[04]-Casamiento de Flores Pt.1
Advertencia: Lectura para mayores de 18 años en adelante, contiene temas de violencia situaciones de tema erótico y sexual.
TWO SHOT
[04]
Casamiento de Flores
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Mediados del siglo XVIII daba los últimos meses del año, un 15 de octubre se había presentado. Hoy era ese día en que los aldeanos del pueblo de Gravity Falls se ponían a hacer los preparativos para el festival de la "cosecha de las flores", en los cuales todos los hombres salían a despejar el bosque para recolectar semillas, robles y madera de buena calidad, cazar animales para dar en sacrificio en el siguiente invierno, entre dar enseñanza a sus sucesores (Hijos). Mientras que las mujeres se quedaban en el pueblo recolectando la fruta de los campos de cultivo y huerto, flores para adornar el camino y parte del altar de las doncellas vírgenes, y dar los últimos toques a su arreglo textil, preparando a las futuras novias a sacrificio (Hijas).
Un par de pequeñas se habían colado al salón donde impartía sus clases anteriormente, en una cabaña de madera, pintada de blanco. Se había suspendido todo estudio, porque era principalmente las semanas para la cosecha. Miraban curiosas como eran llevadas al salón las chicas mayores de 17 años que aun conservaban su pureza e inocencia. Entre ellas estaba la hija de los Northwest, una chica con la piel nívea y de cabellera rubia como el trigo, ojos como el cielo azul de un día soleado. Llevaba un hermoso vestido lila claro con un moño azul enfrente, unos botines café oscuro que lo más probablemente eran finas y caras, echas con la mejor piel de borrego y tripa de oveja en las agujetas. Su cabello largo estaba trenzado en cuatro partes, como el estilo de la trenza francesa atado al final con un lazo azul y con el dije de una Llama (el animal de la nobleza de su familia).
Una castaña de ojos curiosos, junto con una chica con rasgos semi asiáticos estaba enseguida de ella igual de curiosa viendo todo lo que hacían. Enseguida de la misma se encontraba otra chica de apariencia robusta con los labios abiertos como pez, mirando asombrada viendo a las novias.
Las tres chicas miraban como todos las chicas jóvenes que habían sido reunidos en la cabaña, se encontraban eligiendo vestido de novia. Entra varias prendas blancas y vestidos finos hechos a la medida con el mejor hilo y la tela más suave y pulcra.
Esta ceremonia de novia de sacrificio se hacía cada año bisiesto, en si cada cuatro años baja uno de los lobos y venía a reclamar a su futura esposa. El cual la gente no negaba en entregársela, con tal de que ellos no cazaran o matara a su gente o ganado, a cambio de protección y con tal de que no se comieran su cultivo. Ellos iban y reclamaban la mitad de lo suyo y la mujer virgen que habían elegido como su esposa. Era una tradición que había seguido cada cosecha.
Mientras que los otros años la pasaban a gusto sin problemas, celebrando y agradeciendo a su dios por los alimentos y materiales que se le había dado, mientras que oraban por las hijas entregadas a los lobos. Era raro recibir una noticia de las doncellas, ya que concierne a la vida privada de las criaturas oscuras era difícil de saber si estuviera viva o no.
Las pequeñas se movían por debajo de la mesa, robando uno que otro fruto que era solamente para las novias de sacrificio. La castaña comía un delicioso ciruelo rojizo deleitando su paladar con el jugo de la fruta levemente acida y dulce. Mientras que la azabache comía una calabaza escarchada en dulce y la chica de cabello marrón devoraba una manzana amarilla. Miraban atentas como preparaban a las chicas, lavando su cuerpo y aplicando diversos aromas con lociones de agua perfumada echas de flores y especias. Las cuales ellas elegían que aroma quedaban mejor en su piel.
- ¿Qué aroma me vendría bien? – Dijo Candy viendo como las candidatas peleaban por el perfume de rosas y violetas.
- Posiblemente de jazmín – Dijo Grenda – Nadie toma ese perfume por ser poco conocido, el primero que huelen es el de rosas y con ese se quedan. – Tomando otro fruto. – Aparte si yo eligiera un perfume quisiera el de gardenia.
- El que huele a arroz con leche – Dijo Mabel sonriente.
- Es un aroma dulce y bonito – se sonrojo la castaña.
- ¿Mabel cuál sería el tuyo? – Pregunto Grenda.
- Yo si eligiera... sería una peonia – Dijo la castaña sin tantos ánimos.
- Dudo que una peonia fuera tu aroma – Dijo Candy abrazando a su amiga. – Un olor a flor de ciruelo blanco o rojo. – Menciono. – Te gustan los ciruelos.
- Me fascinan – Tomando otro del canasto.
- Es bonito usar uno de esos vestidos finos. – Dijo la azabache de ojos cafés. – Ser una novia de sacrificio tiene sus lujos.
- Como quisiera ser una para llevar esos bonitos broches. – Menciono la otra chica. – Escuche que terminando el festival te puedes quedar con la ropa y las joyas.
