CAPÍTULO 4: Nuevo Grupo

El lugar lucia tan tranquilo, justo cómo el primer día en que había llegado aquí, la comunidad no tenía nada extraño, era normal. No había nada fuera de lo común. Sin embargo había algo que me inquietaba demasiado, la tranquilidad de todas las personas de aqui me parecía totalmente extraña.

Aunque agradecía eternamente haber tenido la oportunidad de estar en un lugar como éste; con comida, un sofá, una cama, libros, cómics, tocadiscos, muros y personas comunes. Una comunidad mucho más implementada que las anteriores en las que había estado.

Aunque, siendo completamente sincera, no tenía ni la menor idea de porqué había tenido una suerte repentina cuándo todo siempre me salía mal, era extraño, mucho más de lo que parecía. Tuve que parpadear una vez más casi sin creer lo que me había sucedido.

*Flash back *


—No, no, no.

Di una vista rápida hacia afuera y tragué saliva con fuerza, no me había percatado de aquel detalle pero estaba aterrada por el simple echo de que, alrededor de la cabaña, habían demasiados caminantes acercándose cada vez más rápido al lugar, obviamente para tratar de devorarme y saciar su hambre.

—Ya, ya—logré soltar tratando de tranquilizar los ruidos de mi pequeño hermano mientras no tenía ni la menor idea de qué es lo que le sucedía. Su rostro estaba rojo y lloraba con mucha fuerza—ya cálmate, ¿qué te sucede?—toqué su frente con miedo y, cómo lo supuse, estaba con fiebre—Rayos yo...

Miré hacia afuera con cierto temor, ¿qué debía hacer?, ¿Buscar ayuda?

Salí rápidamente de la cabaña, solo tenia una navaja en mi cinturón, sin contar con la pistola que tenía en mis manos pues esta era inservible ya que no había tenido tiempo de conseguir las municiones apropiadas para este tipo de arma. Además, ahora tenía una preocupación más latente en mi cabeza.

Observé a los lados con mucha velocidad y mi concentración fue a parar en solo ocho caminantes, estos devoradores me seguían y al parecer eran los únicos que se habían percatado de mi salida secreta mientras que el resto de caminantes se encontraba aún tratando de derribar la puerta delantera de la cabaña.

Con seguridad me limité a correr lo más rápido que pude tratando de encontrar alguna señal que me diera indicios de alguna comunidad en la que pudieran ayudar a mi hermano, sin embargo no había nada cerca al lugar. Lo único que podía ver aquí eran árboles y más árboles.

—Ya calmate, estaremos bien—mi hermano se removió inquieto en la pequeña cangurera que yo llevaba en mi espalda mientras por un instante paraba de llorar—Lo prometo, estarás bien. Siempre.

Los devoradores aún seguían detrás de mi y, apesar de que me había ocultado entre los árboles, sabia perfectamente que seguían por aquí buscándome. Dejé aquel escondite con mucha rapidez y gracias a eso, pude ver que la cantidad de seres podridos siguiendome había disminuido. Ahora eran solo cuatro. Sin embargo, justo en aquel instante mientras estaba tan concentrada en alejarme de aquellos seres, caí al suelo tropezando con una roca y, apesar de que quería gritar, me limité a cerrar mi boca con fuerza sin hacer ruido.

Aún tirada en el suelo y sin poder aguantar el dolor logré suspirar intentando calmar la tensión que subía en mi ya que ahora no podría escapar con rapidez así que me dediqué a levantarme con suavidad y observar mi pierna, no era para nada lindo lo que podía apreciar. Aquella caída me había dejado con el tobillo fracturado o eso es lo que yo creía con mi nula experiencia en enfermería. No sabia si era grave pero por el dolor que me causaba, suponía que si.

Los quejidos de los devoradores a mi alrededor me hicieron tener aún más miedo de lo que pronto pasaría. Estaban a unos escasos metros y habían logrado verme. Cerré los ojos tratando de idear algo para escabullirme y escapar, pero en este instante no llegaba nada a mi mente. Nada con lo que pudiera escapar de esos cuatro devoradores.

Me levanté evitando pensar en el dolor y pude volver a oír los llantos de mi hermano. Esperé a que estos se acercaran y no dudé en clavarle mi navaja a uno con mucha rapidez, sin embargo mientras intentaba quitar el cuerpo muerto del primero uno más se abalanzó hacia mi logrando hacerme caer al suelo.

