Antes de la catástrofe #7 [Faolán]

📍 Ceuta, España

Eran las 12 del mediodía y Faolán dormía como un tronco en su cama. Pero el sueño le duró poco, porque se colaron en su habitación sus hermanos pequeños, Alejandro de 9 años se puso a dar zambombazos a una cacerola y Dounia de 13 años puso en su móvil a todo volumen el quiquiriquí de un gallo.

−¡¡Venga, vago, levántate!!−

Faolán gruñó y le tiró una almohada a Alejandro con mal humor

− ¿¡Os queréis callar?! ¡¡Vais a despertar a los vecinos!!− se quejó

−A estas horas todo el mundo está despierto menos tú− le atacó Dounia

− ¿Y qué importa eso? –

Se dio la vuelta e intentó volver a dormirse. Estaba soñando que estaba en un mundo donde existía la magia y donde todos los habitantes eran magos y le estaba gustando; así que quería recuperar el hilo del sueño.

−Vas a pasarte otra mañana más durmiendo sin hacer nada productivo y mama nos ha dicho que te saquemos de la cama antes de las doce−

Por más que lo intentase ya había perdido el sueño, y con resignación entreabrió los ojos y la luz que se filtraba por la ventana le cegó.

−Me cago en todo lo cagable y lo incagable− maldijo entre dientes− Vale vale, ya me levanto, ¡¡pero apagad ese trasto!!−

Dounia quitó la música y Faolán se incorporó con pesadez. Tardaron en responderle los músculos, se sentía como un vampiro que se acababa de despertar de su siesta de mil siglos.

Faolán era un muchacho de piel morena, ojos color chocolate intenso, de pelo rizado y negro, que rondaba los 20 años. Este bajó a la planta baja todavía en pijama, con unas chanclas rotas y legañas que parecían telarañas.

Fue directo a la cocina y se preparó el desayuno sin pensar, como si fuese un autómata, sus manos y sus pies se movían solos como si de tantos días realizando los mismos movimientos se habían grabado en su cabeza y solo los estuviese repitiendo como una máquina.

Finalmente se sentó en la mesa y volcó el paquete de cereales rellenos de chocolate (sus preferidos) en el tazón de la leche.

−Mama me ha dejado esto para ti− Dounia le pasó un papel

Faolán supo antes de leerlo que no era una buena señal. Le echó un vistazo y confirmó sus sospechas. Era una maldita e interminable lista de tareas.

−Ag− hizo una mueca de desagrado

−Y me ha pedido que te vigile para que las hagas todas− le dedicó una sonrisa de angelito malicioso

Dounia era también de piel tostada, ojos negros, pelo moreno rizado, aunque solía alisárselo y recogerlo en una coleta. Además llevaba puesto un simple vestido rosa de esos baratos del mercadillo.

Faolán se llevó las manos a la cara como si creyese que todavía estaba soñando.

−Te propongo una cosa− se llevó una cucharada a la boca− A mí me dejas tranquilo y tú te vas a tirar piedras a una piedra o a hacer lo que sea que hagáis los de tu edad−

"Tirar piedras a una piedra" Dounia se le quedó mirando con cara de "¿te crees que somos cavernícolas?"

Iba a replicar cuando inesperadamente sonó el timbre. Los dos hermanos se miraron como preguntándose si habían oído lo mismo.

−Ves a abrir Dounia−

Se cruzó de brazos con fastidio

− ¿Por qué no vas tú? –

−Tú estás de pie−

−Tú eres el mayor−

Volvió a sonar insistentemente el timbre

−Haz caso a tus mayores y abre la puerta−

−¡¡Qué cara dura eres!!−

Mientras Dounia se alejaba del salón Faolán sonrió satisfecho con su victoria y volvió a disfrutar de su desayuno. Escuchó como abría la puerta y preguntó quién era. Faolán no presentó atención a la conversación, no le interesaba nada la persona que estaba en el umbral; lo más seguro es que fuese el cartero o alguien que se había equivocado.

Sin embargo, le llamó la atención que quienquiera que fuese tenía una voz femenina especialmente aguda que parecía un pito.

