No eres un cobarde.
A menudo nacía el temor de no planificar. Lo entiendo si se trata de exponer, dar una clase o un evento importante. Aunque me pareció que otros lo llevaban al límite.
Planificar el comportamiento para seducir, lo que un amigo debe ser, lo que tenemos que aparentar para no ser funados en redes, cerrar nuestra boca, no movernos y observar.
Un amigo me enseñó a ser espontáneo, a los demás les faltaba ese amigo.
Denis.
No tenía que temer de que las cosas cambiaran, lamentarse por algo que no sucedía aún, que quizás nunca pasaría. Había comenzado a tenerle miedo a algo inexistente, y eso hizo que sufriera en el presente.
Le dije que no pensara en lo que haría, sino en lo que quería hacer ahora. Pero nunca fui bueno dando consejos.
Yo era mejor cuidando de otros, era capaz de pausar mi vida para ser parte de su tiempo, cuando él lo necesitara; y lo amaba tanto porque sabía que aunque quisiera él jamás me permitiría hacerlo.
-Denis, mi amor.
-No.
-En serio, no necesitas venir a mi trabajo en tus almuerzos. Puedo comer solo, o si quieres puedes llamarme por videollamada. No quiero que camines tanto hasta acá. -Su petición me bajoneó. Bajé mi tortita de huevo de las manos y le miré desde el umbral trasero del establecimiento. Él suspiró con más tranquilidad-, te juro que estoy bien. Mi prioridad es que tú también lo estés, no te agotes por esto.
-Toma. -Le dejé la tortita en las manos, con mi otra palma me aferré a la mochila en mi espalda que pesaba por los trabajos que olvidé sacar de otros alumnos.
Adie me preguntó si quería al menos beber algo antes de irme e insistió en saber si estaba bien. Me dijo que tenía la cara de haber visto un fantasma, y me despidió con una sonrisa mientras yo me mantenía cabizbaja por la calle empinada, sentí que mis rodillas eran frágiles.
Yo estoy bien, me preocupas más tú.
La semana pasada fue de terapias individuales y de pareja. Comimos algunos días con mis papás, y le llamé a Gale antes de que volviera de su viaje de negocios:
-¿Que el wey hizo qué? -Gale soltó una maldición al instante pues se detuvo de golpe en un semáforo rojo. Otros vehículos le pitaron y le hicieron molestar, su voz fue como si se asfixiara de repente-. Llego en la noche, cenemos en donde siempre, lin lin. ¿Por qué no me dijiste antes, tarado?
-No le ando contando a todo el mundo las cosas de mi pareja, ¿sabes? Pero todos somos amigos y pues... eres el único a quien puede confiarle esas cosas. Yo prefiero beber miados a morirme.
-Mil veces muerto a beber miados, miaw.
Gale fue mi salvador, le prometí una salida al cine en otra ocasión. Por el momento, la cena estaba en nuestras cabezas y yo me aparté un momento al baño para dejarlos hablar. Fue solo un momento cuando volví y escuché cosas que preferí no interrumpir.
-No quería asustarlo. -Escuché el murmullo de Adie. Me obligué a parar mis pasos, sosteniéndome de las mangas de mi chaqueta al otro lado de la pared de madera que me dividía de la mesa-. No quería que me viera en una crisis de ese nivel, puedo controlarlas pero es difícil si está allí, ¿sabes? Lo siento, si te incomoda.
-Carajo, saca de tu cabeza eso de que le asustas o nos incomodas. Bebe, bebe -escuché el sonido de una botella. Gale se oía fastidiado pero realmente prestaba atención-. Ya se casaron, ya comparten hasta los días, está bien compartir los problemas para ser más funcionales. Él te confía sus cosas, no te limites solo tú a aconsejar.
-Me gusta escucharlo, pero...
-Adie, mírate a ti mismo. Sabes con facilidad cuando no te sientes bien, ¿no crees que es más fácil no aparentar? Esta vez te toca a ti, luego a nosotros, y que el círculo se repita, ¿vale? Debes dejar de sobrepensar y armar esos escenarios en tu cabeza donde "resuelves las cosas" hablando con "otros"; al final solo te escuchas a ti y no cambia nada.
El olor de pizza entraba en mí. Jugué con mis dedos y tomé una bocanada de aire, apresurando mis botines para seguir avanzando hasta hacerme ver. Levanté la cabeza y choqué contra un vaso, me protegí la cara para no ser ensuciado pero el tipo frente a mí se aferró de este sin dejar que una gota se derramara.
