Capítulo 12: Preludio de un corazón dividido
¡Hola a todos! Siento muchísimo la tardanza. Ni os imagináis la de trabajo que he tenido. He estado hasta arriba. Y me molesta bastante pues adoro escribir y me apasiona. Tampoco me gusta nada haceros esperar, siempre escribo un poco todos los días pero con la tontería se me atrasa un maldito mes. Para compensaros os traigo un capítulo largo, en serio, he tenido que cortar porque sino no me entraba aquí XD
Muchísimas gracias a todos los que leéis y votáis. Y sobre todo a aquellos que me pedían volver, que se preocupaban de la actualización de este fic y por mí. Sois los mejores, de veras. No podía conocer gente más amable y atenta. Como siempre, me gustaría mandar un especial saludo a todos los que habéis comentado: VidaGabriela13, ElCafeh, LucerodelaCruz5, DarkstarHalakti, NekoLover9, LauritaDrowned099, yugi-kun_alo, isabeldelrubi, amigas22, LuceroSuarez7, Appril007 y yiyi004 que siempre estáis ahí pendientes para comentar gracias. (Lo que me ha costado copiar y pegar todos los nombres XD ¿Podríais ayudarme? ¿Alguien sabe como se menciona para que sepáis que os he escrito aquí?)
Darle la bienvenida también a: AbigailLopez9 y AleTorres299. ¡Gracias por comentar! Y un saludo muy especial para cipyxd que me ha hecho tres portadas preciosas sin pedírselo ni nada. ¡Muchas gracias por el regalo! ¿Me ayudáis a decidir cuál poner? No consigo elegir ninguna, me gustan las tres.
Aquí os dejo el capítulo, no os molesto más.
~Yugi~
─¿Una obra? ─mi abuelo miraba el guión con una taza de café en la mano. Por algún motivo, la historia había sido ligeramente cambiada, sobre todo para los dos protagonistas. Era obvio, no pensaba darme un beso final con Yami ni aunque mi vida dependiese de ello. Para mi familia, había ocultado el segundo papel protagónico, mientras que, el mío ya era sabido por todos─. Pensé que ahí se hacía cada navidad.
─Tuvieron que posponerlo. ─observaba la tele, a primera hora de la mañana, el telediario informaba con noticias nefastas. El asesino atacó de nuevo, lo peor de todo era que el círculo de ruta solía estrecharse, lentamente, se adentraba en la ciudad. Por más que llamaba a mi padre, no me lo cogía.
Al final me veía colándome en la comisaría para hacerme con un papel o dos que me detallase un poco qué estaba pasando. El mundo parecía estar volviéndose un caos, esta ciudad, precisamente.
Aun así, no todo era malo. El chico de ayer, Yusei, me invitó este día aprovechando que era fin de semana para agradecerme el haberle ayudado aquel día. ¿Era de tontos estar ilusionado? ¿A qué se debería, por otra parte?
Me despedí de mi abuelo antes de coger el guión y subir a la habitación a cambiarme de ropa. Quería ponerme algo más cómodo y... ¿bonito? Me gustaría ir arreglado, la verdad. No le conozco de nada, no quiero que tenga una impresión extraña de mí. Antes de marcharme, observé la rosa descansando junto a la ventana. Se me había vuelto costumbre, al igual que llevar el rompecabezas, mirar a la flor antes de irme. Increíblemente, solo se le habían desprendido unos pétalos sueltos. Todavía seguía fresca.
El ambiente de la ciudad se mostraba extraño, los nubarrones cubrían el cielo despejado de hace unos días, concentrándose mucho, algún destello podría verse entre la pantalla grisácea que se sostenía sobre nuestras cabezas. Anunciaba tormenta. El viento frío movía mi incertidumbre, tal y como se sentirían en un ambiente húmedo, el sitio parecía haber viajado al polo norte. Al levantarme no noté esta bajada de temperatura.
Mientras andaba, reparé en varias tiendas vacías. Por motivos evidentes, algunos establecimientos se traspasaban. Incluso algunas casas ostentaban el cartel para vender y poder mudarse cuanto antes. Las muertes constantes empezaban a enloquecer a los ciudadanos, todo el mundo temía ser el siguiente del filo cruel y mortal de la parca. ¿Quién podría estar detrás de todo esto? Me erizaba la piel pensarlo.
Llegué al sitio de encuentro, estaba vacío. Miré el reloj, quedaban pocos minutos para que llegase la hora. ¿Tanto me había adelantado? Pensé que desde mi casa el camino sería más largo. Juzgaría que todavía no me sitúo entre las calles. Mientras escuchaba el rumor del aire colándose entre las hojas y agitando las ramas con furia, mi mente divagaba por aquellas letras desperdigadas por una hoja que sentenciaba una unión con Yami.
En sí, la historia no poseía mucha originalidad, no obstante, la forma de escritura era brillante. Así como las escenas entre personajes, sobre todo los protagonistas, tan reales como cómicas. La idea trataba de un esclavo que conseguía enamorar a un príncipe malcriado, cosa que le pegaba mucho a Yami, para demostrar que alguien forzado a trabajar puede amar y tener mejores condiciones, así como un rey no siempre debe estar obligado a casarse con la realeza.
