Premio de la dinámica: ¡NIKOLIAN! (un siglo después...)

Bueno, heme aquí después de un siglo con el premio de la dinámica del OTP que prometí xDDD Más vale tarde que nunca.

No tuve la suficiente inspiración para hacer una excelente portada de Nikolian, sé que probablemente les parezca un fiasco (perdón :v), y pues para quién la quiera a pesar de ser una mierda les dejaré en comentarios el enlace para que puedan descargarla.

Espero que al menos el one - shot compense lo demás...les juro que me esmeré mucho en él. Solo cabe mencionar que hay una clase de triángulo amoroso de una forma que creo que nadie se espera, no sé, se me ocurrió de repente la idea y ahora mismo me parece gracioso xDDD

Pronto comprenderán lo que digo (espero que no me maten).

ADVERTENCIA: Se me zafaron algunos tornillos mientras escribía ésto. Más bien muchos...

Bueno pues, les dejo el premio:

Oneshot Nikolian:

"Doin' It Right"


Nikolai.

Las luces nocturnas de aquella discoteca se prendían y apagaban conforme al ritmo de la música. Cambiaban de color en un lapso de dos segundos, lo que me tardaba en darle un trago al gran tarro de cerveza que tenía frente a mí.

Ninguna expresión se reflejaba en mi rostro...ni alegría, ni tristeza, ni euforia, ni enojo, ni fastidio. Lo que mi cara tenía dibujada era monotonía, la más obvia indiferencia ante todo a mí alrededor.

Hace mucho tiempo que soy experto en evadir cualquier emoción y sustituirla con la nada que mis ojos figuraban.

No decía palabra alguna, tampoco se me daba ser social, ni siquiera con mis mejores amigos alrededor de aquella mesa, reservada especialmente para nosotros, solo por ser los integrantes de una banda que al parecer se volvía cada vez más famosa. Todos se encontraban al frente y ambos lados de mí; Ryan Gentles (nuestro mánager), Fab Moretti (el baterista de la banda), Nick Valensi (el guitarrista principal), Albert Hammond Jr. (el guitarrista rítmico), Juliet Joslin (la asistente de Ryan), Matt Romano (del equipo de sonido), Adam Green (otro amigo que nos apoya), Lucas Cotterman (nuestro estilista), etc.

Todos estaban sentados conmigo, todos excepto él. No era difícil asumir dónde estaba y qué estaba haciendo.

Entre el montón de personas bailando y las luces intermitentes lo vi, chaqueta negra y desordenado cabello, borracho a más no poder, con una mujer cualquiera de vulgar apariencia (P - U - T - A) tomándole la mano, mientras lo jalaba hacia los baños. ¿Saben lo que sentía por dentro? La inexplicable ira hirviendo por todo mí ser...

No era sorpresa que festejara a su manera nuestro logro. No era sorpresa que se metiera con la primera cosa viviente que se hallara.

Así es Julian Casablancas, mi mejor amigo desde quinto grado, mi mejor amigo de toda la vida. La única persona que me conoce más que nadie, pero también la persona que yo conocía demasiado bien.

Somos de la misma era, ambos del año 1978 para ser precisos....de la vieja escuela. Muy diferentes en cuanto a nivel social y recursos pero demasiado iguales en cuanto la forma de pensar, claro, cuándo no está borracho o de un humor de mierda. Se convirtió en un alcohólico a los 14 años de edad, cuando yo estuve ausente por un tiempo y él no contaba con nadie para cargar con el divorcio de sus padres o la presión que su padre le ejercía; me sentí culpable y un mal amigo por no haber estado ahí para él, tal vez esa fue una de las razones por las que decidí comenzar todo esto.

No es que no me guste estar en una banda como bajista, es genial, pero fue solo por él que me embarqué en ésta aventura a la que me arrastró consigo.

─ ¿Pasa algo Niko? ─ preguntó Juliet, haciéndome perder de vista a Julian.

─ No ¿a qué viene la pregunta? ─ respondí sin siquiera verla a la cara, buscando de nuevo a Julian entre la gente.

─ Has cambiado de expresión, dos veces. ─ La miré al fin, se veía asombrada. Unos ojos verdes bastante llamativos ubicados perfectamente en su pálido rostro.

Si la ponías a un lado de Nick para compararlos, cualquiera juraría que son hermanos gemelos, y no solo en la complexión y similitud en el rostro, sino también en estilo. Ella tenía una forma de vestirse bastante curiosa: camisetas oscuras (como 5 tallas más grandes que la suya), casi siempre portando el logo de alguna banda de rock clásico más sus jeans rotos...y no podían faltar sus converse desgastados. Era Nick versión mujer para nada femenina, y eso estaba bien, ella no necesitaba vestir como una zorra para captar la atención de alguien.

─ El alcohol puede hacer milagros. ─ afirmé inocentemente. Sí claro, el alcohol...

─ Claro, o lo estás viendo a él. ─ enmarcó sus cejas y se cruzó de brazos. Ella sabía demasiadas cosas, entre ellas mis miradas excesivas hacia aquella persona. Tenía la suerte de que Nick y los demás estuvieran tan alcoholizados como para prestar un poco de atención a lo que Juliet decía.

La fulminé con la mirada, y aunque Nick me vio con el ceño fruncido del otro lado de la mesa, para mi fortuna no indagó. Nick y Juliet eran como uña y mugre, los mejores amigos...eso incluía el hecho de que se contaban todo. Juliet no ha dicho nada porque yo se lo he suplicado, pero ésta bomba de tiempo no tardará en estallar. Los secretos son realmente peligrosos.

