"Eres mía"

Hola hola, mis pequeñxs hanyou's.

Bueno, pro fin, luego de tanto tiempo, les traigo el primero one shot ganador de mi concurso de seguidores! 

Esta vez le toco a la pequeña y bella Arelu01, ya que fue la primera en contestarme el mp.

Con ella hablamos y queria una historia inspirada en el video de Romeo Santos - Eres mia. 

La historia, casi toda, me la imagine por el video clip de él, asi que espero que les guste. 

Como sabran, dudo mucho que haya una segunda parte porque es un one shot, e intente cerrar los temas lo mas posible. 

Bueno, sin mas, les dejo la lectura. Espero que les guste!

Lin! ❤

*******************

Una nueva mañana comenzaba y, como siempre, iba al mercado a comprar la fruta mas fresca que encontraba. Amaba cocinar y esperar a su novio con la comida caliente, mas en esos días que el frio comenzaba a sentirse.

Tomo la bolsa con la compra y agradeció al mercader. Comenzó a caminar hacia su casa y su celular sonó. Al mirarlo su corazón se acelero y sus mejillas se colorearon.

Era Inuyasha.

Ese joven de bellísimos ojos dorados que tan loca de amor la tenia. Pero, al mismo tiempo, que la hacia sentir culpable a limites insospechados. Como si estuviera cometiendo el peor crimen de la historia.

Miro su mano izquierda, viendo como un anillo de diamante rosa brillaba en él. Houyo, su prometido, se lo había dado hacia poco mas de un mes y aun no encontraba el momento adecuado para decirle a Inuyasha que ya no podían seguir viéndose. Que esa aventura debía terminar porque no era correcto.

Si, sentía que lo amaba con locura porque cada vez que la tocaba su piel revivía, su corazón latía como si no hubiese mañana y su estomago se llenaba de molestas mariposas que la hacían confundir aun mas. ¿Amaba a Houyo? Claro que si. Estaban juntos desde que podía recordar. La trataba como una reina. La amaba como ella se lo merecía. Pero, ¿Entonces porque se confundía cada vez veía a Inuyasha?

"Es costumbre, no amor, Kaghome"

Sabias palabras de su amiga Sango.

¿Y si realmente era así? ¿Y si realmente lo que sentía por Houyo era costumbre?

-Maldición – Murmuro por lo bajo y le contesto el mensaje al peliplata – Estoy yendo a casa – Escribió y aun con el teléfono en su mano se adentro al edificio y al elevador. Al llegar a su piso, coloco su pulgar en el escáner de su celular y la puerta de su departamento se abrió.

Si hay algo que le apasionaba a Houyo era la tecnología. Y eso se notaba en su hogar, el cual estaba casi todo automatizado.

-Hola, babe – Esa voz... Esa voz grave y sensual. Se giro sobre sus talones, encontrándose con la sonrisa compradora de Inuyasha, que la miraba como si fuera a comerla en cualquier momento y eso, por el angel, como la encendia. Se conocían hacia casi un año y, aun viéndose seguida, siempre que la miraba, sentía como la desnudaba.

- ¿Qué haces aquí, Inuyasha? – Pregunto dejando la bolsa sobre la mesada de la cocina, para luego sostenerse de allí mientras inspiraba profundo. Necesitaba decirle, con urgencia, que eso se tenia que terminar allí.

- Nada – Murmuro mientras tomaba asiento en el gran sofá blanco que se encontraba a un costado de la estancia. Su vista era la mejor de la ciudad, lo sabia. Daba justo a todo Central Park – Vine a charlar contigo – La miro directo a los ojos y la azabache sintio como sus piernas comenzaron a temblar. Tenia que ser fuerte.

- Sabes que no puedes venir a mi hogar como si nada, Inuyasha. No están ni Sango ni Miroku como para que Houyo no sospeche – Se acerco al peli plata, pero antes de poder sentarse a un lado, él tomo su mano logrando que caiga sobre sus piernas. Ambos se miraron y con delicadeza, acaricio su cabello mientras sus ojos no dejaban de verse.

Kaghome volvió a temblar, mientras su cuerpo comenzaba a prenderse en llamas. No había hecho nada mas que acariciar su cabello, ¿Por qué se ponía así?

Aun recordaba la primera vez que lo vio, en el bar de su amigo Miroku. "Delicious", asi se llamaba...

Se encontraba con Sango y Rin en una mesa del bar, mientras charlaban amenamente. Era el cumpleaños de Rin y pensaban festejarlo como en los viejos tiempos, emborrachándose hasta caer.