Tenía giros dramáticos muy certeros, como secuestros, atentados contra el príncipe... así como conversaciones bastantes graciosas entre nosotros dos. Mi personaje resultó ser un esclavo un poco rebelde, así que, al menos, en algunas escenas podré divertirme mandándolo a hacer puñetas.
─Buenos días, ¿llevas mucho esperando? ─di un respingo al volver a la realidad, no esperaba a Yusei por mi espalda. Él también venía muy guapo con un pantalón largo, unas zapatillas anchas, una camiseta de tirantes y una chaqueta de cuero bastante pegada. ¿No tenía frío con eso? No parecía abrigar mucho.
─No, que va. Acabo de llegar. ─sonreí con nervios, habré quedado ridículo asustándome de esa manera─. Solo estaba pensando.
─Ya te he visto. ─rio con delicadeza, este chico tenía una sonrisa bella y unos labios carnosos.
─¿Pudiste llegar a ese sitio a tiempo?
─Sí, cuando me dejaste solo subí al edificio y pude acabarlo todo. Te debo una bien grande. ─se rascó la nuca, su cuerpo tenso me daban indicios a pensar que, como yo, los nervios controlaban la situación─. Así que quiero invitarte, ¿vamos a algún sitio?
─Claro, por aquí cerca hay alguno bonito.
─Genial, no me conozco todavía muchos lugares.
Dejamos el camino atrás, con soltura, Yusei fue capaz de comenzar todas las conversaciones de manera amena. Era divertido hablar con él, hacía de las anécdotas una vida entera e incluso las muecas y movimientos eran exagerados para poder llevarlo todo a puntos más divertidos. Aunque, a primera vista parecía serio y un tanto autoritario, realmente era una persona agradable y carismática.
Nos sentamos en la terraza que tenía uno de los locales, era cómodo. Los pocos rayos de sol, que conseguían colarse entre los recovecos de la nubes, bañaban la superficie de manera cálida, venía bien la bebida fría que pedimos. Los hielos chocaban entre sí rompiendo el silencio incómodo que se había generado entre los dos, el espacio de ambos extremos de la mesa parecía infinito, peor aún, comenzaba a crecer cuanto más espacio recorría el minutero del reloj. El agitar de la pajita despertaba en el líquido colorido un sinfín de burbujas que trataban de escapar desde el fondo del vaso a respirar el aire de la superficie.
─Por cierto Yugi, ¿qué te parece esta ciudad? ─preguntó al fin bebiendo rápidamente de su vaso, su voz titubeaba a veces. ¿Diría que de verdad estaba nervioso?
─Es animada, y me gusta el diseño la verdad.
─¿A qué te refieres?
─Pues los edificios... las calles son anchas, está bien comunicado, hay mucho verde... ─observé al cielo, las nubes pasaban lentas─. Aunque está el tema ese de los asesinatos.
─Lo he oído, ¿tienes miedo?
─Hombre, cualquiera se alteraría.
─Normal. Por mi parte prefiero pensar que acabarán cogiendo al criminal. También se ha pensado que sean secuestros, la gente desaparece y como mucho encuentras sus pertenencias.
─Que horror. Un poco macabro, ¿por qué no hablamos mejor de otra cosa? No sé... háblame de ti. ─sonreí para tratar de tranquilizarlo, éste me devolvió el gesto con cariño.
─Claro, ¿qué quieres saber?
─Pues... ¿qué te ha traído aquí? Eres nuevo, ¿no?
─Sí, nunca he estado en esta ciudad. Vine por mi familia, mi madre consiguió trabajo aquí y me vine. Solía vivir con amigos pero necesitaba cambiar de aires.
─¿Con amigos?
─Sí, mis padres no estaban mucho por casa y ellos necesitaban un sitio donde dormir. Tenían muchos problemas personales y me ofrecí a vivir todos juntos.
─Que bonito Yusei, tienes gran corazón.
─Zalamero, no digas esas cosas que me vas a sonrojar. ─rio, de manera algo forzada, mientras bebía otro sorbo del pedido.
Durante unos segundos, sentí una mala mirada. Alguien nos espiaba, ¿o serían otras de mis locas imaginaciones basadas en el acoso de aquel monstruos de ojos rojos sin vida social? Ya que había que estar muy aburrido para no hacer nada más que mirar. El viento se levantaba frío, la presión alrededor de mi cuerpo era incómoda, tal y como el abrazo frío de un filo acariciase mi piel, mi pelo llegó a erizarse todavía más.
Suspiré, estaba sugestionándome a puntos excesivos. Necesitaba pensar con calma y no volverme loco o a saber qué pensaría mi compañero.
─¡Yugi! ─di un respingo. No, no eran ilusiones. Tenía un sexto sentido para sentir que algo podría pasar, ignoro si sé distinguir entre bueno y malo. Lyra apareció en nuestro campo de visión, era irónico pero la veía más que a mi madre─. Buenos días, ¿qué haces por aquí?
─Estaba tomando algo con él. ─le señalé con la cabeza, hacerlo con el dedo me parecía despectivo. Durante unos segundos, la mujer miró mal a Yusei, éste parpadeó sorprendido. No obstante, tras haberle analizado parecía más feliz, o eso decía su sonrisa forzada.
