16. Su guerra: mi problema

Estoy recostada contra la vacía barra del bar, haciéndole compañía a Eric mientras los carpinteros trabajan en las refacciones. Él está comiendo la cena que mamá le envió, mientras yo me escribo con Samantha, quien está organizando su fiesta de cumpleaños y me pide consejos que luego ignora para decidirse a hacer totalmente lo contrario.

—Uff, esa mujer es genial —deja escapar mi padrastro, observando algo en su celular. Le lanzo una mirada acusadora y lo entiende de inmediato, porque no duda en explicarse—. No lo malinterpretes, no estoy mirando a ninguna mujer, solo tengo ojos para tu madre —suelta una risa nerviosa—. Lo que quise decir es que Melania hace un trabajo perfecto. Me refiero a la mánager de Musageta...

—Sé quién es —lo interrumpo.

—Bueno, Lucas me acaba de enviar los cambios que le hizo a "Como un loco" y están sublimes. Es decir, ya es una canción increíble, pero ella le ha dado un toque que jamás se me habría ocurrido.

Él coloca su celular al alcance de mi vista y me fijo en la nueva partitura. Poco o nada entiendo de música, pero sonrío al ver los mensajes de alegría que Lucas le escribió, emocionado por los cambios.

Todo mi interior se derrite y Eric parece notarlo.

—Me enteré de que está saliendo con una chica —comenta. En su voz se siente incluso más dolor del que podría haber utilizado yo misma.

Asiento, forzándome a mantener la sonrisa.

—Me parece bien que esté feliz.

Él inclina la cabeza, pensativo.

—No estoy seguro de que ese sea el caso, ¿sabes? Es más fácil fingir felicidad que sentirla. —Lucas es tan transparente que incluso Eric ha notado que no siente nada por Lía—. Y no estaría diciéndote esto —continúa—, si no estuviera seguro de que tú también la estás fingiendo.

—Eric... —Agacho la cabeza, ocultando mi pena.

—Lo siento, no quiero meterme en tu relación. Es solo que Lucas es uno de esos chicos que no se consigue fácilmente y ustedes dos siempre fueron... —Suspira y se queda callado.

—Tu pareja favorita, lo sé. —Finalizo.

Me sonríe con melancolía y deja el resto de su comida a un lado. Yo aparto su celular y recuesto mi cabeza sobre mis palmas abiertas.

—Hablar contigo y con tu hermana sobre chicos no es nada sencillo. —Él se pone de pie y estira sus brazos hacia arriba—. Ese Ricardo, por ejemplo, no me pareció el mejor partido, pero no sé cómo decírselo a Stacy.

—¿Ricardo? —repito, sin entender.

—Un chico con el que fue al cine el otro día.

—¿No querrás decir Marcelo? —Pregunto, recordando al que estuvo con ella en la Academia en el verano.

Él niega, enfatizando con sus palabras.

—Estoy seguro de que me dijo que se llama Ricardo.

Sabía que Stacy fue al cine la semana pasada, pero por algún motivo asumí que iría con sus amigas. Ella no me aclaró que se trataba de una cita y mucho menos me habló de un tal Ricardo. Apenas vuelvo a casa, la busco para averiguar más al respecto.

—¿Cómo va tu vida amorosa? —Suelto la pregunta sin disimulo, sin siquiera prepararla.

Ella está en la sala, practicando unos pasos de ballet porque dentro de poco tiene una presentación. Se incorpora al escucharme y gira para verme.

—Complicada —contesta.

Se acerca a su botellita rosada y toma agua, sin intención de decir nada más, pero no me dejo contener por eso.

—¿Acaso esa complicación se llama Ricardo? —Disparo.

—No, pero ¿cómo sabes sobre él?

—Creí que habíamos quedado en que hablaríamos de este tipo de cosas —me quejo, desviando su pregunta para no delatar a Eric.

Me cruzo de brazos y me siento en el sofá, fingiendo indignación. Ella se echa a reír de mi mala actuación y se sienta a mi lado.

—Solo cuando se trata de chicos importantes, y Ricardo no lo es —aclara—. Es compañero de Tadeo, seguro lo has visto alguna vez. Y con él no pasa nada, solo fuimos al cine y ahora está loco que quiere salir de nuevo conmigo, pero no es algo que me ilusione.