- Sí, pero nadie sabe si el lobo te elegirá. Antes de que te quedes con las joyas y la ropa. – Dijo Candy. – Escuche que él te toma del cuello con sus afilados colmillos y te arrastra hasta la entrada del bosque, mientras dejas un sendero de sangre.
- Qué horror – Dijo Grenda.
- Lo sé – Dijo Candy. – Por eso ser novia de sacrificio es horrible, aunque... por una vez me gustaría serlo solo por las joyas. Ya que tienen un alto valor inconmensurable en el mercado.
- ¿Y tú Mabel?
- ¿Yo que? – Dijo la castaña dando otro mordisco al fruto.
- ¿Te gustaría ser novia de sacrificio?
- No quiero – Dijo de forma seria sin quitar la vista de las doncellas que peleaban por los vestidos. – Es una cruel tradición, que espero que un día acabe.
- Lo bueno que nos hemos salvado. – Dijo Candy.
- Cierto. –Dijo Grenda. – No eligen a chicas de dieciocho. Cuando hayan pasado los ocho años no tendrán interés en nosotras.
- Es lo bueno de ser una chica de diez años. – Dijo Candy.
- Yo para entonces me iré lejos – Dijo Mabel con una sonrisa. – Mi bro-bro y yo iremos a explorar y nos iremos a vivir a Salem, lejos de este odioso pueblo con sus tradiciones nefastas.
- Ahí vas con tu sueño – Dijo Candy con una sonrisa. - ¿Podremos ir? Grenda y yo.
- Claro, vámonos de este pueblo. – Dijo contenta la castaña.
- ¿Entonces yo me podre unir con ustedes?
- ¡¿Pacifica?! – Exclamo la castaña antes de ser callada con la mano de la rubia.
- Shh... guarda silencio tonta – Acomodándose debajo de la mesa. – Odio ser una maldita novia de sacrificio, odio tener diecisiete años y odio a mis padres.
- Pacifica no es para tanto, no te estas muriendo. – Dijo Candy.
- Técnicamente si lo hace, Candy. – Menciono Grenda. – Al venir el lobo y reclamar su esposa, es como decir esa chica ya está muerta.
- Gracias por el apoyo, Grenda. – Regresándole una mirada antipática de sus ojos azules. – Entonces ¿Cuándo huyen? Para animarme a escapar.
- Dentro de cuatro años – dijo Mabel.- Cuando hayamos reunido suficiente dinero y mi hermano y mis tíos tengan una situación económica más estable. Y yo haya aprendido a terminar de confeccionar las capas que venderé.
- Perfecto, para entonces vendrá el maldito lobo y me llevara lejos. – Menciono la rubia con molestia en su voz. – ¿Lo haces a propósito, Pines?
- No lo hago a propósito, solo que no tenemos aún el dinero – Menciono la chica con las mejillas levemente hinchadas.
- Basta no hagas eso o te pondrás fea – Picando sus mejillas, antes de acercarla a su pecho y abrazarla. – No quiero irme.
- ¿Por qué piensas que te elegirá a ti? – Pregunto Candy.
- Les digo algo. – Acercándose más a las chicas. – Esto está arreglado, hace un mes atrás lo conocí a la familia de lobos – Volteando a los alrededores para no ver a ninguna de las otras mujeres cerca, antes de decir el nombre. – Ya saben los Cipher's.
- Es cierto, ahora que lo recuerdo los Cipher's han reclamado a las esposas. – Menciono Candy. – Es casi nuevamente su turno en esta temporada.
- Phill Cipher el primer hijo reclamo a Wendy Corduroy. – Menciono Grenda.
- Si, Wendy era la niñera mía y de Dipper. – Recordando con añoranza a la pelirroja, ese lobo no nos dio tiempo de despedirnos de ella. Solo se la llevo mientras eran cubiertos por un aura oscura. – Recordando la mirada atemorizante del lobo. - Dipper tenía 13 años y yo 6 años, aun extraño mucho a Wendy... por eso quiero irme de este lugar.
- ¿A quién le toca reclamar esposa?
- No sé quién es... creo que si no mal recuerdo mi madre menciono a un tal Bill – Colocando una mueca de desagrado. – La elección esta arreglada, dice que ese lobo poso su mirada en mí. – Agachando la cabeza. – Odio esta tradición, ni si quiera me gusta los perros. Siempre los he odiado son sucios y no tienen educación.
- Son lobos. – Corrigió Candy.
- Lo que sea. – Abrazando sus rodillas. – Ni me gusta los lobos, a mí me gusta... - Viendo a Mabel. – Tú ya sabes quién me gusta.
- Mi hermano también piensa lo mismo, Paz. – Tomando su mano. – Impediremos tu cosecha.
- ¿Lo dices enserio? – diciendo con un hilo de voz esperanzado. – Mabel.
- Seguro. – Dijo Mabel. – Cuando de la hora de la elección de doncellas, tú y mi hermano se irán lejos del pueblo.
- Pero sabes que en la elección no pueden mover a las doncellas del altar. Deben estar todas en ese mismo momento.
- Cierto Mabel, son trece doncellas las que están disponibles. No crees que el lobo sospecharía que te llevaste una.
