[Hola, les habla Lou Swan :D. Me comunico para decirles que les tengo una sorpresita. Por favor lean hasta el final ᕦ( ᐛ )ᕡ (Además que toda la nota de autor es información para ustedes así que estén atentos)]
—El ejercicio está mal —dijo Noelle al tiempo que daba un manotazo a la mano de Asta que intentaba acercarse a un plato de comida—. ¡Y deja de intentar robar otra nomobatata! ¡Ya te dije que hasta que hagas todo bien no vas a comer ni una!
Él hizo un puchero inflando las mejillas mientras la miraba con ojos de corderito.
—¡Pero Noelle! —se quejaba alzando sus brazos y bajándolos una y otra vez como si de un niño se tratase—. ¡Ya llevamos más de dos horas aquí! ¡Tengo hambre!
—¡Que no, idiota! —exclamó y le estiró la oreja intentando que entre en razón.
—¡Ay, Ay! ¡Suéltame, Noelle! ¡Duele! —protestó, consiguiendo que a los poco segundos su agresora finalmente lo dejara. Con unas lagrimillas por el dolor se sobó su oreja y la miró de reojo—. Además, ¿nunca has oído el dicho: "si tienes hambre, come"?
—¿Qué demo...?
—¡Sí! Creo que lo había dicho un gran sabio o algo así...
Noelle salvaje deposita un puñetazo sobre la cabeza del Asta común por su inútil ataque de estupidez.
—¡Gran sabio mis coletas! ¡Solo has bien el maldito ejercicio!
La peli-plateada ya estaba alcanzando su escaso límite de paciencia. Todo al principio había marchado con buenos pies, pero todo se fue por la borda cuando la chica había tenido la "genial" idea de hacer un pedido de nomobatatas para su amigo. Ella pensaba que con una tan tentadora recompensa, Asta se iba a esforzar un poco más y terminarían más rápido para que él pudiera obtener su merecido premio.
Que mal se la habían jugado los dioses para que todo lo planeado le hubiera salido al revés.
«¡Maldito sea mi destino!» pensó Noelle convirtiendo su mano en un puño y unas cómicas lagrimillas salieran de sus ojos.
—Ehh, Noelle. ¿Qué demonios son esa especie de pequeñas aves negras que están a tu alrededor? —señaló Asta confundido.
—¿Eh? ¿Qué?
—Oh, ya se fueron —dijo nuevamente, dejando un silencio de desconcierto entre los dos. El que rápidamente fue roto por la otra.
—Bueno, como sea. ¡Deja de cambiarme de tema! ¡Termina el ejercicio de una maldita vez!
—P-pero no lo entiendo... —lloriqueaba en respuesta.
Un aura oscura empezó a coagularse alrededor de Noelle, lo que le puso inmediatamente a Asta la piel de gallina. Ella lo observó con una mirada gélida, lo que no hizo más que infundir más miedo en su compañero.
—¿Cómo que no lo entiendes? Te lo he explicado ya más de cincuenta veces, Asta... —hablaba en un tono calmado pero increíblemente frío y distante. En contestación a la imponente actitud de la chica, el de ojos verdes solo pudo arrodillarse y hacer incontables reverencias en el piso muerto de miedo.
—¡¡Perdoneme, Noelle-sama!! ¡¡Por favor, le suplico que acepte las disculpas de este simple mortal!!
Y con un bufido por parte de la peli-plateada, la fría y amenazadora oscuridad volvió a la normalidad.
—Tsk, supongo que no me queda remedio. Escucha bien, Bakasta —le dijo en un tono imperioso y el aludido inmediatamente se sentó derecho y con los cinco sentidos puestos en ella—. Para resolver este tipo de problema debes usar la fórmula que nos enseñó el capitán Yami hace poco, ¿recuerdas?
No hubo respuesta a la interrogante de Noelle, por lo que la chica concluyó que su amigo estaba más perdido que Roronoa Zoro yéndose a algún lado por su cuenta.
Ella posicionó su mano en su frente e inspiró el suficiente aire para calmar sus nervios y comenzar a explicarle todo desde el principio.
