XXXII.
¡Fush!
¿Qué demonios pasaba? ¿Qué era esto? Que increíble.
¡Swish!
Bajo la mirada atenta de su diosa, Hestia, Naruto ladeó nuevamente una espada de madera. Aunque no podría llamarse de aquella forma, realmente se trataba de una rama arrancada de un árbol en las cercanías.
¡Fush!
¿Esto era subir de nivel?
Ahora entendía la mirada arrogante de aquellos bastardos de nivel dos y superiores.
Su cuerpo parecía haber evolucionado. Sus sentidos, sus músculos, su conexión mente y cuerpo, su magia, todo.
Uno, dos.
Uno, dos.
Los pies y piernas del muchacho iban al compás de la respiración del aventurero. Inhala, exhala. El cuerpo del muchacho parecía hacerse uno con su alrededor. El aire, las hojas que caían, e incluso los rayos tempranos del Sol en el horizonte.
Era una imagen muy distinta a lo mostrado del Espadachín dentro del Calabozo. Alguien violento, sanguinario, y cruel con los monstruos. Ahora parecía una persona distinta ladeando aquella rama seca. No era un estilo sin técnica, era una danza feroz y fina al mismo tiempo.
¡Fush!
Naruto se detuvo dejando su brazo izquierdo extendido junto a su arma de práctica improvisada.
Tenía que acostumbrarse a su nuevo cuerpo...
Naruto dejó caer la rama al suelo, mientras retomaba camino hacia su morada.
Puck había desaparecido. El pequeño espíritu parecía que había entrado en una especie de hibernación.
Naruto dejó escapar una leve sonrisa de lado. Por fin, no tendría que soportar al pequeño taladrando su cabeza minuto a minuto con sus bromas y comentarios. Unas merecidas vacaciones hasta que el espíritu volviera a despertar.
El muchacho al pasar por al lado de su diosa movió sus manos preguntando.
- ¿Bell-kun?- musitó Hestia tratando de recordar las señas hechas.
La diosa había tomado clases en sus tiempos libres sobre lenguaje de señas. Era su diosa, su figura materna, no podía no relacionarse con sus hijos. Los quería mucho, se preocupaba por ellos. Aprendería lo necesario para hacerlos sentir cómodos.
- Sabes como es- habló Hestia negando con una sonrisa siguiendo a Naruto, quien había ingresado en aquella habitación dentro de la iglesia abandonada-. Despertaron ayer, pero apenas hoy pudo, salió corriendo hacia el gremio para informar sobre el aumento de nivel-
Aunque técnicamente Bell aún no había subido. Para ascender el muchacho debería de elegir una habilidad de entre las tres que le habían tocado.
Naruto negó.
Esperaba que no dijera nada sobre su salto enorme hacia el nivel tres.
Ya era de locos que alguien subiera al nivel dos en mes y medio, ¿pero dos niveles juntos en mes y medio? Eso ya era imposible.
- Aunque me sorprende tu decisión precoz sobre tus habilidades- mencionó Hestia.
Si, a diferencia de Bell, Naruto ya había elegido sus habilidades. Siendo este el momento dónde se habían dado cuenta que el muchacho había subido dos niveles de un salto.
<Hunter> y <Berserk>
Aquellas dos habilidades fue las que Naruto eligió casi al minuto de saber de su existencia.
- Ahora que Bell-kun no está. Dime qué fue lo que pasó dentro del Calabozo- el tono de voz de la diosa dió un giro de 180 deteniendo en seco a Naruto, quien parecía temblar levemente-. Podré ser una diosa novata en cuanto al mundo de aventureros, Naruto. Pero nadie avanza dos niveles de un solo salto, menos en tan poco tiempo-
El muchacho no llevaba su armadura yendo descalzo con un pantalón blanco holgado, y una remera negra larga pegada al cuerpo.
El chico se sentó en el sillón indicando con su brazo derecho a su diosa para copiar la acción.
