CAPÍTULO 52: El Reino
Solo Rick, Daryl, Michonne, Jesús y yo bajamos del auto cuando por fin llegamos al límite del Reino. El resto; Tara, Rosita, Sasha y Carl se mantenían tranquilos dentro del otro auto.
—¿Quién es esta gente, Jesús?—preguntó un señor con armadura que montaba un caballo. al lado de él estaba otro igual.
—Hola Richard, que bueno verte—lo saludó Jesús
—También me alegra verte, tus amigos, ¿quienes son?—preguntó de nuevo, miré fijamente a Richard.
—Él es Rick Grimes, es el líder de una comunidad como la nuestra—contó Jesús señalando a Rick—Y ella, la chica de cabello claro que vez por allá, es (Tn)____ Colman, ella ayudó a Benjamin—siguió hablando mientras me señalaba—Queremos solicitar una audiencia con el Rey Ezequiel—pidió Jesús y Richard bajó de su caballo.
—Bajen del auto—nos ordenó Richard—una comunidad como la nuestra, ¿en qué se parecen?—preguntó.
—Vivimos, comerciamos y nos defendemos de muertos y vivos—respondió Jesús, todos bajaron del auto.
—En fila—nos ordenó de nuevo—no perdamos tiempo—todos formamos una fila haciendo todo lo que Richard nos ordenaba—como quieran el Rey esta ocupado y es un mundo peligroso, por lo general no le permitimos la entrada a desconocidos—afirmó acercándose a nosotros.
—Nosotros queremos que el mundo sea menos peligroso y venimos a demostrarle al Rey que queremos hacer algo al respecto—aclaró Michonne.
—El auto se queda afuera, tienen que darme las armas—ordenó por centésima vez.
Observe a Jesús y luego a Rick, tal vez esto era una trampa, sin embargo todos le dieron sus armas a Richard.
—Eh, dame la navaja—me ordenó mirándome fijamente.
—De que serviría darte mi navaja, si fuéramos malos ya hubiéramos acabado con ustedes, son solo dos—agregué.
—Dasela—ordenó esta vez Rick.
—Lo hago por seguridad—aclaró Richard extendiendo la mano, le di mi navaja y el asintió—Okey siganme—ordenó, todos nos limitamos a seguirlo.
Me situé detrás de Richard y Jesús, y no pude evitar escuchar esa conversación ajena.
—Antes de que entremos, te hablo a ti por que tú tienes cerebro y no a Gregory. Lo que quieran empezar acá, un acuerdo de comercio o protección no servirá...no servirá si no atacamos el verdadero problema, los salvadores—le susurró Richard a Jesús en voz baja.
—Sabes Richard nunca te vi sonreír, creo eso va a cambiar hoy—murmuró Jesús, ésta vez un poco más fuerte.
Logré alejarme de ambos cuando vi que Jesús había dado por finalizada la conversación.
—¿Por qué nunca nos contaste de esto?—preguntó Rick, al lado de Daryl, señalando las calles del Reíno.
—Primero...Tenia que estar segura de que podíamos contar con la ayuda de Ezequiel, lo que ahora dudo, pero Jesús se adelantó, así que ya está—respondi.
Quizás él tenía razón, pero no le había dicho nada para no darle falsas esperanzas.
—Bien, pero aún que sea esa mínima información hubiera servido—aclaró Rick.
—Lo sé, pero no queria decepcionar a nadie—solté mirándolo y avance más rápido que ambos.
Por un momento me quedé observando a las personas del Reino mientras ellas trabajaban. Iban de aquí para allá, con un destino.
—Son demasiados, ¿todos saben pelear?—escuché la pregunta de Sasha, Jesús asintió.
—Todos saben—afirmó Jesús.
—Tal vez—agregué indecisa al ver a unos niños.
Luego de un segundo, todos veíamos al grupo de hombres con armaduras alegres. Nuestra oportunidad de ganar se haría más fuerte si nos aliaramos con el Reino.
—Morgan—Volteé justo en el instante que escuche a Tara decir ese nombre.