En un primer momento Asta prestaba atención a todo lo que salía de la boca de su amiga, pero luego... las palabras se iban perdiendo, sus oídos apenas escuchaban lo que decía quien tenía enfrente y su cerebro dejó de procesar lo que se suponía que era importante.
Porque su interés ya no estaba en la explicación, sino en la persona que estaba explicando.
¿Que cuándo había comenzado a hacer eso? No lo sabia. ¿Que por qué había empezado a hacerlo? Tampoco estaba seguro de la respuesta. Simplemente, a su ser parecía gustarle que cuando ella no se diera cuenta, su vista se anclara fijamente en su amiga.
Se había convertido, sin ser consciente de ello, en un hábito imposible de corregir a esas alturas.
De alguna forma, a su mente le encantaba analizar sus rasgos. Fotografiar mentalmente los matices y las sombras de su piel que cambiaban según la luz que se filtraba por la ventana.
Por algún motivo quería grabarse en su subconsciente cada una de las diferentes expresiones de la chica y luego imaginarse el cómo reaccionaría a cada acción que el cometiera.
¿Se enojaría?
¿Se alegraría?
No, eso es prácticamente imposible.
Sí, de seguro me pegaría.
Y mientras su corazón a cada rato suspiraba por volver a mirarla detenidamente de nuevo, incrementaban sus ganas de conocer más a la persona que en esos momentos estaba a su lado, invirtiendo si tiempo en ayudarlo.
¿Cuál es su color favorito? ¿Su segundo color favorito?
¿Qué sabores prefiere? ¿Dulce o salado?
¿Le gustan los días lluviosos o los soleados?
No le bastaba con la información que tenía acerca de ella. No le bastaba con apenas saber una pequeña parte de su vida.
Él realmente quería conocer a Noelle Silva.
Un golpe en la frente lo vuelve a traer a la realidad. Y se da cuenta de que Noelle le había golpeado levemente con los dedos.
—¿Me estás escuchando, Bakasta? Pareces que estás estableciendo comunicación con el Nirvana o algo así —le reprocha con el entrecejo fruncido.
Era increíble que el chico en todo ese tiempo no hubiera caído en cuenta de que la otra se había parado de su asiento y había apoyado su mano en la mesa. Al intentar tener una actitud más intimidante, la peli-plateada había acercado temerariamente sus rostros sin darse cuenta. En cambio, Asta notó este hecho.
—Eh... Uhm... —el chico desvío la mirada, al parecer su desbocado corazón no era capaz de enfrentarse a esos grandes ojos violetas que lo miraban atentamente.
Noelle luego de estar unos segundos confundida por la actitud de su amigo advirtió el tenue color rojo que pintaba las mejillas del otro. Rápidamente se apartó y volvió a su puesto totalmente ruborizada.
El de cabellera ceniza posicionó su mano en el lugar donde recibió el pequeño golpe y lo palpó delicadamente con la yema de sus dedos sin establecer contacto visual con su amiga.
Unos momentos después soltó una pequeña risita que consiguió que una Noelle confundida y aún nerviosa le concediera su atención.
Él la miró con una sonrisa de medio lado y una chispa vacilona centellando en sus ojos.
—Oye deberías cortarte las uñas, un poco más y me dejas marca.
Una expresión de incredulidad y enojo estaba presente en la chica, a la cual el rojo de la cara aún no le había desaparecido.
—¡¿Q-qué?! ¡Dejate de estupideces, Bakasta! ¡Además mis uñas no están tan largas!
—¿Que no? Noelle, por Dios, que esas parecen más garras que uñas. Seguramente pasas una garra de esas delicadamente por la cortina y la rajas.
—¡Cá... cállate, idiota!
Las carcajadas y los inútiles quejidos inundaban el desierto salón. El ruido retumbaba en las paredes desapareciendo la tensión que traía consigo el cortante silencio.
—¡¡Joder!! ¡¡Cállense mocosos de mierda y dejen dormir!! ¡Que ese inodoro de oro gigante que me tocó con la lotería no se va a estrenar solo! —exclamó el capitán Yami desde el segundo piso. Se notaba que el Sukehiro estaba en un puente entre la realidad y el quinto sueño por la confesión que había soltado sin pensarlo tanto.
Los adolescentes se quedaron callados unos segundos y se miraron unos momentos antes de reír a todo pulmón.
