CAPÍTULO 43: "Perdón, Carl"
Carl Grimes
Suspiré exhausto mientras dejaba caer mi rostro hacia atrás y logré recordar que era todo lo que sucedía.
Nada estaba bien, ni en Alexandria, ni afuera, todo era un caos. Extrañaba mucho a Colman y no aguantaba que ella estuviera sola y sin protección alguna.
Miré al muchacho que era casi de mi edad una vez más.
Sabia que había sido tonto venir hasta aquí, pero la necesitaba.
Un chico estaba golpeandome, no tenía fuerzas para detenerlo, era injusto. Él me había amarrado con unas sogas y me estaba golpeando.
Pude ver sangre correr por mi cabeza, aunque ésto no era muy importante ahora, Mi cuerpo me dolía demasiado.
Colman estaba desmayada, amarrada en una silla. Recordé por un instante como había entrado en esta cabaña. No podía dejarla sola y es por eso que estaba aquí, solo por ella.
* Flash Back *
—¿Deberías?—preguntó Michonne viéndome, solo asentí—¿Quieres protegerla, cierto?—volvió a preguntar.
Asentí nuevamente sin entender como la morena sabia que es lo que me sucedía.
—Te cubriré, puedes ir a verla.
Miré a Michonne y agradecí internamente el tener una amiga como ella. Llevaba una relación con mi padre y aunque yo seguía pensando en mi madre, no podía negar que ambos eran felices, y eso me hacía feliz.
Salí de alexandria para verla, no aguantaba estar lejos de ella, sin permiso de mi padre conduci hasta la cabaña del norte, sabía que ella estaba ahí.
Cuando llegué a la cabaña del norte no había rastros de Colman por ningún lugar. Pude ver a través de la ventana que alguien se acercaba hacia la cabaña.
La examiné por un instante, su rostro permanecía calmado y su cabello caía sobre sus hombros, era ella, era Colman.
Su polo estaba lleno de sangre de caminantes, corrí rápidamente a esconderme debajo de la única cama que había dentro de la cabaña.
Vi como ella sacaba una benda, sus nudillos estaban demasiado rojos, y luego de unos segundos se comenzó a bendar las manos cuidadosamente.
Al instante se incrustó una duda en mi mente.
¿Qué había estado haciendo?
Ella fijó su vista en un lugar, pude ver que observaba una cámara. Comenzó a hablar, arrepentirse, decir que extrañaba a sus padres, a sus amigos, a Liam, que deseaba verlos una vez más. Por mi parte yo deseaba salir de mi escondite y abrazarla, confesarle mi amor y decirle que ella no estaba sola.
Cuando se detuvo salió del cuarto y cuando volvió trató de dormir apoyando su cabeza al pie de la cama pero se levantó al momento en el que escuchó un ruido que provenía desde la puerta, y salió.
Me levanté, me sacudi y me escondí en el armario del cuarto de al lado.
La observé por última vez, ella se dirigía a la puerta. Habían dos chicos y una chica allí.
Aquellos chicos le pedían la mitad de todo. Cerré el armario y procuré lograr escuchar sus voces.
¿Quienes eran?
Supliqué para que no le hicieran daño a ella, y para que nadie me encontrase, pero no fue así. Y quizás había sido demasiado tonto esconderme aquí y no dar la cara.
Una chica de cabello corto abrió el armario, tal vez en busca de ropa. Me encontró a mi y logró gritar llamado al otro que rápidamente entró, era el otro pelinegro.
Me cogió de la camisa y comenzó a golpearme, lo detuve por un instante y lo observé irritado, golpeandolo y éste solo bufo.
—¿Quien eres?—preguntó.
—¿Tengo que responder?—logré murmurar irritado por la presencia de ambos.
Sonreí negando con el rostro y lo golpeé de nuevo.
—Mataran a tu amiguita—afirmó la chica mirándome—Nathan, Matala—ordenó al chico pelinegro.
La muchacha se acercó más hacia nosotros.
—No lo hagan.
Otra vez, la muchacha se acercó logrando atar mi cuello con una soga, pero en un movimiento rápido logré quitar la soga.
Antes de que el muchacho pudiera avanzar me golpeó, hice lo que debí hacer, me defendi. Ambos estábamos peleando.
—La mataré—aseguró el chico cuando pudo alejarse de mi—Regina quédate con él—ordenó y salió de la habitación.
El tipo corrió hacia otro cuarto dejando a la chica a mi lado.
—Juguemos un rato—soltó la chica.
La miré confundido, y ésta solo se encargó de atarme, la quité bruscamente y corrí hacia otro cuarto a buscar a Colman.
¿En donde rayos estaba Colman?
Cuando escuché la voz de Colman entré en aquel cuarto lo más rápido que pude, y solo pude verla desmayada.
El pelinegro se acercó a mi con las únicas intenciones de golpearme y con la ayuda de la chica pelinegra me ataron, esta vez más fuerte.
