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Soledad

Se había preguntado a si mismo cuando empezó a caminar en busca de los habitantes de su universo. No había nadie. No recordaba que la ciudad estuviera vacía. O que hubiera estatuas destruidas. O que la ciudad estuviera en ruinas. Se sentía en un mundo paralelo.

Buscó a alguien. Con quien hablar. Con quien reir. Con quien llorar. Mas no había nadie. Solo polvo y estructuras demolidas.

Tenía miedo. La completa oscuridad y soledad que había lo hacía temblar. Sus piernas empezaron a flaquear, quería empezar a correr, gritar por alguien que lo salvará de esa soledad. Y eso hizo. Corrió, gritó nombres, pero nadie contesto.

Finalmente se cayó e  una esquina, haciendose bolita mientras cubría sus cuencas y se abrazaba a si mismo en busca de protección. Se quedó ahí, solo, para sin darse cuenta, llorar.

Marvul había notado la presencia de pensamientos y sentimientos negativos que irradia su hermano, transportandose al universo en que se encontraba. Para llegar a la ciudad de su propio universo, solitaria como había hecho hace varios siglos. El polvo en el aire y la sangre en el piso.

Caminó guiándose de la energía del mayor. Algo le estaba empezando a preocupar, y no sabía que era. Sólo estaba en busca de su gemelo para hacerle responder sus dudas y de paso -si es que podía- hacerlo volver a su estado anterior a ese. Al llegar a su destino nunca espero llegar a ver a su hermano llorar, nunca le había visto así. Llorando mientras se protege a si mismo abrazado. Sentía que debía hacer algo, pero. . .que?

Suspiro con desgano para ponerse a la altura del mayor y envolverlo en un abrazo. El contrario dio un respingo ante el tacto ajeno, más no lo negó, al contrario se agarró de este mientras mojaba el hombro ajeno con sus lagrimas. Marvul cargó a Halluciv para llevárselo a quien sabe donde sin romper el abrazo.

El guardian de sentimientos negativos había quedado dormido al sentir la tranquilidad, y el calor que emanaba el contrario. Su mente le decía que el que lo había encontrado y cargado era su hermano menor, más él por mucho que quería creerlo, no lo imaginaba.

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