1. Agua con limón y hielo.
La primera vez que lo vio, pensó que moriría. Aquella radiante sonrisa le robo todo aire de sus pulmones, esa mirada cálida. Lo vio y le gusto. Le gusto su ropa, le gusto su voz pero en especial, le gusto su cuerpo, demasiado, era alto, muy alto, pero en especial delgado, era musculoso, pero no de forma obscena, la unión perfecta de músculos y delgadez. Recordaba haberse palpado la panza, luego la papada, no era nada parecido a él, ni siquiera en la sombra, pero realmente le gusto lo que vio y deseo tenerlo para sí mismo, tener ese rostro, esa sonrisa, ese cuerpo. Baisylav LaVona era perfecto. Lo quería, lo necesitaba. Quizás así por fin podría librarse de la soledad que lo atormentaba.
La espalda de Nico cayo contra la pared, cerró los ojos y apretó el algebra de Baldor contra su pecho, a penas si podía sostenerse de pie, todo daba vueltas, era como si su cabeza estuviera dentro de un cilindro en constante movimiento, Nico ahogó un grito cuando sintió como sus piernas cedían ante la falta de suelo bajo sus pies o así se sintió, era como si las baldosas manchadas con puntos de colores del pasillo hubieran desaparecido. El muchacho miró hacía todas partes aturdido sin comprender bien en qué momento termino en el suelo, pero sobre todo esperando que nadie lo hubiera visto, suspiro tranquilo al notar que no había nadie más que él en el pasillo — algo raro, era la 1 de la tarde, la hora pico de la universidad — y con las manos temblorosas tomó sus gafas de montura negra que había salido disparadas cuando cayo, uso su otra mano para frenar el temblor de la contraria y así alcanzar las gafas con más facilidad pero incluso cuando las coloco de nuevo en su rostro sintió el retorcer de sus tripas provocándole un dolor que lo hizo morderse los labios.
"Tengo hambre" pensó, apretando sus manos contra su estomago y recostando su cabeza contra la pared amarilla, ya llevaba dos días seguidos sin comer y eso lo hacía sentir bien, lo hacía sentir menos miserable y egoísta.
¿Por qué? Muy simple. Era un fracaso. Un fracaso en todos lo sentidos de la palabra y su fracaso no tenía ninguna justificación más allá que su propia idiotez. No había alcanzado un puntaje ni siquiera decente en el examen de ingreso y con ello demostró que ese dinero por el cual sus padres tomaron un préstamo para invertirlo en su preparación para el examen no valían la pena, y fueron tirados a la basura, no consiguió una beca, tuvo que presentar el examen 3 veces hasta por fin conseguir una beca mediocre, una obtenida gracias a los prestamos que sus padres tuvieron que tomar para pagar sus clases, convirtiendo la finca como casa de verano a cambio de una beca, teniendo que dormir ellos en un potrero durante el tiempo que fuera necesario.
Nico no tenía el típico pasado que se esperaría de alguien en un estado tan deplorable, no venía de una infancia traumática o había tenido la clásica historia que ameritará una "superación milagrosa", sus padres eran unos santos, ambos se dedicaban al trabajo del campo con tal de darle una vida mejor, su madre de vez en cuando daba clases de español como maestra suplente en la escuela del pueblo y su padre se mataba en el campo, con macheta en mano y una oración el hombre salía todas las madrugadas para trabajar en los cultivos o recoger los frutos de su trabajo, todo con tal de tener algo que vender en el mercado campesino los domingos. Nico no merecía tales sacrificios.
No era muy inteligente.
No era muy talentoso.
Ni siquiera era atractivo.
No era nada.
