Capítulo 10: Florece la rosa, germina un sentimiento

¡Hola a todos! Lo prometido es deuda y esta vez no pienso tardar tanto. Mi principal idea era subir con esta frecuencia pero todo se me torció el primer capítulo. También manda narices... En fin, esas vacaciones ayudan.

Aquí está el capítulo. Antes, si me permitís, quiero como siempre agradecer a todos los que leéis, ya somos muchas lecturas y este fic crece gracias a vosotros. Un saludo y abrazo muy fuerte también a todos los que votáis. Y muchas gracias por comentar, me animáis de sobremanera: yiyi004 y LauritaDrowned099 me habéis hecho reír llenándome la historia entera de comentarios, cada párrafo era una risa más (me encantaron las caritas de LauritaDrowned099 XD) a DarkstarHalakti una lectora que lleva prácticamente desde el principio, gracias. Citar también a isabeldelrubimaribellizeth quienes también siguen esta obra de cerca y la apoyan. Ahora dar la bienvenida a los nuevos/as lectores: ElCafehLuceroSuarez7 quien me llenó de emoción al haberme alabado alguien de su talento y decirme que podría cumplir mi sueño de escritor. Por eso y más, un beso a todos. Os dedico el capítulo, espero que os haga reír mucho.

Tras esta chapa, que se vuelve ya habitual al principio de cada capítulo XD, os dejo leer tranquilo.

~Yugi~

Final. Se acabó. No sabía cómo expresarme, si de algo estaba seguro era de poder saber que aquel fatídico día en el que entramos en esta ciudad, el cielo negruzco no fue un problema de temperatura o lluvia. Fue una maldición, una severa que se me impuso. Lo tengo muy claro ahora.

No solo seguía en casa de Yami, si no que había pasado otra catástrofe. Me hallaba en el salón, respirando del último acercamiento que Cancerbero tuvo la manía de hacer, tras sentir la oscura caricia de la muerte, su filo desgarrador susurrar en mi oído, necesité sentarme en el sofá a descansar. Tal vez serían verdad los rumores, quizás su cercanía sí pareciese la propia entrada al infierno... ¿Sería su forma de hablar? ¿Sus amenazas? ¿Los cambios de humor aleatorios que sufría mientras hablaba? Parecía bipolar muchas veces.

En esos momentos, había ido al baño, cuando llegó el momento fatal. En el piso de arriba se escuchó un grave estruendo, incluso pudo verse caer una ligera e incolora nube de polvo desde el techo del salón. La mayor sorpresa no fue ver lo ocurrido, sino a Yami venir al salón y preguntarme si me había pasado algo.

El mundo podía acabarse aquí mismo.

Subimos los dos, por razones diferentes, ya que a mí me movía la curiosidad mientras el restante era reclamado por un grito atronador de su madre que sonaba por el cielo con eco. Su marido le murmuraba que se calmase, en vano, pues ella seguía bramando el nombre de su hijo. Siguiendo el sonido de los gritos y el rastro de incertidumbre en la atmósfera, llegamos al sitio de conflicto: el cuarto de invitados.

─¿Qué ha pasado aquí? ─pregunté sorprendido ya que nadie hablaba. La cama estaba derrumbada, a simple vista cojeaba de una de sus patas con lo cual supuse que había cedido y al caer la madera del armazón y el cabecero se destrozaron contra el suelo.

─Eso me gustaría a mí saber, ¿Yami? ─el tono de voz de Lyra sobrepasaba la línea de la ira con peligro─. ¿Qué narices hicisteis cuando estaban aquí tus amigos?

─Bueno... no lo recuerdo. Esa noche bebí... ─se llevó una mano a la nuca para rascarse el pelo de manera casual, como si nada pasase.

─Borracho... ─susurré mirando a otro lado, no debí decirlo lo suficientemente bajo pues sentía la mirada de Yami taladrando mi alma. Furtiva, dura, incesante... se colaba en mi alma y buscaba entre mis más mayores miedos.

─Al final alguien no va a salir de aquí por su propio pie. ─sus palabras fueron etéreas y livianas, tanto que flotaron con sutileza por el aire hasta llegar a mi oído. Sentí una corriente eléctrica que me estremeció.

─Sí, ¡y ese serás tú! ─gritó Lyra molesta─. ¿¡Sabes lo que cuesta esta cama!?

─Lo siento... ─suspiró cansado, la voz de la mujer era tan intensa que taladraba los oídos sin piedad. Incluso Yami tuvo que disculparse, en parte por la sorpresa de haberse visto descubierto en su sutil amenaza hacia mí─. Lo pagaré como pueda...

─¡Vaya sí lo harás jovencito! ¡Estás castigado de por vida! ¡Despídete de la luz del sol!

