─. Le gusta asustar gente y marcar territorio.
─Ya, ¿tiene complejo de perro?
─No digas que te lo he dicho pero... sí, más o menos. ─lanzó una risotada mirando de reojo las bolsas. Parecía estar contándolas─. Pronto se cansará, tú solo aguanta. Luego no vuelve a hablar a nadie.
─Pues gracias por el consejo. ─suponía, ya que no alcanzaba a entender si lo dijo por mi bien o por el suyo. No obstante, me gusta ser educado─. Debo irme ya, Yami me ha entretenido demasiado.
─Claro, cuídate y nos vemos mañana. ¿Vale? ─asentí ante la pregunta como respuesta y me despedí de las féminas. Antes de volver a la tienda del abuelo recordé que necesitaba ir a hacer unos recados.
Me pasé por la tienda más cercana para acabarlos cuanto antes. Solo necesitaba algo de comida y unas cuantas pilas, el abuelo se dedicaba a probar muchos juegos y algunos de estos utilizaban más pilas que energía tenía una central eléctrica. El supermercado más cercano era enorme, maldije pues no me gustaba los espacios laberínticos donde solía perderme con demasiada frecuencia. Mi sentido de la orientación a veces era milagrosamente horrible.
Tras la entera travesía de la búsqueda de alimentos y lácteos, después de atravesar el laberinto de la congoja (los pasillos confusos eran un rato), pude ponerme a la cola de la caja. Frente a mí, un hombre de avanzada edad pagaba con tarjeta. Tenía una barba blanca cuidada, portaba prendas que parecían ser caras junto a algunos ornamentos con toques exóticos. No podía verle bien los ojos de perfil, eran pequeños frente a una nariz más grande en comparación. Su mueca era de desagrado, el precio no debería ser de su gusto.
Cuando me tocó a mí no tuve tantos problemas, de hecho una señora me miraba con cara de pena. Podía imaginarme lo que pensaría, el pobre "niño" que hace la compra sin su madre. No sería la primera vez que me lo habrían dicho, e intuyo que tampoco sería la última aquella vez.
─¿Eh? ─guardando la compra en las bolsas que otorgaba el centro pude ver una tarjeta bajo una de ellas. Era un carnet de identidad... ¡con la foto de ese hombre! Debió de habérsele caído cuando metía la compra, como yo, en bolsas. Traté de leer el nombre pero me fue imposible, demasiadas consonantes.
Rápidamente salí para intentar verle, mas no conseguí visualizar su corpulenta figura. Dejándolo por imposible, volví hasta casa de mi abuelo para poder dejar la compra y darle el ticket, al fin y al cabo yo de dinero andaba muy justito, para que pudiera saber el precio total del importe. Después subí a mi cuarto a dejar mis cosas como la mochila y el libro para dedicarle posteriormente tiempo a mirar la dirección del carnet en internet. Lo mejor sería llevarlo a la comisaría pero eso podría dificultar el encuentro para el hombre.
Además, esta dirección estaba cercana a la mía. No debería ser peligroso...
Por si acaso, informé al abuelo de lo sucedido y le aclaré que se lo devolvería. De paso, le lancé sinuosas indirecta de que, si no aparecía en un tiempo, llamase a la policía con esta dirección. El hombre solo rio y comentó que tenía gran corazón, otro en mi lugar según él lo habría tirado o ni siquiera lo habría recogido.
Me adecenté antes de salir de nuevo, parecía un boomerang todo el día entrando y saliendo. El cielo amenazaba con tormenta, las nubes negruzcas contenían altas cantidades de destellos aleatorios. ¿Podrían ser relámpagos?
Para evitar que me cayese encima otra galerna como la de la última vez adelanté mi paso y así llegar antes. la casa que me recibió era más o menos parecida a la de mis padres en cuanto a fachada. Ésta, claramente, no tenía nada carcomido por la herrumbre, el jardín poseía cuidados intensos mostrándolo hacia el exterior como un abanico de colores precioso, el tejado estaba en perfecto estado y hasta las puertas estaban barnizadas. Toqué el timbre de la verja exterior, escuché al otro lado la voz de una mujer preguntando quién era.
─¿Hola? He venido a darles algo. ─no sabía cómo decirlo, antes de meter la pata y haberme equivocado con la casa quería al menos ver a ese hombre para no dejarle el carnet a otro.
Increíblemente, me abrieron. Dentro me esperaba un aroma deliciosa de las rosas y demás variantes de flores que no era capaz de reconocer. Los cruces de flores, el agua goteando desde las hojas del tallo, los capullos floreciendo... eran una imagen absoluta de paz y tranquilidad.
