4. Tristemente jodidos
El ensayo final ha resultado de maravilla, así que los chicos y yo nos encontramos descansando en el patio de mi casa. Papá aún no ha llegado del Estudio Jurídico, o tal vez de la casa de tío Patrick, quién sabe. Lo cierto es que aprovechamos su ausencia para ensayar aquí, ya que Eric había planificado en el bar una reunión de la que no quiso contarnos nada. Aseguró que se trata de un secreto y ni siquiera mi novia o Stacy pudieron sacarle información.
Shana se ha ido apenas terminamos de practicar. No parece tener intenciones de integrarse o conocernos al menos un poco. Ni siquiera a las chicas, quienes ahora se encuentran en la sala, viendo una película mientras nosotros preparamos pizzas a la parrilla para celebrar que tenemos todo listo para la presentación de mañana.
Francis me pasa un vaso con cerveza y levanta el suyo en el aire.
—¡Vamos a brindar! —propone, con una amplia sonrisa.
—¡Por Musageta! —me pongo de pie y acerco mi vaso al suyo, pero él lo aparta, evitando el tintineo.
—No solo por el grupo, ni por haber encontrado a la persona perfecta —me detiene con un gesto de la mano—. ¡Sino porque Bruno se equivocó al decir que no lo lograríamos!
No puedo evitar reír, en especial al ver la cara de reproche de mi mejor amigo, quien se cruza de brazos y rueda los ojos.
—¡Vamos! Acéptalo —el pelirrojo lo presiona—. Admite que estabas siendo negativo, y no realista como dijiste.
Bruno suelta un bufido y lleva la mirada hacia mí, esperando que lo defienda, pero me encojo de hombros.
—Tiene razón —asiento, logrando que Francis me abrace y su cerveza se sienta fría contra mi brazo.
—¿Lo ves? Incluso Lucas piensa que te has vuelto pesimista y gruñón desde que ha vuelto alguien. Y digo alguien para no decir el nombre de la rubia que está sentada en la sala —me hace un guiño poco disimulado.
—¿Por qué no se van a la mierda? —él se pone de pie y se aleja hacia la parrilla. Finge controlar la cocción de las pizzas, pero estoy seguro de que solo busca evitarnos.
—Vamos, chicos, cambiemos de tema —propongo, para que no comiencen a discutir. Fran tiene razón, pero Stacy sigue siendo un tema delicado y estoy seguro de que Bruno no está listo para hablar sobre lo que todavía le pasa con ella—. Estamos aquí para pasar bien y festejar que conocimos a Shana, que es muy talentosa...
—Y además está buena —agrega el pelirrojo—. Si no estuviera loco por Samantha, la invitaría a salir.
Lo miro entrecerrando los ojos, pero no puedo aguantar la risa. Está convencido de que voy a creerme el juego de que Sam le gusta en verdad. Desde que Bruno y yo hemos dejado de salir con otras chicas, él parece querer compensarlo saliendo con una cada semana. Ya ni siquiera intento recordar sus nombres.
—No vas a lastimarla —le advierto, fingiendo una mirada amenazante.
—¡Jamás! —se lleva la mano libre al pecho—. Mi corazón le pertenece.
Se bebe de golpe la cerveza que le queda, mientras yo niego con gracia.
—El problema con tu corazón es que les pertenece a todas —cargo de nuevo su vaso hasta el tope y vuelvo a llenar también el mío—. Así que mantente lejos de Sam. Y también de Shana.
—¿De Shana por qué? No me digas que le echaste el ojo, Lucas.
—¿Qué? ¡Claro que no! —levanto una mano y le doy un leve golpe en la cabeza, para que no diga tonterías—. Lo digo por el bien de la banda.
—¡Oh, Diosito! —Tadeo, quien hasta ese momento estaba ocupándose de las pizzas (aunque más de comerse los ingredientes que de cocinarlas), se acerca de golpe y le tapa la boca a Fran—. No digas eso, ni siquiera en broma. ¿Quieres que Brenda te oiga?
Bruno suelta una carcajada. —¡Se volvería loca! Bueno... más de lo que ya está.
—¡Exacto! Digo... —Tadeo lo mira mal—. Brenda no está loca, pero sí enloquecería si pensara que Lucas ha mirado a Shana. Es lo único que le faltaría para terminar de detest... —se queda callado, como si hubiera hablado de más.
