Capítulo 11: Vida teatral
¡Hola a todos! Siento muchísimo la tardanza. Ni os imagináis lo que he pasado... Cuando al fin tengo tiempo para escribir resulta que me voy a un sitio sin internet. Encima, cuando llego a casa, el ordenador se me había vuelto loco y han tenido que arreglarlo. Ahora al menos funciona bien, y todavía sigo de vacaciones hasta septiembre así que... ¡podré actualizar mejor!
Muchas gracias a la gente que me animaba a seguir a pesar de estar esperando, os merecéis un premio por animar a esas personas a seguir con sus sueños. Gracias a todos los lectores y los que votan, cada vez somos más. Un especial saludo a: yiyi004, LucerodelaCruz5, LauritaDrowned099, LuceroSuarez7, DarkstarHalakti, ElCafeh, VidaGabriela13 y user12257959, cuyos comentarios siempre están vigentes por toda la historia y me rio en mi casa como un loco al leerlo XD También a, isabeldelrubi y maribellizeth quienes se animaron a comentar, gracias. Darle la bienvenida a papito_chulo666, Appril007 y yugi-kun_alo a esta historia con un apoyo maravilloso que le brindáis. Muchas gracias, de veras. Esta historia sigue gracias a vosotros.
No os doy más la chapa, aquí os lo dejo. Estoy seguro que os... sorprenderá.
~Yugi~
¿Quién lo diría? Tras ese bochornoso momento, mis navidades fueron tranquilas y pacíficas. No solo me libré de ver a Cancerbero durante los días restantes, la sensación de ser vigilado por las noches desapareció del mapa. De vez en cuando, un destello rojizo traspasaba la ventana, al menos, creía ser consciente de estar despierto cuando eso pasaba.
Tampoco había tenido ningún encuentro desagradable con los supuestos amigos de Yami, llegué a pensar, incluso, que algo malo les había pasado. Al fin y al cabo, el perro del infierno los amenazó tras llamarle a las tantas de la madrugada. Siempre se me ocurrió pasar por un hospital a preguntar por los chicos... por suerte, la idea era descartada rápidamente al darme cuenta de la estupidez que sugería aquella opción.
Las vacaciones alcanzaron su cénit y, con ello, el final. Pude ver a mis padres un poco más, a mi abuelo descansando de las tareas de la tienda y a mi madre pasando tiempo con él. Nunca pensé que podría reunirlos, de esta manera, confirmé que el rencor que sentía hacía mis padres era solo contra su propio hijo. De hecho, pensaba que mi madre era una mujer fuerte que trabajaba no solo cuidando de la familia, sino fuera en una gran empresa.
Mientras me vestía, vi de nuevo un símbolo rojizo tras de mí. Esta vez, no eran imaginaciones ni sugestiones, era muy real: la rosa de Yami. Descansaba firme y majestuosa, con la corona intacta y ni un solo pétalo caído. Si fuera una locura, diría que era mágica. Me acerqué con cuidado y acaricié los pétalos de la flor con dulzura antes de salir de casa. Antes de partí acaricié el collar de cuero que llevaba al cuello, fue un regalo de navidad. No es mucho mi estilo y con él más el rompecabezas del milenio iba a parecer un vendedor ambulante.
Mi sonrisa desapareció al ver el cielo encapotado. No me gustaba la sensación, temía que el destino diera otro giro inesperado y me destrozase los días tranquilos que pase bajo la estela de la felicidad y tranquilidad. ¿Sería otra jugarreta de aquel que elegía mi camino? Miles de veces le maldije y, por una vez, estaba feliz con mi vida vacía de problemas.
Caminé por las incontables calles llenas de recuerdos, en cada esquina encontraba miles de pensamientos que pasaron por mi anteriormente. Pude pasar tiempo con mis nuevos amigos, me llevaron por la ciudad, me invitaron, jugamos... Por otros establecimientos recuerdo la cara sonriente de Lyra, amenazando con castigar a su hijo todavía más por la noche que nos dio aquel día. Jamás pensé que me haría tan amiga de la madre de aquel al que no soporto verlo ni en sueños.
