[05]-Casamiento de las flores Pt.2
Advertencia: Lectura para mayores de 18 años en adelante, contiene temas de violencia situaciones de tema erótico y sexual.
TWO SHOT
[05]
Casamiento de las flores
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[Punto de Vista Bill]
"Dulce inocencia a la cual traje a mi hogar"
Eso diría si no estuviéramos en esta tensa situación, melancólicamente depresiva.
Todos reunidos en lo que sería mi celebración de casamiento, pero ninguno de mis compañeros estaba contento con lo que había hecho. Más bien tenían ganas y deseos de matarme en este mismo momento. Las damas estaban horrorizadas al ver a mi esposa a mi lado, entrando al salón donde esperaban nuestro anuncio de nupcias. Mi hermano Phill no estaba contento anunciando a mi pareja ni mucho menos dando felicitaciones.
He recibido más de 10 bofetadas en lo que va de la noche, pero me importa un comino. Tengo a mi esposa y cumplí con el tratado, fue una ceremonia fría pero eso es lo de menos.
Escuchaba sentado en un sillón de terciopelo con mis orejas alzadas, los sollozos de la castaña que se encontraba siendo atendida por Tad y Wendy, mientras terminaban de curar su brazo. Ella lloraba con su miembro vendado con un pésimo vendaje en 8 y su ropa levemente sucia por haberla llevado a rastras por todo el camino hacia el bosque, sin algún cuidado. Su rostro reflejaba que la había pasado mal la menor.
No estaba vestida de blanco pulcro ni llevaba una corona de flores, no realice el ritual de cortejo ante ella ni la marque como debía ser en su tiempo. En ningún momento le di un regalo o un beso en la mejilla. Todo fue un acto cruel y despiadado, como lo describió mi hermano Will
Phill, Gideon y Robbie estaban regañándome y dándome el sermón de la noche, mientras no paraban de insultarme. Yo solo me mantuve callado y firme en mi elección, no tenía una pizca de vergüenza o arrepentimiento. Si la elegí a ella, es porque llamo mi atención y establecí mi conexión con la humana, desde hace tiempo. Ya saben lo que dicen "el primer contacto es el primer saludo".
Dirigí mi mirada nuevamente en la chica... Examinando su apariencia frágil e infantil de su juvenil cuerpo.
"Es hermosa"
De lo que si estaba seguro... es que la joven no ocupaba de un estorboso adorno de hojas sobre su cabeza, su cabello largo brillante que caía como una cascada chocolatada con algunos rulos, me gustaba tanto que cuando la llevaba en mi lomo se meciera su cabello, daba entender que no necesitaba de un ostentoso y molesto adorno. Era perfecto y con una sedosidad que solo había tocado pocas veces. Antes de entrar al salón.
"Es pura e inocente"
Ni mucho menos necesitaba de un vestido blanco y fino para demostrar su pureza. Sabía que era virgen y casta, nadie había puesto una mano en ella. Ni ocupaba de maquillaje o perfumes que cubrieran su cuerpo y disfrazaran su olor. Su aroma era perfecto y su belleza era única y exquisita, mostrando un rostro muy terso hermoso y tierno ante su mirada. Sus ojos enormes y avellanados, similares a las piedras preciosas ocultas en el oeste del bosque. Su pequeña nariz oculta entre el rubor rojizo de sus mejillas coloreadas de un tono melocotón y sus labios esponjosos y voluminosos como dos pétalos en flor con un toque rosado. Me provocaba besarlos.
Estaba comenzando en la etapa de la adolescencia y ya tenía tiempo que había llegado su periodo, anunciando que era una mujercita. Una cifra y un número, que no importaba mucho y que la gente del pueblo solo causaba alboroto, por ser una doncella menor que no estaba lista para casarse.
Era su esposa la mujer perfecta, se había sentido atraído hacia ella. Solo podría decir que se había enamorado a primera vista y desde el momento en que la conoció.
- - ¿Me has escuchado, Bill? – Le llamo con voz autoritaria y demandante el pelirrojo mientras tronaba los dedos enfrente de su hermano. - ¡Hey, escúchame!
- - ¿Qué? – Contesto con enfado.
- - No te atrevas a terminar el ritual – Dijo de brazos cruzados. – Si la obligas hacerlo, ella te odiara por el resto de tú maldita existencia. Y tú sabes que el odio de un humano a un lobo, no saldrá nada bueno.
- - La has marcado sin un enlace, ni un cortejo emocional. – Comento el Azabache. – Eso es un suicidio tanto para ti, como un daño para ella. Vaya que eres un gran estúpido.
- - Aquí entraría el dicho "Cuando cabeza chica quiere, cabeza grande no piensa" – Dijo el albino.
- - ¿Qué no sería? "Cuando la de abajo se calienta, la de arriba no piensa" – Dijo Robbie mientras colocaba una pose pensativa.
- - Es la misma, Cipher no pensó. – Dijo Gideon. – Ahora ella está asustada y parece que no quiere vernos ni en pintura.
- - Están exagerando – Menciono el rubio con un humor poco convencional. – Ella y yo, nos conocemos bien... no hay nada malo con nosotros. – Se levantó de su asiento arreglando su traje. – Se los mostrare, ella y yo somos compatibles solo está nerviosa porque está aquí y se acaba de casar. - Mientras se dirigía a donde se encontraba la chica a paso cauteloso.
