El desencadenante #1

Flouraura Espinosa ~

Llegó el día.

Flouraura recogió sus pertenencias en una pequeña maleta, y recorrió de madrugada las calles de Moscú, que estaban bañadas con los colores del amanecer.

Un nuevo amanecer, un nuevo día, una nueva oportunidad, un nuevo capítulo de su historia. Flouraura no se entretuvo a admirar la belleza del cielo. No tenía tiempo para eso. No le veía nada de especial; todos los días amanecía. Era algo tan simple y rutinario que no le resultaba importante.

Entretanto llegó al Gran Palacio del Kremlin. Allí le esperaba el presidente Melnikov. Lo vio hablando con un trabajador y se acercó a él. También observó como estaban ya preparando el avión privado donde viajaría hasta Madrid.

−Buenos días− saludó

El rostro habitualmente serio del presidente se iluminó momentáneamente al ver a su espía preferida

−Has llegado temprano−

−¿Está todo listo para partir?−

Sergei asintió

−Dentro de unos minutos saldréis−

Flouraura entornó los ojos

− ¿Cómo que saldremos? – eso le chirrió

Esa era SU misión, SU viaje, ¿por qué había usado el plural?

En ese instante vio aparecer a un chico alto, de ojos azules, de pelo decolorado y que vestía de forma extravagante. Se quedó de piedra. No lo había visto nunca, pero lo reconoció fácilmente.

− ¿Ese es mi avión? – le preguntó a Melnikov mientras mordisqueaba un kínder bueno

−Sí, ese es vuestro avión−

El Tigre y El Cardo cruzaron miradas de sorpresa:

− ¿¡Nuestro?!− soltaron al unísono

El presidente ruso no entendió sus reacciones

− ¿No os había dicho que ibais a trabajar juntos? −

El Tigre y El Cardo volvieron a cruzar miradas, pero esta vez reflejaban rechazo mutuo

−Yo no pienso trabajar con un asesino− Flouraura no se cortó en expresar en voz alta sus pensamientos

−Cómo si no trabajases para uno...− murmuró Wolframio

−Ha sido un cambio de última hora, es cuestión de ahorrar gasolina− aclaró Melnikov haciendo oídos sordos a las palabras de El Tigre

Wolframio puso una mueca de asco

−Te recuerdo que yo trabajo solo−

−Ninguno intervendrá en la misión del otro− dijo el presidente− Cada uno puede ir a lo suyo−

Eso pareció medio contentar a ambos

−Bueno... voy a revisar como va todo−

Wolframio se alejó, y ella se iba a ir también, pero Sergei le paró:

−Flouraura, ¿puedo hablar contigo? –

Se cruzó de brazos con indignación

− ¿Cómo es que no has contado conmigo? Podrías al menos, haberme preguntado si quería ir con él− resopló− No me puedo creer que vaya a compartir mi espacio con ese delincuente−

El Cardo se llevó las manos a su abanico de cuchillas inconscientemente

−Intenta no matarlo− le pidió, pues la conocía demasiado bien− De momento lo necesito vivo−

−Será difícil contenerme− musitó mientras observaba como lanzaba una daga al gigante retrato del ex presidente Putin, y como le ofrecía una chocolatina al criado que le había metido sus cosas en el avión

−Quiero que le vigiles− Sergei volvió a captar su atención− No me fío ni un pelo. Vigila que cumple su parte del trato, y si me traiciona− hizo una pausa− entonces tienes mi permiso de poder matarle−

Flouraura sonrió

−Puedes confiar en mí−

Sergei le cogió de la barbilla y la miró fijamente a los ojos

−Lo sé−

Se sintió frío aquel beso de despedida, como una brisa invernal; amargo, como el último trago de café; definitivo, como el punto del final de un capítulo.

Flouraura se estremeció al darse cuenta de lo que eso significaba.

−Ten cuidado−

Así se despidió el presidente, con la típica frase, esa típica frase que hacía se revolviese de furia

−No lo tendré−

A continuación, Flouraura tomó asiento en el avión privado que le llevaría hasta su destino. Se puso el cinturón. Y sintió que varias mariposas revoloteaban en su estómago. Se preguntó qué era lo que las había despertado de su siesta. Tal vez esos nervios producidos por la emoción antes de viajar; tal vez la incertidumbre de no saber qué pasará, o tal vez la certidumbre de saber que algo pasará a continuación. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top