No recordaba cuanto tiempo había pasado desde que estaban allí, pero si recordaba muy bien que acababa de terminarse la 3er copa cuando lo vio entrar. Caminaba como si fuera el amo y señor del lugar, mientras las tenues luces se conjugaban para alumbrarlos al mismo tiempo, logrando que su cabello plateado pareciera el de un mismo angel.

Cuando sus miradas se cruzaron, su respiración se corto al ver el color de sus ojos. Parecian dos faroles dorados, algo que no terminaba de creer. ¿Cómo era posible que un hombre tuviera ojos dorados? Tenia que ser una fantasia que estaba teniendo debido al alcohol.

Tomo asiento en la barra, sin dejar de mirarla. Llamo al barman y pidió un trago, aun sin dejar de mirarla. Y ella tampoco podía quitarle la mirada de encima. Sentia como su cuerpo comenzaba a calentarse y su lugar mas secreto entre sus piernas comenzaba a humedecerse.

-Kaghome – Volvio la vista a Rin que la sacudia levemente por su brazo. La vio reírse como el gato de Alicia y luego miro a su amiga Sango, que tenia la misma expresión bobalicona.

-¿Qué sucede? – Murmuro, sintiendo la mirada de él clavada en su cuerpo, logrando estragos muy raros.

- Estas embobada, amiga – La pelinegra giro disimuladamente su rostro, viendo al semental que no quitaba la vista de su amiga – Por favor, Kaghome. Que pedazo de hombre – Murmuro Rin, mientras tomaba su mano. Sango hizo lo mismo, teniendo que hacer un esfuerzo sobre humano para que su mandibula no cayera sobre la mesa.

- No puede ser real – Se giro hacia Kaghome, sonriéndole con complicidad – Y lo tienes en tus redes, Kag.

- No. Houyo...

- No me lo nombres al imbécil ese – Gruño Rin. No era nuevo para nadie que el novio de su amiga le caia muy mal. Muy aburrido. Muy controlador. Lo detestaba.

- Rin – Se quejo Kaghome, pero al instante se callo cuando el barman le alzanzo una bebida.

- Señorita, el hombre de allí le envía esto. "Sexo en la playa" – Murmuro, y luego le dejo una tarjeta junto con el trago. Al irse, sus amigas comenzaron a chillar por lo bajo, tomando la tarjeta antes de que la azabache pudiera hacerlo.

- Inuyasha No Taisho. Contratista – Rin y Sango se miraron riendo por lo bajo – Con razón esos musculos. Debe de levantar peso a diario.

- ¿Te imaginas que te agarre y te pegue contra la pared?

- OMG – Rin se abanico exageradamente con su mano y luego se ventilo sus partes intimas, logrando que Kaghome se sonroje – Me agarro calor.

- Chicas, suficiente – Con rapidez le saco y leyó el nombre. "Inuyasha". ¿Por qué le dejaba un gusto picante en su lengua cuando lo repetia mentalmente? "Inuyasha". Era nombre de una persona que le prometia varias y tendidas horas llenas de placer – Ire al baño.

Sin mirar atrás, e intentando mantener la compostura, camino lo mas recta que pudo hacia el toilette. Al entrar se sostuvo en el lavado, intentando recobrar la compostura y el aliento. Podia sentir como sus manos temblaban levemente y como su respiración se agitaba poco a poco. ¿Qué rayos le sucedia? Por favor, estaba con Houyo desde hacia años y lo amaba. Lo amaba demasiado como para crearse ideas absurdas con otro hombre.

"¿De verdad lo amas, Kaghome?"

Una vocecita dentro suya la hizo dudar, como casi todos los días, si de verdad amaba a su novio o solo era costumbre... Una maldita costumbre.

Dando palmaditas a su rostro, se lo humedecio levemente y, luego de retocar su maquillaje, salio para volver con sus amigas, pero no alcanzo a dar un paso fuera cuando vio como ese semental, que la hacia dudar como nunca en su vida, caminaba hacia ella, comiéndola con la mirada.

Un jadeo escapo de sus labios y, aunque intentaba moverse, sus piernas no respondían.

La distancia se hacia mas y mas corta, hasta que por fin lo tuvo frente a ella. Un aroma fuerte a madera fresca y bosque llego a su nariz y siguió directo hacia su pecho. Inspiro mas profundo, llenando sus fosas nasales y por un momento juro que se encontraba en medio de un bosque.

-Hola, babe – Por favor, su voz era aun mas perfecta que su rostro. Sonaba como un perro a punto de atacar, pero al mismo tiempo acariciaba sus oídos como una pluma.

- Hola – Murmuro con vergüenza y su respiración se corto cuando el dio un paso mas hacia ella. Su aroma se intensifico. Podia jurar que escuchaba su corazón, tan acelerado como el de ella.

