Capítulo 35 - Amanecer.
Feng Baoshi corrió hacia el exterior del salón, allí, multitudes de caballos y hombres con armas se acercaban, dos hombres mayores al frente, uno de ellos, su propio padre.
—¡Padre Tian Feng! —gritó casi llorando—. Padre Tian Feng, gracias a los cielos estás aquí también.
—Al fin llegaron, creí que nunca llegarían —aportó Tian LiuYun.
Tian Feng, un hombre algo canoso, de ojos amarillentos, muy similares a los de Feng Baoshi, observó a su hermano.
—Hemos llegado por fin, lamento la demora —saludó él—. Algo nos envolvió en un camino sin salida, era probable que fuera algún truco mágico del enemigo, ¿tienes alguna idea de lo que era?
Pronto, Feng Baoshi inclinó su cabeza:
—Sí, padre, como deduce. Era un truco enemigo. El camino era bloqueado debido a una barrera mágica, un bucle; una vez ingreses en una así, no podrás escapar, a menos que su creador muera, o decida retirarla.
Al mismo tiempo en el que Feng Baoshi informaba, Tian Guang, un hombre muy bien vestido, al igual que el resto de los reyes; de ojos caídos y largo cabello gris. Chasqueó la lengua, luego movió sus riendas, ya que, igual que Tian Feng, iba sobre un caballo grande y elegante.
—Creí que estaríamos corriendo por siempre en ese mugroso lugar.
—No perdamos el tiempo con tonterías —expuso Tian LiuYun—. Ya podremos charlar si sobrevivimos —Luego de decir esto y darles la espalda a sus hermanos, agregó—. Sea como sea, me alegro de verlos bien.
Tian LiuYun estaba más asustado que sus hermanos. Si el enemigo lograra atravesar el bosque, estaban perdidos, mucha gente sufriría. Por lógica, no daría mucho lugar a saludos y conversaciones. Ahora que los trillizos se habían vuelto a juntar, por fin era hora de contraatacar.
Por otro lado, bastante lejos, y al mismo tiempo a una velocidad extraordinaria, You YuMo corría sin parar hacia alguna parte. Quería llegar lo antes posible a la zona de batalla, solo que no podía ir y luchar solo. Era una bestia ahora, una muy poderosa, aunque, aun así, no creía poder hacer mucho en esa forma. Después de todo, el ejército de Tian Huo era enorme. Quería probar algo, algo que seguramente le daría resultado.
Mientras You YuMo corría en una dirección diferente, Wen ShanShui y los demás tuvieron un momento para descansar gracias a que el pelotón enemigo se había retirado por un momento. La razón era por supuesto desconocida y además muy extraña, era probable que se estuvieran preparando para un próximo ataque, o más bien, no había dudas de ello. En ese momento, sin embargo, se alegraron de poder descansar, beber agua y comer algo en la carpa. Además, Yi Hen por fin podía ser tratado de manera propia con hechizos curativos, algunos cultivadores ayudaron con los demás heridos, mientras que varios soldados cambiaron sus armas.
—Me duele... sé gentil.
—¿Eres una clase de dios? ¿Quién es atravesado tantas veces y sigue luchando como si no sucediera nada? He escuchado de historias de inmortales en mi vida, pero tú... qué hombre difícil de matar que eres —reprendió Bai GuangXuan.
Yi Hen había quitado su hechizo de congelar el tiempo de su herida, antes de hacerlo, les había indicado cómo tratarla de manera adecuada. Había sido algo difícil, puesto que cuando el hechizo se retiró, la sangre había comenzado a salir a grandes cantidades, aunque gracias a la habilidad de Wen ShanShui con la energía espiritual y la ayuda de Bai GuangXuan para aplicar la medicina, todo estaba muy controlado. Yi Hen no moriría como había pensado, viviría para contarlo, al menos por ahora.
—Debes quedarte quieto y soportarlo, hermano. ¿No eres tú siempre el que dice cosas como esas? —dijo Wen ShanShui ayudando con la medicina y entregando energía.
—No me molestes, déjame en paz. —Yi Hen hizo un puchero, volteando hacia un costado.
—Es extraño estar curándote a ti, siempre es al revés —se burló Bai GuangXuan, colocando más de la extraña pasta verdosa—. Considera esto como una venganza. Tus medicinas son horrendas y muchas son dolorosas.
Yi Hen hizo un tic sin quitar su congelada sonrisa.
—Sí que les gusta burlarse de mí en ocasiones. Solo esperen a que esté sano, les haré un regalo especial a todos.
