Capítulo 14. Acercarse
A altas horas de la madrugada se divisaba a un chico saliendo a hurtadillas de su habitación.
A este joven no le agradaba mucho la idea de salir de su cómodo cuarto, y menos a esas horas, donde la noche atacaba con esas brisas gélidas que te hacían querer regresar al refugio de tu cama.
Para su mala suerte, lo único que había tenido en esos momentos de ropa limpia a su alcance era una mísera camiseta. Por lo que al andar por los pasillos en busca de las escaleras no podía evitar abrazarse a sí mismo en un intento de no tener tanto frío, y chasqueaba la lengua con fastidio cada vez que una ventisca rozaba con su piel estremeciéndolo.
Pero aunque se quejara de estas pequeñeces no retrocedía frente a su objetivo.
Realmente su cerebro quería estallar por la música de sus compañeros, ¿cómo demonios podían estar haciendo una fiesta en ese momento?, las personas necesitan dormir. Lo único que el chico deseaba era poder descansar correctamente, pero los demás miembros de los Toros Negros no se la ponían nada fácil.
Al ver que no pudo hacer nada contra el insomnio decidió invertir su tiempo en hacer figuras de arcilla de su adolatrada hermana, casi ya había llenado un estante de su librería con dichas figuritas pero no se cansaba de repetir el mismo proceso una y otra vez. Para él era bastante entretenido, era una de sus formas para demostrar aquel inmenso amor que tenía hacia la pequeña.
Desafortunadamente al terminar su figura treinta de esa noche notó que se había quedado sin arcilla para moldear y murmurando maldiciones no le quedó de otra que ir a buscar más al ático.
Por alguna extraña razón en ese lugar habían muchas cosas, y curiosamente ya había encontrado arcilla allí antes por lo que no dudó ni un segundo antes de dirigirse hacia allá.
Al empezar a subir las escaleras notó como todavía perduraba el alboroto en el piso inferior y puso una mueca en desagrado.
«Que ruidosos» fue el pensamiento más notorio que permaneció en su mente cual densa neblina.
Tomó el cerrojo de la puerta forzando a su memoria a recordar exactamente donde estaba la materia que necesitaba.
Mas todos esos pensamientos se desvanecieron, remplazándolos por una inseperada sorpresa al abrir la puerta, y descubrir que no estaba sólo.
Una chica se encontraba frente a un viejo espejo, manchado y lleno de polvo por el pasar de los años, pero conservando su reflexión a la perfección. Ella se admiraba a sí misma viendo si le quedaba del todo bien un disfraz que representaba a la vestimenta de las mujeres en siglos pasados. Una peluca de ondulados rizos rubios cubría su cabeza, la cual cayó al suelo cuando la joven notó la presencia del otro.
—¡¿Gauche-kun?! —exclamó sorprendida y con la cara completamente roja al haber sido cachada en un momento así.
—¿Grey? ¿Qué haces aquí? —inquirió este un poco más calmado que la otra, porque aunque el fondo de su mente formulaba varias preguntas, la indiferencia arrasaba con toda la curiosidad.
La peli-azul solamente cubrió su rostro con las manos sintiendo el humo salir de su avergonzado rostro.
—P-pues yo... Ve-verás... —trataba de contestar—. ¿P-por qué estás tú a-aquí Gauche-kun?
El chico ni la miraba ya, había pasado a su lado con desinterés y ahora rebuscaba entre las cajas y cajones del lugar.
—¿Eh? Ah, venía por arcilla, se me terminó y ya no puedo continuar haciendo figuras de mi diosa Marie —respondió sin despegar su vista de los distintos objetos que encontraba en su búsqueda.
—Ah... Va-vale...
Un silencio incómodo se hizo presente entre los dos, siendo este interrumpido solamente por las cosas que movía Gauche.
La de ojos celestes no pudo aguantar más ese silencio y decidió romper el hielo.
—A-así que adoras mucho a tu hermana, ¿eh? —dijo desviando su mirada al suelo con su tan característico rubor adornando sus mejillas.
—Si llamas "adorar" a que la admire tanto como para rezarle todas las noches, pues sí, la "adoro" —contestó.