Solté un suspiro de alivio cuando Fab, Nick y Adam se levantaron de la mesa para dirigirse a la pista de baile. Para mi suerte Lucas, Matt y Ryan hablaban de no sé cuanta cosa, ignorando todo a su alrededor. Eso solo nos dejaba con Albert.

─ Creo que no es el momento apropiado para hablar de ello ─ murmuré entre dientes. De hecho ningún momento era apropiado para hablar de todo eso, nunca. Me fastidiaba que ella insistiera, a pesar de que solo intentaba ayudar, y se lo agradecía, pero prefería reservarme todo para mí mismo, pues no valía la pena intentar algo y arruinar mi vida.

─ ¿Hablar de qué? ─ siseó Albert con una sonrisa de psicópata. Estaba drogado. Por un momento mis ojos eran como dos platos, demasiado alarmados, pero con Albert en ese estado no habría problema alguno. Se empezó a reír como loco y se recostó sobre el sillón que conformaba nuestro asiento, el cuál rodeaba toda la mesa. Escuchamos sus risas por unos segundos, hasta que los ronquidos las reemplazaron. ¿Okay? Mis amigos son especiales...

─ ¿Y cuándo va a ser el maldito momento? ─ Juliet se aproximó a mi rostro, acortando la distancia. Esto me parecía demasiado extraño. ─ Sabes que me molesta que ese idiota sea el afortunado. ─ murmuró.

─ ¿Entonces no te molesta que mis gustos sean diferentes sino que "el idiota" sea el afortunado? Te oyes algo celosa...─ reí con sarcasmo. Tomé mi tarro de cerveza y en un trago dejé entrar demasiada cantidad de aquella sustancia.

Mi situación era deprimente y mi causa perdida. Me lastimaba a mí mismo viendo como él se metía con miles de mujeres, rememorando como miraba a cada una de ellas cuando las tomaba de la mano para dirigirse a un lugar privado. Sí, mi situación es una maldita lástima.

─ ¿Algún día se lo vas a confesar? ─ preguntó.

─ Te dije que no me gusta que me presionen.

─ Él es un maldito bastardo y si no se lo dices pronto, un día de éstos será muy tarde. ─ vociferó con coraje. Sé exactamente a lo que se refería. Un día de éstos él encontraría a la mujer perfecta, lo que sería el inminente fin para mí o también una ingrata mujer lo encadenaría a la fuerza para siempre si él llegara a procrear accidentalmente una pequeña vida dentro de esa mujer cualquiera. Todo significaría mi final.

─ ¿Y si solo se ríe y no me toma enserio, o peor, me manda al demonio?

─ Te dije que hay un modo para saber si él te corresponde.

─ Reacciona Juliet, ambos sabemos que jamás pasará. ─ negué algo aturdido, a causa del efecto que el alcohol comenzaba a provocar en mí.

─ Nunca lo sabrás si no lo intentas.

─ ¿Y cómo pretendes que yo sepa tal cosa?

─ Dándole a probar un poco de su propio chocolate.

─ Me suena absurdo

....

Julian.

Besaba con notoria desesperación unos labios carnosos, he besado labios mucho más deseables, pero el punto es que daba igual. No sentía nada.
Se supone que en un beso le regalas una parte de tu alma y sentimentalismo a aquella persona, se supone que besar a alguien es especial, que debes sentir mariposas en tu estómago o una eufórica sensación, pero cada vez que besaba a alguien me sentía más vacío.

Todo daba vueltas a mí alrededor y si no fuera por el reducido espacio del baño, estaría en el suelo. Por alguna extraña razón me reía.
Sabía muy bien lo que seguía: la misma rutina de siempre. La chica morena de robusto cabello me jaló hacia uno de los cubículos del lugar y sin preámbulos cerré la puerta detrás mío, con mi ágil mano poniendo el seguro, mientras la otra estaba demasiado ocupada.

La cosa subió mucho más de tono, lo que era aún más habitual. Nada. Realmente no me provocaba alguna emoción o sentimiento...nada nuevo.

No sé exactamente qué es lo que busco en mujeres de una sola noche. Entonces los reproches de mis amigos surgen de entre mi cierta pérdida de la noción.

< No todo en la vida es alcohol y mujeres > me alega la voz de Nick, proveniente de mi cabeza, la cual ahora palpita demasiado.

< Si quieres conseguir amor, no lo encontrarás en personas que solo te desean > me advierte Fab una y otra vez. Los escucho a todos molestar con sus sermones de siempre.

< De una perra rastrera vas a conseguir solo una cosa: ¡Mierda! > escucho a Albert, pero con aquel tono de drogado feliz, lo que no suena tanto a reprenda. ¡Mi cabeza va a explotar!

< Julian, debes parar > Ryan; < ¿Quieres formar parte del club de los 27? A éste paso estás muy cerca de lograrlo> Matt.

─ ¡Salgan de mi cabeza! ─ Me cubrí los oídos con fuerza. No sé qué mierda me pasa, pero en un segundo tumbo la puerta del baño y de un momento a otro estoy en el suelo. Escucho gritos fuertes y roncos...tal vez son míos.

Entre mi momento de delirio encuentro una voz suave endulzando mi agonía.

< Eres mi mejor amigo y por nada del mundo te abandonaría >

< ¿Sabes? No puedo juzgarte por tu reputación de mujeriego, no sé las razones que te motivan a serlo. >

< Eres el único que puede descifrar como encontrar a esa persona con la que quieres compartir el resto de tus días....>

Esa voz y esas palabras las conozco bien...Nikolai. Mi mejor amigo. Mi primer amigo.