No había nada que justificará tanto amor y no solo sus padres, también sus abuelos de ambos lados de la familia lo querían, al igual que sus tíos y primos. A veces Nico deseaba que todo fuera diferente, esperaba tener un padre abusivo que amará más a la cerveza que a su hijo, pero eso no era posible, su padre jamás en su vida había tocado una cerveza, Nico quería que su madre fuera negligente, que se olvidará de él y se fuera con cualquier hombre del vecindario pero su madre no era así, era la mujer más sabía y correcta que Nico había conocido. Quería que lo golpearan, que le gritaran que era un bastardo bueno para nada, que de ser necesario lo matarán, porque por más que lo pensaba no encontraba justificación para sus numerosos fracasos. Porque él lo haría, si Nico tuviera un hijo como él lo habría matado con sus propias manos, se odiaba tanto que lo haría lenta y dolorosamente, quizás cortando pedazos por cada fracaso. Se odiaba tanto. Con veinte años recién cumplidos Nico sentía que había desperdiciado su vida, constantemente recibía enlaces de historias sobre superación personal en una edad avanzada por parte de su abuela, quien aunque no estaba muy consiente de toda la situación, sabía que Nico, el chico que siempre fue gordito había empezado a dejar de comer. En los dos meses después de su graduación y antes de iniciar la universidad Nico había perdido nueve kilos de no comer, y si lo hacía corría exactamente después de pasar su ultimo bocado al baño, y vomitaba, Nico aprendió pronto que el vomito no dolía si se vomitaba a penas se terminaba de comer. Ahora, lejos de sus padres y su constante amor podría autodestruirse tal, y como lo merecía.
Rayos, era tan privilegiado, sus padres ni siquiera lo dejaron trabajar en el campo, su padre no quería que él dañará sus manos, Nico odiaba tener las manos suaves, quería tenerlas llenas de cicatrices y ampollas como su padre, quería tener las manos ásperas y con cueros como su madre. Nico quería, quería y necesitaba estar mal, era la única forma en la que podía dejar de sentirse como un ingrato malnacido por solo dos segundos, quería sentir la agonía del hambre, el dolor de la enfermedad al no comer, los mareos, las arcadas, todo. Quería sufrir porque se sentía tan asquerosamente indigno.
Sí, podría haber tomado todos esos "fracasos" y volverse más fuerte, ser mejor e intentar hacerlo mejor, sí, lo estaba intentando, pero mientras lo intentaba necesitaba sentir dolor equivalente para poder subsistir. Pensaba mucho en el suicidio, veía los balcones de los pisos más altos de la universidad y se imaginaba así mismo caminando por los vacíos pasillos de la facultad de ingeniería ambiental, se imaginaba enredado sus delgados dedos contra los barrotes metálicos, Nico miraría al cielo, le rogaría a Dios perdón por su pecado y saltaría, esperando no caerle encima a nadie, no es que pudiera causar mucho daño, estaba tan delgado, era irónico como un chico que tuvo sobrepeso toda su vida ahora era un saco de piel y huesos, todo en tan solo cinco meses. Esperaba que al perder tanto peso en tan poco tiempo le quedará alguna piel colgante, pero no fue así, de seguro por ser tan joven, pero a Nico le parecía todo un logro pasar de 90 kilos a 54 en tan escaso tiempo.
Al menos eso lo hacía bien.
Sus padres merecían un hijo física y mentalmente perfecto, por ahora había logrado adelgazar, en un tiempo comenzaría hacer ejercicio para ser musculoso y ser apuesto, como lo merecían sus padres, sus queridos y maravillosos padres. ¿Ya menciono que eran muy buenos? Porque lo eran. Cuando el mareo por fin se disminuyo lo suficiente como para que pudiera ponerse de pie, el chico abrió su mochila y de allí saco un pequeño frasco refrigerante que contenía diminutos cubos de hielo, coloco el trozo de agua congelada debajo de su lengua y espero pacientemente a que se derritiera, mientras eso pasaba se puso de pie y guardo el algebra en su mochila, Nico se sostuvo de la pared por el resto del pasillo y se aferro al barandal de metal cuando bajo las escaleras, lo hizo lentamente, muy lentamente, cada paso lo hacía sentir débil y desequilibrado, cuando por fin bajo los siete pisos del edificio, Nico decidió que no lo aguantaba más, tenía tanta hambre, por eso fue a la parte trasera del edificio y arranco tres hojas de su cuaderno, rápidamente las embutió en su boca y dejó que su saliva volviera blando el papel, y luego lo escupió en un bote de basura cerca de allí, había aprendido que tener algo en la boca era el mejor mecanismo para enfrentar el hambre.
Fue en busca de su profesor de algebra, era quien administraba las tutorías y aunque ya tenía tres pensiones parecía estar decidido a obtener una cuarta, él decía que lo hacía por el amor a la enseñanza, pero Nico sospechaba que lo hacía por amor al dinero.