- - Bill, Bill, ¡Bill! ¡Vuelve aquí cabrón! – Le llamo Phill. – Ella no está bien, no hagas esto más difícil.
El rubio se acercó hasta donde se encontraba ella, siendo recibido por una mirada asustadiza de la niña y las miradas furiosas de una pelirroja y un peli morado.
- - Eres un estúpido al acercarte a ella. – Le regaño Tad. – No entiendes ¿verdad? O acaso no te llega el oxígeno a la cabeza.
- - Silencio Strange, vine hablar. – Siseo el rubio. – Ella es mi esposa.
Bill se arrodillo frente a ella buscando su rostro con la mirada, sus orejas se relajaron y su cola se mantuvo quieta. Un leve rubor apareció en él sintiendo su corazón latir.
- - Mabel – Le llamo el hombre lobo por su nombre que había mantenido desde que se la entregaron. – Te tengo algo mi doncella... es algo que deseo darte.
Busco entre su bolsillo lo que iba a darle, intentando tomar su mano pero ella le dio un manotazo, apartándolo con miedo y ladeando su rostro. Bill lanzo un gruñido y escuchaba a sus compañeros que le pedía que se detuviera, pero él no se iba rendir, volvió intentarlo pero termino recibiendo una fuerte bofetada y los gritos de la castaña.
- - ¡Déjame! ¡No me toques! – Es lo que menciono la joven dama antes de salir corriendo fuera del salón. - ¡Te odio!
Muchos se quedaron mirando extrañado al rubio, ya que otra duda surgió en los presentes, "¿Acaso tenían conexión o lazos?". Bill agacho sus orejas y sentía su mejilla arder con fuerza. El golpe no dolía, si no que sentía esa pequeña conexión que había hecho con ella, como se iba adelgazando y se tornara frágil. Su corazón dolía y odiaba la actitud que estaba tomando esa chiquilla contra él. Pero de algo estaba seguro y era que tenía que ser paciente, no podía tomarla en ese instante. Por mucho que la haya elegido, debía ser paciente con ella.
- - Bill. – Escucho la voz del peli azul acercarse. – Deberías darle espacio... ella necesita pensarlo.
- - Esta bien... solo – Sentía mucho dolor en su pecho. – Ella es mi esposa... estamos unidos. – Sonando esperanzado.
- - Dale espacio, Bill – Hablo Phill.
[PV Narración]
Mabel había corrido a esconderse en un pequeño armario que se encontraba debajo de las escaleras, sus piernas flaquearon cayendo al suelo y abrazando sus rodillas. Sollozando en silencio cuando vio a ese sujeto rubio parchado de mirada dorada con ámbar. La había arrastrado a esta cruel ceremonia sin consentimiento alguno, sin preparación, siendo arrebatada de su familia.
- - Quiero ir a casa, quiero estar con mi familia – Musito la chica mientras raspaba los tablones de madera fina del suelo con sus uñas. – No quiero estar aquí.
En ese momento se abrió la puerta sacando un pequeño grito agudo, un pequeño con orejas rojizas y oscuras movía su cola de forma efusiva mientras embozaba una sonrisa grande.
- - ¡Encontré a la novia! – Grito el pequeño atrayendo a los demás niños lobo.
- - ¿Eh? – Poniendo una expresión desencajada viendo a tantos niños detrás de él.
- - ¡La novia, la novia! – Grito otro pequeño.
Igual con orejitas y cola de lobo, pero de diversos tonos de color de cabello y edades diferentes. Pero ninguno arre basaba más de los siete u ocho años, más que una pequeña de doce años de cabello purpura y mirada amatista. Los pequeños se adentraron al armario acurrucándose a lado de la chica, restregando sus cabecitas y pidiendo cariño y atención a la castaña.
- - Huele rico como a dulces – Dijo uno de los pequeños. – Caramelo de trigo.
- - Huele a flores – Dijo otro colándose debajo de sus brazos. – Es muy suavecita de sus manos.
- - Es muy cálida. – Dijo otro subiéndose a su espalda.
- - ¿Y estos niños? – Dijo Mabel con las mejillas sonrojadas. – Son tan suavecitos.... Como un cachorrito recién nacido jeje.
- - Perdón... - Dijo temerosa la pequeña de pelo morado. – Se supone que debo cuidarlos un rato durante la ceremonia de bodas, pero se me han salido de control.
- - Ellos... - Dijo un poco nerviosa la castaña siendo atacada por una horda de cachorros, que mantenían una temperatura caliente en su cuerpo. – Hacen cosquillas y un poco de calor... pero están lindos. – Abrazando a uno.
- - Son mis primitos. – Dijo tomando uno entre sus manos. – Pero tengo muchos primitos. Todos hijos de las parejas que estaban en el salón – Soltando una risa. – Tú debes ser la esposa de mi tío Bill.
- - ¡No lo soy! – Alzando su voz, pero después se dio cuenta de su error cuando vio que las orejas de los niños que se agacharon y soltaron un gimoteo doloroso. – Lo siento... es que no soy su esposa. Es un error grande que hubo.
- - Entiendo – Dijo la pequeña. - ¿Matrimonio forzado?
- - Sí.
- - Pero ya sabías que mi tío te elegiría en el altar de las flores.
- - El problema es... que yo no estaba en el altar de las flores. – Agachando su mirada. – Yo aún soy muy joven para casarme.
- - ¿Joven?
- - Tengo tan solo 14 años – Menciono. – No estoy lista para casarme... ¿Entiendes?
