Capítulo 2- Cómodo

Jin's pov

La diferencia entre esto y una pesadilla, era que de la pesadilla siempre se podía despertar.

Y ni siquiera al levantarte después de un mal sueño, terminarías poniendo los pies sobre la tierra con tanta brusquedad como yo lo hice mientras veía al hombre que llevaba varios años siendo mi novio, besarse con una desconocida sin ningún tipo de reparo justo delante de mis narices.

Era surrealista.

La idea que tenía de ChanYeol en mi cabeza, se iba degradando y degradando cada vez más con cada segundo que pasaba, solo dejándome observar una imagen que era cruda, cruel, bizarra; una imagen que siempre estuvo ahí, pero que yo había idealizado hasta el punto de dar pena.

Cuando tenía diez años, pensaba que los toreros eran fascinantes.

Adoraba sus trajes de luces, la forma tan elegante en la que manejaban la muleta y las banderillas, incluso alguna vez llegué a considerar esta profesión como el sueño de mi vida.

Hasta que descubrí que mataban a los toros.

Desde entonces, la tauromaquia se convirtió en una de las cosas que más odiaba en el mundo, por ser considerada como arte cuando únicamente es una práctica cruel que reporta placer a partir del sacrificio de un animal.

Ahí, con solo diez añitos, descubrí cuán desconcertante es la rapidez con la que un ser humano puede cambiar de opinión con respecto a un mismo tema, y, trece años después, volví a comprobarlo en una fiesta de mala muerte.

ChanYeol resultó ser mi tauromaquia: al principio le consideraba como un arte, pero luego, en una fracción de segundo, mi opinión de él se deterioró porque pude ver todo lo podrido que estaba.

Los vítores no cesaban, todo lo contrario, se iban haciendo más fuertes a medida que el beso se hacía más intenso, sin embargo, yo estaba pasando por una especie de trance y apenas era capaz de oírlos.

Quedé abrumado por el excesivo número de emociones que me embargaron en ese momento y que no podía controlar.

Era como si fluyesen a borbotones a través de mí.

Tristeza, dolor, decepción...

Pero, por muy extraño que pareciera, había una que era capaz de eclipsar a todas las demás, una que probablemente por el calor del momento, había tomado la delantera y hacía que lo viera todo jodidamente en rojo.

Ira.

Nunca me había sentido tan molesto en mi puñetera vida, jamás, ni una sola vez. Parecía que el despecho y sufrimiento se habían fusionado de una manera sin precedentes hasta el punto de hacerme sentir con ganas de darle un puñetazo a algo.

Más concretamente, a alguien.

Las personas piensan: "si me llega a pasar esto, me comportaré así".

Es una completa mentira.

Puedes imaginar miles de escenarios en tu cabeza, miles de momentos y situaciones, y puedes incluso predecir cómo te sentirás o decidir cómo actuarás. Pero a la hora de la verdad, solo terminas haciendo lo que te nace por instinto, lo que es espontáneo y natural.

Probablemente tiempo después te arrepientas, no obstante, es imposible controlarlo en el momento.

Yo creí que si algún día lo mío con ChanYeol se iba a pique, lloraría penosamente y me arrodillaría a sus pies para pedirle una segunda oportunidad, pensé que podría perdonarle todo con tal de seguir a su lado, que podría comprenderle y apoyarle siempre aunque eso implicara ignorar mis propios sentimientos.

Pero cuando me vi de pie sobre mi lugar en el círculo, me di cuenta de que el ser humano no tiene el poder de prever sus propios actos.

- ¡Hey! - Llamé, dando un par de palmadas para captar la atención del grupo, y consiguiendo mi cometido al ver que por el escándalo, finalmente el castaño y la chica se separaban de golpe, algo sobresaltados.

Todos los pares de ojos se enfocaron en mi dirección, la gran mayoría con muecas confundidas producto a la interrupción del juego y la repentina algarabía.

Mi mandíbula dolía de apretar tanto los dientes, y luego de las palmadas, introduje mis manos hechas puños dentro de los bolsillos de mi chaqueta.

Quería explotar, gritar, llorar de la frustración, pero empeñé cada gota del autocontrol que no sabía que tenía para lucir calmado y no dejar que el enfado que se cocía a fuego lento en mi interior saliera a la superficie.

Porque no le daría a ChanYeol el gusto de ver cómo me había jodido. Bastante ridículo había hecho ya, bastante me había arrastrado, bastante me había denigrado a mí mismo.

No más.