Ahora el escándalo era mayor que antes, pero por suerte Yami parecía haber entrado en un estado de trance ya que no se oyó otra réplica más proveniente del segundo piso.
—Dios, mi pulmón... —decía Noelle, intentando tomar un poco de aire entre tantas carcajadas. Pero era en vano, ya que las múltiples risas no se detenían por más que quisiera.
—Sí... —respondió él en un murmuro, logrando controlar las risas un poco. Y miró de reojo a su amiga.
Las carcajadas se detuvieron por completo.
Sus ojos se abrieron un poco, asombrados.
Contuvo la respiración.
La escena que tenía enfrente lo había deslumbrado por completo.
Sus ojos cerrados, humediciéndose por el exceso de risa. Sus mejillas rosadas por la felicidad. Su boca completamente abierta, mostrando su blanca dentadura. Y su risa...
Esa risa que trepaba las paredes de su garganta y deleitaba los oídos del chico con su tan exótica melodía.
Y es que para él aquel sonido era tan exquisito... Tan auténtico...
¿Por qué nunca se había parado a observar más detenidamente aquella reacción que seguramente le ofreció tantas veces Noelle?
Su corazón desbocado retumbaba como loco en su pecho. Sin poder moverse ni un centímetro. Solo pudiendo pensar y desear en una cosa...
Que aquella imagen nunca se borrara de su memoria.
—Oh, Jesucristo, por favor, dame fuerzas para que en estos dos días el comerme estos libros casi tan gordos como la Biblia me ayude a sacar buena nota en el exámen —rezaba un pelirrojo desde su asiento.
—¿Tan temprano y suplicando? —se mofaba su mejor amiga al tiempo que se sentaba en el asiento contiguo al de él. Zora se limitó a dedicarle una mueca de enojo—. Parece que alguien no le dedicó el suficiente tiempo a estudiar.
Él emitió un sonido de desagrado y se recostó completamente en la silla. Sus ojos se entrecerraron en una mirada cansada.
—Pues si te soy sincero lo único que hice en las últimas setenta y dos horas ha sido jugar juegos RPG, multijugador, entre otros que no recuerdo ahora. Y puede que mis frutos dieran resultados y haya quedado en los mejores jugadores hasta ahora en varios videojuegos, pero, lastimosamente, veo mi nota caer desde el Everest —declaró él con un tono monótono.
Estaba preparado para oír la burlas de Vanessa y sus bromas pesadas que luego de clases seguirían y seguirían como un molesto mosquito que vuela a cada rato en tu oído y no lo puedes matar. En cambio, le extrañó ver que la otra suspiró y se dejó caer en su asiento, imitando la acción del pelirrojo. Zora arqueó una ceja en su dirección.
—Bueno, no es que yo haya estudiado mucho tampoco —soltó unas risitas traviesas y el chico la observó anonado—. Estoy algo preocupada por como me vaya en el exámen.
—Hey, ¿y qué pasó con eso de "mi mente es superior a la de los demás"? —dijo con un tono ridículo para molestarla, ganándose que un cuaderno de la peli-rosa se estampara en su cara—. ¡Oye estúpida, avisa antes de lanzarme cualquier cosa! ¡Eso dolió!
—Cállate, imbécil. Ahora no tengo cuerpo para tus bromas.
Zora contrajo su rostro en una mueca por la actitud de la otra y masculló un «aguafiestas» casi inaudible.
—¿Y bien? ¿Qué tanto estuviste haciendo? ¿Tienes más pruebas del inexistente amor de Asta y Noelle?
—No.
—Mmhh, ¿te la pasaste leyendo manga shōjo y viendo Doramas?
—No —canturreó.
—¿Entonces qué madres estuviste haciendo? —cuestionó él, irritado por no acertar—. ¿Lograste establecer una conexión con otro mundo?
Vanessa rió por el comentario su amigo.
—No, idiota —contestó. Luego de pronunciar aquella respuesta Zora la miró con cara de «¡¿Entonces el qué?!» y ella sonrió y posicionó un dedo sobre sus propios labios—. Es un se-cre-to.
