Única Parte
Un chico de contextura delgada y hebras rubias, de nombre Nishimura Ri-ki, se encontraba encima del sofá perteneciente a la sala principal del pequeño, pero hogareño y minimalista, departamento que compartía junto a su novio, un chico un poco más bajo que él y tímido, llamado Kim Seonwo, pero a quién sus conocidos se acostumbraron a decirle Sunoo.
El sonido del televisor resonaba por toda la casa debido a la, ahora, olvidada película que corría en la pantalla. Ninguno de los dos chicos —que la estaban viendo momentos antes—, se encontraban prestando atención.
Uno, porque había tomado un pequeño descanso de tanto terror para llenar su estómago con alguno de los productos alimenticios que se habían encargado de comprar horas antes de su noche de "películas de terror y muchos mimos". Y el otro, porque, a pesar de haberse quedado en el sillón, al momento de oír aquel característico sonido de una bolsa siendo abierta, le dió la espalda a la pantalla para observar desde su lugar, con ojos llenos de furia, la traición que se llevaría a cabo.
Con rodillas apoyadas sobre los mullidos cojines, espalda encorvada para no ser visto, manos y mentón apoyados sobre el respaldar del sillón, uñas clavadas en la tela en signo de rabia y ojos afilados fijos en la espalda de su novio, Ni-ki observó como el pelirosa abría con entusiasmo una pequeña bolsa transparente decorado con tiernos dibujos florales que formaban el nombre de la panadería dónde había sido adquirida.
Con un rápido movimiento, Sunoo abrió la bolsa, sacando de su interior, aquel pedazo redondo y mermelado de masa recién horneada; inundando sus fosas nasales de su delicioso aroma. Los ojos del más alto se alumbraban con devoción, sonriendo en grande antes de llevarse a la boca lo que Ni-ki veía como una atrocidad comestible hecha por el mismísimo lucifer.
Odiaba tanto ese pedazo de masa que, estaba seguro, había sido creada nada más para hipnotizar, al igual que el peligroso canto de las sirenas, los corazones de todo aquel que degustará su sabor; y por desgracia, su tierno e inocente novio había caído en ellas.
Desde el momento en el que tal atrocidad había caído en las manos del pelirosa, Ni-ki intentó muchas veces hacerlo despertar de su seductor sabor, pero aún así, su novio parecía totalmente hechizado por su dulzura.
No había caso, Sunoo ya estaba perdido y él no podía hacer nada.
Su Sunoo había caído en las redes de tal manjar prohibido por lo que ya no tenía ojos para él.
Un gruñido brotó de su pecho y apretó con más fuerza el espaldar del sillón.
De solo pensarlo las ganas de golpear a su creador le invadían de golpe.
Lástima que el vejete ya estaba muerto, porque o sino Ni-ki se encargaría de ir a su casa nada más para golpearlo sin parar con su instrumento de cocinar por haber creado una delicia roba novios.
Haciendo puchero al ver tan deslumbrante sonrisa en los labios de su novio, el japonés resopló hacia arriba, qué levantó y revolvió su flequillo, viendo cómo en menos de tres pestañeos, Sunoo acabó con el delicioso manjar. El mayor suspiró con satisfacción al momento de limpiar la comisura de sus labios por la mermelada que había escapado de las dos capas.
Él sonrió en grande y algo en el estómago de Ni-ki se apretó.
«¿Por qué sonríe tan fácilmente con eso? ¡Es totalmente injusto!» Lloriqueo en silencio.
Apoyó su mejilla sobre el respaldo del sofá y dejó caer uno de sus brazos encima para que cayera al otro lado imitando el movimiento de un péndulo. Sus ojos fijos en Sunoo, quién destapó otra bolsa más.
El rubio ya no soportando más la situación, alzó la mano y gritó un fuerte "No" antes de que Sunoo le diera el primero de pocos, pero mortales y grandes, mordiscos a la masa.
Sin embargo, su intento por detenerlo, se vio silenciado por los gritos de la chica en la película que seguía andando. Creándose una rara combinación entre sus gritos y los de la actriz, que fueron totalmente ignorados por el pelirosa, quién se metió de lleno la porción a la boca.
Ni-Ki volvió a su posición anterior. Completamente derrotado y muy celoso.
Hizo una mueca de disgusto al pensar en el estúpido objeto de sus celos.