Observé a Colman por un instante otra vez, una lágrima de frustración corrió por mi ojo, no podía ayudarla, traté de soltarme, hice fuerza y a cambio recibía unos cuantos golpes más.
* Fin del Flash Back *
—¡¿Pero que haces?!—preguntó un chico rubio mirando al pelinegro, quien me estaba golpeando.
—David, esta chica, la muy idiota estaba escondiendo a este tipo—contestó el pelinegro mirando fulminante al rubio.
—¡Nathan, ¿Qué rayos te sucede?, sabes muy bien que no debiste golpearla!—gritó el rubio, la observó a ella y luego me observó, pedí ayuda con la mirada, éste asintió.
El pelinegro llamado Nathan se acercó y me golpeó por milésima vez. Esto estaba siendo totalmente injusto.
(Tn)___ Colman
Abrí mis ojos al instante en que recordé que era lo que pasaba. Pude ver a Carl, estaba amarrado con unas sogas, estaba siendo golpeado y sangraba por la boca.
—Dejalo, basta Nathan. Vas a matarlo—solté mirando al pelinegro, éste solo río irónico.
Traté de pararme pero estaba atada hacia la silla. David me miraba, distrajó a Regina y logré desatarme por completo, no sabia que hacer.
Carl ya no podía defenderse, David intervino golpeando a Nathan, y los separé. Tiré mi navaja con la intención de que esta quedase clavada en la cabeza de Nathan pero éste la esquivo y sacó su pistola.
Apuntó justo a mi cabeza, vi por última vez a Carl y cerré los ojos esperando a recibir el impacto pero el disparo había impactado en alguien más. No en mi.
Cuando abrí mis ojos pude fijar mi mirada al lado, logrando ver el cuerpo de David y una bala justo en su corazón, no en la cabeza.
Pude ver su mirada fija en mi, y sonrió una ultima vez.
—Gracias por los chocolates.
Soltó David unos segundos antes de cerrar los ojos y no emitir ningún ruido mientras salía sangre de su pecho, el rubio estaba tosiendo.
Por otro lado, me detuve a observar el rostro de impresión de Regina, estaba asustada de la propia actitud de su hermano.
—Eres una simple carga—soltó Nathan y le disparó en la cabeza.
Me quedé quieta por un instante, él no merecía morir.
Miré el cuerpo de David y luego observé a Carl y me limité a apretar mis puños, estaba triste, enojada y frustrada.
Nathan iba a pagar las consecuencias.
Recuperé la compostura y mi navaja.
—Acabaras muerta—afirmó Nathan, negué dos veces y este soltó una risita.
Pude sentir que Nathan me golpeaba, le lancé un golpe también, y esta vez no me detendría, no me importaba que el tuviese más fuerza que yo.
—En una pelea la fuerza no importa, en realidad lo que importa es la agilidad y reaccionar rápido.
Pude escuchar la voz de Tom al instante y me sentí confundida, sin embargo no dejé de prestar atención a los golpes que el pelinegro me daba.
Se agachó con la intención de coger su arma que había caído muy lejos y saqué mi segunda navaja, y cuando estuvo desprevenido le incrusté mi cuchillo en su cabeza.
Su cuerpo cayó al suelo.
Miré a Rebeca, la chica tenía un cuchillo, me levanté totalmente rápido respirando agitadamente, ella sonrió enojada y se acercó a Carl.
—Detente.
Me observó, a la par que observaba el cuerpo de su hermano y le hizo un corte a Carl en la espalda, abrí mis ojos de la impresión, no dejaría que alguien más saliese dañado, y mucho menos él.
—Maldita sea, mataste a mi hermano—soltó enojada acercandose hacia mi.
Las dos nos miramos amenazadoramente.
—¿En serio crees que podrás sobrevivir mucho tiempo en este mundo?—preguntó, la miré confundida.
¿Ahora está pelea se había convertido en un juego de preguntas alternativas?
—No sé si sobrevivire mucho...pero lucharé hasta el último momento en que la vida o el destino quiera llevarme—solté la navaja y ésta atinó en su cabeza—gané yo—susurré.
Recogí mis armas y puse mis dos navajas en mi cinturón y desate al sheriff.
Me acerqué a él y pude notar que aún respiraba, y eso me aliviaba demasiado. Lo examiné con la mirada y pude ver que su espalda sangraba.
Traté de levantarlo pero mis esfuerzos fueron en vano, él no despertarba.
Pasé mi mano derecha a su cintura y lo levanté lenta y cuidadosamente, caminé unos centímetros con él llegando a la cama de la habitación y lo dejé acostado alli.
Me encontraba buscando desinfectante y bendas, de nuevo. Di un suspiro al encontrarlas y corrí de nuevo hacia él. Levanté su polo y solo me detuve a ver la cantidad de moretones que tenía. El tono blanco de su piel había desaparecido y se había convertido en manchas amarillas, moradas, rojas, y verdes.
