5. MT Entertainment

Estamos en la sala de recepción de la agencia, esperando que los chicos terminen de hacer la presentación. El lugar es amplio, moderno y decorado con afiches y elementos clásicos de estrellas del rock.

—¿Por qué estás tan nerviosa? —Samantha me da un golpe en la mano para que deje de hacer sonar mis nudillos—. Lucas puede con esto.

No es mi novio quien me preocupa, sino mi mejor amigo. Estoy convencida de que este cambio es justo lo que necesitaba para dejar de pensar tanto en Julio. Sin embargo, Tadeo es tan inseguro que debe estar pasándola fatal ahí dentro. Solo espero que sea capaz de controlar su timidez.

Me limito a asentir, para no exteriorizar la razón de mi inquietud. Ella, sin embargo, continúa explayándose:

—Bueno, a decir verdad, no estoy tan segura de que vayan a conseguirlo —confiesa—. Es decir, Lucas es maravilloso, pero los demás... ¡Uf! ¡Uno peor que el otro! Bruno es un gorila, bruto y grotesco. No sé si tenga talento o no, pero te aseguro que no es material comercial con las chicas. No habrá una sola fanática con cerebro que se fije en ese tonto. —Stacy mueve su vista a ella e inclina la cabeza, pero Sam no se toma por aludida y prosigue—. ¿Y Francis? ¡Ni siquiera me hagan empezar a hablar de ese inmaduro! —Parece alterarse incluso más cuando menciona al pelirrojo—. ¡Es un desastre! Descuidado, irresponsable y con tan poca clase que hace que me sangren los ojos. La única que se salvaba un poco en ese grupo era Vanesa, aunque yo misma hubiera renovado por completo su guardarropa. Pero ella ya no está y, lo peor de todo, es que solo les queda conformarse con el gordo sin estil... —se queda callada al notar el cambio en mi expresión apenas ha empezado a hablar de Tadeo.

Estos son los momentos en los que necesito que alguien me recuerde por qué la aguanto.

Inspiro aire y cuento hasta seis en mi mente, antes de responderle.

—Tienes suerte de seguir conservando todos los cabellos en tu cabeza —apunto.

Ella aprieta los labios y hace una mueca, pero no se anima a decir una palabra más.

—En caso de que no lo hayas notado, Tadeo bajó tres kilos durante el verano —mi hermana se incluye en la conversación.

Tiene razón, él tuvo que hacer dieta por petición de su padre, quien le dijo que el hijo de un militar debe ponerse en forma.

—Y, en cuanto a Bruno... —prosigue ella y la vergüenza se ve asomar a su rostro—. Él podría engañar a cualquier fan como lo hizo conmigo, es un mentiroso.

¿Eso es lo que piensa de él? Porque sí, será un tonto y todo, pero admito que ha mejorado mucho.

La puerta del fondo se abre en ese momento y un hombre joven se acerca hasta nosotras. Lleva puesto un pantalón de vestir negro, una chaqueta del mismo color sobre una remera blanca con diseño de guitarra. Sus dedos están decorados con varios anillos y uno o dos tatuajes de frases en letras muy pequeñas. A pesar de la mezcla de elementos, se ve bastante formal dentro de una frescura cautivadora.

—Preciosas, ¿quién de ustedes tres es Brenda? —pregunta, intentando demostrar complicidad.

—Soy yo —me pongo de pie.

—Me llamo Jonny y necesito que vengas conmigo —ordena y, antes de voltear, le hace a mi hermana un guiño seductor.

Lo sigo por el pasillo hasta el final e ingresamos a una sala de reuniones bastante amplia. Una mesa de vidrio se extiende en el centro, rodeada de unas cuantas sillas, todas ocupadas. Los cuatro chicos que componen Musageta están ahí, así como un equipo de otras cinco personas lideradas por la única mujer que veo y quien asumo que es Melania. Una señora joven, de apariencia poderosa y un estilo que no pasa desapercibido: Una blusa negra ajustada, bajo la cual sobresalen tatuajes, unos jeans negros acompañados con un cinturón y unas botas oscuras. Su cabello rubio platinado enmarca su atractivo rostro y el delineado negro alrededor de sus ojos resalta su color verde.

—Hola —saludo en general y todos los desconocidos me devuelven el gesto, mientras la mujer me analiza con una ceja levemente alzada y media sonrisa.

