Capítulo único.
A Dib siempre le había atraído lo que, según el punto de vista de los demás, eran "asuntos aburridos...para personas aburridas". Sí, aún con la redundancia incluida.
Y esa era una de las principales causas por lo cual le atraían los hechos paranormales. A los demás les parecería algo muy soso e innecesario, pero, ante los ojos del adolescente: una cosa sumamente atractiva en todos los sentidos; Dib Membrana era un amante de lo paranormal, y bueno..., ahí se hallaba otra razón importante en sus gustos: El sentimiento de incertidumbre al escuchar relatos sospechosos y tener que investigar —en fuentes fidedignas— para comprobar la veracidad de una historia, le daba una buena sensación, como si contribuyera a revelar la única verdad a los incautos; de alguna manera se sentía útil... Una experiencia que, sin duda, era estupenda.
Lo único que lo molestaba de eso era que cuando a una persona le mencionaban el cargo de «investigador paranormal», automáticamente se le venía a la mente un loco supersticioso. Probablemente a cualquiera de ustedes también; sin embargo, para Dib no era así, un «loco supersticioso» era todo lo contrario a un investigador de lo paranormal, un investigador era desconfiado a todo lo que le contaran, porque necesitaba pruebas bien fundamentadas...
— ¡Pero miren! ¡¿Qué acaso no ven que Zim es verde y tampoco tiene nariz ni orejas?!
Además de haber visto al fenómeno muy de cerca..., y tener otra prueba de ello también.
— ¡¡Já, Zim!! ¡¿Creíste en serio que pude haber sido un tonto dejándote ir?! ¡Tengo fotos tuyas sin disfraz!
Millones de pruebas, si es necesario.
— ¿¡UH!? ¡¡Mientes, sucio humano!! ¡¡Zim es una larva humana tal como tú!!
— ¿Ah sí? ¿Y qué dicen estas fotos que tomé de ti?
— ¿¡... Cuáles, Dib-cosa!?
— ... ¿¡P-Pero qué hiciste!? ¡Quemaste las fotos!
— ¡Já! ¡¡Dib burro!!
Aquello por lo cual había soñado desde la niñez se cumplió en su pubertad.
Zim, quien era un supuesto alumno nuevo de su clase, no era nadie más que un alien llegado del planeta Irk mandado a la Tierra para gobernarla. Y, al parecer, eso era un hecho del que solo Dib estaba enterado, algo que por supuesto no dejaría pasar así de fácil. Quizá muchos lo tachen de loco, pero valdría la pena cuando ellos sepan lo tan equivocados que estaban. Oh sí, valdría cada segundo gastado en implantar unas cámaras vigilantes dentro de la base del alien... Por cierto, eso no había sido tan complicado como lo imaginaba, era solo cuestión de distraer a su tonto ayudante Gir y listo.
— ¡¡Maryyyyy!! ¿Viniste a ver al amoooo? ¡Pues él no está, se ha ido a...!
— Sí, como digas, toma esto.
— ¡AAAAAH! ¡Es un tocino! ¡¡Tocinoooooo!!
Aunque, ¿para qué fingir? Lo único arduo en todo eso fue haber ingresado a la "casa" sin ser identificado por los gnomos, pero ya había pasado.
Una vez que regresó a su hogar, tranquilo, tardó casi dos horas en hacer que se transmita lo que grababan las cámaras directo a las múltiples computadoras de su habitación, debido a que puso varias filmadoras desde distintos ángulos, porque mientras más sospechoso lucía el área, era mucho mejor implantar más cámaras. No le importaba nada en ese entonces; su única meta era conseguir las pruebas necesarias de la existencia del irken..., luego de eso, lo llevaría con un especialista en esos temas y el secreto de Zim vería la luz.
Ya no más Zim.
No más persecuciones.
No más desveladas para idear el plan perfecto.
No conquista.
Dib sería un héroe y eso era lo que anhelaba: reconocimiento.
... ¿Cierto?
En lo que él fantaseaba su futuro, no se percató de una cámara que captó la señal de uno de los planteles de la base de Zim, luego de esa cámara le siguió otra, después otra...y otra... Y así sucesivamente, hasta que resultaron todas las cámaras presentando cada sitio en formato de vídeo en vivo.
Dib iba a llorar de la felicidad.
Por fin... Una idea completamente realizada por él había dado resultados positivos. No podía creerlo.
— Por Saturno, esto debe ser un sue...
Pero su voz fue irrumpida por un sonoro —y molestoso— grito proveniente de una de las computadoras. «Zim...» Rezongó con fuerza antes de dirigir su atenta mirada a la cámara; en efecto, estaba el irken en la fea sala de su base, llamando la atención cruelmente a su unidad SIR por las clásicas tonterías que solía cometer..., no era algo de qué sorprenderse, aunque sí fue decepcionante, Membrana esperaba algo más interesante que ver a Zim gritando más de quince minutos a su asistente.
— ¡¡GIR, ESTÚPIDO ROBOT! ¡TE DIJE QUE...!!
No creía que fuera tan aburrido...