¿Debería empezar a preocuparme por la manera en que parece no tomar en serio a ninguno?

—¿Y qué hay de Bruno? ¿No han hablado sobre su relación?

—Bruno y yo no tenemos una relación. —Se pone a la defensiva, como acostumbra a hacerlo últimamente—. Y no tengo nada que hablar con él.

—Podrías darle la oportunidad de explicarte lo que sea que haya ocurrido en ese bar el otro día...

Se encoje de hombros.

—No se lo voy a permitir.

—¿Por qué no?

Recuerdo que se quedó muy afectada esa noche, luego de contarme que se estuvieron besando hasta que desapareció del bar sin dejar rastros. Estaba muy enojada, en especial porque él le escribió diciendo que tenía una urgencia y a ella le preocupó que pueda ocurrirle algo, pero luego se enteró de que llegó a su departamento a la madrugada, como si nada hubiera pasado.

—Porque no tiene sentido. Sé que va a decir que no se fue detrás de ninguna chica y la verdad es que no tengo ganas de escuchar sus excusas.

—Pues, tal vez sí tuvo una buena razón para irse.

No estoy defendiendo a Bruno. Bueno, sí, pero es que lo vi muy decidido a hacer las cosas bien. ¿En verdad sería capaz de arruinarlo todo por un ligue de una noche?

—¡Brenda, no seas ingenua! ¿Qué tipo de razón tendría? Todos sus amigos estaban ahí, no se lleva con su madre ni con su hermana. Ni siquiera tiene un perro al que haya tenido que ir a socorrer. Es obvio que se fue detrás de alguien y no voy a ser la tonta que finja creerle. Prefiero ahorrarme la humillación. —Sus ojos me muestran la frustración que esta situación le genera. Se nota que no tiene un ápice de confianza en él—. Como si fuera poco —continúa ella—, se puso celoso de Diego el otro día y quería hacer pareja conmigo en los videojuegos, para que yo no la haga con él. ¡Como si mereciera ese tipo de atención de mi parte!

Aunque se queja de Bruno, se recuesta contra el respaldo del sofá, con las mejillas encendidas. Estoy segura de que eso que todavía siente por él, se avivó la noche en estuvieron juntos en ese bar. Es solo que está muy confundida.

—¿Y qué piensas hacer?

—Supongo que solo debo hacer lo mismo que hace él: dejar de tomármelo tan en serio, dejarme llevar, sin esperar demasiado de esto. —Recuesta la cabeza contra el respaldo, así que comienzo a hacerle mimos en el cabello.

—¿Te refieres a tener algo, pero sin ser novios?

—Es obvio que Bruno no quiere formalizar nada y, a decir verdad, yo tampoco voy a arriesgarme a volver con él y que me lastime. Así que lo mejor es tan solo disfrutar el momento, sin pedirle ni ofrecerle una relación seria.

No estoy segura de que esa sea una buena idea, pero prefiero evitar decirle que él me dijo que sí quiere volver con ella. Después de todo, Bruno está haciéndolo todo mal otra vez y sus palabras no bastan.

Estoy tan emocionada con el cumpleaños de Samantha, que llego temprano a su casa ese día, para ayudarla con los detalles de su festejo.

Me sorprendo al ver que hay mucha gente corriendo detrás de la decoración, la comida y cada detalle. Su madre está a la cabeza de todo y ha preparado una fiesta increíble, como si fuera a venir toda la ciudad. Es probable que Sam no le haya dicho que solo asistirán los que fueron nuestros compañeros de colegio. Después de todo, ella cree que su hija tiene muchos amigos en la universidad.

La señora me recibe gustosa y me invita a ingresar a la habitación de Sam. Incluso antes de entrar ya la escucho gritar en un evidente llanto fingido que podría romperle el tímpano a cualquiera. Solo hay dos personas frente a las que hace ese tipo de berrinche: Su padre y su mejor amigo.

Cierro la puerta y me doy cuenta de que se trata de este último. Su celular está apostado a un lado del alto espejo delante del que una jovencita la está maquillando. La llamada está puesta en altavoz y veo la foto de Lucas en la pantalla.

