28. Si todavía me quiere
Me despierto algo agotado, debido a la noche anterior. Eric me había pedido (con ganas) que fuera al bar a ayudarlo con la acústica para el grupo que tocó. Al comienzo, pensé que en realidad necesitaba mi ayuda, pero cuando el concierto inició y tanto él como Stacy prácticamente me forzaron a quedarme con ellos, supe que en realidad solo querían distraerme.
De hecho, en algún momento, Stacy había insinuado que la idea de sacarme del departamento había sido de su hermana. Y, sin embargo, a ella no la vi por el bar.
Brenda sigue preocupada por mí, a pesar de que me muestro más animado en estos días.
No hemos vuelto a hablar desde esa noche, aquella que se sintió como el mejor sueño que tuve en mucho tiempo.
No puedo dejar de preguntarme si aún siente algo por mí o todo eso fue producto de las ganas de confortar ese dolor tan fuerte que nos aqueja desde la partida de Gloria.
Por ahora solo me queda darle espacio y confiar en que este nuevo acercamiento que tuvimos será para bien.
Entro a darme un baño y luego me pongo la ropa de correr. Los domingos son mis días favoritos para hacerlo. Me ayuda a despejarme.
Encuentro a Bruno en la cocina, tomando un café con el pantalón de dormir todavía puesto. Son las nueve y media y los demás probablemente no despertarán hasta dentro de una hora, por lo menos.
Me refugio en el refrigerador buscando yogurt para no salir con el estómago vacío, y lo descargo en un cuenco al que le agrego cereales.
—¿Quieres ir a correr? —Le pregunto a mi mejor amigo, cuando me ubico frente a él, del otro lado de la mesada.
Él asiente y, al verlo a la cara, me fijo en que tiene un enorme moretón que le rodea el ojo y unas costras cubiertas de sangre seca en la frente y en el mentón, como si se hubiera visto envuelto en una pelea.
Con ver mi expresión ya sabe que le preguntaré al respecto, así que se adelanta.
—No es nada, solo tuve una pelea... No preguntes.
—¿Fue con esos tipos del barrio? ¿Fuiste a tu casa...? —Pregunto, ignorando su petición.
Recuerdo que la vez que su madre lo echó de su casa fue por pelearse con ellos, pero nunca me dijo quiénes son o cuál es su problema con él.
—¿Qué parte de "no preguntes" no te quedó claro? —Se queja, antes de beberse de un sorbo lo que quedaba de su desayuno.
—Lo siento, pero ya es la segunda vez que te encuentro así y quiero saber con quién tienes problemas —insisto—. Si necesitas ayuda con algo...
—No quiero hablar de eso, Lucas—. Agacha la cabeza, apartando la mirada—. Iré a cambiarme para trotar, si prometes que no volverás a tocar el tema.
Suelto un bufido y me rindo ante su mal genio.
Bruno puede ser insoportable cuando no le agrada que nos inmiscuyamos en sus asuntos.
—Como quieras, pero luego no me preguntes cómo me siento, porque no te lo diré.
—Ok, llorón —se burla y voltea para dirigirse hacia su habitación.
Está por llegar a esta, cuando la puerta se abre y me sorprende ver salir de ella a nada menos que Brenda. Como si fuera poco, ella le habla en un tono de voz bajo, pero perfectamente audible desde donde estoy.
—Bruno, ya me voy... Gracias por la playera, la dejé sobre tu cama.
Me quedo helado, mientras él la empuja adentro con rapidez, buscando impedir que la vea. Pero sabe que es tarde, se ataja la cabeza entre las dos manos al momento en que ella sale de nuevo de ahí. Bruno me está mirando ahora, como si no supiera qué decir y eso hace que Brenda lleve también la vista a mí. Sus claros ojos se agrandan al percibirme y lo mira de nuevo, esperando que él reaccione.
¿Qué se supone que hace ella en su habitación?
No sé qué hacer, decir o lo que sea.
—¿U-ustedes dos...? —Ni siquiera se me ocurre cómo preguntarlo. Dejo caer mis brazos a los costados, esperando que hablen y como no lo hacen, prosigo—. ¿Durmieron...? —El final de esa frase se queda atorado en mi garganta.