Era casi gracioso, pero Ni-Ki estaba celoso de un estúpido, o mejor dicho, de algunos cuántos estúpidos, pedazos de pan.
Sí, no leyeron mal.
El chico sentía celos de ese pedazo de masa horneada denominada pan o como él prefería nombrar "El amante número 1 de Sunoo".
Ni-Ki sabía que era absurdo estar celoso de un objeto biodegradable cuya existencia ni siquiera era la misma en cada situación, debido a que cada vez que era comprado, siempre terminaban en el estómago de su novio, pero a pesar de ser consciente de eso, el rubio no podía evitar que le hirviera la sangre cada que algún nuevo pretendiente en forma de pan, conquistaba el corazón de Sunoo en un instante; acaparando su total atención.
Cada que alguno de aquellos deliciosos panes era puesto en frente del mayor, Ni-Ki parecía dejar de existir. Primero era el pan y después era Ni-Ki en la vida de Sunoo.
¿Exageraba?
Claro que no.
Recuerda una vez donde había sido obligado a ir a la boda de su tía abuela Seok.
La mujer era peor que una bruja, y ni hablar de sus hijas. Todas parecían ser la reencarnación de algún monstruo demoníaco. No obstante, se vió en la obligación de asistir debido a que su madre estaba enferma ese día y le había pedido el favor de acompañarla por si se llegaba a sentir mal; cosa que sucedió al comienzo de la boda y tuvo que irse.
Ni-Ki había llamado a su novio en medio de lloriqueos para que lo viniera a buscar, puesto que lo poco que tenía para el taxi se lo había dado a su papá, quien olvidó su billetera en casa, para que llevará a su madre a descansar. ¿Conveniente, no?
Obviamente, como el buen novio que era, Sunoo había aceptado ir por él antes de que sus primas siguieran comiéndoselo vivo con comentarios mordaces y fuera de lugar.
Qué por qué era gay. Qué por qué se había pintado el pelo de un color tan horrible. Qué sí era un desempleado, puesto que ser coreógrafo no era un trabajo.
¡AH! Sus primas en verdad lo desesperaban.
En las primeras tres horas de espera pensó que el tráfico tenía que estar pesado. Las autopistas de Seúl solían estar casi repletas de autos a esa hora de la tarde, así que espero pacientemente.
Seis horas después se empezó a preocupar. La recepción de la boda ya estaba por llegar a su fin y la noche empezaba a caer; Sunoo aún no llegaba.
Lo llamó un par de... Bueno, muchas veces, pero el teléfono sonaba ocupado y después apagado.
Sus primos le propusieron un aventón rápido ya que varios ya no daban para más bebidas, pero él lo rechazó. Sunoo llegaría por él.
Ocho horas desde que lo llamó y nada.
Con los nervios a flor de piel, se vió en la obligación de irse con sus odiosas primas, escuchando, y a la vez no, las suposiciones que estás inventaban acerca del por qué su "Caballero con cara de zorro" no había llegado a salvarlo.
Ya al llegar a su departamento subió corriendo las escaleras e ignoró por completo la mirada curiosa que le dieron varios vecinos. Ni-Ki temía que algo grave le hubiera sucedido a su novio, no obstante, toda su preocupación pasó a puro enojo al entrar y ver como Sunoo se atragantaba con un pan enorme de un metro de largo mientras portaba una gorra alusiva a un pan y una camisa con la frase "#1 bread eater".
¡El muy idiota lo había dejado a merced de sus horripilantes primas por una estúpida exhibición con los más exóticos panes del mundo!
Olvidándose por completo de su rescate heróico al momento de entrar, solo por algunos "segundos", en la mágica tierra del pan.
Y lo más triste de todo era que no había sido ni la primera ni la última vez que sucedía.
Si estaban en medio de una sesión de mimos y caricias, y alguno de sus amigos llegaba con alguna bolsa de pan, Sunoo no dudaba ni dos segundos en dejar al menor en el sofá para ir corriendo hacia la cocina. Sí los dos salían a una cita, Sunoo no dudaba en hacerlo esperar tres horas en una panadería para hacerlo comprar pan.
Incluso Ni-Ki le llegó a preguntar qué era más importante para él; sí el pan o su novio.
¿Y saben lo que respondió el desgraciado?
"Ni-Ki, no compares al pan contigo que lo ofendes."
— Kim Seonwo, eres un insensible. —Susurró poniendo pico de pato para deslizarse por el sofá a su posición original.