Precisamente, el sitio donde le veía últimamente.
No supe de él, ni sus amigos, ni entornos quitando a la madre de Lyra. Lo mismo iba con mi padre, se pasaba el día entero encerrado trabajando en el caso, hasta la fecha, más difícil de todos. El asesino se acercaba desde las afueras a la ciudad y ello empezaba a alertar a los ciudadanos.
Algo se retorcía en el cielo, si me concentraba, podría escuchar llantos copiosos y aliento pernicioso flotando por el aire. ¿Habría visto demasiadas películas de miedo estas navidades como para imaginarme todo esto?
─Buenos días enano. ─tal vez no, tal vez el cielo me avisaba de que las puertas del infierno se habían abierto y allí estaba su guardián: Cancerbero─. Hacía tiempo que no sabía de ti.
─Lo mismo digo. ─con lo tranquilo que estaba de camino, sin meterme con nadie. ¿No tenía nada mejor que hacer? Atracar un banco por ejemplo, a ver si lo encerraban unos días y podría librarme de él.
─Borde, encima que no te molesto. A la siguiente me cuelo por la ventana a molestar.
─Buena suerte, vivo prácticamente en un tercer piso.
─Soy ágil.
─Y pesado. ─me quité la mochila para poder sacar de ahí su chaqueta. Por fin me había acordado, había estado en mi armario prácticamente dos semanas, la casa entera me empezaba a oler a él─. Ten, gracias por dejármela ese día.
─¿Y esto? Tardabas tanto en devolvérmela que ya me compré otra, no necesito dos.
─Pues vendes una.
─Mejor quédatela tú, ya la has tenido por casa.
─Yami, me queda grande. ¿Para qué la voy a usar?
─De recuerdo. ─alzó los hombros restándole importancia.
─O la coges o la tiro a la papelera.
─Vas tú detrás. ─amenazó con sonrisa macabra, la mirada intensa de sus ojos regresó sobre mí clavándose de manera despiadada. Había olvidado lo que era ese sentimiento, empezar de cero se volvía molesto.
─Vale, para trapos servirá la tela barata. ─sentencié metiendo de nuevo la chaqueta en la mochila, el ceño de Yami se frunció, parecía no haberle gustado la respuesta. Zanjando la conversación, continué hacia delante para evitar seguir a su lado.
Él no quiso alcanzarme o tal vez no podía por algún motivo. A pesar de seguir el paso, lo dejé atrás con demasiada facilidad. ¿Debería huir por si las moscas? ¿Por qué conseguía en mí ese efecto tan devastador? Había olvidado la tensión constante a la que se sometía mi cuerpo en su presencia, la calma y la paz que he sentido estas vacaciones han desaparecido del mapa.
Entonces... ¿por qué me regaló esa rosa? Este tío era bipolar por lo menos.
Encontré a mis amigos en la entrada del instituto, parecían haberse reunido segundos atrás pues todavía estaban entre saludos y andando con lentitud hacia las puertas del edificio. Nada más verme, se dieron la vuelta y me saludaron con el mismo entusiasmo que usaban hacia segundos atrás. Sonreí como respuesta aunque mi cuerpo todavía estaba alerta, me sentía incómodo.
El primer evento nefasto en la lista del día negro que me esperaba hoy acababa de llegar. Mana entró junto a Kaiba, quien se mostraba taciturno mientras esquivaba a las personas con pesar. Apostaría por el causante a una mala noche, o en el peor de los casos, una muerte prematura y su posterior milagro de revivir... luego era un zombi. Aspecto a uno tenía con las ojeras y la mueca de cabreo. May le siguió por detrás, fue la primera en verme e, incluso, saludarme con cariño.
─¿Nos lo está haciendo a nosotros? ─preguntó Joe por lo bajo a Tea, ésta alzó los hombros. Conocía la rivalidad de la banda contra ellos. Entendía que no eran fáciles de tratar.
─Eso parece. ─respondió Tristán peinándose con una mano el pelo en punta que solía llevar. Le quedaba realmente bien.