El joven maestro herido observó el rostro preocupado de Wen ShanShui, sabiendo a la perfección de lo que se trataba.
—Tranquilo —susurró—. Confía en él, volverá, aunque lo hayan capturado, encontrará la manera.
Wen ShanShui miró preocupado a su hermano, antes, cuando se enteró del secuestro de You YuMo, casi corre en dirección a los enemigos, fue gracias a que Chang Gao y Bai GuangXuan lo contuvieron que no lo hizo. Además, Yi Hen lo consiguió convencer, ya que no podía saber en donde estaba, y ahora mismo, dirigirse al bando enemigo era igual que buscar su propia muerte.
—Sí... tienes razón... volverá.
Yi Hen reveló una sonrisa cariñosa, sin embargo, no podía olvidar la conversación bajo aquel árbol de flores con pétalos rosas, entendía que Wen ShanShui amaba a ese joven tanto como para dar su vida por él, lo más seguro era que se estuviera conteniendo de ir corriendo hacia él.
—¿Pudiste arreglar las cosas entre ustedes dos? —preguntó Yi Hen.
De inmediato, Wen ShanShui recordó lo que le había gritado a You YuMo antes de que partiera. Todo lo que había corrido para alcanzarlo y las lágrimas que había derramado por ser aceptado al fin. Su corazón dio un vuelco y su rostro se sintió caliente, más bien, hirviendo. En automático, su rostro se había ruborizado y miró con rapidez hacia otro lado.
—S-sí... No hay problema... e-eso salió bien, todo salió bien.
Yi Hen abrió los ojos de par en par, en verdad sorprendido, Wen ShanShui jamás tartamudeaba, o siquiera se ponía nervioso de esa manera.
—¿Eh? ¿ShanShui? ¿Por qué no me miras? ¿Qué le dijiste? ¿Qué fue lo que pasó? —Yi Hen nunca había visto esa faceta de su hermano. En realidad, era la primera vez que lo había visto enamorarse, le había sorprendido tanto que hasta le daba curiosidad saber cómo se lo dijo; sin embargo, esas ganas iban a tener que ser tragadas por su mente y olvidarlo. Wen ShanShui nunca diría cómo fue ese momento, suspiró—. ShanShui, no sé qué pasó, pero más le vale a ese mocoso regresar. —Sonrió con algo de maldad en su voz, como si dijera: «O le vuelvo a romper las piernas»
Wen ShanShui volvió a mirarlo y tartamudeó.
—C-como sea, iré por algo de comer. Ya tu herida no sangra tanto, ahora debes alimentarte, debes cuidar bien tus heridas.
Yi Hen miró con cariño a su hermano, ¿hacía cuánto tiempo no era así de cuidadoso con él?
—Está bien, trae algo para ti también.
—Yo seguiré colocando esto, mientras... —Apartó Bai GuangXuan su rostro rojizo, quien se había mantenido todo el tiempo en silencio, de algún modo, pudo comprender la conversación.
Pasaron algunos shichen después de ese suceso. Había llegado la noche, por suerte, la luna iluminaba el descampado, lo que ayudaría si los enemigos volvían a atacar.
Luego de varias conversaciones estratégicas, Wen ShanShui fue dejado al mando. Yi Hen necesitaba descansar lo máximo posible y recuperar sus heridas.
Al mismo tiempo que Wen ShanShui terminaba de explicar el plan de ataque siguiente, se comenzaron a sentir golpes a lo lejos. Eran fuertes y escalofriantes. Los cabellos de Wen ShanShui se pusieron de punta, ¿qué era eso? No quería creer que toda esa paz momentánea había terminado a esas horas de la noche. Con velocidad, todos salieron de la carpa.
Quienes defendían la entrada estaban en posición defensiva, con los ojos bien abiertos y atemorizados. Otros cayeron de espaldas al suelo.
A lo lejos, varios arqueros ya estaban desde antes en posición vigilante. Siempre debía haber un número considerable observando a la distancia por si el enemigo se acercaba, aunque con la noche, a pesar de que la luna ayudaba proporcionando algo de luz, los arqueros no podían apreciar del todo bien si un enemigo se acercaba. Aparte, había una espesa niebla negra que los cubría, y fue solo a esa distancia que los pudieron notar, sin embargo, aunque lo hubieran visto algo borroso, sus voces se trabaron, lo que estaban viendo no era lo que se esperaban.
Varias filas de soldados enemigos se comenzaban a acercar, no obstante, eso no era lo que los sorprendía, sino las filas y filas de bestias que venían por detrás. Todas, igual de grandes y monstruosas, gruñían y rugían con energía.
