El fin del principio

"Somos como islas en el mar, separadas de la superficie, pero conectadas en la profundidad"

William James

Nix Baza ~

Nunca antes se había alegrado tanto al escuchar el sonido de un explosivo.

"Kika, te quiero"

Nix cruzó miradas con Odessa y se dieron la enhorabuena silenciosamente

Ambos observaron el espectáculo que había delante de sus ojos: los trozos del meteorito sobrevolando el aire como una explosión de fuegos artificiales de piedras

−¡¡Lo conseguimos!!− gritó Nix

−Todavía no− la mirada de la medioambientalista se ensombreció

Nix observó con horror la llegada masiva de furgonetas negras con la Z, de las cuales salían una tropa de hombres armados con uniforme.

La realidad le acababa de dar una bofetada en la cara

−¡¡Vamos, no podemos dejar que cojan ningún cacho!!−

La batalla había comenzado

🖇️🖇️🖇️


Haizea Mendoza ~

Se incorporó lentamente con la cabeza dándole vueltas.

Los recuerdos le llegaron a la mente como flashes, y tuvo que hacer un esfuerzo para ordenarlos.

Frunció el ceño, lo último que recordaba era estar en la habitación de sus raptores...

− ¿Cómo he llegado hasta aquí? – notó su voz oxidada

Se encontraba en el maletero de una furgoneta en medio del campo donde tenía lugar un combate improvisado

"Ahora es el momento en el que me despierto y me doy cuenta de que todo ha sido un sueño"

−Buena pregunta−

Haizea se sobresaltó

No se había percatado de que compartía maletero con nada más y nada menos que la gran Nefelibata

− ¿Qué haces tú aquí? –

La cantante se encogió de hombros mientras que se acomodaba

−Me han secuestrado, supongo−

−Ah, genial, no tenían suficiente con una−

Naoko miró a Haizea sin entender nada

− ¿Sabes lo que está pasando? – señaló el exterior

Negó con la cabeza

−No tengo ni la más remota idea, pero estoy harta de que sea siempre la víctima−

−Salgamos de aquí y demostrémosles que nos han estado infravalorando− propuso Nefelibata

−Yo digo sí− sonrió la artista

−Mira, por aquí hay pistolas sin balas y otros objetos inútiles que pueden ser útiles− le informó Ezpel

Haizea observó lo que tenía a mano: un par de perchas, una tabla de planchar, una chacha, una aspiradora vieja, varios destornilladores destartalados...

−Tengo una idea− cogió un destornillador y le pasó otro a Naoko− Desarmemos la puerta−

Ambas se pusieron a trabajar codo con codo como si se hubiesen estado preparando para salir de aquella situación

−Esto me recuerda a cuando una vez mi padre cerró el coche y se dejó las llaves dentro− narró Naoko animada− Tuvimos que romper un cristal y mi hermana pequeña se metió por la ventanilla para recuperar las llaves−

−Vaya panorama− comentó Haizea

−Luego estuvimos varios meses con el cristal roto, pero eh que el coche seguía funcionando−

−Entonces valió la pena−

−Sí, bueno... al menos cuando mi madre tuvo el accidente de tráfico no perdimos un coche de alta calidad− su tono se tiñó de tristeza

−Como suelen decir, no hay mal que por bien no venga−

−Prácticamente esa es la frase de mi vida− reconoció la cantante

Haizea miró a Nefelibata y le pareció que estuviese hablando con la vecina con la que se cruzaba todos los días. A pesar de que fuese una estrella de la música reconocida en todas las partes del mundo, actuaba y charlaba con una sencillez y una humildad que le sorprendió gratamente.

No tenía ni punto de comparación con Louisa Bellido, su gallería de arte alcanzó fama a nivel nacional y se le subió el ego a las nubes.

Mientras que cada single que sacaba Naoko Larsen era un exitazo en todo el mundo y tenía el mismo carisma que una persona corriente.