La saludé de vuelta pues, supuse, que me lo dirigiría a mí después de la tragedia navideña que tuvimos en su casa. Aunque no era la primera vez que me habían pillado allí, ni tampoco junto a Yami. Ese chico se me pegaba como una lapa.
─¿Os habéis enterado de la última noticia? ─comenzó a hablar Tea tras comprobar que el grupo de Kaiba no les miraba. Por suerte, no se acercaron a comentar por la noche de la llamada y sus derivados─. La obra navideña que se pospuso ha salido hacia delante. Hoy iban a hablar para repartir papeles.
─¿En serio? Tenía la esperanza de librarme de esa mierda. ─Joe se llevó la mano a la cabeza. Odiando el teatro por su falta de experiencia, supongo.
─Pide el papel más secundario que haya, genio. ─Tristán evitó uno de los golpes directos que el rubio le lanzó al mentón. Tras sonreír victoriosamente, siguió esquivando pues esa mueca le molestó de sobremanera.
─¿A quién le toca representarlo? ─me dirigí a Tea, parecía la más enterada en el tema.
─A nuestras clases, las que estén en el mismo año.
─Vaya... ─también era casualidad, llegaba nuevo y me tocaba ensañar para una obra de temática totalmente incógnita.
─No pareces entusiasmado.
─Ahora mismo no sé si sabría actuar en condiciones. ─en mi rostro se dibujaba el desconcierto y parte de nervios, esperaba que mi sonrisa falsa crease una gran máscara para poder ocultar mis reales pensamientos.
Antes de que pudieran moverse mucho, capté el avance de la pandilla de Kaiba, prefiriendo evitar eso, decidí adelantarme para coger las cosas de mi taquilla. A veces, aunque me viera ridículo, usaba la taquilla de escudo para refugiarme de la gente que pasaba por detrás. Era honda, lo cual convertía el coger libros un auténtico reto, y para llegar hasta el fondo a por el escrito correspondiente debía meter la cabeza.
─¡Yugi! ─casi me doy contra la parte de arriba al dar un salto. Suerte tengo de mi estatura en estos casos, ciertamente. Al darme la vuelta, Mana me recibió con una sonrisa falsa. Aquella mueca decía más de lo que parecía, interiormente, ocultaba sus pensamientos contra mí.
─Buenos días Mana, ¿has pasado bien las fiestas?
─Claro, genial. ¿Y tú?
─Tranquilas.
─¿Ah sí? ¿Y después de lo de Yami? ─alcé una ceja, mucho había tardado en preguntar.
─No lo volví a ver, por eso fueron calmadas.
─Ya veo... ─se acercó a susurrar─. Ahora dime la verdad, ¿te obligó?
─No... ─miré a los lados, como nos oiga Cancerbero estamos muertos. Me retiré el pelo de la cara, con las pequeñas gotas de sudor perlando la frente, se me pegaba todavía más a la piel. ¿Esta chica estaba preocupada de mí o celosa? No conseguía captar su intención─. Su madre me invitó.
─Es la primera vez que veo a Lyra tan feliz con los amigos de Yami.
─No soy su amigo. ─cerré la puerta de la taquilla de golpe, sentía en el rostro la fuerza de la rabia─. Se me acercó a molestar, solo nos conocimos por eso.
─Bueno, mientras te meta en su cama. Llámame loca pero algo de amistad veo ahí...
─Loca. ─el cuerpo de tensó al escuchar la voz de Yami. Giré la cabeza al foco de sonido, el cual se concentraba en la entrada del instituto─. ¿Hablando de mí?
─¡No! Solo le preguntaba a Yugi qué tal le fue ese día.
─Claro, por si estaba bajo coacción, ¿no? ─se apartó del apoyo que encontró en la puerta y empezó a andar hacia ella.
─¿Qué dices? ─hizo un sonido ridículo con la boca para restarle importancia al asunto─. Era una charla amistosa.
─Querida Mana, ¿quieres que te recuerde qué pasa cuando me tocan las narices? ─la tomó del mentón y la acercó a ella. Por primera vez, sin saber qué era esa sensación, sentí una punzada extraña en el centro del pecho.