—Amor, ven —Lucas extiende su mano hacia mí y me aproxima a la mesa donde se encuentran desplegados varios papeles.

En ese interín, los hombres comienzan a dejar el salón. La alegría en los rostros de mis amigos al despedirse de ellos me demuestra que todo está saliendo perfectamente.

Me siento al lado de mi novio y miro los documentos que me ofrece. Se trata de un contrato de representación.

¿Ya? Esta gente no pierde el tiempo.

—Supongo que nos lo llevamos —pregunto, indirectamente.

—Queremos revisarlo y firmarlo ahora —me contesta este, con una sonrisa convencida—. Por eso pedí que te llamaran.

Me acomodo mejor en el asiento, empezando a sentir que podrían estar siendo algo imprudentes. Yo soy impulsiva, pero no cuando se trata de analizar un documento que pueda comprometer a las personas. En lo que respecta a este tipo de cosas, siempre me tomo el tiempo necesario para asegurarme de que todo sea lo más claro posible.

—¿No te parece que es mejor verlo a solas? —insisto.

Melania deja escapar un leve bufido. —Si lo que quieres es privacidad, puedo retirarme —propone y, cuando me fijo en ella, me percato de que no parece agradarle demasiado mi intromisión, a pesar de que hace un intento por disimularlo.

—El que está a punto de irse soy yo —exclama Bruno—. ¡Me muero por una cerveza! Así que lee el maldito contrato y ya.

Le lanzo una mala mirada y me doy cuenta de que no está ni un poco interesado en este protocolo. Francis, al igual que él, ni siquiera parece estar fijándose en nosotros. Nos da la espalda, mientras examina un poster en el que se ve a un vocalista famoso sobre un escenario. Y Tadeo me observa como si estuviera depositando toda su confianza en mí, como si todo lo que está ocurriendo fuera un sueño y piensa que podría despertar en cualquier instante.

Nunca lo había visto tan contento.

—Vamos, Brenda —mi mejor amigo me anima—. Tenemos suerte de haberles gustado luego de que... eh... bueno, mi presentación no fue la mejor de todas —susurra.

—Para no decir que la cagaste —lo corrige Bruno, sacándole una carcajada a Francis y avergonzando a Tadeo.

—Tal vez, pero la señora Melania confía en nosotros —agrega.

—Mejor dicho, en nosotros —Bruno se señala a él mismo, luego a Lucas y a Francis—. Y en que hagamos de ti un artista de verdad.

Mi novio lo regaña por decir aquello y empieza una pequeña disputa en la que Lucas asegura que a Tadeo solo le falta "más confianza" y su mejor amigo se burla de esto. Yo, que normalmente me dedicaría a defenderlo y a hacerle la contra a Bruno, opto por analizar a Melania mientras me pregunto: Si se había mostrado tan exigente con esta presentación y ellos trajeron a un miembro que parece no haber llenado sus expectativas, ¿por qué los aceptó?

Me resigno a agachar la cabeza, hundir mis pensamientos en el papel que tengo enfrente y dedicarme a analizar cada una de las palabras plasmadas en este. No encuentro en una primera lectura ningún motivo por el cual tener dudas, por el contrario, la agencia parece estar dispuesta a invertir mucho dinero en hacer que Musageta despegue.

Sin embargo, llama mi atención el hecho de que el nombre de la empresa es MT Entertainment. MT, como Melania Thompson. Y ella figura como firmante del contrato.

Si la empresa es suya y ya había visto actuar a la banda en el bar, ¿por qué los hizo venir a audicionar?

Tantas preguntas empiezan a hacer que mi interior se sienta ajetreado. Me gustaría decirle a Lucas al respecto, pero todos se ven tan entusiasmados que no quisiera ser tan negativa en poner en duda algo que no es precisamente malo. ¿Por qué tengo que ser tan desconfiada?

—Bueno, por mi parte no hay objeciones —mi novio se había sentado a mi lado a leerlo también y me mira con emoción apenas termina.

—¿Y si llamamos a tu padre? —propongo, aunque él comienza a negar incluso antes de que termine—. Estoy segura de que le tomará solo unos minutos llegar.

Melania suelta una carcajada, sin contenerse.

—¿Cuántos años tienes, Lucas? —pregunta con astucia.