- - Un poco – Dijo ella con la boca abierta como un pez. – Mi tío... te eligió porque... - Buscando una forma de decirlo sin que sonara muy desesperado. – Porque le gustaste y posiblemente se imprimo en ti. Eres muy bonita y tú aroma es agradable... Mi tío Bill a estado solo, dentro de lo que yo sé.
- - ¿Solo? – Pregunto la castaña.
- - Mi papá dice que él es difícil de que se enamore, siempre cede su lugar a alguien más. – Comento. – Pero me sorprendió que esta vez quiso casarse, y con alguien tan bonita como usted. Si mi tío la eligió es porque desea pasar el resto de su vida en su compañía, amándola y siendo su destinataria.
En ese momento apareció una rubia ojos azules un poco preocupada corriendo a donde se encontraba la castaña. Mabel sintió su mirada cristalizarse, viendo a su mejor amiga enfrente de ella. La observo analizando que estaba bien la rubia.
- - ¡Oh Dios mío! Mabel... no puedo creerlo. – Abrazando con fuerza a la pequeña adolescente. – Pensé que era una broma de mal gusto lo que me había dicho Wendy y los demás, pero tú estás aquí.
- - Pacifica... estás bien. – Soltando lágrimas. – Todos te hemos extraño tanto. No sabíamos nada de ti, solo supimos al día siguiente por el alcalde Tyler que fuiste novia de Will Cipher. – Diciendo con un tono de aprensión. - Rezaba que estuvieras bien todos los días y algún día volvieras a casa, no sé como pero que volvieras.
- - Mabel estoy bien. – Separándose de la chica para embozar una sonrisa. – Tranquila estoy muy bien.
La rubia se acercó al grupo de niños y les ordeno que se fueran a la habitación en donde estaban anteriormente, que en un momento pasarían a recogerlos. Dos gemelos rubios cenizos con ojos azules como el mar de alrededor de dos años en adelante se acercaron tirando de su vestido, recibiendo un beso en la frente por parte de la mujer. Antes de que la niña se los llevara de regreso a la habitación.
- - Paz... ¿Por qué les das besito a ellos?
- - Son mis hijos – Dijo en tono orgullosa mientras colocaba una expresión de felicidad. – No son tan adorables, tal vez salieron igualitos a la actitud de su padre. Pero son un amor ese par, los quiero con toda mi alma.
- - Eres mamá – Diciendo sorprendida en su voz la castaña.
- - Sí. – Dijo. – Y ese pequeño de siete años que te abrazo es el hijo de Wendy y Phill. Su pequeño consentido aunque, es el demonio encarnado con sus travesuras.
- - Ustedes tienen una vida... ¿aquí? – Viendo el lugar. - ¿Qué hay de Gravity Falls? ¿Y su familia?
- - Ya sé que pensaras Mabel. – Frunciendo el ceño. – No, no nos volvimos locas todas las doncellas y aceptamos felizmente este matrimonio a la fuerza. – Dijo. – En realidad fue elección de nosotras.
- - ¿De qué hablas? – Pregunto la chica sin entender a su amiga.
- - ¡Allí estas! – Anuncio Wendy acercándose a Mabel para abrazarla. – Mabel no vuelvas a correr de esa forma. Has causado un alboroto entre los invitados.
- - Como no iba correr, si ese sujeto me quería tocar – Dijo molesta en su voz. – No sé qué quería hacer pero no lo dejare.
- - Mabel cálmate – Trato de tranquilizarla la pelirroja llevándola a la sala de visitas. – Déjanos explicarte tan siquiera nosotras.
- - ¿Nosotras? – Mostrando una cara de confusión.
- - Me refiero a Pacifica y yo. – Dijo Wendy. – Sé que no es fácil de explicar esto, pero aquí no hubo forzamiento en nuestro matrimonio ni nada de eso, más bien fue elección.
- - ¿Elección?
- - Cuando un lobo sale a buscar novia en el año bisiesto, es cuando su unión es más fuerte y su enlace se fortalece. – Explico. – Pero... debe tener mucho cuidado en elegir a la mujer ideal, por eso el alcalde solo ofrecía como tributo a las de mayoría edad.
- - Es porque a esa edad, razonan más y piensan con claridad sus decisiones. Sin omitir la educación que recibimos. – Menciono Pacifica. – Así evitaría muchos sacrificios.
- - ¿Sacrificios?
- - Antes se ofrecían a las que cumplían trece años. – Comento Wendy. – Pero ellas siempre rompían el enlace y se provocaba un riesgo en tanto el lobo como la novia a sacrificio.
- - Sin darse cuenta los dos resultaban lastimados gravemente, una con daño emocional y el otro con la muerte. – Menciono la pelirroja.
- - Los lobos cuando son rechazados durante el ritual, tienden a deprimirse y provocar su propia muerte. Entre más se aparte de su pareja, mayor será la consecuencia. – Dijo Wendy. – Para eso existen dos opciones antes de marcar a su pareja de por vida; los rituales de cortejo que dan tiempo a que su relación funcione o la simple separación en las cuales solo pierden distancia y ellos buscan a otra persona, dejando a la antigua novia regresar a su hogar.
- - ¿Y porque no regresaron? – Pregunto la castaña. – Hay muchos que las extrañan chicas. – Dijo. - ¿Qué hay de tus amigos Wendy?