Grey no pudo ocultar parte de su asombro y un poco de incomodidad por la declaración del otro. Vaya... Eso sí que era tener complejo de hermano. Pero a pesar de eso, ella respondió a ese comentario tan extraño con una sonrisa torcida de boca cerrada.
—Es bastante tierno que un hermano se preocupe tanto por su hermanita —habló a modo de no dejar en hielo la conversación otra vez.
—Sería capaz de enfrentarme al Gobierno del mundo por ella si hace falta —una gotita de sudor bajó por la sien de la muchacha—. ¿Pero sabes lo que es verdaderamente tierno? Marie, ¿te enseño fotos de ella?
De un momento a otro Gauche en su afán de mostrar a su pequeña Marie había olvidado la búsqueda de la arcilla y se encontraba en frente de la peli-azul, casi invadiendo su burbuja personal, con su celular en mano mostrando muchas fotos de la susodicha.
Ella llevó sus manos al frente cerrando sus ojos con fuerza, la había agarrado desprevenida aquel acercamiento y su rostro antes sonrojado ahora era tan rojo como una manzana.
—Ga-Gauche-kun, yo es-estaría encantada de v-ver todas esas fo-fotos, pero por... por favor... A-apártate, e-estás muy ce-ce-cerca... —tartamudeó tratando de zafarse de aquella situación tan embarazosa para ella.
El de cabello oscuro paró en seco luego de sus palabras, para percatarse que casi estaba sobre la pobre chica y que sus rostros eran bastante cercanos en ese instante.
En un abrir y cerrar de ojos él se encontraba en una esquina del ático con una cara de póker.
—Perdón.
Ella negó rápidamente con la cabeza aún ruborizada, dándole a entender que no pasaba nada.
Luego de unos segundos ya estaban más calmados, ya Gauche se había despegado de la pared y Grey dejaba de echar humo por su rostro.
Ya se habían relajado, pero aún no se atrevían a dar nuevamente el primer paso.
—Eh... Dijiste que te gustaría ver las fotos de Marie... ¿cierto? —inquirió el chico vacilante.
—¡S-sí! —dijo rápidamente, notándose un poco de emoción en su voz. La verdad era que le alegraba que el de cabello marrón también quisiera hablar con ella.
Ambos un poco dudativos se sentaron uno al lado del otro sobre unas cajas. Prácticamente eran desconocidos, pero, tal vez esas ganas que tenían los dos de hablar con alguien y no pasar aquella velada en la soledad de sus habitaciones hizo que siguieran intentando entablar una conversación fluida y natural.
Grey por otra parte se esperaba que el otro tuviera bastantes imágenes de su querida hermana... Pero nunca imaginó que fueran tantas estas.
A cada imagen Gauche le contaba una historia distinta, algunas de ellas eran dulces, otras un poco más tristes y finalmente estaban esas tan divertidas que la de ojos celestes soltaba múltiples risitas tímidas, como cuando le contó una vez que en un cumpleaños de la pequeña, un niño sin querer había hecho que la niña tropezara y cayó sobre un charco de lodo que ensució el vestido que traía puesto ese día, que casualmente era su favorito, haciéndola entristecer. Gauche le declaró que en esos instantes tenía tanta sed de sangre que terminó volteando una mesa en su enojo, afortunadamente Marie lo detuvo antes que cometiera un homicidio.
Ante tal ocurrencia la chica presente liberó una sonora carcajada de incredulidad y diversión desde el fondo de su garganta. Él se la quedó mirando enternecido por un momento, no sabía que estaba pasando en ese momento, por alguna razón su cuerpo se había relajado y su corazón latía con un ritmo alegre.
¿Por qué se sentía tan bien?
Volvió a mirar su celular al tiempo que una imperceptible sonrisa era formada por sus labios sin darse cuenta
Luego de un tiempo, el chico se empezó a quejar de que tenía sed, tanta cháchara estaba acabando con su seca garganta. Se dispuso a bajar, pero para su sorpresa Grey señaló una máquina expendedora de bebidas que estaba en el mismo ático.
—¡¿Una máquina expendedora?! ¿Pero esto qué es? ¡¿La mochila de Dora la exploradora?! —soltó él completamente anonado.