─¿Un nuevo amigo? Que mono es, ¿de qué os conocéis?
─De hace poco, le ayudé con una dirección y... ─no sabía qué más decir, la información llegaba allí. Por suerte el entusiasmo de Lyra me cortó las palabras.
─Ay, siempre tan servicial. ¡Eres un amor! ─de repente me abrazó, ¿qué le pasaba hoy? Parecía haberse tomado dos kilos de café─. ¿Os importa que me siente un poco?
─No claro, ¿le traigo una silla? ─contestó cortésmente Yusei, era un chico muy educado.
─¡No hace falta! ─sin preguntar a la pareja de al lado le quitó una silla, suerte tuvieron de que no fueran a sentarse encima o se habría caído al suelo─. Qué bien, con los amigos de mi hijo no suelo estar. Decidme, ¿es una cita?
─¡No! ─Yusei pudo responder, yo estaba ocupado intentando no atragantarme con la bebida. ¡Cuando quería no era tan directa!─. Solo quería quedar con él, hablar y agradecerle el favor. Como amigos.
─¡Claro! Tiene sentido, Yugi es más bueno...
─Disculpe pero... ¿es su madre?
─¡Más quisiera! No, mi hijo es otro. Más malo que un dolor, se pasa la vida entera metiéndose en problemas. ─rio restándole importancia al asunto─. Aunque se dan un aire... interiormente no se parecen en nada.
─¿Ah sí? Me gustaría verlo. ─el chico sonrió, por mi parte solo quería huir de allí. Lyra me estaba avergonzando bastante...
─¿Os conocéis de hace mucho entonces? ─ella seguía indagando, no sé por qué.
─No, fue el día anterior, ¿verdad? ─respondí, el chico solo asintió.
─Vaya, así que eres nuevo. ¡Seguro que este sitio te gusta! Pero si ves a mi hijo sal corriendo. ─aquello último lo susurró. El joven le siguió el juego riéndose con dulzura─. Huy, si al final no he pedido nada.
─Lyra... ¿y esas bolsas? ─señalo al suelo, bajo sus pies descansaban varios bultos blancos de plástico con comida en su interior─. ¿Estabas de compras?
─Sí, no teníamos mucha comida y salí a reponer.
─¿Y no se te va a estropear aquí?
─¡Da igual! Solo iba a cocinar para mi marido pero puede comer él por su cuenta. ─algo me decía que quería quedarse aquí... y la imagen del pobre hombre comiendo aire me dio algo de risa.
─Entonces, ¿qué le pido señora? ─preguntó con educación, nuevamente, Yusei. Lyra rio y le resto importancia a sus palabras con gestos de manos.
─Que adorable, de veras, ¿quieres ser mi hijo? El otro lo puedo dar en adopción. ─escupí la bebida que tenía pasando por la garganta. Tenía un tono jocoso y se notaba que era una broma mas la forma tan tajante de decirlo me hizo reaccionar─. Tranquilo Yugi, ¡estaba tomándoos el pelo! Nadie me va a quitar a mi hijo, lo mataría.
─Claro, era lo que pensaba. ─respondió Yusei insistiendo en pedirle algo, la fémina se negó y se levantó a pedir ella entre gritos─. ¿De qué conoces a esta mujer?
─Es... una larga historia. Si te contaría, te reirías.
─Me gustan las anécdotas graciosas.
─¡Ya estoy aquí! ─Lyra se sentó, su rostro parecía haberse deformado a un enfado─. ¿Os podéis creer que ese camarero paleto me ha llamado señora? ¿A mí? ¡Soy muy joven!
─Tranquila. ─traté de calmarla, sino la conociera diría que estaba exagerando para evitar que hablásemos entre nosotros─. Lo haría por educación.
─Da igual, ¿cómo osa? ─de repente sonrió, empiezo a ver el parecido con Yami: ataques de personalidad múltiples─. Decidme, ¿de qué hablabais?
─Le comentaba a Yugi que es usted muy graciosa. ─Lyra parpadeó sorprendida mirando a Yusei, éste mostraba una sonrisa incapaz de cambiarla por nada─. ¿Le ha molestado?
─¡Para nada! Es que no estoy acostumbrado a recibir piropos hijo, mi marido es el asesino del romanticismo. ─le dio un golpe seco en el hombro y sonrió─. ¡Tutéame! No hace falta tanta formalidad.
─Está bien... Lyra.
─Oh, ¡mirad! ─señaló a la acera de enfrente. ¿Cuántas posibilidades había de que Cancerbero pasease por ahí junto a su séquito de "amigos" que molestaban a las cinco de la mañana? Pues ahí estaba, peor aún, Lyra se puso a gritar y saludar para atraer su atención. Odiaba al creador de mi destino, no se cansaba de darme un problema tras otro─. ¡Hijo! Estoy aquí, ven.
─Lyra, nos está mirando todo el restaurante. ─le susurré, a ver si aprendía de mi tono de voz y empezaba a bajar el suyo.
─Es que no me hace caso. ─le señaló por última vez─. ¡Yami! ¡O vienes, o te castigo!