Así que, sin siquiera mirar en su dirección, sonreí de la manera más cínica posible, como si no me importara absolutamente nada.

- La educación ante todo, dicen por ahí. Buenas noches - Solté desinteresadamente, con cierto aire de parsimonia y coquetería, levantando una de mis manos y sacudiéndola levemente en el aire a modo de saludo. Escuché que algunos murmuraban en respuesta y otros reían sin más. Por el fondo, vi el desconcierto plasmado en las caras de Tae y Jimin, quienes vocalizaron un inseguro "¿hyung?" - No quiero hacer esto muy largo. Solo hay una cosa que tengo que decir.

Pueden tildarme de sádico, pero algo muy dentro de mi pecho se removió de satisfacción cuando, al observar de reojo al castaño, noté cómo trataba por todos los medios de controlar el pánico que se iba extendiendo por su hermoso rostro.

Temía por que yo revelara su secreto.

Por que le dijera a todos que le gustaba que un hombre le chupara la polla, que le gustaba follarse a uno.

Y a sabiendas de que estaba acojonado del miedo, alargué la pausa, torturándole con cada segundo que pasaba.

Entonces, mirándole directamente a los ojos, dije:

- Soy gay.

Así, de repente, sin más.

Los ceños fruncidos de incomprensión regresaron a su lugar, y no me sorprendió, ya que no era como si hubiese contado la mayor noticia del mundo.

ChanYeol no quería salir del armario por componentes externos, por su familia, por el qué dirán, por prejuicios que desafortunadamente seguían bien arraigados en Corea del Sur; sin embargo, para un grupo de jóvenes de universidad que se deleitaban viendo desconocidos morrearse entre sí, independientemente del sexo u orientación, que un tipo fuera gay no era nada extravagante.

Nada fuera de lo común.

Por tanto, no dudé de que muchos se estuviesen preguntando en ese momento: "¿y a mí qué cojones me importa?"

Sin embargo, al menos tenía consciencia de que a cierto castaño sí le interesaba, o eso era lo que su semblante paliducho me decía.

- A ver, no me malinterpreteis. Esto no es ninguna especie de salida del clóset épica ni nada, no era un secreto de todas formas - Aclaré enfocándome nuevamente en el grupo en general antes de que pensaran que yo era algún loco con un repentino ataque de orgullo homo - Pero a lo que iba. Sinceramente, no tengo mucho interés en este juego. Es decir, ¿y si me toca besar a una chica? Iugh - Hice un pequeño sonidito de asco - Sin ofender chicas, apoyo y respeto al movimiento feminista, pero no tengo interés en las vaginas - Me encogí de hombros, restándole importancia - Total, el caso es que quería saber... - Por segunda vez, miré a ChanYeol fijamente, dándome cuenta de que ahora, en lugar de temor, también parecía estar desconcertado. No era el único, porque ni siquiera yo mismo sabía qué hacer o decir, así que, al final, una frase inesperada se deslizó lentamente de mi boca - ¿Alguien estaría interesado en saltarse los preeliminares e irse a pasar la noche conmigo fuera de aquí? Ya sabéis, en términos mayores.

No sé qué me pasó por la cabeza cuando solicité en el medio de una fiesta la compañía de un desconocido para tener sexo, sin embargo, no me detuve a analizarlo.

Quería poner celoso a ChanYeol.

A lo largo de nuestro tiempo como "pareja", y por supuesto, cuando no habían moros en la costa, él solía tener breves momentos de posesividad, pero solo de boca para afuera. De todos modos nunca le vi celarme realmente, básicamente porque yo no tenía ojos para nadie más, y dudo que en caso de que alguien se me hubiese insinuado, el castaño hubiese tenido el valor de hacer algo para marcar territorio.

Así que probablemente la mía fuese una causa perdida. Si le daba igual el cómo me sintiera al verle engañarme, ¿por qué no habría de ser indiferente con lo que yo hiciera o dejase de hacer con otro tipo?

Pero eso no era lo único que quería demostrar.

Para el castaño, yo era su "algo seguro"; confiaba ciegamente en que hiciera lo que hiciere, yo estaría ahí para él. Sabía que su manera de pensar se debía a mi propia actitud, no obstante, deseaba ver qué pasaría cuando las reglas de su propio juego cambiasen.

Yo no era un jodido monigote.

Si a él lo nuestro le valía un bledo, entonces a mí, aunque fuese solo fachada y realmente sintiera un dolor casi mortal en mi pecho, me importarían dos.

