EXTRA SINIESTRA Y ROGER, FINAL
SINIESTRA
- ¿Comprenden? - Es una pregunta, pero exaltada y reflexiva le digo a mis amigas.
Yo camino sobre mi lugar masticando mi dedito y ellas, sentadas en las hamacas de la plaza me miran y escuchan atentas, mientras comen de sus conitos helados.
Necesitaba una reunión urgente, luego de dejar al alemán cerca de su casa y camino a la mía.
Aún, mi cerebro juega con la bonita música que me compartió en todo el viaje de regreso, al igual que sus palabras finales al hacerlo.
Sí, ya que lo fueron, porque después no dijo más nada sobre ese pedido y al descender de mi bicicleta, con un saludo de su mano en alto tan tranquilo como su siempre semblante, caminó hacia a su hogar.
Mientras yo, era un manojito de nervios.
Bien disimulado, por supuesto.
Pero, uno en fin.
Porque había descubierto la respuesta de mi desconfianza.
Mis dedos chasquean, volteando a mis amigas de forma locuaz e inteligente.
- ¡Es simple! - Miro mis uñas, soy una genia. - ¡A Roger le gusto! - Tras contarle todo lo sucedido, finalizo.
- ¿Roger? - Repiten, al ver que digo con familiaridad su nombre.
- El alemán... - Me corrijo rápido y me miran sin dejar de lamer sus conitos.
- ¿O sea... - Me dice una. - ...que por ser agradable y caballero, crees que le gustas?
Afirmo.
- Es así, con todo el mundo. - Habla la otra, mirándome. - Que no lo sepas Karla, te debe confundir...
¿Qué?
Es imposible.
- ¿Y a ti, Karla? - Mi otra amiga interrumpe, yendo y viniendo en la hamaca. - ¿No te gusta?
Y otra vez calor, mientras sacudo mis manos exageradamente.
- ¡Santo Dios! ¡No! - Las miro seria para que no pierdan mi objetividad y fuerzo una risa bastante ruidosa para mi gusto como restando importancia.
- Eso es bueno, amiga... - Me dice una reflexiva, terminando su cono. - ...mira, que no le hayas prestado atención en estos casi dos años en la escuela, debo advertirte que tiene su séquito de chicas que les gusta. - Me comenta sobre el asentimiento de la otra, dándole la razón y sin dejar de hamacarse. - El alemán es guapo, agradable, buena persona y un chico de familia...
- ...y que le gusta cocinar dulces... - Susurro muy bajito.
- ¿Qué? - Me pregunta por casi no llegar a sus oídos mis palabras.
Vuelvo a sacudir mi cabeza.
- Nada...
- ...en fin... - Suspira para continuar. - ...la cosa, es que yo creo que así, como crees que a él le gustas...
- ...muchas creen lo mismo. - Acota la otra. - Caro de 4to año, casi tropieza en las escaleras y si no fuera por el alemán que la sostuvo en el momento, se podría haber quebrado... - Me mira. - ¿Estabas ahí, no recuerdas?
- No... - Sincera y procurando hacer memoria.
- A María del año superior, la ayudó con cajas de teatro al verla que cargaba eso hasta el aula de variedad. - Me cuenta la otra y yo involuntariamente, comienzo a hacer nota mental, oyéndolas muy atenta. - ¿Tampoco, recuerdas?
Me encojo de hombros y sacudo mi cabeza.
- No...nada... - La verdad.
- ¿Y recuerdas a Teresita? - Una le dice a la otra a modo que no olvide. - A ella la ayudó a estudiar... - Intenta hacer memoria. - ...matemáticas! - Lo hace, con su índice en alto y su mirada me sigue. - ¿No sabías?
Hago memoria y nuevamente, digo no.
- ¡Sí! - Formula mi otra amiga. - ¿Y cuando salvó a Dali de ese pelotazo en el campus deportivo?
Mi cabeza va de una a la otra atenta y brazos cruzados, sin dejar de escuchar.
O más bien, como enumeran el listado.
Que no estaba para nada enterada, mención aparte.
De docenas de chicas que fueron aparentemente, socorridas en algún punto escolar por Roger.
¿Y lo peor de todo?
Que siendo presidenta estudiantil, jamás me enteré.
- ¿Y por eso... - Las detengo de que continuen de esa interminable lista. - ...a ellas les gusta?
Y ahora, son mis amigas las que me miran con obviedad.
- Karla, por eso te pregunté si te gustaba. - Me dice una. - Ya que el alemán, es dulce y amable con todas las personas.
Minutos después y regresando a casa, con bastante decepción camino lentamente.
Desencanto no, por ese arsenal de lista de chicas que lo miran bonito por ser ayudadas por el alemán.
Gruño.
Mi frustración, es porque no acerté, obvio.
Y gruño más fuerte.
