El desencadenante #15

Faolán Buendía ~

Faolán fue el único que se dio cuenta.

Tal vez porque había estado espiándola secretamente con la mirada en la cafetería. La chica albina, además de ser la que más dinero le había dejado, le había removido su curiosidad.

Le había dejado pensando en cómo demoños había sido capaz de crear esa tarántula. Había sido muy real para ser de mentira. Y, sin embargo, sabía que no había usado la magia. Entonces, ¿cómo lo había hecho?

El caso que, sea por lo que sea, Faolán vio que mientras que Haizea rebuscaba uno de sus cuadros en su bolsa, la mujer pelirroja sacó un pequeño frasco y le echó el contenido en el café.

Se preguntó qué sería, pero no le dio mayor importancia. Sin embargo, minutos después lo averiguó. Cuando esta se desmayó de repente intuyó que había sido envenenada. Todo encajaba.

Observó como la dueña de la galería de arte se la llevaba de la cafetería asegurando a los camareros que la llevaría a urgencias. Faolán no se fiaba. Había tratado con mucha gente así, malhechores que te mostraban su apoyo y confianza para luego después apuñalarte por la espalda. Y la mujer esa se asemejaba mucho a esos tipos. Se disfrazaba de buena para que nadie descubriese su maldad.

Además, lo había visto claramente. Había visto como le vertía el líquido en la taza. ¿Qué es lo que pretendía? No lo sabía, pero supuso que nada bueno.

Vio como salía de la cafetería con Haizea apoyada en su hombro. Se mordió el labio. Le tocaba elegir. ¿Qué hacía? ¿Trataba de ayudar a la chica albina o hacía la vista gorda?

"Recuerda tu lema: No te entrometas en vidas ajenas" se dijo

No tenía nada que ver con la chica para tener que ir corriendo a socorrerla; además, tampoco es que estuviese seguro de que se tratase de un secuestro. Quizá lo había malinterpretado. Después de todo, la mujer pelirroja parecía querer ayudarla.

No tenía la necesidad de meterse en problemas por una desconocida. Si en verdad estaba siendo secuestrada, pues ya se las apañaría. No tenía sentido ponerse en peligro con tal de salvar a alguien de quién no sabía ni su nombre.

En fin, Faolán era un embaucador egoísta, no un héroe honesto defensor de las injusticias como Nix.

En una situación normal hubiese seguido haciendo trucos como si nada, como si no hubiese visto nada. Sin embargo, aquella vez fue diferente. Haizea no le había dejado indiferente. Además, aunque nunca lo admitiría, estaba intrigado por saber más de ella, por descubrir qué tipo de magia había usado.

Por otro lado, recordó lo generosa que había sido con él. Tal vez podría aprovecharse... tal vez si se la devolvía a sus padres sana y salva haciéndose el héroe, tal vez le recompensasen económicamente por su hazaña...

De este modo, movido por la idea de ganar dinero, Faolán usó su magia para que una de sus cartas siguiese al taxi y le guiase hasta la guarida de la dueña de la galería de arte.

Que resultó ser un hotel. "Vincci Hoteles" leyó el letrero. La carta le señalaba el interior.

Todavía estaba a tiempo de echarse atrás.

Pero recordó la reciente conversación que había tenido con su madre. Le había echado la bronca por irse de casa sin avisar y Faolán le había prometido que regresaría con una gran fortuna, que le demostraría que ser un mago era un trabajo respetable y no inestable. Ella se había enfadado y le había dicho que no se atreviese a volver a casa con las manos vacías (lo que era lo mismo que con un puñado de céntimos)

Suspiró, no le quedaba otra. Estaba tan desesperado que tenía que confiar en que hacer esa buena acción le daría una alegría.

Así que entró en el hotel preguntándose por qué el dinero no podía crecer en los árboles. 

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