No había vuelto a ver a Morgan desde que Carol había desaparecido.
—Hola—nos saludó a todos, Richard venia a su lado.
—¿Desde cuando se conocen?—preguntó Richard.
—Desde que comenzó todo—respondió Rick.
—El Rey vendrá a recibirlos—afirmó Richard obligandonos a seguirlo.
Daryl y Rick se quedaron conversando con Morgan, por lo que logré escuchar ambos habían preguntado por Carol y luego no logré escuchar la respuesta. Algo en mi decía que no la escuchara, tal vez eran más malas noticias, solo me digné a seguir a los demás.
Richard nos hizo entrar hasta una especie de teatro grande, unas sillas y una lona roja adornaban el lugar.
—Jesús, me alegra verte viejo amigo, dime que noticias nuevas tienes para el buen rey Ezequiel, ¿son aliados nuevos estos que traes?—comenzó a decir un hombre que estaba sentado, tenía un tigre al lado y lo pude reconocer, ese era el líder Ezequiel y al lado también estaba Benjamin.
—Claro que si su majestad, Él es...—Jesús hablaba alzando la voz para que Ezequiel lo escuchase pero se detuvo al notar que todos estaban asustados por el tigre, nos observó y se acercó a nosotros—oh si, olvidé mencionarles que tiene un tigre—nos dijo en voz baja. Reí.
Vaya detalle que olvidó contarme Benjamín.
—Él es Rick Grimes, el líder de Alexandria y los demás son parte de su comunidad—comenzó a hablar Jesús.
—Les doy la bienvenida al Reino ¿Qué los trae a nuestras tierras?, ¿Por qué pidieron una audiencia con el Rey?—preguntó Ezequiel mientras todos avanzabamos hasta estar a solo unos centímetros cerca de Ezequiel, Benjamin, Richard y un hombre más del que no conocia su nombre.
—Ezequiel, Rey Ezequiel, Alexandria, Hilltop y El Reino...las tres comunidades tienen algo en común, todos servimos a los salvadores. Alexandria ya los combatió una vez y ganamos, pero antes no sabíamos lo que sabemos ahora, solo vencimos a un puesto, nos dijeron que ellos tienen más puestos y entonces saben que ellos gobiernan con la violencia y el miedo—comentó Rick.
Solo pude ver a Ezequiel observandó enojado a Jesús.
—Majestad yo solo se los conté...
—Nuestro trato con los salvadores es un secreto para nuestra gente por una razón...Te contamos nuestro secreto porqué tu nos contaste que es lo que había sucedido en Hilltop, pero no esperábamos...
—Pero podemos ayudarlos—volvió a decir Jesús.
—¡No!, te hemos dado nuestra confianza, ¿por qué la traicionaste?—preguntó enojado el Rey.
Miré a Ezequiel, él no tenía que gritarle a Jesús, Jesús solo nos ayudaba.
—Solo nos lo dijo porque nos quiere ayudar, además tenemos los mismos problemas que otras comunidades—afirmé calmada mirando a Ezequiel.
—¿Debería ayudarlos?, ¿tú quién eres?—preguntó Ezequiel mirándome.
—Mi nombre es (Tn)____, logré salvar a Benjamin y me deberías estar agradeciendo por eso—Respondí, Ezequiel me observó y pude ver a Benjamin acercarse a decirle algo en la oreja al Rey, éste solamente asintió—él solo nos brindó la información para ayudarnos. Queremos acabar con los salvadores porqué creen tener el control de todo haciendonos daño.
Ezequiel volvía a asentir.
—Justo por eso—aclaró Jesús dándome la razón—No te he traicionado, ni mucho menos he traicionado tu confianza, pero te lo digo porqué quiero que oigas los planes de Rick—sustentó Jesús mirando a Ezequiel.
—Y...¿Cuáles son tus planes, Rick Grimes?—le preguntó Ezequiel a Rick.
Nuestro líder avanzó unos pasos más.
—Venimos a pedirle al Reino, a usted, que se nos una y que enfrentemos a los Salvadores en la lucha de la libertad de todos—respondió Rick.