Cuando menos se dio cuenta, ya eran las nueve de la noche en punto. Y Zim, finalmente, dejó de lado a Gir para bajar a la zona principal de su base: pantallas gigantescas se alzaban victoriosas en las paredes carmines, acompañadas de planos dibujados en pizarras de mayores proporciones que las de la Tierra. Estaba de más decir que todo lo escrito en ellas era en su idioma irken, hecho que hizo maldecir a Dib en voz baja, pero sin quitar su atención de encima. Necesitaba saber qué hacía Zim... Necesitaba saber todo sobre él.
— Computadora—habló Zim con tono autoritario, parado de manera firme. Dib prestó atención sobrehumana—. Contacta a Zim con Los Más Altos en este mismo instante.
— Enseguida, amo.
«¿Los Más Altos? ¿Y esos quiénes eran?» El de gafas enarcó una ceja, receloso en su totalidad, probablemente sean sus colegas, los que guiaban a Zim en su misión. Millones de teorías aparecían salvajes en la mente del humano.
En la gran pantalla de la base del irken, se proyectó en cuestión de segundos la imagen de dos aliens más. Dib casi se caía de la silla. Ellos eran más altos que Zim —debió suponerlo por la forma en que el alien los llamó—, pero en evidencia, su indumentaria era diferente que la de su mortal contrincante; cada uno vestía ropas metálicas circulares en ciertas zonas de su cuerpo. Otro detalle que percibió fue el hecho que tenían colores distintos, una vestimenta era de color púrpura, y otra; roja.
— Ogh, Zim... ¿De nuevo tú? —soltó el de color púrpura, claramente con desgano. Aquel peculiar comportamiento extrañó a Dib, era el trato menos indicado para dirigirse a un cómplice.
— ¡Mis Altos! —Zim hizo un saludo al más puro estilo militar, con fervor y respeto a la vez.
Dib notó que ambos irkens de la pantalla gigante lo miraban con fastidio.
— ¡Siento haberlos interrumpido, pero esta vez el gran Zim tiene un perfecto plan que no puede fallar! ¡Es por eso que necesito su aproba...!
— Zim—lo calló el de color rojo—. Zim, antes de que...
— ¡Sí! —El entusiasmo del irken era demasiado.
— No, Zim, espera... ¿Realmente necesitabas nuestra aprobación para llevar a cabo un plan? —Púrpura se cruzó de brazos, siendo secundado por Rojo, quien solo atino a asentir su cabeza.
— ¡Exactamente! ¡Zim será el más grandioso de todo Irk, pero después de todo, nadie sobrepasa el poder que ustedes tienen, mis Altos!
— ¿En serio dices eso, Zim? —Rojo sonrió con malicia.
— ¡Ajá! —El irken asintió repetidas veces, completamente dispuesto a escuchar todo lo que sus líderes dijeran. Tanto Zim como Dib atisbaron con perfecta atención el cómo el Alto de color Púrpura le susurraba algo en la antena al otro líder, el contrario reaccionó con una carcajada legendaria, para después responder con otro susurro y al final ambos resultaron desternillándose sonoramente.
— Está bien, está bien—Púrpura inició su parloteo—. Zim, te damos autorización, ¿de acuerdo?
El brillo en los ojos escarlatas del aludido era notorio. En serio se le notaba muy dispuesto.
— Pero antes... —Rojo acercó su rostro a la cámara.
— ¿Uh? ¿Qué cosa? ¡Díganme, por favor!
— Te encargamos una misión...para ti... Solo para ti...
— ¡¡Díganla!! ¡Se...se los suplico!
— Bueno... Esta misión es únicamente exclusiva para los irkens que fueron fieles a nosotros desde siempre. Ese eres tú. Eres especial y muy fiel, Zim—El Alto Rojo comenzó a dar un absurdo monólogo del cual el pobre alienígena no se daba cuenta.
— ¡Lo sabía! ¡Zim es el favorito de los Altos! ¡Toma eso, Skoodge! —gritó el alien victorioso, alzando ambos brazos.
— Lo que tienes que hacer es... —Púrpura dejó esperando a Zim por unos instantes, supuso Dib para darle más suspenso al asunto—... desnudarte—finiquitó.
— ¿Desnudarme?
— ¿¡Desnudarse!? —Dib estaba alucinando; en primer lugar, porque ya desde un primer instante, supo que los líderes que tanto veneraba su enemigo solo se burlaban de él y buscaban verlo en situaciones vergonzosas, como esa, por ejemplo. No sabía por qué razón deseaban tanto humillarlo, pero en el interior no evitaba sentir pena por Zim, él era tan...ingenuo... Pero, por otro lado, sería algo del que podría sacar provecho, si Zim se desnudara revelaría por completo su anatomía extraterrestre: una prueba contundente que podría exponer y con lo cual daría un remate.
Ya se visualizaba a él en un reportaje con la primicia de: «Dib, el niño que impidió valientemente la invasión alienígena».
Sería perfecto...
— Como lo oíste—Era increíble que el invasor no viera cómo ambos Altos evitaban carcajearse cruelmente.
— Bueno... —Zim dudó por un instante, pero al recordar que eran sus líderes quienes le encomendaron esa "importante" misión, se auto-convenció de hacerlo. Sus guantes tocaron la comisura de la indumentaria que tomaría el lugar de una camiseta..., estuvo a punto de alzarla en su totalidad, de no ser porque Púrpura lo interrumpió:
— Espera, Zim, necesitamos grabarlo porque...