Clavo mi vista en él y sus mejillas se enrojecen al instante. Comienza a tomar cerveza en tragos apresurados, cosa que nunca hace.
—¿De qué hablas? —le pregunto, aunque es obvio que no va a continuar—. ¿A Brenda no le cae bien Shana?
—Mmm... Lo que quise decir es que... —Tadeo pasa un trago con tanta fuerza que suena en su garganta—. Ella le cae tan bien como Bruno—. Finaliza con una sonrisa nerviosa.
—Es decir, la odia —enfatiza mi mejor amigo y, al instante se echa a reír.
—No, no la odia —indica el otro, pero es obvio que solo intenta disimularlo.
—¿Por qué lo haría? —pregunto, buscando entender.
Me asaltan de golpe las dudas. ¿Y si es por celos?
Mi mejor amigo parece pensar lo mismo.
—¡Está celosa! —Exclama, apretándose el estómago por la risa—. Ahora ya tengo con qué molestarla.
—Bruno, no —le pido, sin dejar de mirar a Tadeo expectante—. Dime la verdad.
—Simplemente no le cae bien...
—Debe haber algún motivo —insisto—. ¿Por qué habría de caerle mal? Shana es talentosa, enérgica, segura. Es justo lo que Musageta necesita.
—Es verdad —Francis me da la razón—. Shana es perfecta.
—Vamos, Lucas, no te lo tomes tan en serio —me regaña Bruno—. Sabes cómo es Brenda de desconfiada. Seguro se volverá su amiga más adelante, igual que con la histérica de Samantha.
Le doy un trago largo a mi cerveza.
Ojalá fuera tan simple.
Me aparto un poco y comienzo a caminar en círculos por el patio, calculando todo lo que podría salir mal. —¿Y si pelean? ¿Si Brenda se enoja conmigo por hacerse ideas?
—Estás exagerando —el pelirrojo se acerca unos pasos—. No es como que vayas a tener algo con ella.
—No, claro que no, pero...
—¡Ey! —Bruno me arroja una pelota que estaba cerca y la atrapo en el aire—. No te vuelvas loco por esto, es solo una tontería.
—No lo será si vuelvo a pelear con ella.
Tadeo coloca sus manos en mis hombros y me sonríe, mirándome con expresión conmovida. —Ustedes dos van a estar bien. Brenda está loca por ti —asegura.
Le sonrío de vuelta y asiento, aunque todo esto ya me puso algo nervioso.
Es que luego de lo que ocurrió en la fiesta de graduación, no puedo evitar sentir miedo por haber sido yo quien casi arruina nuestra relación. No puedo perderla.
Las chicas salen un momento después, cuando la comida está lista. Me acerco a mi novia y la abrazo por detrás, mientras se sirve un pedazo de la pizza con más queso que Tadeo ha preparado especialmente para ella.
—Te amo —susurro en su oído y mi cercanía hace que incline levemente la cabeza, avergonzada.
—Yo también —me contesta en voz baja.
La acurruco entre mis brazos mientras come e intento apartar de mi mente esa mala sensación que me ha quedado.
Mañana tendremos la presentación y debo centrarme en eso. Estoy seguro de que todo va a estar bien. Tiene que estarlo.
En la tarde siguiente, los chicos y yo nos encontramos en el bar preparando los últimos detalles. Debemos dirigirnos hacia la agencia en menos de una hora. No hemos ensayado hoy porque queremos estar frescos para dar lo mejor de nosotros.
Las chicas y Tadeo han venido para apoyarnos y se ven casi tan emocionados como nosotros. Incluso Sam, a quien nunca le ha gustado demasiado que yo forme parte de la banda. Desde el inicio me había dicho que esto es para vagos sin profesión. Aunque gran parte de ese pensamiento estaba influenciado por mi padre y desde que ella es amiga de Brenda, aparece más por nuestros ensayos e incluso suele venir a vernos tocar algunos fines de semana, para alegría de Francis.
Shana llega cuando estamos terminando de preparar los instrumentos. Está vestida con un atuendo rockero genial y luce perfecta para deslumbrar.
—¿Están listos? —pregunta, con una sonrisa de lado.
—Yo estoy listo para lo que tú quieras —le contesta el pelirrojo y ella le devuelve una mirada coqueta—. No importa lo que sea.
Bruno y Tadeo se echan a reír al notar que Francis ha ignorado por completo mi petición de no intentar ligar con ella.
Suelto un suspiro, derrotado.