─Venga cariño... ─Aknamkanon sonrió nervioso, moviendo los brazos suavemente por los suyos para acariciarla─. Sé que estás cabreada, no hables enfadada... No sabes lo que dices.

─¿¡Me estás llamando histérica!? ─tuve un ligero déjà vú, ¿no había vivido ya esta escena con mis padres alguna vez mientras estaba aquí?

─¡No! Cálmate, tenemos que pensar donde dormirá Yugi.

─¡Es verdad! No tenemos cama. ─Lyra empezó a mirar a los alrededores─. No se me ocurre nada.

─Por mí puedo dormir en el sofá. ─respondí con sinceridad, no era lo que más me apetecía pero, tras ver el panorama y la situación de agobio, juraría que era la opción más viable. Aparte, desde el salón tengo la salida más cerca para cuando me despierte.

─¡Para nada! Son sofás de diseño, no están pensados para dormir ahí. Te despertarías con multitud de contracturas y dolores. De ninguna manera. ─replicó Lyra, matizando la palabra negativa para recalcarla más.

─¿Y por qué no en el cuarto de Yami? Su cama tiene otra debajo más pequeña. ─habló su marido de repente, estaba tan ensimismado en mis pensamientos, tratando de evitar la mirada de Cancerbero, que tardé un rato en procesar la información.

─¿¡Qué!? ─Yami no tardó tanto─. ¿En mi cuarto? No, no, no...

─¿Por qué no? Yugi no te va a molestar, más bien debería preocuparse él. ─la mujer se cruzó de brazos y observó detenidamente al chico─. ¿O tal vez hay algo que me ocultas?

─¿Qué va a ser? No me gusta estar con el enano.

─Bien que le acosas por el instituto y la calle.

─¡Mamá! ─di un respingo ante su grito, el chico se llevó la mano a la frente para sujetarse el principio de la nariz con dos dedeos y suspirar cansado─. No tiene gracia.

─Quien se pica... ─susurró Lyra dándome un codazo pequeño para que siguiera su gracia, su risa acabo contagiándome.

─Deja estar a Yami anda. ─su marido la cogió con delicadeza por el brazo y la llevó a la habitación de Cancerbero, por suerte, habían hecho limpieza. Tenía miedo de que la cama cobrase vida debido a tanta suciedad y nos matase a todos a modo de venganza─. Sacaré de abajo la cama...

Un sonido chirriante me erizó los pelos, aquella cama parecía haber sido puesta ahí a presión. Estaba oculta en un gran cajón que cubría el de abajo y servía de base para el colchón principal, tras varios tirones, debido a la pesadez del objeto, consiguió ver la luz al fin. Su estado era lamentable, algún gracioso se había dedicado a jugar con el colchón a los doctores y le habían quitado el relleno, aparte de amputarle ciertas partes.

─¡YAMI! ─Lyra se consumía por las propias llamas del cabreo. Empezaba a pensar que podrían denunciarla por exceso de ruido a estas horas de la noche─. ¿¡Esto qué diablos es!?

─Mana... estaba feliz con una cosa punzante... La verdad es que no me acuerdo bien.

─¿Te dije que estabas castigado de por vida? ─él asintió, las siguientes palabras de su madre fueron a pleno grito─. ¡Rectifico! ¡Estarás castigado de todo cinco vidas más! ¡Así que más te vale irte reencarnando!

─Que amable mamá... ─rodó los ojos.

─Sé que estás cabreada. ─Aknamkanon llamó su atención, posteriormente me señaló─. Pero... ¿qué hacemos con Yugi? El sofá parece lo más estable.

─No no... algo habrá que pensar... ─observó a su hijo y sonrió con malicia, éste fingió estabilidad cruzándose de brazos─. Tal vez puedes cederle tu habitación.

─¿Y yo dónde duermo?

─En el sofá.

─¿No decías que no estaban pensados para ser utilizados como cama? ─era extraño, empezaba a entender las mueca de ese ser... por llamarlo de alguna manera. Algo en mi interior me decía que el muchacho frente a mí se mostraba cabreado mas no veía ningún atisbo en él de dicho sentimiento.

─Es verdad, ¡vas a dormir en el felpudo!

─¡Oye! ¡Tu hijo soy yo!

─¡Uno que está castigado de por vida!

─Calma, calma... ─hablé, intentando que no llegase a las manos. A este paso se arrancarían los pelos a tirones─. Puedo volver a casa.

─¿¡A estas horas!? ¡Ni de coña! ─la mujer se llevó la mano a la cabeza, desesperada─. No sé qué hacer...

─¿Por qué no duerme juntos? La cama es grande. ─juro por todos mis dioses que la voz del padre de Cancerbero me taladró la mente y me hizo desear desde lo más profundo de mi ser que desapareciese en esos momentos. Aunque mi cerebro todavía estaba hilando ideas tratando de entender lo que acababa de decir, mi cara mostraba una sorpresa irreversible.