—Lo que pides es muy serio—murmuró Ezequiel.
—A mucha gente nuestra, buena gente, la mataron los salvadores de una forma brutal—aclaró Michonne interviniendo en la conversación.
—¿A quienes?—preguntó Morgan.
Ya que él había salido en busca de Carol no estaba enterado de la muerte de Abraham, Glenn, Olivia y Spencer.
—Abraham, Glenn, Spencer, Olivia. y a Eugenne se lo llevaron igual que a Daryl que se escapó. Cada segundo que está afuera es un blanco, ¿sigues pensando igual?—preguntó Rosita mirando a Morgan.
Morgan tenia demasiada compasión con los enemigos.
—No, solo lamento que murieran—se limitó a decir Morgan.
—Negan mató a Abraham y a Glenn, los mató a golpes—afirmó Rick.
—Aterrorizó a Hilltop, les dejo unos caminantes para demostrar su poder—aumentó Sasha.
—Hemos venido a buscar su ayuda Rey Ezequiel—me adelanté—no buscamos matar a todos, solo ver un modo de salvar a la buena gente de allí.
—Si, antes yo creía que podíamos vivir con el trato, muchos lo creíamos pero eso está cambiando, debemos cambiar el mundo su majestad—aumento Jesús mirando a Ezequiel.
—Quiero ser sincero con lo que pedimos, mi gente es fuerte pero no somos suficientes. No tenemos armas, no las necesarias, no hay muchas armas, punto—comentó Rick.
—Tenemos gente y armas, si atacamos primeros juntos los venceremos, su majestad. No podemos esperar a que todo empeore y se ponga fuera de control, arreglemos esto—esta vez fue Richard el que habló tratando de convencer a su lider Ezequiel.
—Es hora de hacer esto—soltó Rick decidido. Ezequiel no dijo nada pero se detuvo a pensar en algo
—Morgan, ¿tú que opinas?—le preguntó Ezequiel a Morgan, todos esperábamos ansiosos la respuesta de Morgan.
—¿Yo?—preguntó Morgan indeciso.
—Habla—le ordenó Ezequiel.
—Morirá gente, muchas personas, no sólo los salvadores, si existe otra manera hay que buscarla, si nos concentramos en Negan, solo atraparlo a él. Yo...—titubeó Morgan.
—Se está haciendo tarde Rick Grimes, le diste mucho al Rey que reflexionar—soltó Ezequiel queriendo finalizar la conversación—Gracias a ti por salvar a Benjamin—agradeció mirándome—Pero no podemos participar con ustedes en esto—afirmó mirando a Rick.
Nuestro líder dio unos cuantos pasos más acercándose hacia el Rey.
—Cuando era un niño mi mamá me contó una historia. Había un camino a un Reino y una roca en el camino. La gente la evitaba, los caballos se rompían las patas, las ruedas de las carretas se salían y las personas perdían las cosas que querían vender. Eso le paso a una niñita, se le cayó el barril de cerveza que la familia había echo, se la chupo la tierra y no quedó nada, esa familia perdió todo, tenían hambre y no tenían plata. Ella se sentó a llorar y se preguntó porqué seguía ahí si iba a lastimar a otros, así que trató de quitar la roca con las manos hasta que les sangraron, intentó quitarlas con todas sus fuerzas, tardó horas y luego cuando ella iba a llenar el hueco vió algo dentro, una bolsa con oro. El rey puso la roca en el camino porqué sabía que quien la sacara merecía una recompensa, merecía que su vida cambiará para ser mejor, para siempre—comentó Rick.
Me centré solo en él, de verdad estaba haciendo un buen esfuerzo para tratar de hacer que Ezequiel aceptara.
—Los invito a todos a cenar y a quedarse hasta mañana—sugirió Ezequiel.
—Tenemos que volver a casa—se lamentó Rick, y definitivamente si, alguien tenia que cuidar Alexandria.
—Les voy a comunicar mi decisión mañana en la mañana—afirmó y salió.