- No, no lo creo. – Dijo Mabel, para tomar las manos de Pacifica sobre su pecho. – Pacifica te juro que no serás esposa de un lobo, o me verán ser la prometida de los gnomos del bosque.
- Vaya es un juramento muy loco. – Dijo Grenda.
- No lo sé Mabel, me da miedo que los castiguen a ti y a Dipper.
- Estaremos bien tenemos a mi tío Stan y a mi tío Ford.
En ese momento una de las nodrizas levanto el mantel que cubría la mesa y descubrió a las tres chiquillas y a la otra chica escondidas debajo de la mesada.
- Señorita Northwest, que vergüenza ¡levántese y sacuda su falda! – Frunciendo el entrecejo. – En cuanto ustedes tres. – Tirando de ella para que salieran. – ¡Fuera de aquí o les daré una buena golpiza por interrumpir en una ceremonia! – Dándoles un manotazo en la cabeza.
Las tres niñas se sobaron la cabeza antes de salir del lugar, cada quien fue para su casa. Mabel no podía olvidar la mirada de la rubia. Reflejaba una tristeza al saber que estaba su vida ya elegida. Un matrimonio arreglado con una persona que no amaba. Era una horrible tradición la de su pueblo.
Regreso a la casa de sus tíos abuelos Stanley y Stanford, una humilde cabaña donde tenían un buen espacio y las necesidades básicas para subsistir; muebles de comodidad, buena comida y una familia amorosa. A pesar de que ella y su hermano perdieron a sus padres hace tres años. Dipper a sus diecisiete años trabajaba con el tío Ford, ayudando a impartir clases a tal punto de fascinarse por las matemáticas y la geografía, entre otros estudios como lo paranormal y la demonología aunque eso era Tabú en la comunidad del pueblo.
En cambio ella a la edad de diez años se había dedicado a la venta de flores, frutos y caperuzas de lana que teñía de colores café, negro, blanco, azul y verde. Los pigmentos eran difíciles de obtener, pero eso no detenía que los clientes que venían a comprar al negocio de licores de su tío Stan, no pasaran y compraran la mayoría de sus capas.
Era un proceso cansado el tras esquilar las ovejas, lavar la lana, escarmenar la lana y después hilarla que pasaba la mayoría de las noches tensando los hilos para crear un manojo, el cual teñía después con agua caliente y pigmentos de color. Todo ese proceso se lo había enseñado su madre.
Pero su mayor creación fue la caperuza de color rojo el cual le gustaba usar en temporadas de frío y la cual negaba su venta, siempre alargando la cola de la capa conforme crecía.
Llegando a casa encontró a su hermano quien terminaba de arreglare el lazo de su corbatín y peinar sus mechones rebeldes. Corrió hasta él dándole un fuerte abrazo, siendo alzada entre sus brazos.
- ¡Mabel! ¿Dónde andabas? – Mirando a su hermanita con reproche. – Tenías que quedarte en casa, es muy peligroso andar en el pueblo cuando se está haciendo la cosecha. La gente pasa con sus cargamentos y los borrachos andan molestando.
- ¡Dipper! – Tomándolo de los hombros. – ¡Pacifica es novia de sacrificio!
- Eso lo sé. – Dijo con amargura y melancolía. – No me lo recuerdes, solo espero que no sea ella la elegida.
- No, Dipper me refiero a que Pacifica será la novia que reclamaran en la noche. – Comento la pequeña con lágrimas en los ojos. – La vi hoy en la ceremonia de preparación y ella me conto, de que esos lobos visitaron su familia y la reclamaron.
- Malditos bastardos. – Apretando los puños. – Se supone que no deben hacer eso.
- Dipp, no quiero que se lleven a Pacifica. – Dijo ella. – Debemos huir, más tú y Pacifica. – Sonando alterada. - ¡Tengo dinero ahorrado! No es mucho, pero es suficiente para ti y Paz.
- Mabel, tranquila. – Bajándola para después brindarle una caricia a su cabeza. - Yo también tengo dinero ahorrado, para los tres.
- ¿Los tres?
- Tú también vienes, no te dejare que estés aquí otro año más. – Dijo. – ¿No te gustaría venir con nosotros?
- Sí. – Dijo Mabel con tristeza. – Pero también me gustaría ir con mis tíos.
- Mabel, luego pensaremos en los tíos. Esto es serio. – Dijo Dipper. – Si no hacemos algo, Pacifica se ira y no podremos volver a verla nunca más. Como Wendy.
- ¿Entonces qué haremos?
- Primero que nada un plan, debemos evitar que Pacifica entre al altar de las flores. – Frotando su barbilla. – No me gusta cómo se las llevan, no dan tiempo para tomarlas o bloquear su ataque.
- Escuche que ellos odian que lleven una prenda de color. – Dijo Mabel. – Mis amigas dicen que eso demuestra impureza.
- Es cierto, ellos odian el color. – Dijo Dipper con sus ojos abiertos. - ¡Mabel, trae una de tus caperuzas la más oscura que tengas!
- Tengo una azul marino y la negra.
- La azul es perfecto, eso evitara que se acerquen a ella.