Hasta ahora, eso solo me lo hizo a mí.
─No hace falta. ─sonrió nerviosa echando hacia atrás con pasos rápidos hasta soltarse de él─. ¡Me voy a clase!
Lo último que vi fue sus pies corriendo de forma cómica para alcanzar a May, quien parecía haberla dejado atrás hace rato. Seguramente, le pidió intimidad para hablar conmigo. Todavía soy incapaz de detectar las verdaderas intenciones de Mana. ¿Qué es lo que busca? ¿Qué quiere realmente? No entiendo si me advierte, si está celosa, si simplemente le falta un tornillo...
─Ey, bonito collar. ─Yami pasó un dedo por él y lo enganchó para acercarme a mí. Pensé que era algo que hacía para incomodarme, hoy había comprobado que no, era su forma de demostrar superioridad e infundir miedo en el cuerpo de sus víctimas─. Es de cuero, ¿te va todo eso?
─No sé qué es "todo eso", pero no. ─desvié la vista, sujetando mejor mis cosas. Estaba preparado para salir corriendo cuando hiciera falta.
─¿Has asumido ya tu condición de chihuahua y te has puesto un collar? No veo tu nombre en ningún sitio, mira que te pueden meter en la perrera.
─Igual que a ti, Cancerbero. ─aparté su mano de un golpe seco y me alejé de allí. Sé que mi comportamiento le había tomado por sorpresa, extrañamente, desconociendo el motivo, lo odiaba con todas mis fuerzas en estos momentos. Esa sensación me permitía, incluso, plantarle cara.
***
Las clases pasaban con mayor lentitud. Había perdido toda originalidad cuando mis ideas para matar el tiempo habían desaparecido, tras hacer una figura de papel no me quedaba nada. No podía dibujar, ni escribir, ni entretenerme siguiendo el ritmo de una canción en mi mente... El día de hoy, la mirada de aquel demonio con cabellera electrocutada, ardía peor que mil espadas incandescentes. ¿Debía ser la falta de costumbre? Añoraba estar sentado en mi cama sin nada que hacer. Bajo el amparo de una rosa solitaria.
El rayo de luz llegó a mí, no solo por la ventana, sino cuando una chica entró hablando de la obra. Era la encargada de organizarlo y, a pesar de que todo el mundo colaboraría a la hora de actuar, varios papeles se iban escogiendo por sorteo de clase en clase. Parecía ser que al resto, según la información aportada por la joven enérgica, se encargarían del decorado, revisar el guión, las luces, el lugar, las vestimentas...
La muchacha sacó una caja con los nombres de esa clase y le pidió al profesor, la mano inocente, que sacase los nombres para poder adjudicarlos a los personajes correspondientes. Fue informando de paso que ya se habían repartido la gran mayoría y que, por ciertos alumnos de esta clase cuya pasión era la interpretación, se habían reservado los papeles protagónicos entre muchos otros.
─¿Podemos saber de qué va la obra? ─cuestionó un compañero levantando la mano por cortesía.
─De momento no puedo decirlo hasta que se repartan los papeles. Es una obra inventada, orientada en Egipto. Digamos que todavía para elegir, estamos poniendo el típico cliché del príncipe y la princesa como en las películas de dibujos animados. En realidad trata de un rey y una plebeya. pero no queremos dar pistas. ─aclaró ella.
─¿Por algún motivo?
─Aún están rematando la obra, tal vez cambien alguna parte y no quiero ir diciéndoos algo que no se hará.
─Ten. ─el profesor le extendió un papel─. El que he sacado.
─A ver... ─la joven abrió la hoja y después observó una lista donde se puso a apuntar, supongo, el nombre─. Tristán, serás el guardaespaldas del rey. ¿Estás aquí?
─Sí. ─respondió solemne con una sonrisa, parecía conforme con el resultado. Sus compañeros aplaudieron a modo de ánimo, había tenido la suerte de ser conseguido.