- Estoy ansioso por esta noche – Dio un paso mas y la azabache tuvo que levantar su cabeza para poder verlo mejor. ¿Esta noche? ¿Qué ocurriría esa noche? La verdad era que no lo sabia, y no tenia la mente para, en ese momento, saber que iba a pasar. Su atención estaba toda en el semental que tenia delante suyo, para graba en su memoria cada rasgo de su rostro, cada destello de sus ojos. Pero todo eso se fue por la cañería cuando sintio como la acorralaba contra la pared – De verdad, ansio verte ya mismo, babe – Kaghome asintió con su cabeza, completamente embobada. Nuevamente no alcanzaba a entender de que le hablaba.

- Si – Murmuro, y la sonrisa altanera que ese hombre le regalo hizo que su corazón casi se escape de su pecho. Acerco su rostro al suyo y beso, con mucha delicadeza, su mejilla.

- Eres preciosa – Y asi, sin mas, se alejo de ella camino al baño. Kaghome se quedo allí un par de minutos mas hasta que logro volver a la realidad.

"Estoy ansioso por esta noche"

¿Qué demonios pasaria esa noche?

Camino hacia su mesa y sus amigas no quitaban su vista de encima mientras sonreían como si hubiesen ganado la lotería... Esas sonrisas la conocían muy bien...

-¿Qué hicieron? – Pregunto ni bien tomo asiento. Sango lo único que hizo fue acercarle aun mas su teléfono. Kaghome lo tomo mientras la miraba extrañada. Apenas lo desbloqueo, se atraganto con su saliva. Habia unos mensajes a Inuyasha, que ella NO HABIA ENVIADO - ¡¿Qué hicieron?! – Pregunto nuevamente histérica, mientras sus mejillas se coloreaban y su mano comenzaba a temblar.

- Planear la mejor noche de tu vida... - Murmuro Rin, mientras llegaba otro mensaje de Inuyasha, avisándole que se encontraba fuera esperándola, en un Mustang 1965 rojo*.

***

Y vaya que había sido la mejor noche de su vida. Aun recordaba, luego de un año, cada toque, cada beso, cada caricia. Y deseaba con su alma, repetir esa noche una y otra vez, a pesar de que lo habían hecho mas veces de lo que podía recordar.

Sin medir palabras, el peliplata la beso, comiendo su boca como si fuera la ultima vez. Kaghome intento resistirse, pero no duro mucho tiempo, ya que al instante cruzo sus brazos tras su cuello, mientras le devolvía el beso logrando que este se vuelva mas exigente por parte de ella.

En un rápido movimiento Inuyasha se paro, comenzando a caminar hacia el piso superior, donde se encontraba la cama de la azabache... La cama que compartia con su prometido.

Con suavidad la tiro sobre la misma, y se acomodo sobre ella, entre sus piernas para seguir besándola, mientras sus manos comenzaban a meterse entre sus ropajes, acariciando todo a su paso. Kaghome, con algo de prisa y necesidad, tomo su remera para quitársela y asi poder acariciar su cuerpo con libertad.

-Amo cuando tomas las riendas, pequeña – La azabache sonrio con soberbia y, siguiendo sus palabras, lo dio vuelta para dejarlo bajo de ella. Sin dejar de mirarlo, se quito el sweater, quedando con su sostén. Inuyasha metio sus manos bajo su falda y manoseo su trasero, ganándose varios suspiros de los carnosos labios de ella.

El calor comenzaba a ganar terreno sobre ellos, especialmente sobre la mente de la azabache que no podía pensar con claridad. En menos de una hora llegaría su prometido, pero era lo que menos le importaba en ese momento cuando sus caderas se frotaban contra el duro bulto del hombre bajo ella.

-Inu – Gimio con suavidad y el ojidorado enloquecio. Hacia mas de una semana que no tenia su cuerpo entre sus manos y necesitaba, con mas urgencia de lo que quería admitir, adentrarse en ella y hacerla entrar en razón, de una vez por todas, para que comprendiera que él era el amor de su vida, y no el inútil que tenia como pareja.

- Te necesito – Murmuro sobre su boca, al sentarse para poder besarla. Sin quitar sus bragas, abrió su cremallera con una de sus manos, mientras con la otra buscaba un condon. Maldicion, ¿Dónde los tenia?

- No – Jadeo Kaghome mientras mordia su labio inferior y se elevaba para que ese pene entrara en su sexo – Tomame asi – Y sin dejar que pusiera oposición, se sento sobre él. Inuyasha siseo entre dientes al estar dentro de ella nuevamente y, aunque estaba por completo mal el hacerlo sin protección, no podía pensar con claridad cuando sus paredes apretaban con tanta exquisitez su polla.

