3. ¿Nuestra última esperanza?
Tadeo se queda con la boca abierta una vez que he terminado de explicarle mi idea. Se pone de pie y da tres vueltas en un pequeño círculo sobre el pasto a un costado de la cancha de fútbol del colegio.
—No, Brenda. No puedes pedirme que haga eso, ni siquiera por ti.
Entrecierro los ojos y me cruzo de brazos. He salido de la universidad en la única hora libre que tengo para venir a hablar con él ¿y me va a decir que no? —¿Hablas en serio? ¿Tengo que recordarte que el año pasado accedí a ser tu novia y lo hice solo por ti?
Sus mejillas se enrojecen al instante y mueve la cabeza de lado a lado, controlando que no nos haya oído ninguno de los alumnos que deambulan por el patio durante el receso, pero la distancia es suficiente para que no lo hagan.
—Esto es distinto...
—Te servirá a ti también —insisto—. ¡Vas a ser famoso!
—¿Qué te hace pensar que no lo arruinaré? ¡Sabes que soy un desastre! —los nervios hacen que abra de más su paquete de galletas y algunas van a dar al suelo—. ¿Y si me da un ataque de pánico en medio del escenario?
—¡Vamos, Tadeo! ¡No practicaste con la guitarra eléctrica durante todo el verano para nada!
—Sabes que solo lo hice por hobby... También la pintura y el teatro, pero eso no quiere decir que vaya a salir en una película.
Dejo escapar un suspiro, empezando a sentirme derrotada.
—Musageta te necesita... —agacho levemente mi rostro y lo miro a través de mis pestañas, fingiendo una tierna expresión.
Él se echa a reír.
—Lo que Musageta necesita es una chica para reemplazar a la que se fue —me toma de las manos y las aprieta con fuerza—. No a alguien como yo, por mucho que me gustaría ayudarlos.
—¿Alguien como tú? —repito, sin entender.
—Sí... Alguien torpe, sin estilo y...
—¡No te atrevas! —lo amenazo con la mirada—. ¡Nadie habla mal de mi mejor amigo, ni siquiera él mismo!
Suelta una risita y se resigna a dejar de autocriticarse injustamente.
Si tan solo tuviera más confianza en sí mismo...
Me retiro de vuelta a la universidad, frustrada y cansada de romperme la cabeza pensando en una forma de ayudar a Lucas. Me da pena verlo tan estresado desde que Vanesa salió del grupo, en especial porque siente que tiene que mostrarse optimista delante de los demás cargando con el peso de este problema él solo.
Ya en la tarde, toco a la puerta de la oficina de Gloria y espero que me autorice a entrar.
—Brenda, mi niña —me muestra su acostumbrada sonrisa—. ¿Necesitas algo?
Afortunadamente, las actividades en el Estudio Jurídico se han terminado por el día de hoy, así que no hay nadie con ella. Me siento en la silla que está apostada delante de su escritorio.
—Se trata de Lucas —comienzo a explicar y la veo modular una sonrisa pícara como cada vez que vengo a hablarle de mi novio—. Verás, tienen una presentación muy importante el viernes y resulta que Vanesa debe viajar y no podrá acompañarlos. De hecho, ella ha dejado el grupo y será imposible encontrar un reemplazo antes de ese día.
—Oh, vaya. Mi niño debe estar muy angustiado —comenta.
—¡No te imaginas cuánto! Se ha pasado hablando con conocidos del medio, pero nadie sabe de alguien que esté disponible. Está muy estresado y no sé qué hacer para ayudarlo a encontrar un reemplazo... —Dejo caer mis hombros, observándola con absoluto desconsuelo.
Ella se quita los lentes de lectura, inclina la cabeza y se toma unos segundos para pensar al respecto.
—Podrías hablar con Eric, tal vez él sepa de alguien —propone.
—Ellos ya han hablado con él sobre eso, contactaron con algunas personas, pero no han tenido mucha suerte —suelto un suspiro—. Lo único que podría hacer sería organizar unas audiciones y... ¡claro! —me pongo de pie de un salto—. ¡Repartiré afiches por todos lados! ¡Gloria, eres genial!
Bordeo su mesa y le planto un beso en la mejilla. Ella se echa a reír.
—Pero, fue tu idea.