- También escuche que odian que no esté perfumada o tenga el aroma de alguien más.
- De eso nos las arreglamos cuando estemos frente a ella. – Tornándose sus mejillas rojas. – Bueno solo espero que todo funcione, y que a ninguno de los dos nos mate.
- Eso espero.
Contaron los hermanos contaron su plan a la rubia dos días antes de la ceremonia, iba celebrarse el festival el 31 de Octubre. Todo el pueblo estaba preparado, Mabel se puso su vestido café ocre con la falda azul Prusia, vistió su caperuza roja y guardo en una canasta la capa con la que vestiría a Pacifica, entre una prenda de olor que Dipper le dio (sus medias).
La castaña corrió a toda prisa adentrándose al festival pasando entre la gente que gozaba de alegría y se agasajaba en la bebida y en la danza del pueblo. Entre la multitud la pequeña choco con un sujeto rubio que llevaba una capa algo desgastada y con una vestimenta un poco formal.
Miro de reojo a la pequeña que había tropezado, mostrando un ojo dorado de color ámbar y la pupila afilada. Un parche de cuero negro ocultaba su ojo izquierdo. Su actitud era sería mostrando un porte recto y formal. El sujeto olisqueo un poco y vio a la menor que había caído al suelo.
- ¡Perdóneme! – Dijo la castaña de ojos avellanados, mientras juntaba sus manitas en forma de súplica. – ¡Ay! soy tan tonta, que no me fije que choque con usted, señor... - Viendo su rostro atractivo, el cual no pudo evitar ruborizarse de sus mejillas de la vergüenza. - ...de cualquier forma perdón. – Levantándose rápidamente mientras sacudía su falda y acomodaba el gorro de su caperuza. – Lo siento mucho.
- Mocosa, ten más cuidado humana tonta – Dijo molesto haciendo un refunfuño. – Es increíble la falta de cerebro que tienen los humanos. – Levantando su nariz mientras buscaba el olor dulce y suave.
- Ya dije que me disculpe – Inflando sus cachetes en forma de puchero. – Tonto.... – Observando su cabello rubio como el oro y levemente despeinado. – Tonto estereotipo de rubio oxigenado y pueblerino.
Mabel por un momento juro ver que unos mechones de su cabello se levantaban como si fueran orejas, antes de ver la mirada gélida y enfurecida del sujeto que la acorralo entre la carroza de calabazas que estaba junto a las demás frutas y vegetales.
- Te crees muy valiente para mostrar tus insultos ante mí. –Golpeando un puño a su lado. – Eres un mocosa muy insolente, que no le han educado la lengua. Tal vez si tu madre y padre quemaran ese innecesario órgano y te cosieran tus labios, entenderías la palabra "silencio".
- Entonces como tendría para hablar... señor. – Le reto un poco.
- Eres testaruda.
La pequeña miraba asustada al sujeto, con los ojos empañados y temblando completamente de su cuerpo mientras cerraba sus ojos y soltaba su canasta antes de abrazarse a sí misma. El sujeto olfato su aroma de cerca e hizo lo mismo, cerro su orbe y dejo que se relajara un poco sus sentidos. Aquel aroma dulzón y a flor lo mantuvieran quieto.
El sonido de los violines, laúd, tambores y cascabeles anunciaron el inicio del festival, animando el ambiente y permitiendo que las doncellas avanzaran a la plataforma. Mabel abrió nuevamente sus ojos recordando lo que tenía que hacer, empujo con sus fuerzas al sujeto tomando la canasta para correr hacia donde se reunirían las doncellas del sacrificio.
El rubio miro enfadado y lleno de ira a la castaña, estaba preparado para ir a cazarla y torturar a la pequeña por faltarle el respeto; pero fue detenido por una mano sobre su hombro. Un chico de cabello azulado y ojos color cian tan brillantes como el mar, su piel lechosa que contrastaba un poco con la piel levemente bronceada del rubio.
- Hermano, ya es hora – Dijo un poco nervioso y con una leve sonrisa. – Ya conseguí el regalo.
- Will no molestes – Sin apartar la mirada de su objetivo. – Puedes hacerlo tú solo – Estaba preparando sus garras, estaba demasiado seguro que destriparía a la pequeña y colgaría sus intestinos por la arbolada del bosque, como una lección a los hijos pequeños de los pueblerinos.
- Pero, dijiste que serias mi escolta.
- Will tienes 26 años, no seas un maldito lobo de mierda. - Dijo Bill.
- Y tú tienes 25 años. – Protesto. – Vamos hermano, ayúdame en esto. – Dijo en tono emocionado el peli azul. – Le traje un regalo espero que le guste, yo lo elegí para ella.
Bill perdió su objetivo cuando el aroma de las violetas bloqueo su olfato, perdiendo el olor de la castaña.
- Carajo. – Le dio un leve golpe a su hermano. – Vamos por tu maldita mujer.
- Es mi esposa. – Menciono el chico.
- Recuerda el maldito ritual. – Adentrándose al bosque.
- Lo tengo. – Dijo el peli azul antes de transformarse en un lobo platinado con puntas azules.
