Antes de la catástrofe #2 [Naoko]
📍 Helsinki, Finlandia
Sonó el timbre.
Un muchacho estaba esperando en la puerta de una pequeña casa de madera que parecía una diminuta isla en medio de un mar de vegetación.
Le abrió una chica de unos 13 años, de pelo marrón cortado por debajo de las orejas que vestía una camiseta larga que casi tapaba sus pantalones cortos.
−Hola Henrika− saludó amablemente− ¿Está tu hermana? –
−Mira a ver en el jardín−
El muchacho rodeó la casa hasta la parte trasera, dónde había un pequeño granero. Abrió con cuidado la portezuela de madera con temor a que se la cargase. Dentro, había más paja y hierbajos que animales. Solo había un hermoso y esbelto ñandú que trotaba de un lado a otro agitando sus plumas al aire. Cuando se percató del recién llegado se acercó a él y giró su cabeza a modo de saludo. El muchacho le dedicó una sonrisa, manteniendo las distancias. Aunque ya se había acostumbrado a su presencia e incluso le había cogido un poco de cariño, cuando lo vio por primera vez se había llevado un susto de muerte. Nadie se espera encontrarse un pequeño avestruz dentro de un granero medio derruido y que encima corra hacia a ti como un loco.
Avanzó unos pasos más y vio una chica sentada en un montón de paja con unos cascos puestos y una libreta en mano. Tenía el pelo ondulado cortado a lo chico tintado de fucsia (ese detalle es lo que más llamaba la atención de ella). Además, poseía un pirsin en la nariz, llevaba un montón de anillos y colgantes. Vestía con una camiseta de un grupo de música y unos pantalones vaqueros rotos.
Se quedó anonadado unos segundos mientras la miraba. Le parecía súper atractiva cuando estaba concentrada escuchando música.
−Naoko, ¿te interrumpo? –
La chica se quitó los cascos y al verle se le dibujó una sonrisa en el rostro.
−¡¡Risto!!− exclamó mientras se levantaba a recibirlo− Me encanta que me interrumpas así− y le dio un beso
Risto era un muchacho delgaducho que llevaba una camisa marrón, una chaqueta negra arremangada hasta los codos, gafas redondas al estilo Harry Potter, de pelo castaño despeinado. Además de que era manco de nacimiento, le faltaba la parte del codo a la mano de su brazo izquierdo.
− ¿Qué tal lo llevas? –
−Son muchas emociones mezcladas− respondió emocionada, al instante se acordó de algo− ¡¡Tengo que enseñarte una cosa!!−
Le cogió de la mano y le metió a toda velocidad dentro de su casa. Subieron por las escaleras y entraron en el cuarto de Naoko.
En el cuarto de Naoko reinaba el caos. Había un montón de ropa encima de la cama, una papelera llena de papeles arrugados (algunos estaban en el suelo), en su escritorio un ordenador con teclado con varias hojas escritas, un montón de bolis desparramados, una bolsa de patatas fritas abierta, un vaso de agua que tenía polvillo en la superficie, varios posits de colores pegados en la mesa, varias partituras de música... Tenía su guitarra apoyada en la pared y la funda de esta estaba mal doblada en una silla. Las paredes lucían varias fotos tamaño A3 de Ed Sheeran, Harry Styles o the Weeknd, cantantes de la época de sus padres que ella tenía como modelos.
Cada vez que Risto entraba en el hábitat natural de su novia se le activaba el mecanismo automático de querer recoger y ordenar todo el desastre. Sin embargo, Naoko era ese tipo de persona que encontraba orden en el desorden.
−Se me ha ocurrido la idea de crear una canción específica para cada país de la gira y cantarla como homenaje antes de que empiece, por así decirlo, el concierto−
−¡¡Qué gran idea!!− nunca dejaba de sorprenderlo
−Ya tengo hecha la melodía de la canción para España, ya que es el primer país que voy a visitar− encendió su equipo de música y le pasó sus cascos− Necesito tu opinión−
Risto escuchó atentamente. Cerró los ojos y la música le trasportó a una de esas playas abarrotadas de arena fina con un montón de bañistas y pudo sentir como el sol le abrasaba la piel.
−Es fantástica−
No tenía duda de por qué tenía tantos fans alrededor del mundo, tenía unas ideas muy originales que la destacaban de los demás artistas
−Aunque si admites una sugerencia... podrías empezar con el sonido de las olas y que después se mezcle con el graznido de las gaviotas, y tal vez le vendría bien una pausa dramática en el segundo 45−
Risto se sentó en la silla y añadió algunos cambios, mientras que Naoko se emocionaba a su lado diciendo: "¡¡Sí!! ¡¡Va a quedar estratosférico!!"
Después, ambos escucharon el resultado final.
−Ahora sí que está acabada la música− y le dio un abrazo a Risto como agradecimiento− Solo me faltaría grabar la letra−
Risto se sentó en la cama mientras que ella seguía trabajando en el ordenador. Últimamente Naoko estaba más ocupada de lo normal con esto de preparar su primera gira alrededor del mundo, la cual empezaba el 10 de junio en Madrid. A medida que su éxito crecía, menos tiempo tenía para pasar tiempo juntos. Risto estaba muy orgulloso de su novia porque estaba cumpliendo su sueño, pero a veces tenía la sensación de que ese sueño le estaba alejando de ella. A pesar de que Naoko se esforzaba por mantener el contacto diario con él, y que siempre le pedía consejo para sus nuevas canciones y siempre era él uno de los primeros en escuchar sus nuevos temas, a veces preferiría no hablar tanto de la música, de sus proyectos, y más de ellos, de los planes que podían hacer juntos.
Risto no quería perderla por nada del mundo, pero a veces sentía que se le resbalaba de las manos como la mantequilla...
−Eh, ¿qué te pasa? Estás más callado de lo habitual –
−Nada, es solo que... vas a estar casi todo el verano fuera y... no sé, se me va a hacer muy largo sin ti− murmuró cabizbajo
Naoko sintió compasión por él
−Oh, venga, ¡¡alegra esa cara!! Haremos videollamada todos los días, te traeré un recuerdo de todos los países que visite, es una promesa−
Risto sonrió, aunque sintió que los labios le pesaban.
−Prométeme que tendrás cuidado− le pidió− Igual que tienes muchos admiradores también hay gente que te odia−
−No me pasará nada, no te preocupes por mí− le quitó importancia− ¿Y esta flor? ¿Es para mí? –
Supuestamente era una sorpresa, pero se le había olvidado y había dejado el lirio naranja encima de la cama a la vista
−Ah, sí−
−Es preciosa, voy a ponerla en un jarrón−
En un rincón de la ventana tenía varias macetas de flores, de todos los colores y tamaños. Pudo ver que habían sido regalos de sus fans porque en la tierra había palos con notas que decían: "Eres mi cantante favorita" y cosas así
Risto suspiró. Siempre había sido el soporte de Naoko, siempre había estado ahí cuando más lo había necesitado, pero ahora, ahora parecía que no le necesitaba. O eso pensaba él. Tenía a un montón de gente que la apoyaba por todo el mundo, él tan solo era uno más de la multitud. A veces se sentía insuficiente para ella. Y tenía miedo, en el fondo, de que algún día ella también se diese cuenta que ya no lo necesitaba más o de que encontrase a alguien que estuviese a su altura. Risto siempre estaba lleno de inseguridades.
Observó como colocaba el lirio en un jarrón vacío y se fijó en el tatuaje que tenía en la parte lateral de la mano, debajo del meñique. Ponía: Nefelibata. Ese era su nombre artístico.
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