Justo antes de que todo se vuelva blanco, mi vista capta una silueta femenina (ni tanto) y a su lado un borroso rostro, que tal vez reconocería si mi cabeza no estuviera punzando y no me sintiera prácticamente ciego.

─ Es el colmo. Siempre tengo que hacerla de su maldita niñera. Se supone que son cinco adultos, no niños caprichosos de cuatro años. ─ espetó la silueta apenas femenina tan cabreada como el infierno. Oh, esperen, ahora entiendo todo.

─ Vete a la mierda, Julieta. ─pronuncié apenas entendible. La señalé con mi apenas sostenible dedo, que se sentía como un pedazo de plastilina a punto de deformarse...

─ ¡ES JULIET! ─ Sonreí satisfactoriamente. Me encantaba hacerla enojar. ¿Quién no disfruta cabrear a su peor pesadilla?

─ Julieta, Juanita. Es la misma cosa. ─ inquirí. No podía verla bien, pero les aseguró que echaba humo por las orejas. Ella era como mi enemiga. En realidad no nos soportábamos mucho el uno al otro, es como si fuéramos agua y aceite.

─ Si no fuera el jodido vocalista, te juro que lo mataría ahora mismo. ─ Le dijo a la otra persona que no alcanzaba a ver.

─ Tranquila. No te apures, yo lo cargo. ─ Ahora sí que sabía exactamente quién era la otra persona. ¡Nikolai!

─ ¿Estás seguro? Pesa como unos cien kilos y podrías quedar inválido ─ carcajeó ella. Me las iba a pagar en cuánto estuviera bien, aunque seguramente ella se vengaría de mí.

...

Nikolai.

Hoy había sido una larga noche, de aquellas en las que mis pensamientos le ganan al sueño. Por la noche todo toma su autentica forma, su genuina apariencia. Solo de noche se distinguen las estrellas y el mundo percibe miles de cosas que de día no se aprecian.

Lo que más disfrutaba de la noche era la soledad, el poder respirar libremente y dejar que mis pensamientos fluyeran, sin nada ni nadie perturbando mi paz.

Nadie podía juzgarme, ni ponerme una inútil etiqueta por mi forma de ser. Yo era simplemente Nikolai Fraiture, un chico de 19 años, proveniente de la ciudad de Nueva York, que, aunque no lo parezca, tenía sentimientos, los cuales no sabía cómo extenuar.

Y justo cuando disfruto de mi instante favorito del día, me viene a la mente cierta persona. Todo se va a la mierda. A veces siento que está muy mal haberme enamorado, no porque sean malos mis sentimientos, sino porque tal vez sea incorrecto amar a esa persona.

Me digo mil veces que esto acabará, que todo volverá a la normalidad y éstos malditos sentimientos se esfumaran algún día, pero es difícil.

No quiero estar confundido. No quiero sentir esto.

Y justo cuando mi velada en el tejado del hotel no podía estar más arruinada, escucho pasos cerca.

Es Juliet, quien sigilosamente se acerca al borde. No me ha visto en el rincón oscuro desde el cuál observo atentamente el cielo.

Solo lleva un para nada abrigador camisón blanco en pleno otoño y el aire se encarga de colarse hasta por debajo de la prenda. Para el colmo está descalza; si fuera su madre, la regañaría en el acto.

Luce realmente hermosa y por primera vez me parece femenina. Su cabello es ondeado por el viento tal cuál bandera en el mástil.

Puedo ver su ropa interior. ¿Acaso estaba loca? Pareciera que quería contraer una pulmonía a propósito.

Si fuera un tipo normal mis ojos brillarían con lujuria al verla casi desnuda, pero no soy un tipo normal, y aunque se ve tan bonita, me consterna la situación. Parecía pensar como una madre, más que como un hombre.

Si mis preferencias fueran diferentes, juro que la encontraría atractiva, claro, si además fuera verano. Fuera o no heterosexual, la situación me consternaría de cualquier forma. ¿A quién se le ocurre salir así con un frío del demonio?

Ahora estaba intentando trepar el borde del tejado. Fruncí el ceño. ¿Qué mierda...?

Me puse de pie al instante y tan rápido como pude me acerqué a ella y la jalé hacia mí. Forcejeó duramente, así que la tuve que envolver en un abrazo. ¡Dios mío! Ésta mujer es letal, de hecho, casi creo que rompió mis costillas con sus codazos.

─ ¿Qué mierda pasa contigo? ─ pronuncié con reproche.

─ ¿Qué no es obvio? ─ musitó algo ronca, como si hubiera estado llorando. Me llegó un leve olor a ¿marihuana? Lo esperaba de Albert y Julian, incluso de Nick, pero ¿Juliet?

─ ¿Estás drogada? ─ pregunté en alego. No soy muy bueno dando consuelo porque siempre que hablo parece que estoy refutando. Bueno, y no es como si quisiera consolarla por su locura.

─ ¿No es obvio? ─ inquirió de vuelta. ─ Ahora suéltame, Nikolai. No me obligues a lastimarte. ─ Me advirtió, y aunque cualquier hombre debería hacer caso a su amenaza, yo no lo hice. Si creen que es una mujer normal, están muy equivocados; ella es ese tipo de mujer que con solo sus dedos, puede tener a quien sea sometido.

─ Déjame contarte un secreto...no eres la única que sabe de defensa personal. ─ susurré y pese a que no era una amenaza, mi tono de voz indicaba lo contrario. No es mi culpa, así soy siempre.

─ Mierda Niko, no te metas en mis asuntos ─ balbució. En ningún momento me atreví a soltarla, pero tampoco supe cómo hacerla razonar.