Supongo que muchas personas en mi posición hubiesen decidido confesar que todo su deleite con el beso era una farsa, que en realidad, el castaño era homosexual y todo esto era una tapadera; sin embargo, por muy mal que la estuviese pasando, eso no me tocaba a mí. Era una cuestión muy personal, y todos los gays deberíamos tener el derecho de confirmar nuestra realidad cuando estemos preparados, no por obligación de nadie, sino cuando se sienta correcto hacerlo.

Y no iba a ser tan bajo como para forzarle a admitir algo tan privado, daba igual si me había jodido o no.

Era mejor persona que él.

Uno...

Dos...

Tres...

Con el avance de los segundos, la oleada de valentía que me invadía iba despareciendo, para, poco a poco, hacer que la vergüenza se sumara a mi ya de por sí desastrosa lista de emociones.

Solo leves murmullos acompañaban el "Bum Bum" de la música, pero nadie, absolutamente nadie, parecía estar interesado en mi oferta; al contrario, lucían intrigados y expectantes, mirando de un lado a otro en busca de algún valiente.

Lo que pretendía ser una retirada orgullosa, se convirtió en una escenita ridícula.

"Joder, Seokjin, eres patético. Acabas de mandar a la mierda el poquito de dignidad que te quedaba", pensé y sentí escalar el rubor por todo mi cuello y las lágrimas de impotencia picar en mis ojos.

Sin la intención de seguir abochornándome, di un paso fuera de la rotonda, no obstante, el próximo se vio interrumpido por una voz deliciosamente grave.

- Bueno, parece que el afortunado seré yo.

Probablemente debí haber sentido alivio, o curiosidad, o no sé, algo referido a los propios acontecimientos, y de hecho, así sucedió, pero no en primera instancia.

Por extraño que parezca, mi primer pensamiento fue que nunca antes había escuchado un sonido tan agradable.

"Que voz tan bonita..."

Rápidamente, me giré hacia el lugar de donde provenía, y descubrí que se trataba de un chico de piel morena, que estaba sentado en el propio círculo y que lentamente se estiraba para levantarse escasos instantes después.

Era realmente guapo, y probablemente, si yo no hubiese tenido la cabeza a punto de explotar por lo que acababa de pasar, me hubiese tomado mi tiempo apreciando sus atractivos dotes.

Tenía el cabello castaño claro, algo así como chocolate con leche, y sus ojos eran de un tono parecido. No era delgado, pero sí fornido y poseía una estatura considerable. ChanYeol era más alto, sin embargo, él probablemente me sacaba un par de centímetros.

Parte de mi vergüenza menguó, y la bola asquerosa asentada en mi garganta pareció disminuir de volumen.

Entonces, con una sonrisa torcida y expresión apacible que provocaron una extraña corriente fugaz a lo largo de mi columna vertebral, el desconocido estiró su mano en un claro gesto de invitación:

- ¿Nos vamos? - Preguntó.

Y yo, después de darle una última mirada de asco a mi ahora ex-novio que de repente parecía estar a punto de asesinar a alguien,  jodidamente acepté.

"¿Tú sí puedes pero yo no? Ja, no me hagas reír".

Escasos minutos más tarde, luego de que una oleada de vítores aparecieran, me despidiera de mis amigos y les dijera que todo estaría bien, me encontraba caminando calle abajo sin una dirección fija, con las palmas en puño otra vez, el enfado burbujeante y con miles y miles de pensamientos atacando mi cerebro.

"¿Cómo pude ser tan estúpido?"

"¿Cuánto tiempo había desperdiciado?"

"¿Todos estos años también me mintió tan descaradamente?"

"¿Él siquiera me quería un poco?"

"¿Yo no le interesaba en lo absoluto o simplemente era tan cobarde como para poner un alto a toda esta mierda?"

"¿Habría hecho lo que hizo más veces a mis espaldas?"

"¿Por qué no pude ver la realidad antes de terminar tan jodido?"

Esas no eran ni un 10% de todas las dudas que me atormentaban.

Y dolía tanto, pero tanto...

Se sentía como una quemadura lenta y tortuosa, y lo peor era que no tenía idea de cuándo dejaría de arder.

Puede parecer exagerado, dramático o lo que sea, pero ChanYeol llevaba tanto tiempo siendo el causante de mi felicidad, que imaginar una nueva vida sin él no me era posible en ese instante.

¿Quién podría? Es decir, ¿qué harías si de sopetón desapareciera algo realmente importante para ti, algo de lo que dependieras casi totalmente?

Te sentirías perdido.

