Capítulo 5: Rumores, miedos
¡Feliz año nuevo! Lo siento, sé que llega tarde pero tenía planeado subir este capítulo justo el primer día. No obstante, tuve algunos problemas. Me acatarré, tuve que ir de visita a un hospital... Muchas cosas. Por suerte fui recopilando ratos para terminarlo.
Suelo hacer saludos especiales a quien se animan a comentar como agradecimiento pero esta vez voy con el tiempo justo. Lo siento. No quería dejaros sin la actualización, me parecía ya mucho tiempo. Aun así, agradecer a todos los que leyeron, votaron y comentaron. Un gran abrazo.
Espero que disfrutéis el capítulo.
~Yugi~
Al fin había conseguido que mis padres sacasen un hueco para verme. Empiezo a entender cuando el abuelo critica a mi padre por ser descuidado. Y tanto que sí, había olvidado que tenía viviendo a un hijo en la casa de su progenitor sin acordarse de él en ningún momento. Suspiré peinando con la mano el cabello que, tras pasar los dedos entre sí, volvió a su origen de partida sin inmutarse.
Capté con la mirada una mota blanca, al alzar la vista, comprobé que el cielo nos regalaba, el día de hoy, copos de nieves de manera suave, no como la anterior galerna. El cielo oscuro se fundía en sincronía con las pequeñas volutas blancas que, en una espiral sin patrón guiada por el aire, acariciaba mi cabello y piel.
Pude reconocer la fachada desgastada del sitio, me acerqué rápidamente, sentía ilusión y ganas por volver a verles. Al fin y al cabo, siempre había vivido con ellos (al menos con un integrante) y ahora me encontraba en una casa extraña cuyo residente era un familiar al que jamás había visto. Según lo que contaron mis padres, fue al bautizo pero poco más.
Analicé la casa por fuera, la verja parecía arreglada y, mínimo, tenía una capa de pintura nueva. Por lo menos, las manchas de óxido habían sido reemplazadas por un tono metalizado muy agradable a la vista. El jardín tenía menos hierbas malas, aunque todavía el color marrón sobrepasaba al verde fresco que caracterizaba la hierba y el tallo de las rosas. El tejado de la casa había sido arreglado, podía contar diferentes tejas de colores que seguramente habían sido reutilizadas para dicha función. Solo faltaba arreglar algunos salientes de la fachada y darle una capa de pintura.
Mi madre salió al de un rato con la escoba en la mano espantando un abejorro que se había colado en casa, visto desde mi perspectiva parecía una guerrera arcana comenzando la senda de la espada, que al ver un enemigo, daba mandoblazos sin ton ni son.
─¡Yugi! ─cuando acabó su arduo labor y me vio, se lanzó a abrazarme e invitarme a pasar. Dentro, la casa ya no olía tanto a humedad, el olor fue enmascarado por una oleada de fragancias (principalmente ambientadores) que golpeaban fuerte las fosas nasales y provocaban ciertos mareos ocasionales─. Qué alegría verte, te echaba de menos.
─No sé yo, apenas llamáis.
─Estamos muy ocupados con la casa, ni te imaginas lo que nos está costando adecentarla. Y ahora todavía más, tu padre se ha encerrado en su estudio para investigar minuciosamente los papeles que le han traído.
─¿Ya se ha montado un despacho?
─Más o menos, está sentado en una caja de madera. ─rodó los ojos, por mi parte solo sonreí. Ciertamente, aunque papá amaba con todas sus fuerzas a mi madre, estaba casado con su trabajo. Cuando de asesinatos se trataba, gastaba sus horas en indagaciones, al fin y al cabo es su trabajo y atrapar al delincuente la meta. Con ello, salvaría futuras vidas que pudiesen ser víctimas nuevas─. Bueno, ¿quieres tomar algo?
─No gracias, voy a saludar a papá. Que desconecte un poco.