─¿¡Cómo!? ─esta vez sí, reaccionamos a la vez y lo gritamos al unísono. Posteriormente nos miramos fulminantemente. Es la primera vez que me atrevo a mirarle de tal manera, guiado por el cabreo─. ¡No puede ser!

Como la última vez, respondimos a la vez. La consecuencia fue mirarnos mal e intentar hablar pero todo lo que decíamos coincidía como un mal hechizo conjurado sobre nosotros. No cesó hasta que nos gritamos mutuamente, a la vez, que el otro se callase. Gruñó molesto y se cruzó de brazos, yo le di la espalda cabreado. Lyra y su marido vieron la escena con una sonrisa, fue hilarante.

─¿No os gusta la idea entonces? ─retomó la conversación el hombre.

─¡No! ─respondió su hijo, se me adelantó─. ¿Cómo voy a dormir con el enano? Qué asco.

─Esa boca Yami. ─la mujer se cruzó de brazos y resopló.

─Lo mismo digo. ─solté de golpe, la mirada de Cancerbero atravesó mi piel─. Prefiero el sofá.

─Yo diría el felpudo.

─Bueno, no hay otra. ─Lyra se acercó a la cama para prepararla─. Es muy grande, si tenéis cuidado ni os rozaréis.

─Pero...

─¡Y eso va por ti jovencito! ─su madre le interrumpió, el dedo le señalaba incriminatoriamente─. No quiero que le hagas nada a Yugi.

─¿¡Qué le voy a hacer!?

─¡Te recuerdo que te pillé en pelotas acorralándole contra la pared!

─¡No estaba desnudo! ¡Deja ya de decir eso! ─suspiró en un intento desesperado por calmarse─. Solo me vengaba, me molestó.

─Mucho te vengas tú...

─¿Entonces está todo arreglado? Me gustaría saber que no hay problemas. ─habló el hombre, durante unos segundos, dudé en qué podría decir. No debería pedir en casa ajena, ¿verdad?

─Sí... no pasa nada... ─respondió Yami al fin, internamente, lo agradecí.

─Perfecto, entonces os dejamos para que os acomodéis. ─dijo Lyra mientras se alejaba con cuidado y delicadeza, antes de salir se deslizó tan sutil que no me dio cuenta cuando miró seriamente a su hijo e incluso le señaló con un dedo de manera inquisitoria─. Yami, el rabo bien guardadito en el calzoncillo, ¿estamos?

Sonreí, de hecho las risas disimuladas se volvieron carcajadas inaguantables pues trataban de arrancarme la vida al evitar que el aire entrase en mis pulmones, al ver el gran sonrojo de Yami en el rostro. Jamás pensé que le vería así, por primera vez en toda mi vida, no parecía el monstruo que juraba ser y, supondría, que nunca volvería a tener la oportunidad de verlo así ya que él solía estar siempre en guardia. Esta vez, su madre fue más astuta y le atacó cuando menos se lo esperaba. Éste se defendió con una queja cosa que me hizo todavía más gracia.

─¿¡Te quieres callar ya!? ─gritó molesto al de unos segundos. ¡Qué más quisiera yo! La risa no paraba y es que la escena había sido tan irreal como graciosa, se me escapaban las carcajadas cuanto más avanzaba al punto de sujetarme el estómago con dificultad. El dolor me empezó a nacer en el vientre por culpa de tanta risa─. ¡Qué te calles! ¡No te lo avisaré más veces!

─Perdón... ─pude reunir fuerzas para parar y poder decir una simple y triste palabra antes de volver a lo mismo. Respiré e inhalé un montón de veces en busca de la calma y la tranquilidad a medida que me iba calmando─. Que mal rato por dios...

─No, te equivocas. Mal rato vas a pasar ahora. ─matizó la última palabra y me hizo estremecerme, su voz grave como áspera llegaba a erizarme los pelos e incluso la piel hasta dejarla helada.

─¿De qué hablas? Déjate de... ─para cuando me di cuenta, me había acorralado contra la pared de la misma manera que hacia un rato. Sus brazos tapaban mis salidas colocándose en ambos extremos mientras la pared funcionaba a modo de tope. Una pared gélida que frenaba mis escapes, al contrario que su mirada, la cual ardía en las llamas del infierno más oscuro. Su cuerpo estaba cada vez más cerca, al moverme, sentía el roce de su pecho trabajado y sus mechones acariciando mi rostro─. ¿Yami?

─Me tienes harto... tendré que dejar las amenazas y pasar a la acción. ─bajó lentamente el rostro, tragué saliva tratando de mostrarme seguro. Estaba harto de que jugase constantemente conmigo. Siempre insultándome, amenazándome con molestarme... ¡el primer día me colgó del perchero!─. Eres valiente enano, no suelen sostenerme así la mirada.