─ Te va a dar una maldita pulmonía, ahora déjame llevarte a tu habitación. ─ Le dije, pero más que una proposición, era una maldita orden.

No esperé a que me respondiera, simplemente posé uno de mis brazos por debajo de sus muslos y la alcé. Por alguna extraña razón ella ya no luchó, se limitó a rodear mi cuello y recargar su cabeza en mi hombro.

Mientras la cargaba en el trayecto a su habitación, comenzó a tararear algo fuera de mi comprensión. Fruncí el ceño y evité mirarla, claro, hasta que mi amiga chiflada comenzó a recorrer mi cara con sus dedos.

- ¿Qué mierda haces? - gruñí sin mirarla.

- No lo sé, estoy drogada ¿recuerdas? - murmuró. Ahora empezó a balancear sus piernas mientras bajaba por las escaleras del tejado con ella en brazos.

Me tomó de unos cuantos minutos y un elevador para llegar a su habitación del hotel.

- ¿Está abierto? - pregunté cuándo por fin estuvimos frente a la puerta. Asintió levemente. Viendo mi casi imposible misión, ella giró la perilla. Me adentré y con cautela caminé hasta su cama, la cual estaba hecha un desorden con las sábanas revueltas.

La deposité con suavidad en el colchón, la miré una última vez y sin decir más me volteé para irme. Sentí su débil agarre en mi antebrazo y me giré para ver lo que quería.

- No quiero quedarme sola. - susurró apenas audible. Su cara reflejaba terror, como una niña a la que le da pavor la oscuridad. ¿Cómo eludirlo? Una simple respuesta: ser Nikolai Fraiture.

- Entonces llama a Nick. - Me solté de su agarre y su mano cayó como peso muerto en el colchón.

- Dudo que me abra la puerta, y aunque lo hiciera, solo me regañaría. - dijo. Su mirada me suplicaba quedarme.

- ¿Y por qué conmigo sería diferente? - Me encogí de hombros.

- Porque tú si comprendes.

- ¿Comprender qué? - No entendía sus palabras del todo.

- Mi situación, el hecho de que jamás habrá alguien que se fije en mí. Jamás seré lo suficiente importante para alguien, ni su primera opción.

- ¿Por eso te drogaste y casi te tiras del tejado? - Le reproché. Di un respiro profundo y negué con la cabeza. - Déjame decirte que estás muy equivocada.

- Nunca me equivoco Niko...

- Pues ésta vez sí. ¿Acaso eres ciega? Eres la mujer más genial que me he topado en todo mundo, el hombre que no se fije en ti es un completo idiota...- capté su atención. Me miró melancólica, atenta a las palabras que decía, como si le contara un cuento. -...Y no sé si tu aberración es lo que te impide ver que eres importante para todos nosotros, incluso para Julian. - Me senté al borde de su cama. - Te juro que si no lo amara a él, y si las mujeres me atrajeran, tú serías mi primera opción.

- ¿Es enserio? - Se arrimó como pudo a mi lado y apoyó su cabeza contra mi hombro. Era divertido ver como sus pálidas piernas colgaban. El papel de una niña de cinco años le quedaba muy bien.

- No. - carcajeé. Ella fingió tristeza con un puchero, cosa que obviamente no funcionó.

Subió su mano a mi rostro y dando una leve caricia con su pulgar, comenzó a aproximar el suyo. Primero... ¿Era solo yo, o ella intentaba besarme? Segundo... ¿Por qué mierda no la apartaba?

Me limité a mirarla inexpresivo, y tan tieso como una rata muerta. Nuestros alientos chocaron y nuestros labios casi se tocaban.

─ ¿Qué estoy haciendo? ─ susurró.

─ No lo sé, tú eres la que está drogada ¿no? ─ pegó sus labios a los míos.

No estoy seguro de lo que quería sentir al permitirle besarme, pero de cualquier forma ya lo estaba haciendo. Al principio solo se rozaron, y sentí el cosquilleo por el tacto suave de sus labios contra los míos, pero después comenzó un leve movimiento.

Sus labios atrapaban mi labio inferior en la calidez de su boca, y no entiendo qué rayos me hizo abrir la boca para darle más acceso. No sé qué mierda me pretendía yo mismo cuando comencé a corresponderle.

Tal vez le correspondí por lástima, pero no; yo jamás siento lástima. Tal vez quería olvidarlo a él aunque sea un breve tiempo. Quería sacarlo de mi cabeza para dejar de lado el sufrimiento.

Ésta situación se convirtió en una contienda, dónde mis labios apresaban los suyos y viceversa. Debo confesar que sentía bien, no obstante, sentía que estaba abusando de una niña pequeña e indefensa. Siendo más concreto: me sentía un pedófilo.

- Okay, eso fue extraño. - comenté después de apartar mis labios de los suyos. Tomé una gran bocanada de aire y la exhalé lentamente.

- Siento que acabo de besar a mi hermano. - confesó con la ceja arqueada.

- Yo siento que...

- No me digas que como si besaras a Julian, en serio me ofenderías. - masculló en una extraña carcajada. La contienda entre ellos dos nunca terminaría.

- Para nada, Julian metería su lengua hasta mi garganta. - aclaré. Ella hizo una mueca. Okay, creo que solté algo de más. - Tranquila, él jamás me ha besado, son cosas que he escuchado. - Me precipité a aclarar. Ya quisiera que él me hubiera besado.

- Creo que voy a vomitar.

- No exageres.

Julian.

Estiré mis brazos y dejé salir un gran bostezo. Mi cabeza dolía. No me sorprende, como tampoco lo hace el no tener una jodida idea de lo que hice la noche pasada.

