Antes de la catástrofe #10 [Haizea]

📍 Toledo, España

Mojó el pincel en el color azul celeste y trazó una suave pincelada por el lienzo. Observó el cuadro con mirada dubitativa. Estaba a las afueras de Toledo, pintando la naturaleza de alrededor y el río Tajo. Sin embargo, no había pintado el paisaje tal y cual se veía, sino como lo veía ella; le había servido de inspiración, y en base a eso había versionado el paisaje a su manera.

Su dibujo tenía una parte realista: el río zigzagueando por entre la vegetación, los árboles más y menos altos, al fondo el majestuoso alcázar y el precioso atardecer que había teñido el cielo... y también tenía otra parte más fantasiosa: había usado tonalidades de colores que no se podían apreciar, le había dado al río una textura de movimiento, había pintado estrellas que parecían brillar en el papel. Por último, había añadido un detalle de su propia imaginación, había pintado a orillas del río a una pareja de jóvenes que parecían bailar bajo las luces del atardecer.

Haizea se quedó conforme con el resultado final. Soltó un suspiro lleno de melancolía. "Ojalá poder mimetizarme con el cuadro". Pero, por desgracia, aún no habían inventado nada para ello.

Guardó su cuadro y todos sus pinceles, brochas y pinturas en una bolsa de cartón y se internó en la cuidad de las tres culturas.

Haizea serpenteó las callejuelas observando cada detalle insignificante: cada esquina, cada baldosa, cada postal de cada tienda, cada persona con la que se cruzaba... Se dejó envolver por el delicioso olor a calamares fritos y caminó a ciegas guiada por su intuición.

Y su intuición la llevó allí. "Pinceladas" anunciaba el letrero de la galería de arte.

Haizea se paró frente a la puerta. Era una joven de 20 años albina. De tez pálida, lucía un pelo blanco como la nieve (y sí, ese era su tono natural) con flequillo que dejaba ver sus cejas del mismo color que su pelo y sus pestañas largas y también blancas. Además, poseía unos magnéticos ojos azules color hielo y su mirada era gélida, pero a la vez cálida; y unos labios sonrosados. Iba vestida con una camiseta blanca manchada de pintura de colorines y un peto vaquero.

Cogió aire y se dijo: "Puedes hacerlo". Entonces se decidió a entrar. La galería de arte era bastante grande y espaciosa, tenía dos plantas y estaba decorada con esculturas modernistas, lámparas lujosas, y por supuesto, un montón de cuadros expuestos en las paredes.

Se dirigió al mostrador de cristal con paso vacilante, intentando no tropezarse con el aire (le había pasado más de una vez) para no dañar su primera impresión.

−Buenas tardes− saludó con timidez

La dueña de la galería, una mujer restirada vestida elegantemente, con el pelo recogido en un moño engominado y con gafas de acero inoxidable se la quedó mirando con cierto desprecio

−La exposición está cerrada− la echó

−No he venido por eso− aclaró− En realidad... quería enseñarle una de mis creaciones por si le interesaba...−

−Ya le dije que no− le cortó Louisa Bellido con sequedad

Haizea no se dio por vencida

−Por favor, deme una última oportunidad− le suplicó− Tal vez se sorprenda−

Sacó de la bolsa su cuadro y se lo mostró. Louisa Bellido se recolocó las gafas y lo cogió sin una pizca de emoción.

−Ya está todo preparado para...− bajó por las escaleras una chica de la edad de Haizea bebiendo un capuchino, y se quedó muda cuando sus ojos se toparon con los de ella− ¿Qué haces aquí? – le habló con desagrado

Los ojos azules de Haizea se enfriaron y la congeló con la mirada

− ¿No puedes adivinarlo? – hasta su voz era fría como nieve

−Ni si quiera sé cómo mi madre te ha dejado entrar− respondió la otra− Nunca estarás a la altura de este lugar−

Sandra odiaba con toda su alma a Haizea y Haizea odiaba con toda su alma a Sandra

−Tal vez sea este lugar el que no está a mi altura− contestó resueltamente como desafiándola