La película ya estaba terminando, dejando ver como el asesino salía de la cárcel mientras sostenía la foto de la chica que había sobrevivido a su ataque sangriento.
Era una película de clasificación C, por lo sangrienta y horripilante que era, aunque Ni-Ki no era fanático del terror, disfrutaba verlas por el simple hecho de que Sunoo se la pasaba abrazándolo toda la película, ocultando su rostro en su cuello mientras ambos se protegían del terror en los brazos del otro.
O al menos, así era hasta que, por tercera vez que la intentaban ver juntos, Sunoo se escapaba a menos de la mitad hacía la cocina para robar uno —o más de uno— de los deliciosos panes. Quedándose ahí hasta que la película casi acababa.
Y no podía decir nada ya que su segunda madre los había hecho especialmente para el menor.
Estúpida suegra.
Estúpido Sunoo.
¡Estúpidos panes del demonio!
El solo quería un momento a solas con su novio.
Los pasos del mayor lo hicieron levantar la vista, teniendo aún un puchero en sus labios.
Sunoo se sentó cómodo y le ofreció un pan, a lo que el japonés se cruzó de brazos y movió su cuello hacia la izquierda.
— Aleja esa cosa de mí. —Rechazó con rabia. Sunoo alzó una ceja interrogante.
— Ni-Ki, ¿Qué pasa? ¿No te gustan los panes de uva? Creí que eran tus favoritos.
Ni-Ki siguió sin contestar a lo que Sunoo meneó la cabeza como un cachorro confundido. ¿Qué le pasaba a su novio?
Las últimas semanas había estado actuando muy raro cada vez que le enseñaba un pedazo de pan.
¿Estaba enfermo?
Lo dudaba.
Mientras él comía algunos como desayuno, pudo notar como el japonés se tomaba de sopetón tres tazas de ramen bien calientes con suma rapidez y una mueca de pocos amigos; obviamente, terminó llorando después por lo caliente que estaban.
Así que enfermo Ni-Ki, no estaba.
Dándole otro mordisco al pan de uvas, tocó el hombro de su novio para que le diera la cara, pero este se negó a mirarlo.
— Yah~ Ri-Ki ¿Por qué estás enfadado conmigo? No te enfades.
Sunoo recostó su cabeza en el hombro del japonés. Este siguió con la mirada perdida en la entrada del departamento.
— ¿Estás enojado conmigo por qué me fui de la película? —el silencio lo recibió—. Ni-Ki~ No te pongas así, te dije que la podías pausar si así querías... Además, sabes que no me gustan esos tipos de películas. Necesitaba algo para calmarme.
Miró los dos panes embolsados que se había traído de la cocina.
— ¿Ves? Gracias a estos lindos bebés estoy más calmado. Son como mis calmantes, no podría respirar sin ellos. —Besó las bolsas y sonrió pensando que el japonés se reiría o se burlaría. Más este se levantó del sofá haciendo que su cuerpo se fuera torpemente de medio lado hasta caer en los cojines.
Observó confundido a Ni-Ki.
— ¿Ni-ki...?
— ¡Pues si tanto los quiere es mejor que ellos sean sus novios a que lo sea yo!
Pasos furiosos se oyeron, la puerta de su habitación fue azotada después de que el menor se encerrará en ella.
Sunoo miró atónito la puerta por algunos segundos.
¿Qué rayos había pasado?
El pelirosa se levantó del sofá y con pasos lentos se dirigió a la puerta, tocó con suavidad.
— ¿Ni-Ki? Ni-Ki abre la puerta. ¿Qué ocurre, por qué te enfadas así conmigo? ¿Hice algo mal?
— Hyung, váyase de aquí. Vaya con sus estúpidos panes a la estúpida tierra de panlandia. ¡Usted y ellos ya me tienen harto, debería conseguirse un novio hecho de pan si tanto los ama!
— Ni-Ki, ¿Qué está...? Espera-... —Una pequeña sonrisa se instaló en sus labios—. ¿Estás celoso de los panes, cariño?
— ¡Por supuesto que no! —la puerta se abrió dejando ver al rubio con un leve rubor en las mejillas. Sunoo lo miró escéptico. Desvío la mirada mientras fruncía el ceño—. B-Bueno, a lo mejor un poco —murmuró. Sunoo seguía sin creerle—. Bueno sí, estoy muy celoso, ¡¿Y eso qué? Tengo derecho a estarlo! —Le dió un leve empujón en el pecho a Sunoo.