Porque interiormente, siento que se ríen de mí, mi cerebro.
Mi inconsciente.
Mi inocencia.
Mi futuro, cosa muy loca, pero real.
La vida misma.
Y jodidamente, hasta mi corazón.
¿Qué diablos?
Rasco mi pecho.
¿Por qué?
Y me detengo de golpe en plena acera con mis manos como jarra en mis caderas.
- ¡Qué demonios! - Chillo. - ¿Y a que va todo esto y qué, me importa? - Me digo a mí, misma.
- ¿Estás bien? - La voz que me lo pregunta, me eriza la sangre y motriz, porque condenadamente no puedo caminar.
Congelada, apenas volteo mi rostro para ver otro.
Jodida suerte.
Uno demasiado tranquilo, pero con preocupación.
Sacándose otra vez sus auriculares de sus oídos, sin dejar de mirarme.
Mirada clara, pelo arena cubierto por la capucha puesta de su abrigo y rostro demasiado apuesto y germano para mi gusto.
Sí, lo que piensan.
Es el alemán.
-¿Oye? ¿Me estás acosando? - Disimulo mi sorpresa.
Y hace lo que detesto, por ser una perdición.
Sonreír divertido.
Mierda, no lo hagas.
Niega, elevando la bolsa de compras que carga en una mano, para luego.
Rayos.
El mercado que jamás vi al pasar como está casi en frente nuestro y de ahí, salió.
Más rayos con truenos.
Y recordando esa lista de chicas salvadas, me enojo más.
No, por eso, no.
Me corrijo.
Por deducir mal.
Sí, por eso es, no saquen conjeturas rosas.
Comienzo a caminar, obligando a mi sistema por eso.
Pero llegando a mitad de cuadra, descubro que el alemán lo hace pasos detrás mío.
Y me giro.
- ¿Me estás siguiendo?
Se detiene y vuelve a negar.
- Voy a mi casa, Karla... - Suave.
Jodida voz.
- Yo también. - Respondo, pero su pulgar indica el lado contrario.
- Tu casa queda para el otro lado.
Y miro ambos lados de la cuadra descubriendo que es la esquina donde lo dejé hoy en mi bicicleta.
Rayos, truenos y también tormenta, ahora.
Porque tiene razón, maldita sea.
¿Cómo, caminé hasta acá?
Me pongo derecha.
- Necesito hacer ejercicio... - Me justifico, rotando mi cuello y elongando un brazo. - ...me gusta caminar... - Saco cuenta de las docenas de cuadras de diferencia. - ...mucho y que me agarre la madrugada...
Ríe.
Tiene razón, parezco idiota.
Y mi postura igual y chica fitness la cambio por de interrogación, al notar por su bolsa de compras y siendo transparente, que está llena de productos de repostería.
Guau.
- ¿ Tu mamá va a cocinar algo dulce? - Tontamente y no me importa, mi voz como hasta mis ojos, sé, que se iluminan al ver eso.
La abre, viendo su contenido y sonríe más.
- Aunque lo hace y muy bien, no. - Niega, caminando hasta donde estoy. - Lo voy hacer yo...
Más guau.
- ¿Vas a cocinar dulce?
- Sí...
- ¿Con las manzanas de hoy?
Sonríe.
- Parte de ellas, sí... - Me dice, reanudando su marcha y yo caminando a su lado. - A mi hermanito le gusta las galletas con mermelada...
- ¿Sabes hacer mermelada casera de manzana? - Lo interrumpo.
Sé que es fácil, pero nunca hice y que alguien lo haga.
En realidad él y cuando me afirma con demasiada confianza, me asombra.
- Debemos doblar. - Habla, llegando a una esquina y lo miro raro, señalando la siguiente cuadra.
- ¿Pero tu casa, no queda en la siguiente?
- Sí, pero la tuya en esa dirección... - ¿Qué? - ...es tarde, te acompaño...
Me cruzo de brazos.
- Y cuando lleguemos a la mía, voy a decir lo mismo, porque también va ser tarde para ti. - Seamos lógicos.
Ambos somos niños.
Y reímos.
Vaya, hacerlo fue lindo.
Y yo miro la hora decidiendo, aunque algo tímida.
- Mi hermanita está con papá en su ferretería... - Que vergüenza. - ...y no cierra hasta en un par de horas y ya hice mis tareas. - Lo miro. - ¿Podrías enseñarme hacer mermelada? Le pediría que me busque por acá. - Y sacudo mis manos. - Claro, si a tu mamá no le es moles...
Y no puedo seguir hablando, porque me interrumpe.
Y no por sus palabras.
Lo hace con su sonrisa y no hablo de sus labios.
Me refiero las de sus ojos, ya que ellos sonríen y mucho al escucharme.
- A ella y a mí, Karla... - Ahora sí, habla y mierda, cuando dice mi nombre.