Y así me sentía yo, tan perdido, tan asqueado, tan enfermo, tan traicionado, tan malditamente molesto.

Porque sí, aún estaba realmente enfadado, y sí, mis ganas de golpear seguían tan presentes como instantes atrás.

No era capaz de comprender por qué, si yo no había hecho más que quererle y cumplir incondicionalmente con él, las cosas habían resultado de esta manera.

No entendía qué yo había hecho mal, ni la razón de que no se detuviera por un instante a pensar en cómo lo que iba a hacer podría haberme afectado y eso solo conseguía que me sintiera más desorientado si era posible.

Es decir, ChanYeol siempre decía que me quería, que me adoraba.

Maldito mentiroso.

Sin embargo, y por mucho que no supiera qué pasaría a continuación, algo para mí estaba completamente claro: no volvería con ese imbécil en la puta vida.

Fuertes pisadas marcaban mi incongruente caminar, el propio suelo agrietado de las aceras era la víctima de la expresión homicida que probablemente se hallaba instaurada en mi cara, y algunas piedrecillas se convirtieron en las víctimas de patadas furiosas.

Pero, de nuevo, el andar cesó cuando aquella voz que me resultaba extrañamente hipnotizante llegó a mis oídos.

- Muñeco, no te negaré que la vista que tengo de ti desde aquí atrás no es para nada desagradable. ¿Pero siquiera sabemos a dónde vamos?

Me detuve en seco.

Mierda, verdad, no estaba solo.

De repente, me sentí nervioso. En la casa la única meta que perseguía era escapar de ahí de la forma que fuera, pero cuando el aire gélido de la noche sopló directamente contra mi piel, finalmente todo lo que había tratado de retener salió a la superficie provocando que me aislara por completo de mi entorno.

Tras sus palabras fue cuando en realidad me volví consciente de que a pesar de que solo pudiera pensar en ChanYeol, el chico que se encontraba a pocos centímetros de mí esperaba recibir lo que yo mismo me había ofrecido a darle.

Giré sobre mis pies, y le encontré con la misma expresión tranquila que minutos atrás. Yacía en una posición relajada y sus manos iban guardadas en los bolsillos de sus pantalones de mezclilla.

No me había fijado, sin embargo, su look no era como el del resto de invitados.

Él se veía... Cómodo. No lo sé, simplemente los vaqueros tan anchos, esa camiseta que era como mil tallas más grande y una sandalias (unas jodidas sandalias), no combinaban con las sudaderas, los tenis, los jeans ajustados, las chaquetas de mezclilla y los excesos de maquillaje que había visto en el resto de personas.

Poseía un estilo bohemio, que le sentaba muy bien.

Y por una fracción de segundo, debido a la peculiar manera de vestir, el pelo meciéndose por el aire y, para que mentir, la sola presencia, el chico terminó resultándome muy sexy.

Si yo no me hubiese sentido como lo hacía, tal vez mi propuesta no me hubiese parecido tan descabellada.

Pero esas eran las circunstancias, así que aunque lo que menos quería era tener que meterme en más líos o dar explicaciones,  relamí mis resecos labios y me digné a hablar.

- Mira, yo... Ehm, disculpas, ¿sí? - Rasqué mi nuca con incomodidad - Sé que estás aquí porque piensas que vamos a enrollarnos y eso, pero lo lamento. No me siento muy bien ahora mismo, así que perdón por haberte hecho perder tu tiempo y salir de la fiesta. No esta noche. No nunca. Lo siento - Imité su pose y me mecí sobre mis talones, aguardando por una respuesta.

Lo único que recibí fue la melodía de sus carcajadas, que por el silencio nocturno, se sintió más alta de lo que debería.

Mierda, esa risa también sonaba bien.

Demasiado.

El muchacho rió como si hubiese escuchado un chiste buenísimo, y mi bochorno solo creció al compás.

- ¿Qué es tan gracioso? - Cuestioné quizás un poco más hosco de lo previsto.

- Muñeco, sé que no nos vamos a acostar - Afirmó luego de unos instantes, algo agitado y con total obviedad, y por su tono me dio a entender que ni siquiera hacía falta decirlo. No obstante, no lo entendía y tampoco entendía el que se hubiese referido a mí como muñeco.

Dos veces.

- ¿Eh?

- Digo que sé que no va a pasar nada entre nosotros hoy. Puedes estar tranquilo.

- ¿Pero por qué? O sea, no entiendo. ¿Por qué estás aquí entonces?