─Me parece bien, seguiré haciendo tareas por aquí. ─cogió el mantel que estaba posado delicadamente en el sofá y comenzó a zurzirlo. Mientras caminaba, evitaba las carcajadas ante los insultos de mi madre por la falta de práctica. Aunque parecía que mamá se encargaba de toda la casa, no era así, mi padre ayudaba mucho: sabía cocinar, limpiar, planchar e incluso cosía mejor que su esposa (la única cosa en la que la podía superar). Pero por culpa de su trabajo apenas estaba en casa─. ¡Mierda! ¡Me he vuelto a pinchar!
Escuché el chirrido desgastado de una puerta abriéndose y la sonrisa grave escapando de entre ellas, papá gritaba desde el lugar si necesitaba ayuda. Ella solo le respondió que atendiese al hijo que tenían, que no me hacía caso y una retahíla de insultos más fina que ambos dirigimos hacia el mantel más que hacia su esposo. Cuando al fin entabló contacto visual conmigo, me abrazó y revolvió todo el pelo. Como era costumbre, éste volvió a su cauce después de la sacudida.
─¿Qué tal campeón? Hace tiempo que no nos vemos.
─Normal, apenas me llamáis. ─me invitó a pasar dentro del "estudio". Había una mesa en el centro, una vela desgastada en una esquina y la caja de madera como silla. Por si fuera poco, la lámpara del techo estaba colgando y la bombilla titilaba aleatoriamente─. Parece... cómodo.
─Sí, sé que es una cagarruta pero necesito un sitio donde esparcir mis papeles.
─¿Cagarruta? ─alcé una ceja, ¿qué lenguaje era ese?
─Aún eres muy joven para aprender insultos. ─sonrió ampliamente─. Así que no te acerques a tu madre mientras cose.
─¡Te he oído! ─la voz de la fémina, aunque desgastada, llegó bien a nuestros oídos. Mi padre solo dibujó una mueca de nervios.
─Bueno... ¿qué tal con tu abuelo?
─Bien, es un gran hombre. ─me acerqué a la mesa, con disimulo leí algunos informes─. A veces parece cansado de la vida...
─Trabaja mucho, siempre fue su pasión esa tienda de juegos.
─Nunca me contaste por qué os lleváis tan mal.
─Precisamente por eso, nunca quise seguir sus indicaciones. Prefería dedicarme a lo que me gustase, cosa que a él le hacía poca gracia. ─un suspiro largo emergió de sus labios─. Además, cuando murió tu abuela todo empezó a torcerse.
─Lo siento... ─de reojo capté un nombre, en la dirección solo salía el nombre de esta ciudad─. Oye, ¿estás investigando los asesinatos?
─Sí. ─la cara de mi padre se tornó oscura, no le gustaba nada que me metiera en sus asuntos policiales. Solía mantener al margen a mamá por seguridad, sin embargo, conmigo la reacción era el doble. Apenas me dejaba acercarme por la comisaría donde solía estar investigando─. Pero no te preocupes por eso, ¿vale? Tú céntrate en divertir y sacar el curso.
─Papá, veo las noticias. Dicen que hasta la fecha, no se habían repetido tantos.
─Procura no estar tan informado, en las noticias se dan medias verdades. ─me empujó fuera del cuarto─. Ahora será mejor que ayudemos a tu madre antes de que destroce la casa con el mantel y la aguja.
─¡Te sigo oyendo amor mío! ¡Verás cuando te pille!
─¡Tranquila que tu apuesto príncipe va en tu ayuda!
─¡El príncipe de mis sueños no roncaba! ─sonreí al escuchar eso, ya que no veía a mi madre me imaginaba la cara que tendría mientras gritaba eso. Antes de irme, eché un último vistazo a la puerta del estudio. Después, hacia mis espaldas.
Tengo la sensación de que alguien me observa.
***
¡Un día nuevo! Desde mi ventana podía ver una capa fina de nieve sobre montes lejanos y algún que otro tejado que había optado por retener la nieve entre sus recovecos. Sonreí, a veces la nieve podía ser tan romántica como fría. Antes de bajar, opté por un conjunto que me abrigase más de lo normal, en mi caso ponerme a estornudar o toser era como si apretase un juguete de perros que pitaba según se hacía eso.