- - Bueno... ajem, pues yo... era la primera vez que salía con un chico. – Sonando un poco temblorosa y con una sonrisita. – Nunca había conocido a alguien tan... atento y divertido. Phill tiene su personalidad ya saben ruda, carismática y muy fuerte. – Sonrojándose de sus mejillas. – Aparte no tenía a ningún chico en mente. Mi vida siempre dependió de cuidar de mis hermanos y mi padre, siempre me veían como un recuerdo de mi difunta madre... aparte. Era la excusa perfecta para empezar una nueva vida y tener un bello romance. – Tratando de evitar la mirada acusatoria de la castaña. – Vamos Mabel soy feliz, encontré a alguien que me gusta.
- - Pero es un lobo. Y se ve mayor que tú. – Reprocho la pequeña.
- - Mabel son solo tres años de diferencia. No es un maldito delito. – Menciono la pelirroja. – Y es muy bueno en la ca.... ¡Ahg! Lo entenderás cuando seas un poco más grande, aún es muy pronto de que sepas eso. Mejor resolvamos este problema, ¿okey?
- - Pacifica ¿Por qué no regresaste? – Dijo Mabel mirando a su mejor amiga, sabía que le gustaba a su hermano mayor. Incluso planeaban escapar el día de la ceremonia.
- - Bueno... es que yo.... – Rascándose la nunca de forma nerviosa. – Digamos que me termine enamorando de William. – Dijo con una sonrisa tímida. – Es un chico muy dulce y demasiado amable, me tuvo mucha paciencia y supo mantener la distancia cuando apenas me adaptaba al cambio. – Comento. – Es muy detallista aunque algo tímido. Pero igual no pierde su personalidad tan serena eso me calma mucho - Dijo. - Incluso en el ritual de apareamiento, cuando llega la hora es muy...
- - ¡Pacifica! – Le alzo la voz la pelirroja. – No puedes decir eso.
- - ¿Por qué?
- - Solo mira... - Susurro haciéndole una seña con su mirada al vendaje en el brazo de Mabel.
- - Oh... Dios, dime que él no lo...
- - ¿Qué?
- - Ya veo porque dices que es grave la situación. – Levantándose la rubia de su asiento para salir de la habitación toda furiosa.
- - ¿A dónde fue? – Pregunto la pequeña.
- - En un momento regresa. – Dijo Wendy con una leve mueca antes de que las chicas escucharan un golpe sordo en la habitación contigua. – Sí ahora tiene su merecido.
Pacifica había regresado alisando los pliegues de su vestido elegante y acomodando su peinado. Sentándose a un lado de la castaña, para luego soltar un suspiro audible.
- - Mabel si te llega un día a lastimar o poner una mano, no dudes en decirle alguno de los presentes que viste en la fiesta. – Soltando un refunfuñado sonido. – Ese idiota como pudo atreverse a marcar en un momento de relación.
- - Ya lo puso en su lugar – Dijo Wendy. – De todos modos lo hecho, hecho esta. Nada podemos hacer solo esperar... a que suceda.
Más tarde Mabel regreso al salón junto con Pacifica y Wendy, mientras le presentaban algunos miembros. Conociendo a otras antiguas novias de sacrificio; Tambry, Sandra, Melissa, Beatriz, Pyronica y otras chicas que ni tenían mucho interés en saludar a la castaña. No era una gran cantidad de personas o híbridos, pero todos se llevaban tan extrañamente como si fueran... familia.
Phill se acercó a Mabel para disculparse, al igual que Will por la imprudencia de Bill. Dejando un poco incomoda a la castaña por las constantes disculpas de otros lobos que pedían su perdón. Ya que era extraño tener una esposa muy joven. Por lo general todos se habían casado con algunos años de diferencia; Phill solo le llevaba a Wendy tres años de diferencia, mientras que Will le llevaba a ocho años de diferencia a Pacifica. Mientras que los demás entre cinco y tres.
Pero quien se llevaba más años de diferencia era Bill y Mabel, solo los separaba 15 años de diferencia tan grande. Ese era el problema mayor.
- - Por eso el alcalde integro a esas chicas de mayor edad. – Dijo la castaña, asintiendo con la cabeza al recordar a Linda Susan y a la loca de los gatos dentro de las candidatas.
- - Algo así – Dijo Tad. - ¡Pero no pensamos! – Viendo a Bill que estaba sentado en un rincón. – Que este estúpido lobo, fuera tras ¡una inocente niña de doce años!
- - Oye, tengo catorce pero no soy una niña, soy una adolescente. – Dijo la castaña defendiendo su dignidad o eso pensaba.
- - Mabel, no compliques las cosas. – Dijo Pacifica. – Tad está haciendo todo lo posible para que Bill te deje en paz.
- - Ya no podemos hacer mucho, más solo queda. – Dijo Robbie lanzando un suspiro.
- - Esperar – Menciono Gideon. – A lo inevitable.
- - Podríamos encerrarla. – Sugirió una mujer peli rosada de cuerpo elegante y atractivo. – Sí quieren evitar el aparea.... – Recibiendo un golpe en la cabeza por parte de Wendy. - ¡Oye!
- - Más respeto que aún no sabe de eso.
- - Solo decía que encerrarla es lo mejor.
- - Si haces eso, él. – Señalando Gideon discretamente a Bill, para después hacer una seña con su cuello moviendo su dedo de forma horizontal. - ¡Blah!