- Bien. – Dijo soltando un suspiro cansado antes de tomar su forma de un lobo rubio cenizo con puntas doradas. Dejando sus ropas tiradas al sendero del bosque.
Mientras tanto Mabel había llegado al recinto para ver como pasaban las doncellas de una por una a pararse en la plataforma de flores; Pacifica era la última. Llevaba ella un vestido simple blando cruzado del pecho de media manga y la falda lisa con pequeños bordados en sus pliegues. Una corona de flores azules adornaban su cabeza, su cabello iba recogido en un molote con los mechones a los lados.
La pequeña llego hasta ella y la detuvo antes de que subiera, jalándola a una esquina aprovechando que no la habían visto.
- Pacifica, lamento la tardanza. – Dijo fatigada la castaña.
- Mabel... ¿Estás bien? – Preocupada al ver que la pequeña traía una gotitas de sudor y su ropa cubierta de polvo.
- Sí... es solo que tuve un pequeño inconveniente. – Sacando la caperuza de color azul de la canasta. - ¡Ten! ¡Ponte esto!
- Una caperuza... ¿Eso no lo molestara?
- Sí. – Sacando las medias de Dipper. – También ponte esto aquí. – Colocando la prenda entre su pecho y espalda. – Con esto cubrirá tu aroma.
- Son muy ingeniosos
- No podemos sacarte pero mínimo el perderá en interés en ti, cuando descubra que no eres pura y tienes el olor de mi hermano.
- Gracias Mabel.
- Oh se me olvidaba. – Tomando tierra y un poco de fango para ensuciar su vestido y parte de su rostro. - ¡Perfecto! Así no te tocara ese tal, Bill.
- Muchas gracias, Mabel. – Abrazando con fuerza a la castaña. – Fuiste la hermanita que nunca tuve y mi confidente especial.
- Paz, no te dejaremos sola. – Correspondiendo su abrazo. – Si nada de esto funciona, iremos por medidas drásticas.
- Preferiría que no lo hicieran y no se metieran en más problemas. – Dijo. – Tú y Dipper son lo más importante para mí.
- Pacífica.
Se separaron de su abrazo, cuando Mabel se enganchó con un clavo en su hombro y rasgo su manga haciéndole un rasguño, el cual pequeñas gotas de sangre brotaron. Pacifica se arrancó un pedazo de su vestido y lo ato en el hombro de la pequeña, ensuciando sus manos de sangre.
- Mabel cuídate mucho, te quiero.
La castaña no entendía porque estas serían las últimas palabras de su querida amiga Pacifica, por un momento quiso que ese festival terminara y que esa horrible tradición acabara. Las lágrimas brotaban de sus ojos y el sollozo fue lo que abrió la vieja herida del pasado; su familia y su niñera.
Vio como la rubia subía a la plataforma si se acomodaba en su lugar con las demás. Mabel se dirigió donde se encontraba su hermano y sus amigas, entre sus tíos abuelos. Miraban que la ceremonia pronto daría comienzo, y que pronto aparecería el lobo a reclamar a la doncella.
- ¿Mabel? – Vio a su hermana hipar entre lágrimas.
- Lo siento, Dipper. – Frotando sus ojos.
- Estará bien. – Dijo el castaño viendo desde una distancia a la rubia. Durante la ceremonia tenía prohibido acercarse a los tributos, por lo que una frustración y la opresión del chico crecía al no poder hacer nada. El interrumpir la ceremonia seria condenado al exilio o la muerte.
La música cambio a una tranquila y la gente hizo espacio para dar paso al lobo, quien hizo su aparición. Aunque muchos se sorprendieron ya que vieron a dos presentarse en la ceremonia. Caminando por el camino de pétalos y bajo las antorchas. Uno de los lobos cuando paso enseguida de una familia, alzo su nariz y olfateo a dirección a donde se encontraba la familia Pines.
Su ojo entrecerró y su pelo se erizo, veía a la maldita niña que lo insulto y que había escapado de sus garras. Su hermano le gruño levemente para calmarlo a lo que el lobo rubio solo bufo y continúo su camino. En cuanto llegaron el alcalde Tyler un hombre bigotudo y de sombrero oscuro miro a los dos canes, mientras sostenía el pergamino en sus manos. Lo extendió y comenzó a recitar el mensaje.
- Como cada año bisiesto, se ofrece en este día de la cosecha; el tributo de media mitad de ganado y alimento, así como hermosas prendas hechas por los pobladores. También por medio de tratado y un acuerdo de paz entre las dos líneas; humanos e lobos de sangre pura, se ofrece la mano de una doncella virgen y casta con la mayoría de edad cumplida, para el matrimonio que unirá las dos razas. Con tal de dar cese de guerra y al derramamiento de sangre. – Aclarando su voz para terminar el anuncio. – "Solo un lobo" podrá tomar "por esposa" a una doncella. – Hizo énfasis en esas palabras para que entendieran los dos invitados la posición en la que estaban.