El encuentro fortuito entre dos sentimientos complicados.
-Lo siento mucho, ¿no te manchaste? Te puedo dar dinerito para... -Me dio vergüenza verlo a la cara así que solo metí mi mano en el pantalón para sacar moneditas.
-¿Denis? -Tocó mi hombro con su uña, dando ligeros golpes para evitar un contacto más cercano.
Achiqué los ojos e inspeccioné su rostro. Tenía una pequeña coleta para evitar que su cabello fuera en cualquier dirección, sus uñas negras volvieron a aferrarse al vaso y también entrecerró los ojos verdes. Tragué saliva.
-¿Te dije mi nuevo nombre? -No recordaba haberlo mencionado. Hice una mueca extraña en lugar de sonreír.
-Te sigo en redes, no soy idiota. -Dalton juntó las cejas, mirándome de arriba a abajo.
Seh... no puedo fingir que no existes y ya.
El pelirrojo parecía dirigirse al baño también pero se mantuvo parado allí varios segundos cuestionables que también me detuvieron. No supe si quería decir algo más así que solo cerré los ojos y lloré internamente, deseando escapar de hablar con él. No habíamos cruzado palabras desde hace varios años.
-¿Y... qué tal? No había escuchado nada de ti, solo supe que te ves constantemente con la familia de Cán. -No supe si reír o llorar, solo traté de sacarle conversación para evitar esa mirada que se veía sombría con las luces rojas del establecimiento sobre su cabeza.
-Desde el funeral, eh. Vi que los invitaste a tu boda.
Eso, ese era el problema.
Me sostuve de mis propias manitas mientras me asfixiaba con el suéter. Yo había perdido contacto con amigos de Cáncer, de muchas personas en general, no me sentía cómodo reviviendo viejas heridas con antiguos rostros. Ya no era cercano a nadie de la preparatoria.
Y se me olvidó invitarlo a la boda, a la verga. Ni siquiera se me cruzó por la cabeza.
-Lo siento por no... informarles. -Solté apenado.
-¿Informales?
-Olvidé a Diabetes, me disculpé ya con él cuando fui a la casa de Cameron por Adie. Parece que Diabetes y Cam tienen una relación de colegas gamers y hacen videos, no sé, cositas raras. -Moví mis dedos, consiguiendo que arqueara su ceja anaranjada. Asintió después de rodar los ojos al recordar quién era el amigo de Adie.
-No hay de qué pedir perdón, yo tampoco quería verlos. Malos recuerdos. -Dal apretó el vaso al que se aferraba antes de terminarse el poco contenido. No tuve fuerza para moverme.
Abandonó el vaso sobre una mesa pequeña en el pasillo y se alejó para ir al baño sin despedirse. Los hielos en el interior se derritieron hasta quitarle el sabor a las gotas de refresco, fue tan vacía esa sensación.
Dalton era amigo cercano de Cáncer, quizás no estuvo tan presente como yo ni parecía mostrarle un ápice de afecto, pero aunque era callado y se relacionaba poco, al menos por lo que escuché de mi gordo, ambos se confiaban preocupaciones con frecuencia. Me sentí molesto, también ofendido por su mal trato, pero mis piernas no se movieron al pensar en lo doloroso que era para él recordar esas cosas.
A veces, no remover el clavo en el corazón de otros, era el mejor respeto a ese dolor que no comprendíamos.
-No quería hablar en ese momento, es doloroso que insista. -Escuché las últimas palabras de Adie. Me aferré a mi pecho con los recuerdos de la mañana, y la insistencia que tenía en clavar ese dolor aún más profundo, aún sabiendo que a Adie le dolía asumir cosas de su pasado.
Me miré en el reflejo de los cristales que cruzaban el segundo nivel del restaurante. Mi reflejo me mostró mis ojos agotados por las clases, los desvelos de esa semana por preocupación, y mi paranoia cada vez que él se despertaba temprano para el trabajo.
Doctores, estoy en la mierda.
-¿Cómo te gusta esta cara espantosa? -Me di golpecitos por imaginar que mi esposo me estuvo viendo así los últimos días. Sentí que me daría el soponcio.
-¿Denis? -Escuché su voz llamarme como si fuera la Virgen.
-VOY.
Salí con pasos tiesos y una sonrisa forzada, siendo cegado por la luz amarilla que colgaba sobre los asientos modernos. El lugar era oscuro y de repente saltaban los foquitos. Adie quiso levantarse para ver si sucedía algo con mis pies pero levanté las manos para que se quedara en su lugar y me arrastré hasta sentarme en el otro extremo, junto a Gale.
