Antes de la catástrofe #8 [Odessa]

📍 Estocolmo, Suecia

Estaba regando con mimo las plantas del enorme jardín lleno de vegetación cuando una criada se le acercó:

−Odessa, tu madre te espera en su despacho−

−Enseguida voy−

Odessa se arrodilló y examinó una de las flores. Observó con angustia que tenía unas extrañas y diminutas manchas negras en su tallo y en sus hojas. Después se acercó al cerezo, y también tenía las mismas manchas. Había examinado cada palmo del jardín y también la vegetación que los alrededores y había descubierto que no había ninguna planta que no las tuviera. Y lo peor es que a cada día que pasaba las manchas se extendían aún más como una epidemia.

"Está pasando algo malo" esa era a la conclusión a la que había llegado

Acarició con delicadeza el tronco del cerezo, como si a través del tacto pudiera curarle mágicamente. Inspiró profundamente y el dulce aroma de las flores le acariciaron las fosas nasales.

"Te salvaré, os salvaré a todos" prometió

Después se alejó con melancolía y se metió en su casa. El diseño mezclaba un estilo modernista con árboles; por tanto, la arquitectura humana convivía con la naturaleza creando un hogar acogedor y cien por cien ecologista.

Odessa pasó al despacho de su madre. Era una amplia habitación con un escritorio, varias estanterías con libros y documentos, y un gran ventanal con vistas al jardín

−Las manchas negras van a más− habló Odessa con preocupación− ¿Has averiguado lo que son? –

Su madre, una mujer menuda de pelo rubio canoso trenzado, se dio la vuelta y sus ojos azules parecían apagados como unas bombillas que estaban a punto de fundirse. Era Greta Thunberg, o lo que quedaba de ella.

−Tengo ciertas sospechas− soltó un suspiro de abatimiento− Además, tengo que contarte algo muy importante antes de que ya no pueda−

Odessa se quedó sin palabras, y su madre le hizo un gesto con la mano para que la siguiese:

−Ven, hablaremos en un lugar más privado−

🖇️🖇️🖇️


Odessa Möller era una muchacha de 20 años de pelo castaño con rastras por todo el pelo cuyas puntas eran rubias tintadas y que las tenía recogidas en un aparatoso moño. De ojos azul grisáceo y piel pálida. Llevaba puesto una camiseta blanca y una camisa de manga corta de cuadros naranjas y negros que dejaban al descubierto sus brazos tatuados. Entre todos ellos, destacaba particularmente uno de un árbol con las raíces y las ramas negras y las hojas de colores violetas y azules. Ese dibujo parecía que estaba dibujado en 3D, parecía capaz de salírsele de la piel. Además, tenía varios anillos en los dedos, y pantalones manchados de abono.

Greta la llevó a la habitación más apartada de la casa, cuyo acceso estaba restringido y solo podían poner los pies allí los miembros de su familia y algún selecto limpiador.

Era una sala de techo abovedado de cristal, que te permitía ver el cielo desde abajo; podías ver de llover sin mojarte o la nieve derretirse. La estancia consistía en un estanque cristalino que ocupaba todo el cuarto. En él había varios nenúfares y otras plantas acuáticas, además de peces como carpas o renacuajos. Incluso tenían una tortuga. También había varios caminos de tierra que lo atravesaban y que conducían hacia centro de la sala, donde había un hermoso y gigantesco sauce llorón que presidía la estancia como si fuese un monumento al que adorar.

Ese era el lugar preferido de Odessa, le encantaba sentarse a los pies del sauce por la noche y observar las estrellas. Aquel antiquísimo árbol le inspiraba serenidad y sabiduría, y al estar junto a él, respirando el mismo aire, le hacía sentir que le transmitía su conocimiento y sus memorias. Que podía ver los numerosos siglos de destrucción del ser humano, como habían extendido su territorio y construido gran cantidad de máquinas y edificios matando sin ser consciente (y siendo consciente) a la madre naturaleza.

Aun así, Odessa tenía una fe ciega en que eso podía cambiar. Que ella podía hacer que la mentalidad de las personas cambiase. Estaba convencida de que podía salvar la vida vegetal y a la vez a los propios humanos de su muerte. Por eso había seguido los pasos de Greta convirtiéndose en medioambientalista y dando conferencias para concienciar de este contaminante problema.

Madre e hija se dirigieron hacia el árbol que tenía más 10.000 mil años y se sentaron en un banco de piedra.