"Esa voz..." a Faolán le sonaba de algo, estaba seguro de que la había escuchado antes

−... sí, Rita... busco a Faolán...− escuchó un fragmento

"Rita..." Faolán se puso más blanco que un folio y casi se atraganta con un cereal

−Mierda− murmuró para sí

Como un acto reflejo se escondió valientemente debajo de la mesa como si tratase de protegerse de un monstruo invisible y cogió su móvil con las manos temblorosas. Vio con horror las 20 llamadas perdidas de Rita y los +99 mensajes sin leer de su chat.

"Me cago en todo lo cagable y lo incagable"

−¡¡Faolán, una tal Rita pregunta por ti!!− le gritó su hermana desde la puerta

Se le cayó el alma a los pies

−¡¡Dile que no estoy en casa!!− le contestó a voces como si Rita no pudiese oírle desde el umbral

Dounia se volvió hacia la muchacha con una sonrisa falsamente amistosa:

−Lo siento mucho, pero no está en casa−

"Tengo que salir de aquí" Faolán sintió que se estaba ahogando en el salón y que tenía que salir de allí ahora mismo para evitar a toda costa ver la cara a Rita. No quería que lo encontrase.

Escuchó que la invitada no invitada se marchaba y tras cerrar la puerta, Dounia le gritó:

−¡¡Me debes un helado!!− los favores no se hacían gratis

No le contestó, Faolán estaba concentrado en su plan de escape. Sin pensárselo dos veces, abrió la ventana y como si fuese un ladrón que acababa de robar en una casa, saltó por la ventana con la habilidad de un gato. Una vez fuera, en la calle (con el pijama puesto y descalzo), resopló aliviado.

"Estoy a salvo"

− ¿Faolán? – esa voz aguda le sobresaltó

Le había durado poco la tranquilidad

−¡¡Ah, Rita!!− se hizo el sorprendido− ¿Qué tal? Hace mucho que no hablamos−

Se notó en sus ojos que estaba cabreada:

− ¡¿Cómo que hace mucho que no hablamos?! No me has contestado a ningún mensaje, ¡¡llevo llamándote una semana, una semana, Faolán!! Y ahora me vienes con que hace mucho tiempo que no hablamos−

Se mordió el labio

−Soy sagitario, ¿qué esperabas? –

Debía de haber hecho caso al horóscopo de que sus signos no eran compatibles

−Ya− soltó sin entusiasmo− Pero eso no explica que no hayas tenido ni un segundo para responderme− antes de que dijese algo, añadió− Dime, ¿algo de lo que me dijiste fue verdad? − le atacó

Faolán se quedó pensativo

−No mentí cuando dije que te quería− le aseguró

La mirada de la chica reflejaba escepticismo

− ¿Entonces por qué has estado desaparecido? ¿Me sigues queriendo acaso? –

Faolán movió su boca haciendo muecas, sin decidirse a qué decir

− ¿Qué te crees que soy? ¿Un juguete con el que puedes jugar cuando te apetezca? – volvió a la carga

−Más bien una toallita de usar y tirar− apuntó Faolán con total naturalidad y honestidad

A Rita se le quedó una cara... se quedó boquiabierta igual que el tipo del famoso cuadro de "El Grito"

− ¿¡Sabes qué?! ¡¡Te dejo!! ¡¡Que te j*dan!!− gritó entre ofendida y enfadada

−Uf, tenía miedo a decírtelo yo− resopló como quitándose un peso de encima

−¡¡Qué imbécil!!− se fue iracunda

−¡¡Que te vaya bien a ti también, Rita!!− se despidió este con una sonrisa

🖇️🖇️🖇️


En la playa de la Ribera, en la parte donde no había arena sino varios pedruscos y había más oleaje, estaban Faolán y dos amigos suyos con los pies en el agua charlando mientras escribían mensajes en un papel tipo: "Vas a morir hoy", "Busca mi tesoro", "Esta es la señal que estabas esperando", "A mi amigo le molas" y después lo metían en unas botellas de Coca Cola, le ponían un corcho y las tiraban al mar preguntándose quién las encontraría. Era una broma que solían hacer desde que eran unos renacuajos.