Ella se había limitado a encogerse de hombros mientras reía levemente. El otro sin mucha confianza había decidido sacar un refresco de lima.
«Tal vez todos estén vencidos» pensó mientras recogía la lata por la abertura que estaba debajo de la máquina.
—Vamos a ver... —dijo cuando empezaba a buscar dicha información—. "Consumir preferiblemente antes del nueve de agosto del año cinco mil cuarenta y nueve"... ¡¿Espera, qué?! —exclamó al volver a leer la etiqueta para comprobar si sus ojos lo engañaban, pero había leído correctamente.
La peli-azul mientras, no paraba de reírse de las reacciones de Gauche, que solo le gritó un "¡Deja de reírte!" que obviamente fue en vano.
Al final ella lo convenció para tomar las bebidas, ya que no había nada más en el lugar y ninguno de los dos estaba de humor para bajar y buscar algo distinto.
Se volvieron a acomodar en sus asientos mientras abrían las latas.
Él se removía un poco, sentado en su caja, ya que hacía un tiempo quería hacerle una pregunta, pero no estaba seguro si la otra se sentiría cómoda respondiéndola. Nunca había tenido mucho contacto con otras personas que no fueran su hermana, y no sabía muy bien como se sentiría cada quien con respecto a cada situación, y eso lo inquietaba.
Hasta que decidió lanzar su pregunta sin pensárselo demasiado.
—Tú... querías ir a la fiesta, ¿no? —inquirió con su acostumbrado tono indiferente, con una pequeña y apenas audible chispa de curiosidad en su interior.
La de cortos cabellos celestes casi se atraganta con su Fanta.
—¡Lo sabía! —proclamó él—. Sabía que esa porquería tenía algo raro —rápidamente tomó a la chica por la cabeza e hizo que esta quedara cara a cara con el suelo—. ¡Escupe esa mierda! ¡Vamos, antes de que pudra tu estómago!
—¡Gauche-kun...! ¡Gauche-kun! ¡¡No es eso!! —clamó haciendo que el otro finalmente la soltara y pidiera un «lo siento» por lo bajo, y ella le respondió con una sonrisa de boca cerrada a su disculpa. Rompió el contacto visual antes de responder—. Es sólo que no me esperaba esa pregunta... M-me sorprendí, eso es todo.
Él dejó de mirarla y concentró su mirada al frente mientras una expresión neutral era adoptada por su rostro.
—¿Por qué simplemente no fuiste? Por todo el alboroto que tenían está claro que se lo estaban pasando bomba —volvió a tomar de su refresco, tenían un gusto un tanto amargo que provocó una mueca de su parte.
—Mmhh... Su-supongo que por el qué dirán... Parezco una idiota con este traje.
Él la observó un momento de arriba a abajo sin quitar la misma expresión de su rostro.
—No es cierto, te queda bastante bien —contrarestó, provocando un gran rubor por parte de la otra, que intentó ocultar con sus manos—. Además apuesto lo que sea que allá hay personas más ridículas de lo que imaginas.
Mientras tanto...
—¡Achúu! —estornudó Zora, alertando a su compañera.
—¿Eh? ¿Te enfermaste? —Vanessa hizo una mueca de asco—. Mantente alejado, no quiero que me pegues cualquier cosa.
—No se trata de eso, idiota —contestó un poco irritado—. Lo que pasa es que de seguro alguien están hablando de mí. Ya sabes, soy bastante popular —dijo esta vez con brillitos a su alrededor y una expresión de orgullo.
Ella frunció el ceño sin deshacerse de su mueca.
—Si, claro. Como digas —y volvió a prestar atención a su cámara.
Volviendo con Gauche y Grey...
—Gra-gracias Ga-Gauche-kun, pero... Creo que no lo entiendes... El que to-todos te miren, te examinen, y simplemente no sepas qué es lo que van a decir...
—¿Y a quién le importa lo que digan los demás? Igual todos son escoria sin valor.
Para cuando pudo recapacitar lo que había dicho ya era demasiado tarde. Inútilmente se giró hacia ella con una expresión de culpabilidad y asombro antes sí mismo.
—Grey... No es lo que piensas, no lo decía por tí...