Un silencio invadió toda la casa.
Bien, pero primero tu cuéntame los secretos que me has estado guardando.
Naruto movió sus manos.
- ¿A qué te refieres?- interrogó tratando de despistar la diosa.
- Aghaa- musitó Naruto con una expresión enojada moviendo nuevamente sus manos.
Mi habilidad para devorar monstruos, ¿también funciona en humanos, verdad?
Hestia tardo en comprender las palabras tras aquellos movimientos. En su mirada se apreció el entendimiento, y la diosa guardó silencio bajando su cabeza.
- Así que, eso fue lo que pasó. Por eso subiste tan rápido de nivel- mencionó dándose cuenta rápidamente, la diosa juntando sus manos, imploro-. Tenía mis razones para ocultarlo, Naruto-kun- expresó.
La diosa extendió sus manos tomando las del aventurero.
- No sabemos nada de aquella habilidad que tienes. ¿Y si además de poder, sus recuerdos te son transferidos? ¿Y si por azar del destino te conviertes en una clase de bestia sedienta de sangre?-
El muchacho quiso omitir un sonido de negación, pero la diosa fue más rápida.
- Tengo miles de años, Naru- expresó la diosa-. He visto a los hombres más puros caer en la locura por poder- reveló dejando un nuevo silencio en la escena-. No te pido que me perdones, solo que me entiendas-
Naruto había desviado la mirada eludiendo los ojos color zafiro de su diosa, su figura materna. El muchacho puso un pequeño puchero, y observó al rostro a Hestia.
Él también guardaba secretos. Ni siquiera Bell sabía que no eran hermanos de sangre. Sería hipócrita de su parte reclamarle a su diosa por guardarle tal información sobre su habilidad.
Tras aquellos pensamientos, en una leve fracción de segundo paso por su cabeza, ¿que sucedería si comía un pequeño pedazo de carne de los aventureros más fuertes? Así como aquel pensamiento llegó, se fue casi al instante.
Naruto negó deshaciendo aquellos pensamientos.
El muchacho resopló llamando la atención. Naruto asíntió sonriendo levemente mientras apretaba el agarre en sus manos.
- Gahaa-
No necesito el lenguaje de señas.
El tono de voz que empleó, la forma en la que sus párpados se cerraron levemente, sus pupilas brillando, la comisuras de sus labios elevedas a punto de sonreír.
Perdón.
Aquello fue lo que Naruto trato de expresar.
- Perdóname tu a mi- pidió la diosa negando ante el gesto del muchacho-. Ven, mientras me escribes todo lo que sucedió en el Calabozo, yo te diré toda la información sobre tu habilidad- mencionó buscando con la mirada el papel y lápiz.
X~X~X
Reunión de los dioses.
Era divertido como había comenzado todo aquello. Hace decenas de años al principio era una reunión de cinco o seis dioses que se juntaban a charlar sobre la vida. Poco a poco, comenzaron a cambiar los temas de conversación, y más dioses empezaron a ser invitados.
Antes de darse cuenta, y años, y años después, la reunión de aquellos primerizos dioses se transformó en un momento dónde se charlaba sobre las Familias, sus miembros, las expediciones, la ciudad, el futuro, e inclusive, el apodo de distintos aventureros.
El lugar de celebración de la Reunión de Dios se encontraba en el rascacielos en el centro de la ciudad. En el Piso 30.
Las alteraciones realizadas estaban casi completamente representadas por el amplio espacio de este piso. Las paredes que originalmente estaban allí fueron completamente destruidas, gruesos y largos pilares estaban alineados cuidadosamente al lado del otro y apoyaban del techo. Dentro del vasto espacio, sólo había una gran mesa redonda situada en el centro. No había ningún otro mueble. Las paredes exteriores estaban rodeadas por una enorme pared de cristal y cubrían completamente el espacio del 30º piso.
Daba la apariencia de un templo flotando en medio del aire.