—Diecinueve —contesta mi novio y podría jurar que está empezando a sentir algo de vergüenza por mi recelo, aunque él jamás me lo diría.

—Ya eres mayor de edad, puedes tomar decisiones sin tu papi...

Contengo la respiración y comienzo a molestarme por la burla. Él enreda una de mis manos entre las suyas, al percatarse de mi falta de calma.

—Pulga, si ves algún motivo por el cual debamos llamar a papá o a tío Patrick, dímelo —susurra muy cerca de mí.

La puerta se abre en ese momento, interrumpiéndonos. Todos nos giramos para ver a la madre de Tadeo acompañada del mismo hombre que había ido a llamarme.

—¡Mi bebé! —la robusta mujer se acerca con tanta emoción que Francis tiene que dar un paso al costado cuando la ve abalanzarse sobre su hijo y fundirse con él en un abrazo intenso—. ¡Felicidades por esto! ¡Estoy tan orgullosa de ti!

Los chicos se aguantan la risa mientras el rostro de mi mejor amigo se vuelve rojo como un tomate.

—Mami... mamá —insiste, separándola delicadamente—. E-ella es la señora Melania Thompson.

La aludida da un paso adelante y le extiende la mano a la señora de Flecha, quien no duda en ignorar su saludo formal y darle un abrazo que la deja algo incómoda, evidentemente. Melania se aparta casi al instante y toma de la mesa una copia del contrato, para pasársela.

—Este es el documento que necesito que firme para darme autorización para representar a su hijo —le explica, sin dar vueltas.

La madre de Tadeo asiente, sonriente, y toma las hojas entre sus manos.

—Hola Brendita, preciosa —me saluda al sentarse a mi lado y aprieta uno de mis cachetes cariñosamente.

—Hola, señora —le contesto, intentando ignorar la mirada de burla que me lanza Bruno mientras modula con sus labios la palabra "Brendita" sin pronunciarla—. Es un gusto verla.

Ella se inclina sobre la mesa y comienza a analizar el documento con atención. Yo también me tomo unos minutos más para volver a leerlo.

Me sentiría más segura si al menos llamáramos a Sam, que está en el espacio contiguo, pero no tiene sentido proponerlo. La verdad es que no encuentro ningún motivo para hacerlo.

—Esta es una gran oportunidad —asegura la madre de Tadeo antes de poner su firma sobre el papel.

Tiene razón. Sus palabras me dan más tranquilidad al momento en que Francis y Bruno se acercan a firmar también. Lucas me lanza una última mirada, esperando un veredicto. Me fijo en sus ojos llenos de entusiasmo, y asiento. Él me sonríe, toma el bolígrafo y escribe.

—En unos años, esas firmas valdrán millones —asegura Melania, y no tengo dudas de que así será, pero hay algo que no termino de creer, algo que me obliga a preguntarme:

¿Cuánto podría costar?

Me estoy peinando el cabello delante del espejo. Llevo varios minutos intentando colocarme uno de los lazos que Samantha me regaló el día de la amistad. Su madre le había comprado para regalar unos veinte, porque está convencida de que su hija en la universidad tiene tantas amigas como lo hacía en el colegio. Así que ella le dio uno a Lucía, otro a Kendra, y el resto a mí. Por alguna razón, tampoco les dijo a sus tontas amigas que en el curso solamente habla conmigo.

—Cielo, ¿vas a salir? —Eric se detiene fuera de la habitación—. Pensaba ordenar pizza.

—Iré a la casa de Lucas —le explico—. Los chicos van a festejar que firmaron el contrato con la agencia de representación.

—¡Oh, claro! Él me llamó a contar todos los detalles. ¡Es una noticia genial!

—Lo es —le sonrío en el espejo—. Stacy también irá, así que mamá y tú tendrán que cenar solos.

—Está bien, vayan a divertirse.

Se dispone a seguir su camino, pero lo llamo de nuevo.

—¿No me vas a contar sobre la gente con la que te reuniste el otro día en el bar?

Él se detiene entre risas.

—Ya te dije que es un secreto.

—Uno que estoy segura de que se lo dijiste a Stacy, aunque ella lo niegue —le acuso.

No dudo que se lo haya dicho, siempre fueron muy unidos. Él está demasiado contento de que ella haya vuelto y sé que no es capaz de guardarle ningún secreto. Su sonrisa lo delata y agacha la mirada, avergonzado.

