Hasta ese momento Larissa nunca considero el suicidio como una opción, no una real. Pero ahora, con la cara embarrada en delineador y lápiz labial dejaba de verlo como una opción, y comenzaba a verlo más como una solución.

Sumergió su rostro en el pequeño charco de agua fresca que logro mantener entre sus temblorosos dedos, cerro los ojos y se pregunto qué pasaría sí simplemente dejaba que su rostro permaneciera así, hundido en el agua, si dejaba que las burbujas flotaran a la superficie pero nunca las seguía, en su lugar, abría la boca y permitía que el agua llena de lágrimas, delineador, sombras y corrector entrara en sus pulmones. No sonaba nada bien. Pero sentía un ligero estremecimiento de placer cuando imaginaba a alguien, quizás una de las modelos cuyos sueños no fueron destrozados sin reparo o incluso un limpiador la encontraba sin vida, de cualquier forma sería impactante, ver su cuerpo rígido con el rostro hundido en un inundado lavamanos. 

Su cuerpo gordo, flácido y asqueroso. O al menos esas casi fueron las palabras que usó el reclutador, ni siquiera la miro bien, solo un vistazo rápido mientras leía algo en su teléfono.

<<Gracias, eso fue todo.>>

No la miro, realmente no lo hizo, estaba demasiado centrado en cualquier porquería, menos en ella. Siempre pensó que tenía "eso", eso que todos los hombres buscaban, eso que todas las mujeres envidiaban, ¿Cómo no podría? Era rubia natural, alta, delgada y curvilínea, no necesitaba maquillaje para lucir bien y sus labios gruesos eran de un rosa pálido perpetuo, sus pecas eran como besos de ángel y sus pestañas largas naturales. Cada vez que miraba su reflejo en el espejo no podía dejar de maravillarse, pero en el momento en que puso en pie en la agencia se dio cuenta de que en realidad existían muchas rubias naturales, altas, delgadas, que no necesitan maquillaje para lucir bien y sus labios gruesos están en un perpetuo rosa pálido o incluso un rojo perfecto. Muñecas. Incluso diosas. Todas en un mismo lugar, darse cuenta de ello la desanimo, pero al principio no lo notó, al principio solo vio chicas demasiado desnutridas, ojerosas, de ojos saltones y con a penas boca, pero no, en cuanto la rechazaron esos pómulos enfermizamente marcados se transformaron en hermosas mejillas de piel perfecta, sus costillas sobresalientes y cuerpo escuálido sin curvas en un símbolo de belleza, y feminidad. Quizás era por su piel, tenían un bronceado algo notorio y las pecas no eran para todos, pero también algunas de ellas, esas que no fueron ignoradas y cuyos pasos hicieron suspirar al reclutador estaban besadas por el sol, ¿Entonces por qué no ella? 

Mantuvo sus manos aferradas al frío mármol del lavamanos, intentando mantenerse hundida, sonrío imaginando los titulares de las noticias hablando de su muerte: "Hermosa modelo se suicida en los baños de una agencia de modelaje"; sería increíble que incluyera una foto de su esbelto cuerpo colgando sin vida del lavamanos, imaginaba que, bajo una mirada artística llegaría a ser considerada como el suicidio más hermoso del mundo. ¿Pero y si su falda se bajaba demás? ¿Y si el cuerpo se le hinchaba por el agua, y terminaba pareciendo una ballena encallada? ¿Y si terminaban fotografiando su rostro con el maquillaje hecho pedazos? Dio una gran bocada de aire mientras echaba su cuello hacía atrás saliendo del agua, el pequeño charco del lavamanos inundado comenzó a gotear y con dedos temblorosos se aferro a la llave, tratando de cerrarla. Logró hacerlo una vez el agua ya estaba desbordada y un gran charco se formaba alrededor de sus botas negras. Suspiro pesadamente, tratando de recuperar el aire, dio un salto al darse cuenta de que su bolso se estaba mojando y lo alzó justo antes de que se empapara por completo, lo apretó junto a su pecho percatándose de que su portafolio estaba completamente arruinado, su teléfono mojado y su maquillaje flotando dentro de su cosmetiquera, abrazo las fotografías empapadas, esperando que las mini Larissa de la imagen salieran del papel para abrazarla y consolarla, pero sus rostros deformados por el agua solo la miraban con burla por su fracaso. 

Arrugo las fotos convirtiéndolas en bolas rugosas de papel mojado, lanzó la carpeta contra el contenedor de basura de metal y paso sus manos por su rostro, la melena rubia estaba empapada, gotas de agua deslizándose sobre su cuello y empapando su espalda, su blusa negra estaba arruinada y sus pezones sobresalían a través de la tela mojada, hecho un vistazo al espejo y lo que vio no le gusto, ¿En qué momento creyó que sería lo suficientemente buena como para ser modelo? Sus labios hinchados y pálidos estaban curvados en una mueca que la hacían ver más monstruosa de lo que era, intento no verlo, no darse cuenta de lo obvio, pero no podía más, no después de 116 rechazos en menos de tres meses. Quiso arrancarse la cara. Clavar las uñas en sus mejillas y quitarse la piel, le picaban los dedos por la necesidad de hacerlo. No lo hizo, pero quería hacerlo.

Se tensó al escuchar risas juveniles acercándose, miro el baño, completamente inundado, ella misma echa un desastre. Se colgó su bolso empapado y corrio a la puerta del baño, topándose de frente con un par de ninfas que hablaban sonrientes y entre risas sobre sus anteriores trabajos en pasarelas, sus sonrisas angelicales desaparecieron al verla, paso por su lado a toda velocidad mientras intentaba secar su teléfono contra su mini falda de jean. La pantalla estaba mojada, pero esperaba que fuera solo eso. 

Con lagrimas en los ojos intento llamar a su novio, al menos así podría tener una cálida bienvenida.

No contesto.

Ni a la primera llamada, ni a la séptima. 

Al llegar a su apartamento vacío se sentó contra el piso, sintiendo la ropa mojada secándose sobre su piel, no quería levantarse, no solo por su falta de fuerzas, también porque en su habitual egocentrismo coloco un espejo cerca de la entrada para una vez consiguiera trabajo pudiera admirar lo que sería el resto de su bella vida, pero al levantar la cabeza lo que vio en su reflejo fue su rostro deformado por el agua, como en las fotografías.