- - Dudo que tenga las agallas para hacerlo. – Dijo Tambry uniéndose a la conversación. – Nadie se muere de esa forma.
- - Encerrarla no es una opción. – dijo Tad, antes de soltar otro suspiro. – Creo que nos turnaremos para vigilarlos.
- - Pero por hoy. – Hablo Phill. – No se interrumpe la ceremonia de cortejo.
Todos miraron a la pareja como si lo que hubieran hablado fuera la desgracia más cruel en el mundo. Mabel no entendía a que se referían, solo miraba confundida a los presentes mientras se tocaba el vendaje.
[...]
Terminando la celebración todos se marcharon a sus respectivos lugares en donde habitaban. En ese momento Mabel se despedía de Pacifica y Will quienes cargaban a los gemelos, más no quería separarse por temor a quedarse sola con el sujeto rubio.
- - Quiero ir con ustedes – Dijo la castaña. - ¿Puedo cuidar a sus hijos? Soy buena niñera.
- - Mabel, mmm... no puedes. – Dijo el peli azul un poco temeroso. – Es... - Sabia que es la noche en la que la pareja dormía juntos en el mismo lugar. Pero ¿Cómo podía explicarle eso a una adolescente de catorce años? - Es importante que esta noche no nos acompañes.
- - Mabel, puedes venir a visitarnos cuando quieras. Nuestro hogar no está lejos. – Comento la rubia. – Pero hoy no puedes venir, esta noche debes quedarte en tú casa.
- - Casa... ¿Cuál casa? – Pregunto la menor cruzándose de brazos.
- - La de nosotros – Menciono el sujeto de cabello rubio colocándose a su lado. – Es parte del ritual, así que vámonos.
- - Yo no iré a ninguna parte contigo – Dijo ella. – Me quedare aquí.
- - La casa de Strange no es tuya y ni es tu hogar. – La alzo cargándola como un costal de papas a la pequeña. Antes de tomar su forma de lobo sujetándola de la caperuza.
- - ¡Bájame! – Dijo con miedo en su voz.
- - Bill hay algo que debes saber de ella, a Mabel le teme... - Dijo Pacifica preocupada, antes de ver como el lobo rubio se la llevaba sobre su lomo a una gran velocidad. – Las alturas.
- - Mi hermano no entenderá. – Dijo preocupado. – Pero el problema es que lo ha hecho por mero egoísmo.
Cruzando por las colinas y los prados del bosque, entre las enorme arboladas de abetos y pinos. Más allá de un campo de prímulas y flores silvestres, se encontraba una casa enorme de dos pisos. De color blanco viejo y con el tejado oscuro, varias ventanas decoraban la vivienda a pesar de que el jardín era un desastre. Pero dentro de la casa estaba bien amueblada, aunque cubierta por una leve capa de polvo.
Bill bajo a Mabel de su lomo y se encamino a la estancia, solo para volver a su apariencia y cubrir la desnudez de su cuerpo con una manta que estaba encima de los sillones. Se acercó a la pequeña y saco de su meñique un anillo dorado.
- - Dame tú mano, Mabel – Colocándose enfrente de la menor.
- - No – Se cubrió la mirada evitando ver el cuerpo semidesnudo del hombre lobo. – Vete.
- - No lo pediré otra vez. – Soltando un gruñido. – Dame tú mano.
- - ¡No quiero! – Dando otro golpe en su mano. – ¡Déjame en paz!
- - ¡No lo quieres! – Aventando con furia el anillo hacia el pasillo. – Entonces no lo tendrás, problema resuelto acabo que es un objeto inútil, algo insignificante como tú.
- - Eres un grosero, no sé porque lo hiciste. – Dándole la cara al sujeto, mostrando una mirada enfurecida. – Es venganza tuya cierto, por lo que ocurrió en el festival de hace cuatro años atrás. – Empujándolo. – Tonto perro sarnoso, yo no te quiero.
- - ¡Suficiente! – La tomo de la mano y la jalo hacia arriba de las escaleras. – Se supone que es la noche en que dormimos juntos en la misma habitación.
- - ¡Suéltame! ¡Me lastimas! – Dando golpes en su agarre. - ¿A dónde me llevas?
- - Estoy harto de que estés poniendo resistencia. – Abrió la puerta de una patada entrando a la habitación, la tiro entre la cama matrimonial alzando una capa de polvo entre ellos, se subió encima de ella sujetándola con fuerza de las muñecas. – No necesito tú permiso, te haré mía.
- - ¡No, no suéltame! ¡No quiero que me hagas daño! – Dijo entre lloriqueos la joven adolescente. – Me das miedo... me das mucho miedo.
- - Deja de llorar de una buena vez, mocosa – Arrancando su capa y abriendo su vestido dejando al descubierto su pecho oculto en su ropa interior. – Deja de llorar, Mabel.
- - ¡Dipper! ¡Tío Stan! ¡Tío Ford! – Grito la pequeña adolescente pataleando debajo de él. - ¡No rompas mi ropa! ¡Te odio! – Rompió en llanto la dama encorvándose. Su vendaje en su brazo se había humedecido por la sangre a causa de la presión de la herida. – Te odio... quiero irme a casa... te odio... No quiero esto. – Rompió a llorar entre sus brazos. - ¡Déjame ir! Te odio, te odio...