Las calles amanecían frías y deslizables. Estaba claro que en la noche había llovido o algo parecido, ya iban dos intentos de patinaje sobre hielo antes de estamparme contra un árbol, por suerte me estabilicé rápido y nadie me vio. Estaba tranquilo, no sentía la mirada de Cancerbero sobre mí. No obstante, había algo que no me quitaba de la cabeza: ¿exactamente qué investiga mi padre? Nunca me lo decía al final. Su lema era: la ignorancia es la mayor felicidad, es por ello que me dejaba al margen de todo trapo sucio que pudiese indagar.
Él quería que creciera feliz y libre de prejuicios. Pero ya soy mayor, ¿me sienta bien ser excluido de esa manera? Además, papá parece más nervioso con este caso. Eso me asusta.
De repente sentí un empujón, segundos más tarde un coche pasó a toda velocidad por la zona donde estaba. Casi me roza en la pasada, el escaso espacio que había entre él y yo fue llenado por un charco que se abalanzó sobre mí a gran velocidad, guiado por el viento levantado artificialmente por la aceleración del vehículo. Sin embargo, no me mojó.
Una mano me sujetaba todavía del hombro, siguiendo el camino biológico de la misma, el brazo unido a ella conectado a la persona que me salvó estaba empapada. Gotas de agua caían por todo su cuerpo, así como cabello y cara. Incluso entre agua, nieve o la propia oscuridad, podría reconocer la mirada oscura que me lanzaba Yami. No pude notar el enfado en él, bajo esos orbes rubí no se mostraba mueca alguna de ira o cualquier otro sentimiento.
Solo parecía estar analizándome, como siempre.
─Enano, no puedes cruzar la carretera sin mirar. ─me alejó de él con suavidad, cosa que no esperaba─. Me he empapado por tu culpa.
─Lo siento... estaba pensando en mis cosas. ─miré hacia atrás. Cierto era, había cruzado por un paso de cebra estando en rojo. Ni me había dado cuenta de haber llegado a este punto del camino. Siempre seguía la misma ruta y la tenía interiorizada ya.
─Eso supuse, te llamaron desde atrás pero ni les escuchaste.
─¿Quién? ─observé tras Cancerbero, a una distancia prudente de él se veía la mirada fría de Kaiba helaba la atmósfera alrededor de nosotros, si me concentraba, juraría ver hielo en los árboles. A su lado, aparecían dos chicas y un hombre alto tras ellos. Parecían estar todos mirándome como si de un animal exótico me tratase─. No les conozco de nada.
─Amigos de Kaiba. ─se retiró la mayor parte de agua con la mano, agitando el pelo y pasándola por la cara. Agarró la mochila como si nada y comenzó a caminar─. Si me resfrío por tu culpa, te arrepentirás.
─Pues vete a cambiarte.
─No me da la gana. ─rodé los ojos, tan lógico como siempre.
Pude reaccionar cuando escuché los pasos de los anteriores en dirección a mí, seguramente iban al instituto y yo estaba en medio del camino. Observé la hora y di un respingo, ¡voy a llegar tarde! Y no soy como Yami, me interesa tener un historial limpio. Total, para lo que me suele durar...
Ajusté mejor la mochila y adelanté el paso. Pude sentir mi enorme rompecabezas chocar e ir botando como si fuera un yo-yo, ante el impulso de mis sacudidas por la carrera y mi pequeño cuerpo balanceándose. Al pasar cerca de Yami, sentí su mirada atravesando mis poros. Solo le dirigí una respuesta por el rabillo del ojo como señal de darme cuenta que me miraba y aceleré el paso. Prácticamente, ya estaba corriendo.
Al vislumbrar el instituto a una distancia más corta sonreí, ya estaba a salvo dentro de mi mente. Pude menguar la velocidad una vez dentro y retomar el aire perdido en la caminata. La gente descansaba en el patio, como si no fuera la hora de entrar ni nada. Suspiré, pude tomarme un tiempo para reflexionar. Mis ideas conectaron y percibí algo que se me había pasado: no le di las gracias a Yami por salvarme. Será un amargado pero creo que merece escuchar eso de mí.