—¡Anda ya! Bueno, no debería interesarme nada de esto..., —la peli-rosa arqueó una ceja, ensanchando su sonrisa—. ... ¡Pero sí me interesa, así que dímelo!
Él la zarandeaba, incitándola a confesar mientras que ella reía por la actitud tan desesperada de su amigo.
—¡Que no, pesado! —exclamaba entre carcajadas—. Además que por ahí viene el capitán Yami.
Zora volteó a su espalda para comprobar que efectivamente, Yami se acercaba a la clase... Y parecía que por su expresión se le había acabado el papel higiénico. El pelirrojo rápidamente se acomodó en su asiento, dedicándole una mirada desafiante que ella contestó haciendo una cruz con sus dedos sobre sus labios.
El chico frunció el entrecejo, pero luego se dispuso a observarla bien. Se veía tan feliz y tan divertida que decidió dejarlo pasar por el momento.
Aunque por dentro, la curiosidad lo carcomía.
«¿Qué será eso que la tiene tan contenta?»
La clase marchaba como de costumbre. Zora se había echado una siesta nada más Yami decir «buenos días», Vanessa tenía la vista anclada en cualquier pequeño movimiento que realizaban Asta y Noelle. Gordon hacía apuntes en le fondo, Charmy discretamente le daba a cada rato una mordida a su pastel escondido. Finral suspiraba y miraba constantemente la ventana, esperando que alguna chica linda se pasara por ahí. Luck molestaba a Magna lanzándole pequeñas bolitas de papel a la cabeza y este se aguantaba para no pararse de su asiento y plantarle un guantazo en toda la cara. Grey se tapaba gran parte de la cara con un cuaderno, escuchando atentamente las palabras del capitán y Gauche parecía estar sumergido en su propio mundo. Mientras tanto Asta y Noelle copiaban como locos, intentando que todo lo que se explicaba se pegara como chicle a su memoria.
—Oh, parece que olvidé los mapas —comentó el profesor, a lo que todos le prestaron interés—. En verdad no me apetece para nada ir a buscarlos a la biblioteca.
Finral levantó la mano, solicitándo permiso para hablar,
—Capitán Yami, ¿por qué los dejó en la biblioteca? Podría haberlos guardado en el sótano.
—Primero: tú no el dices qué tengo o no tengo que hacer, mocoso del diablo —arremetió con aires de amenazador, consiguiendo que Finral se estremeciera y que deseara no haber preguntado—. Segundo: los olvidé en la biblioteca porque ahí es el único lugar donde puedo hacer el plan de clase sin escuchar el maldito escándalo que hacen.
Una gotita bajó por la sien de todos los estudiantes presentes.
—Así que tú y tú me los van a traer —determinó señalando a Gauche y Grey. Los cuales quedaron sorprendidos ante algo tan repentino.
Al chico no le agradaba mucho la idea, pero como no tenía otra opción aparte de que lo castigaran por llevarle la contraria a Yami y que diera ciento cincuenta vueltas al campo, tuvo que resignarse y entre gruñidos levantarse de su puesto y caminar hasta la puerta.
Su respectiva acompañante no tardó en llegar a su lado y ambos se encaminaron hacia su destino.
Desde que los dos tuvieron más contacto al conocerse en el sótano y luego al hacer Gauche una jugada y poder estudiar con ella, a cada rato intercambiaban saludos y comentarios. No se podía considerar que su relación era muy íntima, pero al menos podían llamarse amigos.
—Y exactamente... ¿Dónde está la biblioteca? —inquirió el joven observando los terrenos del colegio.
—¿En serio no sabes dónde está? —preguntó a su vez la chica.
—Siendo honesto, no salgo mucho de mi cuarto.
—Pe-pero si al entrar en el colegio te daban un folleto que incluía un mapa.
—Mmh, no recuerdo algo como eso. Lo más probable es que lo haya tirado a la basura —respondió en un tono serio, y una gotita no pudo evitar bajar por la sien de su compañera.
—E-esto... ¡N-no hay problema, yo te guiaré! —dijo con su tan característico nerviosismo. El otro le agradeció la amabilidad y accedió a seguir sus indicaciones—. Lo...lo cierto es que está un poco lejos... ¡Pe-pero no importa! Por aquí, Gauche-kun...