─Mira, no sé por qué todo te molesta pero solo me reía por la situación. No por ti. ─miré a otro lado, me costaba batirme con esos intensos ojos rojos─. Siempre piensas que es todo un ataque.

─Cállate, ahora mismo vas a pagar por todo. ─antes de que siguiera clavando en mí, la voz de Lyra llegó a gritos hasta nosotros.

─¡El rabo Yami! ¡El rabo! ─matizó la palabra─. ¡NO SE USA!

─¡Cállate ya mamá! ─gruñó cabreado, tuve que reprimir una risa pues debía admitir que en estos momentos Cancerbero me daba miedo, mas nadie podría negarme que la escena era hilarante. Incluso para Yami, a quien habían sacado de su papel de amenazante por responder a la madre─. No le estoy haciendo nada.

─Mentiroso... ─susurré.

─Es verdad, ahora te lo haré. ─cogió de mi muñeca y tiró de ella, tropecé con su propio cuerpo mientras me llevaba a un destino que no supe descifrar.

Cuando abrí los ojos me hallaba tumbado en la cama, antes de pensar en dónde estaría él, pude comprobar la suavidad de las sábanas y la comodidad del colchón. Cancerbero apareció en mi campo visual a los pies de la cama, de un salto ágil se posicionó a mi lado. Para cuando reaccioné pude esquivarlo y alejarme de su agarre, éste también demostró demasiada rapidez cogiendo mi camiseta y tirando de ella para devolverme al sitio anterior. Entre diferentes revolcones por zafarme de él, acabé bajo el peso de sus músculos, se había colocado sobre mi vientre para sujetarme las manos.

El problema más irritante sería... haber rozado algo grande en el proceso de la pelea.

─Agh, enano. Eres escurridizo y revoltoso, le quitas a uno las ganas de vengarse.

─Entonces bájate.

─Sí, ahora que empieza tu verdadero infierno... ─su sonrisa me estremeció a tal punto que sintió el escalofrío bajo sus piernas, lo cual hizo que su mueca se ensanchase─. ¿Empezamos a jugar?

─¿Perdona?

─Te vas a acordar del día que me conociste.

─¡EN MI CASA NO SE COPULA! ─de repente la puerta se abrió de golpe, fruto de una patada, Lyra apareció con una chancla en la mano apuntando a Yami─. ¡Envaina la espada!

─¿¡Quieres dejar de hablar de eso!? ─durante unos segundos nos miramos sorprendido─. ¿A dónde vas con eso? Es un calzado mamá.

─Perdona pero esto bien usado es un arma letal. El golpe escuece que no veas... ¡Además, ya había guardado todo mi calzado de invierno! Y... ─enmudeció al darse cuenta de la posición en la que estábamos. Por mi parte no podía hacer mucho, Yami apresaba mis brazos y mi cuerpo con el suyo─. ¿¡Qué haces con el pobre Yugi!? ¡Bájate de ahí! ¡Verás cómo te denuncie por violación!

─¡Qué no le he hecho nada! ¿¡Cómo tengo que decírtelo!? ─gritó cabreado, la casa se estaba convirtiendo en un bullicio animado en plena noche─. ¡Solo le amenazaba!

─¿¡No puedes hacerlo con una navaja en el cuello como todo el mundo!?

─Encima dele ideas... ─suspiré cansado, esperando que lo de Lyra hubiera sido una broma para comparar la irreal imagen que transmitíamos.

─Da igual, ¡deja de amenazarle que es nuestro invitado! ─le amenazó con tirarle la chancla varias veces─. Más te vale que no le hayas hecho nada aún, soy muy joven para tener un hijo penetrador.

─¡Y dale! ─al final la insistencia de Lyra hizo que se hartase y se levantara para plantarle cara a la madre quien, al ver que se había quitado, sonrió victoriosamente─. ¿Piensas que tengo tan mal gusto?

─No, claro que no... No hay más que ver a tus amigos. ─la comisura de sus labios apuntó hacia arriba─. Veo que está todo bien, buenas noches chicos. Nada de molestarse.

El silencio reinó al cerrarse la puerta, Yami se llevó una mano a la frente y suspiró cansado. Parecía ser que la frustración de sus planes no la llevaba bien, ya que se dio la vuelta para fulminarme con la mirada como si yo tuviese la culpa. Volví a reprimir una sonrisa, no podía evitarlo, Lyra era una mujer graciosa que conseguía sacarle una sonrisa a cualquiera. Sobre todo tras ver esto.

─Maldito enano... ─bufó mientras se sentaba en el borde de la cama, se abrió de piernas para apoyar ahí sus brazos y dejarlos caer ligeramente. Nuevamente, de entre sus carnosos labios, se escapó un suspiro.