−No me imaginaba que fueses tan cercana− admitió Haizea

−Es parte de mi personalidad−

Siguieron quitando tornillos con gran agilidad, y cuando ya casi habían logrado desmontar la puerta; esta se abre de la nada.

Haizea y Naoko cruzaron miradas de desconcierto

"¿Qué ha pasado?" tenían ese pensamiento en la cabeza

Los ojos de la chica albina se dilataron, pero al ver al responsable los puso en blanco:

−Esta es la segunda vez que te rescato− dijo Faolán mientras lanzaba y cogía las llaves de la furgoneta

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Xiomara Woo ~

Se arrepentía.

Se arrepentía de haberse escapado de su casa

Se arrepentía de ir a Madrid a jugar el torneo de ajedrez

Se arrepentía de perseguir su sueño

¿Por qué a qué le había llevado todo su esfuerzo y su empeño?

A estar atrapada en el maletero de una furgoneta con unas pulseras eléctricas que le daban calambres si movía sus manos

Casi prefería estar encerrada en su mansión. Al menos ahí estaba segura. Ya había probado lo que se sentía volar en libertad y había descubierto los problemas y dificultades que eso conllevaba.

Había salido de su jaula para meterse en otra.

Xiomara se resbaló por la pared sin poder sostenerse en pie. Se llevó las manos a la cara, y varias lágrimas se le escaparon mientras se pregunta por qué su sueño se disolvía cada vez que se acercaba a él.

"Será que los sueños son solo eso, sueños" se dijo

No sabía que dolía más, si tener un sueño y no hacer nada por hacerlo realidad, o perseguir su sueño y darse cuenta de que nunca se haría real

Deseó no haber conocido el ajedrez; así nunca estaría en esa fría furgoneta con un océano bajos sus pies. Así nunca habría huido de su país, ni desobedecido a su padre y así sería feliz en su infelicidad en vez de infeliz en su felicidad.

Xiomara se preguntó si había algo malo en ella, tan solo quería poder jugar al ajedrez y convertirse en la nueva campeona mundial, ¿acaso era mucho pedir? ¿Por qué todo lo fácil tenía que complicarse?

Las lágrimas brotaban de sus ojos como dos manantiales de agua salada. Xiomara no las retuvo, las dejó salir, dejó que sus mejillas se empapasen, que recorriesen su piel como ríos serpenteantes, como gotas de agua en el cristal de un coche.

No podía parar, su interior estaba lleno de lágrimas que se había tragado; y ahora todas ellas fluían vaciando sus pupilas.

Xiomara lloró, lloró sin reparos, sin ataduras, sin miedo, sin barreras. Xiomara lloró todo lo que no había llorado.

Y mientras que buceaba en su propio mar, las pulseras crujieron. La ajedrecista se limpió los ojos y las observó. Chispearon en sus muñecas y se cayeron al suelo.

Se tocó las manos sin creérselo.

Se había liberado. Las lágrimas la habían liberado. Debieron de estropear los microchips.

Xiomara esbozó una débil sonrisa que se asemejaba a los primeros rayos de sol después de una tormenta.

"Para que luego digan que llorar no sirve de nada"

Y en ese instante sintió una explosión bajo sus pies...

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Faolán Buendía ~

−Estábamos a punto de salir nosotras solitas− contestó Haizea

Faolán había robado las llaves de la camioneta de los delincuentes para sacarla de ahí y le venía con esas...

−Y yo os he ahorrado trabajo y tiempo, ¡¡de nada!!−

Haizea no quiso discutir más

−Espero que sepas explicarme de qué va todo esto−

−Lo único que sé es que los tíos de negro ayudan a los asesinos que os han secuestrado−

Antes de que pudieran preguntar algo más, son interrumpidos:

−¡¡EH, tú!! ¡¡Al coche!!−

Uno de los enemigos apuntaba al mago con una pistola. Faolán alzó los brazos con una gota de sudor perlando su frente.