Ella se levantó de su asiento, con los puños cerrados y el ceño fruncido.
—¿A-así que eso es lo que piensas de todos? ¿A pesar de que te han recibido con los brazos abiertos?
Él también se levantó, haciendo que ella pareciera pequeña, pero aún así la de cabellos celestes no perdía autoridad.
—¿Y qué? ¿Al final no son todos los que te impiden ser original y menos tímida? —replicó este, el ambiente entre los dos se estaba tornando tenso.
—¡Te equivocas! ¡Todas esas personas que son nuestros compañeros son maravillosas! ¡Lo único problema aquí soy yo! ¡Así que ni te atrevas a dar por hecho algo que no es así!
Gauche se paralizó, y el enojo que se estaba formando en su interior desapareció. Estaba sorprendido de aquella fuerza que le estaba demostrando la chica que tenía enfrente. A pesar de que no entendía del todo lo que estaba diciendo, sentía la total honestidad en sus palabras. Y por alguna razón, sintió que ya no tenía argumentos para seguir con su riña.
—Bien... Tú ganas —dijo finalmente, retractándose de todas las sandeces que había soltado antes. Sin mirarla a los ojos—. Creo que tengo una idea equivocada de todos... Al fin y al cabo ni siquiera los conozco bien.
Grey lo observó durante unos segundos y luego suspiró pesadamente, como si hubieran llegado a un punto que debieron haber tocado antes. Y tomando una bocanada de aire, se atrevió a decir algo que tenía pensado desde hacía tiempo:
—E-eso es cierto... Si-siempre estás lejos de todos, y nunca te veo hablando con nadie. P-pero, ¿sabes? Q-quisiera que notaras más a la gente, q-quisiera que me notaras más... —sus mejillas se tiñieron de un carmesí intenso y su mirada de desplazó hacia el piso mientras se hacía más pequeña y murmuraba al final—. Cre-creo que deberías hacerlo... Ya sa-sabes... Para no tener ideas equivocadas de los de-demás.
El chico abrió sus ojos con sorpresa y su corazón se aceleró sin tener una justificación aparente.
¿Por qué?
—Oye, el lolicon. ¡Oye! —llamaba Yami exasperado en medio de la clase—. Si no me contestas en tres segundos voy a tomar el puntero de la pizarra y te lo voy a clavar por donde no te da la luz.
Todos los presentes sintieron un escalofrío recorrerles todo el cuerpo al oír tal amenaza hacia el pobre muchacho. Pero este no parecía estar en condiciones de formular una respuesta ya que se encontraba profundamente dormido en su asiento.
Casi no había conseguido conciliar el sueño la noche anterior. Su mente divagaba en temas que nunca se imaginaría que estaría pensando en algún momento de su vida.
Tan raro se sintió esa vez que se había hecho como veinte revisiones con el termómetro para ver si tenía fiebre. Para él, si estaba enfermo esa sería una buena razón para que se sintiera así de extraño.
Pero nada, no tenía fiebre ni ningún otra infección al parecer.
—Gauche-kun, Gauche-kun —lo llamaban desde atrás. Poco a poco se fue incorporando, sin sus cinco sentidos despiertos todavía.
Lo empezaron a zarandear para que finalmente pusiera los pies sobre la tierra, por suerte lo consiguió.
Gauche al despertar casi de manera permanente y se encontró con los ojos azules de la chica que lo llamaba, dio un respingo en su silla con un leve rubor en su cara, quitandosele, por fin, cualquier rastro de cansancio.
Él miraba al frente completamente tenso y con los ojos bien abiertos, mientras su cerebro se preguntaba un millón de veces el porqué de tal acción.
—Así que por fin despierta el emo durmiente —el capitán Yami irradiaba un aura de espantosa ira, mientras su cara formaba una sonrisa demoníaca—. Si es muy amable..., ¿me podría decir qué estábamos repasando?
El de cabellos oscuros, sin saber qué decir, miró disimuladamente lo libros que se encontraban encima de su mesa.
—Mmh... ¿Una asignatura? —contestó desinteresadamente.
El profesor apretó el puntero entre sus manos, con tal fuerza que parecía que lo iba a ser pedazos.