Bruno arquea una ceja y al instante frunce el ceño por completo.
—No lo puedo creer —me ataca—. Eres un estúpido.
¿Ni siquiera va a negar haberlo hecho?
—Lucas, no seas tonto —me pide Brenda, completamente avergonzada—. Bruno, explícale por favor.
Ella voltea y comienza a reclamarle, a pedirle que me hable y qué se yo, pero todo esto es demasiado, así que me voy de ahí. Los dejo discutiendo y me encierro en el ascensor. Podría romper el botón de tanta insistencia con la que lo aprieto, hasta que llego al estacionamiento subterráneo.
Pongo mi camioneta en marcha y busco salir de ahí cuanto antes. Lo primero que hago, apenas estoy sobre la avenida, es llamar a Oliver. Necesito hablar con alguien sobre esto y no se me ocurre nadie más que pueda aconsejarme. Una vez que me atiende, coloco el altavoz y le explico todos los detalles, tan rápido que no estoy seguro de que me haya entendido.
—Espera. Antes que nada, respira, Lucas —me contesta, con algo de gracia—. Lo que estás diciendo es que tu exnovia se quedó a dormir con tu mejor amigo y ninguno de los dos supo cómo explicar la situación.
—Sí, y no sé qué pensar...
Doblo en una esquina y detengo mi vehículo, porque me está superando el estrés.
—¡Pues es obvio! —Él se echa a reír—. No me vas a decir que aún lo estás dudando...
—¡Por supuesto que lo dudo! ¡Es que Bruno no me haría eso! Además, ellos no se llevan muy bien... No tiene sentido.
—Tiene todo el sentido, desde mi punto de vista. Tal vez llevan un tiempo haciéndolo a escondidas.
—¡No!
Me niego a pensar eso. Porque, si fuera cierto... ¿Desde cuándo? ¿Tiene algo que ver con que Brenda me haya dejado...?
No, no, no.
Ni siquiera puedo pensarlo.
Me agarro la cabeza y me recuesto por completo sobre el volante.
—Es que... a veces siento que Brenda todavía me quiere —expreso, recordando los besos que nos dimos la otra noche.
Él deja escapar una carcajada.
—¡Lucas, no seas tan inocente! Eso no significa que ella y Bruno no se estén dando sus buenos revolcones —asegura—. Y sé que enterarte es una mierda, pero tampoco es el fin del mundo. Créeme, pasé por algo similar.
—¿De verdad?
—¡Claro! Y por eso sé que lo mejor que puedes hacer es dar otro golpe igual de fuerte.
Suelto un largo suspiro y me aprieto los cabellos con fuerza.
—Oliver, no voy a tener nada con Stacy, ni con nadie. Eso sería absurdo.
—No te apresures. Mira... quiero que vengas ahora a donde estoy y te lo explicaré todo aquí. —No sé cuál sea su idea, pero me da mala espina. Él, sin embargo, no me da tiempo a negarme—. Te envío la ubicación —asegura, antes de cortar.
Me fijo en la pantalla y veo dos llamadas perdidas de Bruno, además de un mensaje, al que le doy clic.
"No tengo nada con Brenda, idiota. De solo pensarlo me entran náuseas."
Por un segundo, me siento un tonto al desconfiar, pero tampoco encuentro otra explicación para que haya dormido en su habitación. Y, como si fuera poco, él parecía preocupado de que yo la viera ahí.
Me abstengo de contestarle y manejo a la ubicación proporcionada. De todos modos, necesito despejarme de todo esto y pasar unos minutos con Oliver me vendrá bien. Me toma como veinte minutos llegar a una cafetería en la zona más concurrida de la capital. Él me está esperando dentro, junto a su novia, y ambos sonríen al verme.
—¿Cómo está la estrella de Musageta? —Saluda.
—Ya ni siquiera sé qué pensar —contesto, y eso lo hace reír.
Me siento en la silla que está delante de la suya. Hay un montón de comida, como si fuéramos el doble de personas. Una jarra grande de jugo, algunas frutas, panes de distintos tamaños, sándwiches y cosas dulces. Luego de no haber podido tomar ni siquiera un café, me apetece.
