Antes de la catástrofe #3 [Xiomara]

📍 Hong Kong, China

La sala de 150m estaba tan llena que no cabía ni una mosca. Había un montón de gente, la gran mayoría fotógrafos, periodistas, miembros de autoridad y varios famosos de la élite ya retirados; una minoría de jugadores y algún que otro familiar o amigo de estos.

−... y la campeona del torneo de Hong Kong +2200 que ha sido invicta en las 8 rondas es...− miró la lista− ¡¡Mulán!!−

Un montón de aplausos envolvieron el ambiente

−Te dije que volvería a ganar− le susurró un periodista a otro en mitad de la entrega de premios

De entre la marea de gente se abrió paso una muchacha que llevaba un jersey ajustado de cuello alto rojo, vaqueros negros, un colgante de la mano de Midas y una máscara de dragón que ocultaba sus rasgos faciales.

−El talento de esta chica es innegable− respondió el otro− Me pregunto de dónde habrá salido−

Mulán recogió su premio y posó para las fotos

−Es algo que todos en toda China, e incluso en todo el mundo ajedrecístico, nos gustaría saber−

Había un gran misterio que envolvía la figura de Mulán. Apareció casi de la nada, participó en un campeonato importante sin llevar entrenador ni pertenecer a ningún club y lo ganó con un juego digno de los grandes maestros del ajedrez. Pasó de ser una completa desconocida a salir de titular en los medios de comunicación. Sin embargo, siempre ha preferido mantenerse en el anonimato, siempre juega con esa característica máscara de dragón y prefiere no revelar su identidad. Tal vez eso también colaboró a crecer su fama, pues la gente estaba intrigada por esa joven promesa del ajedrez que todos conocen, pero nadie sabe quién es.

Mulán bajó del pódium y un montón de periodistas se abalanzaron hacia ella abordándola a preguntas:

− ¿Qué tienes pensado hacer después de esta victoria?

− ¿Te unirás a algún club o seguirás participando de forma independiente?

− ¿Podrías acudir a una entrevista para mi programa?

− ¿Te veremos en el torneo de candidatos de Madrid el 10 de junio?

La campeona intentó esquivar los micrófonos y las cámaras diciendo que tenía prisa y que no podía quedarse a hablar más tiempo.

Otra de las grandes incógnitas era que raramente aceptaba las entrevistas o los actos públicos. Por alguna razón solo la podías encontrar en la sala de juego, pero no en el exterior.

Mulán consiguió salir con vida del hotel de lujo y en la puerta de entrada le esperaba un coche. Intercambió unas palabras amables con el conductor y este arrancó. Mulán guardó su trofeo y el premio en metálico en una mochila.

−Ya hemos llegado−

Se asomó a la ventanilla y observó la gran mansión moderna donde había aparcado. Tenía unas dimensiones colosales estaba decorada con muchos artificios, con un jardín central que rodeaba la casa y una valla dorada con la letra W. La muchacha se quitó el antifaz.

−Gracias Shen− le dio un abrazo antes de bajarse del coche

Una vez en la calle, se quedó mirando su preciada máscara de dragón. Sin ella, ya no era Mulán, la campeona de ajedrez del momento, sino Xiomara Woo, una de los 12 hijos del empresario más rico de china.

Suspiró y con cierta resignación, se la metió en su mochila. Se había acabado el sueño, ahora tenía que volver a la vida real. Xiomara rodeó la mansión y quitó la tapadera de una alcantarilla. Una alcantarilla que no era exactamente una alcantarilla... Miró de un lado a otro y se metió dentro. Caminó por el subsuelo durante unos metros y subió por unas escalerillas. Quitó la tapa y salió a la superficie.

"De vuelta a casa" pensó mientras que volvía a colocar la baldosa en su sitio, tras tirar la mochila y dejarse caer en la cama.

Estaba exhausta

−¡¡Vamos Xiomara!!− al instante entró la criada/niñera a su habitación− Vete preparando o vas a llegar otra vez tarde a tus clases de gimnasia rítmica−

"No tengo ni un segundo para recobrar el aliento"

−Ya voy, Nana−

Se levantó de la cama con pesadez y cogió la mochila de gimnasia.

−Ya está Li− el chófer de los Woo− esperándote en la cochera, date prisa− dicho esto la dejó sola en su habitación

Se volvió a tumbar en la cama y echó un vistazo a su reloj. Iba a volver a llegar tarde, pero sinceramente le daba igual. Se quedó unos instantes más mirando al techo.

"Esto de llevar dos vidas es agotador"

🖇️🖇️🖇️


En el salón de los Woo había un silencio sepulcral, solo interrumpido por el sonido del roce de los cubiertos con los platos de cristal y por la voz del empresario que parecía de buen humor. Charlaba de sus nuevas negociaciones y de los avances económicos de la empresa. Aunque, más bien, parecía estar hablando para él mismo porque ninguno de sus hijos le estaba escuchando.