Bill solo ladeo la cabeza y dio paso a su hermano, quien este solo subía y busco por medio del olfato a la rubia, pasando entre tantas chicas; castañas de cabello oscuro y claro, entre pecosas. Su cabeza ladeaba y buscaba ahora con la mirada, pero el color de su capa le bloqueaba la vista de su pelo. Will estaba confundido, no encontraba su aroma ni apariencia.
Mientras que Mabel y su hermano sonrieron con felicidad al saber que lograron engañar al lobo, lo que no contaba la castaña era que el lobo rubio la seguía mirando fijamente. A lo que sospecho de su plan y dio un ladrido seguido de un gruñido hacia su hermano.
- "La han ocultado" – Le llamo Bill por medio de conexión mental. – "Los humanos la han ocultado, malditos traidores."
Will solo gimoteo decepcionado y estaba a punto de retirarse de la plataforma, pero Bill subió y busco a la doncella de su hermano. Lanzo una última mirada a la castaña como diciéndole; "a mí no me engañas" antes de empezar olfatear.
- "Esa mocosa" – Camino entre las doncellas hasta llegar a la chica con la caperuza azul. Sus manos aun cubiertas por el resto de la sangre de la castaña, la delataron. – "¡Will, la encontré!" – Dando un gruñido.
Will se acercó e hizo la reverencia apegando su hocico hacia las palmas de sus manos encontrando el aroma de la rubia.
- "La encontré". - Anuncio a su hermano.
- Bien, parece que el lobo ha tomado su elección. – Dijo el alcalde acercándose a retirar el gorro y mostrar a la chica. – Pacifica Northwest es la novia a sacrificio.
- ¡No! – Grito Mabel siendo acallada por Dipper y deteniéndola.
- Mabel... shhh. – Dijo su hermano, mientras veía a Pacifica. – Lo siento.
La rubia estaba petrificada de la sorpresa de ser encontrada, sus ojos azules miraban a los del lobo quien este entrego un ramillete de flores violetas, inclinándose ante ella esperando a que lo recogiera. Muchos no habían visto el cortejo, ya que era privado y nunca lo mostraban, por lo general la tomaría del brazo y la arrastraría siendo cubiertos por la sombras. Como lo hicieron los anteriores. Pero la gente del pueblo miro como el canis, realizaba el cortejo de su novia.
Pacifica recogió el ramillete y recibió una lamida en su mejilla antes de ser llevada con delicadeza a bajar de la plataforma, siendo guiada hasta el sendero del bosque. Con el otro lobo detrás de ellos, haciendo guardia. Un aura oscura los envolvió más la rubia solo volteo a ver por última vez a Dipper y a Mabel. Antes de desaparecer en el bosque.
Concluido la ceremonia, la gente procedió a continuar con la celebración, más no tenían la misma armonía de hace unos minutos, pues la familia de la rubia se encontraba desolada aunque no lo pareciera, los padres de Pacifica aquellos que eran duros y fríos de corazón extrañaban a su única hija.
Mabel lloraba siendo consolada por Candy y Grenda, en cambio Dipper tuvo que aguantar toda la ceremonia soltando un grito reprimido. Su amiga mejor y la persona que había amado, fue arrebatada. De algo estaba seguro es que no permitiría que sucediera lo mismo con su hermana Mabel o cualquiera de sus amigas.
[...]
Mientras tanto en lo profundo del bosque de Gravity Falls, se encontraba Pacifica siguiendo a los dos lobos antes de llegar a una mansión oculta. En cuanto entro vio que la morada estaba impecable y llena de objetos de sumo valor y arte. Le recordaba a la casa de sus padres, fría y estéticamente elegante. Dentro se encontraba varias personas esperándola, entre ellas pudo reconocer algunas chicas que eran antiguas novias de sacrificio.
- Vaya, eso fue un poco tardado. – Menciono un pelirrojo de ojos carmín acercándose a los dos lobos. - ¿Qué les hizo retrasar?
Ambos se transformaron volviendo a su apariencia, antes de que la rubia volteara rápidamente su rostro al notar que estaban desnudos. Varios sirvientes se acercaron y les trajeron vestimenta al par, mientras se cambiaban enfrente de todos como si fuera lo más normal del mundo.
- Los malditos humanos, la escondieron y Will estaba a punto de irse con el rabo entre las patas. –Dijo furioso el rubio acomodando su parche. – Si hubiera sido yo, los mato antes de hacerme sus estupideces de esconder el tributo.
- Bill, modales. – Menciono un hombre de cabello violeta. – Hay una dama enfrente.
- Oh sí, lo olvidaba. – Dijo Will nervioso y con las mejillas rojas. – Perdone señorita... Northwest. – Tomando su mano. - Es mi primer casamiento y yo.... Estoy muy feliz, porque es muy linda y... – Soltando unas lágrimas de sus ojos.
- Por Lucifer, Will te vas a poner a llorar. – Rodando el ojo el rubio. – Eres un maldito mojigato.
- Así que nuestro hermanito se casó. – Dijo el pelirrojo. – Esto es bueno, hay que celebrar por la unión de los dos. – Moviendo sus orejas y su cola de forma animada. – Joder como crecen ustedes dos. Ahora solo falta que tu también lo hagas Bill. – Tomando del cuello al rubio. – Quiero ver cachorros en esta mansión y que me llamen tío.