Luego de un tiempo caminando, el de cabello marrón inconscientemente empezó a observar sus alrededores. Verdaderamente el área era inmensa, se podría comparar con los campus de las Universidad. ¿Qué se podía esperar de una de las preparatorias más eminente de la ciudad?
Sus ojos se paseaban por todo el lugar, observando detalladamente las inmensas edificaciones, los senderos atestados de ese verde y perfectamente cortado césped. El follaje de los árboles se balanceaban a merced de la leve brisa. Al pasar junto a más edificaciones podía escuchar el murmullo lejano de los estudiantes.
Mientras pasaba a través de los edificios podía divisar a algunos alumnos disfrutando un poco del tiempo libre que seguramente les hubieran asignado. Esos grupos de amigos que se reunían con el único fin de decir tonterías y reírse de cualquier estupidez, con la máxima preocupación de los estudios.
Reían y reían, mientras los confortables rayos de sol acariciaban sus alegres facciones.
Gauche frunció su entrecejo y desvió su amarga mirada al lado contrario. No quería ver más ese tipo de escenas.
Estaba harto.
Caminaron unos minutos más, el silencio seguía estando presente entre los dos, pero no era incómodo, así que ninguno veía necesidad en hablar para simplemente rellenar los espacios de tiempo vacíos.
Grey tenía la vista fija enfrente. Ya casi estaban llegando. El recorrido había sido un tanto largo ya que su residencia no quedaba tan cerca de los edificios centrales, pero luego de casi media hora caminando por fin la chica podía distinguir la enorme construcción con su gran cartel que podía verse que decía: "biblioteca".
Ella se volteó para avisarle que ya estaba cerca, pero se extraño al ver que Gauche había parado a unos cuantos metros lejos de la chica y que miraba a un punto incierto en la distancia. Su mirada y expresión eran algo complicado de descifrar.
La otra, en un acto reflejo, había seguido la línea de la vista de su amigo y se había encontrado con la fuente del jardín central del Instituto. En verdad era una fuente gigantesca y muy bonita, pero no entendía el porqué el chico se había conmocionado tanto por eso.
—¿Gauche...-kun? —preguntó al verlo en ese estado de trance—. ¿Estás bien?
Él pareció volver a la realidad y le dedicó una mirada amarga a su objetivo visual antes de girar su rostro para encontrarse con los ojos confusos de Grey.
Metió sus manos en los bolsillos de su pantalón y su rostro volvió a adornarse con su velo neutral.
—No pasa nada, continuemos.
Ella se lo quedó mirando, sin estar satisfecha con aquella respuesta. Pero al ver que no tenía opción, entró junto con él al edificio.
Mientras tanto en el salón, el grupo esperaba no tan pacientemente a que aquellos dos llevaran lo encomendado junto a ellos.
Luck en busca de saciar su aburrimiento había creado una especie de catapulta con la cual podía lanzar sus pelotitas de papel sin mucho esfuerzo a la cabeza de Magna, quien en ese momento ya había destrozado quince lápices en un intento de mantener la calma y que Yami no le partiera su mandarina en gajo por andar armando alboroto.
Zora y Vanessa tenían un ferviente debate sobre si en una pelea ganaría Saitama o el Chapulín Colorado.
En tanto Asta y Noelle...
—Mi ticher, ai star go chimichanga —decía el de ojos verdes, ganándose un libretazo en la cabeza por parte de su amiga.
...Estaban haciendo pactos con el diablo.
—Joder, ¿por qué estos mocosos se demoran tanto? —mascullaba esta vez el capitán, sacado de sus casillas. Golpeaba constantemente el suelo con la suela de su zapato. Siguió repitiendo esta acción por unos pocos minutos hasta que una idea le cruzó la mente—. No puede ser...
El hombre se levantó de su asiento, llamando el interés de sus estudiantes y se dirigió a la puerta con intenciones de salir.
—Oye oye, ¿a dónde va el Capitán Yami? —preguntó Asta a nadie en particular y rápidamente pasó Zora por su lado con intenciones también de abandonar el salón.
—Ni idea, pero ya yo estoy grabando —comentó con la adrenalina corriendo por su venas, desapareciendo por la entrada.
Y el grupo no se lo pensó dos veces antes de seguir al pelirrojo.