— ¡Es un momento que necesitamos exponerlo a las siguientes generaciones!
El azabache que presenciaba todo el espectáculo moriría en cualquier momento de la impaciencia, le daba curiosidad tener que analizar cada parte de su cuerpo. Pero, al mismo tiempo, era incrédulo ante la crueldad que sus gobernadores tenían ante los de su misma especie.
— ¡Oh, tienen toda la razón! Está bien, Zim puede esperar.
Púrpura sacó una cámara de quién sabe dónde. Qué conveniente.
— ¡Cierto! ¡Chicos, vengan todos!
En cuestión de minutos, los irkens que se encontraban cumpliendo sus respectivas tareas, se detuvieron para ver con atención a la pantalla donde observaban a Zim, el que iba a quedar en ridículo pronto. Muchos con solo verlo supieron que iba a ser algo muy divertido de presenciar, por lo que se acomodaron.
— Esto es algo que trascenderá en la historia de Irk, Zim. Necesitamos registrarlo en vídeo y, por supuesto, que varias personas más sean testigo de este gran hecho—Rojo trató de explicarlo lo más convincente posible, pero tampoco se esforzó mucho. Zim era un idiota ante todos los irkens, un crédulo... Era capaz de sustraer su PAK si así sus Altos le ordenaban. Fácilmente ellos podrían abusar de su autoridad con el extraterrestre.
— Ahora sí, puedes desnudarte.
Un potente cuchicheo se desarrolló en toda la multitud irken apenas Zim retiró la primera prenda de su verde cuerpecillo, inclusive se oyó el primer rastro de leves risas burlonas. Dib, por su parte, se sorprendió a sí mismo al no sentir ganas de reír, ni siquiera le halló una pizca de gracia..., mucho menos le produjo asco. Simplemente se limitaba a atisbar a todo detalle el ser de Zim. Siempre lo había imaginado extenuado, y sintió una oleada de satisfacción al comprobar que así era. El de ojos carmines poseía un cuerpo frágil y era visible ante las analíticas pupilas de su enemigo, si podía vencerlo con facilidad siempre fue gracias a su PAK, aunque si no contara con esa gran ayuda, Zim sería un debilucho visto desde todo ángulo.
Al retirarse el diminuto pantalón que particularmente vestía, todos rieron con más ímpetu. Dib se sobresaltó al percatarse de la ausencia de un aparato reproductor, pero pronto se golpearía mentalmente. Podía esperar cualquier cosa por parte de Zim, al fin y al cabo él era un alien: alguien sumamente ajeno a su raza.
En un santiamén ya estaba absolutamente desnudo, nada cubría su peculiar "piel" —a excepción de su PAK, claro—. Al estar expuesto en su totalidad, el resto de los irkens no contuvieron sus carcajadas y las soltaron con descaro, sin hacer el mínimo intento de un disimulo. Zim no se inmutó u ofendió; todo lo contrario, creyó que era parte de la importante misión que Púrpura y Rojo le habían encomendado. En un acto de orgullo, infló su pecho, ubicando sus brazos entorno a su delgada cintura, aquella acción realizada causó que las burlas acrecentaran. Ambos líderes estallarían por tanto reír en cualquier momento.
Mientras tanto..., el humano no lograba alejar su mirada del delgado cuerpo del alienígena. ¿Sería exagerado de su parte decir que era más pequeño de lo parecido? Lucía un niño pequeño, cuando Dib sabía que no era uno.
— Es la piel perfecta.
Sintió resquemor consigo mismo al procesar lo que había dicho.
De pronto, se sentía como alguien que acababa de profanar un cuerpo.
Se sentía sucio.
Un espía; un espectador...
Pero, ¿por qué?
¡Si esto era por el bien de la humanidad!
Además, por Neptuno, ¡él era un alien! ¡Ni tenía miembro!
Los irkens permanecieron mofándose por cinco minutos exactos. Sí, Dib los tenía contados.
Para cuando todos se cansaron de ver a Zim desnudo —y pasó de ser algo divertido a repugnante, de hecho— se retiraron gradualmente uno a uno; al final, los únicos que permanecieron fueron Púrpura y Rojo, igual de complacidos que Zim, cada uno por razones diferentes.
— Zim, lo hiciste genial—Rojo mantuvo un semblante serio, probablemente porque su boca le dolía de tanto reír.
— Así es.
El alien se sentía orgulloso de sí mismo, y de veras muy agradecido con sus líderes.
— ¡¡Muchas gracias, mis Altos!! ¡Gracias a ustedes Irk supo reconocer la grandeza del poderoso Zim! ¡No los defraudaré en la misión que estoy planeando!
— Eh..., sí. Adiós, Zim.
Y con eso, finalizó la llamada.
Dib no supo cómo sentirse al respecto. La vergüenza ajena sería una opción muy acertada a cómo estaba al principio, pero..., le costaba aceptar que apenas su némesis comenzó a desvestirse, un revoltijo se desató en lo profundo de su cuerpo.
«... Raro.
