ESPECIAL, YO, LA FERNANDA
FERNANDA
Nací de un huevito.
Uno bastante explorador, como lo pionera y aventurera que me convertí.
Sinceramente, no sé de dónde vengo.
Pero sí, a dónde iba.
En realidad lo que me llevaba, junto a mis cientos de hermanitos.
Un camión.
Ya que este y en su parte trasera, estábamos todos acomodados en cajas y en dirección al gran mercado abasto de algún pueblo de África.
Cientos de docenas de huevos como mamás gallinas bajo nuestro y en jaulas, cual con sus cloqueos pedían ayuda y a su vez, cada una llamaba a sus huevos.
Siendo el camino sinuoso, de tierra y apenas el viejo vehículo con su carga pesada procurando mantenerse en su eje como equilibrio en su andar y sobre un estrepitoso movimiento para no desbarrancarse, eso fue mi punto de partida hacia mi destino.
Sí.
El zarandeo logró que yo huevo, me salga de mi ubicación, seguido a otro movimiento que ruede de un lado de la cabina trasera del camión y sobre sus cajones, para luego por culpa de un hundimiento de una rueda en un pozo de agua y barro por la llovizna, pero saliendo victorioso y siendo ese el impulso, yo cayera fuera del camión mientras las gallinas gritaban huevo al agua.
Porque eso hice.
Caí al agua.
A otro charco y bien profundo, cual agradezco, porque amortigüé y ahí me quedé flotando entre lodo y más agua de lluvia.
No tengo idea, si transcurrieron horas o días, ya que seguía siendo huevo.
Pero luego apareció un humano joven y al descubrirme navegando en el charco me tomó sonriente y con la palabra desayuno en sus labios.
No sé, que quería decir eso.
Supongo que era algo feliz, ya que sonrió mientras me ponía en la parte trasera de su vieja bicicleta y montándose, me llevó a pasear.
Viaje que tampoco duró mucho al igual que el camión, porque encontrándose con alguien que le dijo "subversivos" con voz de miedo.
Supongo que así, se llamaba la otra persona.
Saltó de su bicicleta para correr entre unos matorrales y esta conmigo atrás, cayó contra la orilla del camino, justo cuando otro camión pasaba y supongo de mucha gente, por escuchar docenas de voces maldiciendo, mientras rodaba cuesta abajo ante la caída.
Y seguí cayendo.
Mucho más.
Sobre ese barranco amortiguando la maleza bajo mío.
Para luego notando que sin suelo, el aire me recibía.
Sí.
Ahora lo hacía de gran altura.
Pero una rama con sus hojas me recibieron, cual por mi peso traspasé estas para que me tomen otras y nuevamente caer para llegar a otra mata de hojas y ramas.
Y así, hasta que unas manos me descubrieron y me rodearon.
No hubo palabra desayuno, pero sí, alaridos de victoria.
Monos.
Y más monos.
Todos ahora disputándose por yo huevo.
Y más chillidos, cuando un ave notándome entre los monos, también me quiso y ferozmente se lanzó contra los monos.
¿Control de daños?
O mejor dicho, suerte para mí.
En la disputa de los animales, volví a escapar por un mal movimiento del mono secuestrador, cayendo sobre las hojas de hasta llegar al suelo acolchado de hojas secas.
Pero el viento con su lluvia me empujó y seguí viaje.
Mucho cuesta abajo y otras, solo rodando.
Incluso una vez sobre el agua.
En un río, cuando a poca distancia y a orilla de este, un elefante al verme y tomándome como juego me lanzó al agua.
Y floté.
Sorprendida descubrí que nadaba o más bien flotaba.
Hasta mi destino final.
Una orilla y contra unas piedras.
Y creo que ahí, pasé algunos días hasta que me encontró mi mamá con mis hermanitos.
Que ellos al verme, se lanzaron contra mí.
Pero mamá lanzando un poderoso ladrido los detuvo de que me quiebren.
No podía ver, pero sí, sentir la calidez de su hocico al olfatearme con cuidado y percibir como ella sabía que yo estaba dentro.
Para luego con su fuerte mandíbula, pero a su vez con suavidad, tomarme y llevarme con ella, bajo los interminables ladridos de mis hermanitos.
Y sobre unos días más pasando en el calorcito, por ponerme de mamá como al restos de hermanos contra ella, yo rompí mi huevo.
Para encontrar que no era mamá sola con mis hermanitos.
Era mamá, papá, mis hermanos y más perros viviendo en un lujoso basural de cinco ambientes, cual eran los dueños absolutos.
En un principio y mientras íbamos creciendo, me sentía diferente.
Yo tenía plumas y mis hermanos, hermoso pelaje.
Yo quedé chiquita y ellos grandes y fuertes.
Y lo que más envidiaba.
Mis hermanos pronunciaban feroces ladridos y yo, solo graznidos chirriantes intentando ladrar.
Lloraba.
Pero mamá y papá me consolaban, diciendo que era especial.
Ya que la madre tierra, me había dado el don que ningún animal tenía.
Doble alma.
Perro y gallina en la naturaleza.
Y eso, me hizo sentir única.
Porque descubrí con el tiempo y con esa habilidad y regalo de la vida.
Yo comprendía más allá entre la humanidad y lo animal.
Y como mamá le decía a mis hermanos a mí, también.
Que pronto llegaría nuestro destino.
Y así, fue.
Una tarde en nuestro basural, cuando descubrí a mis humanas, cual al vernos no dudaron en ayudarnos.
Porque a nuestro hogar gracias a ellas, de un cinco ambiente lo transformaron en palacio por lo acogedor, como también tras días viniendo, en llenarlo de comida y hacer que más humanos nos encuentren, cual gracias a ellas y lo que decía mamá y por fin comprendimos, los adoptaron.
Como ellas a mí.
En realidad, yo a ellas.
Por eso soy especial.
Porque, yo las elegí a ellas.
A Rocío como a Pao.
Y aunque me apegué más a mi mamá humano Paola, porque mi otra mamá Rocío trabajaba mucho curando gente y cachorros humanos.
Ambas, eran mías.
Las dos y por más que les llegó el momento de que se aparearan y formaran pareja con Camilo y Juan que no es Juan.
Según, mamá Paola bipolar.
La cosa fue.
Y oh, madre tierra.
Cuando ya cada una con su vida casada, las dos se dijeron, quién se queda conmigo, porque ambas me reclamaban, comenzando una discusión.
De...
¿Quién se queda con Fernanda?
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top