- Pareces estar tranquila-
- ¿Debería estar nerviosa?- preguntó Hestia.
Había alrededor de treinta dioses en la sala. Algunos rostros conocidos, y otros que aparecían tras meses de desaparición.
Los dioses llevaban sus ropas cotidianas sin ir vestidos de gala.
Al lado de la pequeña diosa, Hefesto, la hermosa pelirroja de un ojo sonrió de lado.
- Algo. Es tu primera vez en este tipo de escenario. Deberías de haber venido con una imagen más... ¿Presentable?- arrastró la última palabra dándole un suspenso al momento.
La diosa de la forja no mentía. Aquella sala, aquella reunión, era un escenario de guerra.
Todos sabían cómo eran la mayoría de los dioses. Rencorosos, orgullosos, vanidosos, y un largo etcétera.
Estaban allí para sacar a relucir los logros de sus hijos. Estaban allí para mostrarles a los demás quienes eran las familias más fuertes. Solo estaban para demostrar, e inclusive para humillar si la ocasión lo ameritaba.
Y una diosa principiante en cuanto a los aventureros como lo era Hestia, vestida con aquellas ropas que para los dioses no eran dignas de una diosa, los presentes observaban a la pequeña como polilla yendo al fuego.
Un pequeño juguete con el cual divertirse para pasar a otro.
Hestia, con aquellos ojos zafiros como el mar, estudio sus ropajes. Negó con una sonrisa.
- Que lo hagan- mencionó Hestia atenta ante la mirada de los dioses-. Si quieren subestimarme que lo hagan, no me interesa en lo más mínimo-
Hefesto sonrió ante aquel comentario.
Aquella diosa pequeña era la mayor de los olímpicos, y todos parecían olvidar aquel detalle. Hasta el propio Zeus en los cielos se cagaba del miedo cuando Hestia se enojaba. Aquella diosa tan pequeña era de las más peligrosas. Tenía la apariencia de una pequeña llama, pero podría quemarte como si el mismo Sol estuviera frente tuyo.
- Sin embargo, si se atreven a menospreciar a alguno de mis hijos...- advirtió Hestia con la imagen de Naruto y Bell pasando por su mente-. Solo cenizas quedarán de ellos-
Hefesto sintió su cuerpo temblar de pies a cabeza. Ahí estaba, aquella no era Hestia, aquella que había hablado era Vesta, la diosa que hacía que sus hermanos olímpicos huir del lugar.
- Bueno, comencemos-
El ruido rodeando la mesa redonda de repente se calmó. La persona que habló sacudió su cabello rojo y se levantó.
Loki.
- La anfitriona esta vez seré yo- mencionó la diosa nórdica guiñando un ojo sacando su lengua-. Bienvenidos sean todos a esta nueva reunión de dioses-
Hestia revoleó su mirada.
- Ella se ofreció- reveló Hefesto al ver el gesto hecho por la olímpica-. Sus hijos están en una expedición, y se encuentra sola en su mansión-
Loki pareció sentir la hostilidad de Hestia ya que desvió la mirada hacia aquel lugar. La pelirroja la ignoro mientras daba inicio a la reunión.
¿De esto trataba estás juntas? Hestia suspiro queriendo dejarse caer sobre la mesa. Parecía un mal chiste, solo hablaban de rumores y debatían sobre que familia la tenía más grande. Lo único de seriedad para Hestia en esta reunión de cuarenta minutos había sido el leve nombramiento de Ares.
El dios de la guerra griego, que yacía en otro reino, parecía querer acercarse y causar un conflicto en Orario. No era la primera vez en estos años, pero los dioses presentes no le daban importancia.
Ares tenía miles de soldados sobrepasando en una cantidad de diez contra uno a Orario. Sin embargo, cantidad no es lo mismo que calidad. Uno solo de Orario era equivalente a cien de Ares.
- Entonces, comencemos la siguiente parte. Comencemos el proceso de nombramiento- expresó Loki sonriendo.