Restregué mis ojos para después reposar los brazos por encima de mi cabeza. Odio la maldita resaca. Gruñí de tan solo pensar en la flojera que me daba todo el proceso de una resaca. Resoplé frustrado al pensar en mi maldita y miserable vida, en el asfixiante pasado.

Removí las sábanas y me levanté. No me iba a quedar como un mártir, sintiendo lástima por mí mismo. Apenas di un segundo bostezo cuando mi puerta se abrió. Era ella. ¡Maldita sea! Esto tenía que ser una maldita broma. Lleva jodiéndome la vida desde que Ryan la contrató...

Hasta eso, tengo que admitir que la maldita tenía unas buenas curvas debajo de sus inmensas prendas. No lo diría en voz alta. Sus ojos color agua de retrete me vieron con el fastidio de siempre...reí internamente. Siempre me da esa mirada de muerte cada vez que comparo el color de sus ojos con algo obsceno.

- No me jodas, acabo de despertar.

- ¿Y durmió bien la bella durmiente? ¡Mueve tu escuálido trasero! - rodó los ojos y después se acercó a mi maleta, la cual jaló abierta hasta los cajones. Abrió el primero y comenzó a vaciarlo para lanzar todo a la maleta. Fruncí el ceño. Aún falta un día para el siguiente destino de la gira.

- ¿Qué haces? Son apenas las diez y falta un día para irnos. - alegué.

- ¡Imbécil! ¿Acaso tienes el tiempo invertido? ¡Hoy nos vamos!

- Pero hoy es martes.

- ¡Es miércoles! Ahora cámbiate antes de que pierda la paciencia.

- Pásame la de....- Me lanzó la playera de Camel en la cara. Es una perra, pero una que sabe leer mi mente.

- Voltéate, no te vayas a enamorar. - sonreí engreídamente.

- Seguramente, con esa panza inflada de mantecol y tus flatulencias matutinas. ¡Mi príncipe azul! - exclamó dramáticamente. Bufé. Se había salido con la suya, por ahora.

Marcador del día:

Juliet ─ 1

Julian ─ 0

....

Una extraña tensión oprimía la paz en ésta mesa. Llevamos diez minutos esperando la comida que ordenamos para poder partir al aeropuerto.

Algo no era normal. Nikolai estaba enseguida de mí y no me ha dirigido la palabra. Aunque no lo estuviera tocando, lo sentía tenso...espero que todo tenga que ver con la comida que aún no nos traen. La comida todo lo arregla ¿no? Claro, a excepción de cuando la ingieres con tres meses de caducidad sin darte cuenta. A mí no me ha pasado ¿cómo creen? Jamás me han metido un tubo por el culo para limpiar mi estómago, ni me sentí violado. Le pasó a un conocido...

¡Por fin! Un mesero se dirigía a nosotros. Esbocé mi mejor sonrisa. Esperen...el maldito se desvió hacia otra mesa. Agaché mi cabeza. Todo se derrumbó dentro de mí.

─ Deberíamos ir a otro lugar ─ Se quejó la princesa de Nick, rompiendo el extraño silencio. Enseguida de él, Juliet estaba desplomada en el borde de la mesa, medio muerta.

─ No tenemos tiempo. ─ respondió Ryan. El pequeño delicado rezongó y terminó recargando su cabeza en una mano, casi durmiéndose.

─ Juliet, ¿estás viva? ─ Matt le picó la espalda con un tenedor.

─ ¿Mmm...? ─ levantó su cara de la mesa. Se veía fatal. ─ ¿Y la comida?

─ Lo mismo me pregunto yo. ─ inquirió Nick.

Justo iba a recargarme en Niko para dormir cuando el maldito mesero se dignó a traer la comida. Froté mis manos, mi estómago estaba ansioso de recibir esa torta de milanesa que había ordenado.

¡Si! No saben lo inmensamente feliz que fui cuando el plato fue puesto frente a mí. Sin preámbulos comencé a devorar la grasienta comida que se plantaba en mi campo de vista. El olor a las especias abrió más mi apetito.

─ ¡Woow! Tranquilo amigo, la comida no se irá caminando.─ Fab se reía. Se empinó la botella de Coca - Cola como si no hubiera un mañana.

─ Tranquilo, la soda no se irá caminando. ─ Le arremedé.

─ Al menos yo no engordaré ni me saldrán piedras en los riñones ─ comentó Albert.

─ ¡Mesero! ─ gritó Nick. El hombre apareció en un santiamén.

─ ¿Se le ofrece algo?

─ ¿Llama a ésta mierda un homelet? ─ señaló su plato y el mesero asomó su mirada dudoso. Fab, quien estaba a la izquierda de Nick, también se acercó.

─ ¿Qué tiene de malo? ─ Se atrevió a preguntar el hombre.

─ Pedí un homelet, no un huevo mal batido. ¡Puedo ver la clara! ─ señaló su plato. ─ ¿Saben lo que es batir?

─ Pero si apenas vi un puntito blanco. ─ Fab frunció el ceño.

─ ¡No me comeré está mierda! ─ Se cruzó de brazos. El mesero apenado, retiró el plato y Fab le dio una palmada en el hombro diciéndole "Te entiendo".

─ Disculpe, si él no lo quiere, yo me lo como...─ Le sonreí al mesero. Amablemente se acercó y puso el plato a un lado de mi torta.

─ ¿No te han dicho que tienes un estómago de doble garganta? ─ comenzó a fastidiar Nick. ─ Tenías que ser el camión de la basura. ─ entornó sus ojos. Hice caso omiso a sus palabras...al fin y al cabo es más comida para mí.