—Rayos—murmuré con cierto enojo, la cara de aquel devorador estaba tan cerca a la mía e intentaba acercarse más para morderme, pero algo lo obligó a detenerse—¿Eso fue una...—cuándo vi que una flecha de madera había atravesado su cráneo sin dañarme me detuve a suspirar con cierta comodidad, y justo en ese instante los otros dos caminantes que faltaban se abalanzaron hacia mi con mucha rapidez tratando de hacer lo mismo—¿Qué...

—¡Aarón, dispara ya!

Logré oír la serena orden de alguien y pude observar a los dos devoradores caer a mi lado sin vida, les habían disparado justo en la cabeza a ambos. Yo, por mi parte, tuve que girar mi rostro para captar con máxima atención quiénes eran aquellos que nos habían salvado y pude observar a dos hombres, ambos se acercaban hacia mi casi corriendo y con el rostro sereno.

—Sere breve, él es Aaron y yo soy Daryl—soltó uno de ellos, el que llevaba una ballesta colgada en su espalda. Me limité a tomar a mi hermano entre mis brazos para meserlo y tratar de calmarlo—Tenemos un comunidad aquí cerca, También tenemos un doctor que puede curarte la fractura que acabas de tener...

—hazle las preguntas—murmuró el otro y me limité a observarlos con confusión.

—¿Qué preguntas?—logré cuestionar mientras oía que mi hermano ya no lloraba.

—¿A cuántos caminantes has matado?—preguntó el de la ballesta.

—Lo siento, nunca llevé la cuenta—respondí—No es posible.

—Bien, no te preocupes—había respondido  el mismo—¿A cuántas personas has matado?—preguntó de nuevo con más serenidad—Se honesta.

—Solo a una, hasta ahora—respondí.

—¿Por qué?—siguió preguntado.

—¿Estás preguntas son necesarias?—cuestioné enojada, mi hermano tenía fiebre y por otro lado yo estaba sintiendo un gran dolor en el tobillo. Esto estaba siendo una pérdida de tiempo—¿Acaso no ven que podrían venir más caminan...

—Responde—inquirió el otro con un rostro serio, interrumpiendome y me limité a apretar mis puños tratando de olvidar lo sucedido—Hazlo y podremos ayudarte.

—Lo maté porqué mi vida y la de mi familia estaba en juego, el tipo estaba loco—aclaré enojada, recordando ese momento—bueno, cuándo tenía familia—finalicé mirando hacia otro lado—No fue nada del otro mundo, ni tampoco fue intencional.

—¿Cuál es tu nombre?—volvió a preguntar el de la ballesta.

Sin más que decir, tratando de apresurarme y observando a mi hermano más rojo que antes me limité a soltar con rapidez;

—Colman—susurré—(Tn)___ Colman—al percatarse de que el bebé que llevaba en manos planeaba llorar de nuevo Aaron lo tomó con delicadeza y observó a su compañero con cierto miedo.

—Debemos apresurarnos—soltó mirando al de la ballesta, éste asintió y me ayudó a levantarme—Ya no hay que perder más tiempo.

Con sigilo nos acercamos al auto que, al parecer, estos habían escondido entre unos arbustos y subimos al vehículo con rapidez.

El recorrido había sido de lo más extraño; Aaron se dedicaba a sonreir mientras me contaba sobre su comunidad llamada Alexandria. El hombre parecia emocionado, muy diferente al que portaba la ballesta.

[...]

Al llegar a Alexandria, Daryl me había dejado en la enfermeria y Denise, la enfermera de allí, lo primero que había echo había sido curar a mi hermano. Fue muy hábil en hacerlo e incluso había logrado que el pequeño durmiera por un instante mientras yo seguía en una camilla y ella revisaba mis reflejos.

—Un par de dias y tu tobillo quedará como nuevo—soltó la rubia con una sonrisa así que asenti con amabilidad mientras lograba ver que la puerta del consultorio se abría—Solo no hagas tanto esfuerzo.

—Hola

La voz suave de una mujer hizo que no despegara mi mirada de ella para nada mientras observaba su rostro por un instante, ella acababa de entrar por la puerta principal del consultorio con una sonrisa latente en su rostro.

—Hola—volvió a decir—Soy Deanna.

