19. Si te duele, te aguantas

Me despierto con un mensaje de Stacy, como cada día de esta semana. A veces solo me desea una buena jornada, y otras como hoy, me envía una foto con el cabello suelto y sus ojos claros mirando directamente a la cámara, logrando que la desee cada segundo más.

Me vuelve loco y siento que por fin puedo dejar de ocultarlo.

Le envío un audio pidiéndole que nos veamos en la noche, pero me recuerda que tiene práctica con el grupo de danza. Mañana se llevará a cabo una presentación muy grande y ella aseguró que no es necesario que vaya a verla, pero le escribí a Brenda para que me pase todos los datos de horario y lugar, así puedo darle una sorpresa.

Ya en la tarde, Lucas se mete a mi cuarto y se deja caer en mi cama, donde estoy sentado con la notebook en el regazo.

—¿Rosas? —Pregunta, confundido, al notar que estoy dentro de la página web de la florería.

—Estoy encargando un ramo para la presentación de Stacy.

Él sonríe ampliamente y se acomoda mejor para mirar.

—¿Eso quiere decir que han vuelto a ser novios?

Brenda me hizo la misma pregunta el otro día, estos dos tontos piensan igual.

—Aún no se lo he pedido —le aclaro—. Y sabes cómo es Stacy, no lo asumirá hasta que lo haga.

—¿Y qué estás esperando?

Dejo caer la cabeza sobre la cama, soltando un suspiro y, al cabo de unos segundos, la levanto de nuevo, animándome a responderle:

—No tengo una puta idea de cómo hacerlo.

Lucas suelta un bufido y arruga las cejas, sin comprender.

—¿De qué hablas?

—El año pasado, recuerdo que ella había usado la clásica pregunta de "qué somos" y, como entendí enseguida que eso era lo que quería oír y a mí me daba igual, le contesté "novios" —le explico—. Así que nunca se lo he pedido formalmente a una chica y no sé qué es lo que debería decir o hacer... O...

Me callo al notar que mi mejor amigo se está aguantando la risa.

—Entonces, quieres que sea especial y no sabes cómo encarar la situación —deduce.

Me encojo de hombros fingiendo indiferencia, porque conozco a Lucas y sé que va a agrandar esto.

—No es que yo quiera que sea especial, es que ella se lo merece, y no sé quién podría ayudarme con eso...

—¿Cómo que no? ¿Para qué está tu mejor amigo? —Se señala a sí mismo con ambas manos, algo ofendido.

—Lucas, estoy seguro de que le pediste a Brenda que sea tu novia en una playa con fuegos artificiales, serenata y caniches bailarines, pero a mí esas cursilerías no me van.

—Te equivocas —se cruza de brazos—. No hubo nada de eso y tampoco fue planeado, sino algo espontáneo. ¿Fue dulce? Sí, tal vez... y romántico... Ella se puso muy contenta... —Su pecho parece desinflarse al recordarlo—. Fue increíble —finaliza dolido y se deja caer hacia atrás, agarrándose la cabeza.

Y después niega seguir loco por ella.

Lo ignoro y continúo el pago a la florería, mientras él medita.

—Comprarle flores para su presentación ya me parece exagerado —le comento—, lo hago solo porque sé que le van a gustar.

—¡Tengo una idea! —Se incorpora, emocionado—. Invítala a salir el fin de semana y llévala a cenar a un bonito restaurante, haz que decoren la mesa con velas y vino, puedes pedírselo luego de comer.

—Eso suena a que le estuviera proponiendo matrimonio —me burlo.

Se lleva la mano a la barbilla, analizándolo, y no tarda en volver a hablar.

—Entonces, ¿qué te parece si averiguas sobre algún concierto de uno de sus ídolos y se lo pides ahí?

—Si voy a ver en vivo a las bandas ridículas que le gustan a ella, me voy a terminar matando antes de pedirle nada.

—¿Y después de su presentación de ballet?

