13

—Oye Eli ¿Qué te gustaría ser de grande? —Le preguntó el más pequeño a su mejor amigo.

Mmm... ¡Un aventurero! ¡Quiero recorrer todos los reinos, conocerlos por mi mismo! —Concluyó mirando sus tierras desde el balcón del castillo, su amigo no pudo evitar reír ante lo dicho.

—Que sueño tan infantil.

—¡Hey! ¿A ti qué te gustaría ser, Tad? —Le preguntó de vuelta el de ojos azules.

—Supongo que cualquier cosa, siempre y cuando podamos seguir siendo amigos —Dijo con una sonrisa.

—¡Claro!

Ambos rieron, el pequeño príncipe se sentía a gusto con su mejor amigo. Lo divertido de su relación es que era un secreto para el mundo, podían hacer lo que quisieran dentro de los límites del castillo y esto al de ojos verdes no parecía molestarle, en cambio a Eli. No es que no le gustase estar con él, pero anhelaba conocer más gente...

—¡Quiero salir! —Pidio nuevamente el joven a su padre. Ambos estaban en la oficina, Will no parecía darle mucha atención en ese momento ya que estaba revisando unos papeles.

—Eli, ya discutimos esto...

—¡Dijiste que ya estoy grande para algunas cosas! ¿Cuando podré conocer a más gente? ¡Ni siquiera sé cómo luce nuestro reino más allá de un dibujo! —Reclamó.

—Sabes que no puedes, nadie debe saber de tu existencia

—¿Y con un disfraz? ¡Podría ir contigo!

—Ya dije que no, es muy arriesgado. Fin de la discusión.

Will se retiró del lugar dejando a un pequeño Eli frustrado, con unas pequeñas lágrimas a punto de salir. Quería a su padre, pero a veces le molestaba ese lado de él.

Desde que tenía memoria, ha vivido prácticamente oculto en el castillo, sólo un grupo limitado de sirvientes sabía de él. Ellos y bueno, un rey con muy mala reputación, quien gobernaba ahí también tenía un hijo y al ser amigo cercano de su padre, aquel niño tan peculiar se volvió alguien cercano para él.

Pero un día particular, todo cambió.

En un momento estaba junto a Tad tratando de ver a alguien, y de repente el olor a quemado inundó sus narices. Escucharon a los sirvientes murmurar entre ellos un posible incendio.

—¿Qué sucede? —Murmuro Tad al ver a la armada dirigirse a la sala real.

Todo sucedía tan rápido

—¡Deben de salir rápido de aquí! —Exclamó una de las sirvientas a los niños, junto a ella iba un guardia.

—¿Él también? —Le murmuró aquel hombre a la mujer mirando a través del casco al joven pelirrojo.

—¡Es un niño! ¡No hay discusión!

El soldado tomó a ambos niños y junto a la la mucama recorrieron rápidamente el castillo, la temperatura iba ascendiendo rápidamente y el humo ya molestaba a la vista.

—¡No, alto! ¡¿Donde está mi papá?! —Chilló el príncipe de cabellos azules.

—¡Mi prioridad son ustedes! ¡Debemos salir rápido de aquí! —Le contestó rápidamente el guardia.

—¿¡Y mi papá!? —Le preguntó alarmado el pelirrojo, ni el hombre ni la mujer contestaron.

El miedo inundó su ser, pero el de menor altura no se iba a quedar de brazos cruzados. Logró zafarse del agarre del guardia, una vez tocó suelo fue corriendo a como dieron sus piernas en dirección a donde había escuchado aquel grito.

—¡Su majestad! —Le gritaron, pero fue en vano. El humo se intensificaba al igual que las llamas, justo un pilar había caído entre ellos impidiendo el paso para seguir al joven príncipe.

El guardia le pasó a Tad a la mujer— ¡Llévatelo! ¡Iré por Eli!

Tad vio como ambos se desvanecían en el humo denso, le gritó a Eli por que volviera, pero de nada sirvio.

—¡PAPÁ! ¡PAPÁ! —Gritaba dessesperado buscando a su padre entre los pasillos del castillo, el humo ya le estaba afectado, cada vez le costaba más respirar. El guardia de hace unos minutos no estaba ni cerca del pequeño

Corrió hasta el salón real, entre las flamas logró localizar algo.

—P-Papá...

Se congeló por unos segundos, sintió sus piernas temblar y un nudo se formó en su garganta, el pánico hizo que corriera hacia su padre quien yacía en el suelo inconsistencia con su espada apenas a un metro de distancia de su mano, su corona estaba a unos metros más lejos de él, pero eso no le importaba, cayo de rodillas frente a su padre mientras lo agitaba tratando de despertarlo desesperadamente.

—¡Papá! ¡Papá despierta! ¡Papá! —Le llamaba en un mar de lágrimas, no quería que eso fuera verdad.

—Es una pena ¿No es asi?

—¿Q-qué?...

Entre las llamas, pudo divisar la silueta del rey Blakk acercarse a él, sintió miedo cuando vio que el mayor portaba su lanza entre manos.

—Que haya muerto en estos términos, es una lastima que tú vayas a seguir sus pasos. Ah, padre e hijo muertos tras un misterioso incendio en su castillo tras la visita de la princesita del reino vecino, una verdadera lástima.

—N-No... No es verdad —Eli no podía creer lo que estaba diciendo— ¡Estás mintiendo! ¡Fuiste tú quien causó todo esto!

El Blakk sólo se limito a reírse, mientras que con su lanza se fue acercando peligrosamente hacia el menor. Eli rápidamente tomó la espada de su padre y con todas sus fuerzas la blandió— ¡Aléjate! ¡No te acerques!