- Disculpe... - Hablo tímida la rubia. – ¿No volveré a ver a mi familia o a mis amigos?
Los hermanos se quedaron mirándola era difícil de explicar la razón del sacrificio, Phill se acercó y aclaro su voz pues sabía muy bien lo que sucedería al decirle la verdad.
- No se te permite ver a tu familia, ni tener contacto con el pueblo. – Comento. – Cuando desposamos a una chica, nosotros hacemos una marca en ella. En este caso la de pertenencia. Suena horrible, sí, pero te acostumbras. – Haciendo una seña a la pelirroja que estaba en la puerta. – Ella tiene una. – Mostrando su cuello. – Wendy es mi esposa y la que me acompañara de por vida.
- Entiendo. – Menciono Pacifica sin salir de su aturdimiento.
- Creo que yo puedo explicarlo mejor querido. Aún está un poco nerviosa por la reciente ceremonia y por todo lo ocurrido. Y créeme que no es fácil aceptar este tipo de cambios, tú ya lo has visto conmigo. – Dijo la chica de pecas y mirada verde esmeralda. – Ven, Paz. Hay mucho que explicarte para que entiendas a estos "lobos".
- Ahora ya veo quien es la que está al mando en tu matrimonio. – Dijo Bill en tono sarcástico hacia a su hermano mayor.
- Cállate. – Refunfuñando.
- Acaso no es linda mi esposa. – Dijo Will contento. – Es muy bonita.
- Eres muy idiota.
- Por cierto Bill, solo una duda... ¿Cómo supiste que era ella? – Pregunto el peli azul.
Bill solo recordó el aroma de la niña que se había topado en el festival, el cómo desprendía un aroma a flores de ciruelo blanco. A pesar de estar en un momento de tensión en que estuvo a punto de arrebatarle la vida, encontró su olor agradable. Más cuando olfateo su sangre; dulce y apetitosa.
- Sangre de otra virgen. – Menciono en un susurro el rubio.
[Cuatro años después]
Nuevamente el inicio de otro festival de la cosecha y la elección de una novia de sacrificio. Una castaña de catorce años se encontraba junto con su hermano atendiendo la tienda de su tío Stan. Hoy estaban de suerte, pues varios clientes habían venido a comprar entre vino de uva roja y las caperuzas de la chica. Muchas chicas que iban hacer la siguiente novia de sacrificio, habían venido a comprar una capa de color. Ya que la mayoría quería evitar el ser seleccionada.
No es porque no les haya gustado como se presentó el lobo anterior con su lindo cortejo y todo eso, sino porque el siguiente podría ser diferente y agresivo, y tal vez no haría ese agradable ritual. En si nadie quería ser novia del lobo rubio.
La castaña ganaba bastante dinero lo suficiente para irse junto con su hermano y sus tíos de Gravity Falls, esta noche. Pero su tío Stan era avaricioso con el dinero, la convenció de quedarse un poco más, para ganar dinero y tener asegurado su futuro.
Como le hubiera gustado no hacerle caso ese día a su tío Stan, pues nadie sabía lo que sucedería esa noche.
Todos reunidos mirando la ceremonia de selección de novia, no era la presentación más elaborada ni con las mejores flores en el altar. Solo que había un pequeño cambio de planes en la reunión. Y eso era porque estaban los demás lobos anteriores reunidos detrás del rubio quien le gruñían, más este solo caminaba en dirección a la plataforma viendo a las diez candidatas chicas mayores de diecisiete o que unos días cumplirían dieciocho entre una que otra de mayor edad oculta.
- Es extraño que estén los otros lobos. – Menciono Dipper analizando los tributos. – No se enojaran por las dama presentes.
- También se me hace raro todo esto, los lobos o es uno o dos los que se presentan en este día. – Dijo Ford. – Pero ¿Por qué todos?
- ¿Por qué le gruñirán al lobo? – Pregunto Candy. – El no parece muy contento.
El lobo dio media vuelta en señal de rechazo a cada una, ninguna de las candidatas llamo su atención. El alcalde Tyler estaba nervioso ya que nunca había ocurrido un rechazo durante la ceremonia. Sus compañeros lobos empezaron a protestar por no elegir la novia.
- "Bill ¿Qué demonios estás haciendo?" – Hablo en medio de conexión mental un lobo de pelaje rojizo.
- "Ella... no está aquí" – Respondió el lobo rubio.
Bajo del estrado y comenzó a buscar. Mabel quien se encontraba a lado de Dipper miraba al lobo que buscaba entre cada hilera de la multitud.
- Dipper... ¿Qué sucede?
- No lo sé Mabel – Menciono el castaño.
Los lobos gruñían y lanzaban ladridos al rubio. Más sin embargo Bill los ignoro y siguió su camino por el que había tomado, buscaba a su alrededor el aroma de la chica. Tenía una buena memoria de retención, por lo que olfateo entre la gente. Lanzo una mirada de reojo a dirección de lado derecho y se adentró entre la multitud escabulléndose entre las aberturas, en cuanto llego la vio a ella con su rostro lleno de sorpresa y las mejillas sonrosadas. El aroma era fuerte en la joven doncella.