—Va a estar toda su familia. —Se rasca la cabeza, pensativo. Se está tomando esto tan enserio como podría esperar de él—. ¿Cómo piensas pedírselo a Lía? —Pregunto, por pura curiosidad.

—No se lo voy a pedir... —se remueve en la cama, incómodo—. De hecho, anoche le puse un fin a eso.

—Pff, no me sorprende.

Asiente. No parece feliz ni triste con esa noticia y vuelvo a confirmar que ella le da reverendamente igual.

—Con todo lo de Gloria, tengo demasiado en la cabeza como para cargarme con algo más.

—En pocas palabras, te sacaste un peso de encima —lo resumo.

Él sonríe y se encoje de hombros, con vergüenza.

—Ya sé que ahora es cuando me echas en cara que tenías razón sobre que ella no me gusta ni un poco.

Me largo a reír. La verdad es que me da igual tener la razón, me conformo con que esté siendo un poco más sincero consigo mismo.

—No voy a decirte eso, pero sí voy a resaltar el hecho de que se está formando en tu historial una lista de chicas insoportables: Samantha, Brenda, Lía... Estoy empezando a ver un patrón.

—Eso no es gracioso —se queja, a pesar de que él también ríe.

—Por supuesto que no, es probable que necesites terapia. Tal vez se trate de algún trauma de tu infancia.

Toma una almohada y me la tira contra la cabeza.

—¿Sabes qué sería realmente gracioso? —Contraataca—. Que prepares esa petición tan romántica y, aun así, Stacy te rechace.

Los dos continuamos riendo a pesar de que, en el fondo, su broma me desbloquea un temor que no estaba ahí antes.

Nos callamos al pasar unos segundos y él se queda muy pensativo. Cierro la web de la florería y pongo algo de música, antes de girar hacia su lado y notar en su expresión que hay algo de lo que quiere hablarme. Me quedo ahí, esperando que lo haga y enseguida toma valor:

—Gloria cree que Brenda aún siente algo por mí y que debería besarla para comprobarlo.

Pues no creo que se esté equivocando.

—¿Y qué piensas tú? —Le pregunto.

—Que si lo hiciera no me habría dejado...

Tiene un buen punto. Aunque, tomando en cuenta el posible desequilibrio mental de Brenda, cualquier cosa es posible.

Lucas se mantiene ahí, esperando que le dé mi opinión y, a decir verdad, no sé qué responder. Si le digo que yo también pienso que Brenda todavía está muerta por él, le estaría cargando con una duda que solo le traería confusión. Por el contrario, si le miento diciendo que no creo que ella sienta nada, le haría daño y le quitaría la oportunidad de volver a intentarlo.

¡A la mierda! ¡Si no nos arriesgamos, nunca lo sabremos!

—Inténtalo —propongo, buscando dejar de pensarlo demasiado—. Dale ese beso y ve cómo reacciona. Yo también se lo pediré a Stacy, aunque pueda rechazarme.

Él se rasca la cabeza. A pesar de mi optimismo, no parece que lo haya convencido ni un poco. Entonces, Tadeo entra en mi habitación, interrumpiéndonos.

—¡Chicos, voy a hacerme un tatuaje!

Ambos giramos a verlo y levantamos una ceja al unísono. Lucas es el primero en responderle, por suerte, porque no sabría cómo decirle la pésima idea que eso me parece, sabiendo lo miedoso que es.

—Genial, ¿qué tienes pensado?

—N-no lo sé. —Empieza a tartamudear como siempre—. Estaba pensando que debería ser algo chiquito. Tal vez un sol o una estrella... O uno relacionado a la música, una nota musical o algo así.

—Mejor un conejo o un corazón —bromeo, pero ninguno de los dos se ríe. Lucas me mira mal, antes de volverse de nuevo hacia él.

—Ya sé, podrías hacerte el logo de Musageta en la espalda, como tenemos nosotros.

Tadeo pone cara de miedo.

—No estoy seguro de eso...

—¿Por qué no? —Mi mejor amigo se emociona como un tonto—. ¡De esa forma los cuatro compartiríamos el mismo tatuaje! Vane nunca quiso hacérselo.

