1. En nombre de la corona, te lo prometo
Sinopsis:
Porque se lo dijo a Aragorn antes. Tenía confianza en su suposición y tenía fe en el hombre.
Notas de la autora:
Semana de Aralas » Día 1 - Tema: Corona | Tomo la sugerencia: Herederos y legado
A veces solo necesito hacer cosas sencillas :") Para mí, escribir siempre es como volver a casa. Además, ¡feliz Semana Aralas!
Notas de la traductora:
Oficialmente, estaré publicandos traducciones al español de mis historias favoritas sobre Aragorn x Legolas. Si aún no vieron la trilogía del Señor de los Anillos, ¡les animo a hacerlo! Muchas gracias a Snowflake (Cinerraria) por el permiso.
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"Durante un momento, Legolas creyó ver una llama blanca que ardía sobre la frente de Aragorn como una corona viviente" (El señor de los anillos - Las Dos Torres)
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Legolas recordó el momento en que vio el brillo de la corona plateada en la cabeza de Aragorn, cuando el hombre levantó su rostro con expresión majestuosa y el carisma de un líder. Los Rohirrim los rodearon a los tres. Los Jinetes exigieron pruebas de si podían confiar en los "Tres Cazadores" y que no eran un grupo enemigo.
La memoria de Legolas retrocedió a una época anterior. En ese momento, el calor del día estaba cubierto por la sombra de los árboles en un rincón resguardado del Bosque Negro. Estaba con un joven Estel, relajándose con las piernas estiradas. El aroma de hierba fresca y flores silvestres flotaba bajo sus pies.
Legolas ensambló la corona con hebras de ramitas y hojas, formando un semicírculo. Casi igual que el de su padre, pero más pequeño, con flores blancas incrustadas en una serie de hojas.
Legolas colocó la corona de hojas en la cabeza de Estel, quien rio alegremente por primera vez en mucho tiempo.
El joven Estel se encontraba en un estado lúgubre, después de haber contado su ansiedad por su futura herencia. A Estel la responsabilidad del legado le pesaba un poco, incluso en su mente joven e inocente. Legolas entendió eso. De alguna manera, ambos compartían este vínculo, las responsabilidades como príncipe heredero. Quizás para Estel se sintió más difícil, porque el futuro era incierto.
Legolas todavía tenía a su padre, quien en algún momento se cansaría del trono. En secreto se preguntó cuándo decidiría su padre navegar hacia el Oeste.
Entonces, Legolas encontró una forma sencilla de consuelo, luego de escuchar las quejas de Estel con toda su atención.
—Sé cómo te sientes —dijo Legolas—. Tal vez... Solo puedo decir que ese es tu destino. Pero la elección sigue siendo tuya, Estel.
Legolas pasó sus dedos por el cabello de Estel, agarrando un mechón de rizos que caía sobre su frente. A primera vista, sus mejillas estaban teñidas de rojo, sin embargo, Legolas no le dio mucha importancia.
—Lo sé, Leggy —Estel bajó la cabeza y miró hacia otro lado—. Seguir pensando en eso me preocupa.
—Es natural preocuparse —Legolas decidió cambiar de posición, sentándose a espaldas de Estel y lo abrazó contra su pecho. Pudo sentir cómo su cuerpo se puso rígido en sus brazos, solo por un instante, hasta que se relajó. Estel todavía era adorable, así que a Legolas no le importaba.
—¿Quieres saber cómo no preocuparte? —Legolas apoyó su barbilla en el hombro de Estel, quien asintió—. No le des importancia —continuó—. Simplemente, déjalo fluir como es. De todos modos, no necesitas pensar en quién vas a ser cuando seas mayor, si estoy contigo.
—¿Lo harías? —Estel giró la cabeza.
Legolas quedó atónito por el hecho de que la nariz de Estel casi tocaba la suya, aumentando su ritmo cardíaco.
—¿Me guiarás y me llevarás allí? —preguntó Estel—. Te quiero a mi lado cuando tome mi corona, Leggy.
Legolas sonrió. —Por supuesto. Con mucho gusto.
Tomó la mano del joven.
La mano de Estel se sentía pequeña y suave en su agarre.
—Estaré orgulloso cuando te vea usar tu corona alada. Estaré a tu lado para aligerar la carga de esa corona. Antes de eso, Estel, usa mi guía como una luz para ti y mi amistad como un camino hacia tu meta.
La mirada de Legolas se movió y cambió. El Estel de antes, ahora era Aragorn, quien con orgullo y valentía reclamó el trono de su reino, incluso en una tierra lejos de donde estaba su trono. Pero eso no disminuye su esencia.
Legolas se llenó de respeto y emoción.
Pudo ver un destello blanco de luz plateada en la cabeza de Aragorn, como la sombra de una corona sobre su cabeza. Sabía que tenía esta habilidad, la visión para ver el futuro, porque se lo había dicho primero a Aragorn. Tenía confianza en su juicio y confiaba en el hombre. En el momento en que el hombre demostró la verdad directamente frente a él.
Aragorn ahora se movió ante él como Elessar. Una corona estaba en su cabeza. Ya no hay ruido de fiestas y aglomeraciones de gente. La ceremonia ha terminado. Los dedos de Legolas se posaron en el costado de la cabeza de Aragorn, mientras levantaba la mano con la intención de quitarle la corona.
Legolas podía sentir la textura de los grabados en la placa de metal de la corona, cuyo arco se formaba a partir de trazos bastante complejos. Su mente vagó brevemente hacia otra parte, antes de volver a concentrarse y encontrar la intensa mirada de un par de curiosos ojos plateados.