Parecían las palabras mágicas para detener el avance de Cancerbero y hacerle suspirar. Segundos más tarde, se hallaba cruzando la acera para llegar a nosotros (increíblemente respetando las normas de circulación) seguido de sus amigos. O lo que fueran ellos. Kaiba iba leyendo un libro, seguí a la muchedumbre por costumbre, suponía, sin embargo, al verme dejó de leer.
─Deja de gritarme así por la calle mamá, no estamos en un pueblo.
─Cállate y dame un beso. ─señaló su mejilla, su hijo rodó los ojos y le dio un beso rápido─. A la siguiente que me hagas caso no te pido algo así.
─O sea que lo has hecho por molestar... ─se dio cuenta de mi presencia, ya que gracias a mi estatura, los arbustos que decoraban la terraza me tapaban─. ¿Qué haces con este y...?
Fijo sus fauces en Yusei, a pesar de parecer seguro, éste se mostró algo reticente a su manera de mirarle. No era para menos, Yami destrozaba con los ojos, en silencio, le amenazaba. No entendía el motivo mas apostaba poder leer en su rostro la palabra muerte. ¿Qué cable se le había cruzado ahora? ¿Conocía a Yusei? Tal vez fuera su gusto por torturar a los nuevos o estuviera celoso. Yo ya no sabía qué pensar de este ser.
─¿Quién eres? ─preguntó de nuevo. Yusei se presentó─. No me suenas de nada.
─Claro hijo, es nuevo. Vaya afirmación... ─Lyra agitó la cabeza. Sonreí por lo bajo al ver cómo se metía con él, a veces me hacía creer que le gustaba mucho molestar a su hijo e ir en su contra─. Estaba de cita con Yugi.
─¿¡Qué!? ─Mana asomó la cabeza tras Yami, no la había visto entre el grupo. Lo que me faltaba, la bipolar teniendo otro ataque de histeria─. Yugi, no paras. Primero duermes con Yami, después consigues el papel protagónico junto a él en la obra y ahora te ligas a un tío bueno. ¿Cómo lo haces? Doy por hecho que te gustan los chicos, ¿no?
─¡No! ¡No! ¡No me gustan! ¡Yusei es un amigo!
─Gracias por el piropo, por cierto. ─habló él guiñándole un ojo─. Tu tampoco estás mal.
─A ver, me cuido lo mío... ─empezó a hacer el tonto poniendo posturas a las que ella llamaba sutiles y eróticas, yo lo juzgaba como ataques al cuerpo o extrañas deformaciones que le hacían bailar en vez de contonearse. De repente, Lyra se levantó para llamar la atención.
─Espera que me centre... ¿¡qué has dicho de una obra!? ─Mana se llevó las manos a la boca cuando Yami la torturó lentamente de un vistazo.
─Bocazas. ─sentenció Cancerbero mientras su madre gritaba por detrás.
─Sí, tenemos una obra y somos los protagonistas. ─respondí al fin, antes de que nos echasen del local por gritos y molestias.
─¿En serio? ¿De qué va? ¡Quiero verlo! ¿Cuándo se estrena? ¿¡Dónde ensayáis!?
─Mamá, ya. ─la detuvo haciéndola sentar para que dejase de hacer el ridículo frente a toda la cafetería. Parecía un peligro ahora mismo─. Respira.
─Señora, va a poder ver la obra cuando quiera. ─intervino Kaiba, dispuesto a meterse en la conversación. En sus ojos podía ver arder la llama de la pasión de la intriga y las ganas de acercarse más─. Es abierta al público, dentro de varias semanas.
─¡Genial! Eso es perfecto. ─me miró directamente y sonrió─. ¡Podrías ensayar en mi casa! A mí me gusta mucho la obra.
─¿Yo también puedo verla? Estaría bien ver cómo actúas. ─Yusei sonrió, asentí a su pregunta cuando le sonó el móvil. Excusándose antes, se levantó para buscar intimidad─. Ahora vuelvo, un momento.
─Claro joven. ─respondió Lyra, después volvió a retomar la conversación conmigo─. Y bien, ¿de qué va la obra?
─Es inventada... aún me la estoy leyendo...
─Es de temática romántica. ─respondió Kiba nuevamente peinándose el pelo de manera que no le estorbase con los ojos─. Fue escrito por los alumnos del instituto.
─Quiero leerlo, ¿no os sobrará un guión?
─Pues no. ─Yami parecía molesto, sus palabras eso decían. Lyra le miró mal e insistió.
─Ahora me apetece más leerlo. Yugi, ensaya en mi casa. Seguro que tienes muchas escenas con el cafre de mi hijo.
─Gracias mamá, yo también te quiero.
─Yugi. ─May me llamó la atención, junto a Mana, se acercaron a preguntar por lo bajo─. ¿Dónde has conocido a ese chico?
─Fue sin querer, me encontré con él en la calle que se había perdido.
─Oh... ¿me lo presentas? ─cuestionó la morena de golpe. Parpadeé sorprendido, ¿tanto éxito había causado Yusei? No era consciente de ello.