−Este cuadro no tiene nada interesante para ofrecer al público− se lo devolvió Louisa Bellido− La técnica usada no es nada profesional, es la de una novata inexperimentada, el uso de colores es inapropiado, el dibujo no se sabe si es realista o no, pues se mezclan ambos estilos sin ningún sentido− criticó con dureza− Señorita Haizea no me traiga a mi galería más basura−

−Pero...− intentó justificarse

−Voy a serle totalmente sincera− le cortó mientras que sus gafas se deslizaban por su nariz− El único sitio donde expondría este cuadro es en el vertedero−

Haizea bajó la mirada, avergonzada y dolida a la vez sintiendo como sus mejillas enrojecían. Mientras que Sandra mostraba una sonrisa de oreja a oreja, como si disfrutase de esa escena.

−Ya lo has oído− habló la hija de la dueña− No tienes talento, no sé cuántas veces más tenemos que decírtelo− recalcó para dejárselo bien claro

Haizea iba a coger su cuadro cuando Sandra golpeó su capuchino y se derramó el líquido marrón por el lienzo.

−¡¡Mi pintura!!− exclamó tratando de limpiarlo con la mano

−Ahora sí que es una obra de arte− dijo con sarcasmo

La chica albina se guardó su cuadro manchado de capuchino mientras intentaba ocultar sus lágrimas

−Te la devolverá el Karma− y dirigiéndose a las dos− Algún día estaréis en el Louvre haciéndole fotos a mis cuadros y os arrepentiréis de haberme rechazado− fueron sus últimas palabras antes de desaparecer por la puerta

−Ese día nunca llegará− murmuró Sandra con total seguridad

En ese preciso momento, de la nada, todos los cuadros que había en las paredes comenzaron a arder. Louisa y su hija se miraron mutuamente con confusión. ¿De dónde habían salido las llamas? Habían aparecido sin más.

−¡¡Sandra!!− se inquietó la dueña− ¡¡El extintor, rápido!!−

Tan rápido como le permitieron las piernas fue a por el objeto. Louisa Bellido estaba intentando apagar las llamas con un trapo, pero no surgía efecto. Entonces, Sandra usó el extintor en las pinturas hasta que no quedó ni una gota.

Sin embargo, por alguna escalofriante razón, las llamas seguían consumiendo los lienzos. Por mucha agua que le echasen seguía sin apagarse, parecía que el fuego fuese inextinguible.

−¡¡Tenemos que rescatarlos!!− Louisa estaba histérica al ver que no había forma de que esa pesadilla acabara

Se arruinaría económicamente si esos valiosos cuadros se quemaban.

Entonces, Sandra cogió uno ellos y descubrió que el fuego no quemaba. Frunció el ceño, confundida, y alzó la mirada. Vio a través de los cristales de la galería a Haizea plantada enfrente observando el interior con mirada de odio.

−¡¡Joder!!−

Sandra volvió su vista hacia el cuadro que tenía en sus manos, el cual hacía unos segundos estaba ardiendo; y ahora no había rastro de las llamas. Simplemente el lienzo estaba mojado, pero no quemado.

Louisa miró a su alrededor y se dio cuenta que las llamas habían desaparecido de la misma forma misteriosa como habían aparecido.

−¡¡Maldita bruja!!− pataleó Sandra con rabia

🖇️🖇️🖇️


Mientras volvía a casa, Haizea se sintió culpable por lo ocurrido en la galería. No tenía que haberlo hecho. Se había prometido que nunca más lo haría. Pero estaba tan cabreada... le había salido inconscientemente.

"Se lo merecían" dijo una voz en su cabeza

"No, no, y NO" intentó apartar sus pensamientos de venganza

Igual que la Luna, tenía un lado oscuro que no mostraba a nadie. Haizea tenía un poder de nacimiento: el de la ilusión. Podía crear ilusiones que las demás personas creían reales. Eso le había ayudado en varias ocasiones, pero también la había hecho meterse en problemas. Sobre todo, porque a veces su poder escapaba de su control.

Además, su poder le había apartado de la gente, convirtiéndola en una incomprendida y en una bruja. Todo el mundo por la calle la miraba con recelo y hasta los niños más pequeños huían de ella con miedo.