Ellos me invitan y empezamos a comer. Bueno, Oliver y yo. Cindy, su novia, no prueba más que un té de hierbas que tiene delante, acompañado de una variedad de frutas. Me imagino que será parte de su régimen, al ser una modelo muy cotizada.
Pronto comienzan a hablar de la noche que tuvieron en la fiesta de cumpleaños de un rapero famoso, y me siento muy cómodo con ellos. Al menos, hasta que Oliver mira su celular e interrumpe su relato.
—Melany ya llegó, necesitaremos una silla más.
¿Melania?
—¿Qué hace ella aquí? —Le pregunto, sin poder ocultar mi sorpresa.
Él parece entender que no me agrada la idea y esboza una sonrisa de lado.
—La necesito para explicarte eso que te dije por teléfono. ¿Te molesta que la haya hecho venir?
—No precisamente... es solo que... —Dudo un poco en decirle lo que pienso, porque sé que son cercarnos. Aunque, tal vez justamente por eso Oliver pueda saber qué demonios pasó por su cabeza en ese momento—. Verás, el otro día tuvimos una situación bastante incómoda... Me hizo una especie de... ¿caricia? Aquí en la nuca —le señalo el lugar.
Oliver se echa a reír a carcajadas.
—Ya, Lucas, en serio —comenta, entre risas—. ¿Estás diciendo que Melany fue cariñosa contigo?
Su reacción me hace sentir incluso más extraño, porque me demuestra eso que ya temía: Que ella no es así con nadie, ni siquiera con Oliver, a quien parece tenerle aprecio.
Mi mirada de perturbación parece delatarme, porque él deja de reír de inmediato y se muestra muy pensativo.
—Bueno, es normal —concluye, confundiéndome más. Incluso Cindy lo mira extrañada. No parece hacerle gracia que él considere "normal" que su Manager le demuestre afecto de esa manera—. Me refiero a que ella tiene un cariño distinto hacia ti. Es decir, hacia Musageta —se corrige rápidamente—. Ustedes son sus chicos, los adora.
Podría haberme dicho muchas mentiras que no habría dudado en tragarme, pero que Melania nos "adora" es lo más ilógico que pudo salir de su boca. Ella no ha dejado de presionarnos desde que está al mando y siempre nos hace sentir que no somos lo suficientemente buenos.
—Oliver... —Ni siquiera sé cómo decirle lo absurdo que eso suena. Y no lo hago, porque él me interrumpe antes.
—Ahí viene, así que déjame decirte una última cosa. —Sorpresivamente, coloca su mano sobre mi muñeca, como buscando captar toda mi atención—. Tú eres su favorito, créeme. Y es una mujer muy difícil, no esperes entenderla. Solo dale una oportunidad de acercarse a ti.
¿Acercarse? Ya está. Hoy se ha consagrado como el día más extraño de mi vida.
No entiendo absolutamente nada y ni siquiera son las once de la mañana.
Melania se aproxima en ese momento y se sienta en la silla que Oliver se ha levantado a acercar a mi lado.
—¿Qué hay? ¿Y la niña?
—Está llegando —le contesta Cindy—. Pero viene sin su representante. El tipo se debe estar recuperando de su resaca.
Los tres se echan a reír. Estoy por preguntar a quiénes se refieren, cuando mi celular sobre la mesa comienza a sonar. Una llamada de Brenda ha ingresado.
—Discúlpenme un momento —les pido, tomando el aparato y apartándome unos pasos. Me llevo el móvil a la oreja y la saludo—. Hola.
—Lucas... —Su voz, algo preocupada, me contesta—. ¿Hablaste con Bruno?
—No, aún no.
—Bueno... Solo quería aclararte que él durmió en la sala, no conmigo... —Se queda en silencio un segundo, probablemente analizando si estoy de buen humor o estoy molesto, luego prosigue—: No entiendo cómo pudiste pensar que habría algo entre nosotros. Sabes que ninguno de los dos te haría eso.