— Me dejó plantado en la boda de mi tía por irse a Breadland. ¡Desde que su mamá vino con las bolsas de pan, lo único que hace todo el día es comerlos! Incluso cuando tenemos nuestro momento a solas siempre los interrumpe para ir por alguno. ¡Me dijo que no comparará el pan conmigo por qué los haría sentir mal! Ama más a esos estúpidos panes que a su novio, así que sí, estoy celoso de ellos. ¡Parecen sus amantes y yo el esposo engañado!
Sunoo negó divertido y rió.
Su Ni-Ki en verdad tenía una imaginación muy creativa.
— Deje de reírse, no es gracioso. —Le pinchó una mejilla, ganándose varios alaridos de dolor por parte del más bajo.
Sunoo se sobó la mejilla roja mientras su Hyung se cruzó de brazos—. Ni-Ki, eso dolió.
— ¡Eso le pasa por estar engañándome con esa horrenda masa para hornear!
— Cariño, esa masa tiene nombre, es pan. Además, no es horrenda, sabe deliciosa.
— ¡Y hasta la defiende! Mi novio es un insensible.
Lloriqueos y más lloriqueos se oyeron por parte del menor. Sunoo lo observó con una pequeña sonrisa.
Su novio era todo un dramático. Pero un dramático que amaba mucho.
El chico se acercó al contrario, parándose a solo centímetros solo para poder inclinarse un poco, quedando a la altura del japonés. Depositando un rápido beso en los labios del rubio para que esté se callará.
Ni-Ki paró su berrinche al sentir el toque de los labios de su novio. Unos cálidos brazos se enrollaron poco después en su cuello.
— Ni-Ki —Sunoo susurro ocultando su rostro en el hueco entre el hombro y cuello del menor. Ni-Ki se vió en la obligación de abrazar su cintura. La risa del mayor contra su cuello le dio cosquillas—. Eres muy lindo cuando estás celoso, ¿lo sabías? Aunque nunca pensé que los celos serían por un pan.
— ¡Y-Yah! También es vergonzoso para mí tener celos de un pedazo de masa —resopló a la par que Sunoo levantaba la cabeza para observarlo. Ni-Ki tuvo que estirar un poco el cuello para poder verlo a los ojos—. Pero es en serio frustrante ver cómo algo tan simple y común lo hace más feliz que yo. Siento que no soy capaz de hacerlo feliz. No me gusta ese sentimiento.
Sunoo depositó un beso en su mejilla, haciéndolo quitar cualquier cara de tragedia que quiso poner; en su lugar una pequeña sonrisa apareció.
— Eso no es cierto, Ni-Ki.
— ¡Claro que lo es! Usted mismo lo dijo. No tengo comparación con ellos. El pan es como el oxígeno para usted.
Las grandes manos que colgaban cerca de sus omoplatos ascendían hasta posarse en el final de su cabello e inicio de su columna vertebral. Pequeñas caricias, que lo hicieron cerrar los ojos por algunos cuantos segundos, se hicieron presentes al poco tiempo.
— Eso no es lo que quise decir.
Ni-Ki en medio de un estado de somnolencia debido a las caricias, miró a su novio—. ¿Qué quiere decir?
— Dije que no te comparaba con ellos porque se sentirían ofendidos al no poder llegar a tu nivel de importancia en mi vida —dejo las caricias en la nunca de Ni-Ki, bajando sus brazos hasta su pecho para continuar con su explicación. Aún así, el menor no despegó sus manos de la cintura ajena—. Sí, yo adoro el pan, comerlos es como respirar para mí.
Ni-Ki hizo una mueca y soltó su agarre, más está vez Sunoo fue el que se encargó de volverlos a acercar, acunando la cara del menor, quién no dudó en apoyar su mejilla derecha, aún con el ceño fruncido, en la gran mano que la sostenía. Miró a Sunoo.
— Pero estar a tu lado es como poder ser capaz de vivir. Los panes pueden ser mi oxígeno, pero tú es mí vida Ni-Ki. Sin ti, en verdad no podría siquiera existir. ¡Echaría a la basura todos los panes del mundo solo por ti!
— ¿Eso es cierto?
Sunoo asintió muy seguro de sí mismo.