−¡¡Nana, tráeme una copita que hoy me lo merezco!!−

Jian Woo era un hombre que sobrepasaba los 50 años, que no se quitaba el traje ni la corbata ni para dormir, que cada día tenía más marcada la barriga y que, como ya habrás podido comprobar por ti mismo, le encanta hablar de sus logros empresariales.

Xiomara estaba inmersa en sus pensamientos mientras comía su plato de wanton mee, un plato típico chico que lleva unos fideos cantoneses de huevo que se sirven en una especie de sopa con salsa de soja, con varias verduras de hojas verdes, gambas y cebolleta china.

−Cada día mi fortuna se hace más grande... Gracias Nana− le dijo a la criada cuando le dio la copa− ¿Qué me decís a eso, eh? –

Hubo comentarios de todo tipo:

−¡¡Es genial!!−

−Qué sorpresa−

−Papa, ¿me compras un poni? –

El empresario se volvió hacia la pequeña Bo, la cual tenía un caballo rosa de peluche encima de la mesa

−Ya te compré uno hace poco−

La niña se cruzó de brazos

−¡¡Era un burro!!− se quejó

−Burro, poni... ¿qué más da? Sirven igual de mascota− en realidad se lo compró porque le ofrecieron una oferta

Dicho esto, encendió el telector (un proyector que proyectaba en la pared los canales de la televisión común). Justamente la noticia que estaban dando era la de la reciente victoria de Mulán.

Xiomara empalideció al verse en la pantalla con su máscara de dragón y tuvo que agarrar con fuerza el vaso de agua para que no se le cayera de las manos.

−... lo ha vuelto a hacer− hablaba el presentador mientras se sucedían las imágenes que habían tomado los cámaras en la entrega de premios− Mulán no se baja de lo más alto del pedestal...−

El señor Woo apagó el telector de repente

−Podrían hablar de deportes como gimnasia rítmica, atletismo, tenis...− farfulló perdiendo su previo buen humor

−¡¡Eh!! ¿¡Por qué lo quitas!?− se molestó Gao

−La tele te come la cabeza con estupideces−

Xiomara se sintió un poco ofendida porque el ajedrez no era una estupidez. Pero no se atrevió a decir en voz alta su opinión.

−A mí me parecía interesante− se defendió Gao

− ¿¡Interesante!?− soltó una risa de burla− Hoy estarás una hora más en clase de programación, ¡¡así sabrás lo que es interesante!!−

Gao hizo una mueca de desagrado

−Vaya mierda− murmuró por lo bajo

−Todo lo que os inculco es por vuestro bien, tienes que entenderlo− su voz era una voz con doble filo, por un lado, sonaba amable, pero por otra amenazante

Gao era el único de los 12 hermanos que tenía las agallas de llevarle la contraria al multimillonario. Y volvió a demostrarlo:

−Pero nunca tienes en cuenta nuestra opinión−

Un tenso silencio se adueñó del comedor. Todos enmudecieron, hasta Nana se había quedado parada boquiabierta. Xiomara y los demás aguantaron la respiración, expectantes por la respuesta de su padre.

−Veo que tienes mucho tiempo libre para pensar... te apuntaré a las clases de violín que te dije, debía de haberlo hecho mucho antes−

Gao se levantó al instante de la mesa sin poder ocultar su enfado

−Ya no tengo hambre−

Xiomara observó como su hermano de 13 años subía las escaleras con indignación hasta su habitación.

−Y ahora decidme, ¿creéis que tomo las decisiones sin contar con vosotros? ¿Creéis que tiene razón Tao? –

−Es Gao− le corrigió Bo

−Venga, decidme, ¿alguien más se siente interesando en el ajedrez o cualquier otro deporte mediocre? −

De nuevo otro silencio fúnebre.

Xiomara sintió un nudo en la garganta, era incapaz de alzar la vista de su plato e intentaba que no le temblara la mano cada vez que cogía una cucharada. Tenía la sensación de que si miraba los ojos duros como la roca de su padre rompería a llorar. Además, sentía la mirada penetrante de Yin como si estuviese esperando a que abriese la boca y se hiciese oír.

Pero Xiomara solo sabía agachar la cabeza y tragarse el dolor

Yin le dio una patada bajo la mesa, lo cual significaba algo como: "Vamos, ¿a qué estás esperando?"

Xiomara desplegó sus labios con dificultad:

−Eh... yo...− titubeó

− ¿Dices algo, Xiomara? – esa pregunta se sintió como una amenaza letal en vez de una invitación a compartir tus pensamientos

La campeona de ajedrez no encontró la fuerza ni las palabras adecuadas para continuar su acto de valentía.

Por suerte para ella, una llamada entrante para el empresario la hizo librarse de esa vergonzosa situación. El señor Woo cogió el móvil y se fue a su despacho. Con un poco de suerte ya no lo verían hasta la comida del día siguiente.

Xiomara se bebió el agua de un sorbo igual que se bebía sus lágrimas.

"No sé cómo voy a conseguir ir al torneo de Madrid"

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