Atrás, en el lomo de una bestia más grande, el rey de sus pesadillas, Tian Huo, aparecía con un semblante terrorífico.
Wen ShanShui corrió para ver mejor el rojo horizonte que se acercaba, aprisa, volteó para ver a los soldados.
—¡Apronten lo que les falte! ¡Nos vamos!
En simultáneo y cargados de terror, todos se pusieron en posición. Wen ShanShui fue al frente de todos para que el orden se mantuviera, además, quien iba al frente, siempre debía ser alguien que estuviera negado a retroceder.
Uno de los soldados cayó de cuclillas y abrazó su cabeza.
—Estamos muertos. —Apretó sus brazos y negó con su cabeza—. Es imposible, la ayuda no llegará a tiempo. Vamos a morir. Vamos a morir como perros... Sin gloria alguna.
—Aún no —tranquilizó Wen ShanShui —. No podremos permitirnos morir hasta que todos los reinos estén a salvo, debemos aguantar.
Los soldados de Huo se acercaron unos cuantos pasos, aunque a decir verdad, todavía dejaban una gran distancia. De repente dejaron de caminar y se quedaron en el lugar, esperando la orden de su alteza Huo.
Tian Huo no quería cruzar palabras con el enemigo, no habría ofertas de paz tampoco. Los quería a todos muertos, eso era un hecho, cuanto antes terminará todo, mejor sería para él. Parecía ansioso por ver lo que sus bestias y zajiao lograban hacer. Era como un niño con juguetes caros, mostrándoselos a un pequeño con juguetes hechos con ramas.
—Un verdadero mar de sangre —pensó en voz alta Tian Huo. Sin esperar más, exclamó a los cuatro vientos—. ¡Maten a todo aquel que se interponga en mi camino!
Nadie necesitó otra palabra para avanzar, los soldados de Huo gritaron con euforia y comenzaron a correr, a cabalgar y a disparar flechas sin parar. Corrían desesperados por la sangre de sus enemigos, como si estuvieran poseídos.
Wen ShanShui, al ver esto, liberó energía espiritual y la dejó correr por el filo de su espada. Era hermosa, con tonos azules, amenazante. En verdad conseguía elevar el ánimo de sus soldados con eso.
Observó a los suyos con sus ojos grises, casi prendidos en llamas. No moriría, no se dejaría caer, no podía. Había mucho que quería decir y hacer, tenía esperanzas de ver a esa persona antes de morir. Wen ShanShui levantó su espada hacia los cielos, como si quisiera recibir el poder de los dioses.
—¡Todos pertenecemos al mismo mundo, y vamos a protegerlo! ¡Debemos estar unidos hasta el final! Si nosotros no protegemos nuestro hogar, ¡¿quién vendrá a hacerlo?!
Estas palabras habían sido dichas con tanta sinceridad y euforia que los soldados presentes sintieron un escalofrío recorrer su espina dorsal. Sus miradas fueron incluso más decididas que antes, aunque aún temblaban y el miedo no se disiparía tan fácil, sus miradas ahora eran diferentes.
—¡Vamos juntos! —añadió el maestro.
En ese momento, Chang Gao y Bai GuangXuan se acercaban a caballo, junto a ellos traían uno enorme y negro para Wen ShanShui. Al entregarlo, el pelirrojo gritó eufórico:
—¡Corten a todo el que quiera ver nuestro mundo arder!
Los soldados gritaron y se abalanzaron también hacia el ejército de Tian Huo. No importaba el miedo, lucharían.
A los pocos segundos ya se desataba otra sangrienta batalla, era probable que, la última de ellas.
Las bestias y Tian Huo no saltaban a pelear todavía, fue por eso que el rey vio algo que lo dejó sorprendido, algo que no se esperaba en absoluto.
Una cantidad aproximada de dos mil soldados se veía a lo lejos, algunos de color plateado, otros de color verde oliva, y otros de color miel. No cabía dudas de que eran los ejércitos de Tian LiuYun, Tian Guang y Tian Feng, llegando con refuerzos.
El rostro de Tian Huo se retorció como si sintiera asco, de hecho, eso era justo lo que sentía.
—Ahí vienen. Malditos sean, no pueden hacer nada bien, ninguno de mis estúpidos esclavos hará las cosas como se debe —gruñó con desaprobación.
Una sonrisa malvada apareció en su rostro, no importaba cuántos soldados hubiera, mientras sus bestias estuvieran allí, entonces no había qué temer.