−El 10 de junio en Madrid, justo el día y en el lugar donde se va a celebrar la reunión climática anual, caerá un meteorito a las afueras de la ciudad−

Odessa se quedó boquiabierta ante aquella inesperada revelación

− ¿Cómo lo sabes? –

−Tu padre me lo contó− el padre de Odessa era meteorólogo

−Entonces no se debería celebrar allí el evento, podría ser peligroso, ¿lo sabe la gente? –

Greta miró a su hija como compadeciéndose de su ingenuidad

−Claramente no se lo han contado a la población porque les interesa estar ahí cuando eso suceda y que no lo sepa nadie más− y añadió− Según la información que me han conseguido, los rusos pretenden extraer una muestra del meteorito, pues lo necesitan para ciertos experimentos secretos que está realizando el gobierno ruso−

− ¿Qué clase de experimentos? – quiso saber

−Eso no lo sé, pero sospecho que están relacionados con las manchas de las plantas, pues en casi toda Europa han aparecido y el foco principal es Rusia. Además, poco a poco se están extendiendo fuera del continente− puso su mano en la de Odessa y la miró con cariño− Tienes que detenerles, yo... he leído e interpretado todas las señales que nos ha mandado la naturaleza: las tormentas de arena en pleno verano, la migración de las aves se ha adelantado, las manchas negras en las plantas... la naturaleza nos está avisando de que una gran catástrofe se avecina−

−No te preocupes, evitaremos que eso ocurra− Odessa le dio ánimos

−No, Odessa− su mirada se entristeció− Serás tú quien evite que eso ocurra−

La activista entornó la vista como tratando de leer entre líneas:

− ¿Qué quieres decir? –

A modo de respuesta, Greta cortó dos ramas del sauce y las entrelazó formando una cruz, y después la depositó cuidosamente en el agua del estanque. Para su sorpresa, la cruz flotaba en la superficie.

−No... no puede ser...− los ojos de Odessa se humedecieron

Según una antigua leyenda, entrelazando dos ramas de sauce para formar una cruz, uno podía predecir su propia muerte. Si la cruz colocada en una fuente sagrada flotaba, la muerte estaba cerca. Pero si la cruz se hundía, entonces aún estaba lejos.

−Debes seguir adelante sin mí−

Odessa meneó la cabeza resignándose a creerlo

−No voy a permitir que te pase nada, haré lo que sea para salvarte, te lo prometo−

Greta le apretó su mano con fuerza

−No cariño, no puedes salvarnos a todos, siempre se necesitan hacer sacrificios, debes aprenderlo− las lágrimas brillaron en sus ojos

−Pero...

−Busca a Phoenix Baza, un policía estadounidense− le interrumpió antes de que pudiera replicar− Él te ayudará−

Justo en ese instante fueron interrumpidas por un muchacho un par de años mayor que Odessa. Se acercó a ellas de mala gana, como si le hubiesen obligado a ir allí en contra de su voluntad.

−Traigo una carta para mamá−

Odessa miró de reojo el sobre que le entregaba y vio un misterioso sello con las siglas N&N.

−Gracias Axel−

Entonces Greta cogió la carta y se fue dejándolos solos.

Axel y Odessa se dirigieron una mirada que echaba chispas.

−Lo he oído todo− se volvió hacia su hermana− Nunca cuenta conmigo, en nada−

Se cruzó de brazos

−Tal vez si pusieses de tu parte en vez de pasar del cambio climático y vivir ignorándolo, tal vez confiara más en ti−

Axel sonrió socarronamente

−Mamá nos trata como si fuésemos sus criados, ¿no te das cuenta? Nos manda de aquí para allá, haz una conferencia allí, ahora riega el jardín, realiza voluntariado en la cuidad, ahora esto luego lo otro... es siempre lo mismo− se notaba la irritación en su voz

−Es por una buena causa, salvar el planeta, ¿o ya se te ha olvidado?

Axel puso los ojos en blanco

−Quiero vivir una vida normal alejado de todo esto, donde no escuche cada dos por tres la palabra "calentamiento global" –

− ¿Por qué te crees que no te cuenta nada? – dijo refiriéndose a Greta− Nunca te ha importado nada de lo que hemos hecho, nunca te ha importado que se destruya nuestro planeta, todas las decisiones que has tomado, mantenerte al margen de los planes de mamá, lo has hecho solo pensando en ti− le echó en cara

−Si yo no pienso en mí mismo, ¿quién va a hacerlo? ¿Eh? –

Odessa lo miró con decepción ante las palabras de su hermano

−Siempre has sido un egoísta−

Axel se levantó entre ofendido y malhumorado

−Vale, llámame egoísta, pero al menos yo sí tengo una vida fuera de este estúpido invernadero, tú solo lo has abandonado para hacer actividades medioambientales, pero no conoces una vida fuera de estas paredes−

Los dos eran demasiado tozudos como para ceder

−No quiero vivir esa vida superficial, este es mi sitio− rechistó

Axel la miró con desprecio

−Acabarás como mamá− predijo− Que ha dedicado toda su vida a salvar un planeta que morirá de todas formas− y dicho esto se marchó zanjando así la conversación

−¡¡Salvar el planeta también incluye salvarte a ti!!− respondió con impotencia

Axel la oyó, pero no la escuchó

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