No puedo contra su naturaleza salvaje.
—Si no hay nada más que preparar, mejor nos vamos —propongo—. Es preferible llegar temprano.
Me muevo hacia la salida, pero Shana da un paso al costado y me bloquea el camino, logrando que me detenga y la mire con curiosidad.
—¿Ocurre algo?
Ella asiente, con una sonrisa confiada.
—Estuve pensando y... quiero proponerles algo —su mirada se mueve a los demás miembros de la banda y se detiene de nuevo en mí—. ¿Qué les parece si soy la líder, de ahora en más?
¿Qué?
Antes de que pueda reaccionar, Bruno se ubica delante de mí y la encara.
—¿Se te zafó un tornillo o qué? El líder es Lucas, él formo esta banda.
Ella levanta una ceja y sonríe con petulancia.
—Pues hacemos el cambio y ya —insinúa—. Y prefiero ser la primera guitarra. Lucas puede ser la segunda.
Los tres nos quedamos atónitos ante su petición. Está hablando en serio y, lo peor de todo, es que está segura de que se lo concederemos.
De pronto, Fran se echa a reír. —No me habría sorprendido que la chica nueva busque tirarse a Lucas pero... ¿qué quiera su puesto? ¡Eso sí que no me lo esperaba!
Bruno y yo, sin embargo, nos mantenemos serios mirándola. Algo me dice que esto no traerá nada bueno.
—Tal vez deberíamos discutirlo —propongo, buscando minimizar la situación.
—No hay nada que hablar —insiste ella—. De ahora en más voy a ser la líder. A menos que quieran ir ustedes solos a la presentación.
Esto no puede estar pasando.
—Esta es una buena oportunidad para todos —intento hacerla entrar en razón—. No hay necesidad de que empecemos con el pie izquierdo. Si esas son tus condiciones, lo hubieras dicho desde el inicio.
—Pero no —me interrumpe Bruno—. Esperaste a que estemos a las puertas de la agencia para tirarnos toda esta mierda. ¿Crees que por eso vamos a darte el gusto?
—Bruno, espera —lo detengo, antes de que empiece a perder la paciencia y esto se vaya al diablo—. Creo que debemos analizarlo antes de decidir.
—¡No! —mi mejor amigo ya está apretando los puños—. ¡No vamos a caer en el chantaje de esta chiflada!
Lo sostengo del brazo y busco estirarlo hacia el otro lado del salón, pero él se resiste. Mi novia habla entonces, mirando a Shana con rencor: —Detesto tener que estar de acuerdo con Bruno, pero no pueden permitir que los presione así. Es una arpía.
—Mi amor —la contengo, intentando calmarla porque ella también está enojada y ahora se nota claramente que la detesta, como había insinuado Tadeo.
Yo, sin embargo, estoy preocupado por la presentación. No me molestaría ceder un poco si eso significa que Musageta pueda triunfar.
—Siempre tomamos las decisiones juntos —me defiendo—. Da igual quién esté al mando y podemos compartir el liderazgo.
Después de todo, aunque ellos me consideran el líder por ser fundador de la banda, Vanesa siempre se comportó como tal y ella organizaba los ensayos.
Bruno y Francis se lanzan una mirada como si estuvieran decidiendo si es correcto hacerme caso. Los miro a ambos rogando que al menos me escuchen.
—No lo sé, Lucas... —Fran se lleva una mano a la cabeza, considerando—. Ella no es de fiar.
—¡Chicos, por favor! Lo peor que nos puede pasar no es darle a Shana el liderazgo, ¡es perder esta oportunidad!
¿No entienden que no es cualquier agencia? Que una empresa como MT Entertainment se haya fijado en un grupo tan pequeño no ocurre a menudo y, definitivamente, tampoco es algo que vaya a repetirse.
—Necesitamos esto —insisto.
Los ojos de Francis me muestran empatía. Algo me dice que es consciente de que debemos ceder un poco. Bruno, sin embargo, ni siquiera se fija en mí. Está viendo a Brenda, quien también lo observa a él y, aunque ninguno de los dos se ha dicho nada, es como si se hubieran puesto de acuerdo con tan solo mirarse.
¡No lo puedo creer! Jamás los vi apoyarse.
Pero lo hacen y lo entiendo apenas él vuelve a hablar: —Lo que necesitamos es un líder en el cual podamos confiar. Y ella ni siquiera está cerca de serlo.
