Día 2: Johnny-San y los métodos del señor Miyagi.

Johnny daba vueltas en la cama arrepintiéndose por rechazar la oferta de Daniel, a veces se sorprendía de lo estúpidamente pretencioso que podía llegar a ser. Sus amigos habían dejado de lado su ego para ir hasta la casa del señor Miyagi y pedirle al pelinegro que no lo dejara solo y, por si fuera poco, Daniel trato de convencerlo por todos los medios posibles.

Entonces recordó la voz de LaRusso diciendo "si cambias de opinión estaré esperándote".


─ Maldita sea. ─ Grito y se levantó en busca de una maleta pequeña donde pudiera guardar parte de su ropa entre otras pertenencias.


Se colocó una chamarra y bajo las escaleras. Gracias a que Sid dio vacaciones a sus empleados la mansión estaba completamente sola y ni ebrio se quedará en aquel lugar tan frío que supuestamente era su hogar.

Tomo las llaves, agarró la maleta y salió de la gran casa.

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Media noche y Daniel jugueteaba con el agua del estanque. El sonido de un auto estacionándose lo alerto y corrió a la parte frontal de la casa.


─ Johnny. ─ Susurro. El rubio se dio cuenta de su presencia y llevó las manos atrás de su espalda.

─ La ... Daniel, perdón por la hora ¿tu oferta aún sigue disponible? ─ El pelinegro ensanchó su sonrisa y asintió.

─ Por supuesto, ven. ─ Sin darse cuenta de sus acciones, entrelazo sus manos. ─ El señor Miyagi y yo te esperábamos. ─ El ojiazul sintió calidez al saber que alguien lo esperaba.

─ ¿No le molestara?

─ En absoluto.

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Esa noche Johnny y Daniel durmieron en la misma habitación, pero separados y por alguna razón se decepcionaron cuando el señor Miyagi preparó una segunda cama.

Por la mañana el pelinegro se encargó de despertar al rubio.


─ Preparare el desayuno y luego decoraremos el árbol. ─ A Johnny le pareció tierno la manera en que Daniel se emocionaba como un niño pequeño.


Llegaron a la cocina y en la puerta de refrigerador había una nota del señor Miyagi.


─ Fue a pescar temprano, no debe de tardar. ─ Daniel guardo el papel y sacó los ingredientes de la nevera. ─ Espero te guste el omelette porque es lo único que me sale bien.

─ Sí, me gusta mucho. ─ Contestó Johnny sin despegar la vista de Daniel y el pelinegro se sonrojo sin razón aparente.


Una hora después Johnny y Daniel terminaron de comer, el ojiazul lavo los platos mientras Daniel sacaba algunos adornos de las cajas.


─ Daniel-San. ─ Miyagi dejo la caña de pescar a un lado. ─ Miyagi pescar pez enorme, lo preparare para la comida.

─ Eso es maravilloso señor Miyagi.

─ Ya terminé de lavar los platos. ─ Johnny interrumpió la conversación. ─ Oh lo siento.

─ Johnny-San, que bueno que nos acompañaras a Daniel-San le hará bien convivir con muchacho de su edad, antes de irte a buscar pensó en lo que podrían hacer justo.

─ Señor Miyagi. ─ De nuevo Daniel se sonrojo.

─ A decir verdad yo también me emocione un poco, mi mamá y su esposo suelen arrastrarme a cenas con un montón de adultos y sus hijos que conversan de finanzas y los prometedores futuros que les esperan.

─ Pueden iniciar divirtiéndose decorando la casa. ─ Daniel entendió lo que el señor Miyagi quería hacer. ─ Daniel-San explica a Johnny-San como deben ir las luces.

─ Si señor.


Johnny no entendía por que tenía que poner las esferas con movimientos firmes y precisos.


─ No lo hagas de otra manera o el señor Miyagi se dará cuenta. ─ Podía jurar que había cierto tono de burla en la advertencia del pelinegro.


Terminaron de decorar el árbol y siguieron a la parte trasera de la casa para pintar la cerca de madera.


─ Debes pintar así: arriba abajo arriba abajo. ─ Johnny nunca creyó que existiera una manera correcta de pintar madera, pero no quiso llevarle la contraria y siguió las indicaciones.


Llegó la tarde y antes de comer tuvieron que colocar las luces.


─ Las aseguras y te agachas, las aseguras y te agachas. ─ El ojiazul comenzaba a sospechar que Daniel estaba perdiendo la cabeza.

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─ ¿Se cansaron mucho? ─ Preguntó Miyagi al terminar de comer.

─ No. ─ Respondió Johnny. ─ Aunque fue un poco extraño.

─ En Miyagi-Do todo ocurre por una razón.

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Johnny no podía creer lo que acababa de pasar, ¿Cómo no lo vio antes? Todos eran movimientos de Karate. Se acostumbraría rápido a ese lugar, sin duda.

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29 días para la cuarta temporada.

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