¿El desayuno me habrá caído mal?»
Hubiera seguido reflexionando acerca de todo ese embrollo mirando a la nada, de no ser por el terrible azote que sufrió su puerta, dando paso a una horrible figura que reconoció instantáneamente como su hermana.
— ¡¡Dib, baja a cenar de una buena vez!! —Su mano izquierda estaba aferrada al pomo de la puerta, intuyó su hermano para canalizar la ira acumulada. Agradecía eso. Gaz al menos hacía el intento de no querer golpearlo.
— ¡U-uh, Gaz! Hubieras cenado sin mí...
— Ni lo menciones, idiota —Era un clásico que la peli-morada pronunciara cada una de las palabras con la frivolidad tan característica de su parte—. Si fuera por mí ya lo habría hecho, pero el estúpido robot que papá creó no me servirá la comida si no estás tú. Así que baja, ¿quieres? Luego regresas a acosar al rarito del chico verde.
— ¡No lo estoy...!
Pero calló al percatarse de que, básicamente, eso estaba haciendo.
— A-ahora bajo, Gaz.
— No tomes mucho tiempo.
Apagó sus cámaras, con la creciente duda en mente de saber qué haría Zim después.
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Cierto irken se alegró en demasía al recibir un mensaje en idioma irken, de parte de los líderes de Irk.
— ¡Esto es increíble! ¡Mis Altos mandaron un mensaje únicamente para Ziiiiim! —chilló y brincó de felicidad cual fémina terrícola—. ¡Computadora, lee esta carta! ¡No te demores ni un segundo!
— Enseguida.
Un brazo robótico salió desde lo alto del techo de la base para coger la epístola y reconocer las palabras puestas en ella, en menos de un segundo la voz sin gracia de la computadora leyó en voz alta la misiva tal como estaba escrita:
— «Admirado irken Zim: La hazaña que hizo el día de ayer fue, sin lugar a dudas, magnánima. Tuvo tal éxito que nada podrá superarlo con facilidad, lo que hiciste fue algo que trascenderá en la historia de nuestra raza.
Eres un ícono ahora en Irk, sin exageraciones. Todos ahora te admiran y veneran... Te toman como un ejemplo a seguir.
Es por ello que ambos nos ponemos de rodillas, Zim, te lo imploramos... ¡Haznos el favor de realizar la misma misión todos los días a la misma hora!
No te preocupes en llamarnos, nosotros podemos verte desde lejos, lo único que es relevante aquí es que te ubiques en el mismo lugar.
Contamos contigo.
Atentamente, tus líderes.»
—... ¿Eso es todo, computadora? —Zim oprimía una gran sonrisa asomándose en su rostro, sus manos apretaban ansiosos los extremos de la silla.
— Ninguna palabra que se haya omitido, amo.
— Ya veo... —El alien no aguantó más y dio un grito de pura emoción. Sus frutos estaban dando resultado. Poco a poco estaba ganando respeto en su planeta natal, pronto eso trascendería en la mugrosa Tierra y en un rápido parpadeo se convertiría en el gobernador que tanto anhelaba ser, los ilusos humanos serían sus esclavos de por vida—. ¡Computadora, establece un recuerdo para que Zim realice la honorable misión! ¡Por cierto, que no se te olvide avisarme cinco minutos antes!
— Establecido, señor —dictaminó la máquina al cabo de unos segundos.
— Excelente.
Zim nunca se había sentido tan realizado.
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— ¡Por Mercurio! ¿Pero qué acabo de hacer? ¡Yo...yo no estaba pensando con claridad!
Un alterado Dib Membrana daba vueltas irregulares alrededor de su —para nada ordenado— cuarto. Estaría mintiendo si mencionara que él estaba calmado como siempre, cuando obviamente no era así. La réplica al porqué de su estado era simple: Él mandó esa misiva a Zim, haciéndose pasar por los líderes de Irk.
Dib tampoco sabía responderse al porqué de su acción, fue un tonto impulso incapaz de retener por su cuenta. Trataba de buscar otro factor, con el insulso pretexto de tener que estudiar la anatomía de los irkens más a fondo, con un análisis detenido.
Porque eso tenía que ser, era lo único de lo que podía tratarse, ¿no?
Así que, sin mucho esfuerzo, logró obtener el alfabeto irken de los variados archivos que tenía de Zim y, con eso, pudo realizar la misiva sin dificultad. Por un momento dudó si lo que estaba haciendo era lo adecuado y si su enemigo creería lo dicho en la carta. Sin embargo, al observar mediante las cámaras su reacción, recordó lo confiado que podía llegar a ser.
En efecto, Zim era demasiado inocente, y eso le daba cierta ventaja; no obstante, el sentimiento de culpabilidad por alimentar su ego de esa manera tan cruel se hacía cada vez más presente... Incluso sintió pena.
Sabía que se trataba de su contrincante de toda la vida, pero como todo humano... Dib tenía sentimientos.
¿Por qué? ¡¿Por qué?!
Tal parecía que el azabache nunca podría saber la verdadera razón.
Es por el bien de la humanidad.
No.
Era la necesidad.
Esto iba mucho más allá del simple deseo de ser un reconocido investigador paranormal.