- - Deja de llorar - Pidió el lobo agachando sus orejas, sus gritos eran muy agudos y lo lastimaban. – Por favor deja de llorar.... – Sentía una presión en su pecho, intentaba calmarla pero ella luchaba. – Mabel no llores – El dolor se intensificaba al punto de levantarse y abandonar la habitación, dejando sola a la chica. Fue su mayor error el marcarla de esa manera. – Se suponía que me amaría. – Recordando cómo sus hermanos y el resto habían reclamado sus novias sin problema alguno. Sus orejas se encogieron y su cola se mantenía quieta. Escuchar a su esposa llorar era una tortura, más si no correspondía a sus sentimientos. – No quiero que me odie. Mabel... no me odies.
Mabel se encorvo mientras tomaba las mantas y se envolvía, los sollozos y las lágrimas no paraban, la noche fue dura y ella escuchaba al lobo gimotear de tristeza atrás de la puerta.
Los siguientes días del mes de noviembre, fue una distancia que la pequeña ponía al mayor, en los que no permitía que se acercara. Wendy y Phill ayudaban a la pareja a arreglar un poco la casa o atender asuntos básicos, la alimentación y en especial la comunicación. Pero nada daba un avance en la pareja recién formada. Cada vez que Bill trataba de acercarse a Mabel, la pequeña rehuía en su habitación.
Al inicio del mes de diciembre llego el turno de Will y Pacifica, en vigilar a la pareja. El peli azul se encargaba de seguir a Bill a todas partes, entre las compras de víveres que necesitaban para subsistir. Pero escuchar al lobo quejarse en el camino de la actitud de la chica, era una odisea. En la cual el rubio terminaba en.... Lágrimas de frustración e ira.
Pacifica había logrado que Mabel saliera un poco de su refugio, enseñándole a cocinar y a distraerla en la mayor parte del tiempo. La castaña se sentía a gusto en compañía de la rubia, el cual la consideraba su hermana mayor. Aunque también la rubia jugaba un doble papel, al convencerla de darle una oportunidad a Bill. Pero la menor solo dudaba de momentos, más cuando escuchaba que llegaba nuevamente el lobo rubio. Viendo como Pacifica recibía a Will con un abrazo y un beso afectuoso en la mejilla.
- - Mabel – Extendió sus brazos esperando recibirla. –Ya llegue.
Mientras que Bill esperaba a que la adolescente hiciera eso con él. Pero Mabel solo lo ignoraba y mantenía su distancia sentada en el sofá.
- - Tal vez luego Bill. – Dijo Pacifica intentando alejarlo. – Ella no quiere verte por el momento.
[Punto de Vista Mabel]
Mediados de enero hace una semana que había llegado Tambry y Robbie a vigilarnos, no permanecían mucho tiempo en casa, siempre lanzando una excusa para dejarme a solas con Bill cuando él regresaba de cazar. Aún sigo molesta con él, por morderme y arrastrarme a su unión forzada. ¿Qué le costaba a ese hombre lobo en elegir a otra chica? Todos habían intentado convencerlo, pero al ver mi mordida en mi brazo dejaron de insistir, ¿Tan importante es que te muerdan?
Regrese a lo que estaba haciendo; tejer una nueva capa ya que la mía desapareció misteriosamente junto con la ropa que lave. Le he tenido que pedir a Robbie que me compre nueva ropa. Ya que él puede salir al pueblo.
A Bill lo he notado extraño últimamente solo escucho que abre las puertas de la habitación y después termina de encerrarse en la suya y no salir hasta el anochecer.
Aproveche el tiempo que no estaba para modificar algunas cosas en la casa que vivíamos, explore otras habitaciones viendo que teníamos otras dos más arriba, aparte de la mía y la de Bill, había un estudio abajo, dos baños, la cocina, un sótano, la estancia y el pasillo que conducía a las escaleras y para finalizar el jardín de enfrente y atrás. Teníamos un gran terreno en medio del bosque. Lo único que no entendía... ¿porque estábamos apartados del pueblo?
Mientras pensaba un poco en la distancia del lugar y la zona, me arremangue las mangas de mí vestido rosa claro, estando ocupada en el jardín de atrás mientras arreglaba unos huertos de hortalizas: puerros, tomates, pimientos, espinaca y acelga.
No es que no quería matar a Bill, la última vez que lo vi tratando de deshacerse de los puerros al desenterrarlos, descubriendo que no le gustaban.
Pero era una forma de venganza mía el preparar las comidas con puerros, para Bill era su muerte y a mí me gustaba el sabor de los puerros en la carne.
Lo único que él respetaba era el cultivo de moras y fresas, entre las flores que había plantado al frente de la casa. El cual pasaba cada mañana cuidándolas de la nieve y la helada. Parado ahí con su gabardina sin importarle el frío. Siempre lo veía por la ventana, quieto con sus orejas agachadas y su cola en reposo.
Mañana recolectaría los frutos, pero él no lo sabría pero tampoco era bueno dejarlo ahí como un espanta pájaros.
- - Oye, ¿vas a entrar? – Dije asomando mi cabeza fuera de la vivienda.
- - En un momento. – Menciono el lobo mientras mantenía su vista fija en el cultivo de moras.
No sé qué me impulso ese día en querer acercarme a él y cubrirlo con una manta caliente, colocándome a su lado.
- - Yo creo que mañana estarán listas. – Comento con timidez. – Están en su punto.
- - ¿Tú... crees? – Pregunto Bill mirando a la pequeña.
- - Sí – Afirme. – Solo hay que cosecharlas en la mañana antes de que termine de alzarse el sol.