−Será mejor que no se mueva− intervino Haizea− Tiene una serpiente en la pierna−

El hombre bajó la mirada y se encontró con las fauces del reptil seseante.

−¡¡AHH!!− gritó dando saltos tratando de quitarse al animal de encima

Haizea intentó no reírse

Faolán miró a la serpiente y luego a la chica albina, así un par de veces.

−Podía apañármelas− musitó Faolán cruzándose de brazos

−Ahora estamos en paz−

− ¿Cómo has hecho...? – Naoko la miró con perplejidad

−No hay tiempo de explicaciones− se subió de un salto al maletero− Acabemos con esto−

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Naoko Larsen ~

Nunca se había imaginado que la locura y la felicidad se podrían dar la mano.

Porque eso era lo que sentía.

Faolán al volante de la furgoneta, Haizea detrás con una antigua máscara de soldar en la cabeza y blandiendo una aspiradora

−Que empiece la fiesta− dijo la artista

Nefelibata tecleó en el buscador de canciones y puso "I got a feeling"

−¡¡Ahora sí!!− exclamó− ¡¡Dale caña!!−

Faolán arrancó y mientras silbaba el estribillo, Naoko usaba unas medias rotas como catapulta y lanzaba por la ventanilla las perchas a los hombres de negro, y mientras Haizea, usando la máxima potencia, aspiraba sus pistolas.

−¡¡Estás como una cabra!!− vociferó la cantante a Faolán

−¡¡Y es tan divertido!!− contestó este entre risas

Hacía tanto tiempo que Naoko no se sentía así. Le dolían los labios de tanto sonreír, y los pulmones de tan alto cantar. El mundo se estaba despedazando antes sus ojos y ella era feliz.

Aquello era una locura.

Pero en eso consiste la vida, ¿no?

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Odessa Thunberg~

Había destruido todos los trozos de meteorito que había podido y los había esparramado por la tierra.

Estaba satisfecha con el trabajo que había hecho, y eso no iba a cambiar a pesar de haber sido capturada por los rusos.

Estaba esposada y rodeada por los hombres de Melnikov apuntándola con sus armas

− ¿Para quién trabajas? – la interrogaron

−Para la población− respondió resueltamente

− ¿Quién te envía? –

−Mi sentido de la justicia−

− ¿Qué es lo que pretendes? –

−Proteger el planeta en el que vivo−

Perdieron la paciencia, y uno de ellos colocó su pistola en el pecho de Odessa y con mirada acuchillante le escupió:

−Será mejor que colabores si no quieres perder tu vida−

La medioambientalista se mostraba segura de sí misma, o eso es lo que aparentaba. Sabía que tenía que controlar su miedo o este le devoraría.

−No he dicho ninguna mentira, no sé qué más quieren−

Odessa le devolvió una mirada de aburrimiento, lo que irritó al hombre de negro.

−¡¡Me tienes hasta...!!−

−¡¡ODESSA!! ¡¡YA ESTOY AQUÍ!!−

Todos los hombres se volvieron y dirigieron todas sus pistolas en dirección a Alec

A la hija de Greta Thunberg le dio un tic en el ojo cuando lo vio aparecer.

–¿¡Alec?! ¿Qué es lo que estás haciendo? –

Llegó jadeando hasta ellos después de haberse tropezado con un pedrusco y haber estado a punto de besar al suelo

−Ayudar− dijo como si fuese obvio

−Es más torpe que un gusano con guantes− le dijo un ruso a otro

Alec se rio del chiste

−Esa es buena, espérate que me la apunto−

Sacó su libreta del bolsillo y con todas las miradas y armas apuntándole, se dispuso a escribir como si estuviese en el salón de su casa

− ¿Alguien tiene un boli a mano? –

Se lo quedaron mirando sin creerse que estaba hablando en serio; pero todos ellos se llevaron las manos a los bolsillos de forma automática

Uno de los hombres de negro le prestó uno, Alec le dio las gracias y garabateó su libreta con concentración