Tragué saliva cuando le vi entrar a la parcela. Seguramente, pensaría que estoy loco ya que primero lo adelanto y ahora vuelvo para hablar con él. Me llené de valor e intercepté su paso, éste solo alzó una ceja mirándome de manera altanera.
─Quería decirte algo. ─comencé a hablar tras ver sus intenciones de no preguntar ni por qué estaba ahí.
─Adelante.
─Gracias por salvarme, se me pasó decírtelo antes con el susto...
─Ya, no es nada. Me pillabas de camino. ─sentí un latido duro, la sangre en mí comenzó a calentarse. ¿Acaso sentía ira?
─¿Estás diciendo que si no hubieras cruzado el paso de cebra habrías dejado que me atropellen?
─Te estaban avisando. ─alzó los hombros restándole importancia─. Sé más prudente de ahora en adelante.
─Pero... tú... ¿eres gilipollas o qué te pasa?
─¿Cómo has dicho? ─frunció el ceño, aquellas palabras le habían calado hondo al parecer.
─Lo que has oído, ¿cómo puedes decir eso y quedarte tan a gusto? ─cerré la mano molesto, ¿y yo preocupándome por él?─. Me sentía mal por haberme olvidado darte las gracias, creía que era lo correcto. Y, aun así, debo soportar escuchar esto, si lo sé te ignoro.
─Hazlo si quieres, me la suda.
─Eso dices, pero luego me miras todas las clases. ─me crucé de brazos, dándole la espalda─. Eres incómodo.
─Y tú un enano molesto. ─esta vez capté en sus palabras un tono más sereno, de reojo, pude ver una sonrisa aflorando en su rostro─. Veo que no eres tan tonto.
─Gracias. ─justo cuando fui a andar en dirección al instituto, su mano me detuvo. Agarró mi muñeca y tiró de mí para reducir la distancia entre nosotros.
─¿A dónde vas? No he acabado la conversación.
─¿Qué más te da? Si no hubieras cruzado el paso de cebra no estarías hablando conmigo.
─Joder, eres rencoroso enano. No puedes pensar así, ha pasado esto y sigues vivo. Alégrate. ─puse los ojos en blanco como respuesta, este ser me enervaba.
─¿Y esto? ─escuché la voz de Kaiba, tenía matices de sorpresa. Yami, de manera sutil escondió el agarre llevándome tras él. Solo analizó silenciosamente los rostros de quienes habían llegado─. ¿Me he perdido algo?
─El enano me molestaba. ─soltó mi muñeca mas impidió que saliera corriendo con una agresiva mirada─. ¿Cierto?
─No. ─respondí secamente, ante eso Yami solo sonrió. ¿Se estaba divirtiendo?
─Oye, por un casual tú no serás el nuevo, ¿no? ─cuestionó una de las chicas. Tenía el pelo rubio, largo y ondulado, ojos morados (color raro a más no poder), iba maquillada de manera superficial, apostando por su color favorito al violeta, su ropa se conjuntaba de ese color.
─Sí, soy yo.
─Pues te pareces a Yami. ─la otra chica habló, piel tirando a oscura, facciones infantiles, ojos claros de un tono entre el azul y el verde, cabello alborotado de un tono marrón similar al chocolate y para rematar una ropa holgada de color blanco. Su tono de voz era jovial y con tonos alegres, parecía una persona divertida.
─Que mala suerte. ─sentenció el más alto. Un hombre fornido que más que estudiante parecía guardaespaldas de esos tres, de piel oscura, los ojos poseían un tono extraño; dudaba si llamarlos grises, marrones claros o mezcla de ambos tirando al primero. Su mueca ya era más parecida a la de Kaiba, mostraba enfado y burla hacia los que le rodeaban.
─Muy gracioso. ─Yami no parecía molesto, juraría que ese tipo de cosas lo hacían convertirse en un perro rabioso─. ¿No os vais a presentar? Que poca educación.
─Ellos son May, Mana y Mahad. ─Kaiba los señaló en respectivo orden de su interacción─. Él es Yugi.