- - Entonces las probaremos o moriremos en el intento. – Soltando un ronroneo por el calor de la manta.
- - Tonto, claro que estarán listas. – Soltando una pequeña risa. – Confía en mí, sabrán deliciosas.
- - Mabel. – Le llamo suavemente por su nombre.
- - ... Ehm ¿sí? – Hablo nerviosa al sentir el peso del rubio en su costado.
- - Hueles bien – Olfateando su cuello. – Es un aroma delicioso – Colocando un beso en su mejilla. – Me gusta ese aroma. – Reencontrándose con su rostro. – No quiero ser imprudente, pero te ves hermosa esta tarde-noche.
La pequeña se levantó inmediatamente corriendo a la casa, antes de dejar al rubio riendo y relamiéndose los labios.
- - Es mejor que corra, que no dudare en cogerla y abrazarla en mis brazos. – Dijo el lobo con el rostro sonrojado. – Es linda.
[PV Narración]
Los siguientes días transcurrieron de forma normal habiendo una cercanía entre ellos dos, y muchos de los miembros lo empezaban a notar cuando iban a visitarlos, solo para vigilar al rubio de que no entrara aun en su temporada de celo. Lo cual era un problema. Marzo había llegado, llevándose el invierno y trayendo la primavera y consigo las lluvias de la temporada.
Gideon que ahora era su turno de cuidar a la pareja, solo conseguía miradas feroces de Bill y como lo amenazaba para sacarlo a patadas de su territorio. Más el albino le importo poco su presencia, estando cerca de Mabel y ayudándola en todo lo que necesitaba. Entre hacerle compañía en las tardes cuando este aprovechaba para transformarse en lobo y dormir en su regazo.
- - He visto que todos los lobos son de este tamaño – Viendo que casi median 2 metros. – cepillar su pelaje me tardaría un poco más. – Acariciando su cabeza.
El lobo albino regreso a su forma semihumana viendo que Mabel se sonrojaba y ladeaba su rostro, mientras que este se ponía su ropa.
- - Señorita Mabel... ¿Es feliz con Bill? – Pregunto Gideon.
- - ¿Feliz?
- - Una doncella y su lobo tienen una conexión, un lazo. – Tomando su mano con delicadeza. – Si usted piensa que Cipher no la hace feliz, si no hay sentimientos... es mejor cortar los lazos forzados. – Mostrando una sonrisa. – Si fuera otra situación... yo la hubiera cortejado y esperaría para casarme con usted.
- - Gideon... - Bajo la mirada en señal de tristeza.
- - Sin anillo, sin lazo, sin compartir nada con él... - Menciono. – Puede regresar a casa, señorita Mabel.
- - Gracias por preocuparse. – Respondió la castaña, sintiendo una presión de dolor en su corazón al darse cuenta de los sentimientos de Bill y lo que intentaba hacer. – Gideon... ¿Qué pasaría si...? ¿Qué sucedería si Bill y yo no tenemos sentimientos?
- - Su lazo se anularía y la marca se borraría. – Comento. – Un castigo grave para él y tú... quedarías dolida en tú corazón. – Tomando su mano con delicadeza. – Tranquila, estarás bien.
Al llegar al punto del atardecerse para irse de la vivienda con los regalos que Mabel le había preparado como agradecimiento por vigilarlos. Gideon veo desde lo lejos al rubio cerca de los jardines de su residencia.
- - Oye, seboso aléjate de mi mujer. – Dijo Bill soltando un gruñido al albino antes de que se marchara. Estando apoyado en un árbol. – No quiero que la toques más, han sido días que estás muy pegado a ella.
- - Bill, estas actuando nuevamente como un egoísta. – Menciono el albino. – Sí Mabel quiere estar conmigo, lo estará. Aparte no es tú mujer, por lo visto no hay aroma tuyo ni veo que ella le importes.
- - ¿Qué dijiste? – Sonando con un tono oscuro. – Es mi esposa de la que hablas.
- - Una mordida y alejarla de su familia, no es que sea tú esposa. – Menciono. - Es un enlace forzado y tú lo sabes más que nadie. Te sentenciaste tú mismo directo a tu muerte. Cuando ella te rechazo fue alejándose más de ti. Admitelo ella te odia.
- - Cállate. – Estaba furioso quería romper el rostro del Gleeful, molerlo a golpes.
- - ¿Sabes lo que encontré esta mañana cuando ayudaba a limpiar a Mabel? – Sacando de su bolsillo la sortija. – Es una lástima que no lo lleve en su mano izquierda, sabes su marca se va desvaneciendo. – Dirigiendo una mirada azul acero. – Cuando ella regrese al pueblo, y vean que está bien, pasaran los cuatro años y entonces yo la reclamare.
- - ¡Regrésamelo!
- - ¿Por qué quieres tenerlo? Si ella no querrá ponérselo – dijo. – Deja que yo se lo ponga. Apuesto que querrá ser mi esposa.
- - ¡Gleeful! – Bramo furioso atacando el albino.
En cambio Gideon consiguió lo que necesitaba, un empujón. Ya que la castaña cuando salió de la vivienda, vio que ambos comenzaron a pelearse.
- - ¡Deténganse! – Los llamo. - ¡Gideon! ¡Bill!
