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Pinté sobre el pupitre en un insano intento de cubrirme la cara por otro de los golpes que me habían propinado en la mañana a causa del fin de semana que tuve fuera de la casa. Carlos en verdad se molestó y me tumbó de un golpe, lo que al parecer le bastó para sonreír triunfal. Todo bajo la atenta mirada de Bianca, de verdad no entendía cuál era su problema de distancia con él, sería mejor si solo lo arreglaran y ese imbecil dejara de descargar su rabia con mi cara.

Respecto a Luke me costó un poco de trabajo hacerle llegar la noticia de que no necesitaría que me llevara al colegio ni que me recogiera, estaría perfectamente bien tomando el autobús todos los días a la misma hora. No podía ser tan malo como lo que estaba pensando. Pero de vez en cuando al estar sola no podía evitar pensar en él. En su rostro, sus labios y esos hermosos ojos que me dejaban saber lo que pensaban de tan solo mirarlos. Eso de enamorarse de alguien estaba repleto de líos.

Dos malditas semanas con lo mismo en la cabeza era un castigo.

—Abby, hola— saludó una voz que reconocí de cursos pasados

El chico que se pensaba el más guapo del instituto, pero la verdad es que lo idiota lo traía de los genes. Llegó a gustarme al entrar al colegio, moría por él a tal grado que llegue a declararme con la esperanza de que fuese a pasar lo que anhelaba.

Recibí un no por respuesta. Fui la burla de la escuela por meses enteros. Entendí que los amores "platónicos" no eran reales.

—¿que necesitas?— elevé la mirada hacia la suya, de azul a café.

—quería hablar contigo, bueno, hacerte una pregunta— sonrió con nervios

Preferí la sonrisa de Luke antes que la suya.

Miranda me miró con ambas cejas encarnadas dándose media vuelta sobre su lugar dándonos la espalda. Jamás se metía en mis asuntos y eso en verdad lo apreciaba.

—la graduación esta próxima y quería saber si querías ser mi pareja para el baile

El baile escolar, lo había olvidado por completo, aunque de todas formas me hacía de oídos sordos ignorando esa época del año para buscar un vestido entallado, tacones y maquillarse como si no hubiera un mañana. No era lo mío y jamás lo sería, menos asistir al baile con un tipo en el que no confiaba, ¿que tal que era una broma y me dejaba plantada? No, antes prevenir que lamentar.

—de verdad lo lamento, pero no quiero ir contigo

Tomé la mochila del respaldo de la silla justamente cuando sonó el timbrazo de la salida, y antes de que pudiese hablar ya me estaba saliendo del aula.

Lo subo porque me gusta ver arder el mundo.

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