Mi mejor amigo tenía una expresión de desagrado al imaginar que yo estaba escuchando, pero no dijo nada. Acomodó sus lentes, cruzó los dedos sobre la mesa y me miró sobre el hombro de su saco. Yo rasqué mi sien sin saber a dónde mirar como ignorante.
-¿No tardaste mucho...? -Me cuestionó mi pareja.
-Me topé con alguien de la escuela. -Le respondí a Adie. Relajó la mirada y sacudió su saco antes de mirarme con esa paz extraña que a veces emanaba.
-¿Me estás engañando? -Gale tiró de mis ropas hasta conseguir que pusiera mi cabeza en su pecho. Me talló como si fuera su mascota, yo solo me dejé con indiferencia porque ya estaba acostumbrado a que fuera mi garrapata-. Habla, ¿piensas abandonarme? ¿Tuviste hijos con alguien más?
-Con tu mamá. Oh, que no tienes... -Solté una triste broma.
-Wey, sí tengo. -Me abrazó más fuerte. Sentí su saliva al intentar clavar sus dientes en una parte de mi frente, pero se detuvo cuando nos trajeron la cuenta.
Soltó mi cabeza y se adelantó a quitarle la cuenta a Adie, dijo que él iba a pagar pero que también se llevaría los restos de pizza. Chasqueó la lengua porque le daba flojera sacar el dinero de su pantalón así que me pidió que yo lo hiciera. Le vi con molestia pero lo hice, solo quería molestarme y no se rendía hasta sacarme unas canas. Gale era igual que siempre.
Bien mamón.
Adie me puso el casco en la cabeza cuando estábamos en la calle. El mío no tenía el rostro cubierto como el de él, así que aún podía ver sus ojos con claridad mientras me lo ajustaba. Sentí sus dedos fríos tocar mi rostro y vaciló al imaginar que me había dado un escalofrío, pero le sonreí para no preocuparle. Sobrepensaba demasiado.
-Nos vemos mañana en la reunión de los inquilinos, es en el parque, ¿no? -Gale chocó puños con Adie antes de dirigir sus grandes brazos a mí. Estaba a contra luz así que su sombra fue gigante.
-Sí, no puedo seguir suplantándote. -Me reí, abriendo mis manos para recibirlo.
Me metí en su suéter mientras nos abrazábamos. Sentí que pude relejarme esos segundos, estar con algunas personas a quienes apreciaba y me hacían sentir bien. Me reducía el estrés.
-Gracias por hablar con él. -Murmuré, ocultando mi rostro para que no se me viera hablar.
-No te sobreesfuerces también, ¿vale? -Levantó mi rostro con una mano para que le viera, o me viera a mí pues me reflejaba en el cristal de sus lentes. Sacudió mi cabello antes de sonreír-. Te quiero, descansen, cucú.
-Hasta mañanita, yo también te quiero.
Nos dimos un beso en la mejilla antes de perder la espalda del otro al caminar. Adie y yo volvimos a casa en su moto, hasta su forma de transportarse me daba miedo porque me lo arrollaron el mes pasado. Pero él andaba fresco, conmigo aferrado a su espalda.
El plan de hoy era descansar para el día siguiente.
Recién cruzamos la puerta del apartamento, la charla en la moto se terminó y recibí una bofetada antes de chocar contra el escritorio cerca de la cama. Levanté ambos brazos para empujarle pero no pude despegar mi espalda de la madera. Adie me tomó del cuello de la camisa solo para acercarme a su rostro.
-¿Por qué en público actúas como si no pasara nada?
Adie volvió a empujarme contra la mesa, arrebatándome el suéter para poder besarme el cuello mientras yo seguía golpeando a los costados. Mi respiración fue lenta al sentir sus manos rodear mi cuello, el aire se me fue varios segundos, me tomó de la mandíbula hasta lastimarme y hacer nuestras bocas.
-¿Por qué me haces ser así? -Bramó, levantando la mirada hasta cruzar nuestros ojos.
Aunque estaba oscuro pude ver el vago brillo en ellos y la cicatriz que cubría sus ojeras. Sacudí la cabeza para negarlo, eso le hizo molestar más. Apartó sus manos y dejó caer su cabeza en mi pecho, mientras mi pierna comenzó a levantarse por su agarre.
