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En la mirada se le notaba el extasis y todo ese placer que había guardado hasta ese instante. De un tirón se bajó los pantalones junto a la ropa interior permitiéndome ver su virilidad en todo su esplendor, no pude evitar sentirme aterrada. Eso iba a estar dentro de mi y me iba a doler horrores. La mano de Luke acarició mi rostro acercándose a mis labios, llenándome de besos desde los labios hasta la clavícula, buscando relajarme, pero nada en el mundo me permitiría distraer mi atención de eso.

—cielo, mírame— pidió con voz suave entre jadeos—. ¿Cómo te pedí que me llamaras?

Su pulgar entreabrió mi labio inferior perdiéndome en sus ojos azules dilatados a tal grado que apenas y era visible su hermoso color. Tragué pesado por fin llamándolo como debía desde el principio.

—papi— jadeé tomándolo por la nuca acercando sus labios a los míos hasta tal punto que nuestras respiraciones se mezclaron—. Por favor, papi

Aquellas palabras hicieron que me besara con dulzura mientras se acomodaba entre mis piernas, dándome un momento de estabilidad antes de hundirse con lentitud. Chille contra sus labios enterrándole las uñas en la espalda, sintiendo sus músculos contraerse. Siguió besándome en busca de que el dolor que sentí con él adentro pudiera apaciguarse con caricias y besos en toda la cara. Pudo notar que me sentí más tranquila porque solo de esa manera comenzó a moverse contra mis interiores, envolviéndose contra las paredes, cubriéndome de extasis.

El dolor se disipó convirtiéndose en gemidos placenteros. Sus manos se clavaron en la carne de mis costados y eso me encantaba. Lo sentía muy adentro llegando ahí en cada estocada, rápida, dura y certera. Con cada movimiento de sus caderas me sentía desbaratada, sometida ante sus deseos, dispuesta a todo solo por un centímetro de su piel contra la mía, y es que era increíble la manera en la que cada vez que se hundía me hacía gritarle por su nombre hundiéndose la siguiente con brutalidad sacándome el papi en gemidos confusos que me tenían completamente atada a lo que me hiciera. Estaba sintiendo el placer de pertenecerle a alguien en cuerpo y alma, sintiéndolo hasta el útero.

Lo dejé deshacerme a diestra y siniestra acabando conmigo, sin embargo me encantaba; sus manos en mi piel, la bestialidad de sus caderas, la manera en la que me miraba llevándose un pedazo de mi alma consigo, adoraba tanto mirarlo a los ojos al lloriquear ese dichoso apodo que lo ponía mas duro en cada estocada, estaba embelesada con todo lo que ese hombre era capaz de provocarme. Si le pidiera que se detuviera estaba segura de que lo haría, pero no quería, no quería que se parara, quería escucharlo llamarme suya con jadeos lascivos contra mis labios, que siguiera haciéndome el amor hasta que ninguno de los dos pudiera mas, hasta encontrarnos perdidos los dos, extasiados y perteneciéndonos mutuamente.

Mordí su hombro escuchándolo gruñir al recibir sus embestidas, sintiendo el liquido seminal comenzando a calentar mi interior. Volví a enterrarle las uñas al sentirme a punto de llegar a uno de los mejores orgasmos que tendría en la vida junto a un hombre así de caliente. Dio las que parecían las estocadas más profundas, llevándonos a los dos a un máximo punto de placer que nos hizo desbordar. Gimoteé su nombre tras los espasmos incontrolables de mi cuerpo contra el suyo, por su parte sentí cómo hundió el rostro en mi cuello mordiendo mi piel con gruñidos y maldiciones, viniendose en mi interior para así terminar tumbándose sobre mi pecho.

Las fuerzas poco a poco habían abandonado mi cuerpo, me sentía débil y diferente, de alguna manera sabía que había perdido lo que una chica considera el mayor tesoro, pero perder la virginidad con Luke jamás sería un error del que podría arrepentirme. Sentí sus labios en mi clavícula con suavidad, tibios y deliciosos besos que me hicieron estremecer.

Algo me decía que ahí no terminaría nuestro día.

Ya hay otra novela daddy kink de Luke en mi perfil, MUSE; espero que les guste.

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