—No te acerques tu a mi ¿Qué diría mi amado hijo si se entera que me atacaste? Pobrecito, quedará desilusionado. Dejará de ser tu amigo.

—¡No te creo nada! —Le grito.

—Mirate, si hasta tu manos tiemblan, ni siquiera puedes blandir esa espada correctamente. Eres sólo un niño.

Eli miró sus manos, luego a su padre y después a la gema incrustada en la espada viendo su propio reflejo, odiaba verse así.

Débil e indefenso.

El Blakk sonrió de lado y se abalanzó contra el menor, Eli apretó su agarre y de repente sintió como un calor más abrumante le rodeaba y recorría su cuerpo, dándole una fuerza que no pensó tener, sintió como sus ojos empezaron a arder, pensó que era debido a la ceniza así que le resto importancia. Con un movimiento ascendente desvío el ataque del mayor, la fuerza que aventó fue lo suficiente para alejar de forma abrupta al Blakk haciéndole golpear contra la pared para dejarlo noqueado, aunque Eli juró escuchar algo romperse en él.

Tras eso, el miedo invadió su cuerpo ¿Pero qué había hecho? Miró como partes de la sala empezaban a desmoronarse sumando a la cantidad de fuego y ceniza. Con ambas manos llevó a rastras la pesada espada y se dispuso a huir de la escena, sintiendo dolor en su pecho al pensar que estaba dejando a su padre atrás.

"¡Perdón! ¡Lo siento tanto! ¡Perdón!" Gritaba en su cabeza. Corría lo más rápido que dieran sus piernas, sus ojos seguían doliendo y la espada le estaba molestando. Abrazó el arma para más comodidad hasta llegar a la salida, pero su camino no paró ahí.

Quería huir, pensar que todo se trataba de un sueño. Corrió hasta los limites del castillo y salió, ya no sabía a donde iba, su trayectoria se mantenía al frente, lo único que escuchaba era el retumbar de su corazón queriendo salir de su pecho más su agitada respiración. No sabe hasta cuando estuvo corriendo, pero sintió como sus energías se iban consumiendo lentamente hasta hacerlo tropezar y caer cuesta abajo de una colina, abrazó fuerte el arma, era lo último que debía perder.

Tras llegar al pie de la colina se golpeó la cabeza. Quedó ahí inconsciente en el suelo, sin padre, sin hogar, sin amigos, sólo con aquella arma en una noche de duelo.

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—... Ahí me quedé hasta quien sabe cuántos días, el punto es que cuando desperté me encontré con Pronto, fue cuando me di cuenta de que ahora era yo quien poseía las marcas —Señaló sus ojos— y ya nada sería normal. De ahí, bueno, supongo que ya adivinan el resto —Finalizó el viajero, mantuvo la mirada baja mientras narró su historia. Los presentes escucharon atentamente cada palabra sin creer todo lo dicho por parte del chico.

—Wow —Se limitó a decir la lanzadora, en cambio su otra yo sólo se mantuvo de brazos cruzados.

—Entonces ¿La razón por la que no volviste fue...? —Trato de concluir la princesa.

—Miedo —Respondió rápidamente el viajero—, yo no era capaz de volver a ver a Tad o a los demás, mucho menos a seguir viviendo ahí, por eso me inventé todo esto para poder mantenerme alejado. Diría que no fue tan malo pero... Cuando descubrí lo que estaba haciendo Tad, sentí que debí hacer algo.

—Y por eso me desobedeciste y fuiste a su ahora reino —Concluyó la pelirroja.

—Si, perdón por eso —Volvió a disculparse—, sólo pensé que, si volvía, podía hacerlo recapacitar. A él también le debo una disculpa por fingir mi muerte así nada más.

—Eli no creo que por fingir tu muerte haya hecho todo esto. Y de ser así, no querría tu cabeza como trofeo —Mencionó.

—Es lo que quiero averiguar. Pero no lo puedo hacer desde tus límites, debo volver.

—¿Sabes que eso está fuera de discusión, no? —Habló un poco más firme la chica.

—Pero--

—Sin peros —Interrumpió, Eli bajo la cabeza, la chica soltó un suspiro—. Ya casi es la hora, es tiempo de volver.

—¿Ya se van? —Chilló Pronto— ¡Pronto quería saber más sobre su mundo! ¡Verlo! ¡Quiero conocer a mi otro yo también!

—Lo lamento, pero no. Corrí el riesgo de volver a conectar estos dos mundos, llevarlos al nuestro sólo desprotegerá al suyo. Lo mejor es que se queden —Indicó poniéndose de pie.

—¡Pero es mejor que vayamos con ustedes! ¡Necesitan toda la ayuda posible! ¿Y qué mejor que un doble tuyo? —Insistió el topo.

—No es por querer contradecirte, pero Pronto tiene razón. Créeme no me quedaría tranquilo si sé que algo anda mal, a pesar de que no sea en nuestro mundo —Apoyó Kord.

—Si, además, hemos estado en situaciones similares o hasta peores —Aseguró el Eli lanzador— Créeme que estamos dispuestos a ayudar en lo que sea, es nuestro deber.

Trixie lo meditó un poco, la verdad simplemente quería alargar su estadía con aquella banda nada más por las llamadas "babosas", las cuales les hacía ojitos en la mesa rogándole poder ir con ella.

—No me dejarán ir si no van ustedes ¿No? —Arqueó una ceja y a la vez sonrió de lado, el lanzador le negó con la cabeza, la princesa soltó un suspiro—Bueno, esta bien, pero con mis condiciones.

Las babosas chillaron felices, la banda intercambió miradas entusiasmadas mientras que el Eli viajero veía feliz a su princesa, la chica rodó los ojos. Debía dejar de cumplir los caprichos del peli-azul algún día.

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Jsjsjs volví

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