—Da igual, Lucas se va a poner muy contento —tomo mi cartera y me muevo hasta la puerta—. ¡Nos vemos mañana, tengo mucho por hacer!
Se despide de mí con un movimiento de la mano y me dirijo a la salida, emocionada. Mis amigos ya no están, Samantha también se ha ido y sólo veo una luz debajo de la puerta del despacho principal. Mi suegro y el señor Burgos siempre son los últimos en retirarse.
Lo primero que hago al llegar a casa es buscar a Stacy para que me ayude. Una vez que ella acepta, llamo a Lucas y le comento lo que pretendo hacer. A Bruno, quien (desafortunadamente) se está quedando en su casa, le parece una mala idea. Enseguida replica que no encontraremos a alguien que se pueda aprender en pocos días todos los temas de Musageta.
—Es una lástima, ya que Stacy se ofreció a diseñar los afiches —comento, con un fingido tono apesadumbrado—. Se sentirá muy triste cuando le diga que rechazaste la idea...
—Hagan lo que les dé la gana —lo escucho responder en el altavoz.
¡Ja! Estoy segura de que aún no la ha olvidado.
—Gracias, amor —Lucas es quien habla ahora—. ¡Eres la mejor!
Siento que mis mejillas se enrojecen. Mi hermana, que estaba a un lado en silencio, sonríe y rueda los ojos.
—Tenemos que empezar o no terminaremos para mañana —me reclama, así que me despido de mi novio y le deseo buenas noches.
Stacy y yo pasamos las siguientes horas poniendo a punto todo lo que necesitaremos. Imprimimos una gran cantidad de afiches, muchos de los cuales llevaré a la universidad y los demás se encargarán de repartirlos en el colegio ella y Tadeo.
A la mañana siguiente, Sam me encuentra parada delante del tablero que está en el enorme pasillo que conduce a nuestra aula.
—¿Cuándo vas a aprender que no puedes combinar el color de tu cabello con una cinta tan clara? —se queja—. Para eso te regalé una roja: ¡Para que resalte!
Contengo la risa ante su reclamo.
—¿Y cuándo vas a dejar de decirme cómo me debo vestir?
—Cuando aprendas a hacerlo —se encoje de hombros y lleva la vista a lo que estoy haciendo—. "Estamos buscando talentos..." —recita.
—Ayudo a Musageta a encontrar un nuevo miembro para la banda, antes de que Lucas caiga en una crisis existencial —le explico.
—Oh, es verdad. Me ha contado lo que ocurrió con Vanesa... —ella empuja mi mano y retira el afiche para volver a acomodarlo, esta vez en una posición más centrada. Siempre corrige todo lo que hago—. Pienso que lo que en realidad le duele es perder la oportunidad de conocer a ese cantante que tanto le gusta.
Suelto una risa. —Estoy empezando a sospechar que está más enamorado de ese tal Oliver que de mí.
Entonces, la voz tan cínica de Lía se escucha cercana, interrumpiendo:
—Al menos tienes un novio, a diferencia de Samantha. Me enteré de que el tuyo nunca le hizo caso —deja escapar una risa maliciosa—. ¿Acaso podemos culparlo? Nadie se fijaría en ella.
No pierde la oportunidad de meterse con Sam.
Ella se aferra a mi brazo y parece querer esconderse detrás de mí, con disimulo.
—Brenda... —susurra en un ruego.
A pesar de lo cruel que puede llegar a ser con todo el mundo, nunca se atreve a enfrentar a Lía.
—Ya deja de molestarla —le contesto a la bruja, sin siquiera mirarla.
—Y tú deja de defenderla —ella se acerca por un lado e ingresa su mano por delante de mi rostro. Arranca de un tirón el afiche, lo arruga y lo echa al suelo—. Eso es lo que te pasa por ser amiga de esta perdedora.
Llevo los ojos al techo, intentando no perder la poca calma con la que fui dotada.
—¿Es eso lo mejor que puedes hacer, Lía? —la miro como si me diera lástima y ella frunce el ceño exageradamente.
—Lo vas a lamentar, las dos lo harán —amenaza, antes de retirarse.