Ya no era el adorable Estel. Era Aragorn, quien ha pasado por muchas pruebas de la amargura de la vida. Era Elessar, quien había demostrado su valía como rey.
Legolas sonrió, tratando de sacudirse el nerviosismo que de repente se había apoderado de él.
Decidió darse por vencido. La corona todavía estaba sobre la cabeza de Aragorn y recordó la ceremonia de esta tarde: Aragorn se acercó a él, su corona brillaba a la luz del sol. Era una vista tan hermosa como las estrellas. El hombre que alguna vez fue solo un guardabosques, que a menudo vestía de manera andrajosa con el cabello despeinado y devorado por la fatiga de viajar, ahora se ha convertido en Rey, como estaba predicho y destinado.
Y el Rey es ahora su marido. Legolas no podría estar más feliz.
Al presenciar su comportamiento, Aragorn levantó una ceja para preguntar.
Legolas abrió el camino. —Por favor, no te quites la corona.
Aragorn lo siguió, mientras Legolas subía a la cama y se recostaba.
Legolas buscó alguna prisa (o algo) en la actitud de Aragorn. Esta es su noche de bodas. Pero el hombre todavía parecía tranquilo. Una calidez irradiaba de su mirada, casi haciendo que Legolas se derritiera.
El hombre se tocó la corona con la mano. —Sabes, esto se siente difícil. En realidad, preferiría no usarla.
Legolas apoyó su cabeza en el hombro de Aragorn, tomó su mano y apretó sus dedos.
Levantó la vista y volvió a fijar su mirada.
—Pero me gusta —dijo Legolas—. Me encanta esa corona en tu cabeza.
—¿Te gusta?
Legolas asintió. Sin tratar de reprimir el rubor rojo en su rostro. —El aura que emite esa corona, creo que solo tú la tienes.
—Sé que siempre te he fascinado —Aragorn besó sus nudillos y le guiñó—. ¿En qué estás pensando, Leggy? —preguntó Aragorn después de una larga pausa de silencio. Su voz era un susurro bajo en su oído.
Legolas sintió un par de labios presionar contra su frente.
—¿Recuerdas cuando te puse la corona de hojas primero?
—¡Oh, ese entonces! —Aragorn se rio suavemente—. Ha sido un largo tiempo. Pero sí, me entristecía pensar en la responsabilidad de mi legado, que resultaba abrumador. Y viniste a consolarme. Todavía era demasiado ingenuo en ese momento, pero me creíste.
Aragorn agarró a Legolas por la cintura, haciéndolo sentarse a horcajadas sobre su regazo.
Legolas juntó sus frentes. Tocó con su mano la mandíbula de Aragorn. Le gusta la textura áspera de la barba en su rostro.
El rostro de Aragorn cambió mucho. Ya no es un joven inocente. El joven y sombrío Estel. —De hecho, siempre he creído en ti —dijo Legolas.
El joven en sus brazos alguna vez tuvo algo que hizo que Legolas lo reconociera en términos de liderazgo y dominio. Si antes la espalda de Estel se sentía pequeña en el abrazo de su pecho, ahora estaba frente al hombre y atrapado bajo su mirada.
Lo siguiente que sintió fue un par de labios tratando de llegar a su boca. Le dio a Aragorn lo que pidió y dejó que el hombre tomara el control. El sabor de su beso era como el de los prados y las flores a orillas del río del Bosque Negro, donde solían esconderse disfrutando de la paz. Legolas abrió los ojos y el joven Estel se transformó en Aragorn, quien sonrió con satisfacción al verlo jadear después de que sus labios se separaron.
La corona sobre su cabeza ahora parecía ligeramente torcida.
—¿Recuerdas lo que te dije primero? —preguntó Legolas cuando finalmente encontró su voz nuevamente.
La mano de Aragorn rozó su mandíbula y hubo una adoración derramada que Legolas reconoció solo por él.
—Dijiste —dijo Aragorn—. "Estaré orgulloso cuando te vea usar tu corona alada. Estaré a tu lado para aligerar la carga de esa corona" —Repitió las palabras de Legolas, que recordaba exactamente así.
De repente, se sintió avergonzado. Legolas dejó caer su cabeza sobre el hombro de Aragorn mientras murmuraba un gruñido. ¿Cómo pudo realmente decir eso?
—He cumplido mi promesa. ¿Es esto suficiente para ti? —Legolas preguntó de nuevo.
—Lo has logrado, Leggy. Y no. No he tenido suficiente, porque te quiero. Me pediste que no me quitara esta corona. Porque has hecho que el peso de mi corona ya no se sienta.
Legolas tarareó alegremente y se inclinó más cerca del hombro de Aragorn, ocultando su rostro en su pecho.
Aragorn hizo lo mejor que pudo en respuesta. Legolas pudo sentir la pequeña sonrisa mientras los labios del hombre exploraban la unión de su cuello.
Porque lo ama y sigue queriendo estar a su lado. Sobre todo, se sentía satisfecho y feliz.
Lo que le había dado a Aragorn; en forma de cuidado, orientación y (más) que amistad. Lo que formó su vínculo y los llevó a ambos a llegar a este camino. Estaba seguro de que Aragorn también estaba de acuerdo con él. Porque ambos merecen este impulso y oportunidad.
No sintió la necesidad de entrar en detalles sobre lo que sucedió después en su habitación.
Porque por alguna razón, ese momento secreto solo fue especial para ellos dos.
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