─Guardad las uñas. ─Kaiba las apartó de mí mientras se quejaban, sobre todo la más escandalosa. Un poco más y podría compararla con la madre de Cancerbero.
─Oye, ¿y Mahad? No suelo verlo últimamente. ─pregunté, bañado en curiosidad.
─Tiene algún que otro problema familiar, ha estado algo ausente estos días. ─respondió Yami mirándome mal, le respondí de la misma manera. No entendía a qué venía esa estúpida mirada─. Enano, ¿te has estudiado algo ya?
─No.
─Hazlo rápido, así me dices de qué va.
─Ni caso. ─la mujer saltó al instante para defenderme─. A este no le digas nada, ¡que se lo lea él! Se está convirtiendo en un vago como su padre...
─¿Se puede saber por qué le defiendes a él? ¡Tu hijo soy yo!
─¡Porque hay que ser educado! Esos no son los valores que te he dado yo.
Escuché las risas de las chicas tras de ellos, hasta Kaiba tenía una sonrisa pintada en su rostro frío como el hielo y carente de sentimientos como personas por el tórrido desierto. Mientras que Yami ardía en rabia, su actitud seguía serena y tranquila, no sabía si realmente quería a su madre, él también la molestaba o aceptaba lo que le decía. Siendo él, con esa actitud, lo último lo descartaba.
─Perdón. ─Yusei volvió a la mesa algo apurado─. La conversación se ha alargado y encima no tenía cobertura. He tenido que ir hasta el parque de ahí abajo.
─Ah sí, por aquí se suele cortar, los edificios casi hacen de barrera. ─Lyra los señaló, el espacio era pequeño y podría ser que funcionase a modo de aislante.
─Bueno, no importa, ese parque era bonito. Tenía muchos rosales y árboles muy cuidados.
─¿A qué sí? Es tan bonito como mi jardín. ─la mujer sonrió, por cortesía, el chico aseguró su afirmación y sonrió de vuelta.
─Lo siento Yugi, he de irme. ─saludó al resto─. Un placer conoceros.
─¿Algo grave? ─me levanté para poder detener su paso ya que parecía dispuesto a salir corriendo en cualquier momento.
─No, no. Unas gestiones. ─antes de darse la vuelta echó mano al bolsillo─. Ten, te he cogido algo de camino. Lo he hecho mientras hablaba sin darme cuenta pero puedes quedártelo.
─¿El qué? ─por el aire se desplazó un bulto blanco, no fui capaz de verlo hasta poder cogerlo entre las manos. Tuve un ligero recuerdo al tacto de las manos, así como una extraña sensación de angustia en el centro del pecho. Al abrir lentamente las palmas, encontré una rosa blanca descansando en ellas─. Una... flor.
─¡Qué bonita! ─gritó Lyra haciendo todavía más escándalo. Por una vez, la ignoré. Mis sentimientos estaban extraños, sentía el corazón latir pero mi mente recordaba el momento navideño. ¿Qué era esta diatriba sentimental? ¿Por quién sentía todo esto? Yusei o... ¿Cancerbero?
─Sí, lo es. ─susurro antes de levantarme─. Lo siento pero... debo irme a ayudar a mi abuelo en la tienda.
─¿Así tan pronto? ¿Te ha llamado o algo? ─insistió la fémina sorprendida, no parecía gustarle la idea de que me fuera. Le sonreí como respuesta y empecé a andar.
Algo extraño pasaba... me sentía mal. ¿Confuso tal vez?
***
En la prisión de mi alma me hallaba atendiendo a los clientes, cual pájaro enjaulado deseando volar, mi cuerpo trataba de mantener encerrado a mi mente vagando libre por varios recuerdos. Por algún motivo, sentía la presión incansable de una mala mirada, un recuerdo vago rasgando el tiempo y el espacio pasando por mi mente. Varias sensaciones se mezclaban en mi pecho, cada latido me repiqueteaba en la cabeza como si latiera el propio cerebro. Puse la rosa fresca de Yusei al lado de la de Yami, era irónico y paradójico, la pureza del cielo frente a la rojez del infierno. Como si los representase, debo estar perdiendo la cabeza.
─¿Te vas de cita con todos los que conoces? ─no me asusté, al menos no fue tan evidente. Me sentía observado, acosado, no podía ser otro que Cancerbero y su estúpida manía de molestarme.
─No. ¿Buscas algún juego?
─A ti, ¿puedo divertirme molestándote?
─Esto es una tienda, no un circo. ─me sentía cabreado, no me gustaba la actitud de Yami. ¿Cuál eran los motivos que le llevaban a comportarse así?
─Que borde estás, tengo la sensación de que me has perdido el respeto. ¿Debo recordarte quién soy? ─su mirada se me atravesó de mala manera. Sentía que quemaba mi piel y me quitaba la energía. Si no fuera locura juraría que es un ser mágico o lunático a secas.
─No, bastante tengo con verte. ─como pensaba, algo me cabreaba. Su personalidad estaba distorsionada y su semblante mostraba molestia antes siquiera de hablar conmigo. No le hice nada, no me parece justo. Su actitud me hace estar a la defensiva.
─Definitivamente te has olvidado de lo que puedo hacer.
─Vamos a ver, ¿quieres algún juego?