- Esto esta mal, Kaghome – Jadeo, pero ella solo negó con su cabeza, aumentando la velocidad de sus caderas. Si, claro que estaba mal, lo sabia. Pero el hecho de saber que esa era su despedida, que seria la ultima vez que se acostaría con Inuyasha... Que era la ultima vez que harian el amor, lograba que su mente se nublara aun mas. Necesitaba sentirlo en todo lo que le podía ofrecer.

-Mas – Jadeo y él, completamente cegado, la giro para dejarla bajo su cuerpo. Volvio a enterrarse en ella, escuchando un profundo grito de su parte y como, con la pasión que la caracterizaba, clavaba sus uñas en su espalda, lo que lo encendia aun mas – Inu... No puedo mas – Gimio y un orgasmo la atravesó de pies a cabeza, al tiempo que sus musculos se contraían y su respiración se cortaba.

Inuyasha gruño por lo bajo y se dejo ir, por primera vez, dentro de ella. Se recostó sobre su cuerpo, intentando recuperar el aliento que le había sacado con cada gemido. La miro fijamente y sonrio levemente. Ella solo se acerco mas para besarlo con pasión.

Trago el nudo que tenia en su garganta y, luego de besarlo, corrió al baño para recuperar el aliento. Ese era el fin. Tenia que dejarlo ir. Tenia que terminar con esto ya que, en dos días, se casaria con Houyo y serian felices para siempre...

-Felices para siempre – Se repitió para ella y se envolvió con una bata.

- Kaghome – Llamo el peliplata, exaltándola – Te llaman – Murmuro y, luego de secarse las lagrimas con rapidez, abrió la puerta tomando el teléfono. Era Houyo.

- Maldicion – Murmuro – ¿Si, cariño? – Miro hacia Inuyasha, el cual comenzaba a vestirse sin mirarla. Sabia mejor que nadie lo mal que lo hacia cuando se referia a su pareja con esos apodos cariñosos. No solo lastimaba a Houyo, también estaba lastimando a Inuyasha... A su Inuyasha - ¿La puerta? – No era posible. Houyo se encontraba afuera, pero como había logrado trabar la puerta, no podía abrirla desde su celular – No lo se, cariño. Yo logre abrirla sin problemas hoy – Miro nuevamente a Inuyasha, con su pulso acelerado. Si lograba entrar, todo se terminaba – Claro. Ve a buscar al cerrajero. Te espero... Tambien te amo – Susurro y pudo jurar que noto como el corazón del peliplata se rompia.

- ¿Qué sucede?

- Houyo esta afuera. Tienes que irte ya – Su voz sonaba nerviosa, y no quería que asi fuera, pero no podía permitir que su prometido los viera. No cuando se estaban por casar.

"Aunque tu no lo deseas"

Esa maldita voz interna. Claro que deseaba casarse con Houyo. Era el amor de su vida.

-Claro – El tono decepcionado de Inuyasha rompia su corazón. Comenzaron a caminar hacia la entrada y su pulso se acelero. Tenia que decírselo... Era ahora o nunca. Abrio la puerta y cuando el peliplata tomo el pomo de la misma, su voz salio temblorosa.

- Esto se termina aca, Inuyasha – El aludido se detuvo, pero no se giro – El sábado me casare con Houyo. No podemos seguir viéndolos – El silencio reino en ese cuarto, logrando que Kaghome se estrese mas. ¿Por qué no decía nada? ¿Por qué no se movia, o insultaba aunque sea? - ¿Inuyasha?

- ¿Te casaras con él? – Murmuro lúgubre. La azabache temblo y asintió con su cabeza.

- Asi es. Hace poco mas de un mes me pidió matrimonio y le dije...

- Que si – Termino la frase, mientras se giraba y la miraba a los ojos. Los tenia rojos, pero no por la rabia... Estaba conteniendo las lagrimas. Ese hombre rudo, siempre lleno de astucia y de fuerza, estaba a punto de llorar por su culpa.

Nuevamente, su corazón se rompió y unas inmensas ganas de llorar la invadieron. Dio un paso hacia él, pero cuando quiso tomar su mano, él se la alejo. Como dolia que no dejara que lo tocase. Con lo que le gustaba acariciarlo.

-Inu... - Murmuro pero él solo negó con su cabeza. Vio como su pecho se inflaba, seguramente para aguantarse las lagrimas, mientras tapaba su rostro con su flequillo. A los pocos segundos levanto la cabeza para mirarla, sorprendiendo a la azabache ya que tenia una leve sonrisa pintada en su rostro.