Nos quedamos observandonos entre todos, ¿Qué debíamos hacer ahora?
—Puedo regresar y proteger Alexandria si eso es lo que les preocupa—solté, Rick negó.
—No, es muy arriesgado. Va a anochecer pronto y los Salvadores podrían verte—soltó Daryl.
—Quizás sea mejor que nos quedemos aquí—sugirió Tara.
Asentí levantando los hombros.
—Deberiamos ayudar en algo—esta vez fue Rosita la que habló.
El resto asintió y comenzaron a acercarse hacia el granero del Reino para empezar a ayudar. Solo me limité a estar de pie viendo al resto alejarse.
Luego de unos segundos me senté a pensar las cosas, recordaba que me habían dicho que Morgan había decidido ir por Carol cuando ella se fue, y como no veía a Carol aquí, me estaba preparando para la mala noticia que me tendría que decir Morgan cuando yo le preguntase sobre ello.
—¿En que piensas?—susurró alguien sentándose a mi lado.
Lo observé por un segundo, la primera vez que había visto a Jesús fue cuando Ramiro estaba vivo y ambos estábamos en la torre de vigilancia.
—Nada, solo en lo que dijo Rick y en lo que pienso que dirá Ezequiel—respondí.
—él aceptará, yo lo sé, es un buen líder—afirmó Jesús.
—¡Jesús!—gritó alguien acercándose hacia nosotros corriendo.
Jesús se levantó y abrazó a Benjamin.
—Benjamin, hubo un buen tiempo sin vernos—afirmó Jesús mientras se abrazaban como si fueran viejos amigos que recién se veían después de mucho tiempo.
—Si, te extrañé Jesús—añadió Benjamin mirándolo.
Jesús volvió a sentarse a mi lado, Benjamin hizo lo mismo mientras sonreía.
—(Tn)____, gracias por salvarme la otra vez—volvió a decirme, reí.
¿Cuantas veces ya me había agradecido?
—Benjamín, me has agradecido más de dos veces, basta—solté fingiendo desdén, estos dos rieron.
—¿Cómo va todo?—preguntó Benjamin mirándonos.
—Va bien, supongo—respondió Jesús alzando los hombros.
—Va del asco—logré soltar, porqué ahora que lo pensaba, había llegado a la conclusión de que l0a causa de mi actitud retadora era que sabia que estaba celosa.
—Mejoraran, te apuesto a que lo harán—añadió Jesús.
—Definitivamente si, las cosas no se quedarán siempre tan mal—secundó Benjamin sonriendo.
Levanté la vista justo cuando veía a Richard acercandose hacia nosotros.
—Jesús y Benjamin, el Rey Ezequiel quiere conversar con ustedes, ahora—ordenó mirándolos.
Los dos se despidieron de mi y comenzaron a seguir a Richard, esa había sido una muy corta conversación.
Mi mente divagó sola por las calles del Reino, no tenía ni la menor idea de que hacer, estaba totalmente aburrida y, además de eso, estaba preocupada pues no sabía si de verdad El rey aceptaría.
Me levanté y solo me detuve a observar quiénes vigilaban los muros, un par de hombres se encontraban conversando animadamente. Trepé por un instante y salí sin hacer tanto ruido, ultimamente había estado sintiéndome cansada de estar dentro de Alexandria, tanto así que prefería salir. Me sentía libre, libre de pensar la cosas afuera y sin interrupción de nadie.
El bosque estaba calmado, mucho más de lo usual y solo cuando vi a un devorador sentí una inmensa curiosidad. El caminante estaba totalmente herido, de todas formas estaba a punto de morir por segunda vez así que preferí solo observarlo.
"¿Algunas vez estos devoradores se extinguirán?" "¿este mundo será normal?" pensé.
Llevaba el uniforme de un soldado, su rostro imploraba saciar su sed de sangre, y su cabello grisáceo ya estaba desapareciendo dejándolo totalmente calvo.