─No.
─Pues márchate. ─le di la espalda y me encargué de las tareas que estaba haciendo antes de que Yami me molestase. Organizar en estanterías los diferentes juegos que poseía esa sección en especial.
─No me da la gana. ─se cruzó de brazos, su característica sonrisa macabra despuntó en sus labios carnosos─. ¿Me vas a echar tú?
─Él tal vez no pero yo sí. ─abrí los ojos sorprendido, esa voz varonil, provenía desde la espalda de Yami pero la reconocería en cualquier sitio. Con esta ya iba tres veces que se comportaba como un caballero andante. Tristán se mostraba firme tras él, traía unos pantalones cortos y una camiseta de tirantes, estaba sudado, juraría que venía de correr o hacer algún deporte.
─Ya estamos, ¿tú qué haces aquí ahora?
─Venía a ver a mi amigo. ¿Y tú? ¿Pensabas empotrarle contra algo?
─Lo único que quiero estampar es tu cara contra la estantería. ─se dio la vuelta molesto, poca gente le aguantaba la mirada a Yami, pues eran como dagas ardientes, mas Tristán era valiente y lo conseguía. Al menos por un rato─. ¿Quieres jugar?
─En mi tienda no. ─mi abuelo salió de la caja para tratar de resolver el alboroto que estaban montando. Su rostro se desencajó por la sorpresa de verme en medio de la refriega. Por sus muecas y tensos movimientos parecía no estar nada contento con tener que echar a Yami.
─Anda, ahora llega el viejo. ¿Vas a llamar a la policía? ─escuché un extraño pitido, como si fuese una alarma, antes de que mi ira estallase en mi interior. No supe cómo, ni qué sentí para hacerlo más no me corté nada a la hora de encararle.
─¿Qué le has llamado a mi abuelo?
─Viejo, las cosas como son.
─Tú eres un acosador gilipollas, y no te lo digo. ─durante unos segundos, su ceja palpitó. De hecho puso una sonrisa entre sorpresa, burla y enfado. Fue la primera vez que vi una mueca tan confusa en su rostro.
─¿Cómo has dicho enano?
─Lo que has oído. ─imité con voz ridícula─. Las cosas como son.
─Te voy a... ─me agarró de los hombros y me estampó contra la estantería. Ahogué un gemido de dolor al sentir la dura superficie contra mi frágil cuerpo. Los dedos de Cancerbero se agarraban con fuerza a mi piel, de seguir apretando, me haría heridas─. Repítemelo ahora, ¡mocoso!
─¡Suelta a mi nieto! ─Yami no pareció controlar sus impulso, ni su fuerza, y cuando mi abuelo se acercó a separarnos lo empujó de mala manera y le tiró al suelo con un golpe de cuerpo. Nunca dejó de sujetarme, ni siquiera de mirarme.
Durante unos segundos, se hizo el silencio, hasta que un sonoro tortazo retumbó contra las silenciosas paredes. Siquiera antes de que Tristán pudiese levantar al abuelo tras recogerlo de la caída, Yami tenía mis cuatro dedos marcados en la mejilla. No me soltó, no aflojó el agarre, únicamente no me miraba. Parecía tan sorprendido como yo de que le hubiera pegado. Dudaba que le hubiese hecho daño pues fue acto reflejo de ver como hacía daño a mi abuelo, de hecho, mi mano salió peor parada que su mejilla. Aún la sostenía en alto e incluso temblaba a medida que iba bajando a mi costado.
─Enano... te vas a cagar... ─masculló entre dientes girando la cabeza para verme. Antes de poder hacer nada, pensando que Tristán sería quien consiguiera librarme del monstruo que había desatado, fue otra persona en su lugar.
─Yami. ─la voz de la fémina sonó dura, en el rostro de Lyra se mostraba la decepción y el enfado─. A casa.
─No sabes ni qué ha pasado. ─se defendió, esta vez, la miró. Era increíble la fuerza y espíritu que tenía su madre. Me encantaría ser como ella, tan indomable.
─Muévete, ya.
─Mamá... ─con otro toque de voz calló sus palabras. La tensión en mis hombros fue menguando hasta desaparecer del todo, así como la fuerza que me retenía contra la estantería de madera. Sin mediar palabra, sus pasos se perdieron entre los juegos de la tienda y la campana de la puerta.
─Siento mucho lo de mi hijo. ─se acercó a mi abuelo con una sonrisa sincera y llena de arrepentimiento, ofreciéndole ayuda para levantarse. Por suerte, Tristán le estaba ayudando y no tuvo problemas para hacerlo─. No volverá a molestarte.
─No pasa nada. Ha sido un empujón de nada. ─le restó importancia con una gran risa estridente─. A mi edad el equilibrio ya es muy malo y no me lo esperaba, la verdad.
─Me alegro de que no pasase nada. ─estaba tan cabreada que ni se despidió de mí, salió flechada hacia la salida. Se escucharon varios gritos fuera que se redujeron a medida que avanzaban.
─Yugi, ¿estás bien? ─sonreí a mi abuelo. Estaba preocupado y hasta intentó defenderme. Ya hizo más que mi padre, entre otras cosas porque nunca estaba en casa, quería decir.