─Encantado. ─respondí por cortesía, aunque mi cerebro me gritaba que debía salir corriendo de ahí cuanto antes.
─Igualmente. ─la respuesta casi en coordinación erizó los pelos de mi nuca. Empezaba a creer que estaba en una secta.
─Yugi. ─la voz de Joey me sacó de mis ensoñaciones, sentí ganas de sonreír al imaginar que me alejaría de ellos─. Al fin te encuentro, ¿vamos entrando?
─Sí por favor. ─me alejé de ellos parcialmente cuando el rey del hielo comenzó a hablar.
─Hombre, si es el perdedor de Joey. ¿Vas a volverme a ladrar?
─No tengo intención de hablarme contigo, gracias. ─respondió secamente, por mi parte, solo pude alternar la vista entre ambos como si fuese un partido de tenis─. Además, puedes decirme lo que quieras pero tú no has ganado nunca a Yami.
─¿Esa es tu excusa? Sigo siendo mejor que tú.
─¿Qué pasa aquí? ─escuché la voz de Tristán tras de mí, al final, tanto girar y mirar a todas partes iba acabar con mis vertebras y mi salud mental.
─Anda, más amigos. Si lo sé me compro palomitas. ─la chica, Mana si no me enteré mal, sonrió. No parecía una frase amistosa que digamos.
─No hará falta, vayámonos ya Yugi. ─el rubio insistió, tomando mi manga comenzó a tirar para guiarme en la dirección deseada.
─No es un objeto, ¿eh? No le empujes así. ─noté burla en las palabras de Yami, quien había estado en silencio hasta hace poco.
─Es mejor empotrarlo contra una máquina de arcade por un rabieta de niño pequeño, ¿no? ─espetó Tristán ganándose, entre otras cosas, la mirada maligna del aludido y las orejas curiosas de los demás oyentes.
─Me estás empezando a cansar. ─su barbilla se tensó, de repente, tuve una mala sensación.
Para mi suerte, o tal vez no pues en este punto no sabía si sería mejor que cayese un meteorito y me llevase con él al espacio, el propio director del colegio vino a buscarme hasta el lugar. Me sorprendí bastante, aparte de ser el centro de atención de los presentes (cosa que conllevo un gran sonrojo), también fui el desencadenante de todos los rumores que se pudieron crear en dos segundos.
Claro que no era tonto, ese fue mi billete para huir de la mirada de Yami. Al de unos minutos estaba en el despacho del director tratando de recordar si hay algo que hice mal.
─Bueno Yugi, te preguntarás qué haces aquí. ─analicé su expresión, no veía ningún rasgo que delimitase con la ira. Solo mostraba una mueca de cansancio eterno en su ajada piel. Me vino a la mente la duda de si pensaba retirarse pronto.
─Sí, un poco sí. ¿He hecho algo mal?
─No, por dios. Solo me gustaría preguntarte... ¿tu padre era policía?
─Eh... más o menos. Él es... ¿cómo decirlo? Investigador privado, se encarga de todas las escenas relacionadas con indagar, adquirir pistas, hilar cabos... ─tragué saliva, ¿qué pintaba mi padre aquí? Sería otra cosa de la cual no podría enterarme─. ¿Por qué pregunta?
─No, es que llevo días llamándole y nadie me ha contestado. Por un momento pensé que me había equivocado de alumno.
─Ah, ¿es por eso? Es que, al parecer, lleva días enfrascado en un tema importante.
─Que alivio. En ese caso, ¿podrías decirle que me llame cuanto antes? A ver si así nos podemos poner en contacto.
─Yo se lo comento. ─me levanté tras ver la hora─. Si eso era todo, con permiso, me retiro. O llegaré demasiado tarde a clase.
─Claro, es todo. ─sonrió y me acompañó hasta la puerta─. Si te dicen algo diles que has estado conmigo. No te preocupes, ¿vale?