A lo único que no pude hacer caso omiso es a Nikolai viendo hacia un punto fijo, y me temo que después de seguir la dirección de su mirada, esté realmente volteando hacia Juliet.

Nikolai.

Había algo intenso entre Juliet y yo. Ella me volteaba a ver y cuando la pillaba simplemente desviaba la vista. Creo que recuerda muy bien la noche pasada.

Cada segundo en el restaurante fue particularmente tenso, fueron miradas dubitativas entre ella y yo, más peleas entre Albert, Fab y Nick. Sorprendentemente no pensé mucho en Julian en todo ese tiempo, a pesar de que estaba enseguida de mí.

¿Saben que fue lo más irónico? Me tocó estar al lado de ella en el avión. De alguna forma me incomodaba, porque lo que pasó ayer fue extraño para ambos.

Tomé mi lugar en el avión junto a la ventana. Juliet no tardó en sentarse a un lado de mí, y, en cuanto lo hizo, volteé hacia la ventana. Era más fácil hacerlo así; el silencio e ignorarla eran el camino fácil. Ambos lo olvidaríamos ¿no?

Pasaron tal vez cinco minutos, yo que sé. Miraba de reojo ocasionalmente y cada una de las veces, sentía clavados esos ojos verdes en mí. Disimulé desentendimiento, que no me había percatado de ella mirándome. En cambio todo lo que acaparaba mis pensares, era él.

─ Nikolai, no tienes que hacer esto. ─ Sus cejas estaban levemente elevadas y su expresión denotaba sorpresa.

─ ¿Por qué no?

─ Te lo regaló tu abuelo...no puedo aceptarlo ─ negó mientras admiraba el instrumento. Pasó sus dedos por el puente de mi nuevo bajo, el cual le estaba obsequiando por su cumpleaños.

─ Acéptalo, por favor...es lo único que tengo para darte. Tal vez no sea el teclado que querías, pero no me alcanza ni siquiera para un taxi. ─ aseveré apenado.

─ Pero le costó a tu abuelo demasiado, sé que es muy valioso para ti. ─ objetó. Su par de ojos otearon mi súplica. ─ No es necesario que me des algo, nuestra amistad ya lo es todo. ─ percibí su sincera sonrisa, la cual me hacía enteramente amonado. Sé que lo comprendía, que apenas y podía pagar las copias de cada tarea en el colegio, que a veces ni siquiera tenía para comer, pero como él dijo, nuestra amistad lo era todo.

Alzó el instrumento hacia mí. Negué.

─ Entonces acéptalo. Considéralo un símbolo de nuestra amistad incondicional...─ insistí. ─...además se que estará en buenas manos y no pudriéndose en mi habitación. Sabes que no se tocar el bajo y no creo que esté muy interesado en hacerlo.

─ Está bien, pero si algún día lo quieres de vuelta, te lo devolveré.

...

─ Nikolai. ─ Juliet interrumpió mis pensamientos. Volteé hacia ella.

─ ¿Qué? ─ arrugó la frente, con esa cara de vergüenza. Está claro que recuerda muy bien lo de ayer.

Hagamos una recopilación; primero... ¡intentó suicidarse! y luego... ¡me besó! Y yo... ¡le correspondí!

¿Qué mierda pasa conmigo?

─ Yo...siento mucho lo de ayer. ─ carraspeó. ─ Siento que tuvieras que lidiarme en esa situación y también lo del beso. ─ finalizó susurrando.

─ ¿Dónde conseguiste la maldita droga?

─ Albert la olvidó en el bar...─ agachó la mirada. Escaneé a mi alrededor para asegurarme de que nadie estuviera viéndonos más de lo normal. Al parecer mis amigos estaban dormidos; no muy lejos de nosotros, Julian se le encimó a Nick y el pequeño Fab estaba acurrucado en el hombro de Albert.

─ ¿Estás loca? Si no hubiera estado en el tejado, no sé como hubieras terminado. ─ negué con la cabeza.

─ No te pido lástima o compasión. Yo pasaba por otro ataque de depresión y el camino más fácil para enfrentarlo era drogándome...no soportaba mi situación.

─ No vuelvas a hacerlo. ─ Fue un jodida orden. Suspiré. ─ No sabes lo horrible que hubiera sido el perderte. Todos te queremos, Juliet.

─ No lo haré. ─ sonrió aliviada. Esa tensión se había esfumado. ─ Gracias por haber estado ahí.

No era una costumbre en mí, pero le sonreí de vuelta. La sonrisa fue tan breve y luego se transformó en mi expresión habitual.

Volví mi vista a la ventana. El sol le daba al cielo y a las nubes vida. Pareciera un mundo de colores a pesar de que solo había blanco y azul.

─ Ya que estamos bien...quiero ayudarte. ─ fruncí el ceño y de nuevo giré mi cabeza para verla.

─ ¿A qué? ─ cuestioné.

─ A saber si Julian te corresponde. ─ murmuró. Mi audición se agudizó de tan solo escuchar "Julian".

─ Sabes que odio hablar de eso. Nunca vuelvas a sacar ese tema.

Ella enmarcó las cejas. Sabía que iba a insistir.

...

No sé que liandres me pasó por la cabeza al aceptar la estúpida propuesta de Juliet. Tal vez ya quería que cerrara el pico.

Ésta noche asistiríamos a una fiesta en honor a nuestro éxito. Ahí mismo acontecería el "plan" de Juliet.

─ Ésto es ridículo. ─ inquirí con mis labios formando una línea recta de indiferencia. El día pasó tan rápido...