─Sí, descuida, fue una bronca tonta.
─¿Has hecho algo?
─No, ha sido él. ─aclaró Tristán por mí─. Se le ha ido la pinza y ha cargado contra él, le suele pasar.
─Muchas gracias por ayudarle. ─habló con el castaño, éste solo sonrió como respuesta─. Volveré a la caja, llámame si pasa algo.
─Claro. ─una vez en la intimidad pude acercarme al chico que me rescató de las garras del infierno por el guardián que venía a por mí─. Gracias por echarme una mano.
─No ha sido nada, ya sabes que los amigos nos defendemos.
─No es la primera vez la verdad, así que te debo una.
─No digas tonterías, no me importa ayudarte. ─su rostro se iluminó a medida que iniciaba una sonrisa. Ese chico era muy agradable─. ¿Te duele algo?
─Poca cosa, he sobrevivido. ─se me escaparon varias risas al poder pensar fríamente que le he plantado cara─. ¿Y tú? ¿Venías a por un juego o para algo en especial?
─Estaba corriendo para mantenerme en forma y había acabado la ruta ya. Me pasaba a saludar un rato antes de apestar toda la tienda.
─Vaya, pues... gracias. ─suponía que debía decir eso pues a pesar de su risa y de su claro intento de bromas no me lo esperaba. Al menos me hizo reír otra vez─. De veras, te estoy agradecido.
─No es nada.
El tiempo transcurrió sin que algo pasase, simplemente, nos sonreímos. Y por una vez en todo el día me sentí calmado y protegido. Ajeno a mis alrededores, a miradas burlescas y lugares incómodos. Únicamente me sentía tranquilo.
***
El instituto siempre se mostraba como si de una prisión se tratase, el día de hoy, estaba todavía más oscuro, el cielo que cubría y protegía nuestras cabezas se embarraba con nubes oscuras y grisáceas. Arremolinándose sobre la ventana, observaba en silencio, con pasividad, desde el pupitre de mi clase. No me gustaba nada la idea de aguantar a Yami así que preferí quedarme en clases estudiándome el guión, ya que como iluminación divina, me vino la idea de que si antes me lo aprendía, menos tendría que ensayar junto a ese bicho de mala muerte.
Pequeñas gotas empezaron a saludar cayendo contra el fino cristal, cuan tintineo, contaba los golpes en aumento. Seguidos y constantes, una melodía natural y armoniosa que buscaba deleitar a aquellos que podían verlo sin empaparse de arriba abajo. Cosa que te daba para pensar, ¿cuántas tormentas peligrosas había en esta ciudad? No sería la primera vez. Así nos conocimos Yami y yo, detesto ese día como odio mi destino.
─Es usted cariñoso y amable faraón... ─rodé los ojos y suspiré. ¿Debo decirle eso a Cancerbero revienta espaldas? Por favor, no sé mentir tan bien─. Vaya mierda de guión.
─Estoy de acuerdo. ─me tensé al escuchar la voz del susodicho cerca de mí. Dejó caer un papel con la palabra perdón escrita en grande. Alcé una ceja mirándole fijamente simbolizando el hecho de querer una explicación─. ¿Qué? Me estoy disculpando.
─¿Por qué? ¿Por ser idiota, maleducado, pegar a mi abuelo, faltarme al respeto o todo a la vez? ─las manos del chico se cerraron, de la tensión, los nudillos tomaron un color algo más blanquecino. Su mentón se tensó, sin embargo, no me lanzó una mirada de odio absoluto que solía poseer. Respiró con calma y respondió con un tono más neutral.
─Sí, todo. Estaba enfadado y lo pagué contigo.
─¿Y mi abuelo?
─No controlé la fuerza, no creía que lo fuera a tirar. ─le observé de reojo la mejilla. ¿Ha venido al instituto con la marca de mis dedos? Qué valor.
─Ya. Un papel garabateado no le va a curar el dolor de espalda. ─tiré la hoja de vuelta a su dueño, aunque ésta hizo una parábola en el aire y perdió fuerza por la propia densidad del papel─. Además, si vienes obligado por tu madre puedes irte.
─Sí. Ya sabía que lo imaginarías. ─nuevamente, tomó aire hondo y siguió hablando─. Me ha obligado, aun así, quería hacerlo. ¿Vale? Tampoco soy un monstruo que le guste ir pegando viejos.
─¿Cómo has llamado a mi abuelo? ─rodó los ojos.
─Ancianos entrañables. ¿Feliz?
─Sí, pero no te perdono, vete.
─¿Es por tu abuelo? Me pasé esta mañana por la tienda, con mi madre, y ofrecí pagarle un masaje para redimir su dolor. ─abrí los ojos sorprendido, ¿hizo eso? Por voluntad propia no podría ser pues iba con Lyra. Tampoco parecía tener muchos problemas de dinero precisamente así que dudo le molestase pagar algo así─. ¿Ya te sientes mejor?
─Tal vez, si él te perdonó, me alegro. Yo no lo hago.
─Mocoso, me soltaste un guantazo.
─Y tú me empotraste contra una estantería. Estamos en paz. ─se llevó las manos a la cabeza y gruñó desesperado.