- Bueno, - Levantó un brazo y señaló con el dedo pulgar hacia la calle que había detrás de él - Parecía que necesitabas una tarjeta de "sal libre de la cárcel", allí dentro. Supongo que soy un buen samaritano.

El mensaje me quedó claro: de alguna manera sabía que yo deseaba largarme desesperadamente, y se ofreció como voluntario para ayudarme a ello.

- Oh... Uhmm, ¿gracias? - Sonó más como una pregunta que una afirmación, así que aclaré mi garganta y repetí con más seguridad - Gracias.

- Cuando quieras - Guiñó un ojo de forma coqueta, pero era obvio que estaba jugando.

- ¿Cómo sabías que quería irme?

- Me imaginé que algo pasaría después de que vi al tipo moreno besarse con la pelirroja - Afirmó desinteresadamente, encogiéndose de hombros.

Yo, a diferencia, me congelé.

Mi espalda se puso rígida y mis músculos se tensaron.

¿Acababa de oír lo que creía?

Porque si mi mente no me estaba jugando una mala pasada, la contestación del desconocido hacía obvio que quizás lo mío con el castaño no era tan secreto como parecía.

Nerviosamente, dije:

- ¿A qué te refieres? - Una de sus cejas se arqueó de modo pronunciado, en un sutil gesto de "¿En serio?".

- Oye, a mí tampoco me hubiese sentado bien ver a mi novio con otra persona.

- ¿Y tú cómo sabes eso? - Solicité con brusquedad. El castaño frunció el entrecejo, y su relax anterior pareció haberse disipado para dejar paso a algo de incomodidad.

- Lamento decirte que los baños de una escuela no son lo más privado del mundo - Murmuró, o más bien, habló realmente bajo, casi pareciendo un murmullo.

Estuve a punto de entrar en pánico.

Mis ojos se abrieron desmesuradamente y sentí el sudor frío escurrir bajo mis axilas, a través de mis palmas y por la línea de mi espina.

Una tras otra de las cosas que yo creía por sentadas se iban cayendo sin control delante de mí.

Jugué un juego que juré jamás jugar, me enteré de que quien creía un santo, no lo era; le ofrecí sexo a un desconocido aún cuando en la vida lo hubiese hecho, y acababa de descubrir que mi puto noviazgo no era secreto, como tanto me aseguré de que fuera.

Genial, ¿qué mierda sería lo próximo en la lista?

- Oye, oye. No pongas esa cara. Tranquilo, no se lo he dicho a nadie - Comentó probablemente alarmado por mi repentino estado - Hey, de verdad. No me mires así.

- Pero.... - Parpadeé un par de veces y tragué duro - ¿Desde cuándo lo sabes?

- Desde esta mañana, y relájate, solo me enteré por casualidad. Ni siquiera se suponía que estuviera ahí. Solo tuve que ir al baño por un idiota y una cocacola, larga historia - Hizo un movimiento desdeñoso - Da el caso de que escuché parte de la conversación desde el otro lado. No mucho, al momento en que sentí que la cosa estaba tensa me fui.

- No entraste.

- Parecía que estabais de malas. Y no sé a ti guapo, pero a mí no me resulta el mejor plan meterme en medio de una pareja discutiendo.

- Ex-pareja - Prácticamente escupí, con todo el resentimiento que había dentro de mí, y su semblante se ensombreció, poniéndose serio.

- Lo siento mucho - Esa era una frase común, casual, típica; sin embargo, pude sentir verdadera empatía viniendo del sujeto, y solo lo corroboré cuando se acercó a mí y dudosamente, como si estuviera pidiendo permiso sin palabras, apoyó una mano en mi hombro, queriendo ser reconfortante.

No le aparté, porque funcionó.

- No lo sientas... Supongo que me di cuenta un poco tarde de que él es un imbécil.

- Supongo que sí...

Nos quedamos sin hablar lo que pareció una eternidad, y su agarre sobre mí no desapareció. De hecho, me dio la sensación de que se hizo más fuerte.

Era acogedor.

Al menos me quedó el alivio de que su historia parecía creíble. O sea, lo que me contaba era completamente probable, y ciertamente fuimos descuidados, cualquiera pudo habernos oído.

No obstante...

- Espera, ¿cómo sa-

- ¿Cómo sabía que erais vosotros? - Me cortó justo antes de que terminara la interrogante.

Y sí, esa era mi duda. Podía perfectamente haber escuchado la historia completa, pero si no me conocía no tenía por qué saber que se trataba de nosotros, y dudaba mucho que se hubiese dado cuenta por nuestras voces.