Los tres reyes corrían a caballo junto a los demás, pero Feng Baoshi no miraba hacia el frente. Buscó entre la multitud a ese hombre de cabello plateado y hermosos ojos dorados, quería ver a esa persona más que a nadie, abrazarlo y decirle que estaba bien, que ya estaba allí para ayudarlo, que no estaba solo.
Era una casualidad que Yi Hen hubiera salido de la carpa justo cuando Feng Baoshi lo buscaba, sin embargo, fue el maestro quien lo vio primero, y solo allí hicieron contacto visual. Luego de mostrarse ambos una cálida sonrisa, voltearon para entrar en batalla. El joven príncipe bajó de su caballo y ayudó a Yi Hen, tal y como lo había prometido.
—Aquí llegué —sonrió mientras atacaba—. Creo que no demoré demasiado.
Esa sonrisa había sido tan cálida y honesta que Yi Hen no pudo contestar, en su interior tenía varios sentimientos difíciles, muchas cosas que decir, sin embargo, nada salía bien desde su boca. «Si salimos vivos, creo que te abrazaré muy fuerte. Antes, deduje que era solo un juego para ti, un príncipe caprichoso que solo quería un juguete nuevo... Creo que me equivoqué», pensó entristecido, pero con esperanzas.
La batalla continuó, ahora que habían llegado los refuerzos de los reinos vecinos, y el número de soldados se emparejaba bastante. Esto logró levantar los ánimos y el espíritu de varios soldados, Wen ShanShui, quien estaba al frente, vio por fin un rayo de luz entre la oscuridad.
Los labios de Tian Huo se contrajeron, no se rendiría solo porque el número de soldados ahora era parejo o mayor. Su orgullo lo mantuvo quieto, no pensaba mandar aún a su ejército de bestias, quería ver cómo luchaban primero los humanos y zajiao. No importaba si eran soldados de su propio ejército o si eran de los demás, quería ver esas peleas, humanos contra humanos. Su rostro solo mostraba placer al ver morir a los que más odiaba. Esperaba paciente a ver el momento final, admirar la desesperación de todos cuando ya no quedara casi nadie, y no pudieran hacer nada contra sus creaciones. Ese era el momento que más anhelaba.
Las pocas zajiao que Tian Huo tenía habían corrido junto a los soldados. No eran muy fuertes, no obstante, la ventaja era que, a pesar de ser heridas, ellas corrían, atacarían y se arrastrarían de igual manera hasta morir. Por otra parte, sus soldados habían sido entrenados para matar durante toda su vida, convirtiéndolos en un ejército creado con el único propósito de buscar sangre.
Mientras Tian Huo disfrutaba la batalla desde arriba, comenzó a salir el alba, sus soldados no podían igualar a los cultivadores de Tian, aunque contra los soldados de Tian Feng y Tian Guang sí que tenían oportunidades. Habían comenzado a caer poco a poco, ya no quedaban muchos soldados de rojo.
—Acepto el hecho de que me apresuré a atacar, y en que mis zajiao no fueron la mejor creación que pude lograr. No solo la mayoría de los intentos falló, sino que eran torpes e inútiles. FengHuang, mi única zajiao exitosa, no ha regresado, voy a suponer que he subestimado al estúpido mocoso rubio, aunque, lo siento. Esta guerra es mía, la ganaré junto a mis creaciones, no hay otro final —Tian Huo, con el trozo de piedra que controla bestias en su mano, gritó—: ¡Mátenlos!
Solo con esa palabra, las bestias comenzaron a reaccionar, sus ojos se iluminaron y sus dientes comenzaron a mostrarse. Era como si estuvieran enfadadas por escucharlo, o ansiosas por comenzar.
Esta exorbitante cantidad de bestias que esperaban pacientes bajaron la colina en picada, lo hicieron con una velocidad abismal que erizaría la piel de cualquiera. Los movimientos feroces no se hicieron esperar. Pronto llegaron a la zona baja, comenzaron a atacar, despiadadas y rápidas.
Algunos corrían para esquivarlas, otros las enfrentaban, algunos cultivadores de alto nivel hasta las quemaban o congelaban. Sin embargo, ellas llegaban de a montones, impidiendo que los más lentos pudieran enfrentarlas.
No eran imposibles de atravesar, pero sus cuerpos tenían mucha fuerza, varios soldados eran mordidos y lanzados lejos, sin tener siquiera una oportunidad de atacarlas.
Tian Huo se cruzó de brazos y volvió a ver con satisfacción el escenario.
—Esto es mejor, ustedes sí saben despedazar la carne de toda esa basura. Tampoco me hará falta limpiar todo esto —se burló.