− ¿Qué ha pasado con Rita? – le preguntó de repente uno de ellos

−Lo mismo que con Rocío, Samira, Triana, Soraya...− Faolán cogió una piedra y la tiró al mar haciendo una rana− Me ha terminado aburriendo−

−Tío, siempre haces lo mismo− intervino el otro amigo− Cambias de novia a la semana, ¿no te puedes quedar con una? –

−Porque al principio parece que esa iba a ser diferente, y al final resulta ser igual que las anteriores− se encogió de hombros

−No entiendo qué buscas en una chica, ¡¡todas son iguales!!−

−Por eso todas me aburren− Faolán trató de explicarse− Lo que pasa es que me gusta experimentar cosas nuevas cada día, cambiar de aires, no quedarme estancado en un sitio, en un trabajo ni tampoco en una persona. Es mi personalidad, necesito un cambio cada cierto tiempo, y eso es algo que no puedo cambiar−

−Ese es tu problema, tío− apuntó su amigo

Era cierto. Faolán era así, cuando conseguía algo estable (trabajo, novia, actividad) siempre acababa tirándolo por la borda y se iba a buscar otra cosa (trabajo, novia, actividad) nueva que era insegura o que no tenía nada que ver; y lo peor es que, una vez que conseguía lo que quería, al cabo de un tiempo volvía a aburrirse y a buscar otra cosa que le motivase. Repetía el mismo bucle constantemente y no era capaz de quedarse fijo en un sitio/trabajo/persona. Por ejemplo, después de ir un mes al gimnasio Faolán se cansaba de la misma rutina y decidía quitarse y apuntarse a clases piragüismo, y semanas después decidía que le apetecía probar el baloncesto. Él era así, se tiraba a la piscina aunque no tuviese agua.

−Por fin te encuentro− una cuarta voz intervino inesperadamente

Faolán se giró y se chocó con la cara de agotamiento de Yassir.

− ¿Qué hay? – saludó a su hermano mayor

−Vamos, la comida ya está hecha−

Se levantó sin ganas y se despidió de sus colegas

− ¿A eso es a lo que dedicas los días? – le preguntó de camino a casa− Haz algo de provecho con tu vida, ponte a estudiar y prepárate una oposición para lo que sea−

Faolán puso los ojos en blanco, como si estuviese harto de tener todos los días la misma conversación

−Eso no va conmigo− resopló− No soy como tú, ¿vale? –

Aunque en el fondo le gustaría ser como Yassir. Un muchacho de notas brillantes, con beca, que cuando se pone a estudiar estudia de verdad, que compagina su vida profesional con un curro que le da dinero a la familia, que ayudaba en las tareas domésticas y que además, era una persona sincera que no dudaba en echar una mano a quien lo necesitase sin esperar nada a cambio. Básicamente todo lo contrario a Faolán.

−Pero podrías esforzarte para serlo− siguió insistiendo− Piensa en el futuro, Faolán, ¿vas a seguir viviendo como si fueses un vagabundo? –

"¿Vagabundo? ¿en serio eso es lo que piensa de mí?"

−Yo vivo el presente, no como la gente−

El "no como la gente" fue una clara indirecta dirigida a Yassir. Supongo que por eso ninguno de los dos se entendía. Faolán disfrutaba del hoy y Yassir usaba el hoy para construir un mañana mejor.

−Mira, como el hermano mayor que soy me preocupo por ti, solo quiero que abras los ojos y te des cuenta que lo único que estás haciendo es malgastar tu tiempo y cuando ya no tengas es cuando te arrepentirás−

Como si no tuviese suficiente con que su madre estuviese con la vara puesta en él, para colmo, ahora también tenía a Yassir pendiente de lo que hacía o dejaba de hacer.

−Que yo sepa nadie te ha nombrado el sustituto de papá− musitó

Su padre, Eulogio Buendía es un comerciante que siempre está viajando por negocios, y al que suelen ver, con suerte, un par de veces al año. Desde que él está ausente en la familia, Yassir se ha tomado la licencia de robarle el puesto de "padre"; y eso es algo que molesta particularmente a Faolán. Sobre todo, porque tenía una muy buena relación con Eulogio.