—Miren nada más, ya llegó don comedia a matarnos de la risa... —hablaba arrastrando las palabras con enojo—. ¡¿Acaso me ves cara de circo, payaso?! ¡¡Treinta vueltas al campo y sin rechistar!!
El joven chasqueó la lengua con frustración mientras se paraba de la silla para abandonar el lugar.
—Su-suerte, Gauche-kun —susurró Grey con una expresión de pena.
Los músculos del otro se tornaron rígidos al oír la suave voz de ella.
—Uhmm... Supongo —contestó sin hacer contacto visual.
Y sin decir más palabra se retiró del salón.
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Habían pasado unas horas desde su tortuoso castigo y ahora se encontraba en la sala frente a su computador leyendo uno de los tantos e-mails que le había mandado su hermana contándole lo que le había pasado en su día.
Le encantaba hacer eso. Por alguna razón, el leer esas palabras impregnadas del carácter infantil de una niña de doce años le resultaba infinitamente más interesante que una intensa y heróica epopeya.
Pero aunque sus ojos estuvieran fijos en la pantalla, su cerebro no procesaba las letras que estaba leyendo, y por más que intentara concentrarse, su mente no cedía a sus intereses.
Sus pensamientos erraban en su cerebro sin un paradero certero, volviendo siempre a una puerta que no quería abrir, la cual tenía por título "¿porqué estoy sentado aquí, solo, como un idiota?"
Su mirada perdida a cada rato se desplazaba discretamente al resto de la sala. Donde por un lado estaba Vanessa observando muy ensimismada unas fotos y Zora a su lado mirándola con una cara de repugnancia. Luego, Luck y Magna se encontraban sentados frente a frente barajando un puñado de cartas, el de gafas tenía una expresión muy sombría, al contrario del rubio, que estaba sonriente y divertido. Parecía que el asunto era serio.
Asta y Noelle parecían tener una conversación interesante, ya que la chica estaba sonrojada y muy nerviosa por algo en particular. Y contemplándolos un poco más, descubrió que él quería cargarla para que no pasara tanto trabajo con su tobillo fracturado, pero esta se negaba. Cuando el peli-cenizo la agarró de sorpresa y la levantó como una princesa, Noelle le asestó un puñetazo en toda la cabeza que lo dejó en K.O.
«Ugh, eso tuvo que doler»
Y... Finalmente... Sus ojos se detuvieron en una persona que hacía un rato ellos querían observar.
Grey estaba sentada en el sofá apretando un cojín contra su pecho viendo sabía Dios qué programa en la televisión.
Una sensación de calidez se apoderó de él al segundo de posar su mirada en la fémina. La misma sensación que había experimentado el día anterior en el sótano.
Miró a todas aquellas personas que estaban en el salón.
¿De esa manera se siente tener un amigo?
No lo sabía, estaba confundido. Hasta ahora su mundo se limitaba a su hermana y a él mismo, casi nunca había tenido mucha cercanía con alguien... ¿Estaba bien seguir desconfiando?
—Acercarse, ¿eh?... —murmuró.
Sentía que podría vivir aislado de la gente. En sus quince años no le habían hecho falta en ningún momento. Pero ahora...
Su corazón imploraba volver a experimentar ese sentimiento.
Y sin tenerlo aún muy pensado, había hechado a andar hacia donde se encontraba la chica de la personalidad increíblemente tímida.
Se quedó frente a ella, hasta que finalmente captó la atención de la muchacha. Cuando los ojos de ella hicieron contacto con los de él, se estremeció, pero pasó esto por alto. Se aclaró la garganta y frunció el entrecejo intentando no parecer nervioso.
—Emm... Grey... Lo que pasa es que como el capitán me sacó de la clase como que... ehh... ¿Podrías explicarme lo que repasaron? Creo que no lo entiendo muy bien...
Grey abrió los ojos un poco, levemente sorprendida, y luego contestó un poco apenada:
—Lo siento Gauche-kun... L-la verdad no soy muy buena con ese tipo de cosas —el chico ante tal declaración gruñó por lo bajo, y su expresión se volvió un poco más enfadada.