Wen ShanShui observó el entorno, estaban cayendo tan rápido que no era normal, su espada estaba quebrada en algunas zonas. Era una espada espiritual de alto nivel, ¿cómo podía haberse roto?
—¡Por favor, aguanta! Prometo repararte luego, ¡solo te ruego que aguantes un poco más!—gritó para sí mismo y su espada.
Chang Gao, agitado, luchaba con dos espadas que había conseguido del suelo. La suya ya hace largo rato se había partido.
Bai GuangXuan era de los pocos que aún tenía su propia espada en buen estado, solo que el cansancio lo estaba dejando con varias aberturas fáciles para los enemigos, después de todo, Bai GuangXuan nunca había sido bueno para las carreras largas.
Ti WuChang y Ti ChenYing estaban en equipo, el mayor estaba herido en la costilla, mientras que el menor se encargaba de defender y atacar.
Era un desastre y el sol apenas comenzaba a aclarar el descampado.
«La batalla no terminará pronto», pensó Yi Hen defendiendo a Feng Baoshi, quien de ninguna manera quería apartarse de su lado.
La mayoría de los soldados aliados estaban comenzando a caer por culpa de las bestias, que a pesar de tener varias espadas clavadas, se seguían moviendo, daban todo hasta desintegrarse.
No obstante, al cabo de unos minutos, comenzaron a oírse pasos, como si de una manada de caballos se tratara. A la distancia se percibieron rugidos y algunos aullidos. Eran cientos de bestias más, todas corriendo y volando en su dirección. Eran bestias comunes. Wen ShanShui quedó atónito, esas no eran como las que tenía Tian Huo, esas eran de las que podrían encontrarse en los campos o bosques abandonados de Tian. ¿Tian Huo había realizado algún otro truco para llamarlas?
Sin embargo, Tian Huo estaba igual de asombrado que todos.
La luz del sol salió y se logró ver un lobo dorado guiar al frente de todas esas bestias, era como ver a un ser celestial descender de los cielos, lleno de seguidores a los que temer.
Varios soldados de Yun cayeron rendidos, como si adivinaran el final que les esperaba.
—¡Ya es imposible! ¡No aguanto más, déjenme morir! —gritaban dentro de la desesperación.
—¡Estamos perdidos! —dijo otro atacando a una de las bestias de Tian Huo.
Aunque todo esto pareciera estar en contra de Yun, Feng y Guang, Tian Huo era el único que debía estar asustado allí.
—¿De dónde demonios salen esas cosas? —habló él, pasmado por el espectáculo que se le acababa de presentar.
No pasó mucho tiempo para que el nuevo ejército de bestias comenzara a atacar, aunque para sorpresa de Wen ShanShui y su ejército, estas criaturas solo atacaban a las bestias de Tian Huo. No tocaban a un solo ser humano.
El lobo dorado comenzó a atacarlas también, su energía era conocida. Esa energía tan cálida y amable, torpe, despistada, que tanto amaba, Wen ShanShui la reconoció de inmediato.
—¡Luego deberás darme una explicación! —exclamó nervioso, luego susurró para sí mismo—. Debes decirme qué está pasando. ¿Por qué él está así?
Wen ShanShui estaba bajo la presión de la ansiedad y la incertidumbre, ¿por qué You YuMo estaba de esa manera? ¿Qué le habían hecho? Sabía que lo habían capturado hacía un día, pero se había convencido de que todo estaría bien, que pronto se encontrarían, aunque, ahora, viendo de esta forma a You YuMo, ¿cuánto había sufrido para llegar hasta ahí? ¿Acaso no moriría si era algo creado por la magia de Tian Huo? ¿Qué se supone que debía hacer ahora?
Wen ShanShui jadeó con cansancio, luego apretó sus labios y manos, casi llorando por la furia.
«Si le pasa algo... entonces va a desear la muerte, no, la muerte es demasiado buena».
Con ese pensamiento, sus movimientos se volvieron aún más fuertes y fulminantes. Era como un demonio enfadado y sin control, sus ojos estaban rojos de la rabia. No sabía nada de lo que estaba pasando, por su mente reflexionaba y solo pensaba en diferentes destinos para You YuMo; si mataban a Tian Huo no tenía idea de lo que podría ocurrir. No quería, ahora, sin saber qué podría pasar, no podía permitirlo.
—¡No! ¡No, no! ¡Mis creaciones! ¡¡Mi ejército!! ¡¿Quién controla estas bestias?! ¡Maldito seas! —exclamó Tian Huo, entrando en cólera.
Las bestias quizás no eran mayor en número que las de Tian Huo, no obstante, ellas no eran bestias creadas de objetos con energía espiritual, sino bestias de verdad.