- Me alegro por ti, Kaghome – Tomo su mano y sintio como esta temblaba. Se aguantaba su dolor solo para que ella no sufriera... ¿Qué demonios le estaba haciendo a ese buen hombre? – Realmente espero que seas feliz junto con él – Con suavidad beso el dorso de esta y, sin dejar que ella le contestara, se fue, cerrando la puerta tras de si.

La azabache cayo de rodillas al suelo, sintiendo como su cuerpo se ponía frio y comenzaba a temblar, aun cuando el calor comenzaba a azotar la ciudad.

Sus lagrimas empezaron a brotar de sus ojos mientras su respiración se agitaba. Era el fin. Inuyasha se iba, por decisión de ella, y no volveria. No lo volveria a ver y, con suerte, la saludaría como una simple amiga cada vez que se vieran... Hasta tendría que verlo compartir su vida con alguien mas, como ella estaba a punto de hacer.

Se abrazo a si misma, sintiendo como un llanto agonico escapaba de su garganta. Todo el dolor que sentía comenzaba a fluir hacia el exterior.

Habia roto con total cizaña al hombre mas bueno y con el corazón mas grande que había conocido en su vida.

Habia roto el corazón de Inuyasha en mil pedazos.

***

El gran dia había llegado...

Se miro una ultima vez al espejo, sintiendo mil cosas en su estomago, y ninguna de ellas era buena.

Hacia dos días que lloraba, mintiéndole a Houyo que eran por los nervios de la boda, cuando en realidad era que extrañaba horrores a Inuyasha. Con un esfuerzo sobre humano había borrado su numero de teléfono para no llamarlo, hasta lo había bloqueado para no caer en tentaciones.

Pero, aun asi, sentía un vacio en su pecho como nunca jamas lo había sentido.

-Estas perfecta, Kaghome – Vio hacia la entrada, tensándose al ver a Sao, el hombre que decía ser su padre, aunque nunca había cumplido esa función para nada. Lo mas importante en la vida de ese hombre era el dinero, ¿Lo segundo? El que diran. Su familia estaba muy bien acomodada, debido a que él era un importante empresario y su madre una modista muy reconocida en el mundo del espectáculo. Su hermano mayor era ingeniero, y el segundo al mando en la empresa de la familia. ¿Ella? Ella aun no sabia que hacer con su vida. La habían criado para ser "la esposa perfecta", y debido a eso su padre no había dejado que estudiase mas alla de la preparatoria – La verdad es que, por primera vez, siento algo de orgullo por ti – La azabache gruño por lo bajo al oir eso. Claro estaba que ella no era la preferida de la familia.

- Gracias, padre - Siseo, mientras volvia a mirarse al espejo. Ahora saldría de una cárcel para entrar en otra porque, a pesar de Houyo era el hombre mas bondadoso que alguna vez había conocido, era muy controlador y eso se podía ver mas que bien en su hogar.

- Solo espero que no nos hagas pasar vergüenza este dia, Sue – Se acerco a ella, tomando su mentón con algo de fuerzas – Se que están tus amiguitas, que no me gustan para nada, asi que no deseo verte bailando ni haciendo el ridículo junto con ellas, ¿Has oído? – La azabache asintió con la cabeza, sintiendo como su estomago se revolvía. Ni siquiera el dia de su boda podía ser ella misma – Ahora, apurate. Ya están todos aquí – Y sin mas que decir, se alejo, dejándola completamente sola.

Sin animos de nada, se sento en la cama que había en esa habitación. Volvio a mirarse al espejo y sintio asco al verse. ¿Qué demonios estaba haciendo? ¿Por qué estaba por casarse con una persona que, realmente, no amaba? Su cuerpo comenzó a temblar por los nervios. ¿Y si huia?

-Si, Kag. Tienes que huir de aquí – Con lentitud giro su cabeza para ver a sus amigas. Esas dos personas que, desde que supieron de la boda, estuvieron en contra. Sabian mejor que ella misma lo mal que la estaba pasando y lo desolada que se encontraba.

- Saben que no puedo hacer eso – Murmuro y volvió a ocultar su rostro, tragándose las lagrimas – Houyo...

- Houyo es un imbécil – Volvio a atacar Rin, mientras se arrodillaba frente a ella – Mereces ser feliz, Kag. Como no lo fuiste nunca en tu vida.

- Yo... Yo soy feliz – Susurro con su voz cortada por las lagrimas. Las miro sonriendo, como si eso estuviera bien – Houyo me hace feliz.

- Eso es mentira, Kaghome – Gruño Sango, desesperándose porque no sabia como hacer que su amiga comprendiera que estaba a punto de cometer el error mas grande de su vida – Houyo es un buen hombre...