─Entonces te apunto aquí. Siguiente... Miho, consejera del rey. ─una nueva oleada de aplausos vino a una joven avergonzada de largos cabellos. Los llevaba atados a una coleta con un bello lazo rojo─. Otro más, Joey, bandido.
─¿Eh? ¿Por qué a mí el papel del malo? ─el chico, aún recibiendo más aplausos, también consiguió sacar las risas de algunos amigos suyos.
─Ha sido la suerte. Estás apuntado ya, te aguantas. ─le guiñó un ojo, a modo de burla─. Otro más, Tea, madre del rey.
─¡Genial! ─apostaría a que ella era una de las alumnas que, como antes dijeron, amaban la interpretación y querían un papel.
─Vale, los dos últimos. Para el rey... Yami. ─más que aplausos, se hizo el silencio repentino. Ni siquiera se escuchó un aplauso despistado que se diera por casualidad.
─¿No lo puedo cambiar?
─No. ─respondió el profesor─. La participación es obligatoria, te ha tocado.
─Pues qué bien...
─Bueno... ─ella carraspeó un poco intentando cortar la tensión y ganarse nuestra atención─. El último papel, la princesa. En este caso la plebeya que enamorará al rey será para... Yugi Muto.
Se me cayó el libro que estaba hojeando cuando escuché mi nombre. Entre aplausos no pude ni hablar, me puse a balbucear como un tonto durante unos segundos. Creo que la peor noticia que me costaba asimilar es que mi papel se enamorase del rey, ¡de Cancerbero! ¿¡Esto era un chiste!? ¿Por qué me odia la vida?
─Un momento... ─me levanté para que se me oyera bien, sentado apenas se me veía. ¡Tenía que darle el papel a quien sea! Necesitaba una excusa, por tonta que sonase─. ¿Ese papel no debería hacerlo otra persona? Quiero decir... era pensado para una chica, ¿no?
─No te preocupes, podemos cambiar algunas cosas en el guión, aún está incompleto. ─pareció pensarlo un poco, tal vez apiadándose de que me tocase actuar con semejante monstruo─. Pero tal vez podemos pasárselo a otra persona...
─No. ─respondió el alma que me torturaba tras de mí con su mirada rojo fuego de manera seca─. Si el enano cambia de papel yo también.
─¿Eso por qué? ─preguntó ella, perpleja.
─Porque el protagonista siempre tiene mucho texto, me da pereza. A mí dadme el papel de roca o árbol. ─se cruzó de brazos y me miró, le estaba atravesando con la mirada─. ¿Qué? Si se puede cambiar de papel yo también quiero.
─¿Qué más te da que yo cambie? ─por una vez, le encaré delante de todos. Aunque debía admitir que pronto las piernas empezarían a temblarme al sostenerle la mirada de esa manera.
─A mí me interesa quitarme el marrón, si a ti te dejan, a mí también.
─Lo siento Yugi... ─respondió la joven, su vista suplicaba mi perdón─. Para evitar líos te quedarás con el papel, ¿vale? Tranquilo, es una obra bonita.
─Sí... está bien. ─acepté, sentándome de nuevo. El silencio volvió a envolvernos de manera opresiva tras ese momento. La encargada tuvo que volver a romperlo, su cara denotaba presión por tras estas situaciones.
─Eso es todo. Pronto se os repartirá el guión a los actores, solo nos han dejado una hora al día para ensayar y ajustar todo el decorado, dentro de varias semanas se hará como evento de puertas abiertas. ─genial, me va a ver todo el mundo en brazos del guardián del infierno─. Los que tengáis un papel podréis ensayar fuera de clases, por las tardes supongo... Para el final del día podremos entregar el guión aunque sea a los protagonistas. Que tienen bastante para memorizar.
─Alegría. ─respondió Yami con sorna, jugando con un bolígrafo entre sus manos.
La joven se despidió, llevándose tanto la caja como mis esperanzas de salir de esta. ¿Acaso vivía en una balanza? Tras pasar en calma las navidades me caía un desastre todavía mayor. Actuar con él, tener que ensayar, hacer un papel en el que supuestamente le quiero... cuando lo único que anhelo es clavarle un tenedor en el ojo.