Lucas no para de sonreír ante esa idea y el otro me mira como si buscara ayuda.

—El logo de Musageta me parece perfecto —apoyo, con maldad.

—Ch-chicos... Es que... me da un poquito de miedo que sea algo tan... grande. ¿Y si me duele?

Sabía que iba a salir con una estupidez como esa, así que lo presiono.

—Si te duele, te aguantas.

Ahora es a Lucas a quien mira pidiendo auxilio.

—No te va a doler. —El otro intenta consolarlo, pero la cara de Tadeo me dice que no está surtiendo efecto—. Y, si llegara a hacerlo... pues, como dijo Bruno, te aguantas —se encoge de hombros.

Me echo a reír porque podría jurar que esas palabras le hicieron mearse en los pantalones. Si se pone así de solo pensarlo, en el momento de hacerse el tatuaje se va a desmayar.

—¿Saben qué? Creo que no fue una buena idea —intenta retractarse, pero es tarde porque la emoción que Lucas tiene encima no se la va a sacar nadie.

—¡Oh, vamos, Tadeo! ¡No seas tonto! —Le ruega este. Lo abraza de un lado y lo atrae hacia él—. Vas a estar bien, yo te acompañaré a hacerlo.

—Vas a tener que tomarlo de la mano —me burlo.

¿En serio? ¿Tadeo haciéndose un tatuaje? ¡Pagaría por ver eso!

El teatro en el que se hace la presentación de ballet es bastante grande y lujoso. La gente se mueve en masa buscando donde ubicarse y no tardo en divisar a la familia de Stacy: Su madre, Eric y su hermana están sentados en la segunda fila de asientos, así que camino un poco hasta llegar a ellos. Hay un lugar vacío al lado de Brenda y le toco el hombro, antes de susurrarle un saludo.

—Hola, pulgosa, ¿está ocupado?

Ella voltea a verme y entrecierra los ojos.

—Es para ti, tonto.

¿Qué? Ni siquiera le aseguré que vendría, solo le pregunté los detalles.

—Gracias —le digo y me siento.

Aunque me escucha, no me contesta. Se está fijando en el ramo que traigo y sus ojos adquirieron cierto brillo.

No se burla de mí y me ha guardado un sitio a su lado, esto va mejor de lo que pensaba.

Saludo a su madre y a Eric, quien me mira con curiosidad.

—Bruno, qué sorpresa, no esperaba verte a ti... es decir, verte aquí —se corrige y le lanza a Brenda una mirada como que no entiende nada. Ella le da un disimulado toque con su codo y él se abstiene de decir algo más.

¿Qué diablos ha sido eso?

Las luces se apagan y las pocas que quedan prendidas alumbran únicamente al escenario. La gente comienza a aplaudir cuando las bailarinas hacen su aparición acompañadas de una música clásica.

No tardo en notar a Stacy entre quienes están en los primeros lugares. El año pasado evitaba venir a sus presentaciones cada vez que podía zafar con alguna excusa. La verdad es que siempre me ha gustado verla en mallas, aunque antes solo me enfocaba en la manera en que la tela se ajustaba sobre cada una de sus curvas. Ahora, sin embargo, soy capaz de percibir la pasión y el empeño que le pone a esto, además de la delicadeza con que lo hace. Sus movimientos son tan sutiles y calculados que enseguida me atrapan. Es tan cautivante que me pierdo un buen rato solo en ella, me importan un bledo las demás.

En la siguiente pieza ella no hace aparición y Brenda aprovecha para hablarme:

—Stacy se va a poner muy contenta cuando te vea —expresa—. Le va a sorprender que hayas venido.

—No estoy seguro de que le agrade del todo —suelto y me remuevo con incomodidad. Ni siquiera sé por qué estoy hablando con su hermana de esto—. A pesar de que ella dice que está todo bien entre nosotros, la noto un poco extraña.