Asentí antes de marcharme de allí. El director parecía un señor agradable, tal vez algo cansado de su trabajo, no debía ser fácil dirigir un centro tan grande con tantísimos integrantes. Habían clubs, multitud de eventos e incluso celebraciones variadas. De hecho... el instituto comenzaba a adornarse con pequeñas luces navideñas. Pronto llegaría el día en el que mi familia tendría que reunirse... No sé cómo acabará eso con el abuelo y mi padre en el mismo sitio.
Pude entrar a clases sin complicaciones, el problema fue la estancia. Volvía a sentir la ardiente mirada de Yami sobre mí, de hecho, (a riesgo de parecer loco) la sensación era más intensa. Tal vez no le gustó que me diera cuenta de lo que hacía a mis espaldas, o tal vez estaría molesto por la pelea que ha tenido con Tristán. No me gustó la mirada que tenía en esa ocasión... creo que hablaré con el castaño antes de que Cancerbero le acabe mordiendo.
El cambio de clase me calmó, cerré la libreta donde dejaba vagar libre mi mente durante algunas materias y me levanté a estirar las piernas. Era eso o acabar clavándole el bolígrafo a Yami en el ojo a ver si así evitaba más su mirada. Escuché la voz de Tea cerca, supuse que lo mejor sería intentar socializar un poco y de paso esconderme del ojito ardiente.
Voy a hacer una lista con los motes que se me vayan ocurriendo.
─Hola. ─saludé tímidamente, la chica sonrió nada más verme y me presentó al resto de integrantes que formaban el grupo de ahora. Todas eran chicas─. Encantado.
─¿Qué tal las clases de hoy? ¿Vas pillando el ritmo? ─con educación, me preguntó Tea. Sonreí al ver que alguien se estaba preocupando por mí.
─Sí, me adapto rápido. Tengo experiencia. ─suspiré, posiblemente demasiada─. Oye, ¿puedo preguntarte algo?
─Claro, dispara.
─¿Conocéis bien a Yami? ─automáticamente, el ambiente se tensó. Si tuviera colores, sin duda alguna, se habría tornado negro ahora mismo.
─Sí, más o menos. ─respondió tras unos segundos─. ¿Por qué lo preguntas?
─Quería saber... ¿a todos los nuevos suele mirarlos como si quisiera asustarlos?
─Ah, eso... Pues sí, suele hacerlo. Le gusta molestar. ─susurró por lo bajo pues Cancerbero estaba mirando para nuestro grupo─. Tú por si acaso ten cuidado, deja de responderle y se acabará cansando de hacer el tonto.
No pude seguir hablando, el timbre sonó de nuevo. Juraría que las compañeras de Tea se alegraron de sobremanera al escucharlo. El tema les había tensado y al librarse de él, la sonrisa volvió de nuevo, junto a una charla animada de una supuesta fiesta que tendrían o algo así. Hace rato dejé de escuchar, no me gusta meterme en asuntos ajenos.
***
Me encontraba en la biblioteca del instituto, sinceramente pensé que sería un cuartucho enano con dos estanterías polvorientas y un mostrador atendido por un señor huraño. No obstante, había resultado todo lo contrario: un gran espacio lleno de estanterías me recibían con los brazos abiertos, libros de miles de temáticas me esperaban para leerlos todos. Aquí podré despejar un poco la mente.
Ahora tenía muchas cosas en las que pensar. Mis padres me seguían tratando como a un niño, mi abuelo parecía ido desde hace días (seguramente porque se acercaba la navidad y con ello la reunión familiar), la mirada de Cancerbero intensa que me ardía la piel y para rematar las noticias dando malas novedades.
Solía estar al margen de temas así pues me deprimían mucho, aparte, papá nunca nos dejaba en una ciudad con problemas. Esta debía ser especial pues estoy situado en medio del embrollo que cada vez va a más. En el instituto se están formando dos grupos: aquellos que hablan sin parar de los rumores de asesinato y los que les dan la espalda al suceso. Era lógico pensar que temas así helarían la sangre del más pintado.
Suspiré, subiéndome a una silla para alcanzar un libro de mitología antigua. Este precisamente hablaba de Egipto y sus dioses. Antes siquiera de que pudiese sentarme, encontré unos ojos curiosos mirándome desde el otro lado del pasillo.