─ No puedes echarte atrás ahora. ─ advirtió Juliet en un susurro.

Amanda iba del brazo de Nick; Catherine iba del brazo de Albert; Fab iba solo pero feliz de la vida; y....y una zorra cualquiera (la primera que Julian se encontró en la calle) iba del brazo de Julian.

Yo por mi parte caminaba tan solo como Fab, pero no tan feliz de la vida como él. En cambio Juliet, iba con Ryan, aunque los dos estaban solteros.

Por suerte los malditos camarógrafos de las estúpidas revistas no alcanzaron a tomar una buena foto de nuestra entrada al lugar. Sonreí tan complacido, casi diciéndoles "jódanse".

Odiaba las fiestas. Odiaba la muchedumbre de gente bailando y pasándose el sudor, tan asqueroso y antihigiénico. Odiaba el maldito ruidaje. Odiaba el desorden. Odiaba los bares de noche. Odiaba todo de una maldita fiesta y más si era una jodida fiesta de noche en un maldito antro de mierda.

Todos alardeaban que era una fiesta privada con varios artistas famosos. ¿Me tenía que sentir especial por eso?

Tal vez el "plan" de Juliet me salvaría de tener que lidiar toda ésta mierda completa.

Dos horas después me encontraba sentado con Juliet en la mesa, mientras los demás estaban desaparecidos. Albert ya estaba de seguro drogado, pues ha pasado tres veces a preguntarnos por su novia Catherine, quién ya se había ido desde hace media hora, roja de la furia después de pelearse con Albert; Fab congenió desde el principio con Drew Barrymore, quien vino a la fiesta por Amanda y casualmente sin pareja como Fab...ambos son afortunados ¿no?

Todos estaban en la pista de baile, incluso Julian con su zorra, a la cual no tardaba en jalar a los baños para fornicar. ¿Funcionará éste plan?

─ Es tiempo, Niko. ─ Juliet se levantó y me ofreció la mano.

─ ¿Ahora? ─ hice una mueca.

─ No tarda en irse con su zorra. ─ dijo insistente. ¡No quería!

Con lo que quedaba de mi pisoteada dignidad, me paré y le di la mano a regañadientes.

Con fingida jovialidad la jalé a la pista, justamente cerca de Julian, Nick, Fab y sus respectivas parejas. Creo que todos nos prestaron más atención de lo habitual, teniendo en cuenta que yo jamás me levantaba a bailar.

De alguna manera, algo que amortiguó mis nulas ganas de estar en la pista, fue la música y la mirada victoriosa e Juliet. Creo que Julian estaba fúrico y le quitó por completo la atención a su pareja.

Pasaron los primeros 10 minutos, los cuáles fueron de lo más genial. Esa sensación de euforia era algo nuevo en estas circunstancias. En pausas, tomaba una par de tragos e incluso compartía gritos junto a Nick y Fab.

Sin quererlo me dejé llevar por el momento, y en menos de lo que cantó un gallo, ésto ya no se trataba de una obligación, producto de un descabellado plan que probablemente no funcionaría.

« Haciéndolo bien, todo el mundo estará bailando y se sentirá bien...»

Dejé de ser preso del tiempo, y éste se me fue volando. El alcohol hacía milagros después de todo, pues estaba sonriendo genuinamente. Sacudía mi cuerpo, le daba vueltas a Juliet y compartí un importante festejo de triunfo con mis amigos.

Se sentía extrañamente bien. ¿Estaré soñando?

« Cuándo nos estemos sintiendo bien, todo el mundo estará bailando ésta noche... »

Soñar es algo obligado y sentir, es algo desafortunadamente inevitable. Supongamos que este simple baile es como la vida...entonces yo he estado evitándola todo el tiempo, pero ahora que lo vivo, no puedo pasar por alto esa nueva emoción que emana de mi pecho.

« Si lo haces bien, dejarte ir toda la noche....»

Su mirada de miel reparó en mí con recelo. La pasaba muy bien con Juliet, y al parecer él no gozaba del momento. He de confesar que una sonrisa en él se veía más linda, pero después de mucho tiempo, por primera vez, de entre su sonrisa y la mía...elegí la mía. Elegí por primera vez no opacarme con sus acciones, le pareciera o no.

He sido su amigo tanto tiempo y he estado siempre ahí para él. Que haya pensado en mí por primera vez, no significaba que dejara de apoyarlo.

Actúa como un niño caprichoso, de hecho casi siempre ha sido así. ¿Por qué yo debo aguantar mi disgusto cuándo se va con cualquiera y él no puede hacer lo mismo?

No me agradaba como esa mujer lo miraba y lo tocaba en el transcurso de cada baile. Él puede hacer lo mismo que yo, ahora mismo cuando algo no me agrada: quitarle el único poder que tiene...mi atención.

Estoy haciendo lo correcto.

« ...las sombras en tí se romperán en la luz. »

¿Qué ha pasado conmigo? Mientras más pasa el tiempo, menos me conozco.

Yo soy un conformista, siempre miro con indiferencia como la gente es feliz a mi alrededor. Siempre he amado la soledad y el silencio.

Ahora no soy el expectante sino que formo parte de la misma felicidad con la que veo a la gente sonreír. Amo la compañía de Juliet y de mis amigos. La música y el ambiente se sienten tan diferentes.

¿Qué me ha hecho hacer Juliet? ¿Qué me ha obligado a hacer Julian? No lo sé, estoy algo fuera de mis sentidos como para razonarlo. Sea como sea que termine este plan, muchas cosas cambiarán.