─Deja ya de insultarme pesado, no recuerdo haberte hecho nunca nada para que me ataques así.

─¿Ah no? Juraría haberte dicho toda la lista hace unas horas.

─Juraría que fuiste tú quien empezó esta absurda guerra colgándome del perchero y mojándome con una regadera.

─Eso solo fue mi saludo.

─A la siguiente saluda tirándote por un puente.

─Uh... ya has vuelto a enfadarme. ─tiró de mí para acercarme a él, consiguió hacerme llegar a su regazo donde caí bocarriba, gruñí molesto al sentir el golpe latir en mi cráneo. Me había dejado caer en su pierna, estaba demasiado dura y provocó el daño─. A veces no te soporto.

─Lo mismo digo. ─las manos de Yami, de repente, se aceraron a mis ojos y empezó a estirar la piel de alrededor para obligarme a abrirlo─. ¿¡Qué haces!?

─No me había fijado bien en el color de tus ojos, ¿son reales?

─¡Claro que sí! ─aparté sus manos de un golpe seco─. ¿Qué esperabas? ¿Qué me los pintaba?

─Existen lentillas de color, listo. ─o el sueño me empezaba a afectar o... acababa de ver una sonrisa en su rostro.

─Mira, lo siento mucho pero tengo sueño. Me voy a dormir. ─sentencié consiguiendo escaparme de él mediante un giro rápido. Otra ventaja de ser pequeño era una gran agilidad que portaba─. Buenas noches.

─Contigo, buenísimas.

─No me gusta amenazar pero como me toques te vas por la ventana. ─Yami imitó el ladrido de un perro mientras me quitaba el rompecabezas que llevaba conmigo a todas partes para dormir tranquilo.

─Es lo único que escucho, chihuahua.

─Muy gracioso. ─bufé molesto, ¿debo dormir con la ropa que traía? No es lo más cómodo, ni lo mejor para meterme entre las sábanas. Me hará sudar mucho, oler, manchará... llevo prácticamente todo el día con esta ropa.

─¿Por qué no te acuestas ya? ¿Planeando como sacar fuerzas para tirarme por la ventana?

─No eres el centro del mundo. ─suspiré cansado, por el rabillo del ojo pude comprobar que Yami se estaba quitando la parte superior. El movimiento que capté fue nulo mas pude comprobarlo, no quise mirar más al fin y al cabo... ya le había visto esa parte.

Si él podía... yo también.

─¡Enano! ¿Qué haces? ─agité la cabeza para ubicar los pelos en su sitio tras quitarme la prenda de arriba y dejarla al lado del rompecabezas.

─No voy a dormir con esto.

─A mi cama no entras desnudo.

─Tú lo estás.

─Es mi casa.

─¿Entonces cómo entro? ─se quedó pensativo, la pregunta parecía haberle dejado en duda.

─Puedo dejarte algo.

─Me quedaría gigante, y antes que vestir algo tuyo prefiero estar desnudo. ─los pantalones fueron deslizándose hasta acabar en el mismo lugar que la camiseta. No iba a dormir con unos vaqueros. Antes de que me pudiera ver, cosa que deseaba que no hiciera pues le daba la espalda todo el rato, me metí a la cama.

─¿Ah sí? Pues mi chaqueta bien que te la has quedado. ─parpadeé tratando de entender de que hablaba, después una imagen se hizo clarividente en mi mente. ¡La chaqueta! ¿¡Por qué nunca me acuerdo de traerla!?

─Se me ha olvidado, ¿vale? Nunca recuerdo nada que tenga que ver contigo. ─me puse de lado para darle la espalda y apagué la luz, al fin y al cabo la lámpara estaba del lado donde me había acostado. No sé si sería el suyo, él estaba haciendo el tonto en el otro.

─Ya, vaya excusa. ─escuché su risa en mitad de la noche─. Por cierto Yugi, no sabía que tenías el cuerpo tan delgado. Tienes más curvas de las que pensaba.

Si hubiera estado bebiendo algo lo habría escupido. No por el hecho de lo que me ha dicho, que también, sino por cómo me ha llamado. ¿¡Ha utilizado mi nombre!? Definitivamente estoy soñando, o al meterme en la cama debí haber pisado la línea que separa los mundo y acabar en una dimensión paralela o el fin del mundo. Aquello, aparte de más factible, sería la solución más rápida para salir de aquí.

─¿A qué viene eso ahora? Cállate y déjame dormir.

─Ja, sabía que te molestaría.

─Enhorabuena.