En la biblioteca...
—Bueno... Luego de estar casi una hora buscando los mapas por fin los encontramos, y me pregunto... ¿Por qué demonios no los habíamos buscado antes en el baño? —expresó Gauche, desplomándose sobre una de las sillas de la biblioteca. Grey le contestó encogiéndose de hombros, repitiendo también la acción del otro—. Dios, necesito un descanso.
—Yo también... —dijo con una expresión cansada.
Al chico un escalofrió recorrió su cuerpo cuando sintió nuevamente una mirada punzante sobre él.
Giró su rostro para encontrarse con la chica y algo intimidado dijo:
—Grey... Como que esa mujer me ha estado mirando mucho desde que llegamos, me hace sentir como que hice algo malo.
Gauche señaló a la bibliotecaria que se encontraba a unas cuantas mesas separada de ellos. Era una mujer pelirroja con aires de estar cabreada y cara de pocos amigos.
Ella le dedicó una sonrisa culpable encogiéndose de hombros.
—N-no te preocupes mucho —expresó en murmullos, intentando tranquilizarlo—. E-ella es así... Su nombre es Mereoleona Vermillion. Lo que pasa está ocupando temporalmente ese puesto ya que al parecer la bibliotecaria común pidió unas vacaciones que tenía acumuladas. Y... Bueno... Ese no es su tipo de trabajo, por lo que normalmente está más enojada de costumbre. Yo a veces he hablado con ella, no es tan mala persona como parece.
Aún sin creerse mucho lo dicho por su amiga, el otro decidió intentar que no se daba cuenta de la intensa mirada de la mujer, a pesar que los escalofríos estaban presentes en todo momento.
Grey decidió inspeccionar la mesa en la que estaban, en busca de algo para entrenerse momentáneamente.
Cerca de ella se encontraban unos cuantos libros apilados y con interés tomó el primero que estaba encima de los demás.
—Las Crónicas de Narnia —leyó en voz alta el título que estaba impreso en la portada. Gauche la observó atentamente en silencio. Una sonrisa melancólica se dibujó en los labios de la chica, mientras abría el libro e iba pasando las páginas rápidamente.
El joven se acercó despreocupadamente a la otra, observando a la par que ella aquellas páginas plagadas de letras.
—¿Te gusta ese libro? —cuestionó en un susurro que estremeció a Grey al darse cuenta de lo cercanos que eran.
La chica en un santiamén se separó de Gauche con un enorme rubor que intentaba disimular vanamente con su libro. Él ni se inmutó por su comportamiento y siguió mirándola, esperando una respuesta.
—B-bueno... E-este lo leí hace mucho tiempo y p-pues... Me da un poco de nostalgia volverlo a ver.
El de cabello marrón pareció meditar unos segundos en silencio antes de volver a hablar.
—¿Entonces te gusta el género de aventura y fantasía? —formuló una nueva pregunta, poniendo alerta a su amiga.
Ella estaba un poco confundida. ¿Por qué hacía esas preguntas?
—S-sí, supongo... —contestó dejando pasar por alto el porqué de la curiosidad de la persona que tenía en frente—. ¿Y a tí?
Gauche rascó su nuca con indiferencia, pensando en una respuesta.
—No sé... Creo que preferiría los policiacos, son más realistas.
Grey observó su libro un momento. Dudando si en pronunciar sus siguientes líneas. Tamborileó con sus dedos la tapa gruesa del libro, dándose valor a sí misma.
Finalmente levantó la vista, encontrándose con la mirada púrpura de su amigo y le dedicó una sonrisa de medio lado.
—Mmh.. Gauche-kun, los lectores no leen para ver lo mismo que está pasando en el mundo que los rodea —volvió su vista al libro en sus manos—. Ellos buscan escapar de su realidad, explorar nuevos universos y sentirse tan libres como lo aventureros que son los protagonistas de sus libros. La aventura y la fantasía no es más que un medio para olvidar quién eres en tu universo y comenzar a vivir otra vida en un mundo distinto, al menos por un momento.
El chico se quedó callado, sin palabras ante lo expuesto por su compañera. En silencio tomó otro de los libros que estaban en la pila. “Las Aventuras de Tom Sawyer” se podía leer en la tapa.