— No le creo, solo está exagerando Hyung, pero gracias. —Sonrió el menor depositando un pequeño beso en los labios de su novio. Quién por respuesta hizo un puchero.
— Claro que no lo estoy haciendo Ni-Ki, mira. —Y así apartó las manos que acunaban su rostro, entrelazandola con la suya para llevarlo hasta la cocina.
Con confusión pero también curiosidad, Ni-Ki vió como Sunoo abría la alacena y el refrigerador, también como sacaba de un lugar —que ni él sabía que en la cocina existía— varias bolsas de panes.
Sunoo los dejó encima de la mesa, y rebuscó entre las gavetas en búsqueda de una bolsa negra. Al encontrarla, se la dió a su novio. Ni-Ki al recibirla miró confundido al chico.
— ¿Por qué me la está dando?
— ¿No es obvio? No puedo meterlos todos sin que alguien la sostenga. —Jaló su brazo para después posicionarlo frente a la pequeña isla repleta de deliciosos panes de diferentes tamaños y sabores.
Sunoo le hizo un gesto para que abriera la bolsa en grande, a lo que Ni-Ki, aún sin captar que era lo que intentaba hacer el pelirosa, hizo lo pedido.
Sus ojos se abrieron en grande al ver como Sunoo pasaba su brazo por la mesa, arrastrando todo el contenido hacía la bolsa. Sus brazos se resintieron por el gran peso, que de un momento a otro, comenzaron a cargar. La dejo en el suelo.
Al ya no haber nada sobre la mesa, Sunoo amarró la bolsa, la cargó, haciendo una mueca por el peso y fue hacía la sala.
Ni-Ki lo siguió rápidamente.
¿Acaso él...?
Sunoo fue hacia una pequeña caja y con un plumón negro escribía en ella: "Donativos de caridad para la compañia de baile BELIFT LAB". Al terminar, alzó la pesada bolsa para dejarla en su interior. El grito que lanzó el menor lo hizo detenerse.
— ¿Qué pasa Ni-Ki?
— ¿Qué cree que hace?
Dejó la pesada bolsa en el suelo. Se sobó el hombro derecho, en verdad pesaba, ¿Cuánto tendría ahí? ¿Seis, siete kilos de pan? No estaba seguro.
Volteó para mirar al japonés, quién lo miraba con una expresión de sorpresa—. Donándolos, ¿no es obvio?
— P-Pero usted dijo que no donaría ninguno cuando Heesung Hyung se lo preguntó ayer en broma. ¡Incluso le tiró un zapato cuando intentó llevarse uno a escondidas!
Sunoo se había enojado con el chico nada más por hacerle esa pregunta en forma de broma, así que, ahora verlo haciéndolo, era incomprensible. Ni-Ki estaba confundido.
Sonriendo en grande, Sunoo tomó la bolsa y la colocó dentro de la caja, caminó hasta donde se encontraba el menor y tomó su mano nuevamente, repartiendo leves caricias sobre sus nudillos.
— Porque quiero que veas que no estoy exagerando —besó sus nudillos con un ligero rubor en las mejillas—. Puedo renunciar a los panes, pero jamás podría renunciar a ti; tú eres lo más importante en mi vida, cariño. Unos simples panes no son nada comparado contigo.
Ni-Ki no pensó ni dos veces en abalanzarse sobre su novio, dándole pequeños picos qué después se convirtieron en verdaderos y largos besos.
Ni-Ki celebró internamente.
¡Ja, había ganado!
Un rival menos del que preocuparse.
Sunoo lo quería solamente a él y ahora ningún otro pan podría interponerse en su camino.
«Toma eso, ex masa roba novios».
[-]
Un Ni-Ki feliz volvía a casa debido a que, desde ese día, Sunoo ya no había comprado más panes, y si lo hacía, era porque el mayor se lo pedía.
Vamos, los odiaba, sí, pero tampoco es como si Ni-Ki fuera alguien que no sabe disfrutar de un buen pedazo de pan con mermelada y un agradable café en las mañanas.
Era una creación del diablo, pero también era condenadamente bueno y adictivo.
Al aparcar su auto, Ni-Ki bajó con una sonrisa en los labios mientras tarareaba feliz la canción que sonaba a través de sus audífonos. ¡Hoy era viernes de "Películas y muchos mimos"!