No es la misma que estaba feliz de volver a estar en mis brazos esa noche en el bar. Después de eso, hemos hablado y nos hemos besado, pero nuestras conversaciones son vacías, como si hubiera dejado de importarle.

Brenda me muestra una mirada triste.

—Ya te lo he dicho, Bruno, tienes que dejar de equivocarte, porque cada vez que lo haces, la pierdes un poco más.

—Por eso estoy aquí —aclaro.

—Lo sé —ella pone su mano en mi antebrazo y me da un apretón. Se fija en mi expresión de pena y sonríe con cierto orgullo—. El año pasado, jamás te habrías sentado aquí ni estarías tan pendiente. Desde mi punto de vista, has mejorado bastante. No te rindas.

—A veces temo que no sea suficiente, teniendo en cuenta que ella también ha cambiado demasiado.

Ella suelta un suspiro.

—Sí, lo ha hecho —expresa. Parece que se ha limitado a contestar solo eso, pero entonces deja escapar algo más—: Y está empezando a preocuparme.

Me fijo en su mirada y veo en ella mucha inquietud. Entonces, encuentra sus ojos con los míos y fuerza una sonrisa, intentando disimular.

Antes de que pueda preguntarle al respecto, un mensaje llega a su celular, que se encuentra sobre su regazo, y los dos agachamos la cabeza al mismo tiempo. Me quedo helado al ver la frase que aparece en la miniatura: "Muñeca, quiero verte hoy". Brenda mueve su mano y voltea el aparato con tanta rapidez que no consigo ver el nombre del remitente.

¿Está saliendo con alguien? ¡Lucas se muere!

Ella levanta el rostro y debe haberse percatado de mi expresión de sorpresa, porque parece estar buscando una manera de explicarse.

—Bruno... eh...

—Estás saliendo con alguien —suelto y ha sonado como un reclamo.

Sus ojos se agrandan y se toma unos segundos sin ser capaz de hablar. Se muere de vergüenza y a la vez se nota que quiere desaparecer. Clava la vista en el teatro y entonces suspira, resignada.

—Sí, eso es —su mano se aprieta a su frente y se desliza hacia abajo—. Solo... hazme un favor y no se lo...

—No me pidas que no se lo cuente a Lucas —la interrumpo.

—Por favor, solo dame hasta mañana. —Sus ojos me lo suplican con tanta urgencia que por un segundo siento pena por ella.

Esto no es algo que me pueda guardar, mucho menos después de que él haya terminado las cosas con Lía pensando en ella.

—¿Por qué te importa tanto?

Si está viendo a alguien más, por qué se preocupa por lo que piense Lucas.

—Escúchame, esto no se trata de Lucas y de mí —me mira y luego al escenario—. No te pido nada más que un día, Bruno.

No entiendo nada.

La tercera pieza ha iniciado y vuelvo a ver a mi rubia en escena, así que me concentro en ella. Ni Brenda ni yo volvemos a hablarle al otro hasta que la función termina y pasamos a la entrada, donde todos están recibiendo a los bailarines.

Stacy llega minutos después y me ve desde una distancia de unos cinco metros. Su expresión no es de completa felicidad, como su hermana había dicho, también siente algo de vergüenza y desconcierto.

Su familia la felicita primero y luego lo hago yo, pasándole el ramo, que sostiene con ilusión.

—Bruno, me sorprende verte aquí.

—No me lo perdería.

Me acerco para besar su boca, pero me evade sin disimulo, con las mejillas rojas.

—Se te va a quedar mi labial —se excusa, señalando sus labios con la mano que le queda libre. Entonces comienza a caminar hacia la salida, sin darme la oportunidad de decirle que me da igual y quiero besarla de todos modos.

Los cinco salimos a la calle y caminamos hasta el vehículo de Eric, donde su familia se despide de mí y se acomoda adentro. Ella y yo nos quedamos algo apartados, así que tomo sus manos, antes de hablarle.

—Quiero verte de nuevo mañana. Déjame buscarte del colegio.

—No puedo, voy a salir con unas amigas.