—¿Qué importa? ¡Solo explicamelo y ya! —dijo sin mirarla, tratando de que ella cediera sin tantas complicaciones.
—Uhm... Si-si tu lo dices... Claro, ¿en qué te puedo ayudar? —preguntó mientras se levantaba del sofá con vistas a comenzar a auxiliar a su compañero en el problema.
Gauche mantuvo su semblante serio y un poco frustrado, pero en su interior estaba sonriendo.
En realidad, a él le importaba tres pepinos la clase, lo único que quería era embriagarse de aquel sentimiento tan acogedor una vez más.
Y, aunque no fuera consciente de ello, también quería estar con esa persona que misteriosamente había llamado su atención.
—¡Bakasta! ¡¿Se puede saber qué demonios haces?! —reprendió Noelle a su amigo.
—Pues ver un maratón de Scooby-Doo, ¿qué no ves? —contestó a su vez el peli-cenizo.
Asta se encontraba desparramado en el sofá, con un gran bol de palomitas mirando atentamente como el Dios Shaggy comía cantidades grotescas de comida junto a Scooby a través del pantalla plana que tenían en el salón.
—Aunque tengo un tobillo fracturado, eso no me vuelve ciega, idiota —bufó al tiempo que se sentaba al lado del chico y fijaba su vista en las caricaturas.
El otro miró de reojo a su compañera mientras que la culpa se iba plasmado su rostro.
—¿En verdad estás bien? —inquirió cauteloso.
—¡Que sí, pesado! —exclamó exasperada, provocando un estremecimiento en Asta. Rápidamente agarró un puñado de palomitas y las llevó a su boca, masticándolas con enfado—. ¡Ni que fueras mi padre! ¡Deja de preocuparte de una vez!
—Mira quien habla —el de cabellos color ceniza sonrió de lado y arqueó una ceja—. ¡Cuando ibas a mi habitación a visitarme parecía que venían de un funeral!
Ella soltó una carcajada por tal ocurrente comentario, y se recostó en la parte trasera del sofá despreocupadamente. Tenía que reconocer que era verdad.
—Dios, sí que somos unos pesados.
—Ni lo dudes —sonrió ampliamente también.
—Deberíamos dejar de hacer eso, ¿no crees?
—Seeeh...
Ambos se quedaron callados unos segundos.
—No vamos a dejar de hacerlo, ¿verdad? —dijo Asta.
—Definitivamente.
Y los dos se empezaron a reír de los estúpidos que eran.
A la vez que poco a poco, mientras cesaban las risas, se dejaban llevar por las aventuras del grupo de la Máquina del Misterio.
26 capítulos y medio más tarde...
—¡¿Pero se puede saber qué estamos haciendo?! ¡¡No podemos perder el tiempo ahora!! —bramó la de ojos violetas al tiempo que tomaba el mando y apagaba la televisión.
—¡¡Nooo!! ¡Justo se iba a saber quién era el fantasma, Noelle!
—¡No podemos pensar en esas tonterías ahora!
—¿Así que piensas que saber la identidad del fantasma es una tontería? Me decepcionas —dijo mirándola totalmente defraudado.
Una vena se marcó en la frente de la chica y no dudó en molerlo a golpes.
—Deja... —puñetazo—,... De —puñetazo—,... Pensar —puñetazo—,... En —puñetazo—,... El —puñetazo—,... Maldito —puñetazo—,... Fantasma —puñetazo—. ¡El Capitán Yami orientó otro exámen para la semana que viene! ¡Tenemos que estudiar!
Asta pasó de sangrar de una manera no muy normal por la cabeza a dibujar una gran "O" con su boca, poniendo sus manos en su cara totalmente aterrado. En esos momentos era la viva imagen del cuadro El Grito.
—No puede ser... —dijo con un hilillo de voz.
—¿En serio no sabías lo del exámen? ¿Qué miércoles has hecho en toda la clase? —espetó, a lo que él pasó a tener una expresión seria.
—Tenía un serio debate mental sobre qué había debajo de la máscara de Kakashi.
Noelle soltó aire, intentando mantener la calma, y resignándose a conservar la paciencia y no hacerlo picadillo por lo estúpido que era.
—En verdad eres un idiota —susurró.