—Insistió bastante y sabes cómo es tu hermana... —se excusa—. Pero eso no significa que te lo vaya a decir a ti —sonríe.

Ruedo los ojos, entre risas.

—Es tu favorita —me quejo.

—Las dos lo son —se acerca y me besa la cabeza antes de salir de nuevo y alejarse hacia su habitación—. Pero se trata de una sorpresa —lo escucho mencionar desde lejos.

Todos los padres, y padrastros en este caso, siempre mienten cuando dicen que no tienen un hijo favorito. Aunque lo entiendo, Stacy se ha apegado a él desde el inicio y yo, sin embargo, tuve que aprender a hacerlo por haber estado tan encaprichada con mi padre, quien no me daba la mínima atención.

Afortunadamente, pude darme cuenta de que no valía la pena seguir luchando contra eso. Dejé de llamarlo, de escribirle y ahora me comporto exactamente como Stacy las pocas veces que llama: distante.

Curiosamente, ese cambio de actitud de mi parte parece haberlo hecho despertar. Ha empezado a llamarme de vez en cuando, a veces me envía memes por WhatsApp o procura comentar conmigo las noticias más relevantes del día.

En pocas palabras, busca recuperar la atención que antes le daba. Y honestamente ya no espero nada de él, pero supongo que eso es bueno porque entonces no podrá decepcionarme.

"Paso por ustedes enseguida". Entra a mi celular un mensaje de Tadeo. "¡Creo que Lucas invitó al grupo de Julio!". Le sigue una carita enamorada.

Le contesto que ya estoy lista y que venga cuando quiera. Si por mí fuera, habría ido a casa de mi novio desde temprano, pero él insistió en que ya hice demasiado por ellos.

Bajo las escaleras para buscar a Stacy. Hace un buen rato que ha terminado de prepararse y fue a traer agua, pero no volvió.

No la encuentro en la cocina, así que estoy a punto de ingresar a la sala cuando la oigo en una conversación algo exaltada. Me arrimo a la puerta y me detengo a escuchar.

—Es que no tiene sentido, ya te lo he dicho —su voz demuestra cansancio y hastío—. Por mucho que insistas, para mí ya se acabó.

¿Con quién estará hablando?

—Sí, estuvo bien, pero... —se detiene un momento que aprovecho para asomar el rostro por la abertura de la puerta y observar el interior. Ella está de espaldas, caminando por la sala de un lado a otro—. No significa nada. No siento lo mismo por ti.

¿Es Bruno?

—No, no me gusta otra persona, pero eso no significa que me gustes tú. ¿No puedes entenderlo?

No puedo escuchar absolutamente nada de lo que dice la persona del otro lado del celular, pero intuyo, por la manera en que ella le habla, que no debe estar tomándoselo muy bien. Me inclino tanto hacia adelante que pierdo el equilibrio y, aunque consigo mantener en pie mi cuerpo, el ruido alerta a Stacy, quien se gira para verme.

Ella frunce el ceño y vuelve a dirigirse a su interlocutor.

—Debo irme, hablaremos luego. —Termina la llamada, guarda su celular en el bolsillo y se mueve hacia mí—. ¿Ya nos vamos? —pregunta, intentando disimular.

Me cuesta un segundo adaptarme a lo que está pasando: Ella acaba de tener una discusión con un chico y no me está contando nada al respecto.

—Sí... Tadeo está en camino —contesto, sin dejar de mirarla.

Transita a mi lado como si nada y se dirige hacia la habitación, donde espera hasta que mi mejor amigo me avisa que está afuera.

Stacy solo me oculta las cosas cuando sabe que está haciendo mal. Me pregunto ¿qué pasa por su cabeza últimamente?



""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""

¿Qué creen que pase por la cabeza de Stacy?

¿Será que estaba hablando con Bruno o alguien más? 😏

Espero que hayan disfrutado el capítulo y no olviden pasar por mi instagram o el grupo de "Lectores de Bianca Mond" en facebook para ver novedades y adelantos.

Tengo una noticia para ustedes: ¡A partir de hoy retomamos las actualizaciones semanales los días jueves!

Les mando un abrazo. Gracias por leer, votar y comentar.💕

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top