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Entonces, la hora acordada daba inicio con suma naturalidad, como ya era acostumbrado a ser.
El resto de las personas en la horripilante ciudad no le tomaban importancia. Las nueve de la noche en punto, ¿qué de especial podría ocurrir?
Pues, a esa hora exacta... Zim, dentro de su destartalada base, caminaba presuroso en dirección a la gran pantalla. Así es, el mismo sitio donde había quedado como un ridículo sin tener conocimiento de ello.
— ¡Computadora! —Su chillona voz irrumpió el ambiente de la base—. ¡Apaga la alarma de una vez! ¡Zim ya entendió que es la hora! —Cubría sus pobre antenas. La alarma usada por su otro ayudante era demasiado fuerte, Zim no podía tolerar esa potencia de decibeles.
— Claro, amo.
El timbre usado dejó de tocar ipso facto, dejando un rastro de eco por unos segundos.
Zim resopló.
— Bueno... ¿Entonces Zim ya debe comenzar?
— Básicamente.
Y en el otro lado de la ciudad, a esa hora exacta también... Se encontraba Dib, sentado frente a su escritorio de múltiples laptops, ya todas listas para poder apreciar cómo Zim... se desnudaría por segunda vez.
Vamos, que, dicho de esa manera, Dib lucía como un depravado acosador. Pero no, el azabache ya tenía quince años cumplidos, así que tan ajeno a las "cosas de adultos" no era; sin embargo, Zim era un alien, no una joven mujer de veinte años de edad, por lo tanto, no existía problema alguno.
Pese a ello, el de gafas no evitaba sentirse ligeramente culpable y... Raro, para qué omitirlo. No cualquiera apreciaría en vivo a un alienígena desnudarse.
Solo él.
Por alguna razón, su excusa de hacerlo "por el bien de la humanidad" no le convencía del todo.
— Bueno... ¿Entonces Zim ya debe comenzar?
Su martirio fue detenido casi instantáneamente al escuchar la voz de su enemigo, tan insoportable como siempre.
De hecho, nunca se había alegrado tanto de haber oído a Zim hablar.
Escrutó el pequeño cuerpo del alien tal como lo había hecho ayer a través de la cámara, atisbó poco a poco cómo iba retirando sus prendas de vestir y permanecía parado, atento a la pantalla apagada que tenía al frente, como si estuviera esperando a que sus líderes estén allí para verlo.
Aunque no quisiera admitirlo, a Dib le maravillaban las características que presentaban los irkens desde la primera ocasión que vio a Zim sin ropa.
... No quería parecer alguien demasiado enfermo para mencionarlo, pero se había percatado que la piel irken carecía de vellos, arrugas y cualquier otro rasgo como lunares, pecas o marcas de nacimiento; tampoco presentaban cicatrices, lo cual extrañó a Membrana, ¿y los incontables rasguños que ambos se hicieron en sus tantas peleas? El humano aún tenía la cicatriz notable de la primera disputa que tuvo con Zim... Quizá la piel del irken podría regenerarse.
Eso lo hacía incluso más llamativo.
Su cuerpo lucía deleznable cuando estaba despojado de toda prenda, con apariencia casi intocable. Dib entonces tuvo muchas ganas de estar ahí para poder tomar unas cuantas fotos como evidencia.
Fascinante.
Lo que percibía él era un poco confuso... podría haber sido la emoción de tener las pruebas suficientes para demostrar vida más allá de la Tierra, quizá la sensación de saber qué tan cerca estaba de lograr su cometido.
Éxtasis.
Pudiera haber llamado a sus colegas de trabajo paranormal para que vieran con él al alien desnudo, pero por más que quisiera, no lo consiguió. Sus ojos avellana nunca se despejaron del cuerpo irken desde que sus ropas cayeron lentamente. Y sus dedos se removían en señal de nervios, no era capaz de coordinar sus movimientos.
¿Qué me está pasando?
Fue muy difícil de creer hasta qué punto llegaría el humano solo para seguir profundizando la anatomía intrusa. ¿Por qué de repente le gustaba verlo así? ¿No que odiaba con toda su alma a Zim? Pudo haberlo delatado antes o en ese momento, pero nunca lo hizo.
Supuso en ese entonces que nunca lo podría saber.
Pero, si solo así Dib sentía una oleada de gratificación embargar cada parte de su cuerpo cuando veía a Zim... Pues, bienvenido sea.
«Por Saturno, soy un enfermo... Y no, no. Zim solo me atrae por lo diferente que es de mí, solo eso.»
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Así acontecieron el resto de los días —que fueron convirtiéndose en semanas— con la misma rutina de siempre: Dib y Zim iban a la escuela con normalidad, y cuando las clases concluían, ambos se dirigían con presteza a sus respectivas casas. Dib siempre hacía sus tareas a tiempo, Zim, en cambio, no se molestaba ni en leerlas; empleaban el tiempo para hacer sus cosas y, cinco minutos antes de las nueve, Dib prendía las cámaras escondidas una por una, se sentaba cómodo y esperaba al alien.
... Zim, él solo hacía sus cosas. Dib al espiarlo supo que consistían en organizar su dichoso plan paso por paso, debía detenerlo cuanto antes... pero eso sería luego.