-No era mi... -Apretó mi piel, casi como un rasguño. Me quedé callado.
-¿Te gusta provo...? -Detuvo sus manos en mi trasero y me miró.
-¿Provo...?
-No puedo, perdón. -Comenzó a carcajearse, mi rostro se oscureció en ese preciso momento-. Es que no sé de qué te estoy culpando, perdón. JAJAJA.
-ADIE, INVÉNTATE ALGO, NO SÉ. Sé más creativo. -Me sentí molesto antes de que me contagiara su risa. Lancé un pequeño golpe a su espalda para que se detuviera-. Sabía que no podrías desde la bofetada, hasta mis alumnos pegan más fuerte, me meo.
-Es que no me diste tiempo de pensar en algo, me lo comentaste apenas en la moto. -No supo si reír o llorar, pero solo bajó mi pierna con cuidado mientras me pedía perdón por agarrarme muy fuerte de la mandíbula. Hice una mueca de lamento.
-Es que tampoco se me ocurrió mucho. -Aparté la mirada hasta dejar caer mi mejilla en el escritorio, todo estaba yendo bien pero la neta también me costaba interpretar algo así-. Ya mejor a mimir, perdón por hacer que... pff, JAJA, ME PEGARAS.
-No menciones eso de nuevo. -Se apachurró como perrito, impulsándome de los brazos para ponerme de pie.
Ay, me gusta más este Adie.
Extendió su mano como si me invitara a continuar, miró la cama de reojo antes de sonreír con picardía. Tomé su mano de caballero, aunque también me agarró desprevenido cuando se me vino encima para levantarme y arrojarme, diciendo.
-Te mentí, vamos a dormir. -Levantó su pulgar con orgullo. Yo apenas me reincorporé en la cama bien sacado de pedo, mi cabello se sentía como el superviviente de un huracán.
-Noooo.
Arrugó el entrecejo.
-Mentira, también tengo sueño. Vente. -Le palpé su espacio en la cama con una sonrisita. Sí estaba cansado ya, se me notaba y él lo sabía.
Adie se arrojó a lado de mí, tumbado como un muerto con la cara aplastada en la cobija. Toqué sus hombros para decirle que no se durmiera así, pero estaba muy cansado como para moverse, dijo.
-Levanta el brazo, al menos... -Hice esfuerzo para sacarle la camisa blanca. Se rió todo el tiempo mientras me veía quitarle las prendas superiores.
Me limité a desabrocharle el pantalón, pero no se lo quité. Me apoyé en su pecho hasta ver su rostro que seguía buscando el mío. Su mirada me gustaba mucho, era tranquila, a veces misteriosa pues no podía hacerme ideas de lo que pensaba; Adie siempre hablaba poco, excepto cuando yo guardaba silencio, él se incomodaba y me irrumpía.
Pero en su totalidad, era extraño, una rareza que aunque me gustaba a veces me intrigaba y asustaba la idea de que nuestras mentes estaban en mundos distintos. También curiosidad por cómo funcionaban sus emociones.
-Dijeron que tengo miedo al abandono, por mi historia familiar en general. También me asustaba aceptar que a ellos jamás les importará cómo estoy o cómo me siento.
Lo dijo tan tranquilo, aunque se escuchó doloroso al salir de su garganta. Pegué mi barbilla a su estómago, antes de inclinarme un poco y dejarle allí un beso.
-Debo enfocarme en lo que tengo delante.
Asentí, estirando mi dedito para tocar su tetilla. Adie detuvo mi mano y me abrazó para que me quedara quieto.
-No sigas tocando. -Me ordenó, palpando mi cabeza mientras articulaba una sonrisa. Volví a asentir sin agregar más.
-Es que me gustas mucho. -Le hice ojitos.
-Lo sé. -Murmuró con una risilla-, tú me gustas más.
No voy a tener una guerra de ver a quien le gusta más el otro.
-Shh, ya duérmete. -Le di un besito para que parara, yo jamás ganaba en esas cosas. Incluso durmiendo escuchaba su último murmullo decir que él me quería más, me daba risa y era lindo pero no quería que él tuviera la última palabra esta noche.
Eres hermoso.
Le di un beso en su cicatriz antes de descansar.
~•~•~•~
-¿Hablaron? -Gale continuó hablándome al oído. Había un mosquito cerca así que me sacudí para apartarlo, él me sostuvo de los hombros para que no me cayera de sus piernas, pero me miró enojado cuando le lancé un golpe a la frente para matar allí al insecto.
