El desencadenante #25

Flouraura Espinosa ~

Mientras esperaba en un coche a que Wolframio terminase su trabajo recordó a la chica china.

Había sido la encargada de llevarla hasta la plaza del Sol donde se reuniría con su familia. Después, pasaba a ser parte del equipo de Melnikov.

Se preguntó qué quería de ella, para qué la utilizaría. Porque desde luego que solo servía de comida para cuervos, porque era flacucha, floja y llorica. ¿Qué iba a ponerla a hacer el circuito que hacía Flouraura cada día? Acabaría con ella.

−Gracias por dejarme ir con ellos, habéis sido muy amables− se había despedido Xiomara antes de salir del coche

−Créeme que la amabilidad no está dentro de nuestros servicios− respondió con crudeza

−Tal vez sí− murmuró− Todo el mundo tiene una parte buena−

Flouraura la había mirado de hito a hito sorprendida por su ingenuidad

− ¿Quién te ha dicho esa mentira? –

Xiomara la miró con su mirada transparente

−Mi madre−

La ajedrecista se enjuagó los ojos y el corazón de El Cardo se encogió

−Vete, te estarán esperando− la echó

Xiomara cerró la puerta con un suave golpe y desapareció entre la multitud. La vista de la espía se clavó en la muñeca de Xiomara, donde había un reciente tatuaje de una Z. El símbolo del kremlin.

Y así, Flouraura se encontró observando la letra, una letra de tinta más seca, porque esa era su propia muñeca.

Revivió el momento en que consiguió esa marca oficialmente. Ese dolor que se sentía como agujas finísimas clavándose en la piel se camuflaba con la felicidad de haber logrado ese gran premio. Llegó a casa rebosante de satisfacción, que la hacía irreconocible y nada más llegar, les enseñó a sus padres con orgullo la Z.

"Tu tío la consiguió siendo un año más joven que tú" fue la respuesta de su madre

En ese instante se le evaporó la alegría

−Listo− la voz de Wolframio la pilló de improviso

Pasó al coche y se frotó las manos. Parecía satisfecho.

− ¿Para qué has abierto el maletero? – le preguntó con extrañeza− ¿No habrás metido ahí dentro a Nefelibata incumpliendo tu acuerdo? –

El asesino se partió de risa

−¡¡Qué chistosa!! Solo estaba guardando mi maletín− y añadió− Y como prueba, le llevo a Melnikov el corazón de la cantante− desdobló un pañuelo y se lo mostró

−Bien hecho− musitó Flouraura sin emoción mientras arrancaba el automóvil

−Oye, ¿llevaste a Xiomara? –

La espía lo miró por el retrovisor

− ¿Por qué la proteges? –

− ¿Quién va a protegerla si no soy yo? –

Wolframio sacó a su preciado peluche, le dio un achuchón y lo colocó en el capó.

Flouraura puso los ojos en blanco

–Sabes que acaba de firmar su sentencia de muerte, ¿no? –

Y contestó sin inmutarse:

−La misma que firmaste tú −

−Yo sigo y seguiré viva porque soy indispensable para el presidente− no tenía ni una duda de ello

−Estar muerto no significa haber muerto, igual que estar vivo no significa vivir−

Flouraura no entendió a lo que se refería

− ¿Nadie te ha dicho que eres muy molesto? –

−Por supuesto, básicamente soy como el grano en el culo de Melnikov−

Flouraura no pudo evitar reírse de su forma de expresarse, y Wolframio se contagió de su risa.

Y de rente, con el paisaje de fondo, el viento acariciándoles el rostro, el viento acariciándoles el rostro, Flouraura miró a Wolframio y se sorprendió que siendo el mismo no lo viese igual. 

¿Quién había cambiado? ¿Él o ella? O tal vez ninguno, y tan solo estuviese viendo a Wolframio sin las lentes de los prejuicios

− ¿Sabes? He oído un montón de cosas sobre ti− le confesó− Que eres un psicópata, maniaco, tritón, un descabellado desgarrador de órganos, que te has escapado de un manicomio... y además, eres el enemigo número uno de mi jefe. Sin embargo, nunca pensé que terminarías cayéndome bien− le sonrió con sinceridad− Es una pena que tenga que deshacerme de ti−

La espía presionó un botón y el cinturón del asesino se desabrochó. En un abrir y cerrar de ojos, abrió la puerta del copiloto y empujó a Wolframio fuera del coche.

Cuando se quiso dar cuenta estaba tirado en la carretera con rasguños por todo el cuerpo y con los huesos entumecidos.

−¡¡MALDITO MELNIKOV!!− su gritó traspasó la atmósfera

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