Cuando llegaban las nueve, ya estaba parado enfrente de la pantalla y se desnudaba sin más, permanecería así unos cinco minutos o más probablemente, lo único extraño era que el irken realmente no se movía durante todo el tiempo estimado.
Solo cuando sentía que ya era suficiente, volvía a ponerse su traje y, dando un saludo militar a la imaginaria presencia de sus líderes, se retiraba.
Exactamente. Esa misma escena se repetía todos los días de todas las semanas que habían transcurrido, ningún detalle variaba, era algo absolutamente monótono. A excepción, claro, de lo que sentía Dib.
A veces era la incesante pizca de incomodidad; otras, una ligera sensación de temor al imaginar qué acaecería si lo descubriera... Eran varias emociones las que se acumulaban dentro de él, impidiendo que pensara con desenvoltura y terminara frustrado. Membrana sencillamente hubiera apagado las cámaras, pero algo le impedía... En el fondo, él no quería dejar de verlo.
Estaba ansioso, quería saber qué otras sorpresas traía consigo.
Sin darse cuenta, desarrollaba una especie de adicción a su cuerpo.
O al alien propietario, para ser exactos.
En un momento tan raudo como la rapidez de un vendaval, todo de Zim le atrajo.
Y para no alejarnos tanto de la realidad, Dib estaba comenzando a considerar si estaba cuerdo... sentirse atraído por un alienígena no era algo que sucediera con frecuencia después de todo.
No podía quedarse de brazos cruzados siendo consumido lentamente por el magnetismo que Zim tenía sobre él.
Pronto dejaría de verlo, pero no por cuenta propia.
Su enemigo tuvo que enterarse de la verdad, después de tres semanas enteras en las que fue timado.
Fue un día cualquiera —no tiene relevancia en realidad— donde Zim no hacía más que mirar fijo su pantalla. Dib también lo observaba, como si estuviera en una especie de trance ante él, inconscientemente ambas palmas de sus manos resultaron apoyadas en cada extremo de sus mejillas, se sentía un infante de kínder disfrutando de su programa favorito.
Claro que estaba disfrutando..., pero no un programa con exactitud.
Aquella tranquilidad que derivaba del ambiente fue detenida abruptamente por pisadas rápidas: alguien bajaba las escaleras cual huracán suelto. De inmediato, Zim giró sobre sus talones para hallar a un Gir enloquecido... Sí, más loco de lo usual.
— ¡¿Gir?! —Zim no mostró ni una pizca de vergüenza, tan solo lo embargó un enojo inmenso al verlo correr de un lado para otro—. ¡Computadora, te dije que vigilaras que nadie entrara!
La voz robótica no replicó a lo acostumbrado. Zim alzó una ceja de desconcierto, iba bramar una vez más, pero el chillido irritante de Gir fue más raudo:
— ¡¡¡Amooooo!!! ¿Va a jugar desnudo? ¡Eso es genial! —Dio brinquitos—. ¡Yo también quiero jugar, pero no tengo ropa! —Después de eso soltó unos gráciles carcajeos que fueron acallados ante la furia visible del alien.
Dib veía eso con suma atención.
— Uh... Está bien... —El estado anímico del robotito decayó, manteniéndose cabizbajo. Se volteó para retirarse de la base de su amo, pero apenas dio un paso, sintió una especie de 'clic' dentro de su sistema que lo hizo girar una sonrisa—. ¡Pero antes debo saltar!
— ¡¡Gir, no, para ya!!
Zim, aún desnudo, corría tras su unidad SIR en un vano intento de alcanzarlo. Aunque el extraterrestre fuera levemente más alto que su tonto ayudante, el robot era mucho más rápido que él. Eso solo desarrolló una persecución que al parecer no tendría fin, y al espía de las cámaras simplemente le estaba aburriendo ver. Iba a pararse a traer una bebida si era necesario; no obstante, notó a Gir correr peligrosamente cerca de las filmadoras, asustándolo en demasía. Rogando a cualquier divinidad cerca, cruzaba sus dedos deseando que Zim no se percatara de las cámaras implantadas.
Felizmente Gir se alejó tan pronto como había llegado, pero, cierto... Sus brazos tenían que estar extendidos, golpear un extremo y, a consecuencia, Dib vio cómo una de las cámaras caía, grabando ahora el suelo.
Otras pisadas resonaron, era Zim quien alzó la cámara y la revisaba con total desconfianza, ignorando por completo a Gir quien solo seguía corriendo feliz en su mundo.
— ¿Computadora...?
Esta vez, la monótona voz respondió.
— Diga, amo.
— ¿Cuándo ordené a poner cámaras de seguridad por la base?
Una pausa, que para Membrana fue eterna, se mantuvo en el cuarto. Él, mordiéndose las uñas, y el alien, escudriñando el desconocido modelo de la cámara, esperaban impacientes una respuesta adecuada por parte de la computadora.
— En ningún momento, amo.
— Ya veo... —Zim rechinó sus dientes caninos contra sí. Ya se hacía una idea de quién era el responsable de ello—. ¡¡... Estúpido humano!!
Lo único que pudo ver el aludido fueron los ojos carmines del alien, antes de que él lanzara la cámara al suelo y la pantalla solo presentara estática.