La zona que me tocaba con su cálida palma comenzó a sentirse fría una vez se separó y retrocedió algunos pasos. Acto seguido, obtuvo una cajetilla de cigarros de su bolsillo junto a un mechero, para posteriormente sacar una de las alargadas barritas de nicotina y situarla en medio de sus labios, encendiéndola instantáneamente y propinándole una profunda calada.

Wow, era fumador... No me lo esperaba.

Cuando el humo salió expulsado cual pequeña nube gris, rompió la incertidumbre.

- Muñeco, él mencionó "ChanYeol" y "Seokjin". Le conozco de vista, y a ti... Aparentemente no me has reconocido, o ni siquiera sabes quién soy. Pero vamos juntos a Fotografía, una asignatura optativa. Es por eso que te conozco, aunque creo que eres mayor que yo.

Tercera vez.

De nuevo, abrí mis ojos más de lo normal y mi sorpresa era casi palpable.

Maldición, no lo recordaba en lo absoluto.

Lo jodido era que si me ponía a recapitular, mis clases de Fotografía eran todos los martes y viernes a las diez de la mañana, y justo después de ellas, ChanYeol y yo hallábamos la forma de encontrarnos en algún punto privado de la facultad.

Era espeluznante solo pensar cuán desentendido yo había llegado a estar con el resto de personas, con mi carrera, con mi propia salud mental solo por pensar en él.

Creo que mi cuerpo debió haber expresado gratamente el asombro porque el moreno retomó su antigua mueca de parsimonia y volvió a reír bajito, acercando nuevamente el cigarro a su boca.

- Ya veo que es la segunda opción.

- Mierda, lo siento. No me había fijado en eso. ¿Hemos hablado alguna vez?

- Sí, solo conversaciones casuales. Nada realmente importante, así que no tienes que preocuparte por pérdidas de memoria o algo - Volvió a encogerse de hombros y agitó levemente el canuto que sostenía entre sus dedos - ¿Quieres uno?

- No fumo.

- Lo imaginé.

El silencio verbal regresó, y los sonidos que él emitía con sus constantes caladas, actuaron como música de fondo.

Yo aparté la mirada, y vi la calle desolada, sin mucho más que unos destartalados contenedores de basura y par de gatos. Ni siquiera habían autos pasando cerca, y apenas se encontraban farolas que funcionaran como fuente de luz.

Diablos, yo perfectamente podría haberme metido en un problema. O sea, tuve suerte de que el castaño no tuviera realmente intenciones conmigo más allá de echarme una mano. ¿Pero y si hubiese salido con otro tipo que verdaderamente quisiera follarme? ¿Y si ese tipo no se hubiese tomado bien mi rechazo? Joder, ni siquiera quería imaginar lo que podría haber pasado en caso de haberme encontrado con un loco cachondo en una calle oscura.

Este chico, aunque fuese algo raro y supiera cosas que quizá no debería saber, era una opción mil veces mejor.

- Oye - A fin de cuentas, yo decidí ser el primero en hablar - Lo siento, otra vez.

- Descuida - Respondió restándole importancia.

- Y... Gracias, otra vez - Añadí, sintiéndome repentinamente tímido.

- Descuida - Repitió con una risita.

- Tú... - Medité unos segundos antes de continuar, y con mis mejillas adquiriendo un leve carmín, dije: - Mira, sé que ya me has ayudado mucho sin razón, y que probablemente no tenga derecho a pedirte esto pero, ¿podrías no decirle a nadie lo que ha pasado? Digo, entre ChanYeol y yo. No va a suceder de nuevo, así que agradecería que te lo guardaras para ti - Tal vez no debería tratar de protegerle tanto, no después de lo sucedido, sin embargo, algo con la idea de que la gente se enterara y él se viera envuelto en algún lío no se sentía correcto. Simplemente no quería que cualquier cosa relacionada a su privacidad saliera a la luz por alguien que no fuera sí mismo.

- Eso no es asunto mío, así que no había necesidad de decirlo, muñeco. No pretendía hacerlo de todas formas - Me pareció sincero, desinteresado, así que le creí y entonces pude respirar profundo, aliviado por al menos tener su promesa.

Oh, cuarta vez.

- Gracias...

- Deja de dar las gracias - Expresó entre risas, tomando lo último que podía de su ya gastado cigarrillo, posteriormente lanzándolo al suelo y pisándolo con la suela de su zapato. Luego, para mi sorpresa, recogió la colilla y la echó en uno de los botes de basura. Y demostrándome que la situación podía volverse aún más extraña, sacó de su bolsillo trasero un mini-envase con desinfectante de manos, que evidentemente utilizó - ¿Te gusta la sandía? - Inquirió de la nada.