«Mmh, tal vez comience a leer más de este tipo...» pensó con sus ojos anclados en el objeto que estaba entre sus manos.
—O-oye, creo que ya deberíamos irnos, ¿no? —rompió el silencio la chica, parándose de su asiento y tomando algunos de los mapas que estaban sobre la mesa.
Gauche no emitió sonido alguno y recogió los mapas faltantes. Ambos caminaron hacia la puerta principal de la Biblioteca sin dirigirse nuevamente la palabra. Pero a unos metros de la entrada, la puerta, en un estallido, se abrió de par en par, destrozando toda la paz en unos poco segundos.
—¡¡MOCOSOS COCHINOS!! ¡¡LES DIJE EN EDUCACIÓN SEXUAL QUE DEBÍAN USAR CONDÓN!! —bramó nada más y nada menos que el Capitán Yami nada más abrir de un portazo la entrada de la Biblioteca.
Inmediatamente la silenciosa edificación se condensó en un silencio brutalmente incómodo.
Gauche y Grey que se encontraban frente a su tutor y sus compañeros que estaban a los lados del profesor presenciando la escena, se quedaron de piedra sin mover ni tan siquiera un músculo.
—¡Capitán, creo que los mató! ¡Ni siquiera respiran! —exclamó Magna al ver el estado de sus dos amigos—. Oye Luck, llévate a uno. No creo que estos dos puedan salir de aquí por sus propios medios.
Mientras tanto Yami miraba atentamente a un aura aterradoramente oscura que lo observaba directamente a él. Un sudor frío bajaba por su frente.
—¡Puerta equivocada! —clamó el hombre cerrando la puerta de la misma manera que la había abierto.
—¡¡SUKEHIRO!! —retumbó en el edificio el potente grito de la mujer pelirroja completamente furiosa.
—¡¡Vamos mocosos, corranle a la verga!! ¡¡Ahora esta es una clase de cómo sobrevivir de un animal salvaje!! —le dijo a sus alumnos empezando a huir lo más lejos posible de aquella mujer, seguido de los jóvenes.
En la estampida con el solo propósito de sobrevivir Magna y Luck cargaban con Gauche y Grey a sus espaldas, los cuales todavía seguían en shock. Magna cargaba con Gauche mientras Luck con Grey.
El rubio tenía un leve sonrojo, que fue borrado rápidamente por un golpe de su amigo.
—¡Vicioso! ¡Deja de pensar en marranadas cuando tienes contacto con alguna chica! ¡Te van a tachar de cochino! —le espetó el de aspecto de vándalo, consiguiendo un puchero de Luck por respuesta.
«Que suerte tiene Luck...» pensaba Finral llorando con frustración.
Mientras tanto Zora huía con su celular en mano y una sonrisa de satisfacción de oreja a oreja.
—¿Entonces grabaste todo? —preguntó Vanessa a su lado sin parar de correr.
—Sep —canturreó él.
—¿Y lo vas a publicar a YouTube?
El pelirrojo produjo una mueca de miedo.
—No gracias, quiero vivir —contestó señalando al líder de la huída—. Esto solo será un bonito recuerdo archivado en lo profundo de la memoria de mi computador, ¿vale?
Ella entendió y le pareció gracioso imaginar que pasara el tiempo y que vieran aquel vídeo y se rieran de las estupideces que ocurrieron en su juventud.
En tanto Asta y Noelle...
—¡B-Bakasta! ¡¡Bá-bajame ahora, idiota!! —chillaba la de cabellos plateados con el color carmesí instaurándose en su rostro—. ¡¡Este no es un comportamiento adecuado para tratar a un miembro de una familia importante!!
Lo que había pasado es que el de ojos verdes al ver el peligro que les acechaba había decidido tomar a la chica en sus brazos, ya que como esta aún estaba con el tobillo un poco lesionado, la escapada le resultaría dificultosa.
—¡Noelle vas a volverme sordo! —dijo este con una mueca de dolor hacia su pobre tímpano.
—Já, mira al burro hablando de orejas —contraatacó ella cruzándose de brazos.
El de cabello color ceniza contrajo su cara en una mueca de desagrado.