—No es justo que te pongas así, Sam —le ruega él, del otro lado del micrófono—. Dejé de lado muchas cosas para almorzar contigo hoy. ¿En verdad vas a enojarte tanto solo porque voy a llevar a mi novia a tu fiesta?

Siento una punzada en mi pecho al oírlo referirse a Lía de esa manera.

—¡¿Le pediste que sea tu novia?! ¿Eso hiciste? —Ella protesta aún más fuerte, histérica.

—N-no...

—¡Entonces no es tu novia! ¡Nunca lo será! —lo interrumpe con un grito tan estridente que hace que la chica que la arregla se tape los oídos con disimulo y yo apriete los ojos—. ¡¡Solo es una maldita arpía endemoniada!!

Lucas se queda en profundo silencio por unos segundos. Tal vez se ha quedado sordo, igual que nosotras. Cuando ella ha cesado del todo su berrinche, él vuelve a pronunciarse.

—Te recuerdo que hablabas igual de Brenda y ahora te llevas bien con ella.

Mi amiga empuja la mano que le está pintando los ojos y se levanta de un salto. Se agacha sobre el celular, hablándole con rabia al micrófono:

—¡Jamás me voy a llevar bien con Lía! —Le asegura—. ¡Y tráela si tanto quieres, pero tendrás que compensármelo!

—Bien, te compraré otro regalo.

—¡Pues más te vale que este sea tan grande que no quepa por la puerta, Lucas! —Ella corta la llamada con rabia y se gira hacia mí, apretando la frente—. ¡¿Puedes creer que va a traer a esa idiota?!

—Eso oí...

No me permite hablar, empieza a quejarse incansablemente de que su mejor amigo esté arruinando su cumpleaños. Me paso los minutos siguientes intentando que se calme y solo lo hace cuando unos mensajes ingresan a su celular. Los revisa y muestra una sonrisa atontada que nunca le había visto antes.

—¿Es Lucas? —Pregunto, aunque dudo que se trate de este.

—No. —Se fuerza a ponerse seria e intenta demostrar desinterés—. El primitivo de Francis me está enviando fotos para que elija su ropa —me explica—. Es que le dije que no puede venir vestido de cualquier forma.

—Ah, vaya —Me siento en la cama, observándola con picardía. Ella capta enseguida el sentido de mi mirada y me ignora adrede, enfocándose en el peinado que la chica le está haciendo. Le corrige unas cuantas cosas de mala gana y, una vez que termina, vuelvo a hablar—. Me alegra que te estés llevando mejor con él.

—Define "llevar bien" —se burla—. Si te refieres a que al fin puedo estar delante de él sin vomitar del asco, tal vez.

Me recuesto en su cama, apoyando mi cabeza contra mi mano y observando su mirada que continúa evitándome.

—Dormiste en su cama hace solo dos noches, Sam. Y se están escribiendo.

Un rubor cubre sus mejillas y no es precisamente por el maquillaje.

—Si le di mi número fue solo porque quería saber sobre Lucas, ¿sabes? Cuando tú lo dejaste y él estaba mal, solo me quedaba hablar con Francis, no le iba a escribir al idiota de Bruno.

Podría haberle escrito a Tadeo.

—Ajá, sí...

Contengo la risa al ver que se niega a aceptar que el pelirrojo le está empezando a agradar.

—Y no dormí en su cama con él, de todos modos —sentencia—. Durmió en el sofá de la sala, te recuerdo.

Me habría gustado seguir hablándole de la inusual, aunque bonita pareja que hacen, pero sus amigas Lucía y Kendra irrumpen robándose la calma de la habitación. No solo me miran muy mal al notarme allí, como cada vez que nos vemos, sino que luego pretenden que no existo, mientras Sam termina de prepararse.

Las cuatro bajamos media hora después. Los invitados han empezado a llegar y me sorprendo al ver a mi hermana entrar con Bruno.

Estos dos son todo un caso.

—Hola, cuñada. —Él me saluda por lo bajo, con un guiño.

—¿Ya lo soy, oficialmente?

Se toma unos segundos para pensar y parece avergonzarse.

—N-no... Pero, pronto.

—Bruno —lo estiro del brazo y lo atraigo hacia mí—, si quieres que ella te tome en serio, haz las cosas bien.

—Lo estoy intentando.