Estuve alerta un buen rato mas no paso nada. Sentencié que tanto él como yo no queríamos tocarnos ni por error. ¿Realmente nos odiábamos? Diría que un poco sí, la verdad. Al menos esos eran mis sentimientos hacia él. Con lentitud, el sueño me fue vencido hasta hacerme dormir. Tanto mi mente como mi cuerpo estaban agotados y descansaban plácidamente hasta que una luz me hizo desvelarme. Algo vibraba.

─Hum... ─escuché a mi lado. Abriendo el ojo pude ver que era un móvil. Se movía contra la mesilla de noche y emitía la luz. Debía ser de Yami, lo malo es que estaba en mi lado.

Y lo horrible sucedió. El brazo fuerte del chico empezó a avanzar hacia el móvil, no solo palpó a tientas y me rozó parte del cuerpo, sino que apenas parecía darse cuenta. Estaba dormido y era guiado por el sonido, tanto que cuando lo cogió pasando el brazo por mi cintura, puso la llamada con altavoz para apoyar la mano en la cama. ¡Ahora mismo me estaba abrazando! Su pelo me acariciaba la nuca y nuestras piernas rozaban el calor corporal del otro. ¿¡Por qué tuvo que quedarse así!?

─¡Yami! ─escuché la voz de Mana desde el móvil (juraría que sonaba algo... ebria), sonaba música de fondo y mucho ruido─. ¡Vente a la fiesta! Esto es un no parar.

─¡No seas amargado! ¡Vamos a bailar un rato! ─ese era... ¿Mahad? Supongo que compartirían el mismo teléfono en altavoz. No me lo imagino bailando la verdad sea dicha. Ni borracho tampoco.

─¿Eh? Sí... sí... ─respondió Yami, no sé ni cómo lo escucharon pues prácticamente fue un susurro.

─¿Estás dormido? ¡Gallina! ─Mana, nuevamente, haciendo uso de su gran léxico y enriquecido vocabulario─. ¡Vamos! ¡Levanta! ¡La fiesta está genial!

─¿Me habéis llamado para esto? ─parecía estar despertándose. Por mi parte solo podía estar en silencio fingirme dormir. Cada vez que se movía, el abrazo se volvía más intenso y fuerte─. Iros a la mierda.

─¡Amargado! ─gritó Mahad mientras de fondo se escuchaba a una chica imitar al animal antes dicho.

─¿Puedes apagar ya el puñetero móvil? ─he esperado demasiado, está tan pegado que siento algo... robusto contra mis posaderas. Por no decir algo peor─. Me has despertado.

─¿Yugi? ─fue una reacción en cadena, May fue la primera en hablar. Después, los gritos de los demás amigos fueron uno detrás de otro como por efecto de un dominó─. ¿¡YUGI!?

─Sí... está aquí...

─¿¡En tu cama!?

─Sí... ─sentí su cuerpo tensarse, se levantó de golpe para enderezarse y hablar en condiciones. Los gritos de sus amigos parecían haberle traído a la realidad─. ¡No! No está en mi cama. ¡Sabéis que se ha quedado a dormir aquí!

─¿Contigo? ¿¡En la misma habitación!?

─¡Que no! ¡Solo ha venido a quejarse!

─¡Si te hemos pillado dormido! ─ese era Kaiba, ¿estaba molesto? O tal vez gritaba por el sonido altísimo de fondo que traían─. Su voz se ha escuchado como la tuya.

─Sí, está en mi cama, ¿vale?

─¡Se lo ha follado! ─gritó Mana, supongo, en mitad de la fiesta─. ¡Pedófilo!

─¿¡Qué dices!? ¡Tiene mi edad! ─abrí los ojos sorprendido, ¡niega lo otro imbécil!─. ¡Y no le he hecho nada! Joder, que asco. Se me han revuelto las tripas.

─¿¡Entonces qué hace ahí!?

─Gracias a tu amigo la seta que jodió la cama de invitados. ─¿eso iba por Kaiba? Él se llamaba Seto Kaiba... un poco forzado diría yo─. Y por tú culpa también, ¿o ya no recuerdas lo que hiciste en el colchón auxiliar?

─¡Es verdad! ─Mana era bipolar, pasaba del asombro a la felicidad─. Qué gran fiesta... ¡Joder, teníamos que habernos quedado!

─¿Por qué? ─esa voz era de la otra chica restante, May.

─Porqué habrá sido gracioso ver cómo han llegado eso y las peleas que habrán tenido hasta que se han dormido.

─O hasta que nos has despertado. ─sentenció él.

─¡YAMI! ─la voz de Lyra se escuchó como si estuviéramos al lado─. ¿¡Qué coño haces hablando a las cuatro de la mañana!? ¡Hoy lo mato! ¡Lo mato!

─¡Cariño! ¡Deja de gritar ya que llevamos toda la noche igual! ─esa era la voz de su marido, debió ser despertado también─. ¡Y suelta el zapato que ese tiene tacón!