Haizea a menudo se refugiaba en su imaginación, y en especial, en la pintura. Pintar le hacía feliz, era lo único que conseguía que se sintiese una persona normal. Su sueño siempre había sido que sus cuadros fuesen reconocidos mundialmente como los de Picasso.

Entonces, mientras caminaba pensando en eso, vio un folleto en el suelo. "El próximo lunes se estrena la nueva colección en la mejor galería de arte de Toledo" leyó. Haizea notó como le brotaban las lágrimas mientras pisoteaba la cara de Louisa Bellido del papel.

"Tal vez tenga razón y no tengo talento" pensó desmoralizándose

Metió su mano en la bolsa de cartón y sacó su pintura. Miró con los ojos empañados el agujero marrón que había manchado su dibujo y que absorbía los colores y también todo el esfuerzo que había empleado en ello.

Se acercó con paso decido al contenedor más cercano y se dispuso a tirarlo, cuando...:

−Eh, ¿qué haces? – esa voz le sobresaltó

−No me des esos sustos, Ezpel−

Ezpel era más alto que ella, tenía el pelo ondulado color castaño claro y ojos azules verdosos. Además, tenía tatuado en la parte trasera del cuello del ojo de Horus.

−Déjame que lo adivine− se apoyó en el contenedor− Te ha humillado Sandra y su madre y crees que al deshacerte del cuadro también te desharás del sentirte una mierda− alzó una ceja y sonrió sabiendo que había dado en el clavo

Haizea se quedó muda durante unos segundos mientras se le resbalaban varias lágrimas

−Vete, quiero estar sola− fueron las únicas palabras que le salieron

Ezpel supo que tenía que consolar a su amiga:

−No creas lo que dicen esas dos ceporras, sí que tienes talento, yo puedo verlo− Haizea pasó de él− Eh, mírame a los ojos− le miró con los ojos llorosos− Recuerda que los grandes genios de la pintura fueron rechazados un millón de veces, van Gogh, por ejemplo, nadie valoraba sus cuadros y luego mira, ahora todo el mundo lo conoce y lo admira como un brillante artista−

Haizea se tranquilizó un poco, pero la tristeza se había instalado en su interior.

−No me gustaría volverme famosa cuando muera− murmuró haciendo referencia al pintor holandés

−Y no lo harás− le aseguró− Lo que trato de decirte es que no te desanimes porque te hayan dicho un "no", sigue intentándolo y tu sueño se hará realidad tarde o temprano. Y cuando eso ocurra yo estaré ahí viéndolo−

Haizea esbozó una débil sonrisa y asintió lentamente

−Eres lo mejor que me ha pasado en la vida, Ezpel−

−No me digas eso que me sonrojo− respondió este con una sonrisa

En ese momento, se le acercó una mujer que vestía un caro abrigo de terciopelo y gafas de sol.

− ¿Es usted Haizea Mendoza? –

−Ssssí...− titubeó

−Soy Teresa Valencia y estoy buscando artistas emergentes de la pintura para mi jefa que es la dueña de "We Collect" − una galería de arte muy famosa de Madrid− ¿Qué le parece venir a visitarnos para que nos enseñe sus obras? –

Haizea se quedó boquiabierta. "¿De verdad me está pasando esto o estoy en un sueño?". Desvió su vista hacia Ezpel, como para pedirle su opinión. Este asintió con la cabeza como diciéndole: "Acepta la oferta".

−Sí, me parece genial−

−El 10 de este mes allí− le entregó una tarjeta de visita y otra de un hotel− Nosotros nos encargaremos de su hospedaje−

Haizea estaba tan emocionada que no hizo más preguntas, que no desconfió de la misteriosa mujer ni tampoco le pareció sospechoso que le pagasen hasta el hotel. Esa inesperada oportunidad podía ser el primer paso para llegar a lo más alto.

Su vista se nubló de un montón de fantasías y se sintió en una nube, la tristeza había dejado paso a la ilusión. ¿He mencionado el inconveniente del poder de Haizea? ¿No? Bueno, como he dicho, hay veces que no puede controlarlo y hay veces que, sin darse cuenta, usa su poder contra ella misma...

Antes de que Teresa desapareciera, Haizea se fijó en un detalle sin importancia: llevaba unos pendientes de clip...


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