—Quizás alguna vez fuiste el padre de alguien—solté, éste se acercó muy despacio hacía mi. Tenia una mochila en su espalda y una pita estaba atada a ésta arrastrando un pequeño cuaderno y un lápiz pegado con cinta en la portada.
Suspiré y me acerqué lo más rápido que pude y con mi mano desate con rapidez la dichosa pita logrando tener el libro en mis manos. La primera hoja, y al parecer la única que estaba llena, estaba escrita con una letra muy clara.
—No tengo ni la menor idea si esto va a parar o si al menos yo lograré sobrevivir, pero estoy segurísimo, por mi y por mis hijos, de que quiero dejar que todos sepan que existe la esperanza. Si ves que soy uno de ellos, está bien, matame, no quiero hacer daño al resto.
Me quedé un instante allí, intuyendo el crudo final que pudo haber tenido el señor, pero cuando oí algunos quejidos más volví a la realidad.
Unos cuantos devoradores estaban frente a mi y se acercaban muy rápido, toqué mi cinturón en busca de mis armas y éstas no estaban.
Maldije en mi interior hasta que sentí que alguien me cubrió la boca, traté de observar quien rayos era lo más rápido posible pero esté me llevó hacía detrás de un árbol.
—¿Qué crees q...
Él llevó sus dedos a su boca pidiendo silencio, suspiré irritada, solo era Carl, éste sacó una navaja y se la enterró a los tres caminantes en el cráneo con mucha rapidez, incluso mató al dueño del cuaderno que estaba en mis manos.
—Richard ya nos devolvió nuestras armas—informó.
Lo observé por un instante, no se me ocurría nada, pero había algo que si estaba claro en mi mente; yo solo quería alejarme de él. Como Carl lo había dicho antes, yo no debía de entrometer en su vida y su relación con Enid.
Empecé a caminar alejandome irritada, no quería hacerlo, me dolía hacerlo, pero...quizás era lo mejor porqué solo nos hacíamos mucho daño.
—¿Qué haces?—se detuvo frente a mi y me observó—¿A dónde vas?—preguntó.
Bufé.
—Regresaré al Reino, Grimes—solté observandolo. Traté de caminar hacia otro lado pero el sheriff se ponía frente a mi y no me dejaba avanzar más—¿Qué sucede contigo?—pregunté enojada.
—No quiero que te alejes de mi—soltó mirándome.
Quité mi vista de él y apreté mis puños con resentimiento.
—Si, claro—solté con desdén y el sheriff se alejó unos segundos solo para matar a otro caminante que se acercaba hacia nosotros.
Me acerqué hacia un árbol y apoyé mi espalda en el tronco mientras lo veía limpiar la sangre de su navaja en la ropa del mismo caminante.
—Debo decirte algo, pero...—titubeó.
—Solo dilo Grimes, me quiero largar de aquí—solté a la defensiva.
—¿Por qué estás tan enojada?—se detuvo a preguntar.
—¿Eso era lo que querías decirme?
—No—Se apresuró a decir—no es eso—se acercó unos centímetros más y me observó—Te seguí y no entiendo porqué rayos estás aquí. Deberías estar dentro del Reino, ¿porqué siempre buscas salir?
Solo lo observé.
—No eres el único que está confundido, Hay algo que no comprendo, Dijiste que debía alejarme de ti y es lo que trato de hacer, pero mírate, tú estás aquí—susurré.
Éste se acercó un poco más.
—Hay algo que no me estás diciendo, me estás ocultando algo—soltó.
—¿Qué pretendes que te diga?—pregunté observandolo—Si de todos modos te digo lo que siento en este instante, será inservible porqué estás con Enid y porque sientes algo por ella.
Pude verlo relajar la tensión en sus brazos.
—Es mentira, todo eso fue mentira—aclaró, lo observé por un instante confundida—quería provocarte celos, no logré nada porqué aún sigo extrañandote, sé que me estás ocultando algo.
Su voz sonaba normal.
—Dime que sientes por mi—lo observé por un instante y negué.
—Quiero irme—solté esta vez yo, y me alejé del árbol con la única esperanza de irme y evitar sentir lo que sentía por él.