Las siguientes horas, al contrario que está en la cual el profesor siguió con su monótona explicación, fueron prácticamente exprés. Deseaba con todas mis fuerzas que no me dieran el guión, rezaba para que la impresora se estropease, el ordenador muriera o se borrase accidentalmente toda la obra como por arte de magia. Cosa que veía difícil, pero prefería creer a actuar con Cancerbero.
─Ey, nos ha tocado actuar juntos entonces. ─a la hora final, en el cambio de clase, se me acercaron mis amigos. Tristán habló sonriente, al menos alguien estaba contento con su papel─. Siento que te haya tocado... eso.
─No pasa nada. ─agité la cabeza para restarle importancia.
─¿Qué tal princesa? ─Joe bromeó revolviéndome el cabello, éste volvió a su posición extraña tras sobrevivir al ataque del rubio. Ventajas de tener así el pelo, de electroduende─. Vas a estar genial en el escenario.
─Sería plebeya en todo caso, y aún no tengo claro ni mi papel...
─Bueno, a mí me ha tocado madre de Yami... ─Tea suspiró, ella tampoco estaba nada contenta con su papel. Tratar con Cancerbero sería un riesgo grave a asumir.
─Ja, seguro que el bandido mola mucho. ─el rubio empezó a hacer tonterías sentado sobre mi mesa hasta que Tristán lo empujó con disimulo─. ¿¡Qué haces!?
─Pensé que te estaba dando un ataque epiléptico con tanto movimiento.
─¡A ti sí que te va a dar! ¡Mi puño en tu cara!
─Que básico eres.
Escuché pasos sendos venir hacia mí, sentía aquel pasear seguro, e incluso el ambiente frío que dejaba a su paso. Si no estuviera cuerdo, diría ciertamente que la magia existe y Kaiba salió de un témpano de hielo. Se acercó a nuestro grupo y me extendió un fornido bloque de hojas encuadernada torpemente.
─Aquí tienes. Me han dado el guión. ─repartió varias copias también para los que estaban a mi alrededor, a Joey y Tristán en cambio, se los tiró a la cara de mala manera─. Enhorabuena por tu papel, estoy seguro que lo harás bien.
─Gracias Kaiba, pero no deberías fiarte mucho. Yo no lo hago.
─¿Tú no participas? ─preguntó la joven mirándole de reojo, el chico imponía respeto.
─Yo estoy encargado del guión, hemos cambiado algunas cosas y dado por fin el final.
─¿De qué va?
─Resumiendo, de un rey que coronan con demasiada prontitud y un plebeyo esclavizado a la fuerza en Egipto. Al final se enamoran y demuestran que el amor no entiende de jerarquías y todo ese rollo de películas.
─Gran resumen. ─sentencié buscando mis partes en el guión. Tenía más diálogo que aquello monólogos que te contaban un chiste en una hora. Solo memorizar esto me llevaría un montón de días... maldigo mi suerte.
─Ahí estás. ─escuché la voz de Kaiba antes de ver cómo le lanzaba el guión al perro maligno que entraba por la puerta.
─¿Pretendes que me estudie todo esto? Deja las drogas que son muy malas para dirigir una empresa.
─Me parto contigo, ¿compartir cama te despejó la mente? ─Yami se acercó lentamente a él, pude ver por el rabillo del ojo que el potente rey del hielo... había retrocedido─. Tengo que repartir el guión a más gente. Suerte.
─Eso, ve a hacer de chico de los recados. ─respondió Cancerbero sentándose en la silla con los pies en la mesa. Llamó mi atención chasqueando los dedos como si llamase a un chihuahua─. Enano, ¿te has leído el guión ya? Dime de qué va.
─Pues no, no soy tan rápido. ─respondí sin darme la vuelta, preferí dirigirme a mis amigos─. Tengo alguna escena con vosotros, ¿queréis quedar después de clase para ensayar? Dentro de algunos días quiero decir.
─¿Yo tengo alguna escena? ─preguntó Joey buscando en su guión.