"Es ella"
Sujetando de una mordida el brazo de la castaña con suma fuerza arrastrándola al centro la llevo. Pero la familia de la pequeña junto con sus amigas, intentaron evitar que se la llevara completamente.
- ¡Un momento! – Grito el alcalde. - ¿Qué rayos está sucediendo? – Dirigiéndose a la manada. – No pueden hacer eso, teníamos un acuerdo. Solo las seleccionadas en la plataforma.
El lobo seguía aferrado al brazo de la chica, mientras que ella intentaba zafarse pero el dolor era intenso. Había clavado sus colmillos en su carne con fuerza. Mabel se sentía mareada y aturdía por el dolor que traía.
- ¡Este maldito lobo ingrato, no suelta a mi sobrina nieta! – Dijo Stan enfurecido. - ¡Suéltala!
- ¡Suéltala maldita bestia del mal! – Dijo Ford. - ¡No te la llevaras!
- ¡No, ella no es una novia de sacrificio! – Grito Dipper. - ¡Es mi hermana!
- ¡No te llevaras a nuestra amiga! – Dijo Grenda.
- ¡Suéltala sucio animal! – Dijo Candy.
En ese momento se acercaron los demás lobos de forma amenazante a la familia y amigos de la chica, el alcalde no tuvo más elección que dar otro anunciamiento. Lo que diría cambiaria mucho el destino de la chica.
- En vista de que las novias han sido rechazadas. – Viendo con miedo la escena, no quería desatar un caos entre el pueblo. La vida de una persona por la de cientos, una difícil decisión. – Me temo que la señorita... - Miro con tristeza a la pequeña castaña de tan solo catorce años, quien la conocía a través de Stanford y Stanley, ser apunto de entregarla a los lobos como sacrificio de cosecha. – La señorita Mabel Pines ha sido seleccionada como la nueva novia a sacrificio. Nadie puede interponerse en su decisión.
El lobo de gran tamaño dio un tirón arrancándola de su familia, colocándola sobre su lomo aprovechando que ella se había desmayado del dolor. Agarro de la capa antes de llevársela siendo seguido por la manada de lobos. Un aura oscura los envolvía y desaparecían por dentro de las arboladas del bosque.
Recorriendo la zona prohibida y oculta del bosque de Gravity Falls, la manada de lobos llegaron a una mansión escondida detrás de una cumbre.
En cuanto llegaron a la mansión todos entraron hechos un manojo de emociones, encolerizados mientras volvían a su apariencia semi humana. Siendo atendidos por uno de los sirvientes que traían sus ropas.
- ¡¿Qué demonios hiciste?! – Grito Tad en estado colérico a punto de explotar y ahorcar a su primo. – Más bien ¡¿Por qué lo hiciste imbécil?!
- ¡BILL! – Se acercó el pelirrojo tomándolo de los hombros. – Regrésala, no puede quedarse.
- Es mía. – Dijo en tono serio y con un gruñido.
- Es una maldita niña. – Grito un Azabache de ojos cenizos. – Una maldita cría, de seguro no ha tenido menarca y aun duerme con sus padres.
- Cierra la boca, Valentino. – Espeto el rubio molesto, mientras se acomodaba su ropa. – Ella es mi esposa y punto, así que respétala.
- Sí, y la próxima vez que regresemos nos apuntaran con una escopeta en la frente. – Dijo un albino. – Bill eres un idiota, un jodido idiota. Nos tendrán en amenaza por tú estupidez.
- Palabras seboso. – Dijo ignorando al albino. – No hubo problema en traerla.
- Hermano no puedes quedártela. – Dijo Will. – Solo mírala es una... pre adolescente o niña.
- Es mía y cierren el maldito hocico. – Gruño molesto. – No hacen más que molestar.
- Bill, nuestra especie peligra y tú haces la mayor idiotez de la vida. – Dijo Kriptos molesto. – Es una maldita menor, no puede estar contigo. Conoces las reglas... déjala ir.
En ese momento la castaña despertó de su estado de inconciencia y miro aterrada la sangre que emanaba de su brazo izquierdo, un dolor punzante y ardiente recorrió su piel. Sus ojos estaban llorosos y estaba asustada gimiendo de dolor, mientras que se paraba con dificultad y corría a una esquina, sintiendo la mirada de los presentes. Estaba hiperventilando y mirando con terror a los sujetos.
- ¿Qué has hecho, Bill? – Dijo Phill, viendo a la pequeña herida y temblando de pies a cabeza. - ¿La marcaste? ¿Es enserio? – Lanzando una mirada incrédula al rubio. – Esto no debería haber ocurrido.
- Me pertenece. – Dijo el rubio acercándose a paso cauteloso a la pequeña. Para arrodillarse y verla de cerca, observando esos ojos avellanados que le recordaban al prado del bosque. Era tal como la recordaba hace cuatro años. – Le guste o no, ella será mi esposa. – Embozando una sonrisa.
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