Ambos lobos se separaron con heridas en sus cuerpos; el lobo albino solo entrecerró su mirada y se retiró. Mientras que el lobo rubio miraba con su orbe dorado como se retiraba. Antes de buscar con su hocico el anillo y caminar dentro de la casa.
Bill solo subió las escaleras para encerrarse en su habitación, la castaña solo se quedó en la cocina mirando un poco molesta la actitud del hombre lobo. Pero decidió calmarse y volver con lo que tenía planeado hacer; la cena.
Mabel se encontraba terminando de pelar las papas antes de colocarlas en el estofado que estaba preparando, lo coloco en la olla y la puso sobre el hornillo de leña. Esperando a que se cocieran los ingredientes, se acercó a tomar un ciruelo rojo de la canasta comenzando a comerlo; disfrutando de pequeños mordisco el fruto dulce y jugoso.
Minutos después llego el rubio quien traía una camisola suelta y unos pantalones de color crema, y algunos aruños en su cuello y brazos. Sentándose a su lado y cogiendo uno de los frutos que había recolectado la chica hace dos días cerca del bosque.
- - En unos minutos estará la cena. – Quitándole la canasta. – No te llenes con fruta.
- - Tú tampoco. – Mostrando una expresión neutra. – Lo que sucede es que eres una glotona, al comerte todos los ciruelos tú sola.
- - No es cierto.
- - Si es cierto, y no quieres darme.
- - Ya tienes uno. – Dijo Mabel.
- - Pero tú te comiste dos. – Señalando las semillas.
- - Te doy después de la cena.
- - Eso no es justo. – Cruzando sus brazos. – Dame uno.
- - No. – Entonando una voz juguetona al verlo levantarse y acercarse. – Bill, mantente ahí.
- - Vamos dame uno, mocosa. – Acercándose a la chica para tratar de quitarle la canasta, pero ella los mantenía ocultos en su regazo. – Voy a obtener uno y te lo quitare de las manos – La tomo de la cintura alzándola y consiguiendo las risas de ella mientras daba volteretas.
- - ¡Oye!, bájame Bill – Protesto la pequeña entre risas. – Lobo malo.
- - Sabes que lo soy y no me importa si te enojas, yo conseguiré uno – La cargo entre sus brazos dando más vueltas. – Haré que las sueltes.
- - ¡No! Jajaja – La pequeña adolescente soltó la canasta aferrándose al cuello del rubio mientras reía con tanto animó. Le recordaba cuando su tío Stan quería siempre comerse las calabazas cubiertas de miel que traía de la casa de su amiga Candy, añoraba esos juegos. – Bill, no des vueltas jajaja – Recargándose en su pecho. – Me voy a marear. – Sonriendo la menor mientras se apoyaba en su pecho.
- - ¿Ya las soltaste? – Alzando sus orejas.
- - Sííí... - Respondió la pequeña aferrándose más a su cuerpo. Sin dejar de reír.
- - No te creo - Observando la mirada avellana de la chica. – Debería darte más vueltas.
- - Eres muy maloso – Soltando una carcajada.
El rubio se detuvo y mantuvo a la chica entre sus brazos aspirando su aroma cautivante, olfateando su pelo largo y cerca de su cuello. Era la primera vez que la chica no protestaba cuando la tomaba en sus brazos, sin forcejeos o que gritara que lo odiara. Bill quería quedarse un rato sintiendo su calor y grabándose el olor de la joven. Envidiaba a todos y en especial a Gleeful, porque habían tenido la osadía de acercársele.
- - Bill... ¿Por qué te peleaste con Gideon? – Hablo la chica, pero no consiguió respuesta del hombre lobo. – Si estas molesto de esa conversación... no estás obligado a responderme.
La castaña llevo la palma de su mano ahuecándolo en su mejilla y acariciando su rostro, tocando con delicadeza sus facciones y el borde de su parche que cubría su ojo izquierdo. Bill recargo más su mejilla contra su mano disfrutando de su toque, soltando suspiros cortos mientras se frotaba contra su mano dedicándole una mirada de su orbe color ámbar.
- - Mabel... - Pronuncio su nombre con una voz ronca y profunda. – Te amo.
- - Lo sé – Dijo ella tímidamente sintiendo su corazón latir.
- - No quiero que él siga viniendo – Refiriéndose a su compañero. – Ni mucho menos que el este contigo. No me gusta que él pase las tarde contigo ni tampoco que tome tu mano.
- - ¿Por qué actúas de esta manera? – Pregunto la pequeña de forma nerviosa ante su petición. – Gruñes y siempre estas molesto con Gideon, aunque no nada más con él. También lo hiciste con Robbie y Will, pero ellos tienen su pareja.
- - Yo... no puedo controlarme. – Menciono con su ojo entrecerrado. – Mabel... escucha hay cosas que deseo hacerte, y no quiero volver... a lastimarte nuevamente. – Agachando sus orejas. – Te quiero demasiado, pero duele estar separado de ti...
- - ¿Qué clase de cosas? – Dijo ella con inocencia en sus ojos mientras acomodaba los mechones rubios del lobo.
- - Cosas que haría una pareja casada estando a solas en su propia casa – Agachando la mirada. – Mabel, yo tengo deseos de aparearme contigo y hacerte completamente mía.
Continua en...
Lo siento chicos si quieren leer lemon no es en esta área UwU, pueden leer el resto en mi cuenta en Ao3 bajo mi seudónimo de DarkLunaci
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o pueden visitar mi perfil: archiveofourown.org/users/DarkLunaci
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