- ¿Eh?

- ¿Te gusta la sandía?

- Ehmm, sí, creo - Contesté algo desconcertado.

- Entonces supongo que sí aceptarás esto - Tomó otra cajita de sus jeans, la abrió y de esa manera la extendió en mi dirección.

Eran chicles de sandía.

- ¿Tienes la jodida bolsa de Doraemon en tus vaqueros o qué? - Solté con un humor que no creí poder recuperar tan rápido, y agarré una de las tiritas. Realmente sabía delicioso.

Con la misma diversión, dijo:

- ¿Has visto el tamaño de estos pantalones? Puedo meter una casa aquí si quisiera - Sonreí. Yo real-jodidamente sonreí. Él me hizo hacerlo - Me gusta fumar, pero odio el olor y el sabor que deja. Irónico, ¿no?

- Tal vez. Aunque conozco gente así. Eso sí, no llegan al extremo de cargar gel y chicles. Pero se agradece, a mí también me incomoda un poco el olor.

- ¿Nunca has fumado?

- Probé una vez junto a mi mejor amigo, pero no me gustó. Aunque era un cigarro improvisado, sabrá Dios qué le habría metido ese loco dentro - Sus comisuras se alzaron ligeramente - De todas formas no tengo interés.

- Haces bien, esta mierda te matará.

- ¿Y tú por qué fumas entonces?

- Porque de algo tendré que morirme -
Resoplé, inconforme con esa respuesta, pero no discutí ni seguí indagando en el tema. Únicamente, sin saber qué más decir, me quedé callado y su caso no fue diferente.

De nuevo, la comunicación murió, y la quietud solo hizo que mi cabeza volviera al sitio del que momentáneamente había salido.

De vuelta a ChanYeol y toda su mierda.

La pequeña pizca de entretenimiento que me propició el chico de pie frente a mí se esfumó y por segunda ocasión, el balde de agua fría me heló hasta los huesos, al punto de que unas prominentes ganas de irme y llegar a mi casa hicieron acto de presencia.

- Bueno, uhmm, sé que sueno repetitivo y cansino, pero gracias. Por acompañarme, por... ¿No violarme? Y, uhmm, por el chicle. Está delicioso. No quiero molestarte más, y creo que ya es hora de que me vaya, así que...

- ¿Tan pronto? - Preguntó, y me dio la sensación de que no quería que me fuera, lo cual no hacía mucho sentido, a decir verdad. Debían ser solo ideas mías.

- Ehmm... Son las dos de la mañana.

- Ya sé, pero podríamos hacer algo mientras. Mañana es sábado de todas formas. Mejor dicho, hoy - Por su tono me quedó muy claro que intentaba ser amistoso - ¿Quieres ir a por una hamburguesa? Me muero de hambre y conozco un sitio buenísimo por aquí cerca que abre veinticuatro horas.

- ¿A las dos de la mañana? - Solté con desconcierto.

- Eh, no me juzgues. Soy abstemio y ni siquiera tomé algo de picar en la fiesta. Lo siento, muñeco, pero mi poderosísimo metro ochenta y uno no se llena solo a base de cocacola - Quinta vez - Además, si me invitas estaríamos a mano.

- Oye, no lo sé...

- Bueno, está bien, invito yo - Comentó rodando los ojos con aire divertido - Tacaño.

- No, no es eso - Negué con la cabeza, apartando la mirada un poco y con expresión decaída - No te lo tomes a mal, pero no tengo muchas ganas de nada. Tú ya sabes lo que ha pasado, y no estoy bien ahora mismo. Yo-

- Es por eso que digo que deberíamos hacer algo. Mira, - Interrumpió y su voz adquirió mayor gravedad - he estado ahí, sé lo jodido que es que te engañen, creéme, y también sé que es más jodido quedarse a solas dándole vueltas a las cosas. Tu propia mente te hace llegar a lugares acojonantes, y repito, nadie me lo ha dicho, lo he vivido en carne propia y es una mierda. Una real y jodida mierda. Por eso sé que es bueno distraerse, esperar a que el calor baje y si tienes a alguien con quien hablar y desahogarte, mil veces mejor. Y para tu suerte, yo estoy dispuesto a ser ese alguien - En poco tiempo, me di cuenta de que él tenía una manera de decir lo importante con seriedad, sin embargo, siempre conseguía matar la tensión con alguna frase jocosa o ingeniosa. Hablar con su persona era cómodo.