−¡¡Basta de jueguecitos!!− bramó cargando la pistola

− ¿Qué tal me ha quedado? – le plantó la hoja en la cara

Al instante el guardia se desplomó

Wolframio había entrado en acción:

−No matéis a ninguno u os mataré yo mismo− declaró

Los sirvientes de Melnikov corrieron despavoridos al reconocerle quedando solo Odessa, Alec y el propio Wolframio

− ¿Vas con ellos o con nosotros? – se atrevió a preguntarle la joven Thunberg

La mirada del asesino estaba llena de contradicciones

−Con ambos y con ninguno a la vez−

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CH Rutherford~

Mientras esperaba al avión que le conduciría a su nueva vida CH pensó en hacer algo productivo.

Aquel desastre de personas, balas y carreras no iba con él.

CH prefirió quedarse a orillas de la carretera y trabajar con el diamante en bruto que tenía: el taxi destartalado

Se arrodilló y desmontó el automóvil para darle una segunda vida, con el sonido de los disparos de banda sonora, ajeno a lo que ocurría a su alrededor.

−He encontrado la pieza que necesita, amo− le informa Rupert

− ¿Dónde? –

−Tiene que venir a verlo, amo−

El matemático se levantó y siguió al robot. Pasaron por el campo de batalla sin que nadie les prestase atención. Estaban demasiado ocupados enzarzados en un combate que no parecía tener un pacífico final.

Para aquellos disparos que se desviaban de su trayectoria, Rupert se ocupaba de eliminar las balas para proteger a su creador. Por ello CH paseaba tranquilamente confiando en que no le fallaría la tecnología.

−Es aquí− le indicó un camión que había sido explotado con dinamita

CH rebuscó entre los escombros del vehículo en busca del material que necesitaba. Y entre las piezas metálicas salió a la luz una muchacha enterrada.

−Ayúdame− pidió Xiomara con voz titilante

Uniendo la fuerza de Rupert y la maña de CH consiguieron sacarla del agujero.

La ajedrecista se puso en pie y se sacudió el polvo de la ropa y el pelo. Tan solo tenía algunos rasguños y heridas superficiales, nada de lo que preocuparse.

Ahora era libre

−¡¡Gracias, gracias!!− le estrechó la mano al matemático con euforia, con los ojos brillantes

− ¿Se encuentra bien, señorita? – preguntó Rupert por CH

−Sí, creo que sí−

Xiomara había tenido una suerte lunática. Solo había pasado unos diez minutos enterrada en esa nube de chatarra respirando tierra seca y enseguida la había encontrado el matemático.

CH también había tenido suerte por haber salvado a la ajedrecista; claro que eso lo descubriría tiempo después.

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Flouraura Espinosa~

Flouraura era la única que tenía una pequeña muestra del meteorito.

Tan solo tenía que esperar a que llegase la avioneta para salir de allí pitando y regresar a Rusia.

Pero mientras esperaba debía de proteger aquel pedrusco espacial con su vida.

Sobre todo, debía protegerlo de ese policía con careta blanca con quien estaba manteniendo una tensa pelea cuerpo a cuerpo.

Normalmente solía liquidarse a novatos en un abrir y cerrar de ojos, pero aquel tío resultó ser más experimentado de lo que había imaginado en un principio.

Después de mucho tiempo, Flouraura había encontrado un digno oponente.

Mientras luchaba con sus dagas, el muy astuto se había defendido con un pestiño untando así el filo con la miel y haciéndolas inservibles.

Cuando Nix tenía la piedra, Flouraura la había recuperado con un movimiento rápido de abanico; pero entonces, se sacó un bote de purpurina de la riñonera y se lo vertió en la cara como distracción.

Una vez que se le acabaron todos los trucos, el combate fue entre el abanico afilado de Flouraura contra los punzantes puños americanos de Nix.

Estaba muy igualado

Y en un momento dado, Nix resquebrajó el negro pasamontañas de Flouraura, arañando también su piel; y después, ella le propició una patada en la tripa acompañada de un puñetazo en el ojo.