Por un momento, parecía que las bestias reales peleaban con las intrusas por puro placer de erradicar su existencia, echándolas de su mundo, en el que nunca debieron nacer.
La batalla se había convertido en un mar de sangre.
Gracias a esto, los reyes trillizos aprovecharon el momento para acercarse a Tian Huo, quien miraba el espectáculo con verdadero espanto.
Tian Huo parecía no querer seguir observando, la vista era horrorosa para sus ojos. Sus hermosas creaciones y todos sus años de esfuerzos estaban siendo botados a la basura por un ejército al que nunca se había pensado enfrentar.
A causa de su estado emocional, no se percató de que sus tres hermanos habían llegado hasta él. Los caballos se acercaban con cuidado, ya que Tian Huo montaba una gran bestia negra y roja, de grandes garras y colmillos.
Apenas cuando estuvieron a pasos de distancia, fue que Tian Huo los notó llegar.
—Ustedes... —dijo enfurecido Tian Huo—. Engendros del inframundo... Solo son la basura que una prostituta dejó. Una mujer que se aprovechó de nuestro padre. ¡Ustedes son iguales a ella!
Tian Feng contrarrestó el comentario de Tian Huo:
—¡Hermano Tian Huo, te has desviado por completo del buen camino! ¡Padre estaría avergonzado de ti! ¿Te das cuenta de lo que has hecho por tu egoísmo y envidia?
—¡Cállate! ¡Tú eres más joven que yo, no me puedes corregir o dar órdenes! ¡Sé justo lo que hago y es lo que el mundo se merece!
Tian Guang se enfureció, cambiando su rostro como si fuera un fantasma resentido.
—¡Hermano! ¡Tú no puedes decidir qué se merecen los demás!
—¡Sí, lo hago! Sí, lo hago... Yo mando aquí. ¡Todo esto es mío por derecho, estúpido!
—Eres de verdad un imbécil —añadió Tian LiuYun—. ¿Tian LanMei te ayudó, verdad? —preguntó sin obtener respuesta—. Te aprovechaste de su amor y respeto por ti. ¡Eres la escoria más grande que hay!
—Esa perra solo quería gobernar conmigo. Sabía con claridad lo que hacía, solo que no se esperaba que "su adorado hermano" la traicionara. ¿Pueden creerlo? Ella de verdad pensó que lo haríamos juntos. Pequeña niña estúpida... ¡Todo! ¡Todo esto es mío! ¡Mío, y solo mío!
Tian Feng agachó su cabeza y añadió:
—Hermano, has enloquecido por tu avaricia.
—¿Y vienen ustedes a hacerme razonar? ¿Ustedes saben acaso todo lo que tuve que hacer para que nuestro padre estuviera feliz? ¿Saben lo que me esforcé en conseguir su aprobación? ¿Saben cómo era en verdad? ¿Acaso conocen la historia completa? ¡¿Ah?!
Tian Guang expresó decepcionado, mostrando lástima por Tian Huo.
—Hermano... Todos aquí sabemos que era un buen hombre.
—¡Claro que no! ¡No tienen ni idea! ¡Ustedes eran aceptados por padre y madre por cualquier cosa! ¡Sin embargo, yo, yo debía romperme la espalda para conseguir algo! ¡Me servían las migajas de halagos de mi padre! ¡Incluso un "bien hecho" era suficiente! Pero para él... ¡Para él mi trabajo solo era una basura!
—Lo que sea que te haya hecho nuestro padre. —Tian Feng se acercó un paso con el ceño fruncido—. No te da el derecho de hacer el desastre que hiciste. ¿Te das cuenta? Estúpido hermano, por querer poder, ahora tú te quedas sin nada.
—¡Por eso maté a nuestro padre! ¡Él era como ustedes! ¡Tan imbécil! —Tian Huo sonrió y luego soltó varias carcajadas.
Tian LiuYun abrió sus ojos de par en par, esto era algo que no sabían, algo que llegaba hasta la fibra más delicada de su cuerpo:
—¡Tian Huo! ¿Qué estás diciendo? ¡Te volviste loco! ¡¿Tú mataste a nuestro padre?!
—¡Claro que sí, se lo merecía! ¡Él quería dividir mi reino, debía ser todo mío! ¿Y saben qué? ¡Se me había adelantado, le había dado esa estúpida carta a nuestra madre! Esa mujer... ella también merecía morir envenenada, fue tan hermoso verla morir. ¡Por su culpa mi vida se arruinó, porque los aceptó a los tres!