─Hola pequeño, ¿te ha sorprendido el jardín? ─di un salto, casi se me escapa un grito. Me di la vuelta para darme de frente con el rostro de una mujer sonriente. Tenía el cabello rubio, era un tono oscuro más bien, recogido en una trenza de lado. Su mirada afable era muy clara, chocaba frente a su piel bronceada. Al contrario que el hombre, los ojos de esta mujer eran grandes, su nariz pequeña acompañada de la boca, la cual no había dejado de sonreír hasta ahora.
─Ah sí... perdón. Me quedé mirando y me despisté. ─la vergüenza me embargó, ¿qué hacía en casa ajena parado como si nada?
─¿Y qué haces aquí? ¿Buscabas a alguien?
─Sí, un hombre llamado... ─intenté leerlo de nuevo mas me fue imposible, decidí dárselo a ella directamente.
─¡Esto es de mi marido! ─lo miro sorprendida, después me regaló una mueca amable─. Muchas gracias por traerlo, ¿dónde lo has encontrado?
─Estaba comprando y debió habérsele caído cuando pagaba.
─Que hombre, siempre perdiéndolo todo. ¡Pasa, pasa!
─No, no... no hace falta.
─Claro que sí, hace frío aquí fuera. ¿Te apetece un chocolate caliente? Lo he preparado yo.
─De verás, no es necesario. Solo me pasé a devolverlo.
─Que mono eres, ya podría aprender mi hijo algo de ti. ─me empujó, literalmente, hasta la puerta de la casa abierta─. ¡Insisto! Verás que rico me sale.
─Está bien... ─sonreí nervioso, la mujer era muy amable. Algo intensa cuando se le metía algo en la cabeza pero... agradable.
La casa estaba decorada con gran dedicación. Encontré muebles de diseño, cuya superficie estaba perfectamente pulida. La combinación venía a ser de negros, blancos y rojos, englobando todo: desde la pared hasta los muebles más pequeños. Era muy elegante el estilo que le habían dado, me gustaba ver como los colores se complementaban entre sí.
─Huy, si no me he presentado. Menuda cabeza tengo, cada vez va a peor. Me llamo Lyra, ¿y tú?
─Yugi, encantado.
─Hum, me gusta el nombre. ¿Tienes algún significado?
─Bueno, se puede llegar a traducir como... juego.
─¡Que gracioso! ─la mujer sonrió, me recordaba en parte a Mana tan risueña. Por suerte no veía segundas intenciones tras esa mueca─. Espera aquí que traeré la bebida.
No me dejó ni quejarme de nuevo pues se había ido ya. La casa estaba en un ambiente ideal para quitarse la chaqueta, se agradecía con el frío que hacía fuera. Al de unos segundos, me dio tiempo escaso a mirar el móvil y mensajes entrantes, cuando trajo una bandeja con pastas y dos tazas. Traían chocolate líquido que humeaba.
─Ten cuidado que está caliente. ─cogió el suyo y le dio un sorbo─. Leñe, sí que quema...
─¿Por qué no se esperaba un poco?
─Ay, hijo... es que me encanta el chocolate.
─Está muy dulce, ¿eh?
─Sí, sabe tan bien... pero no veas cómo me engorda. Apenas puedo tomar así que aprovecho cuando cae nieve con la excusa. ─sonreí, era muy gracioso oírla hablar. Ponía tonos de voz diferentes para cada tema─. ¡Coge alguna pasta! Están buenísimas.
─Por no hacer el feo. ─cogí una que parecía ser de chocolate, tras comerla comprobé que razón no le faltaba─. Está muy rico.
─¿A que sí? Son caseras, no las he hecho yo pero las trajeron de un sitio que sí eran hechas a mano.
─Pues habría que alabar a quien lo haya hecho.
─¿Verdad? Estaría comiendo todo el día. ─escuché las llaves girar por el cerrojo─. Hombre, mi marido por fin. ¡Me va a oír!
─Ya estoy en casa. ─efectivamente, el hombre del supermercado apareció por la puerta dejando todas las bolsas en el rellano. Ahora entiendo por qué me adelanté a él, había seguido de compras─. Uf, vengo agotado.
─Cariño... sí que has tardado.
─Me he encontrado con un antiguo compañero. Más pesado...
─Ya, una cosita. ¿Me dejas tu tarjeta de crédito? Quiero comprar una cosa por internet.
─¿Otra? ¿Qué necesitas ahora? Sabes que puedo conseguírtelo sin esperar envíos y todo eso.
─Es sorpresa. ─reprimí una risa mientras fue deletreando toda la última palabra mientras la enfatizaba con movimientos de dedo.