- Pero es un soquete – Interrumpio Rin, ganándose una mirada de acusación por parte de Sango.

- Pero no te hara feliz, Kaghome, por favor. Comprende. Toda tu vida estuviste en una cajita de cristal, siendo guiada por los deseos de tus padres. No has podido ni estudiar, ni siquiera abrir la florería que tanto quieres – La azabache negó con la cabeza, sabiendo que era verdad – Ni siquiera has podido elegir tu propio vestido de casamiento porque lo eligio la madre de Houyo por ti – Otra verdad. Si su madre era castradora, la de Houyo lo era mil veces mas. Una mujer sin sentido del humor alguno, obsesionada por la perfeccion y por la opinión de los demas. Hasta le había escogido el vestido mas feo que se le cruzo. Mangas largas y con cuello, ya que "una mujer decente no podía enseñar nada de piel el dia de su boda. Y menos si se casa con mi niño". Y allí se encontraba, atrapada en ese vestido horrendo, pomposo y de un feo color hueso que solo le daba calor**.

- No seras feliz, Kag. Lo sabes – Era verdad. Sus amigas sabían que nunca seria feliz pero, ¿Qué podía hacer? ¿Huir? Claro que no. Su familia la desheredaría. Houyo la buscaría por cielo y tierra. Los medios de comunicación darían la noticia como si hubiese sido el peor pecado del mundo. Estaba atada, como lo había estado toda su vida.

- Lo se – Murmuro nuevamente e, inspirando hondo, se puso de pie levantando la cabeza como siempre lo había hecho – Pero no puedo huir. Lo saben.

- Si puedes...

- Kaghome – Nuevamente Sao apareció para llevarla al altar, dándole una mirada llena de odio a esas dos jovencitas que le llenaban la cabeza a su hija. No sabia de que hablaban, pero sabia que no era nada bueno – Vamos.

- Si, padre – Miro a sus amigas, sonriendo como siempre.

- Kaghome – Murmuraron ambas a la vez, pero la azabache camino hacia la salida, sin siquiera esperar a su padre.

- No veo el momento en que Houyo se la lleve a Londres a vivir, asi no tiene mas relaciones con ninguna de ustedes dos, malditas arpías – Siseo el hombre, dejando a esas dos jóvenes completamente tiesas, ¿Qué Houyo haría que?

***

El camino hacia el altar se le hizo por demas de corto. Ni siquiera escucho cuando Sao le dedico unas palabras a Houyo y este la tomaba de la mano con una sonrisa. Mucho menos escuchaba al cura que, en ese momento, hablaba sobre la unión, el amor y esa cantidad de cosas que solo había sentido al estar con Inuyasha.

Unas lagrimas rebeldes comenzaron a correr nuevamente por sus mejillas, y Houyo le sonrio creyendo que lloraba de alegría.

-Yo también estoy nervioso – Le murmuro y beso su mejillas, ganándose una mirada reprobadora por parte del cura – Pero todo estará bien. Cuando menos te des cuenta, seremos marido y mujer.

Kaghome gimio por dentro. No. No quería que eso ocurra. No quería ser mujer de Houyo. No deseaba ser Kaghome Seiyu, quería ser Kaghome Taisho...

Queria huir de allí. Queria irse y desaparecer.

Su cuerpo comenzó a temblar y su mirada se nublo levemente. Su cabeza explotaba del dolor que estaba sintiendo y su respiración se comenzó a agitar... No podía estar allí. Tenia que irse.

Escucha el ruido de un motor y volvió a la realidad. Giro su cabeza hacia un lado, viendo como ni Houyo ni el cura habían notado su ataque de pánico. Giro hacia el otro lado y lo vio allí, como si fuese un angel.

La miraba con seriedad desde su auto descapotable, como si en cualquier momento pudiera bajarse, tomarla sobre su hombro y correr hacia cualquier lado.

Su estomago comenzó a doler y sus pies picaron.

Alli estaba... Alli se encontraba, esperándola, en una invitación silenciosa a que se vaya con él. Una ultima oportunidad de estar juntos.

Miro hacia sus amigas y ambas, con una enorme sonrisa, asintieron con su cabeza. Discretamente se pusieron de pie y caminaron hacia el final de las filas, donde dos enormes floreros que, fácilmente, pesaban cerca de 100 kilos se encontraban colocados sobre dos pedestales y eran el bloqueo perfecto.

Kaghome sonrio para si misma al leer las intenciones de sus amigas y un nuevo aire comenzó a renacer en su interior. Era ahora o nunca.