No lo dice como un regaño, se oye genuinamente afectada, como si no quisiera que dude ni un poco. Me hace sonreír pensar que se esfuerza por dejarme tranquilo.
—Gracias por decírmelo, Pulga.
La siento sonreír al otro lado y algo se remueve en mi interior. Entonces, la voz de Melania me llama la atención, al referirse a mí en voz alta.
—¡Lucas, ven! —Me dice desde la mesa y, al fijarme, veo que con ellos está una chica a la que no conozco—. ¡Solo te esperamos a ti!
Me despido de Brenda, muy a mi pesar. Su llamada es suficiente para dejarme tranquilo. Tal vez porque percibí sinceridad en sus palabras y, aunque no pueda entender la razón de que haya estado en la habitación de él, me imagino que Bruno me lo aclarará luego.
La chica que se encuentra al lado de Cindy luce como si tuviera mi edad. Es bastante linda. Su cabello oscuro cae en cascada sobre sus hombros y sus labios carnosos esbozan una sonrisa cuando me ve.
—Ella es mi hermana, Maia —la presenta la otra.
El parecido entre ambas es notorio, tanto en la forma de los ojos, como en la boca y la contextura física.
—Mucho gusto, soy Lucas.
Ella me pasa la mano en un gesto amable y le devuelvo el apretón, antes de ubicarme de nuevo en mi asiento.
—Bueno, ya que estamos todos, podemos empezar. —Oliver se lleva un pedazo de pan a la boca y se gira hacia Melania, antes de volver a hablar—. Explícales tú.
Ella lleva la vista a Maia y comienza:
—Lucas es vocalista y líder de Musageta, una banda de rock que mi agencia representa. Cabe decir que están pegando bien y serán teloneros en la gira de Whatever. —Entonces, voltea a mirarme y me habla—. Maia es modelo desde hace unos meses y está llamando mucho la atención de los medios, así como de varias marcas que la quieren en su catálogo. Algunos prevén que será la sensación en la próxima temporada.
Asiento. No entiendo a dónde quiere llegar con esto, pero empiezo a hacerme una idea y no me agrada para nada. No dudo en demostrárselo al ponerme más serio de lo que suelo estar.
Oliver la interrumpe, probablemente al notar que me está costando tenerle a esta mujer la paciencia que debería.
—Melania me comentó sobre el problema que Musageta está teniendo con el tema de los chismes en los medios. —Al terminar de recordarme eso, lleva la mirada hasta su cuñada—. Verás, Lucas le cantó una canción romántica a su exnovia en una presentación y los paparazzi no han parado de hablar de ello. Los fans también quieren averiguar quién es el interés romántico de su amor platónico —me señala al decir esto—, por lo que a nosotros dos se nos ocurrió que presentarlos como pareja será la mejor manera de acallar estos rumores.
—Sin mencionar que un noviazgo público entre dos estrellas en ascenso no solo alimentará a los medios, sino que será muy beneficioso para sus carreras —agrega Melania.
Suelto un suspiro que ni siquiera intento disimular.
—Esto es ridículo —me pongo de pie—. Creo que es mejor que me vaya, este día ya está resultando demasiado extraño como para agregarle algo más.
—Aquí te quedas, nene —me ordena ella, con ese tono autoritario que muestra siempre que empieza a molestarse.
Me estoy empezando a cansar de que se crea mi dueña o piense que puede venir a exigir algo en mi vida privada.
No pienso obedecerle, me muevo al menos dos pasos cuando escucho hablar a Oliver.
—Melany, déjame esto a mí. Si sigues siendo así con él, vas a arruinarlo todo.
Me alcanza en menos de dos segundos y me pone una mano en el hombro, haciendo que me detenga.
—Oye, la imagen de chico rebelde te queda genial, pero no con ella. No la hagas enojar.
—Me tiene harto —le aseguro.
—Lucas, piénsalo bien. Tú mismo me hablaste sobre lo que Brenda tiene con Bruno, ¿no te parece esta una buena forma de devolvérselo?
Demonios, ahora me arrepiento de habérselo contado.