−No va a volver−

Hacía unos meses el barco en el que iba tuvo un accidente, y desde entonces no han tenido noticias de él. Todos en su familia ya han dado por hecho que se ha hundido en el mar, menos Faolán, que se niega a creer en ese desafortunado desenlace.

−¡¡Sí que va a volver!!− exclamó mientras que entraban en su casa− Y con respecto a lo de pensar en el futuro− continuó hablando por el pasillo− Ya he decidido lo que voy a hacer con él−

Terminó su discurso con orgullo por la difícil decisión que había tomado y como diciendo "BOM, ¿a qué no te esperabas que yo, Faolán Buendía, fuese capaz de pensar a largo plazo, eh? Pues, ¡¡sorpresa!! Lo he hecho"

− ¿Y qué has pensado si se puede saber? –

Faolán tragó saliva, no pretendía que le escuchase su madre...

🖇️🖇️🖇️


− ¿Qué has pensado hacer? − empezó hablando su madre nada más sentarse en la mesa− Dame una alegría y dime que ya has madurado−

"Empezamos bien..." se mordió el labio

−Eh... ¿por qué no hablamos de esto en otro momento? − sugirió− Está muy bueno el filete, por cierto− cambió de tema− Sabe a... filete, un sabor delicioso, ¿le has echado algo para que sepa así de bien? ¿Pimienta o especias? –

−Faolán− le llamó su madre

−Eh, Alejandro− siguió a lo suyo evitando el tema− ¿Quieres que te eche agua? ¿Sí? Perfecto−

−Pero tengo el vaso lleno− se quejó

Aun así, se lo llenó igualmente y acabó vertiendo el agua

−¡¡Faolán!!− la madre no conseguía llamar su atención

−Ay que torpe, voy a por un paño− se levantó rápidamente de la mesa con nerviosismo

−¡¡FAOLÁN!!−

Se quedó quieto en el sitio como si su grito lo hubiese convertido en una estatua de hielo

−Siéntate en tu sitio− le ordenó con voz severa− Y cuéntame qué es lo que has pensado hacer con tu vida−

Tragó saliva, lo había intentado, pero ya no tenía escapatoria. Tomó asiento con resignación, cogió aire y valentía a la vez.

−Me he cansado de trabajar todas las tardes de camarero en el Domino's− empezó hablando− Yo quiero... lo que realmente me haría feliz es...− apartó la vista, no quería ver su cara de decepción− Hacerme un mago conocido−

Faolán cerró los ojos como esperando que le golpeara por decir esa tontería.

−Tienes 20 años...− le recordó

−Todavía no los tengo−

−... ya eres suficiente mayor como para distinguir que objetivos son realistas y cuales no, y Faolán, ser mago es una profesión que no tiene futuro, es más, ni si quiera es una profesión− suspiró− Con todas las opciones que hay tienes que elegir la más infantil y la menos estable de todas−

Resopló, sabía exactamente lo le diría: "que ya no era un niño como para jugar a ser mago". Pero su madre no comprendía que su lugar no era estar en una oficina enfrente de un ordenador realizando un trabajo monótono y repetitivo como ella pretendía. Es cierto que ella se preocupaba por su carrera profesional porque no quería que ninguno de sus hijos acabase con problemas económicos y con una familia numerosa a la que alimentar; su madre quería que salieran de esa miseria y veía que a lo que Faolán quería dedicarse no le daría suficiente dinero como para sobrevivir dignamente.

−Papá me apoyaría− murmuró con la mirada gacha para que no vieran que tenía los ojos humedecidos

La palabra "papá" fue como una bomba que explotó en el comedor provocando una explosión silenciosa en forma de tristeza.

−Él no está aquí− su voz sonó áspera− Y si estuviera te diría lo mismo que yo−

Faolán estaba convencido al cien por cien de que su padre sí lo apoyaría, siempre lo había hecho. Y ahora que él no estaba, no tenía a nadie en quién apoyarse.

Pero no estaba dispuesto a rendirse tan fácilmente, le demostraría a su madre y a todos que había nacido para la magia y que podía ganarse la vida haciendo aquello que le gustaba.

Y tenía un plan... 

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