Miro a Inuyasha, sonriéndole y casi imperceptiblemente asintió con su cabeza. El peliplata, luego de mirarla sorprendido, también sonrio, acelerando el auto como señal de confirmación.

La azabache miro a Houyo y lo abrazo con fuerzas, sorprendiendo a todos. Luego, con delicadeza, beso sus labios, como señal de despedida. Nunca mas lo veria, o eso esperaba.

-Kaghome...

- Señorita, aun no termino de leer los votos – Regaño el cura, pero la azabache lo ignoro.

- Disculpame – Murmuro, mientras discretamente se quitaba sus zapatos – Pero no puedo hacerlo- Y, tomando la delantera de su vestido, comenzó a correr hacia la salida con todas sus fuerzas.

- ¡Kaghome! – Grito Houyo, sorprendido, pero al instante la comenzó a seguir.

- ¡Vuelve aquí, niñata malcriada! – Rugio su padre, haciendo lo mismo que Houyo. Kaghome paso el final de la pasarela nupcial, cuando Rin y Sango tiraron esos floreros, logrando que ambos hombres den un salto hacia atrás - ¡Malditas perras!

- Lo lamento, Sao. Pero Kaghome no se casara.

- ¿Qué dices?

- Asi es – Secundo Rin, también quitándose sus zapatos para correr tras su amiga – Por fin es libre de su tiranía, viejo loco.

- ¡Malditas hijas de perra! – Rugio Houyo y recobro su carrera tras su prometida, pero se dio cuenta que era demasiado tarde. Kaghome terminaba de quitarse el vestido, para quedar en un baby doll nupcial***, y subia de un salto a un auto rojo que conocía muy bien – Taisho – Murmuro, y sus ojos se cegaron debido a la cólera que comenzaba a correr por sus venas - ¡Sabia que algo tenias que ver, maldito hijo de puta! – Le grito al peli plata que tomaba a su amada para sentarla en sus piernas, y arrancaba su coche.

- ¡Imbecil! – Insulto Inuyasha mientras le mostraba su dedo medio.

- ¡Vuelve aquí! – Como si su vida se fuera en ello, comenzó a correr tras el coche pero no llego muy lejos cuando dos motos pasaron por su lado, una de cada costado, logrando que caiga sentado en el suelo.

- ¡Soquete! – Le grito Rin mientras también le mostraba su dedo medio y se prendia mas de su amado Sesshomaru.

Por su parte Sango también lo "saludo" y se prendio de Miroku, sintiendo como su corazón se aceleraba al saber que su amiga, por fin, lograba tomar una decisión por si misma.

-¿Qué demonios es todo esto, Houyo? – Gruño Sao al acercarse a él.

- No lo se, Sao. Es tu hija la que salio huyendo como si yo tuviera peste – Se paso la mano por la cabeza, sintiendo como la vergüenza comenzaba a carcomerla – Maldita sea. ¿Qué le dire ahora a los medios? Esta estaba siendo transmitido por todos los medios locales y estatales.

- Asesinare a esa niñata – Murmuro para si mismo Sao, mientras tomaba su celular y hacia unas llamadas.

***

Su corazón latia con fuerzas mientras sentía como el aire golpeaba su rostro. Podia oler la libertad, y sentir como su piel se erizaba por esta. Nunca, desde que tenia memoria, había logrado hacer nada como esto y todo se debía a sus amigas y al hombre que manejaba ese deportivo a toda velocidad.

Vio acercarse dos motos y pudo reconocer a sus salvadoras, que saludaban con su mano y continuaban su camino junto con sus parejas.

Miro a Inuyasha, el cual sonreía con soberbia, mientras acariciaba su pierna con su mano libre. ¿Cómo había terminado allí, sobre él, yendo hacia ningún lado? No sabia, pero le encantaba.

No sabia siquiera donde vivía, porque solo se habían visto en casa de Sango o en algunos hoteles, pero estaba ansiosa por saberlo.

-No puedo creer que estes aquí, babe – Le cometo, mientras intentaba prestarle atención a la carretera – Fui a verte con la idea de que, si te veía casandote, dando el "si", podría quitarte de mi mente, pero aquí estas. Aquí estas, conmigo – Murmuro y apretó su rodilla con cariño. La azabache sonrio y beso su mejilla con amor. Aun estaba conduciendo, y estaban infringiendo varias leyes de transito porque ella se encontraba sobre su regazo, pero en ese momento era lo que menos le importaba.