—La verdad, no creo que haya algo entre ellos. De hecho, entre más lo pienso, más absurdo me parece. Incluso tan absurdo como un noviazgo arreglado con una modelo, solo para darle el gusto a mi manager.
—Melany sabe lo que es mejor para tu carrera —aprieta mi hombro, como buscando hacerme entrar en razón—. ¿Acaso todo lo que ha hecho siempre no ha sido en beneficio del grupo?
—Sí, pero...
Ahora que mi acercamiento a Brenda parece estar mejorando...
—Mira, tienes razón —me interrumpe de golpe, como si se le hubiera ocurrido algo nuevo—. No debes tener algo con Maia si no quieres. Una amistad entre ustedes también podría funcionar.
—Eso no tiene sentido.
—¿Por qué no la conoces y ahí decides? Si no te gusta, no tienes que forzarte a hacer nada. —Ni siquiera me permite negarme, porque me está llevando de nuevo hacia ellas—. Habla con ella unos minutos y, si no cambias de opinión, yo mismo le diré a la jefa que abortamos la misión. Entonces, no se enojará contigo, sino conmigo. ¿Trato hecho?
Nos detenemos delante de la mesa mientras intento tragarme la vergüenza y el malestar que esto me genera.
Maia no me gusta y tampoco me va a gustar. Estoy loco por Brenda. Sin embargo, tengo la palabra de Oliver. Le daré el gusto durante unos minutos y luego me voy, dejando que él sea quien lidie con Melania.
—Trato hecho —susurro.
Él me palmea la espalda tan fuerte como lo hace siempre y se dirige a las chicas, mientras yo me siento de nuevo.
—¿Qué les parece si nos vamos y dejamos que estos tortolitos se conozcan?
Las otras dos se levantan y Melania es incapaz de disimular su expresión de triunfo, cuando nos dejan solos.
Ya verá que se equivoca.
Maia me muestra una sonrisa genuina. No se ve siquiera la mitad de incómoda de lo que debo verme yo, luego de haber armado un drama y volver con el rabo entre las patas. Lo primero que hace cuando los demás se pierden por completo de vista, es tomar una medialuna cargada de crema y llevársela a la boca. La disfruta cerrando los ojos y con tantas ganas, que me saca una sonrisa.
—Al fin puedo darme el gusto ahora que no está mi hermana —expresa, mientras se limpia con los dedos la crema que le ha quedado en el labio superior—. Estoy empezando a cansarme de no poder comer lo que me da la gana.
—Y yo de que Melania me diga qué hacer...
Ella sonríe y me hace un guiño.
—Los mánager pueden ser un grano en el culo. El mío también es insoportable. —Se calla un momento, mientras hurga entre la comida buscando algo más y, una vez que encuentra un pan redondo cubierto de queso, prosigue—. Estoy segura de que le encantaría que empezáramos esa relación para darle un banquete a los medios.
—¿Y qué es lo que piensas tú?
Se encoje de hombros, mientras mastica.
—No sería tan tonta en fijarme en alguien que sigue enamorado de su ex. —Se detiene en mi expresión, enarca una sonrisa graciosa, y continúa—. Es obvio, por eso de la canción romántica. Si me lo preguntas, debió haber sido un momento muy bonito.
Llevo la mirada abajo, sin poder evitarlo.
—Para lo que ha servido... —expreso—. Brenda no quiere volver conmigo.
—Creí que a los chicos como tú nadie les podía romper el corazón.
Le pone las manos encima a su tercera masa, la cual es de chocolate esta vez.
—De eso no sé nada, lo cierto es que no tengo idea de qué es lo que le hizo dejarme.
No sé por qué me resulta sencillo hablarle a una desconocida. Probablemente por el hecho de que ella parece más interesada en la comida que en mí.
—Algo debió ocurrir entre ustedes, ¿se pelearon? —Pregunta, mientras le da un mordisco acaramelado a su masa y suelta un pequeño gemido de deleite, antes de seguir—. Nadie termina una relación por nada.