Los dos susurramos cada palabra, porque Stacy está a solo un metro de nosotros, hablando con Samantha.

—Pues empieza por dejar de abandonarla —le recuerdo, con una mirada inquisidora.

—No es lo que crees, eso fue una emergencia.

Se nota que duda si explicarme al respecto o guardárselo, entonces mi hermana llega hasta mí y me da dos besos.

—Te ves hermosa. —Me halaga, como siempre—. ¿A qué se debe que ustedes dos estén hablando sin querer ahorcarse?

—Yo siempre quiero ahorcarla. —Bromea él.

Le doy un golpe con el codo y los tres reímos. Entonces ingresan Tadeo, Francis y Diego, este último se ve algo tímido junto a ellos.

—¡Feliz cumpleaños, mi amor! —El pelirrojo extiende los brazos hacia Sam, quien rueda los ojos con ganas.

Lucía y Kendra ponen cara de asco cuando ven esta escena y el resto nos echamos a reír. Tengo que admitir que se ve muy bien vestido a pesar de que su ropa no logra esconder sus tatuajes ni le saca la pinta de rockero recién levantado de la cama.

—Francis, intenta no ser un simio esta noche. —Le pide ella, sin muchas esperanzas.

—Hoy seré lo que tú quieras.

Se acerca a ella y le da un beso muy cerca de la boca, que hace que mi amiga quiera que le trague la tierra. Jamás la vi tan avergonzada y sorprendida. Lo más extraño de todo es que no se ha quejado, como habría esperado. Se ve cómoda incluso cuando él se mete las manos en los bolsillos y se queda parado a su lado, hablándole bajo como si fueran cercanos.

Por un segundo pienso en mi relación, o lo que queda de ella. Stacy y Bruno parecen ir mejorando, aunque a pasos de bebé, Sam y Francis van por buen camino; mientras Lucas y yo estamos cada vez más distanciados.

Un vacío me abruma el pecho y se intensifica cuando lo veo entrar de la mano de Lía. Luce tan guapo como siempre y sus ojos se fijan en mí, incluso antes que en Samantha. Por supuesto que disimula al instante y la saluda a ella.

Él le da su segundo regalo del día y Sam no tarda en hacerle un berrinche a pesar de que ella misma le dijo que podía traer a Lía. Esta no duda en acercarse a mí y aprovecha el momento para soltar su veneno.

—Brenda, qué bien te ves sola —ataca con maldad—. Casi tan bien como me veo yo con tu novio.

—¿Mi novio? Creí que era el tuyo.

Típico de Lía, tira burlas sin ser capaz de usar su cabeza primero.

Mi respuesta la deja en desventaja y no se anima a decir nada más. Voltea hacia Lucas y se abraza a su torso, aunque él parece incómodo al respecto, principalmente porque Sam le mira muy mal.

Al cabo de una hora, el patio trasero está repleto de gente y no tardo en perder de vista a mis amigos. Diviso a Diego a un lado de un árbol, tomando su trago en soledad, así que me acerco a él. Se nota que las fiestas no son lo suyo.

—¿Te estás divirtiendo?

Asiente, aunque no estoy segura de que sea cierto. Él me cae bien a pesar de su carácter tan reservado y lo difícil que resulta sacarle conversación. Le pido que me invite el vino que está tomando y le cuento que estuve intentando comprar el videojuego que nos mostró el otro día, pero sin conseguirlo.

—No te preocupes, puedes ir a jugar a mi departamento cada vez que quieras —propone. Entonces parece incomodarse al instante—. Con los chicos, claro. O sola, si lo prefieres. —Se rasca la cabeza y agrega—. Es decir, como tú quieras. Por mi parte no hay problema.

Le sonrío. No sé por qué, pero a mí también me ha producido incomodidad eso. Siento que me empiezan a arder las mejillas, así que desvío la mirada y es ahí cuando descubro a Lucas un poco lejos, observándonos. Está en un grupo de chicos con los que solía hablar mucho en el colegio y no se ve a Lía por ahí. Una de sus cejas está levemente levantada y lo conozco lo suficiente como para saber que se está haciendo ideas con respecto a Diego y a mí.

—Creo que no le agrado mucho —apunta este, lo que me hace mirarlo de nuevo.

—¿A quién?