Sintió como si su corazón saliera de su pecho
— ¡¡No, esto no puede estar pasando!! —chilló como nunca en la vida.
— ¡Cállate, idiota, trato de pasar este nivel! —La queja de su hermana era lo de menos
Con la respiración agitada, giró su mirada a sus otras laptops. Grande fue su sorpresa al ver que tres pantallas más solo mostraban estática. Sí que estaba perdido. Desesperado trató de hallar la próxima cámara que Zim encontraría, y eso hizo justo cuando el alienígena ya la había tirado, causando otra estática más en una de las pantallas.
— ¡Por Júpiter! —Tragó saliva.
— ¡¡Ese apestoso humano no volverá a usurpar la propiedad del gran y poderoso Zim!! —Por cada palabra que pronunciaba, más alto iba aumentando la potencia en su voz, ardía en cólera—. ¡¡Urgh!!
Otra cámara fue mandada al demonio.
Dib sabía que faltaban pocas por romper, y a partir de ahí ya no sabría qué más haría el alien. Miles de probabilidades agolparon su mente, pero una de entre todas resaltó más:
Iría a buscarlo.
Eso no era lo que quería, en efecto. Aunque tampoco había mucho que él pudiera hacer...
— ¡¡Computadora, activa el modo de defensa!! ¡¡Iré a la casa del asqueroso mono de Dib!!
Otra cámara más en estática..., y con esa fueron todas. Provocando un irritante ruido en todo el dormitorio del azabache.
Ah, y hablando de él... Se encontraba horrorizado, nunca había ideado un plan por si Zim descubría la verdad, puesto que no lo creía obligatorio, pero ahora que su enemigo iba en dirección a su casa —y llegaría en cualquier momento— un sentimiento horrible de temor se apoderó de cada partícula de su ser. Pensó en un primer instante esconderse bajo su cama, pero ese sería un escondite fácil; otra opción sería ir al cuarto de Gaz, pero ella lo expulsaría en un dos por tres... Y bueno, el laboratorio de su padre ya estaba descartado; el doctor le tenía terminantemente prohibido el ingreso.
Así que, en resumen, Dib estaba jodido.
En lo que él estaba paralizado, intentando ejecutar un plan de último recurso mentalmente, llegó a escuchar golpes enérgicos en el ventanal situado al costado de su cama.
— ¡¡Dib-larva!! ¡¡Idiota!! ¡¡Abre la ventana!!
Oh no.
No giró para encararlo, solo permaneció quieto. Estúpidamente pensó que si no le hacía caso, Zim terminaría aburriéndose y se iría, pero sucedió todo lo contrario, el chico verde persistió; sacó unos brazos robóticos de su PAK y golpeó cuantas veces le era permitido. El ruido producido en la ventana era idéntico como si la estuvieran taladrando; el de gafas creyó que lo podría romper si no decía algo a tiempo.
— ¡¡Zim, basta!! —Finalmente dio la vuelta.
Pero es que tenía tanto miedo...
Al observarlo notó que Zim ya estaba vestido —no es como si quiera que no lo estuviera—, tenía la espalda encorvada, producto de la indignación y cólera sentida. Sus manos se encontraban en forma de puño, y es que en serio tenía muchas ganas de encestarle un golpe en el rostro..., pero no podía, la ventana protegía al humano contra todo ataque.
— ¡¡Humano necio!! ¡¡Te odio!! ¡¡¡Te odio tanto que te mataría en este mismo instante!!! —Los golpes en la ventana fueron demasiados que terminaron por romper la ventana, asustando a Dib y, cubriéndose con sus antebrazos, en ese mismo instante se agachó.
Zim ingresó sin más; con ayuda de sus patas robóticas, llegó al mismo lugar donde se ubicaba Dib, el quien se encontraba con la mirada gacha, incapaz de mirar al alien después de todo lo que hizo.
— Humano, Zim exige que lo mires a la cara.
Silencio.
— ¡¡Mono sordo!!
El adolescente sujetó su estómago después de haber recibido un golpe justo en aquella zona. Joder, sí que había sido una golpiza fuerte. Sin embargo, no se quejó por mucho cuando notó el agarre brusco que el alien le había dado en la barbilla para alzarla, obligándolo a que lo mirara.
— Ahora sí —soltó, para nada divertido—. ¡¡Dib-larva, explícame qué hacían esas cámaras en mi base!!
Membrana, por su parte, no lograba articular una frase con coherencia... No era un momento adecuado para mencionarlo, pero estaba muy nervioso por la cercanía que mantenían ambos, lo cual al contrario no parecía incomodarle en lo más mínimo.
— Y-yo... Eh... —Se sentía minúsculo ante la fulminante mirada de su némesis—. Zim, demonios, ¿en serio lo preguntas?
— ¿¡Uh!? ¡¡Humano cínico!! —De un jalón lo acercó más hacia él, para luego tirarlo con brusquedad al suelo. Zim de pronto estaba cruzado de brazos, Dib podía verlo... Asustándose más por sus pensamientos, que por lo que Zim pudiera llegar a hacerle—. ¿¡Eso quiere decir que has visto cómo Zim gastaba cada minuto en este mugroso lugar!? ¿¡Mi plan!? —Sus grandes pupilas rojizas se dilataron una fracción de segundo, mientras que sus antenas se alzaron a la par—. ¿¡La importante misión que encomendaron mis Altos!?