Sí, esa palabra se ajustaba bien con él. Desde observarle, a escucharle, hasta entablar conversación con su persona, me hacía sentir cómodo.

Quizá por eso quedé callado unos instantes, verdaderamente analizando lo que acababa de decir.

Podría tener razón, tal vez lo mejor era que tratara de relajarme, que lo soltara todo.

- ¿Por qué quieres ayudarme? No me conoces, no realmente.

- Ya te dije, supongo que soy un buen samaritano - Se encogió de hombros, regresando a esa sonrisa torcida que le salía tan bien - Además, por lo que me has dicho parece que nadie más sabe de tu ex, así que si me preguntas, yo parezco el mejor candidato para escucharte. Ah, y realmente tengo hambre. Y por si te interesa, te aseguro que me haría sentir mejor zamparme una cheese burger doble acompañado, antes que solo en un mesa con la gente mirándome como si estuviera loco.

Fue oír sus palabras y una carcajada escapó de mi boca. No sé cómo lo hizo, pero dentro de todo lo que me atormentaba, lo que me estaba matando internamente, ese chico de ojos chocolate me hizo genuinamente reír.

Me recordaba a un soplido de aire fresco en medio de un fogoso día de verano.

- Eres tan raro...

- Uhmm, puedes considerarme como tal, o puedes considerarme como "tu salvador". De cualquier forma, cualquiera de las dos es una buena opción - Hizo una corta pausa, y después, comentó de nuevo - Entonces, ¿qué dices? ¿Te animas a llenarte de comida chatarra a las dos de la mañana con un tipo que acabas de conocer mientras le cuentas tus problemas personales y maldices al idiota de tu ex? No suena mal, ¿eh?

Sabía que él estaba siendo sarcástico, no obstante, ciertamente no sonaba mal.

No tenía seguridad de si era por la confianza que me había extrañamente provocado, por lo agradable que su voz resultaba a mis oídos, por lo a gusto que me hacía sentir, por lo cansado que me encontraba, por la necesidad inminente de dejar salir lo que me carcomía, por la calidez que transmitían sus ojos, por los mil otros "por" que se me ocurrieron en ese momento; pero realmente consideré su oferta.

Podría ser descuidado, podría ser inapropiado, él podría incluso aprovecharse de mi vulnerabilidad para hacerme algo, sin embargo, y aunque suene muy absurdo, tenía la plena seguridad de que no sería el caso, de que su compañía me haría sentir bien.

¿Qué perdería con ello? Ya un montón de cosas inusuales habían pasado hoy, no suponía un problema dejar que ocurriera una nueva, y con diferencia, esta era mejor que cualquiera que las anteriores.

Mi estómago rugió como queriendo disipar todas las dudas.

Bien, iría a por esa hamburguesa.

- Okay, "mi salvador" - Dije juguetonamente  - Acepto tu invitación. Pero antes... Aún no sé tu nombre.

Luego, lentamente, él sonrió dejando a la vista una preciosa dentadura pareja que hizo que mi corazón saltara un par de latidos, y ofreciendo su mano en presentación, respondió:

- Namjoon. Soy Kim Namjoon.

Uy , como si esas cosas pasaran XD

Holaaaaa, volví :D

Por fin apreció Nam kahsakshsh

La reacción de Seokjin fue loca, , pero es realmente cierto que cuando te pasa algo muy fuerte es imposible predecir tus acciones, algunos lloran, otros reparten putazos, Jin ofrece su cuerpo :v

Bien, no es que haya tenido un cambio de actitud súper dúper, solo que en serio las opiniones de los seres humanos pueden cambiar a velocidades inquietantes, más cuando ocurre algo que no te esperabas o una persona en la que creías te decepciona de tal manera. Eso , es imposible dejar de querer de un día para otro, lleva tiempo.

Ya veremos pq Nam hizo lo que hizo ;-)

Odio la tauromaquia, para es cruel e inhumano, pero respeto quien sienta gusto por ella.

La tarjeta de sal libre de la cárcel es una referencia al Monopoly, el juego este de las propiedades tan chuli.

No lo había hecho porque aún no había actualizado, pero mil gracias por la portada tan preciosa a  pokeditorasclub, especialmente a LikePalette. En serio, la amé, son unas diosas de la edición 💙

Trataré de actualizar antes de cumplir 60, mil gracias por leer y por toda la paciencia que tenéis conmigo, de verdad, valéis oro.

Un besazo y cuidaos mucho, os quiero 💙💙

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top