Por culpa de su trabajo, ya hacía un mes que no tenían una. Pero ahora que ya había terminado de enseñarles la coreografía al nuevo grupo de la empresa, unos niños cuyo grupo se llamaría "ENHYPEN", podría disfrutar de un fin de semana largo. Siendo el día viernes perfecto para continuar con su tradición.
Además, ya no había más distracciones en forma de masa que pudiera distraer a su Hyung. Podrían acurrucarse toda la noche en el sofá.
Un grito de felicidad, más un bailecito raro, fueron hechos por el chico, siendo interrumpidos al pasar por la puerta de su vecino Jay, y ver cómo se encontraba discutiendo con su novio, Jungwon, quién solo se disculpaba y se rascaba el brazo nervioso.
"Love love love love, my 10 months' love love love love, my 10 months' love" Ni-Ki le dió pausa a su MP3 para ver qué ocurría con los dos chicos.
— ¡Yang Jungwon, te dije que no se lo dieras! ¿Acaso sabes todas las quejas que tuve que soportar de Ni-ki cuando le regalé aquel pedazo de pan por primera vez a Sunoo? ¡Casi me come vivo!
— Perdón Hyung, e-es que solo quería ser amable con Sunoo Hyung. No pensé que después vendría a la tienda a comprar veinte botes.
— ¿Y a ustedes qué les sucede? ¿Problemas en el paraíso? —Ni-ki se acercó al par de chicos. Jungwon se ocultó detrás de su novio con una expresión de miedo. Jay por su parte solo lo observó.
Los dos chicos ignoraron su pregunta. Jay giró su cuello para ver al chico que se ocultaba en su espalda.
— Dile lo que hiciste. —Demandó Jay.
— ¿Qué? ¡No! ¡No quiero morir Jay Hyung! —Lloriqueo el chico ocultándose más en la espalda del pelinegro.
— Yang Jungwon. —Amenazó.
— Jay~
— Hazlo o no te llevaré a ver la primera nevada conmigo.
— ¡No, está bien, está bien!
El chiquillo salió de su escondite, pero aún así, se agarró del brazo de su novio mientras jugaba con sus zapatos y miraba a todos lados.
— ¿Qué ocurre, Jungwon Hyung? ¿Qué es lo que me tiene que decir?
El chico miró a Jay, quién solo le devolvió la mirada con un silencioso "Tú la cagaste, tú se lo dices". Suspiro a la par que agachaba la cabeza—. Ni-Ki, ¿Qué pasa si te dijera que le regale un bote de helado a Sunoo Hyung y a las pocas horas vino con 10 alcancías de cochinitos para comprar 20 botes más?
¿Saben el momento en el que recuerdan un trauma y se quedan mirando a la nada mientras imágenes trágicas del momento pasan por tu mente? Bueno, eso mismo le sucedió a Ni-Ki.
— ¡¿Qué usted qué?!
— ¡Perdón Ni-Ki! —El más bajo se volvió a ocultar detrás de Jay para no recibir su furia.
Antes de poder matar a su Hyung, Ni-Ki salió corriendo hacía el ascensor, presionó frenéticamente el botón de su piso hasta que las puertas se cerraron.
Pateó con su rodilla la pequeña bolsa con varios dulces, tres películas sangrientas calificación D y refrescos en su interior. Parecía como si estuviera sufriendo un tic nervioso.
«Por favor, no otra vez, no otra vez.»
Las puertas se abrieron y él salió casi volando hacía la puerta que marcaba un 24/3, entrando en el departamento de sopetón; tropezando con sus propios pies al intentar quitarse con rapidez las zapatillas.
Iba a ir directamente hacía la cocina para detener cualquier tipo de tragedia. Seguramente Sunoo aún no se los había comido todos; más el sonido de una cuchara de metal cayendo a sus espaldas hizo que se detuviera todo y volteara.
— Oh, hola Ni-ki. Llegaste temprano —Sunoo lo saludó desde el sofá. Cuchara en mano, varios botes vacíos de helado esparcidos, posición india en el suelo mientras un gran bote de helado se encontraba entre sus piernas—. ¡Oh dios mío! La noche de películas. Perdón Ni-Ki, la olvidé por completo, ¿Podemos dejarla para otro día?... ¿Quieres un poco? Está delicioso.
Ni-Ki juro oír como el pedazo de hielo molido con colorante se reía de él mientras era degustado por su novio.
— ¡No, no otra vez!
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