─¿¡Pero tú ves normal esto!? ¡Lo debe de estar haciendo a propósito!

─La que habéis liado, cabrones. ─el tono de voz de Yami se oscureció, fue tal que incluso llegué a sentir pavor por mi vida durante unos segundos─. De esta os acordáis.

Cortó la llamada. Dejó lentamente el teléfono en la mesilla de noche, esta vez ni me rozó y aun así, el espacio entre nuestro cuerpos se volvió gélido, tenso y ahogante. Apostaría mi nombre que consiguió el mismo efecto en la fiesta al otro lado de la línea. Todos debieron gritar aterrados.

─¿Realmente te desperté? ─su voz seguía siendo fría. Como el sudor que estaba sintiendo, incluso en medio de la oscuridad atinaba a ver u brillo rojizo propio de una bestia con sed de sangre.

─Lo hizo la luz del móvil.

─Vaya panda de imbéciles. En fin, duerme... ─sentí que se acomodaba de nuevo en una esquina de la cama y trataba de tranquilizar su respiración. Por mi parte me sentía realmente incómodo.

La noche no podría haber sido peor.

***

Me desperté alertado, no por un sueño, no por la extraña idea de sentirme acorralado, si no por el aroma que lentamente acariciaba mi nariz y rozaba con suavidad mi rostro. Me instaba a despertarme, a dejarme vagar por un mundo liviano y etéreo alejado de las garras de Cancerbero. Irónico era pues nada más recibir la luz del sol, parpadeando varias veces para enfocar los objetos con claridad, vislumbré el rostro de aquella molestia.

Me estremecí al sentir su contacto sobre mí, incluso las sábanas vibraron ante mis movimientos. El brazo de Yami pasaba por mi cuerpo, tanto por encima como por debajo de mi cintura, mientras reposaba mi cabeza en su pecho al desnudo. ¿¡He dormido en los brazos de Cancerbero!? Necesito huir de esta casa como sea, la ventana empezaba a contemplarse como una gran opción.

Con cuidado, me deslicé por sus brazos hasta salir por la parte de atrás de la cama. Respiré profundo al poder dejar atrás la prisión de sábanas con el olor del cuerpo de Yami. No desprendía una fragancia a rosas silvestres precisamente. En silencio absoluto empecé a vestirme para poder salir de ahí escopetado. Además, así se lo había prometido al abuelo.

Tras vestirme del todo y colgarme el rompecabezas del milenio, me asomé al pasillo. El destino me odiaba, de eso no tenía ninguna duda, y me hizo ver a Aknamkanon salir de su habitación en dirección al baño. Desde el piso de abajo se escuchaban sonidos metálicos, dos opciones: era un ladrón afilando un cuchillo o Lyra peleándose para hacer el desayuno. En este punto, aceptaba la primera como posible fuga.

Cerré de nuevo ante el movimiento en el pomo de la puerta del baño. Mis oídos captaron los pasos lentos del hombre en la habitación, fueron lentos y sinuosos hasta desplomarse de nuevo tras una puerta. Suspiré aliviado y dejé atrás, al fin, las estancias de Cancerbero.

Primer obstáculo completado, faltaba el feje final de la mazmorra.

─Te he pillado huyendo. ─dio un grito al sentir el susurro de Yami en mi oído, ¿cuándo ha aparecido aquí? ¡Ni le he oído llegar! Ante mi sonido, Lyra reaccionó rápidamente y subió al piso de arriba para ver qué había pasado. No tuvo que buscar mucho pues estábamos al principio de las escaleras.

─¿¡Qué ha pasado!? ─suspiró al vernos juntos─. ¿Otra vez Yami? ¿Tú conoces el término ir vestido?

─¿Y tú? ¿A dónde ibas con la tostadora? ─la mujer se sonrojó al mirarse las manos y verse la máquina entre ellas.

─¡Es... es lo que tenía a mano! ─señaló su habitación─. ¡Vete a vestirte!

─Vale vale... encima que invitaba a Yugi para desayunar. ─le atravesé con la mirada. ¿Invitarme él? Ja, lo único que había visto eran mis intenciones de huir a escondidas y me las acaba de chafar.

─¿En serio? ─la mirada de Lyra brilló, ¿cómo me negaba yo ahora?

─Sí, pero le dije que tenía que ir con mi abuelo. ─sonreí para quitarle tensión al ambiente, estaba muy cargado─. Estará preocupado por mí...

─Puedes tomarte un desayuno rápido. ─la mujer cogió mi mano y me hizo bajar─. ¡He hecho de todo! Come algo y te marchas, ¿vale? Es más, que te lleve mi marido.

─Creo que está dormido...

─Luego lo saco a rastras, ¡que se aguante! Ayer no me dejó ir a reñirle a Yami por no dejarme dormir.