—Tuvimos unos cuantos problemas el año pasado, pero aprendimos a mejorar y, de hecho, estábamos en nuestro mejor momento cuando me dejó. —Me encojo de hombros, pero no dejo de demostrarle la frustración que esto me produce—. Y, lo más extraño de todo, es que ella sigue muy pendiente de mí, se preocupa por mi bienestar... Es todo tan contradictorio, porque hace poco me pidió que no la besara, pero luego de unos días, ella misma me besó.
—Eso suena a que está loca.
Dejo escapar una risita al recordar lo mucho que le molesta que se la llame así.
—Hoy, por ejemplo —continúo explicándole—, la encontré en una situación extraña y ella estaba preocupada por explicarme. Se supone que, si ya no me quiere, no debería importarle lo que piense, ¿no? —Me hace bien poder descargarme con alguien que ni siquiera parece estar prestándome atención—. Además, siempre me dice que soy demasiado importante para ella, pero no me queda claro en qué sentido.
—¿Te vas a comer eso? —Me interrumpe, señalando un sándwich de jamón y queso que tengo delante. Niego con la cabeza y ella lo toma entre sus manos—. Entonces, lo que quieres es averiguarlo —asegura—. Me refiero a que necesitas saber si lo que ella siente por ti es solo cariño o si todavía siente amor. ¿Es así?
—Pues... sí.
—Entonces, tengo una idea. —Se toma unos segundos para engullir el sándwich tan rápido como puede y yo me pregunto cómo diablos consigue ser tan delgada, comiendo de esa manera. Una vez que termina, se pasa una servilleta por la boca y se agacha un poco, poniendo al fin su completa atención en mí—. ¿Qué te parece si le damos rienda a ese romance que nos propusieron? No me refiero a que ocurra algo entre nosotros. Simplemente tenemos que fingir y hacérselo creer a los demás.
Me rasco la cabeza, sin saber qué relación tiene eso con todo lo que le dije antes.
—¿Qué ganaríamos con eso?
—Desviar a los medios, impulsar nuestras carreras como ellos lo dijeron y hacer felices a nuestros managers —asegura, confiada—. Y tú podrás saber si Brenda todavía te quiere.
Niego con la cabeza.
—Ya intenté estar con otra chica hace un tiempo y no funcionó. Brenda sabe que estoy muerto por ella.
—¿Es celosa?
—Sí, lo es —admito, recordando tantas veces en las que no le encantó verme cerca de otras—. Es solo que enseguida se percató de que yo estaba con Lía para molestarla...
Ella se echa a reír y se ataja la cabeza, negando con gracia.
—Lo haremos mejor esta vez —propone—. Mira, lo primero que harás será asegurarte de que ella sepa que nuestra relación es una farsa.
—¿Cómo? —La interrumpo, haciendo un gesto de mofa—. Entonces, no se pondrá celosa.
—Al comienzo no, pero será justamente eso lo que hará que comience a dudar cuando nos vea acercarnos. Será mucho más convincente que piense que algo está empezando a "surgir" entre nosotros, a que se crea el cuento de que la has olvidado de golpe.
Explica su idea y luego se dedica a beber jugo mientras me deja pensando.
¿Podría funcionar?
Podría.
—Bien... Hagámoslo —me rindo ante esta inminente relación falsa que, espero, me traiga al menos algo bueno.
Ella enarca una sonrisa de lado, mordiendo su pajilla con gracia.
—Te aseguro que en un mes más, la tendrás comiendo de tu mano. Si no, dejaré de llamarme Maia Preston.
Me echo a reír. La verdad es que ella me agrada mucho y estoy seguro de que eso hará que esto se perciba más genuino, a pesar de ser una completa mentira.
Ahora, la pregunta es si Brenda se lo creerá. Lo cierto es que, si lo hace, al fin podré saber si todavía me quiere o simplemente siente cariño hacia mí.
Pensarlo me revuelve el estómago y, a la vez, me llena de ansias.
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Como les dije antes, este capítulo me emociona. No por el capítulo en sí, sino por lo que trae consigo en los siguientes. Bueno, los que le siguen a los siguientes, porque en los próximos dos volveremos a centrarnos en la relación de Stacy y Bruno. Se vienen muchos sentimientos entre estos dos.
Espero que les haya gustado. ¡Les mando besos!
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