—¡Tian Huo! ¡Nunca te perdonaremos algo como esto! ¡Esto es imperdonable por donde lo mires! —A Tian Guang se le comenzaron a notar las venas de la frente.
—¡¿Y crees que me importa?! —rio a carcajadas—. ¡Mueran los tres! ¡Toda la sangre de padre debería desaparecer!
Tian Huo saltó de su bestia, la cual comenzó a moverse hacia los tres reyes. Gracias a los cielos, de inmediato y sin previo aviso, desde abajo saltó el lobo dorado que hacía poco había llegado. Mordió el cuello de la bestia con fuerza para paralizarla, solo que luego de varias sacudidas, You YuMo no tuvo más remedio que soltarla y comenzar a luchar con sus garras.
No estaba acostumbrado a eso, no sabía cómo luchar con esa forma. Solo podía liberar su energía y potenciar el daño, ya no sabía qué más hacer o qué movimiento veloz podría ser útil, el lobo mostró los dientes. Si hubiera sido humano, entonces, eso sería igual a un chasquido con la lengua.
Tian Huo ignoró esa pelea y sacó una espada desde su cintura, después quitó un sello que parecía llevar pegado en sus solapas, haciendo que el arma se prendiera en llamas de color negro, ¿cuántos trucos llevaba encima? ¡Si no estaban alertas, cualquier cosa podría suceder!
—¡Hermano Tian Huo, has sido corrompido en absoluto por la magia oscura! —gritó Tian Feng desde el fondo de su corazón.
—¡Ustedes tres merecen la muerte! ¡Nunca debieron haber nacido en primer lugar! ¿Te atreves a cuestionar mis medios? ¡Qué gracioso!
Los trillizos se abalanzaron hacia Tian Huo. Él usaba sellos y trazos mágicos en el aire, de donde salían despedidas oscuras llamas negras como agujas, llenas de resentimiento, dolor y rabia.
Los ataques eran rápidos, apenas le daba el tiempo a Tian Guang para lanzar flechas. Con su arco plateado y rojo apuntaba como un águila hacia su hermano, sin embargo, los ataques mágicos eran tantos que no había un segundo en el que pudiera atacar. Lo mismo pasaba con Tian LiuYun, quien atacaba con su hermosa espada.
Tian Huo movía las manos en tantas direcciones lanzando todo tipo de hechizos, que era una locura conseguir alcanzarlo. Su energía parecía nunca acabarse, su cuerpo parecía el de un joven de veinte años. Era una ola de poder por cada movimiento realizado.
De pronto, el arco de Tian Guang se quebró a causa del impacto de uno de los ataques de Tian Huo. Este hizo un gran sonido al estallar en solo un montón de trozos de madera y decoraciones.
Los ojos de todos quedaron abiertos por la sorpresa, ¿cómo había logrado destruir semejante arma con tanta facilidad?
En ese descuido y momento de estupor, Tian LiuYun con su espada pudo llegar hasta Tian Huo. Al ver el ataque tan cerca, este dejó de utilizar su magia y comenzó a pelear utilizando esa espada prendida en llamas negras.
Tian Feng se acercó y ayudó a su hermano a pelear contra Tian Huo, mientras, Tian Guang no podía acercarse demasiado.
Mientras los hermanos peleaban en frenesí entre ellos, You YuMo seguía intentando destruir a la bestia. Era la más fuerte y poderosa de Tian Huo, no por nada era en la que él siempre iba montado.
Saltaba hacia su cuello, rasguñaba su lomo, ambas bestias se golpeaban con brutalidad. Por suerte, aunque You YuMo no estaba acostumbrado a pelear de esa forma, sus heridas parecían recuperarse más rápido de lo normal. Sus ataques eran más precisos y potentes, sus colmillos eran fuertes como espadas, podía más o menos manejar la situación gracias a eso. Claro, la bestia enemiga, la cual era parecida a un tigre gigante con grandes colmillos, también gozaba de estas características, sus heridas sanaban a gran velocidad y sus ataques eran capaces de mover o destruir casas completas.
De un momento a otro, la bestia empujó a You YuMo más fuerte que antes, obligándolo a caer de costado. Intentó ponerse otra vez de pie, no obstante, la bestia volvió a embestirlo para hacerlo caer colina abajo. You YuMo voló algunos zhang de distancia a causa del impacto, su cuerpo dolía, le estaba costando regenerarse. Su energía espiritual ya no era la misma que al llegar a la batalla.
Además, sin dudas era él quien estaba controlando a todas las bestias que estaban apoyando a los humanos. Su energía espiritual era consumida con velocidad, sin embargo, sus ojos no parecían ser los de alguien derrotado. Volvió a levantarse, estaba cubierto de hojas y tierra, lastimado, adolorido, y aun así, no parecía querer detenerse.