─Está bien. ─abrió la cartera para entregársela─. Toma.
─¿Y tu carnet? Lo necesito para que verifiquen tus datos.
─Sí, sí. ─miró por los agujeros de la cartera, después con cara más preocupada volvió a revisarla. Parece ser que todavía no se había percatado de que estaba aquí con su mujer distrayéndole─. Mierda, no la encuentro.
─¿Lo has perdido?
─No, déjame mirar. ─metió la mano en todos sus bolsillos. Llegó a un punto de desfigurársele la cara─. Joder, debe habérseme caído en algún sitio.
─¿¡Ahora qué vamos a hacer!?
─¡Tranquila! Iré a preguntar a... ─el hombre alzó una ceja cuando ella empezó a reírse─. ¿Te parece gracioso?
─Sí, no podía estirarlo más. ─le enseñó el carnet, de paso le devolvió la tarjeta─. Algún día vas a perder la cabeza.
─Espero que no, bastante tengo con el pelo. ─guardó todas sus cosas, cerciorándose de que esta vez lo hacía en condiciones─. ¿Esto ha sido una broma o algo?
─No, realmente lo has perdido. Menos mal que han venido a devolvértelo. ─se apartó de su campo visual para que pudiera al fin percatarse de mí. Saludé tímidamente con la mano.
─Anda, un niño. ─sentí la ceja palpitar. ¡Tenía edad de secundaria!─. ¿Dónde lo has encontrado, bonito?
─En el supermercado. ─aclaré la garganta para matizar─. Por cierto, soy mayor...
─Ups, perdón. No lo pareces. ─dibujó una sonrisa amable, sinceramente, no me pegaba con la mirada seria que portaba y la mueca inexpresiva de antes.
─Cariño... ─su mujer le llamó la atención desde detrás─. ¡Preséntate! Va a pensar que somos una familia de maleducados.
─Ah, ya veo. Déjame adivinar: te olvidaste de hacerlo porque te pusiste a hablar del jardín y lo invitaste a casa, ¿no?
─¡Cállate! ─empecé a reír, esta vez no me pude contener.
─Perdón, me recordáis a mis padres.
─No me importaría conocerlos. ─extendió una mano─. Soy Aknamkanon, un placer.
─Yugi. ─apreté su mano, casi me la rompe de la fuerza que tenía─. Lo siento pero... no supe pronunciar su nombre.
─No te preocupes, le pasa a muchos. ─su mujer se me acercó para susurrar─. Su familia era muy rara...
─Cariño que te estoy oyendo.
─¡No he dicho nada! ─se hizo la ofendida cruzándose de brazos, me costó no volverme a reír.
─Tiene buena pinta ese chocolate. ─habló él mientras se quitaba la chaqueta para colgarlo del perchero─. ¿Sobra alguno para mí?
─Sí claro, hoy he hecho mucho.
─Como te pierde el chocolate.
─¡Era porque teníamos invitado!
─¡Si no sabías que venía! ─se alejó sonriendo para servirse una taza. Lyra se puso a gruñir por lo bajo.
─A veces es como un niño pequeño.
─Bueno... ─hablé para amenizar el ambiente─. Es muy bonita la relación, se nota que hay amor.
─Si has vivido así con tus padres lo verás normal.
─Algo parecido, suelen picarse entre sí pero se quieren mucho. A pesar de que no se vean a menudo...
─Mucho trabajo, ¿eh? Lo entiendo... Mi marido suele ser igual. ─suspiró, bebiendo de nuevo─. Aunque mi hijo suele ocuparme mucho tiempo, es muy problemático.
─Que mala suerte, lo siento. O enhorabuena, así no te aburres.
─Un poco de todo. ─escuché la puerta abrirse, esta vez fue de manera más limpia─. Anda, aquí está.
─Ya he vuelto mamá, he traído compañía que se ha empeñado en acoplarse. ─escupí el chocolate que estaba bebiendo en ese momento y puse de excusa la tos como que me había atragantado. ¡Esa era la voz de Yami!─. Es Kaiba y sus perritos falderos que querían hablar no sé qué con...
Calló al instante al entrar al salón y verme, por suerte me estaba limpiando la boca y retomando la compostura por el ataque de tos fingido. ¿¡Cuántas probabilidades había de que acabase en casa de sus padres por culpa de un DNI!? Aquel que escriba mi destino debía estar riéndose desde la alturas con aire desenfadado. Lyra nos observó simultáneamente pues pudo ver la mirada de sorpresa que Cancerbero tenía en su rostro ante mi presencia, pocas veces le veía así.
─¿Qué haces aquí? ─preguntó al fin.