Las horas siguientes transcurren con tranquilidad. Tadeo me envía fotos de todos los lugares en los que pegó los afiches. En el tablero de cada pasillo del colegio, en la cancha de fútbol, en la entrada principal e incluso en su aula. También me contó (con exagerada emoción) que Julio se acercó a preguntarle de qué se trataba, y que él se sorprendió tanto que se quedó sin habla y tuvo que alejarse, casi corriendo.
Es que su obsesión ha empeorado desde que no estoy en el colegio para hacerle compañía ya que ocupa la mayor parte de su tiempo en mirarlo. Además, pensar que es el último año en que va a poder verlo a diario lo está empezando a afectar.
Tendré que buscar, con urgencia, alguna manera de distraerlo.
Un problema a la vez, Brenda.
La fila de personas que esperan para entrar al bar Polzoni al momento de la audición, casi se asemeja a la que se forma los fines de semana. Los chicos están terminando de arreglar los detalles de la acústica, antes de que empiece a entrar la gente.
—Dale, dale, que ya quiero empezar —Francis los apura desde la entrada.
Me acerco a mi novio antes de que se ubique en su lugar, delante del escenario, y lo abrazo.
—¿Estás nervioso?
—Más bien, emocionado—. Me muestra una de sus hermosas sonrisas—. No puedo creer que hayas hecho esto por nosotros. Eres la mejor novia del mundo.
—Aun así, podrías cambiarla por una menos histérica —le propone Bruno al pasar a su lado y acomodarse en su asiento.
—¡Oh, vamos! Incluso tú me dijiste que esto es muy lindo de su parte —me defiende Lucas.
—¿Lindo? No creo haber usado esa palabra en toda mi vida. Tal vez dije "bueno" o "agradable".
Me arrimo a Lucas y beso su boca, ignorando al idiota de su amigo. Él me devuelve el gesto y nos mantenemos unos segundos así, sintiendo las caricias del otro.
—Ya debo ubicarme para iniciar —modula una expresión de disculpa y se aparta hasta sentarse al lado de los otros.
La primera chica hace su presentación. Tiene carisma, es agradable y se muestra entusiasmada, pero sus habilidades con la guitarra ni siquiera se asemejan a lo que ellos necesitan.
Pasa la segunda, quien está tan nerviosa que se tropieza sobre el escenario. No pierdo el tiempo y la ayudo a levantarse, pero la vergüenza que siente termina por arruinar su interpretación.
—De todos modos, no era tan buena —resalta Bruno una vez que se ha ido.
—Pero es bonita —replica el pelirrojo.
—¿Y? No te estamos buscando novia.
El otro suelta un bufido.
—Pues deberíamos buscarte una a ti. Haremos otra audición para ver quién te soporta.
Lucas le hace una seña a Tadeo, que está en la entrada, para que deje ingresar a alguien más.
Varias personas van pasando y ninguna consigue captar demasiado la atención de ellos. Algunas vinieron solo a probar suerte, otras pocas con la única intención de acercarse a alguno de los chicos y solo logran abultar la lista de contactos femeninos del pelirrojo.
Al menos una hora después, no hemos obtenido absolutamente nada y Lucas parece empezar a perder las esperanzas.
Afortunadamente, Stacy acaba de llegar y trajo bebidas gaseosas para animarlos un poco.
—La chica del cabello ondulado no lo hacía tan mal... —suelta Francis en el descanso.
—No, tiene que ser perfecta —Lucas es tajante—. No podemos arriesgarnos a perder esta oportunidad.
—No encontraremos a la chica perfecta y que, además, se pueda aprender las canciones en tres días —Bruno toma la palabra—. Estamos jodidos.
—Sí lo haremos, no seas pesimista.
—Soy realista, que no es lo mismo—. Este se dirige a Tadeo ahora—. ¿Cuántas personas dijiste que quedan ahí afuera?
—Unas veinte, tal vez.
—¿Lo ven? ¿Creen que entre tan poca gente podremos encontrar a alguien así?
Mi novio se pasea por el salón, con las manos hundidas entre sus cabellos. —Tiene que haber alguien.
Francis se bebe todo el contenido de su refresco, tira la lata a un lado y se acerca a Lucas. —Creo... Y lamento decir esto, pero creo... que Bruno tiene razón. Tal vez deberíamos empezar a pensar en otras opciones.
—¿Cómo cuáles?
—No sé... Llamar a esa mujer, Melania, y decirle que vamos a ser un trío de ahora en más.