─Una de las veces fueron sus amigos... llamaron para molestar.

─¿Te despertaron? Definitivamente tendré que sacarlos a patadas cuando vengan aquí.

─No te preocupes, solo estaba medio dormido.

─¿Y qué tal se duerme con mi hijo? ─durante unos segundos, el recuerdo de amanecer entre sus brazos me alteró a tal punto que, las palabras, habían huido de mi boca─. ¿Te ha molestado mucho?

─No... al menos una vez se ha portado bien.

─Menos mal, ahora solo seguirá castigado para el resto de su vida por lo de ayer. ─desplegó un desayuno digno de marqueses, había diferentes platos llenos de dulces y demás variantes, incluso diferentes bebidas como café o té, aparte de leche, galletas, bollería, un bizcocho... Madre mía. Me he llenado solo de verlo─. ¡Coge lo que quieras! Hay de todo para elegir.

─Ya veo... ─cogí lo más sencillo que encontré: unas cuantas tostadas, un vaso de leche y probé el bizcocho, el cual tenía una pinta maravillosa. Y así era.

─Yugi, ahora que estamos solos... siempre quise preguntarte qué era ese colgante tan grande que llevas...

─Ah, es un rompecabezas. Me costó tanto completarlo que, para cuando acabé, le cogí mucho cariño y al final lo llevo a todas partes. ─de reojo, pude ver su superficie─. Me recuerda el tesón y el trabajo que hice.

─¡Me gusta! Es como un recordatorio de que nunca debes rendirte.

─Algo así. ─sonreí amablemente. Lo admitía, no había sido tanto infierno como lo imaginé, aunque ni en mis peores pesadillas me veía compartiendo cama con Yami. No obstante, debía acabar ya─. Lo siento, ahora sí debo irme.

─Un momento que llame a mi marido.

─Déjale dormir, me gusta ir a mi ritmo. Así doy un paseo, conozco los alrededores, estiro las piernas... ─me levanté de la silla de un salto, algo de vergüenza pues ni siquiera llegaba al suelo desde el asiento─. Ha sido una gran cena Lyra, gracias.

─No es nada, ¡vuelve pronto! En serio, no me hagas ir a la tienda. ─a pesar de que su rostro mostraba felicidad y empatía... juraría que lo decía con total seriedad. Debería poseer la certeza de que lo haría.

─No lo haré, adiós. ─salí al jardín tras despedirme de ella, quien sentenció que a pesar de no llevarme iba a despertar a su marido por motivos que no alcancé a oír. Respiré el aroma de las plantas antes de seguir mi camino.

─Espera. ─reaccioné a la voz de Cancerbero y me di la vuelta. Desde el rabillo del ojo capté algo lanzado contra mí. La inercia de reacción fue recogerlo, sentí un tacto suave entre mis palmas. Antes de poder hablar ir ver siquiera qué era, el chico habló antes de cerrar la puerta─. Feliz navidad.

─Yami... ─abrí las manos, como si de un tesoro se tratase, fue deslumbrándome el brillo a medida que lo admiraba. Era una rosa, con un color similar a mis ojos. Las espinas habían sido todas quitadas y en su lugar, el tallo se veía envuelto en un suave y fino hilo rojo que desembocaba en la corona de la flor─. Feliz navidad.

Con la casa como único testigo del susurro, me marché del jardín dejando su casa detrás. Ésta se perdió entre adoquines, fachadas similares e incluso árboles de parques que entre medias quisieron ponerse. El viento de la mañana se levantaba frío, invitando a los transeúntes volver al calor del hogar, en compañía.

─¡Yugi! ─al darme la vuelta me encontré con Tea. No me esperaba verla por aquí─. Que sorpresa, ¿vas para casa?

─Sí... había salido un momento.

─¿Te acompaño? Nuestro camino es el mismo.

─Me encantaría. ─eché a andar, sujetando la flor entre mis manos, cerca de mi pecho. Me daba vergüenza que lo viera... la verdad─. ¿Qué tal tu navidad?

─Ha sido divertida con los amigos, no esperaba que me lo fuera a pasar tan bien. ─en su rostro se podía ver el recuerdo de una inolvidable aventura─. ¿Y la tuya?

Lo pensé durante unos segundos, mi cabeza no sabía qué decir mientras mi boca temblaba ligeramente, tomando las riendas de la decisión. Sin escuchar bien lo que decía, siquiera pensar en que mi cuerpo reaccionaba solo, hablé solemne.

─Creo que han sido las mejores navidades hasta ahora.

Para prueba, una rosa.

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Hasta aquí ha llegado, gracias por leer. Espero que os guste. ¡Pasad un gran fin de semana! Espero veros pronto por aquí y que me veáis a mí, no quiero desaparecer otros dos meses. Tened un gran día, besos ♥

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