No tiemblen patitas.
- ...nos encantaría. - Finaliza con esa dulzura tranquila que sinceramente ya no sé, si me crispa los nervios.
O lo contrario...
ROGER
Simplemente la vi y con mis 16 años, comprendí cuando varias veces uno, escuchó la frase el amor a primera vista.
Ya que lo fue y sin aviso en nuestro primer día, al ingresar como estudiantes nuevos con mi hermano menor en la escuela, tras mudarnos de nuestro país por razones laborales de mi padre.
Dejamos amigos y familia por eso.
Pero, verla a Karla esa primera vez con su uniforme escolar como rodeada de sus amigas.
Bonita para mí, hasta el hartazgo con su pelo dorado siempre prolijo y mirada zafiro desafiante.
Resuelta.
Directa.
Pero muy querida.
Como percibiendo y lo no menos importante con cada día transcurriendo, una gran hermana mayor.
Y no me pregunten el motivo.
Yo, la sentí a hogar.
A familia y con solo sus dulces 15 años.
¿Lo más lindo?
Sin que ella lo sepa.
Nunca captó mi presencia, más que otro estudiante de nombre más.
Pero siempre estuve para ella, aunque no lo supiera.
Como la vez que la chica de 4to año.
Creo que su nombre era Carolina.
Al tropezar por las escaleras y de haber caído, no solo ella se habría lastimado.
También Karla que escalones abajo y concentrada en su discurso del día de la primavera leyendo como memorizando, lo hubiera hecho, pero pude tomarla de los brazos a tiempo.
Cuando otra estudiante superior y cargada de cajas iba a pedir ayuda a Karla en ese momento dormitando en su banco, pero notando su rostro cansado desde uno de los ventanales del pasillo, apoyado.
Es sabido que ella cuida de su hermana menor y se responsabiliza de sus tareas escolares, al igual de las del hogar por haber perdido ambas a su mamá.
Yo me ofrecí en socorrerla antes que le hable, así, podía en los minutos de recreo que quedaban, seguir descansando.
Como también de un pelotazo que por efecto rebote iba a recibir en su cabeza, si le daba a una estudiante mientras conversaba con sus compañeras a metro de ella, relajada sobre el césped del campus de ejercicios.
Jamás lo notó y tampoco quise.
Hasta ahora.
Que ya es tiempo y la excusa perfecta sobre su mirada de decepción por no tener oponente, por más que adora ganar.
La falta de un rival en la postulación de la presidencia estudiantil.
Mi aliciente y más al entender.
Feliz en mi silencio.
Al darme cuenta y encontrarla cerca de casa, que también le gusto y no lo sabe.
A veces, no nos damos cuenta que alguien nos ama en secreto.
Que festeja tus logros sin saberlo.
O ayuda en ellos en secreto, para que lo consigas.
Que valora sin palabras, lo que haces y desde una distancia sin notarlo.
Que con un simple gesto, te cuida.
O con una sonrisa, te dice te quiero...
Suelto el teclado al terminar y la miro señalando la pantalla de mi PC.
- ¿Conforme? - Le digo, relajado y satisfecho contra el respaldo de mi silla, sacándome los lentes para acomodar mi vista pasando mi mano.
Karla aplaude feliz, sentada en el extremo de mi escritorio.
Luego, la uña perfecta y pintada de rosa de su índice, se apoya en sus labios pensativas.
- Me encantó...
La miro.
- Pero... - Lo sabía.
Y analiza.
- Me hubiera gustado que les cuentes el primer beso...
- Son chicos... - Me levanto y me estiro a placer.
Jodida espalda.
- Con mi sobrina Juno no dijiste eso...
- No es lo mismo... - Niego.
- ¿Y Tate? - Argumenta. - ¿Debo recordarte que ella y el pequeño Cristiano hicier...
La miro.
Pero que, cochina.
Ríe.
- Siniestra, la historia de ellos era así...
- ¿No lo vas a escribir, entonces? - Me insiste.
- No. - Camino a la cocina por algo fresco que tomar.
- ¿Y si te lo pide mi hermana? - Volteo y me guiña un ojo. - Yo sé, que ella te gus...
- No... - Río.
- ¿A Herónimo no se lo negarías? Es tu preferido...
Y la miro divertido.
- Karla créeme, Herónimo piensa totalmente igual que yo...
- Rayos, cierto... - Le gana una sonrisa. - Oye... - La miro. - Gracias por el extra... - Me dice con cariño.
- De nada, Siniestra... - De igual manera, para luego ir por mi vaso de jugo frío y disfrutarlo tranquilo y ella, regresar a su extra y disfrutar también de lo que fue después su vida, amor y vida con Roger, cual tras aprender esa tarde a hacer mermelada.
Más dulces vinieron después y con eso, la pasión de ambos.
El nacimiento de SugarCream y mi saga...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top