La observé atenta por un momento y la mujer comenzó a explicarme todo sobre aqui, y en que consistía esta comunidad llamada Alexandria. Después de un par de minutos la puerta volvió a abrirse mientras un hombre de cabello ondulado y vestido con un traje de sheriff entraba con una mirada serena. Y Detrás de él más personas comenzaron a pasar hacia el interior de este lugar, evalué sus rostros por un instante y no logré reconocer a nadie. Sin embargo habían dos hombres alli que ya había visto antes; Aaron y Daryl.

—Mi nombre es Rick—se presentó.

Asentí con interés mientras veía que se disponía a hablar otra vez.

—El es Glenn—señaló a un hombre asiático.

—Maggie—señaló a una mujer de cabello corto castaño y ojos verdes.

—Carol—señaló a una mujer con cabello un poco gris. Era la única allí que parecía ser más amigable que el resto.

—Sasha—señaló a una mujer de piel morena que se encontraba en una esquina de la habitación.

—Tara—señaló a una mujer que se mantenía al lado de Denise, ella me saludó con un movimiento de manos mientras sonreía.

—Abraham—señaló a un hombre pelirrojo, era el más alto aquí.

—Rosita—señaló a una mujer de rostro rígido que estaba al lado del antes nombrado.

—Michonne—una mujer morena con trenzas que también vestía un uniforme de sheriff.

—Carl—señaló esta vez a un chico que tenía sombrero de sheriff, parecía tener mi edad.

—y mi pequeña hija Judith—sonrió mirándola desde los brazos de una mujer de cabello grisaceo, Carol.

—Al resto lo conocerás después, supongo—finalizó.

El hombre soltó todo casi de golpe haciendo que titubeara al memorizar los nombres de cada uno. ¿Cómo podría hacerlo?, apenas los conocía, era casi imposible. Por un momento, la mirada de ese chico con el sombrero de sheriff puesta en mi me incomodó al instante.

—Cómo ya te explicó Deanna, Michonne y yo nos encargamos de la seguridad aquí—comentó señalando a la morena y ella simplemente asintió—Éste pueblo fue construido por Deanna y su esposo...

Sin embargo, la recién nombrada lo interrumpió aclarando su garganta.

—Greg—se apresuró en añadir la mujer—y lamentablemente él murió. Hace tres días ocurrió un problema con el médico del pueblo, él enloqueció y mató a mi esposo—informó con rapidez—Rick y su grupo vinieron hace casi un mes atrás—se detuvo a mirar con un gesto agradable a Rick y su grupo. El hombre le devolvió una sonrisa—eres bienvenida al pueblo—comentó esta vez mirándome con una sonrisa amable—Sientete segura de comentarnos cualquier incomodidad que tengas, es un placer para nosotros ayudar a más personas que lo necesitan.

—Muchas gracias, Deanna—me dispuse a dedicarle una sonrisa a la mujer y luego observé a Rick—Gracias—le agradecí del mismo modo por el tiempo que había gastado en la presentación de su grupo—Gracias por toda la ayuda.

—¿Cómo has logrado sobrevivir todo este tiempo?—la pregunta de Rick me dejó helada.

No me apetecía recordar todo lo que había pasado antes de llegar aquí. Sin embargo observé su rostro, se veía interesado en el tema y esperaba a que dijera algo al respecto, al igual que el resto de personas que me observaban. Y debido al nerviosismo solo tuve que tragar mi saliva buscando una excusa rápida.

—No me apetece contar mi pasado—solté con rapidez. Estaba claro qué me incómodaba mucho contarles sobre mi pasado a unos completos desconocidos. Justo en ese instante pude observar la sonrisa de Rick, se disponía a hablar pero otro de ellos, el asiático, había comenzado a reir casi interrumpiendolo—Yo...

—Hey, somos tu familia ahora—soltó el asiático y la mujer de ojos verdes que estaba a su lado le sonrió—puedes contarnos lo que te sucedió.

Lo observé fijamente por un instante y suspiré dispuesta a decirles sobre mi pequeño pasado que hacía que llevara una carga sentimental muy fuerte. Mi madre murió, luego de eso pasaron dos meses en los que mi padre y yo habíamos gastado nuestro tiempo protegiendo a mi hermano y, exactamente hace seis meses y un día miércoles cómo hoy había sucedido lo de mi padre.