Fuertes pisadas resonaron y Zim pronto estaría a la altura de Dib, halándolo desde la solapa de su gabardina, haciendo que el humano tuviera que caer de rodillas y lo mirara fijamente.
El irken era un idiota y quizás ingenuo, pero realmente era muy impulsivo.
Y Dib, lejos de sentir miedo como antes lo había hecho...
... Le originaba hasta diversión.
Ver a un ser tan pequeño como Zim siendo tan rudo le producía cierta ternura. Aunque eso causaba que se sintiera anormal luego, ¿cómo él podría sentir ternura hacia un alien?
No, eso no podía ser.
— ¡¡Dib-larva!! —Zim gritó nuevamente. Vaya, estaba más furibundo que antes, si era posible aún—. ¡¡Responde!! ¡¿Viste la importante misión que me encomendaron?!
— Así es. De hecho... No fueron tus líderes, yo mandé ese mensaje—Dib replicó con soltura y una sonrisa confiada, quizá sus pensamientos fueron entremezclados con la realidad y los había confesado sin darse cuenta. Porque apenas vio la reacción de Zim, se arrepintió inmediatamente.
— ¡¡¡Mientes!!! —Sus ojos iban a estallar—. ¡¡Mis Altos me la encomendaron para ser reconocido en Irk, incluso la carta que mandaron fue escrita en lenguaje irken!! ¿¡Eh!? ¡¡Es imposible que hayas sido tú, oloroso humano!!
Y por cada oración que pronunciaba, más cerca lo tenía de su rostro. Dib no podía estar más alterado, ya que nunca había estado tan cerca de alguien. Era una impresión muy rara que preferiría omitir, pero no podía; comenzaba a sudar debido a los nervios, su corazón latía con rapidez y ya hasta podía sentir cómo la sangre se acumulaba en ciertas zonas de sus pómulos. Vaya, había sido intimidado por alguien tan enano como Zim...
— ¡¡No te quedes callado, cretino!!
— Ugh, simplemente descodifiqué lo que tu lenguaje significaba y con eso escribí todo... —Era complejo hablar cuando tenías a alguien que te acobardaba con solo estar cerca.
— ¿¡Tú quisiste ver a Zim...desnudo!? —Ahora era el turno de que su adversario se confundiera—. Espera, ¿¡tú estuviste viendo a Zim desnudo por esas cámaras!? ¿¡Las implantaste solo para verme!?
— ¡No! ¡Fue antes que–!
— ¡¡Aléjate, depravado!! —Le dio otro golpe, esta vez en donde estarían ubicadas sus... Eh, ya saben. Dib aguantó de soltar un grito de dolor puro, por lo que las lágrimas acumuladas nublaron su vista. Para cuando había recuperado la visión, notó al alienígena lejos de él, justo en el marco de su, ya, rota ventana—. ¡¡Sé que a tu sucia edad los jóvenes humanos se fijan en la anatomía de las asquerosas féminas para fines no tan higiénicos!! ¡¡Pero la verdad Zim no esperaba que tú hicieras esas actividades pensando en él!!
— Z-Zim... Si me dejas...
— ¡¡Cállate!!
Ahí estaba Dib, después de haber sido golpeado en los genitales, y a pesar de eso, se mantenía sonriente... Solo porque ver a Zim de esa manera, le causaba gracia.
— M-me gusta cuando te pones agresivo...
— ¡¡Mientes, sucio humano!! ¡¡Solo quieres confundir a Ziiim!! ¡¡Pero no lo lograrás!! ¡¡Zim nunca será objeto de tus desagradables prácticas de reproducción!!
— E-espera, Zim, yo...
— ¡¡Silencio!!
Y el único rastro dejado por el alienígena antes de huir atemorizado, fueron los pedazos que dejó de la pobre ventana que había derribado al llegar de intruso.
Oh, por supuesto, también a un dolido adolescente que se quejaba por las golpizas que recibió por parte de quien lo hacía delirar.
Porque sí..., al parecer Dib estaba comenzando a aceptar su extraño gusto por Zim.
Pero eso sería poco a poco.
•••
Finalizado el 22 de Enero a las 08:07 PM.
Hola, prros.
Probablemente no me conozcan... Sí. (?)
Soy la chapla, contribuyendo al fandom con un one-shot que ya traía ganas de escribir, es que... Apenas escuché la canción se me ocurrió la trama y ay. Fue loco. Nunca me había dado un ataque de inspiración tan grande. En fin, disculpen si hallan una falla de ortografía o si hay palabras que se repiten constantemente, ya he revisado, pero siempre se puede escapar una por allí(?
En fin, esto está dedicado a la wna de The_Grinny_Cat. Que fue la que me apoyó en lo que yo escribía. xD Así que si te gusta el ZaDr parodioso(?) pasen a leer uno de sus fics que está muy bueno.
Eso sería todo, entonces.
- chapla.
No me importa si no noticean este juan disparo </3 (?)
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