—No, no quiero que te alejes de mi—tomó mi mano, apreté mi mandíbula y lo observé.
—Dejame, quiero irme.
—Dime que rayos sientes por mi.
—Maldición, ¡ya déjame!—grité, éste me soltó suavemente—¿Sabes por qué no serviría lo que te quiero decir?—pregunté, éste negó confundido—Tu y Enid se besaron, yo los vi—afirmé y corrí lo más rápido posible.
Jamás había sentido una desilusión amorosa antes, pero ellos se habían besado, yo lo había visto, era imposible sentirme enojado y frustrada en ese momento.
No quería sentirme débil recordando ese dichoso día.
—¡Escúchame!—el grito me tomó desprevenida mientras el sheriff aprecia frente a mi—Escuchame—soltó esta vez más calmado—No te voy a mentir, si la besé—soltó—pero estaba confundido. ¿Qué más podría hacer si tu no te atrevías a abrir tu corazón? ¿Qué más podría haber echo si tu no me dejabas amarte?—se alejó—Tú sabías perfectamente que me gustabas, te lo dije en la cabaña y te lo volvería a repetir si es posible—se detuvo y pude ver su rostro tenso—yo solo engañaba mis sentimientos, no quería nada con ella y se lo dejé bien en claro. Solo trataba de olvidarte porqué estaba enojado contigo—sonrió—No sé que rayos hiciste en mi, o porqué pienso en ti todos los dias. Lo único que sé es que si te quiero, te quiero de verdad—susurró.
Una parte de mi sintió tranquilidad y el resto solo se sintió extraño, de alguna forma, comencé a sentir un poco de felicidad. Un sentimiento que jamás había experimentado antes, un pequeño hormigueo en el estómago.
—Sé que piensas que yo a tu lado estoy en peligro, no me importa. Te cuidaré, nos cuidaremos y no pasará nada—se alejó de mi y observé su rostro, sus ojos me observaban con una calidez increíble—te lo prometo.
—Eso no...
—Confia en mi, solo hazlo—interrumpió en un susurro.
—¡Ese es el punto!—solté—Ahora quiero que tu me escuches—pedí, este me observó—Las personas a las que quiero siempre mueren, y realmente me odiaria si tu...—me detuve por un instante, no quería decirlo, odiaba tener que imaginar una situación en la que él saliera dañado, como antes—Realmente me odiaría si tu mueres, tu fuiste la única persona que estuvo allí cuando en realidad yo lo necesitaba, estuviste allí cuando murió Tom—dejé de hablar y observé hacia el suelo evitando llorar por mi antiguo amigo pero era muy tarde—El punto es que no quiero que mueras porqué me importas.
Pude sentir sus dedos mientras quitaba suavemente las lágrimas que habían en mi rostro. Se acercó a mi, cortó los pocos centímetros que nos quedaban y unimos nuestros labios en un beso cálido y tierno.
Esta vez no me negué a nada.
Y solo cuando nos separamos pude ver su sonrisa, tenía una hermosa sonrisa plasmada en el rostro y no pude evitar sonreír también.
—Prometo que nunca dejaré que algo te pase—susurró y me abrazo más fuerte.
Extendió su mano derecha y la tomé con cautelosidad, su piel era suave. Me sonrió, y por un instante supe que todo estaría bien a su lado.
[...]
—Nunca te lo pedí formalmente—oí su voz unos pasos antes de llegar al Reino.
—¿Qué?—pregunté confundida, Carl soltó mis manos y se separó de mi con una sonrisa.
—Que si quieres ser mi novia.
—No hace falta que responda, sabes lo que diré.
Él asintió riendo.
—¿Quieres ser mi novia?.
—Definitivamente si—contesté con una sonrisa.
Unos segundos después, mis ojos solo se detuvieron en la hermosa sonrisa que tenía en su rostro, amaba su sonrisa, me encantaba que yo ocasionara eso. Amaba sentir la seguridad que expresaba, Me gustaba saber que alguien sentía algo por mi.
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