"Fue tu culpa, tu hiciste que él pasara por todo esto"
Mi mente no me ayudaba de nuevo y quizás esto si había sido mi culpa.
Recordé por un instante lo de la otra vez, había pasado casi lo mismo.
Desinfecté su herida, el lugar en donde se encontraba aquella herida no podía ser bendada, pero utilicé un trapo para evitar que saliese más sangre.
Me tiré al suelo, miré los cuerpos de los que había matado hace unas horas o minutos y pude darme cuenta de que ya no era la misma de antes.
Había cambiado demasiado, ahora, había asesinado por salvar a alguien y también por salvarme.
Saqué el cuerpo de Nathan y de Rebeca afuera de la cabaña, me digné a tirarselos a los caminantes que estaban sin rumbo por ahí.
Salí de la cabaña y me limité a escarbar con una pala hasta tener el espacio adecuado para enterrar dignamente a David, quien había sido solo una presa de sus amigos y grupo.
Lo enterré dignamente y tiré la tierra encima de él hasta tapar su cuerpo completamente, e improvisando con dos trozos de madera coloqué una cruz, y con ayuda de mi navaja esculpi su nombre en aquella cruz de madera.
—Personas como tú o como mis amigos no deberían morir—susurré arrodillada contemplando su nombre una ultima vez.
Entré a la cabaña, Miré a Carl, toqué delicadamente su cara, no tenía fiebre y eso era bueno, fui hasta el sofá que estaba a unos metros lejos de él.
[...]
Las horas pasaban y él no se levantaba, mis lágrimas comenzaron a presentarse y bajaban por mis mejillas, no me sentía tan bien.
“ Carl está apunto de morir por tu culpa, le haz echo mucho daño, nadie está seguro a tu lado ”
Golpeé el sofá exhausta, ¿por qué mi mente me trataba así? No soportaba que todo lo malo que le pasara a él hubiese sido mi culpa.
—Lo siento—pude escuchar la voz de alguien disculparse.
Traté de secar mis lágrimas y lo hice demasiado rápido para que no se diera cuenta de que yo estaba llorando.
No podia hacerlo, tenía que tratar de ignorarlo para que él se alejara de mi, y para que ya no le sucediera nada.
—Carl...
—No digas nada, solo escuchame—pidió sentándose a mi lado, se acercó a mi, secó mis lágrimas y me observó—Me gustas, te quiero demasiado y no sé como demostrartelo, Te quiero más de lo que tu piensas. No me siento bien si tú no estas en Alexandria, Vuelve conmigo—se apresuró en decir.
Sus palabras retumbaron en mi cabeza, quería abrazarlo, gritar "Si" pero no podía hacerlo. Él corría peligro a mi lado.
—No...No puedo estar contigo—respondi, mis lágrimas volvieron a caer, pude sentir que él las volvia a secar.
—¿Por qué?—se atrevió a preguntar, mi corazón se estrujó al escuchar su voz entrecortada.
—Carl, ¿no te das cuenta?, soy un problema y un peligro para ti. Si estas a mi lado siempre pasarás por momentos como éstos, siempre saldrás herido y no quiero que estés herido—aclaré llorando, trataba de que mis lágrimas no interrumpieran mi voz pero si lo hicieron—¡Por dios!—me detuve y suspiré—yo...yo no quiero verte sufrir.
—Eso no es cierto, nos protegeremos, no pasara nada, No digas que no por favor—pidió.
Su rostro estaba rígido, trataba de ser fuerte, pero en un momento como éste, ni yo, ni él podíamos lograrlo.
Pude apreciar sus lágrimas, caían de su ojo tomando un rumbo. Me acerqué más a él y sequé sus lágrimas. No me importaba su benda, nada de sus defectos.
—Trata de enamorarte de otra persona, por favor, sé feliz—pedí.
Me observó confundido.
Estaba abandonado a Carl, renunciando a su amor sabiendo que yo sentía lo mismo.
—No—negó—No digas que me enamore de otra persona, sabes perfectamete que no podré hacerlo—aclaró exhausto.
Me abrazo una vez más.
—No puedes hacer eso, entrar en la vida de alguien, hacer que le importes y luego solo irte.
—Intentalo por favor—pedí, él no asintió, no dejó de abrazarme—Carl deberías irte—negó—vete por favor—susurré alejandome de él, rompiendo el tan cálido abrazo en el que nos encontrábamos.
Observé su rostro, su nariz estaba roja y su rostro más palido que nunca, yo no tenía las agallas suficientes para soportar esto.
—Cuidate—susurró una ultima vez secando mis lágrimas.
Se levantó y se fue de la cabaña.
Ni siquiera sabia si él estaba en condiciones para irse o caminar al menos.
—Perdón, Carl—pude soltar.
Observé la ventana mientras veía al muchacho alejarse y suspiré.
Me tiré al suelo y lloré silenciosamente, ahogando todos los gritos que quería dar, había dicho que él debía tratar de enamorarse de otra chica. Había renunciado a él y esto me estaba doliendo demasiado.
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