—Entonces iré a tu casa a la noche —insisto—. Hay algo importante que debo hablar contigo.

—Bruno, si es sobre lo del bar...

—No —niego con fuerza, acercándome un paso más hacia ella—. Ya me dijiste que no quieres escuchar mi versión. Se trata de otra cosa.

—Lo dudo, pero te avisaré. —Antes de que pueda quejarme por su desinterés, se arrima a mi boca y me da un largo beso. Entonces se aparta—. Que duermas bien.

No parece que mi petición le haya entusiasmado demasiado.

—Nos vemos —me despido, resignado.

Lo más probable es que continúe molesta debido a lo ocurrido la noche del bar. Lo peor de todo es que no me sirvió de nada seguir a Yvanna y esperarla durante horas afuera de ese boliche de mala muerte, porque no volvió a salir y me fue imposible colarme en el área exclusiva a la que habían ingresado. Además, no importa cuántas noches he regresado a ese lugar para buscarla, no la volví a ver.

No puedo dejar de estar preocupado por ella. En especial porque sé la clase de sitio que es ese y no entiendo qué demonios se fue a hacer ahí.

No voy a descansar hasta encontrarla y averiguar en qué está metida.

Stacy se muestra igual de evasiva al día siguiente. Cuando le recuerdo que tenemos un encuentro pendiente, me propone dejarlo para el día siguiente.

Llego al departamento a la tarde, luego de la universidad y me encuentro con Lucas en el estacionamiento del edificio.

—¡Bruno! —baja de su camioneta y se acerca a mí, cargado de energía—. ¡Voy a hacerlo!

—¿Hacer qué?

Continúo el paso, mientras él se ubica a mi lado, siguiéndome el ritmo.

—Lo que dijo Gloria —se explica, sonriente—. Voy a besar a Brenda.

¿Qué? Mierda.

—¡No! —Dejo escapar, consiguiendo que me mire con confusión, así que expreso lo primero que se me ocurre—. No creo que sea una buena idea.

Mi cambio de opinión con respecto al día anterior le extraña y sonríe de forma irónica.

—Si fuiste tú quien me dijo que lo haga, y tienes razón —agrega—, si no me arriesgo, nunca lo sabré.

Me quedo con la boca abierta, incapaz de continuar. Parece interpretar mi silencio como aprobación, porque me palmea el hombro antes de apretar el botón para llamar al ascensor.

¡Demonios! Esto es mi culpa, irá a besarla, ella lo rechazará y sufrirá una humillación terrible.

Él ingresa apenas se abren las puertas de metal y, una vez adentro, me hace una seña para que me mueva. Lo sigo dentro, con los nervios azotándome por no saber cómo reparar esta situación. Brenda me pidió que le dé un día, pero no tengo idea de qué es lo que pretende y no puedo dejar que él se lance al vacío sin paracaídas porque el resultado será catastrófico.

Me recuesto contra el espejo mientras subimos, dejo caer mi cabeza hacia atrás, cierro los ojos y suelto un suspiro.

No hay manera correcta de decirle esto. Sea como sea, lo lastimaré, así que simplemente dejo que las palabras se escapen de mi boca:

—Brenda está saliendo con alguien.

No abro los ojos para ahorrarle la vergüenza de ver su reacción. No necesito hacerlo para saber que esto lo ha golpeado.

—¿Estás... seguro? —Su susurro sale roto.

Asiento con firmeza.

Mejor que le duela ahora a que vaya a pasar la vergüenza de su vida.

—Lo vi anoche en su celular.

El ascensor se detiene en nuestro piso y lo siento impulsarse hacia afuera. Abro los ojos y salgo a su ritmo, pero al instante entiendo que no se está yendo a nuestro departamento. Se mueve con furia hacia la puerta del vecino.

—¿Qué haces?

—Voy a matarlo.

—¿A Diego? —Me adelanto y lo sostengo del brazo, antes de que haga alguna idiotez—. Te aseguro que no es él.

—¿Cuántos tipos más conoces que podrían estar saliendo con ella?