Comenzó a analizar la situación mientras la bestia lo alcanzaba. Ese animal obtenía la energía desde la piedra de Tian Huo, por lo tanto, mientras ese hombre estuviera con vida, ella seguiría con poder ilimitado.
You YuMo se alejó y esperó a que la criatura se acercara con potencia, como lo había estado haciendo todo ese tiempo. Como había calculado, la bestia embistió con todo su poder, y You YuMo saltó esquivándola. Esta vez golpeó a un lado de ella, haciéndola perder el equilibrio por completo, la aplastó con una de sus patas delanteras y atacó su cuello, fuerte, potente, presionó sus mandíbulas tanto como pudo. Aunque quedara incrustado en la piel de ese terrible monstruo, You YuMo no cedió del mordisco ni un solo segundo. Presionó aún más, solo los gemidos y rugidos de la bestia lograban salir de allí.
Al mismo tiempo, Tian Huo era atacado por dos de sus hermanos, había lanzado un hechizo oscuro, hiriendo la pierna de Tian Feng.
—¡Tian Feng! —exclamó preocupado Tian LiuYun.
—¡Cuidado, presta atención adelante, yo estoy bien!
—¡Ustedes nunca podrán derrotarme! ¡Soy el rey de todo lo que hay en este mundo! —Su mirada era enloquecida, ya no parecía haber cordura en lo más mínimo.
Aunque esas palabras habían sido dichas con ímpetu y fuera de sí, Tian Huo en realidad se veía algo agotado. Al fin y al cabo, era un anciano, aunque no lo aparentaba tanto, aún podía cansarse. Estaba utilizando muchísima energía espiritual desde hace rato, había peleado con su propio cuerpo como si fuera un chiquillo de veinte, ¿eso no tendría acaso repercusiones luego de un rato?
—¡Estás loco en verdad, hermano! —exclamó furioso Tian LiuYun.
Como era de esperarse, Tian Huo volteó para lanzar, una vez más, hechizos hacia sus hermanos, solo que, en esa ocasión, You YuMo apareció desde atrás; había saltado desde tan lejos que nadie logró verlo. Gracias a esto, Tian Huo perdió todo control sobre su cuerpo, y Tian LiuYun aprovechó para atacarlo con la espada, dejando al hombre en el suelo de inmediato.
Tian Feng apretó el agarre de su lanza sin pensarlo dos veces, y más veloz que un parpadeo, por fin logró clavarla en el pecho de Tian Huo, mientras que Tian Guang solo podía mirar atónito el acontecimiento.
—No... mi sueño. —Tian Huo sollozó con rabia en su tono—. Ustedes, inútiles... siempre han roto todo. Mi futuro hubiera sido mil veces mejor sin ustedes, bastardos. Arruinaron mi vida, todo por haber nacido.
—Ya basta, hermano. Has causado mucho sufrimiento, por favor descansa al menos una vez —habló Tian LiuYun.
Tian Huo comenzaba a apagarse, sus pulmones habían sido perforados por la lanza venenosa de Tian Feng. Su preciada piedra estaba destruyéndose justo frente a sus ojos, a causa de la pérdida de energía espiritual. Todo se desvanecía al igual que sus sueños.
El hombre de ojos marrones rojizos volteó hacia el horizonte. Allí se apreciaba muy claro, sus deseos destrozados, su futuro deseado evaporarse. Poco a poco, las bestias que quedaban intentaban luchar, aunque estuvieran desapareciendo. Seguían luchando hasta desvanecerse por completo.
—Esa es la lealtad que buscaba. Es la lealtad que me merezco. —dijo sus últimas palabras el rey.
El lobo dorado, viendo que su ataque pudo servir de algo, pareció suspirar aliviado. Su corazón agitado también parecía tranquilizase, caminó con rapidez hasta poder ver donde se desataba la batalla. Vio a sus amigos pelear, vio cómo las bestias desaparecían, la calamidad acababa poco a poco.
Sin embargo, la tranquilidad fue pasajera. Ahora su corazón comenzaba a doler, sus piernas temblaban. You YuMo temió por dentro y entendió de inmediato, sintió tanto miedo que su visión parecía volverse borrosa. Algo brillaba desde su piel, algo que desaparecía al igual que las demás bestias. Corrió en todas direcciones, quería cumplir una promesa. Él, al igual que las bestias de Tian Huo, se comenzaba a desintegrar.
Fin capítulo 35.
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