─¡Eres muy cansino enano! ─cerró los ojos y susurró─. Lo siento.
─No te he oído. ─clavo sus fauces rubí en mí. Esta vez no me estaba burlando de él, aunque sí se me estaba yendo de las manos. Nunca creí que llegase a disculparse él, por su propia cuenta, con alguien como yo.
Yami me pegó a la pared que tenía al lado, esta vez fue más delicado y no apretaba contra mí sus dedos. Nuestras miradas conectaron, de hecho, estaba tan cerca que nuestras respiraciones acompasadas se mezclaban entre sí. A mi nariz, llegaba un olor suave que embriagaba, de una colonia bastante buena. Se mantuvo en silencio durante interminables segundos, que se me antojaron como horas, antes de ponerse a hablar.
─Enano, estás mordiendo más de lo que puedes tragar.
─Solo he dicho que no he oído.
─Ya me he disculpado, tú haces que lo oyes y yo no te mato, ¿vale? ─parpadeé sorprendido, con una mueca de burla. ¿Acaso ese era su trato? Tan estúpido como él─. ¿Ya? ¿Todo arreglado?
─Sí, sí. Ahora apártate. ─me soltó con cuidado, en sus labios, una pequeña sonrisa afloró.
─Borde. ─alzó los hombros─. Ahora que está todo bien debo avisarte de que nos han llamado para tomarnos medidas. Dicen que nos harán los trajes en base a eso.
─¿Y por qué no me has dicho antes? Me habría ahorrado todo este paripé.
─Mi madre me dijo, más bien obligó, a que arreglase primero las cosas. ─cómo no, era evidente que él no se iba a disculparse por ser idiota, o sea, de actitud natural.
─Claro. Menos mal que Lyra sí ha salido bien. ─su mirada se afiló, mientras recogía las cosas y sostenía el guión entre las manos.
─¿Qué has querido decir con eso?
─¿Yo? Nada. Tú haces que lo oyes y yo no te mato, ¿vale? ─me burlé con un tono de voz agudo, el chico pareció divertirse más que cabrearse.
─Enano, eres la cosa más rencorosa del mundo.
─Mira quien fue a hablar.
El camino hasta el sitio donde nos esperaban fue bastante largo, además, se me hizo eterno. No obstante, fue algo más ameno de lo normal. De entrada, los pasillos estaban más solitarios y no debía soportar miradas de curiosidad unido a cotilleos infundados sobre los dos, la obra y lo que representan nuestros personajes. A la gente le gusta demasiado hablar y los rumores pueden ser muy molestos. Fuera de eso, Yami parecía algo más suelto y, de tanto en tanto, hablaba. ¿Era yo o sentía que estaba cambiando?
Kaiba nos recibió, parece que estaba ayudando con la obra, había sido el que revisó el guión y será el director de la función para que todo vaya exacto. En vista de que el primer trabajo no ha sido su punto fuerte, esperaba que destacase en el segundo punto. Por individual, nos empezaron a medir, ya había algún que otro personaje más por el lugar que pude reconocer gracias al tiempo que llevaba en el instituto.
─Bueno, estamos muchos aquí. ¿Os gustaría empezar a ensayar? ─cuestionó Kaiba cogiendo el guión─. Podemos hacer la primera escena de ambos protagonistas, dudo que Yami haya leído más.
─Por una vez, has acertado. ─respondió el aludido con voz siniestra, no parecían nada gustarle las burlas.
─Bien, vamos entonces. La escena del plebeyo que se encuentra por fin con el faraón. ─fue enunciando las otras personas que estarían allí, faltaban Tristán y Tea pero el resto podrían hacer los papeles que le habían tocado. Lentamente, nos pusimos en posición.
─¡Hola! ─May entró con una sonrisa, Kaiba solo gruñó esperando a que le dijera qué razones tenía para interrumpir de golpe─. Tranquilo amigo, guarda las garras. Le he traído compañía a Yugi.
─¿A mí? ─cuestioné confundido, incluso moví ligeramente la cabeza para tratar de adivinar quién era.
─Sí, lo encontré fuera y lo reconocí. Me enteré de que estabais con temas de la obra y pensé que podía asomarse y mirar. ─le hizo señas con la mano, a medida que entró mis rostro fue demostrando mayor sorpresa hasta no dar más de sí. ¡Era Yusei! Esa mirada clara y decidida era difícil de no ser reconocida. Saludó con disimulo y me sonrió nada más verme─. No te importa Kaiba, ¿verdad?
─Sino molesta, estará bien.
Por algún motivo, me sentí feliz. No obstante, no lo estaría de haber sabido que empezar esta obra me traería tantos disgustos para la mente y quebraderos de cabeza en el corazón.
Algo cambiaría, y Cancerbero estaba en el medio.
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¡Esto es todo! Me ha quedado largo XD Espero que Wattpad no me eche para atrás la publicación y me haga escribirlo todo.
Gracias por esperar, espero que os guste. Para que no vuelva a pasar esto empezaré a escribir la continuación que luego la vida me ocupa siempre. Y ya sabéis, podéis votar por la portada que más os guste, un beso ♥
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