Me paso las manos por el rostro, lleno de frustración.
—¿Olvidas que fuiste el que más se enojó con Vane cuando pensaste que perderíamos esto? —me muevo un paso hasta quedar delante de este y lo fuerzo a mirarme—. No seas ahora tú quien lo arruine.
—Enójate si quieres, da igual. No la acepto y punto.
Aprieto los puños, conteniéndome para no mandarlo al demonio. Siempre le he tenido más paciencia de la que debería, pero con esto no. ¡No puedo permitir que se ponga en ese plan autoritario!
Shana suelta una carcajada de burla, como si el desprecio de Bruno no la afectara. Se mueve hasta Francis, levanta ambos brazos y los pasa detrás de su cuello, atrayendo su rostro al de ella.
—¿Y qué hay de ti, muñeco? —le pregunta—. Me apoyas, ¿cierto?
No se hace esperar y acerca su boca a la de él, tanteando convencerlo mientras el pelirrojo inclina la cabeza con una sonrisa ladina. Una parte de mí espera que sí lo logre.
—Tan predecible —la voz se Sam se escucha en un poco disimulado susurro claramente entendible por todos—. Además de vulgar, también es fácil y patético.
Al instante mi amigo se echa atrás y expone sus manos haciendo un espacio entre ambos.
—Lo siento, Shana, pero solo una chica podría conseguir algo conmigo a cambio de un beso —gira su rostro hacia mi amiga y le guiña un ojo.
No puedo creer que su absurdo intento de romance me arruine esto.
—Bien —Shana cruza los brazos, molesta y humillada—. No tengo nada más que hacer aquí.
—No. Estoy seguro de que podemos llegar a un acuerdo —me muevo en un impulso y le sostengo la muñeca.
—No habrá ningún acuerdo —ella suelta mi agarre y comienza a moverse hacia la puerta—. No voy a aceptar menos de lo que he pedido. Así que les quedan solo minutos para decidir si me lo van a dar o no. Estaré esperando tu llamada.
Me quedo observando cuando se mueve hasta la puerta, sintiendo cómo el triunfo se escapa de mis manos.
—Shana —la voz de Brenda la detiene justo antes de que salga.
Ella se gira, solo para encontrar a mi novia mostrándole el dedo del medio con una sonrisa de victoria. La otra frunce el ceño y azota la puerta al salir, consciente de que ha perdido.
Yo también lo he hecho.
Y Musageta. La banda es la más afectada en todo esto. Pero sus demás miembros no son capaces de verlo.
—No puede ser —me cubro los ojos con las palmas de las manos para intentar bloquear el golpe que siento—. ¿Qué se supone que le diga a Melania ahora?
Una mano se ubica dulcemente sobre mi espalda, pero me aparto con un movimiento.
—Lucas... —Brenda me habla bajo al percibir mi rechazo—. Escúchame un momen...
—¡No! —la interrumpo tan fuerte que me mira sorprendida.
Necesito despejar mi mente.
Me muevo aprisa hacia el pasillo del fondo, evitando las miradas de mis amigos, y me encierro en el camerino.
Si debo llamar a esa mujer y suspender todo, mejor hacerlo cuanto antes.
Me dejo caer en la silla con tanta frustración que mi cabeza roza mis rodillas. Respiro profundamente una vez, para calmarme, pero es difícil. Una vez más y siento que la rabia comienza a ser reemplazada por un sentimiento de desilusión. Es entonces cuando unos tímidos golpes en la puerta me distraen.
—Lucas, abre —la voz de Sam se escucha consternada del otro lado.
—No quiero ver a nadie —sentencio.
—No me iré de aquí hasta que me abras, ni dejaré de fastidiarte hasta que me escuches.
La dejo ingresar, porque sé lo insistente que puede llegar a ser, y vuelvo a cerrar con llave para que nadie más decida molestarme.
—Fuiste duro con Brenda —me reclama—. No puedes molestarte con ella por esto.
—Debería estarlo contigo también. Casi consigo que Francis se ponga de mi lado.
Un leve rubor cubre su mejilla y evita mi mirada.
—Lo que ese primate básico haga no tiene nada que ver conmigo —se defiende—. Y Brenda hizo lo que le pareció correcto. Ella se preocupa por ti y se ha esforzado mucho por esto.
¿Desde cuándo defiende a mi novia antes que a mí?
