El desencadenante #14

Haizea Mendoza ~

−Es aquí− sentenció Haizea comparando la foto que le habían dado con la cafetería que tenía enfrente

−Y llegamos con tiempo− apuntó Ezpel

Se dirigió hacia la entrada, y casualmente se encontró con el mago de antes sentado en la alfombra haciendo trucos para los clientes.

Faolán la reconoció. Nunca olvida a una persona que aprecia su arte. La saludó quitándose la chistera; de la cual salieron un montón de palomas volando.

−Últimamente te veo en todas partes− sonrió esta− ¿Es parte de la actuación? –

−Gracias por la idea− arqueó una ceja− Pero yo no actúo, yo convierto− le corrigió

− ¿Convertir? – Haizea entornó los ojos

Faolán no estaba dispuesto a destapar su secreto

−Un mago nunca revela sus trucos...− dijo con una sonrisa pícara− Aunque es un dicho muy mal dicho, pero sí−

Faolán estaba envuelto en un aura de misterio que solía atraer a las mujeres. Y con su mirada la retó a atreverse a entrar en ella.

Haizea aceptó el desafío.

−Ni se te ocurra− Ezpel adivinó sus intenciones− Recuerda que...−

−Tu hombro− le indicó a Faolán

Este se lo miró y pegó un salto al ver que tenía una enorme tarántula. Intentó quitársela de encima en vano, ya que le recorrió el cuello haciéndole estremecer. Trató de mantener la calma, pero le repugnaba la sensación que le producía las patas del insecto rozándole la piel.

−Pues yo ni actúo ni convierto, yo invento− Haizea lo dejó sin palabras

Solo entonces la tarántula desapareció. Faolán se llevó las manos al cuello con alivio.

− ¿Co-Cómo has hecho eso? – estaba estupefacto

La mirada de Haizea chispeaba. Se asemejaba a una fogata; daba calor, pero también te podía quemar.

−Un mago nunca revela sus trucos...−

Y esta vez, fue Faolán quién fue sucumbido por el aura de misterio de Haizea.

−Deberíamos entrar ya−

Ezpel tiró de ella, y una vez dentro del establecimiento le echó una reprimenda:

− ¿Se puede saber por qué lo has hecho? Prometiste que no volverías a usar tus poderes...−

−... en la medida de lo posible− terminó ella

Ezpel se cruzó de brazos

−No era necesario, lo has hecho porque has querido−

Se encogió de hombros sin ver a qué venía tanto drama

−Sabes que es peligroso, ya te lo advirtieron tus padres−

Puso los ojos en blanco

−Ha sido una excepción−

−No puedes ir por ahí manipulando las mentes de la gente por diversión...−

Haizea se cansó de escuchar su regañina, y le cortó:

−Sí, lo sé, lo sé, ¿puedes volver a ser el Ezpel divertido y dejar el papel de "adulto responsable"? –

Ezpel le sacó la lengua

En ese instante, pasó a la cafetería una mujer pelirroja que vestía pantalones vaqueros de campana, un top, una chaqueta de piel y gafas de sol.

Ezpel y Haizea cruzaron miradas compartiendo un mismo pensamiento: "Es ella"

La mujer pelirroja tomó asiento enfrente de Haizea:

−Buenas tardes− saludó− Regina Mendizábal propietaria de "We Collect" −

La chica albina sintió desmayarse por la emoción

−Bueno eh, soy Haizea Mendoza−

−Es un placer para mí que haya aceptado nuestra invitación−

−El placer es mío−

Pidieron un café descafeinado y la dueña de la galería de arte le preguntó sobre su estilo artístico, formación, cuadros...

−Y dime, ¿por qué pintas? ¿Qué significa para ti la pintura? –

Se quedó pensativa durante unos segundos

−Pinto porque es mi manera de expresarme− empezó− Es mi manera de gritar lo que callo, de enfrentarme a mis miedos y a todos esos sentimientos negativos que nos oprimen de vez en cuando; es mi forma de escaparme de la realidad, de crear una nueva donde todo es posible; de conocerme a mí misma y a la vez de hacerme conocer a los demás−

Mientras que hablaba había dejado de estar sentada en el café a estar flotando en una nebulosa de algún inexplorado universo.

Los ojos de Regina brillaron de forma inusual.

Entonces, Haizea hizo una mueca de dolor. De repente, veía a tres mujeres pelirrojas que se interponían la una con la otra y todo a su alrededor le daba vueltas.

−No me encuentro muy bien...− se llevó las manos a la cabeza

− ¿Quieres agua? – se preocupó la dueña de la galería

Los sonidos retumbaban en sus oídos como voces en una gruta. Además, ella misma se notaba pálida. Debía de parecer un vampiro.

−Va...−

No le dio tiempo a acabar la frase, se desplomó encima de la mesa

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