─¡Yami, cuida tu lenguaje! ─respondió su madre con una sonrisa en el rostro, intuía que pensaba sobre la escena como algo divertido─. Es nuestro invitado.
─¿Yugi? ─genial, sí que se había traído el escuadrón armado. May me miraba alarmada mientras que Kaiba solo me analizaba altaneramente. Mana no cambiaba la expresión de la cara, parecía de escayola─. ¿Primero te acosa Yami y ahora se la devuelves?
─No inventes Kaiba, vete a hablar con mi padre y después pírate. ─lo empujó de mala manera hasta la entrada, el rey del hielo solo se rio. Hacía tiempo que no molestaba a su amigo, éste apenas se inmutaba ante los insultos o dobles sentidos.
─¿Os conocéis? ─Lyra nos señaló a ambos, ignorando a los nuevos invitados. No los había tratado como a mí─. ¿Y qué es eso de que le acosas?
─Yo no hago eso. Tengo gusto, ¿sabes?
─Bueno... ─hablé por fin bebiendo de nuevo, el chocolate está caliente─. No decías lo mismo en la máquina de árcade, donde te gané...
─Yugi... ─me fulminó con la mirada, por primera vez sentía que tenía yo la sartén por el mango. Me iba a divertir, ¡aún no olvidé el día que me colgó del perchero!─. Sí, le conozco. Es un chico nuevo, compañero de mi clase.
─Se pasa el día entero mirándolo, ¿no es mono? ─respondió Mana de golpe, siendo empujada al sofá por Yami. Podía sentir en su rostro la ira desproporcionada.
─Siéntate y calla. ─con una mirada le bastó para que May hiciera lo mismo y ninguna soltase una sola pulla más. A veces me daba miedo la capacidad que tenía este chico.
─No me contaste nada. ─reprendió su madre comiendo una pasta y de paso ofreciéndome más.
─Mamá, hace tiempo que no te cuento nada.
─Así nos va. ─respondió su padre entrando con una taza en la mano y papeles en la otra─. Que animado está esto de repente, ¿no?
─Tu hijo, que va acosando a este pobre chico y ahora me entero. ─Lyra lo soltó como si nada, con un tono tan normal que casi me vuelvo a atragantar.
─¿¡Qué!?
─¡Que no, coño! ─reprimí una risa, ver a Yami nervioso por primera vez fue tan satisfactorio... eso sí, la mirada funesta que me lanzó después fue para enmarcarla y temer por ella el resto de mi vida─. Ha sido invención del descerebrado y su séquito de pesadas.
─Te estamos oyendo. ─respondió Mana comiendo pastas, Lyra le apartó la bandeja de su alcance con disimulo. Me sorprendió lo que hizo, me gustaría saber por qué.
─Es la primera vez que te veo perder los papeles. ─el castaño sonrió, con él estábamos ya todos en el salón. Era increíble la capacidad que tenía esta habitación en cuanto a espacio incluso amueblada.
─Hablando de papeles... ─ Aknamkanon levantó los que llevaba en las manos─. Los leeré con calma y te diré, ¿vale Kaiba?
─Cuando quiera, los negocios siempre tardan en florecer.
─Parece mentira la que tienes encima con lo joven que eres. Mi hijo, en cambio, no da pie con bola.
─¿Os habéis puesto de acuerdo para molestarme? ─se sentó en el sofá (estaba en frente del nuestro, donde estábamos Lyra y yo), cruzado de brazos.
─No te ofendas hombre. ─respondió su amigo, con claras intenciones de molestarle─. Aprende a controlar ese ego, te irá mejor.
─Lo dice el que tiene una pataleta cada vez que pierde. ─Kaiba gruñó, Yami sabía que tecla presionar para hacer que su mirada cobrase vida con las llamas del infierno─. Y todavía no ha ganado ni una.
─Otros te acorralan contra una máquina porque han perdido... ─susurré tomando otro sorbo para disimular, por mala suerte, Cancerbero me había oído. Su mirada ardiente, capaz de traspasar mi alma, lo corroboraba.
─Entonces Yugi, dime... ─comenzó Lyra, mirándome y haciendo menos caso a los demás─. ¿Llevas tiempo aquí?
─No... no hará ni un mes todavía.
─¿Y vives cerca?
─Pues... estoy a unas cuantas escuadras de aquí.
─¡Que ilusión! Podré visitar a tus padres para agradecerles lo que has hecho.
─Cariño... apenas les conoces. ─su marido se sentó en un sillón cercano a mí para unirse a la charla.
─Me da igual, es por cortesía.
─Eres peor que un terremoto.