-Sí, lo hicimos un poco, me contó sus cosas. -Susurré como si nada. Gale seguía con la cejas juntas por molestia, me pidió que me disculpara-, nah, no te vas a morir por un golpe.
-Salvaje. -Mostró su colmillo.
Sacudió sus piernas con la intención de tirarme pero me mantuve allí mientras yo sacudía su cuerpo. Al final se rindió y solo continuó abrazándome mientras comíamos el pan dulce que dieron en la reunión. Ya extrañaba a Gale, no estaba mucho tiempo en su departamento, cosa que era entendible pues ni siquiera tenía la necesidad de vivir en un lugar como ese.
Estábamos en el parque más cercano a los edificios, debajo de la sombra de los árboles que nos cubrían los rayos de sol dorados. Adie estaba sentado a un costado bebiendo café, sonriéndole a la niña vecina de dos años que apenas caminaba a nuestro alrededor sin hablar, solo cargando un agua de piña en sus manitas.
Ya habíamos hablado sobre las limpiezas del edificio y ciertos pagos pendientes, ahora la mayoría que tenía hijos sólo andaban comiendo los aperitivos que dio el organizador y otros se estaban relajando en sus sillas a lo lejos. El círculo parecía más un triángulo disperso.
-Nos alegra mucho tener una pareja de recién casados, se ven bien felices, mijos. -La señora del piso de abajo me miró a mí y a Gale, hablando con un tono meloso.
El cuatrojos y yo nos congelamos de repente, sentí hasta sus manos en mi cuello ponerse frías y a mí me tembló el párpado.
-Marina, ese es el otro vecino, su esposo en realidad es el de a lado. -El viejito organizador corrió para darle un codazo. Ambos miraron a Adie con terror por la confusión, se disculparon mientras él seguía mirando a la nada.
Gale me tiró de sus piernas cuando los señores se apartaron del frente. Mi pantalón de mezclilla se llenó de hojas y le pegué en la mano cuando quiso levantarme. Adie fue quien se paró para ponerme de pie, aunque más bien me arrastró de los brazos.
-Ya sé qué excusa puedo buscar para lo de anoche. -Dijo a mi espalda, trayéndome recuerdos de Vietnam.
-¿De qué hablan? -Gale también habló bajo, exagerando sus caras.
-Denis me pidió que lo golpeara. -Adie habló sin pudor, mostrando esa gran sonrisa que me noqueó de vergüenza. Prefería el putazo antes que la reacción de Gale ante mi fetiche momentáneo.
-Cállate, no digas nada. -Puse mi mano frente su cara.
Gale bajó la cabeza y posó su mano sobre la niña que solo daba vueltas con su agua de piña. La niña lanzó un golpe con su manita a la pierna de él, pero parecía más un intento de sostenerse de algo porque apenas era buena caminando. Gale me ignoró por completo solo para seguir a la niña que se iba tambaleando entre las sillas para buscar dónde sentarse.
-La caen bien los niños que no hablan. -Adie me explicó al verme confundido. Gale solo siguió caminando desde su altura, los ojos sobre el hombro, apenas doblándose por microsegundos para girar a la niña y evitar que se fuera a lugares peligrosos. Su madre estaba encantada.
Adie me tomó de la mano para caminar un rato antes de volver a casa. Dejé que me guiara, no dijimos mucho aparte de preguntar nuestros horarios del día de mañana para saber si debíamos coordinarnos en algo. Nos detuvimos junto a un arrollo que estaba colina abajo, él me levantó en su espalda.
-¿No estoy pesado?
-Un poco. -No me mintió. Se aferró a mis piernas para impulsarme más y me pidió que me agarrara de su cuello.
-¿No quieres bajarme?
-Nop. -Se oyó contento.
El sol me cegó en el camino, sentía mis mejillas húmedas y a él le pude ver algunas gotas de sudor deslizar por su frente. Vi más allá de sus brazos, sus piernas largas que marchaban con fuerza a pesar de siempre sufrir algún accidente menor o sus cicatrices.
Lancé una mordida a su hombro, me lamenté cuando vi que perdió el equilibrio y mi cabeza comenzó a descender como consecuencia. Pegué un pequeño grito mientras él con esfuerzo me tomaba del brazo hasta irse de boca junto a mí.
-ESTÁ HELADA. -Grité al sentir mi piel hacerse uno con el arrollo. Lo último que vi fueron las nubes hasta que estas se difuminaron por el agua que entró en mis ojos y boca.