─Sí, al principio, eres el bandido que secuestra a los plebeyos para esclavizarlos.
─Toma, ahora estás bajo mis órdenes entonces. ─sonrió señalando la puerta─. Tráeme algo de comer plebeyo.
─Cállate. ─Tea le sacudió en la cabeza con mi estuche, siguió hablando como si nada dejando el objeto sobre mi mesa con mayor delicadeza de la que usó estampándoselo al otro─. Me parece buena la idea de Yugi, cuando nos aprendamos mejor nuestras partes podemos ensayar. También tendremos los descansos para ello...
─También lo creo. ─apoyó Tristán frunciendo el ceño, algo debía haber leído en el guión que le arrancó la sonrisa de golpe.
─El profesor, sentaos. ─Tea empujó a los chicos que se habían remolinado a mi alrededor para hablar.
─¡Me has hecho daño, loca! ─se quejó el rubio revolviéndose entre sus manos.
─Quejica.
Así, el día de hoy me sepultaba al peor de mis pesadillas. Tiempo con Cancerbero.
***
Preferí andar solo por las calles, necesitaba aligerar mi mente, sentir el frío viento revolviendo mis cabellos, el sonido de los coches pasando cerca, el piar de los pájaros filtrándose ente el etéreo sonido del viento silbando contra las hojas... Parecía mentira que mi vida diera un giro tan radical desde que llegué aquí.
Me han separado de mis padres, me reencontré con el abuelo, he sido víctima de un paranoico descendiente de algún demonio... En serio, la comparación entre Lyra y su hijo era dantesca. ¿Podría dejarle caer si es adoptado? O por lo menos de otra madre. Aunque, ¿quién sabe? Tal vez Lyra estaba amargada antes como él.
Al girarme, alguien me empujó al suelo. No era la fisionomía de Yami pues me choqué contra su pecho y éste estaba más duro. Me quejé en el suelo al sentir el duro golpe del asfalto contra mi trasero. ¿La gente no mira por dónde anda?
─¡Perdona! Estaba mirando el móvil y me he despistado. ─esa voz... no me sonaba de nada. Al mirar arriba, el sol me impidió verle el rostro. Si pude percibir una silueta fuerte, su mano tendida hacia mí y un cabello alborotado. Al cogerle la mano, sentí su fuerza tirar de mí hasta poder enderezarme─. ¿Estás bien?
─Sí, solo un poco dolorido. ─sus ojos azul oscuro me analizaban con seriedad, parecían rebuscar la sinceridad en mis palabras. Poseía una sonrisa amplia decorada por unos labios carnosos, un tatuaje original se posaba en su rostro a un lado del ojo, su piel eran un tanto bronceada y mostraba una actitud afable y atenta. Me gustaba la positividad que su mirada mostraba─. ¿Te he molestado?
─No, claro que no. Vaya cosas dices, estaba buscando un sitio por el navegador del móvil pero me despisté y te empujé.
─Ah, ¿eres nuevo?
─Un poco. ─sonrió con dulzura, llevándose la mano hacia el pelo para enredarlo aún más─. ¿Y tú?
─Llegué hace nada, la verdad. Llevaré aquí un par de meses, aún me pierdo por las calles.
─Vaya, te iba a preguntar cómo llegar a un sitio pero... no sé si sabrás decirme.
─Lo puedo intentar, ¿dónde es? ─me enseñó la dirección en el móvil, por suerte, pasaba por ahí muchas veces. Esperaba poder orientarme desde el lugar─. Sí, creo que sé el lugar. Es por aquí.
─Muchas gracias por la ayuda... ¿Cómo te llamas?
─Perdona, que maleducado. Soy Yugi.
─Yusei, encantado. ─me tendió la mano, esta vez, a modo de saludo.
─Igualmente. ─enlazamos la mano sentenciando el destino. Jamás pensé que un chico podría alterar tanto tu vida.
Ni que destrozase micorazón al verle siendo víctima de aquel asesino.
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Hasta aquí, espero que os guste. Pasad buena semana. Vendré pronto con la actualización esta vez. Un beso a todos ♥
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