—Por favor, Noelle, este no es tiempo de quejarse, ¡es tiempo de correr! —zanjó la conversación y comenzó a correr más rápido, dándole a entender que no quería seguir discutiendo.
Noelle quedó en silencio.
—B-bueno, supongo que tampoco está tan mal... —susurró para sí misma, al tiempo que sus mejillas se cubrían de un intenso rubor escarlata.
CONTINUARÁ...
[Chibi Time]
—Buen día, tarde o noche, ladies and gentlemen —decía Zora iluminado por un gran reflector—. Hoy a esta copia barata de Petit Clover de este fanfic culero le complace presentar... —redoble de tambores—, ¡lo que ocurre detrás de las cámaras!
—¿En serio no había nada mejor que poner? —pregunta el pelirrojo.
—Shh, tú cállate y sigue.
—Bueno... ¡Aquí va lo esperado!
Se baja el telón y muestran una gran pantalla donde se pueden ver a Vanessa y a Zora.
—Bueno, vamos a grabar la escena en donde Vanessa le da un libretazo a Zora en la cara, ¿vale? —dice el director desde su silla—. Cámaras... ¡Acción!
Primeramente Vanessa le lanza su libreta al chico pero esta la tira tan mal que ni siquiera llega a tocar a Zora.
—No pasa nada —vuelve a decir el director—. ¡Toma dos!
La peli-rosa vuelve a intentar lanzar la libreta pero esta se va para el otro lado, a metros de distancia del pelirrojo.
—Que mala puntería tienes, Vanessa —se mofa el chico.
—¡Cállate estúpido!
Ella en un ataque de ira lanza nuevamente la libreta y esta se dirige con éxito hacia su objetivo, pero lamentablemente Zora la atrapa en el trayecto.
—Perdón, acto reflejo.
Vanessa se levanta de su asiento enojada y sale del estudio. Zora también se levanta de su silla y va junto con el director.
—Oiga... Como que aquí en el guión... —dice hasta que mira a la persona que es el director—. ¡Espera un segundo! ¡Tú no eres la autora! ¡¿Quién cojines eres tú?!
El aludido suelta una risita maliciosa y se quita su gorra en señal de saludo.
—Hola, yo soy Nora —responde—. Para quienes aún no lo sepan yo soy un personaje auténtico de la autora que utiliza como recurso cómico.
—Ehhh, ¿a quién chingados le hablas?
—No me creerías si te lo dijera.
—Bueno, de todas formas, ¿donde está la autora?
—Bueno, ella en estos momentos está pasando por un trauma que le dejó una madre ahí llamada Made in Abyss o algo así. Así que me dejó a cargo temporalmente.
—Mmh, al demonio. Mira, tú no sé como te llamas, aquí en el guión no dice nada de un libretazo ni nada. Solo un "¡cállate idiota!"
—Pero un libretazo es más divertido.
—Pero...
—Shh, un libretazo es más divertido —zanja un poco enojado.
—Mmh, en ese caso, ¿no hay nada así que pueda evitar que me golpee en la cara?
—No tenemos presupuesto para efectos especiales —dice sacándose un moquito desinteresadamente.
—¡Agh! —gruñe tirando el guión al suelo y saliendo también del estudio.
—Ñe, ya volverán —dice Nora despreocupadamente.
[Fin]
DESPUÉS DE UNA PINCHE SEMANA MIRANDO A MI PARED BUSCANDO INSPIRACIÓN POR FIN PUDE TERMINAR EL CAPÍTULO SIII!!!!
Pared-chan: se fijó en mí 👉👈😳
(Pregunta random :v : les gusta como escribo romance y eso?)
Bueno, banda quiero agradecerles a todos por las DIEZ MIL VISTAS AHUEVO SON LOS MEJORES LECTORES QUE PUEDO TENER.
Y para agradecerles les hice esto :D/
Aksjakjska sí, les hice unos memingos xdxd, espero que les gusten :3. Y PARA QUE SEPAN QUE LOS HICE YO AHÍ ESTÁ MI MARCA DE AGUA XDXDXD.
Oh, y un aviso importante :v
Creo que ya es momento de empezar la cuenta regresiva :'v.
Sin más, Sayonara! :D
Lou fuera!!
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