Lucas exhala un bufido. —¿Y desilusionarla incluso antes de empezar? ¡Ni loco! Además, tendríamos que modificar el ritmo de las canciones... ¡Sería un caos!
—Está bien —acepta el otro—. Tendremos que escuchar a quienes quedan y cruzar los dedos.
Me fijo en Bruno. Está callado en un rincón y con los brazos cruzados, como si hubiera perdido toda esperanza ya. No dice nada, probablemente no tiene ganas de hacer un drama como el otro día. Se comporta como si todo le diera igual.
Tadeo me mira, esperando alguna reacción de mi parte, así que enredo mi brazo en el suyo y comienzo a llevarlo hasta la entrada, para dejar ingresar a los siguientes concursantes.
Salimos a la vereda y Tadeo toma de nuevo su libreta, para llamar el siguiente nombre. Entonces, una chica que se ha acercado por un costado de la fila, lo detiene.
—Espera —le dice, con un tono levemente autoritario—. Ustedes son los encargados, ¿no?
Mi mejor amigo me señala, dudoso. —Es ella.
—Quien sea, quiero que me dejen entrar ahora —ordena, clavando sus ojos en los míos.
Suelto un leve bufido y levanto más el mentón, para demostrarle que no soy ninguna miedosa.
—¿Disculpa? Tienes que formar la fila como todos los demás. Te llamaremos cuando sea tu turno.
Ella frunce los labios en una mueca arrogante. —Mira, no voy a esperar a que pase toda esta bola de novatos. ¿Acaso no sabes quién soy?
—Claro que lo sé —contesto, con burla—. Eres la desconocida que, si no quiere tener que esperar su turno para entrar, se va a ir.
Frunce el ceño y se cruza de brazos.
—Soy Shana —me mira como si debiese reconocerla y, como no lo hago, continúa—. Soy la ex integrante de Los Tiburones Rojos.
Levanto una ceja e inclino la cabeza, ni siquiera disimulo que no tengo idea de qué me está hablando.
—Tengo mucha más experiencia que cualquiera de los que está formando aquí —se muestra completamente ofendida por mi rechazo—. Pero tú, evidentemente, no reconoces a una estrella cuando la ves. Así que, si no me dejas entrar ahora mismo, me iré y perderán una gran oportunidad.
Levanto una mano y le hago una señal de despedida, sin sacarle los ojos de encima.
Nadie me va a decir qué hacer.
Ella voltea furiosa y comienza a alejarse. Es entonces cuando Tadeo estira la manga de mi blusa y me hace mirarlo. Está sosteniendo la pantalla de su celular directamente hacia mí.
—Brenda, lamento decirlo, pero... tiene razón. Estuvo dos años en esta banda que se separó hace solo unos meses. Según este artículo, es talentosa, MUY talentosa.
—Eso no quiere decir que pueda venir aquí a exigir nada —me defiendo.
Él se sacude la cabeza. —Canta, ejecuta la guitarra y tiene mejor presencia que cualquiera de los que están en la fila. No deberíamos dejarla ir.
—¿Y por eso vamos a dejar que nos pisotee?
—¡Vamos, deja de lado tu orgullo por un segundo! Si no lo haces por ti, hazlo por Lucas. Sabes que él necesita esto.
Aprieto los puños. Si los chicos se enteran de que dejé ir a alguien con esa experiencia...
—Iré a llamarla —anuncia mi amigo y, como no me opongo, se va corriendo tras ella.
Shana vuelve un segundo después, con Tadeo siguiéndole los pasos. Me muestra una mirada engreída cuando pasa a mi lado y cruza la puerta del bar. Llevo los ojos al cielo y ruego en mis adentros que podamos encontrar a alguien mejor.
Pero, no. Una vez que termina su presentación, todos quedan completamente encantados con ella.
Estas cosas solo me ocurren a mí.
Por pura cortesía, los chicos terminan una a una las demás presentaciones. Aunque no paran de decir, entre cada descanso, que Shana es exactamente lo que estaban buscando.
Y yo solo puedo oler problemas.
""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""
Sé que estoy muy desaparecida últimamente pero les aseguro que leo todos sus comentarios siempre y me motivan a seguir avanzando. Así que gracias como siempre por todo su apoyo. ❤
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top