—A Lucas —contesta. Evidentemente siguió mi mirada—. Al comienzo me saludaba y hablaba en los pasillos, de una forma bastante amigable, pero desde que fui al departamento, la otra noche, me ha estado evadiendo.

—Tal vez es solo tu impresión. —Bebo un poco más de vino y evito decir algo más al respecto.

Es obvio que ese tonto está celoso y no es justo, siendo que soy yo quien tiene que verlo besuqueándose con Lía.

Samantha me encuentra un momento después, me toma del brazo y me estira a un lado, lejos de Diego.

—Ya no la aguanto más. ¡Necesito que se vaya de mi casa!

No hace falta preguntarle para saber que se refiere a Lía. Como Lucas no está con ella, es seguro que se ha pasado molestando a Sam, como acostumbra.

—Solo olvídala —le aconsejo.

—¿Cómo puedo hacerlo? Si cada cinco minutos se acerca a criticar algo de mi fiesta, mi apariencia, mis amigos o lo que sea. ¡Brenda, ve a arrancarle todos los cabellos, ahora!

—Mira, mejor concéntrate en lo más importante. —Pienso rápido en un tema distinto, para distraerla—. A ver, cuéntame qué te ha regalado Francis.

—¿Qué tiene que ver ese mono en todo esto?

—Solo pienso en cosas bonitas, como los regalos —me excuso.

—Pues... Bueno, aparentemente Lucas le dijo que me compre una joya, refiriéndose a alguna de oro o algo parecido, y él no tuvo mejor idea que regalarme esto: Saca de su bolsillo una pulsera tejida de tela. Es muy bonita, pero no es para nada el estilo de Samantha. Ella jamás usaría algo que no sea exquisito o costoso.

—A mí me parece un lindo regalo.

—Obvio, tus gustos son muy feos —Apunta, como si lo que estuviera diciendo fuera una verdad y no una ofensa.

—Lo importante es que se esforzó por darte algo que te agrade, no seas dura.

Arruga los labios y guarda el regalo de nuevo en su bolsillo.

—No lo soy, de hecho, esperaré a que él no lo vea para deshacerme de esto. —Se encoje de hombros.

—Oye, no hagas eso, sería muy cruel.

No me escucha, porque está fijándose detrás de mi hombro.

—Oh, no, ahí viene la bruja otra vez.

Lía aparece a mis espaldas y su horripilante voz me causa el mismo desagrado de siempre.

—Samantha, incluso en tu cumpleaños estás tan sola que te pones a hablar con la perdedora de Brenda.

—Vete al demonio. —Volteo a encararla—. Tú eres la patética que viene a la fiesta de alguien que no le cae bien y que ni siquiera la ha invitado.

—Son las cosas que tengo que hacer por mi bomboncito —contesta con suficiencia—. Ya sabes, me refiero a ese rubio precioso que pronto será una estrella de rock y ustedes morirán de envidia.

Lo único que parece importarle de Lucas es lo bien que cree que se ve a su lado.

Samantha aprieta los puños. Parece haberle molestado tanto que nos refriegue que está con él, que le responde:

—Te recuerdo que antes fue mi novio y luego de Brenda, así que técnicamente te estás comiendo nuestras migajas.

—Sam...

Mi regaño es leve, pero suficiente como para que ella entienda que no puede permitir que Lía nos meta en su juego. Lastimosamente, no sirve de nada y eso se evidencia al instante.

—Así que soy la sobra de ustedes dos. —La voz decepcionada de Lucas me hace arrugar la frente incluso antes de que él aparezca en nuestro campo de visión y se ubique al lado de la otra, mirándonos con desapruebo.

Samantha se queda con la boca abierta y se aprieta a mi espalda mientras Lía modula una sonrisa de lado y toma la mano de él.

—Ven a sentarte conmigo, no quiero seguir a merced de estas brujas envidiosas. —Le muestra un puchero y se lo lleva de ahí, satisfecha.

Giro hacia mi amiga, aguantándome las ganas de ahorcarla, y solo me contengo porque veo sus ojos llorosos.

—Voy a perder a mi mejor amigo por culpa de esa fea sin clase —se lamenta.

Afortunadamente, Francis llega para alegrarla.

—Sam, preciosa ¿quieres bailar?

