El desencadenante #16
Wolframio Wolferson ~
−...tal vez podría tratar de robarle el maletín−
Estaba Wolframio tumbado en su cama, solo en la habitación, mientras que hablaba con su peluche
−Sí, ya sé que debería de haberme traído el traje de invisibilidad... pero no lo tengo− hizo una mueca de fastidio− También podría irrumpir en su habitación haciéndome pasar por ladrón. Pero podría descubrirme y no me gustaría destruir la buena impresión que le he causado− frunció el ceño− ¡¡No, no, no!! ¿¡Cómo puedes pensar eso?!− le reprochó
Justo entonces Flouraura entró en la habitación y pilló a su compañero de misión en mitad de la conversación con su confidente
− ¿Wolframio...? – preguntó confusa mientras que se quitaba la peluca pelirroja y la chaqueta de piel
−No es lo que estás pensado−
Flouraura no lo dejó pasar. Iba cargada con un enorme saco de casi su tamaño, y en cuanto lo metió en el baño arremetió contra él:
− ¿Estabas hablando con ese juguete? – se le escapó una sonrisa de burla− ¿¡El más despiadado asesino de todos los tiempos jugando con muñecos?! Si no lo veo no lo creo−
Wolframio se puso a la defensiva diciendo:
−Se llama Tiger y no es un peluche cualquiera−
La espía no pudo contener la risa
− ¿Juegas con él a tomar el té antes de matar a tus víctimas? – le vaciló− ¡¡Por favor, ni que te fuese a contestar ese trozo de tela!!−
Esas palabras hirieron el corazón de Wolframio, y ese dolor se convirtió en ira:
− ¿¡Cómo te atreves a decirle eso a Tiger?! – arremetió contra ella rojo como un volcán en erupción
−Eh, oye, no te lo tomes tan a pecho...− trató de rectificar al verle tan encendido
El asesino acarició con suavidad a su preciado peluche mientras le susurraba:
−No le escuches, claro que no eres un trozo de tela−
Flouraura se mordió el labio
−Escucha... eh... − le invadió un inexplicable sentimiento de culpa
Wolframio se volvió hacia ella repentinamente, y con un rápido movimiento, le quitó una daga que tenía en su cinturón y le amenazó con el arma:
−Has hecho llorar a Tiger− le dijo con enfado− Pídele perdón−
La espía le miró. Tenía la hoja de la cuchilla a centímetros de su piel. No entendía por qué se había puesto así por meterse con un simple juguete.
− ¿En serio? Venga ya, no es para tanto−
La mirada del asesino era afilada como la daga que sujetaba con una mano, y a la vez, blanda como el interior del peluche que tenía en la otra.
−¡¡QUE LE PIDAS PERDÓN!!− le obligó mientras que acercaba más la daga a su cuello− ¡¡Ahora!!−
Flouraura tragó saliva. Aquello que a ella le parecía una tontería, él se lo había tomado muy en serio. Y esa amenaza a no era un juego. Los ojos de Wolframio echaban chispas, y supo que si no hacía lo que le pedía sería capaz de decapitarla ahí mismo. Solo por burlarse de su muñeco.
−Lo siento... Tiger− no sabía qué decir− Eh... no quería ofenderte−
Se le hizo raro tener que pedirle disculpas a un peluche, ya que este no podía sentirse ofendido. Pero lo hizo porque no quería quedarse sin cabeza. Además, algo le decía, que más que al peluche, aquel perdón iba dirigido al propio Wolframio.
Este bajó el arma y se le pasó el enfado.
−Te perdona. Tienes suerte de que no sea rencoroso−
−Ah, genial−
Flouraura se sintió incómoda con el rumbo que había tomado la discusión, y trató de cambiar de tema:
− ¿En qué estabas pensando? –
El Tigre se sentó en el borde de la cama y dejó su preciado muñeco en la mesita
−Ya sabes, en formas de recuperar mi maletín. No se me ha ocurrido ninguna buena idea y el tiempo apremia−
− Pídeselo y ya está− propuso esta− No hace falta que te quemes la cabeza ideando planes enrevesados; a veces el más eficaz es el más sencillo−
Wolframio se sintió estúpido por no haber caído en algo tan obvio. Quizá porque siempre complicaba las cosas excesivamente, ya que su mente era experta en pensar al contrario del mundo.
−Deslumbrante− apuntó el asesino sorprendido
La espía se encogió de hombros mientras guardaba su atuendo
−Mucha experiencia−
−En fin... acabemos con esto− sentenció El Tigre con intención de recuperar lo que era suyo− Oye, espera un momento− se paró en seco y se volvió hacia ella− ¿Qué era el enorme saco que traías? ¿No será un descabellado plan de Melnikov que lleváis a cabo tras mis espaldas? –
−¡¡Qué cosas se te ocurren!! – exclamó Flouraura divertida− Solo me ha pedido que le compre cemento−
Wolframio se conformó con la respuesta. Tenía cosas más importantes que hacer.
Flouraura observó con mirada penetrante como abandonaba la habitación del hotel. Y una vez que hubo desaparecido de su campo visual murmuró:
−La tengo−
−Ya sabes lo que tienes que hacer− la voz del presidente tronó en sus oídos− Desde luego, Flouraura, que eres un diamante en bruto−
La espía rusa se quitó los auriculares inalámbricos.
Escuchar de boca de Melnikov que era un diamante era enorgullecedor. No se hacía una idea de todo el esfuerzo y el trabajo duro que había hecho para conseguir transformar el carbono en diamante. Y al fin, todo su sacrificio había dado resultado.
Sin embargo, el rostro de Flouraura no reflejaba ninguna emoción de alegría. Lucía tan inexpresivo como el de CH.
Sobra mencionar que el diamante es el mineral más duro por excelencia.
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