─Ey, ¡hola! Eres el chico nuevo... ¿Yugi? ─era Mana, me mostraba una sonrisa cordial y un velo de duda en su expresión.
─Sí, soy yo.
─Lo sabía, con ese pelo eres inconfundible. Aunque claro, Yami lo lleva igual... ─sonreí, parecía que le gustaba hablar hasta por los codos. Se fijó en el libro que llevaba entre manos, no era difícil pues pesaba más que yo─. ¿Lees algo?
─No, aún no. Lo acabo de coger.
─¿Te gusta el antiguo Egipto?
─La mitología me gusta, de dónde sea ya me da un poco más igual.
─¡Qué bien! Entre mis amigos poco son leídos.
─¿En serio? Las veces que he visto a Kaiba es con un libro en la mano.
─Sí, pero es todo de economía, como heredará pronto la empresa de su padre. ─me apiadé de él, debía ser difícil llevar el peso de toda una organización a tal edad. Yo no podría conseguirlo, también creo que Kaiba da el perfil de jefe inflexible y previsor─. Fuera de eso, andan pez.
─Bueno, igual exageras un poco. ─sonreí, me los imaginé convertidos en los animales del refrán. Demasiada imaginación puede ser mala.
─Tal vez, me gusta meterme con ellos. ─de repente, su sonrisa desapareció. Durante unos segundos, juraba que la vida se había escapado de ella─. Me gustaría decirte algo.
─¿Sí? ¿Qué es?
─Aléjate de Yami. ─susurró mirando hacia los lados, su postura positiva desapareció por una de terror total─. Es más peligroso de lo que parece.
─¿Eh? ─parpadeé sorprendido, eso no me lo esperaba. ¿Estaría fingiendo? Detecté un matiz imperceptible en sus palabras, estaba celosa─. Ah... gracias por la advertencia.
─Va en serio, no te acerques mucho. ─como si nada hubiera pasado, se recompuso en una sonrisa─. Y dicho esto, ¡te dejo leyendo! Voy a molestar a mis amigos.
─Pues pásalo bien.
─Lo haré por ti. ─salió corriendo, sus botas se escucharon taconear durante unos segundos más. Me quedé algo desorientado, ¿me había avisado por mí o por ella? Debería indagar más sobre este chico, tal vez se ha metido con todo el instituto... o se lo ha ligado entero.
De reojo capté un extraño brillo desde mi pecho, cuando me di cuenta, enfoqué mi vista en el rompecabezas. Di un respingo cuando comprobé de que el brillo provenía de él, no obstante, me sentí idiota al ver que era el reflejo de un rayo del sol que se colaba por la ventana y hacía efecto lupa en las pulimentadas paredes del rompecabezas.
Realmente necesito bajar mi nivel de imaginación.
Sonreí moviendo el rompecabezas para cambiar la luz de sitio entre diferentes estanterías. A veces con poco me conformaba, era gracioso e infantil al mismo tiempo. Lo dejé estar, dispuesto a leer lo que tenía entre manos, reparé en el final de la luz. Acertaba justo a tres libros cuyo compañero del centro se había precipitado hacia el suelo. Me acerqué a recogerlo y reparé en el título.
─¡Oh! Es también de mitología. ─miré la contraportada, por lo que decía, eran mezclas de relatos mitológicos y recopilados en un libro. La diferencia era que había dos versiones, los relatos con final feliz y los inundados en miedo. Este era el segundo.
Alcé los hombros y me senté a leer. Me costaba concentrarme pues varias imágenes se me venían a la cabeza constantemente.
Los cambios de humor de Joey frente a Yami, las reacciones de Tristán, los rostros de las compañeras de Tea e incluso el aviso de Mana... Aquello último podría ser por celos mas me hizo sentir algo incómodo. Todos los recuerdos me crearon un fuerte escalofrío.
En serio... ¿quién era Yami y qué había hecho para conseguir tal respeto?
Hasta aquí, espero que os guste. ¡Ahora sí he de irme! Besos a todos ♥
Intentaré actualizar más rápido.
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