La tensión llenó el aire.
Con el discurso de Loki como guía, las expresiones de los numerosos dioses que habían estado callados hasta el momento cambiaron. Hestia también era una de las personas que se mantuvo atrás y no dijo nada.
Los otros dioses se llenaron de sonrisas malvadas.
Hefesto solo negó y con una sonrisa que expresaba compasión palmeó en el hombro a su amiga diosa del hogar.
Vaya nombres de mierda...
Aquello fue lo que quería decir Hestia tras escuchar los nombres dados en la reunión.
Sino eras un dios importante, el miembro de tu familia era apodado con un nombre vil y burlón, que solo servía para hacer reír a los dioses que se lo habían puesto.
Había alguna que otra forma de evitar aquellos apodos penosos.
Una, era sobornando al encargado de la reunión, osea Loki esta vez. Ni de chiste, Hestia y ella se llevaban como agua y aceite.
La segunda, pues era ser una mujer linda. Si, la mayoría de dioses en la reunión eran hombres. Si eras una mujer linda, la multitud masculina evitaría a toda costa ponerte un nombre gracioso.
Uno. Dos. Tres. Veinte. Pronto el nombramiento de todos llegaba a su fin.
- Bien...- Loki habló dejando escapar un tono de voz de desagrado-. El último par-
Hestia contuvo su respiración, erguio su espalda, y mantuvo la postura de una reina antigua bajo la mirada de todos.
Loki se levantó tranquilamente empezando a caminar hacia su futura presa.
- Antes de nombrarlos quiero preguntarte algo, enana- mencionó la diosa pelirroja abriendo sus párpados mostrando aquella mirada perspicaz de la diosa del engaño-. ¿Cómo fue que sucedió? ¿Cómo fue que en un mes y medio usando nuestra Gracia esto sucediera?-
¡Pump!
La diosa nórdica estampó los papeles frente a Hestia mostrando la información de sus hijos.
- Uno solo ya era raro, dos imposible. Pero que encima uno de esos avanzará dos niveles... ¡¿Qué escondes, enana?!-
El lugar se silenció.
- Incluso Aiz-chan de mi familia tardo un año en avanzar de nivel- replicó Loki.
Había sido hace ocho años. Una pequeña Aiz Wallenstein de ocho años de edad había subido de nivel marcando un récord, récord destrozado por un par de hermanos provenientes de una pequeña familia.
- ¿Hiciste algo con tu Poder Divino?-
Click. Aquel fue el momento en dónde la cabeza de Hestia resonó. Era ahora. Si se dejaba pisotear por Loki bajo la mirada de las familias más poderosas e importantes de Orario, entonces seguiría siendo así por el resto de años.
Loki, Loki... Jamás desafies a una madre que intenta proteger a sus cachorros, porque en ese preciso momento, te darás cuenta de lo poderoso que puede ser el amor de una madre.
- No, jamás haría algo asi- mencionó Hestia observando como Loki estaba a punto de abrir la boca para debatir aquel detalle-. Capaz, solo capaz, tu pequeña Aiz lo que sea, no sea tan especial como crees...-
Silencio abrumador.
Un golpe al orgullo y ego de los dioses.
La madre ataca para proteger a sus retoños.
Fin del capítulo.
Un capítulo más largo de lo normal, espero que les haya gustado. Si fue así con su voto, comentario, y poniendo el fic en sus listas de lectura me ayudarían muchísimo.
Cómo habrán apreciado a lo largo de la historia, la personalidad de Hestia ha cambiado a diferencia del cannon. Espero que este pequeño y gran cambio les esté gustando. Veremos a una madre haciendo hasta lo imposible con tal de proteger a sus pequeños, Naruto y Bell.
Tenemos nueva portada por cierto~
¿400 votos para el siguiente?
¡Seguidme si no lo estás, y únete a este gremio de aventureros!
Nos leemos en el próximo capítulo.
Bye-bye~
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