Me siento de nuevo y clavo la vista en el suelo. Extraigo mi celular del bolsillo, aunque ni siquiera me animo a desbloquearlo para hacer esa llamada.
—Ponte en mi lugar, Sam. Esta era la oportunidad que necesitábamos. Es lo que iba a hacer despegar al grupo.
Ella se ubica a mi lado y sostiene mi mano entre las suyas.
—Si te iba a costar el liderazgo del grupo que tú mismo formaste, entonces no era lo mejor—. Encuentro mis ojos con los suyos y estoy a punto de decirle lo mucho que aprecio que me aconseje sobre algo con lo que nunca estuvo de acuerdo, hasta que prosigue: —Además, tú no necesitas esto. Siempre puedes volver al Estudio Jurídico de nuestros padres cuando tu banda fracase.
Sus últimas palabras golpean mi interior y me impulsan a ponerme de pie para alejarme unos pasos.
—Nunca lo vas a entender —susurro.
—¿Qué cosa?
—Lo que esta presentación significa para mí —me explico—. No solo la oportunidad de triunfar en esto que me encanta, sino de lograr algo por mí mismo. La música es lo único en lo que puedo triunfar por ser yo, Lucas. No el hijo de alguien.
Levanto mi celular ya sin ganas de hacer entender a mi mejor amiga algo que nunca va a ver de la misma forma que yo. Busco a Melania entre mis contactos y comienzo la llamada casi sin pensar, para evitar echarme atrás.
El tono suena una vez. Luego otra y mis manos comienzan a temblar ligeramente. No alcanza a sonar una tercera, cuando su voz me saluda: —Lucas, espero que esto signifique que ya están en camino.
Aprieto mis ojos y hundo mi mano libre entre mis cabellos.
—Sobre eso... —intento no demostrar tantos nervios—. Vamos a necesitar más tiempo.
Su respuesta es una sonora carcajada.
—¡Ay, chiquillo! Si tuviera tiempo que perder lo gastaría en un novio.
—Solo es una semana más —insisto—. Te aseguro que valdrá la p...
—¿Qué es ese sonido? —el susurro de Sam, a mi lado, hace que me percate de una melodía que parece haber inundado el bar desde hace unos momentos y no me había percatado debido al estrés que tengo encima.
Es un solo de... ¿guitarra?
Está ejecutando nuestro tema más conocido y suena bastante parejo. ¿Habrá vuelto Shana?
Tapo el micrófono de mi celular con una mano y agudizo los oídos. No es el estilo de ella y, aun así, no deja de intrigarme.
—Melania, te llamaré en unos minutos —le digo a mi interlocutora y corto la llamada sin esperar su respuesta.
—Brenda dijo que se le había ocurrido una idea, pero que tú no quisiste escucharla —expresa Sam.
¿Qué? Pero ¿cómo?
Me muevo hacia el salón principal y la música suena más nítida a medida que me voy acercando. Sobre el escenario, para mi sorpresa, veo a alguien a quien jamás habría esperado: Tadeo.
Mi novia está esperándome a unos metros.
—Ha estado practicando durante el verano —me comenta con ilusión—. Tal vez no sea perfecto, pero le gustan tanto sus músicas que se las sabe todas.
Le sonrío y asiento, consiguiendo que me sonría de vuelta mordiéndose el labio inferior con cierta timidez.
Sigo caminando hacia él, sin detenerme y analizando la manera en que ejecuta cada uno de los acordes de la guitarra roja de Eric. Mis amigos lo están examinando también, curiosos.
—Honestamente, no luce como un rockstar, pero podría lograrlo —escucho murmurar al pelirrojo.
—¿Bromeas? —Bruno sonríe con maldad—. Tiene menos estilo que los calzones de mi abuela. Si lo llevamos a la presentación es porque estamos tristemente jodidos.
¿Lo estamos? No lo sé.
Aun así, me meto entre ellos, depositando mis manos sobre el hombro de cada uno, y los atraigo hacia mí.
—Chicos, démosle la bienvenida al nuevo integrante de Musageta.
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¡Hola! ¿Les gusta el rumbo que está tomando la novela?
Algunas de ustedes estaban esperando que Shana venga a causar problemas en nuestra pareja principal, pero no se preocupen, de eso no faltará ;)
Espero que estén contentas con el nuevo miembro de la banda. ¿Creen que Tadeo pueda estar a la altura de Musageta y, sobre todo, de lo que Melania espera de ellos? Leo sus opiniones.
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