Se suelta de mi agarre y continúa, hasta detenerse delante de la entrada de su departamento.

—Él no le escribiría de la manera en que el otro lo hizo. —Mis palabras consiguen que su mano se detenga a punto de estrellarse contra la madera. Gira el rostro con lentitud hacia mí.

—¿De qué manera?

—Le dijo "muñeca" —llevo las manos a mis bolsillos, asumiendo que he dejado claro mi punto, y eso parece. Lucas deja caer los hombros, perdiendo toda la rabia que tenía. Voltea su cuerpo entero, lo recuesta contra la puerta y deja escapar un suspiro que parece haberse llevado su vida.

—Esto es una mierda —se queja.

Sus ojos se han enrojecido, pero no me da tiempo a consolarlo, camina hasta la entrada a nuestro departamento mientras saca de sus pantalones la llave. Está tan frustrado que la deja caer al suelo y tiene que agacharse a recogerla.

—¿Qué vas a hacer? —Le pregunto.

—¿Yo? Nada —contesta, desanimado, mientras abre la cerradura—. Pero tú deberías ir a buscar a Stacy y pedirle de una vez que sea tu novia. No vayas a perderla.

—Pero... y si...

—¿Si qué? —Me interrumpe.

—Si me rechaza —exteriorizo al fin mi temor.

Él se encoje de hombros.

—Tú mismo lo dijiste: Si te duele, te aguantas.

Tiene razón. Estoy dando vueltas con esto, por miedo.

Ingreso a comprobar que ella no esté en el departamento, ya que suele estar con Tadeo entre semana. Incluso entro a la habitación de él, pero me dice que no vino hoy y que tampoco vendrá.

Me doy un baño largo, esperando que eso apacigüe mis nervios.

Quería hacerlo perfecto, que sea un momento lindo para ella, pero no puedo seguir posponiéndolo.

Me pongo unos jeans, unos tenis y una camisa clara, que sé que a ella le gusta, y salgo para su casa. Sé que dijo que esta noche estará ocupada, así que lo haré rápido, sin pensar demasiado.

La música fuerte que pongo, al punto de calarme los oídos, me distrae durante todo el trayecto y me ayuda a hacer a un lado lo que podría pasar. No le escribo a avisar que iré, no quiero que vuelva a bajarme los ánimos con sus insinuaciones.

La oscuridad de la noche no me impide vislumbrar desde una distancia de más de una cuadra al vehículo que está estacionado afuera de la casa de Eric y, recostado contra este, a un tipo de mi edad, probablemente.

Detengo mi auto al menos tres casas antes y apago las luces. Lo más probable es que se trate del sujeto que está saliendo con Brenda y preferiría que ella no se entere de que estoy aquí.

Me quedo observándolo con recelo. Está fumando un cigarrillo y se pasea por el jardín delantero como aburrido. Se nota que lleva varios minutos esperando porque no tarda en tirar al suelo lo que resta de su colilla y pisarla.

La puerta principal se abre y, por instinto, me agacho un poco más para evitar que me vean. Me pierdo de la escena por un segundo, hasta que subo con cuidado mi cabeza, dejando mis ojos un poco por encima del tablero, lo suficiente para ver cuando ella se aprieta a su cuerpo y lo saluda.

Me acomodo mejor y me percato de cómo comienzan a darse un beso de lo más fogoso. Pero eso no es lo único que noto, antes de quedarme helado. La chica que está con él no es Brenda, es Stacy.

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Veamos cómo toma Bruno la noticia y de qué manera afectará su relación.

En el capítulo siguiente vamos a tener una narradora nueva. ¿Adivinan quién será? Les voy a dejar adelanto en el grupo de Facebook en estos días.

Les deseo muy feliz navidad a todos, que pasen rodeados de amor y el cariño de sus familias.

A Instagram subí un video saludo con muchos autores de Wattpad, si no lo vieron, pasen por ahí porque lo hicimos con mucho cariño.

¡Un abrazo grande!

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