- Yo tampoco puedo creer que este aquí, contigo. Antes de que tu aparecieras, estaba sufriendo el peor ataque de pánico que jamas sentí, pero fue escuchar tu auto y me calme – El peliplata la miro unos segundos y luego volvió a mirar hacia la carretera – Te amo, Inu. Como nunca ame a nadie – Cerro sus ojos, sintiendo el viento en su rostro y el calor del cuerpo de ese hombre bajo suyo. Era todo perfecto y quería que siempre fuese asi, pero cuando sintio como la luz del sol se opacaba, los volvió a abrir, encontrándose con el garaje de una casa. Habian llegado al hogar del peliplata - ¿Este es tu hogar? – Inuyasha no contesto, a cambio de eso tomo su nuca y la beso con desesperación. La azabache le correspondio el beso lo mejor que podía. Luego de los nervios del principio, la calentura que tomaba su cuerpo siempre que estaba con él, volvió a ganar terreno.

- No puedo creer lo sexy que estas con estas ropas – Murmuro y mordio su labio. La levanto para que cruce sus piernas a cada lado de su cadera y comenzó a acariciar su sexo por encima de sus bragas. Los gemidos de ella no tardaron en aparecer, mientras se frotaba aun mas contra su mano – Toma mi polla – Murmuro y ella asi lo hizo. Abrio su cremallera con algo de apuro y, luego de acariciar su miembro por unos minutos, lo guio hacia su entrada para sentarse por completo en ella.

Ambos gimieron y los movimientos rapidos y rudos comenzaron. En ese acto no había amor, solo desesperación por el otro. Necesidad. Pasion. Excitación.

Necesitaban sentirse, saber que allí se encontraban y que nunca se separarían.

-Inu... Me vengo – Jadeo la azabache, mientras seguía moviendo sus caderas con rapidez. El peliplata siseo por lo bajo y, como si se tratara de un baile coordinado, ambos acabaron al mismo tiempo, intentando recuperar el aliento.

- Yo también te amo, babe – Tomo su cabello, para acercar sus labios a los suyos una vez mas – Te amo mas de lo que puedes imaginar.

La azabache, entre lagrimas, solo pudo asentir con su cabeza. Lo abrazo como si en cualquier momento pudiera desaparecer y sintio su cuerpo que se inundaba con el mas puro amor que jamas había sentido.

Aun no podía creer que hacia pocos minutos estaba por comenter la estupidez mas grande y, ahora, se encontraba entre los brazos de su verdadero amor.

***

-¿No te parece un poco exagerado todo eso, cariño? – El peliplata la miro y bufo por lo bajo. Claro que no era pronto. Aun se encontraba en el vientre de su mujer, pero cuando menos lo esperaran, si pequeña Moroha estaría caminando y trepando arboles y, por eso, y porque era el mejor padre de todos, le estaba construyendo una casa en el árbol. Si no, ¿Dónde guardaría sus juguetes?

- No, babe. No me parece pronto. Solo faltan dos meses para que nazca y, cuando menos nos demos cuenta, estará correteando por aquí y yo no tendre tiempo de hacerle su casa del árbol – Se acerco a ella, besando su enorme barriga y luego la beso a ella. Era una mujer hermosa, pero ahora que se encontraba embarazada de su niña, se veía aun mas reluciente.

- Tienes razón, cariño. No dire mas nada – Bromeo, cuando sintieron como el timbre de la casa sonaba. Kaghome le dio un tierno beso para ir a ver quien era, pero se sorprendio muchísimo al ver quienes eran.

- ¿Quién es, babe? – El peliplata apareció por detrás de ella, también quedándose de piedra al verlos.

- Madre. Souta – Murmuro y la mujer, al verla con la barriga enorme, comenzó a llorar con tristeza. La azabache no sabia que hacer, pero solo atino a abrazarlos y ambos le devolvieron el abrazo.

- Perdoname, mi niña. Juro que no tengo palabras para disculparme – Pidio entre llantos la joven mujer, que no hacia mas que abrazarla y acariciar su barriga. Tantos años perdidos y allí se encontraba su pequeña, en la dulce espera.

- No te preocupes, madre. Todo esta bien – Murmuro. No comprendia que hacían allí, pero lo único que podía sentir era que ese abrazo, que esa demostración de amor que le daba por primera vez en su vida, era genuina. Estaba segura que, parte de su familia, la había perdonado y eso, se sentía de maravillas.

- Tenemos mucho de que hablar y tiempo perdido que recuperar – Murmuro Souta, mientras acariciaba su barriga. Kaghome asintió con su cabeza, secándose las lagrimas. Pensaba que la vida no podía ser mas perfecta... Que equivocada estaba. 



***

* MUSTANG 1965 ROJO

** VESTIDO (N/A: Se que el vestido le parecera bello a alguna, pero tengan en cuenta que no era lo que Kaghome deseaba, por eso le parecia "horrendo")

*** BABYDOLL NUPCIAL

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top