—De todos modos... —en un rápido movimiento, Asta tomó las manos de la chica entre las suyas, ruborizándola en el acto—. ¡¡Ayudame a estudiar, Noelle!! ¡¡Por favor!! ¡Ya perdí un día y yo soy muy tonto y no me entero! ¡Al final voy a suspender y me van a sacar del curso! ¡¡Por favor, Noelle!!
El chico parecía un mar de lágrimas. Una gotita bajó por su sien, en verdad a veces el otro podía ser muy dramático cuando se lo proponía. Aunque no podía culparlo, con las pocas neuronas que tenía, el que solo contara con cinco días para estudiar era un infarto seguro.
Suspiró, deshizo el agarre de sus manos y se cruzó de brazos.
—Bu-bueno... Supongo que porque soy más inteligente que tú te ayudaré.
—¡¡Gracias!! ¡¡No sé que haría sin tí!! —exclamó con la cara iluminada.
Noelle desvió su mirada hacia otro lado, con un tono rosado cubriendole sus mejillas y sus latidos desbocados.
Por alguna razón, esa faceta de Asta le había resultado demasiado tierna.
[Chibi Time]
(Es un apartado, imagínenselos en chibi xdxd)
—Mhhhmm, en verdad tengo una duda —decía Magna a lo que muchos signos de preguntas aparecían a su alrededor—. Luck, ¿cómo reaccionaste tan rápido en el capítulo anterior cuando casi se incendia el salón?
—Ohhh —sonrió el rubio—. Lo que pasa es que yo vivo en una central de bomberos, es normal que sepa lo que tengo que hacer.
—¿Por qué demonios vives ahí?
—Cosas de la vida —ríe encogiendose de hombros.
—Pero... Dicen que los incendios eléctricos no pueden apagarse con cualquier extintor. ¿De donde sacaste ese extintor?
—Ah, yo tengo todo tipo de extintores en mi habitación.
—¿Pero qué mier...?
—Seguridad ante todo, Magna —se ríe ilarante.
—Wtf
[Fin]
»»——⍟——««
Olaaaa, hay alguien ahí? —pregunta y un eco se hace presente en todo el lugar.
Nora: Bueno, eso es lo que te ganas por subir cada un año ¯\_(ツ)_/¯
Lou: :0, y tú qué mergas haces aquí??
Nora: soy un ser omnipresente, por si no recuerdas :)
Lou: no recuerdo haberte dado ese poder >:/
Nora: ( ͡^ ͜ʖ ͡^)
Lou: Oh shit, here wo go again. Ok, para los que no lo sepan, Nora es mi Oc personal, algo así como mi amiko imaginario xdxd. Lo había mencionado en mi antigua cuenta en el especial de esta historia que había hecho por los 3k :D Yyyy antes de nada, es un hombre xdxd, no se confundan por su nombre.
Nora: Ola de nuevo!!
Lou: A quien le hablas si no hay nadie :v
Nora: acabas de hacer los mismo :v
Lou: :v
Nora: v:
Lou: Bueno como sea, para todos aquellos seres que no se han olvidado de esta madre, espero que les haya gustado el cap. ヾ(^-^)ノLa verdad es que desde que ví el manga me encantó el shipp de GauchexGrey :3👌
Nora: ysi, Gauche es la perra :)
Lou: SHOTTO MATE >:V
Nora: 三三ᕕ( ᐛ )ᕗ
Lou: *suspira* ah y no puse los separadores porque yolo xdxd Nah mentira, es que no tengo suficiente Internet para eso :'v. Cuando tenga ya lo editaré y pondré los separadores.
Nora: jaja, pinshi pobre.
Lou: kyc biejo lesviano.
Nora: kyc bieja piruja.
Lou: Dios, es imposible... Bueno, sin más que decir. Nos vemos!!! Trataré de actualizar más seguido :'u.
Lou: Lou fuera!!! :D
Nora: gOmU gOmU NooOOOoo pAcHiNkO
Nora: quien sepa la referencia tiene mis respetos ( ✋˘ ˘👌 )
Lou: siempre quitándome hasta la última palabra hijo de playa >:v9
Nora: shishishi.
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