« Si pierdes tu camino ésta noche, así es como sabes que la magia está bien. »

Singulares sensaciones se apoderaban de mi irrefutable actitud habitual.

Pasaba más tiempo y parecía que aquellas seis botellas vacías de cerveza en la mesa me las había tomado yo. Me sentía medio atontado.

Sentía Juliet jalándome a la pista de nuevo. Me sentía tan ligero y tan despreocupado de la vida. La siguiente canción comenzó, y para mi gusto era tranquila, lenta y emotiva.

─ Es hora Niko...- murmuró Juliet mientras mis manos se amoldaban a su cintura en éste lento baile. Dimos un par de vueltas y creo que estuve a punto de tropezar.

─ ¿Hora de qué? ─ Me tambaleé un poco. Creo que ya estaba borracho.

─ ¿Siquiera recuerdas lo que estamos haciendo aquí?

─ Ah sí, el plan más estúpido de la historia de las cosas estúpidas. ─ resoplé.

Julian estaba justo detrás y no fui capaz de tener voluntad propia, así que Juliet me jaló fuera de la pista.

Ya no vi a Julian, en cambio veía el cabello de Juliet ondeando con el viento, o más bien contra él.

Sentía su mano aferrada a la mía, guiándome entre la espesa y nublada noche, un poco sofocante también. Prácticamente me arrastraba y la verdad no sé como era capaz de sostenerme.

Todo, pero absolutamente todo el jodido camino hacia el hotel fueron tambaleos, trompicones y la suma paciencia de Juliet, quién nunca desistió ni mostró una sola de pizca de fastidio. En serio admiro su determinación.

Después de lo que para mí parecieron horas, estábamos a unos metros de mi habitación, avanzando de a poco por el pasillo hasta estar situados a un lado de la puerta.

─ Bésame...─ murmuró.

─ Pero dijiste que hasta ver a Julian cerca. ─ Con discreción sus ojos apuntaron hacia un lugar detrás de mí.

Así que había funcionado ¿eh?
¿Por qué nos había seguido? ¿Acaso estaba drogado? ¿Acaso estaba borracho?

Qué él estuviera espiándonos significaba algo ¿no?
Tal vez sea un indicio de que siente algo por mí más allá de nuestra amistad o que le cala demasiado que me meta precisamente con Juliet.

Creo que desde ese punto todo se salió de control, y lo que fuera esa cosa extraña que tuviera con Julian se fue al diablo...o al menos eso creí.

(...)

Mi mañana era del todo normal, hoy partiríamos a otro destino por nuestra gira en el país. No está nada mal, pues hemos ganado una poca de popularidad.

Juliet se había marchado a su habitación más temprano después de una noche fingida en la que yo decidí dormir en el piso para hacer de la situación algo menos incómodo.

En cuanto a Julian...pienso que se tragó toda nuestra treta y cree que realmente me metí con Juliet.

Como dije, todo iba normal mientras secaba mi cabello con la toalla después de una ducha tibia, hasta que mi puerta fue azotada enérgicamente.

- ¿Quién? - pregunté aún sentado.

- Soy yo, Nikolai. - carraspeó Julian. ¿Era yo o él sonaba enojado?

- Está abierto. -giró la perilla y en unos segundos su silueta fue visible mientras la puerta era empujada enérgicamente.

Cuándo por fin estuvo dentro y yo terminaba de secar mi cabello, escaneó toda la habitación, me imagino que buscando a Juliet.

- ¿Buscas algo? - fruncí el ceño.

- ¿Está ella aquí? - preguntó fastidiado. Viéndolo así de cerca, se le notaban ojeras, como si no hubiera pegado la pestaña en toda la noche.

- ¿Quién? - fruncí el ceño y me hice el desentendido. Cabe saber que no soy bueno para fingir, al menos no a solas con el jodido amor de mi vida frente a mis narices.

Él se dio cuenta. Siempre lo hace. ¡Repámpanos!

- ELLA. - inquirió con recelo. - El parásito, mi enemiga declarada, el jodido grano en el...

- OKAY, ya entendí. - interrumpí. - ¿Qué tendría que estar haciendo Juliet aquí?

Me encogí de hombros. Eso lo irritó más. Tal vez no era el momento para pensar en ello, pero se veía tan...¿cómo decirlo? Tan jodidamente apuesto, a pesar de las ojeras y su actitud tan colérica.

- ¡Solo dilo, carajo! ¿Te acostaste con ella? - preguntó en reclamo.

- Si. ¿A ti que carajos te importa? - Lo encaré. Su rostro mostraba enojo y de verda pensé que estaba celoso, pero recordé que tal vez no le enoja el hecho de que me acosté con una mujer sino con cuál.

Él me besó, maldita sea. Y fue asombroso.

Sentí mariposas en mi estómago y un cosquilleo en los labios, mientras él se apoderaba de mi fuerza de voluntad.

Después del intenso y largo beso, se separó un poco de mis labios, lo prudente para que ambos tomáramos el suficiente aire para respirar.

─ Estás drogado ¿verdad? ─ logré cuestionar entre el entrecortado flujo de aire que mi pulmones recibían. Negó.

─ Jamás había estado tan consciente de algo en mi vida.

─ ¿Es un maldito experimento o algo así? Porque no quiero ser tu conejillo de Indias. ─ inhalaba y exhalaba con dificultad, tan agitado y abrumado al mismo tiempo por las acciones de Julian.

─ Sentí algo. ─ concluyó sorprendido. Sus ojos eran como dos platos.

─ ¿De qué mierda hablas? ─

Ya no quería reprimir mis sentimientos. Tenía que dejarlos fluir.

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