El desencadenante #29

Faolán Buendía ~

−Me cago en todo lo cagable y lo incagable−

Pegó una patada a la cama para descargar la rabia (o el miedo)

Había visto y escuchado todo.

Como cogían a Haizea y la adormecían, como les pilló la chica esa y la obligaron a formar parte de esa sucia secta.

Faolán seguía todavía procesando lo ocurrido

Se había quedado solo en la habitación de los delincuentes, y el olor a muerte que impregnaba la atmósfera le estaba oprimiendo los pulmones.

Salió del hotel lo más rápido que pudo disimular y una vez en la calle se quedó más tranquilo. Pero tenía grabada en la mente la conversación que habían mantenido.

Se dirigiesen a donde se dirigiesen no harían nada bueno. Además, todavía tenían a la chica albina.

"Olvídate del tema y sigue a lo tuyo" le aconsejó una voz en su cabeza

"¿Eres tonto? ¡¡Ves tras ellos!!" contradijo otra voz

Faolán no sabía qué hacer. Y lo que solía hacer en estos casos de indecisión es que la suerte le eligiese su camino: se sacó del bolsillo una moneda

"Cara y ayudo a la chica desagradecida, cruz y paso"

La tiró al aire, y al cogerla vio que había salido cara.

−Esta era de prueba− musitó

Repitió la operación, y de nuevo le salió lo mismo

−La tercera es la que vale− se prometió

Lanzó la moneda, y al cogerla la cara de Felipe VII parecía estar riéndose de él

−Ahora cruz es cara y cara es cruz−

Para su desgracia, esta vez le salió cruz.

−¡¡Joder!!− pataleó

Parecía que el universo le estaba gritando al oído que debía hacer esa buena acción.

Faolán, que confiaba plenamente en su moneda mágica, no le quedó otra que ir tras los asesinos.

"Espero ser recompensado por esto" pensó mientras buscaba un taxi

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