Adie me tomó de la cabeza hasta llevarme a la superficie. Escupí agua en todas direcciones mientras él se burlaba a carcajadas por el karma. También estaba empapado a mi lado, pero me sacudía como si fuera el único al que le fue mal por una mordida.
-¿Estás bien? -Preguntó, tan sonriente que no vi preocupación en su rostro.
Mis manos colgaban, aún tocando el agua helada. Mis rodillas dolían y la sensación de las gotas en mi cabello que se escurrían y se secaban por el sol fue extraño.
Miré su rostro pálido, ya no había sudor, solo gotas de agua que creaban pequeñas sombras por el reflejo del sol. Su cabello plata estaba hecho un desastre, pero sobre él habían pequeñas manchas naturales de arcoíris que me atraparon hasta quedar embobado.
Vi que me hablaba pero no supe qué decir. Sabía que solo uno de sus ojos podía verme, pero miré al otro, como si estuviera seguro de que él podía entre la niebla interpretar mi figura. Adie me tomó del rostro.
-Hey, ¿qué sucede...? -Masculló, su sonrisa se cabreó pero llevé mis manos a su cara para evitar que esta desapareciera.
-Me acordé de cuando nos conocimos. -Hablé embelesado, manoseando toda su cara para asegurarme de que era real y no una ilusión de la que despertaría a los 16 años. Ni en mierda volvería a esa edad.
Una vez lo confirmé, lo arrastré hasta mi altura para besarlo. Adie no se apartó, mantuvo una sonrisa mientras bajaba sus manos por mi espalda. Sabía cuando Adie estaba feliz, y sabía lo feliz que le hacía cuando yo lo miraba como idiota.
Gale decía que si funaran a Adie por cosas ciertas, yo probablemente me volvería analfabeto, y que creería en cualquier tontería que me dijera. Pero me gustaba cualquier forma suya, y saber que él no sería capaz de ciertas cosas. También sonreí como tonto mientras me besaba, el agua helada descompuso mi cerebro.
-Vamos por Gale. -Propuso al detenerse. Dijo que el loco seguro nos estaba buscando para irse ya que le fastidiaba estar con gente desconocida solo.
-Vamos por nuestra mascota.
-¿No quieres adoptar?
-Odio a los niños.
-Hablaba de una mascota, que no sea un humano al que confundan con tu pareja, ¿sabes? -Se carcajeó, tomándome de la mano mientras salíamos del arrollo con los zapatos mojados.
-¿Quieres otro perro? -Me acordé de su viejo hijo.
-Un gato, ¿tal vez, conejo? ¿O un puercoespín?
Entrelazamos nuestras manos mientras hablábamos de eso. La hierba del camino se hizo alta, en ella descansaban los pequeños y últimos rayos del sol.
-¿No quieres una iguana? Parecen dinosaurios pequeños, puedes tenerla en tu oficina.
-¿Escuché mal o me llamaron mascota hace rato? -Gale llevaba rato detrás de nosotros. Fingimos ignorancia mientras seguíamos caminando, como si no estuviera allí, por miedo-. Oigan, ¿qué tipo de mascota? ¿Perro? ¿Garrapata?
Estoy realmente feliz con esta vida.
-OIGAN, IMBÉCILES, DEJEN DE CAMINAR Y PÉLENME.
• • •
Ya, los extras de esta pareja ya fueron. 😭🤚🏻
¿Ideas de los próximos extras? Ya tengo varios personajes en mente, pero tengo que organizarme para ver cuáles temas primero AAAAAAH.
¿Qué tal su día? ¿Cómo la pasan con este diciembre?
¿Qué les pareció el extra? Quería tocar el tema de que a veces no preguntar ni forzar a alguien es otra forma de ayudar. :( La breve aparición de Dalton, antes Daltonismo, es por eso. Le duele bastantito que le pregunten de Cáncer.
¿Adie y Dep tratando de hacer rol? GAHSHAHDS SON UN FAIL.
Gale siendo garrapata me da mil años de vida. Le gustan los niños, siempre ha querido adoptar a sus sobrinos lejanos.
¿Alguna anécdota?
MUCHÍSIMAS GRACIAS POR LEER ESTO. Me hace muy feliz de tiente traer contenido. Igual vengo con ilustraciones:
Y OIGAN, ya casi llegamos a las 200k lecturas, banda. En serio, les agradezco muchísimo por el apoyo, hacen que los desvelos valieran la pena. :')
~MMIvens.
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