—Sí, pero no contigo. —Ella se cruza de brazos, descargando en él su frustración, y yo la estiro hacia delante, perdiendo la poca paciencia que le tengo.

—Ve a bailar con Francis, ahora —le ordeno.

—No puedo dejar que me vean bailando con él. —Parece dudosa, como si quisiera hacerlo, pero se estuviera conteniendo solo por lo que digan los demás. Ruedo los ojos y tomo al pelirrojo de la mano.

—En ese caso, lo haré yo.

Él me sonríe y me acompaña al espacio que se marcó de manera improvisada como pista de baile. Lo bueno de Francis es que no tiene problema en hacer lo que sea que surja en el momento, así que nos quedamos ahí durante al menos media hora, bailando juntos.

Gracias a eso, consigo sacarme un poco de encima la pesadumbre que me quedó luego de ese maldito malentendido con Lucas en el que estoy segura de que yo salí incluso más perjudicada que Sam.

Bruno y Stacy llegan más tarde y se unen a nosotros. Debo admitir que él siempre fue bastante atento con ella, incluso cuando yo lo detestaba. Sin embargo, ahora se nota que esos cuidados se han acentuado. Está pendiente de las cosas que pueda necesitar, lo oigo preguntarle si está cansada, se ofrece a traerle comida, le saca sonrisas y la mira con un brillo especial en los ojos, como si en verdad se preocupara por ella.

No conozco a Marcelo, a Ricardo o ningún otro que tenga interés en mi hermana, pero al verlos juntos, siento que no podría estar mejor con alguien distinto. Tal vez es por eso por lo que he empezado a apostar por él, a pesar de todo lo que se ha equivocado y al miedo que tengo de que pueda volver a lastimarla, quiero creer que lo que siente por mi hermana es real.

Los cuatros estamos pasando un buen rato. Francis me hace girar varias veces durante el baile, hasta que me mareo y me largo a reír. Entonces Lucía, la amiga de Samantha, viene a interrumpir el momento.

—¡Todo es tu culpa! —Me apunta con el dedo, sobresaltándome—. No hiciste nada por evitar que se arruine su cumpleaños. ¡Es que nunca la soportaste en realidad!

—¿De qué estás hablando? —Intento mantener la calma a pesar de lo mal que siempre me ha caído esta chica.

—Tenías que haber hecho algo respecto a esa Lía, para que no moleste a Sam —me acusa—. En lugar de eso, estás aquí divirtiéndote mientras ella la hace llorar. Y todo porq...

—¿Samantha está llorando? —Interrumpo su estúpida queja, tomándola del brazo y acercándola a mí. Ella asiente, temerosa, y le pido que se explique mientras me lleva junto a ella.

Me cuenta que Lía le dijo cosas muy hirientes, entre ellas, que va a alejarla de Lucas para siempre. Tonterías, pero sabiendo cómo se pone Sam cuando se trata de su mejor amigo, lo ideal será resolverlo cuanto antes.

Francis nos sigue y no tardamos en llegar a su habitación. Está encerrada allí, acostada en la cama y exagera su llanto cuando nos ve entrar. Todo su maquillaje está corrido en un hilo negro que cubre sus mejillas. El pelirrojo se sienta a un lado y le acaricia la cabeza, buscando consolarla. Yo le pregunto algunas cosas y le digo que no se ponga así, pero ella insiste en que no va a volver a salir hasta que la bruja se haya ido de su fiesta.

Este nuevo escenario me deja solo dos opciones a la vista:

A; buscar a Lucas y pedirle que se lleve a Lía de una vez.

B; encontrar a esa maldita y darle su merecido.


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Bueno, bueno ¿Cuál de las dos opciones creen que va a elegir Brenda? jajajaja

El otro día dediqué los capítulos anteriores a quienes siempre están apoyando con edits, memes o comentando y votando. Si todavía no les tocó, ya les tocará más adelante. Estoy haciendo una lista para no olvidarme de nadie.

En estos días les voy a dejar otro adelanto del próximo capítulo en el grupo de lectores en Facebook.

Aviso que ya hay sorteos activos en Instagram para ganar el desbloqueo de "Hasta que su muerte nos separe", así que si no andan por ahí todavía les recomiendo buscarme.

¡Besos y gracias por estar siempre!

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