—Mi madre murió por una cesárea, asi que mi padre y yo tuvimos que hacernos cargo del pequeño bebé durante dos meses—logré soltar y bajé el rostro con cierta vergüenza—Con mi padre ibamos de grupo en grupo, tratando de sobrevivir, pero todos se volvían inestables—me detuve y recordé su muerte así que tomé mi otra mano con nervios y nostalgia—Y bueno, él falleció hace seis meses por una mordida—afirmé carraspeando la garganta—El último grupo en el que estuve perdió los estribos así que tuve que escapar.

No quería recordar ese momento, y las miradas inquietantes y serenas de los presentes me incómodaban. Deanna se acercó a mi, se puso a mi costado y ligeramente acarició mi cabello con una sonrisa gentil. En ese pequeño momento sentí que en aquella comunidad estaría segura.

—Cómo ya te lo expliqué, tendrás una casa—comenzó a decir pero se detuvo a observar al resto con cierta curiosidad—pero pediré a alguien que te ayude con tu hermano.

Por un momento abrí la boca para detener aquella ayuda, pero ella me observó con una sonrisa así que asentí indecisa, yo lo había cuidado por seis meses sola, no necesitaba nada, ni la ayuda de nadie más. De eso estaba segura, podía yo sola con esto.

—Disculpe pero...—comencé a hablar dirigiéndome con respeto hacia Deanna—pero yo puedo cuidar a mi hermano sola—aclaré con nervios, ella solo sonrió—No es necesario que me ayuden con eso.

—Bueno, solo tienes 14 años—giré mi vista hacia la enfermera rubia que estaba sentada en una esquina observando todo—Y el pequeño necesita de alguien más adulto que pueda cuidarlo.

La observé con cierta curiosidad.

—Pero es mi..

—Tranquila—la voz de Deanna seguida de una risita me hizo detenerme, planeaba decir algo al respecto pero solo la observé—Solo es una ayuda, Colman. Deberías vivir tu adolescencia, ya sabes; hacer amigos y conocer gente nueva—soltó—Aún eres una niña.

Justo en ese instante una mujer se situó a mi lado, tenía el cabello un poco gris y me dedicó una hermosa sonrisa. Había otra allí al lado de un asiático que me observaba con una sonrisa ladeada mientras cruzaba sus manos, ella también parecía ser muy gentil.

—Yo te ayudaré a cuidar a tu hermano—se ofreció la mujer—Debes estar cansada.

—Yo también puedo ayudar—secundó otra, la mujer de ojos verdes y cabello castaño corto. La misma que estaba al lado del asiático.

Con curiosidad pude observar a Deanna, ella miraba con un gesto alegre a esas mujeres que querían ayudarme. Y para no ser irrespetuosa me limité a asentir sin rechazar la ayuda. No me vendría mal un descanso después de todo, me sería un poco extraño, pero de todas formas no bajaría la guardia pues cómo ya lo había dicho, La paz siempre era efímera en estos días.

—Perfecto, Si así lo desean entonces llevenla a una de las residencias y denle ropa limpia—ordenó Deanna—Descansa—volvió a susurrar con una sonrisa—Pronto hablaré de algo contigo personalmente.

Por un momento me dediqué solo a asentir con el rostro y una sonrisa, las mujeres me llevaron con cuidado mostrandome el lugar a la par que todos salian de la enfermería. Maggie tenia en brazos a mi hermano y Carol me ayudaba a caminar, pues aún el tobillo me dolía.

*Fin del flash back *

—No Aaron—logré soltar con cierta curiosidad observando al hombre. Carol me había mandado hasta aquí para entregarle el inventario del Arsenal pero me había quedado conversando con él por un instante—Eso creo.

—Algunos hemos tenido un pasado muy difícil—soltó mirando hacia adelante, asenti ladeando mi cabeza dándole la razón—¿Qué tal la comunidad?, ¿todo está bien para ti aquí?

—Apenas llevo una semana aquí, supongo que si—contesté—Lo único que podría decir que me incomoda es la tranquilidad de aquí. Digo, ¿acaso no saben que afuera es un infierno?

—Si lo sabemos, pero los adultos de aquí guardamos las apariencias por los niños—soltó riendo levemente—Si nos ven a nosotros asustados, ellos también lo estarán.

Tenia que admitir algo, Aaron tenía razón y, apesar de que aquí en Alexandria me sentía segura, sentía una tristeza inmensa debido a Tom, mi amigo. Ese chico con el que yo había convivido más de seis años, ese mejor amigo que yo solía tener ahora no estaba a mi lado. Sin embargo sabía perfectamente que él estaba vivo, algo en mi aún mantenía esas esperanzas.

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