─Bah, ni caso. ─hizo un ademán con la mano y volvió a tomar mi atención. Empezaba a hacerme sentir nervioso tanta concentración de miradas en mí─. ¿Y qué te parece la ciudad?
─Es grande, bulliciosa... Es muy diferente al pueblo donde vivía antes.
─¿Y con las clases? Espero que mi hijo no te moleste demasiado. ─esto lo dijo mirándole directamente al aludido, éste solo sonrió maliciosamente.
─Yo no le hago nada, soy un ejemplo a seguir.
─Tendrá valor... ─respondí sin pensar. Cuando él fue a responder, con bastante enfado cabría decir, me sonó el móvil. Lo vi como un rescate divino que me impulsó a coger el teléfono a gran velocidad─. ¿Sí?
─¿Yugi? ¿Estás bien? Te has ido hace mucho. ─suspiré al ver que era mi abuelo, gracias.
─¡Sí! Es que me invitaron dentro como cortesía. ─fingí que me decía algo para buscar la excusa de salir por patas─. Claro, ahora mismo voy. Un beso abuelo.
Colgué antes de que dijese algo más y se pudiera oír, guardé el móvil y les miré con pena, dando a entender que era la despedida. Lyra me observó algo apenada pero rápidamente desdibujó la mueca para sonreír.
─¿Vives también con tu abuelo? Que mono...
─En realidad solo con él, es una historia larga la verdad y debo irme.
─¿Te pasarás algún otro día? ─me levanté con cuidado de no pisar a nadie, ahí habían más pies que personas.
─Sí, claro. Cuando tenga un hueco. ─respondí sin hacer mucho caso para no desconcentrarme. Aun así tropecé y caí sobre un cuerpo firme, juraría que me habían puesto la zancadilla a propósito─. Ay, perdón.
─No pasa nada. ─esperaba que mi destino, cruel como él solo, me lanzase a las garras de Cancerbero. En su lugar solo encontré una mirada fría, aunque en este caso, tan helada no era. Me retenía entre sus brazos, eran fuertes como parte de su constitución─. Ten más cuidado a la siguiente.
─Sí, perdona. ─me levanté con su ayuda, quien cogió mi mano y me brindó más ayuda para sortearla los pies que restaban hasta la entrada. ¿Desde cuándo era tan caballeroso este hombre? Aunque juraría que en el tramo donde me he tropezado estaban sus zapatos─. Un placer Lyra y... Aknamkanon.
─Igualmente Yugi. ─se despidieron cordialmente y salí, prácticamente, volando.
***
Al día siguiente la tormenta parecía haber pasado. No me refería exactamente a los nubarrones, que seguían impregnando el cielo manchándolo con tintes negros y morados muy desagradables, sino a la escena de la reunión familiar. Empezó como una película de comedia y terminó en un terror total y absoluto.
También me costó mucho explicarle a mi abuelo todo lo ocurrido.
Justo cuando, por fin, llegaba al instituto una mano me arrastró hasta la parte posterior y me estampó contra la fachada. Gemí algo dolorido al sentir presión en ambas muñecas contra la pared, una mano dura las retenía. Eran unidas a una mirada roja intensa, la conocía mejor que nada.
─¿Te divertiste mucho ayer enano? ─sus palabras eran de enfado mas en su rostro hallaba una sonrisa divertida, con toques malignos─. ¿Creíste que estarías protegido por tener a mi familia al lado?
─¡Si apenas dije nada! Te molestaron más tus amigos.
─Esos no son mis amigos, no tengo.
─Genial, genial... ¿me puedes soltar? ¡Me estás haciendo daño!
─Mira, parece que te gustó meterte conmigo. ─junto ambas muñecas en una de sus manos, mientras la otra la utilizó para apoyarla en mi mentón y obligarme a levantarlo─. Ahora me toca a mí divertirme. Y te aseguro que te arrepentirás.
─¿Qué... qué dices? ─de repente sentí sus dedos acariciando mi barbilla, aunque parecía ser algo instintivo.
─Que ahora te voy a putear de veras. Aprovecha este tiempo libre, voy a por ti. ─me soltó al fin, se dio la vuelta y antes de irse siguió hablando─. Espero que no te importen las bromas, pero descuida, nos divertiremos. Sobre todo yo.
Suspiré al fin cuando se fue, ¿en qué problema me habré metido ahora?
¡Hasta aquí! Espero veros a todos muy pronto. Trataré de traer cuanto antes el capítulo y tal como me pidió alguien, en mi tablón de mensajes, habrán contenidos románticos en aumento en la pareja del puzzleshiping. Con lógica, claro XD
¡Pasad buen fin de semana! Un beso a todos ♥
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