Los dos gimieron de dolor, se tambalearon y se cayeron al suelo al unísono mientras que el meteorito rodaba en círculos por la tierra.

El pasamontañas de la espía estaba roto, se loquitó y observó las manchas sangrientas que lo teñían de un rojo herido. Teníala cara hinchada y unos terroríficos arañazos por las mejillas de las cualeslloraba sangre. Podía sentir la piel de su rostro descascarillándose y elfluido sanguíneo acumulado en sus arterias como un río a punto de desbordarse.

Nix no estaba mucho mejor. Tenía el estómago encogido de dolor, se le había caído la máscara blanca dejando al descubierto el voluminoso moratón que tenía en el ojo. El ojo le lloraba, no sabía si lágrimas, pus, sudor o sangre. Quizá todo a la vez. Además del insoportable dolor en su párpado, tenía la vista borrosa y tenía que hacer un gran esfuerzo para enfocar, pues parecía que veía a través de una cámara sucia.

Fue entonces cuando, Nix y Flouraura, los dos abatidos y doloridos, cruzaron miradas sin sus máscaras de por medio.

Después de la reñida pelea que habían mantenido sin saber contra quién luchaban, después de haber peleado con furia y tenacidad, se miraron a los ojos por primera vez después de muchos años.

Los ojos de Flouraura se dilataron al observar la llamativa cicatriz circular que tenía sobre una ceja

− ¿Nix? – le temblaba la voz, las manos y el corazón

Nix se fijó en el inconfundible hoyuelo que se le formó a la espía al hacer una mueca

− ¿Flouraura? − sintió que el corazón le daba un vuelco de 360 grados

De todas las formas posibles que tiene la vida de reencontrar a dos personas, jamás se hubiesen imaginado que lo haría de esta

🖇️🖇️🖇️


Estaba observando horrorizada el tremendo caos que se había generado.

"¡¡Se van a matar entre ellos!!" pensé con desesperación

Y no podía permitirlo

Mis 10 eslabones eran los únicos que podían revertir el futuro, los únicos que podían pararle los pies a Melnikov

Lo había visto en sueños

Los había visto en sueños

Solo necesitaban un empujón...

−Te recuerdo lo peligroso que es intervenir en sus vidas− Nkosi me vio las intenciones

−Tengo que hacerlo, son nuestra última esperanza−

Nkosi miró la pantalla y después a mí

−Está bien−

🖇️🖇️🖇️


De repente, una luz cegadora iluminó el cielo.

Todos los que estaban presentes en la esplanada dejaron lo que estaban haciendo y observaron el cielo preguntándose qué era lo que estaba pasando.

Todos los que miraron la luz se desmayaron en el acto menos Wolframio, Naoko, Xiomara, Alec, Flouraura, Nix, Faolán, Odessa, CH y Haizea.

Y una voz que parecía surgir de las entrañas del universo aclamó:

−El fin del mundo está cerca. He visto con mis ojos como ardía en llamas, como se intoxicaban todos los seres vivos y como los humanos morían a causa de su propio veneno. Vosotros sois los únicos que podéis detener una catástrofe que ya ha dado comienzo. Tenéis que acabar con las conspiraciones de Melnikov, quien está destruyendo el planeta en la sombra. Id tras él y salvad a la especie humana. Aún estáis a tiempo−

La voz se difuminó hasta desaparecer junto con la luz cegadora

Cuando Wolframio, Naoko, Xiomara, Alec, Flouraura, Nix, Faolán, Odessa, CH y Haizea despierten del lapsus mental se encontrarán en la proa de un barco en mitad del océano.

10 eslabones que unidos formarán una cadena fuerte y resistente que deberá enfrentarse a cadenas más largas y oxidadas.

−Es increíble que ya haya finalizado− murmuró Nkosi con mirada ausente− Podremos tomarnos un respiro−

−Pero breve− y añadí con una sonrisa− Tan solo es el final del principio−

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