Se sentó tranquilamente y participo en las tutorías, había logrado comprender un tema que los libros no lograban enseñarle y eso lo hizo sentir feliz, las seis horas de tutorías pasaron rápido y cuando ya se estaba haciendo de noche Nico decidió que ya era suficiente por el día, además de que las miradas de cansancio del profesor le hicieron saber que por su culpa posiblemente se había perdido de la cena caliente de su esposa.
— ¿Por qué no pides tutorías privadas? — le dijo el profesor mientras Nico se ponía de pie y se preparaba para irse —. Será más fácil para tí, ¿No crees? En las tutorías grupales no puedo suplir todas tus necesidades, pero si se te asigna un tutor podrás hacer todas tus preguntas y responder todas tus dudas, toma — el profesor le entrego un pequeño papel, que contenía una lista de nombres y horarios —, ellos son los tutores, la mayoría esta cumpliendo tutorías por obligación para obtener un crédito extra, pero otros lo hacen como una labor social, esos son los mejores. Por ejemplo: Baisylav LaVona, es un gran tutor, ¡Y un muy buen chico! ¿Puedes creer que el capitán del equipo de natación?
Apretó la hoja entre sus manos, Baisylav LaVona, su mero nombre lo hizo estremecer, ¿Sería cierto? ¿Podría estar cerca de él? ¿Escucharlo? ¿Tocarlo...?
— ¿Tenemos natación? — los ojos de Nico brillaron, amaba nadar, respiro hondo, intentando disimular su emoción tanto por la natación como por Baisylav.
— Bueno — el profesor tosió un par de veces incomodo —, esas actividades no están disponibles para los becados, pero sí, sí tenemos, también equitación y esgrima, ¡El año pasado Baisylav gano un premio a nivel departamental en esgrima!
— ¿Y aún así tiene tiempo para dar tutorías?
— Sí — el profesor se inclinó sobre la silla de Nico y con su calva reluciendo bajo la luz sintética del bombillo le sonrío con complicidad —. Te diré algo, niño, si quieres ser el mejor tendrás que tomar clases con el mejor.
Se ánimo y estaba a punto de rellenar el formulario para solicitar su tutoría con Baisylav, pero se desanimó al ver que solo daba tres horas de tutorías al día, Nico necesitaba mantenerse ocupado, cuando lo hacía no pensaba en el hambre, tampoco en el dolor de su estómago o en el ardor de su pecho. Por eso, algo decepcionado decidió escoger a un tal Izan Kurylenko, quien tenía cinco horas de tutorías. Nico esperaba que todo estuviera bien y que las tutorías lo ayudarán a mejorar, realmente necesitaba mejorar, lo necesitaba con toda su alma, así, quizás, en un futuro lejano podría empezar a comer una vez al día todos los días. A Nico le gusto la idea de que su profesor solo quería ayudarlo, por eso prefirió pensar que así era, pero él sabía que no era así, era un muy disimulado "Deja de joderme, niño y no vuelvas a mis clases" de su parte.
Al llegar a casa Nico se coloco tres suéteres de lana gruesa, dos pantalones e intento cubrir sus manos con las mangas largas de los suéteres, también se coloco en una posición en la que solo se veían sus ojos y parte de su frente, el chico se acurruco debajo de las cobijas, con su teléfono en mano busco el número de sus padres y espero a que contestarán, era la forma más fácil de ocultar su estrepitosa perdida de peso, no quería que ellos lo vieran así, de notar su delgadez se irían de ser necesario a pie hasta la ciudad en la que su hijo vivía para ayudarlo y saber qué le pasaba, no podía ser tan egoísta como para preocuparlos así.
A inicios del año pasado Nico no podía ponerse más de un suéter, porque le apretaba debido a su gordura, pero ahora le colgaban como vestidos y le quedaban muy sueltos, lo mismo con sus pantalones, sus compañeros de la universidad pensaban que Nico usaba ropa regalada, porque todas sus prendas le quedaban tan exageradamente grandes que daba pena.
Coloco su mejor sonrisa cuando un par de rostros que amaba con toda su alma aparecieron en la pantalla.
— Hola, mamá, hola, papá, los amo y extraño, ¿Cómo están?
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top